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Sequía por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

¡¡Hola!! ¿Cómo están? Lo sé, lo sé, esta vez me re pasé con el tiempo de actualizar U_____U No crean que no he querido, hace más de tres semanas que todos los días pienso "debería escribir". Y tampoco ha sido falta de inspiración: no he tenido tiempo ni energía mental. Mi vida fue agitadísima este mes, y recién ahora tengo descanso para escribir. De hecho, les comento que estoy de vacaciones, asique voy a actualizar más pronto, esta vez en serio <3

 También creo que me juega en contra ser tan perfeccionista con este fic en particular. Las ideas de cada capítulo las tengo pensadas, pero las re pienso una y otra vez, y al momento de escribir tengo miedo de que me queden mal, asique la voy estirando. Creo que voy a tratar de despegar un poco más y escribir como salga xD

 Quiero agradecer que este fic tiene más de 3000 visitas <3 Me ponen súper contenta, al igual que sus lindos reviews <3! 

 En fin, espero que les guste~ nwn

 

Haru miraba el piso inexpresivamente, esperando oír pasos detrás de él. Estaba parado, porque se encontraba demasiado nervioso como para sentarse. Sabía que no debería sentirse así, pero no podía evitarlo. Lo que le había confesado Rin la última vez que se habían juntado aún sonaba en su cabeza. ¿Deberían haber cambiado las cosas? Su corazón le decía que no, que todo seguía igual entre ellos, o, incluso, que su vínculo era más profundo aún ahora. Pero su mente le decía otra cosa: las cosas debían haber cambiado, y él tenía que adaptarse. Aunque no le gustase.

 Antes de poder seguir cavilando, oyó los tan ansiados pasos detrás de él. Venían corriendo, y en seguida captó la risa tintineante y juguetona de Rin.

-¡Haru! Llegaste temprano hoy.-dijo sin dejar de sonreír, parándose al lado.- Lo siento si me retrasé, es que los guardias….-frenó al ver la expresión un tanto preocupada de su amigo.-¿Haru? ¿Estás bien? ¿Qué pasa?

-Nada.-y desvió la mirada.-¿Caminamos?

 Rin asintió y comenzaron a andar.

-¿Y?-preguntó el pelirrojo emocionado.-¿A dónde me llevarás hoy?

-A donde quieras.-se apresuró a contestar.

Rin frunció el ceño.

-¿Alguna opción?

-Ya conoces varios lugares, así que elige el que más te guste.

 Rin lo miró  extrañado. Haru era una persona amable, pero era la primera vez que se mostraba tan…¿servicial? El moreno observó el gesto de molestia que hacia su amigo.

-Vamos Haru, ¿qué ocurre?

-Nada.-volvió a explicar. Y agregó bajito.-Su Alteza.

 Rin se detuvo abruptamente sin dejar de mirarlo. Haru caminó un poco más, pero enseguida se vio detenido por el brazo de su compañero, que lo jaló hacia él. Cuando quedaron frente a frente, el ojiazul se sorprendió de la expresión que descubrió en Rin: una mezcla de enojo, tristeza….¿y miedo?

-Rin…-murmuró tratando de liberarse.

Pero Rin sólo apretó el agarre.

-¿Cómo dijiste?-preguntó con su mirada feroz.

-Rin, suéltame. Me estás lastimando…

-Me dijiste “su alteza”, ¿verdad? Respóndeme Haru. Eso dijiste, ¿verdad?

-Yo…bueno, sí…-murmuró.

-No me gusta que me llames así.

-Está bien, pero Rin, suéltame…

 Recién en ese momento, Rin pareció percatarse de que estaba lastimando a Haru, porque soltó su agarre. Aun así, su expresión no había cambiado, y la mirada feroz de los ojos rojos seguía clavándose en las lagunas azules del otro chico.

-No me hagas arrepentirme por habértelo contado.

-¿Qué eres un príncipe?-preguntó a propósito, para dejar las cosas claras. Rin bufó en respuesta.- Lo siento, Rin. No sabía que te molestaba tanto. No quería parecer descortés ó…

-¿Tú cuidando las etiquetas?-preguntó asombrado, cuando sabía que a Haru sólo le importaban sus opiniones personales y no los títulos o las buenas maneras.

-Por ti, sí…-comentó sonrojándose un poco.-No me gustaría que te enojases conmigo….

 Rin se conmovió ante las palabras de Haru, que combinaban a la perfección con su rostro dulcemente avergonzado. Suspiró, y luego sonrió, aunque sin todas las ganas.

-Está bien. Lo siento yo también, a veces, cuando me enojo, me excedo un poco…Es sólo que me molesta demasiado que me llames así.

-¿Por qué tan así?-inquirió, extrañado. Rin era un  príncipe. Era normal que lo llamaran Su Alteza, o Su Majestad, ¿no? No se explicaba el tremendo arranque de ira de su amigo sólo por llamarlo por su título.-Creí que todos te llamaban de esa manera…

-Justamente.-explicó, como si fuera más que obvio. Al ver que Haru no hablaba, esperando una explicación más  amplia, volvió a suspirar. Un ligero puchero asomó por sus labios, y su expresión se tornó más triste.- En el Palacio…todos me tratan como un príncipe. No digo que no sea fantástico, me respetan, tengo todo lo que quiero, incluso agua y comida en exceso….pero también es….muy solitario. Y sumamente presionante.-Haru creyó ver que Rin se ponía sumamente tenso.- Hay muchas cosas que debo hacer a la perfección. Son muy exigentes, y tengo muchas responsabilidades. A veces, pareciera que ni siquiera soy un niño…y mucho menos una persona aparte de mi título.- miró a Haru con cierta vergüenza.-Eso es muy diferente cuando estoy contigo. Para ti, soy sólo Rin, sin ningún título detrás. Tú no me exiges nada más que mi compañía. Y estás conmigo por como soy yo contigo. Tú y mi padre son las únicas personas con las que puedo estar completamente cómodo.

-¿Con tu padre también?-inquirió, aún sorprendido por la repentina confesión de su amigo.

-Ajam. Él también me exige ciertas responsabilidades, pero no se olvida que también soy…Rin. Realmente no sé qué haría sin ustedes dos, creo que me volvería loco.-y sonrió mostrando esos dientes excesivamente afilados.

-No te preocupes.-sonrió suavemente.-Nunca te faltaremos ninguno de los dos.

-No puedes asegurar eso.-murmuró, mirando hacia abajo.

-Puedo asegurarte que yo siempre estaré a tu lado.-dijo con firmeza. Y agregó- Al lado de Rin. Seas príncipe, o no.

 Rin sonrió aún más ante estas palabras, contento de que su amigo lo hubiera entendido. Y Haru se prometió jamás volver a llamarlo Su Alteza. Porque él jamás haría algo que molestase o hiriese a Rin.

 

Se tomó la cabeza con una mano, aún aturdido. Ese recuerdo en forma de sueño no hacía más que turbar aún más su ya bastante agitado corazón. Ese día estaba destruyendo sus nervios, aún si era una persona muy tranquila. Rodeó sus piernas con ambos brazos y respiró profundamente, tratando de calmarse.

 Luego de que Rin se hubiese ido del cuarto, las fuerzas lo habían abandonado. Su corazón latía tan rápidamente que amenazaba con salírsele del pecho. Sus piernas flaquearon y cayó al suelo. Sus muñecas aún conservaban el calor que Rin había impregnado en ellas al sostenerlas. Se sentía aturdido, despechado y patético.  Había llegado muy lejos: allí estaba, en el mismísimo palacio, aquel que tantas veces había visto de lejos queriendo entrar y encarar a Rin. Estaban bajo el mismo techo, incuso habían estado en la misma habitación. Y jamás lo había sentido tan lejos. Casi hubiera preferido permanecer en la ignorancia: creer que Rin estaba bajo algún hechizo que lo obligaba a no salir de esas paredes buscándolo; algún encantamiento que le hubiese borrado la memoria que tenía hasta el día que se marchó. Pero no. Rin lo recordaba. Lo recordaba perfectamente, no había duda. Y si bien su corazón  saltó de alegría cuando descubrió que aún tenía lugar en esa mente, aunque fuera un rincón casi olvidado, no pudo no sentirse desfallecer cuando se dio cuenta que aun así, Rin no lo extrañaba. No de la manera que él había fantaseado. No le esperaba con una sonrisa secreta, con alguna explicación detallada, con un abrazo añorado. Ese Rin que lo había casi atacado con su lengua afilada era otra  persona. Era frío. Casi calculador. Le había marcado claramente la distancia entre ellos, una que jamás había existido, ni siquiera  cuando recién se conocían. Siempre había creído que lo que los separaba a ambos eran las paredes del palacio. Y recién ahora que las había saltado, descubría que los verdaderos muros estaban mucho más adentro, y eran mucho más  difíciles de saltar: se erigían firmes en el corazón de Rin.

 Y ahora venía ese maldito sueño a atormentarlo. No, no era un sueño: era un recuerdo. Era mucho más profundo. Porque era la marca de que Rin realmente le había pedido que jamás lo llamase por su título noble. Peor: se había enojado con él cuando lo había hecho, en su más pura inocencia. Y recordaba perfectamente que a partir de allí, él sólo lo llamaba Rin. Y siempre había pensado que su amigo se lo agradecía en secreto.

 Entre triste y dolorido, se dirigió a  la puerta. No dejaría que rin se fuese con la última palabra. No lo abandonaría tan fácilmente ahora que lo per había pasado. Lo buscaría en cada rincón del palacio, lo agarraría, lo obligaría a verlo a los ojos y allí buscaría un rastro del viejo Rin. Le haría recordar, le demostraría cuanto lo había extrañado y….

 Trató de abrir la puerta. Estaba cerrada. A su leve sorpresa le siguió un reproche a sí mismo, era obvio que Rin volvería a encerrarlo. Estaba tan absorto en sus palabras que no oyó el ruido del cerrojo cuando el pelirrojo se marchó. Pegó el oído a la puerta, pero no oyó ningún ruido. Recordó que esa habitación estaba al fondo de un pasillo, por lo que seguramente no sería muy conocida.

 Se sentó en el suelo, exhausto. No quería volver a acostarse; temía lo que su mente quisiera proyectar cuando perdiese la conciencia. No podría soportar otro recuerdo de ese tipo. Ni ningún otro que implicara a Rin. Y estaba seguro que, si casi todas las veces que se dormía soñaba son el pelirrojo, no sería la excepción aquel día tan particular. Suspiró, llevándose las manos a las rodillas. ¿Qué le pasaba a Rin? ¿Podría realmente averiguarlo? ¿Podría recuperar a su amigo de doce años, que sonreía afiladamente, cuyas mejillas se sonrojaban con inocencia, y que le daba su mano sin pedirle nada? Algo dentro de él comenzaba a dudarlo un poco. Había llegado al punto culmine, a juntarse solos, y sin embargo, nada de eso había ocurrido. Al contrario: había sido un completo fracaso. Pero, ¿se rendiría tan fácilmente? ¿No había estado todos esos años desde su separación, anhelando aquel re encuentro? Es cierto, había pensado que a la primera sería fantástico. Y no había sido así.  Sin embargo, ¿podría darse por vencido en ese punto? Tampoco es como si pudiera irse. La puerta estaba trabada, y Haru no sabía cuándo volvería a abrirse, ni si tendría la oportunidad de escabullirse y escapar.

Al parecer, estaba destinado a esperar.

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-¡¿Puedo ir yo también, Haru-chan?!-preguntó con mal disimulada emoción el rubio, mientras se abalanzaba sobre el mencionado.

 Haru ni se inmutó, acostumbrado de sobra a la insistencia y la pegajosidad del más pequeño. Pero Rin, que aún no conocía demasiado a Nagisa, no pudo disimular su disgusto. No le gustaba para nada que alguien tocase a Haru, y mucho menos que lo abrazase de esa manera tan posesiva. Esperaba que el oji azul le dijera que no, y se lo quitase de encima con molestia. Por eso se sorprendió de que Haru no mostrase signos de ninguna de aquellas cosas.

-Puede ser peligroso. Es una aventura, ¿sabes?-le dijo tranquilamente.

-¡Lo sé! Por eso quiero irrrrrrr-gritó la voz chillona en el oído del moreno.

-Y nosotros estaremos muy ocupados para cuidar de ti.-explicó pacientemente.

-¡Pero yo soy grande! Puedo cuidarme solito-lloriqueó casi zamarreándolo.

 Aunque Nagisa sólo era un año menor que ellos, su comportamiento infantil y su pequeño tamaño lo hacían ver bastante más chico que los otros tres. Aun así, siempre insistía en acompañarlos, porque adoraba estar con sus amigos mayores. Haru intercambió una mirada con Makoto, y éste asintió imperceptiblemente, sonriendo.

-¿Prometes no hacer ninguna locura?-preguntó, aunque sabía que era poco probable que el rubio, con su carácter alocado, cumpliese esa promesa.

-¡Claro!-gritó sonriendo brillantemente.

-Espera. No soy el único implicado si tú haces algo desaforado.-volteó a ver a Makoto.- ¿Tú qué dices?

-Yo no tengo problema. Creo que podremos manejarlo.-dijo con seguridad Makoto, y Nagisa le sonrió en respuesta.

-¿Y tú, Rin?-consultó Haru.

-Meh, como sea. Mientras no cause problemas…-y Haru notó que no sonreía con ganas, como siempre.

-¡¡Gracias, gracias, gracias!!-gritó el rubio emocionado.- ¡¡Vamos, Haru-chan!!-volvió a gritar mientras lo tomaba del brazo con ímpetu, obligándolo a avanzar.

 Los cuatro comenzaron a caminar. Nagisa iba prácticamente saltando, y Makoto iba detrás suyo, retándolo. Rin comenzó a caminar más lentamente,  a propósito, esperando. Cuando Haru se percató de ello, empezó a bajar el ritmo también, hasta que quedaron caminando al lado.

-¿Qué te ocurre, Rin?-le preguntó Haru sin rodeos.- No pareces muy feliz.

-¿Tú crees?-comentó sin mirarlo, pues no despegaba la vista del niño rubio que corría delante de ellos.

 Haru siguió su mirada, hasta que halló lo que Rin estaba observando.

-¿Te preocupa Nagisa? Es un poco inquieto, pero no suele causar demasiados problemas…

-No es eso. O sea, sí. Me molesta. Y bastante. Pero no porque sea inquieto.-contestó tajante aún mirando hacia delante.

 Haru alzó una ceja, esperando que continuase. Se hizo entre ambos un silencio pesado, hasta que por fin Rin miró.

-Es muy…ruidoso.-mintió.

-Siempre dices que te molesta el silencio del palacio.-lo contradijo.

-Hay diferencia entre el silencio y ser chillón.

 Haru se alzó de hombros, restándole importancia al asunto.

-Es Nagisa.

-Sí, pero es muy ruidoso, y chillón, inquieto, y te abraza demasiado.- dijo rápidamente, las palabras salían de su boca sin que pudiera pensarlas demasiado.

 Y cuando desvió la mirada hacia el suelo, completamente sonrojado, Haru se compadeció de su amigo.

-Rin, ¿te molesta que Nagisa me abrace?

-No es que te abraza-quiso aclarar.- Se te abalanza. Y se te pega. Y a ti no parece molestarte.-reprochó.

-Es que no me molesta.- y ante la mirada furiosa de Rin, ratificó.- Es Nagisa.

-“Es Nagisa”. ¿Por eso puede hacer lo que quiera contigo? Lo consientes.-dijo en un puchero.

-No es eso.-dijo Haru sin poder evitar sonreír ante la expresión tan tierna de Rin.- Es sólo que él es así, lo quieres o lo ignoras, lo cual es difícil. Y no es sólo conmigo. Cuando lo conozcas más, lo verás.

 Rin bufó, no muy convencido. Haru le rozó la mano con suavidad, y sintió que la piel de ambos se erizaba con el contacto.

-Tú también puedes abrazarme cuando quieras.- murmuró, muy bajito, para luego alejarse.

 Rin lo oyó, y sintió que su corazón pegaba un saltito.

 Al rato de haber caminado y explorado, cada uno estaba haciendo de las suyas. Rin se había sentado un momento, y miraba el suelo. Fue entonces cuando halló, en el medio del árido suelo, una flor. Era rosa y delicada, y parecía casi fantástico que estuviese allí. Iwatobi era un desierto, por lo que eran pocas las plantas que crecían allí, y casi nunca eran tan hermosas como aquella flor. Rin sonrió, y la tomó entre sus manos. Estaba feliz por su descubrimiento. Quizás podría dársela a Haru…volteó, ya abriendo la boca para llamarlo, cuando se chocó con una mirada magenta que no se despegaba de él. O, mejor dicho, de la mano que sostenía la flor.

-¡Qué flor más hermosa!-gritó Nagisa, extasiado. Sus ojos brillaban dulcemente, y sonreía como si fuera lo más hermoso que hubiera visto en su vida. Y quizás lo era, pensó Rin, recordando que e rubio era sólo un niño del pueblo.-Eres muy afortunado.-comentó, y Rin notó que en su tono de voz no había envidia, ni maldad, sino alegría e inocencia.

“Es sólo que él es así, lo quieres o lo ignoras, lo cual es difícil. Y no es sólo conmigo. Cuando lo conozcas más, lo verás.”

-Es linda, ¿cierto?-Nagisa asintió con la cabeza. Rin lo miró.- ¿La quieres?

 Rió ante la sorpresa del rubio, y ante el brillo que danzó por un momento en sus ojos magentas.

-¡¿Lo dices en serio?!-gritó, emocionado.

-Sí.-y sonrió mostrando sus dientes.

-¡¡Muchas gracias, Rin Rin!!

 Rin iba a responder, cuando sintió, repentinamente, un peso que lo hizo trastabillar. Cayó con Nagisa encima, que lo abrazaba de manera casi asfixiante.

-¡Espera! ¡Vas a romper la flor! ¡No te me tires encima! ¡Y no me llames Rin Rin!-gritó el pelirrojo, aunque el rubio no lo oía, pues sólo reía, aún encima suyo.

 Al lado de ambos, Makoto y Haru reían con ganas.

-Vamos, no seas amargado, Rin Rin-comentó Makoto, agarrándose la panza.

-Te dije que lo entenderías.-musitó Haru.

 Y si bien Rin se quejaba, en el fondo se le hizo un nudo en la panza cuando oyó que, por primera vez, no lo llamaban por su nombre o por su título. Por primera vez tenía un apodo, y eso quería decir que tenía amigos de verdad.

 Rin se incorporó en la cama de un salto. Sentado, respiró agitadamente. Su cabeza dolía, pero no era tanto como el dolor que invadía su corazón. Aunque claro, no lo admitiría tan fácilmente. Pestañeó varias veces, cerciorándose de que estaba despierto. Por unos segundos, creyó que estaba perdido. No recordaba que había pasado exactamente.  ¿Dónde estaban Nagisa y sus gritos, Makoto y sus sonrisas, Haru y su calidez? Miró al cuarto. Enorme, lujoso, y sumamente frío. Suspiró.

Ellos no estaban allí. Él los había alejado.

-¡Rin-sempai!-sonó un grito preocupado detrás de la puerta, mientras la golpeaban.-¡Rin-sempai!

-¡¿Qué?!-gritó furioso y contrariado, sin moverse de la cama.

-¿Está bien?-preguntó Nitori, sin entrar.

-Claro que sí. ¿Qué quieres?-dijo con brusquedad.

-Es sólo que estaba haciendo demasiados ruidos así que me preguntaba…

-¡Estoy bien! ¡Déjame en paz!

 Oyó que Nitori murmuraba algo, y luego se alejaba de la puerta. Rin suspiró. Al parecer, lo único que sabía hacer correctamente era alejar a las personas que se preocupaban por él. Volvió a acostarse en la cama, y notó que estaba empapada de sudor. Era un recuerdo agradable el que había soñado, pero a él lo ponía intranquilo. Le recordaba cosas y personas que había decidido olvidar hace mucho tiempo.

 Todo era culpa de Haru. Él había sacado a colación su antiguo apodo en el grupo, ese Rin Rin que Nagisa hacía sonar como una campana. Él había hecho que recordara la feliz que había sido cuando descubrió que pertenecía a un grupo. Él le había mostrado que aún existía, que aún vivía en Iwatobi y que aun quería saber que había  pasado,  que aún lo extrañaba.

Y también era su culpa que ahora se preguntase que había ocurrido con Makoto y con Nagisa.

 Haru estaba allí, bajo su mismo techo, después de tanto tiempo y tantos desencuentros. Después de tantas heridas. Y sabía que era todo su culpa, y que el debería hacer algo al respecto.

Pero no se atrevía a aceptarlo.

 Se acomodó en la almohada, dispuesto a dormir un rato más. Y esta vez nada de recuerdos. No, solo sueños, o nada, solo paz. Aunque hacia muchísimo que no podía dormir bien. Pero no importaba, ahora trataría más que nunca de lograrlo. Porque Haru estaba allí, y con él renacía esa parte de él mismo que había tenido que ocultar por mucho tiempo. No dejaría que aflorase así porque sí, solo porque el par de ojos más lindos de Iwatobi lo había mirado intensamente hacia un momento. Él ganaría esa batalla contra el mismo, costase lo que costase.

 Ya se había forzado a olvidar una vez. ¿Por qué no podría hacerlo dos?

Quizás porque nunca había olvidado realmente.

 

 

 

Notas finales:

¿Y? ¿Creen que esperaron mucho tiempo para nada? Espero que no xDU Sé que no fue un capítulo con mucha acción, pero para ir revelando lo que ha pasado, tengo que hacer flashbacks xD Además me gustan los chicos de Free! de chiquitos <3 Espero que a ustedes también nwn

 Les súper agradecería que me dejen reviews con sus críticas, ideas, comentarios, dudas, lo que sea nwn Me ponen re feliz y me dan ganas de escribir (y culpa cuando no escribo, lo juro Dx). Espero actualizar pronto n3n

Nos leemos~!


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