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Sequía por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

¡Hola~! ¿En serio actualicé tan rápido! ¡Sí! Agradezcan a An, porque sin su review, me hubiese tardado mucho más. No pido reviews para actualizar,y  sé que la última vez ma tardé demasiado uwu Aún así realmetne me incita a escribir mis ideas y apurarme para actualizar. La última vez pensé que nadie seguía leyendo esto, y tampoco tengo tanto tiempo como para perder escribiendo si realmetne nadie lo aprecia, quiero decir, lo voy a seguir escribiendo, obvio, pero tardo más uwu Asíque mil gracias An, este capítulo se escribió así de rápido por tu hermoso comentario n0n En compensación al tiempo que tardé antes (?) este cap es muuucho más largo de lo usual,creo que es el cap más largo que esscibrí de un longfic (bah, que no sea un one-shot). Aparecen casi todos xD No sé, me gusta ir narrando lo que le pasa a cada personaje, espro que no sea denso uwu Me parece que la historia va un poco lenta, y no porque no tenga ideas, sino que cuando quiero adelantar de golpe me la paso describiendo la situación/pensamiento/emociones y se me va el cap xD Asíque espero que no les moelste el ritmo de la historia. Aunque en este cap ya van ocurriendo cosas, y ni hablar del que viene.

 Espero que disfuten leerlo tanto como yo disfruté escribiéndolo n.n

Despertó, sin entender por qué su cuerpo se hallaba en una superficie tan cómoda como aquella. Debía ser una cama… una muy buena. ¿Cómo había llegado hasta allí? Trató de recordar. Aún si recién despertaba sentía el cuerpo muy agotado, como si unas horas de sueño no fuesen suficientes para reponerse. Abrió los ojos, sentándose de golpe en la cama. No solía hacer movimientos bruscos, pero estaba inquieto. Miró a su alrededor. La luz del día llenaba la habitación, resaltando el azul de las paredes y las cosas. Por un momento se sintió en el fondo de un gran manantial, rodeado de agua, sin una pizca de sed. Sin preocuparse por sobrevivir un día más. La paz azulada le llenó el alma como una oleada de aire fresco. Pero algo andaba mal. Porque algo en el fondo de su alma sabía que aún no había solucionado la sequía. Sabía que aún había problemas que resolver si quería estar tranquilo. Se sentó en la cama lentamente, tratando de recordar cómo había llegado allí. En seguida se agolparon en su mente las imágenes del día anterior, y la noche del otro: Rei, Nagisa y Makoto a su lado infiltrándose en los jardines, los guardias que lo capturaron, el primero re encuentro con Rin….Rin….Rin y esos ojos sin emoción. Rin y esa ira profunda que lo sostenía. Rin y los dientes filosos, como una fiera que se prepara para atacar. Pero también Rin y su preocupación de mantenerlo protegido. Rin y su arriesgada decisión de declararlo su amante. Rin y su risa…

Rin y su amenaza hacia sus amigos.

Se talló los ojos, tratando de quitar todo el sueño que aún había en ellos. Tenía que reaccionar rápido. Volteó el rostro hacia la puerta, y descubrió que, junto a ella, en el suelo, se encontraba una bandeja igual a las anteriores. Automáticamente volvió a mirar la puerta, como si esperase ver a una sombra escabullirse fuera de la habitación. Una sombra pelirroja. Pero no había nadie allí más que él. Miró hacia la ventana, y descubrió que ya era tarde. Seguro que habían ido a llevarle la comida y él dormía tan profundamente que ni se había enterado. ¿Habría sido Rin? Él había dicho que no mandaría a ningún guardia más para no crear más chismes. Ya tener a un pueblerino criminal de amante era mucho, mejor que ni lo vieran. Aun así, ¿no había nadie más que pudiera hacer ese trabajo? ¿Rin no tenía a nadie de confianza?

 Haru suspiró. No importaba eso ahora. Bueno, Rin siempre importaba. Pero ahora también había más personas en juego. Nada más y nada menos que sus amigos. Su equipo. Debía centrar sus fuerzas en qué podía hacer por ellos. Sabía que habían llegado a esa situación por su culpa. Si no lo hubiesen atrapado…él no estaría allí, no sabrían quiénes se habían infiltrado y todo estaría bien. Excepto…que no habría vuelto a ver a Rin. Y eso cambiaba todo. De cualquier manera ya no podía culparse demasiado por ello. O n quería hacerlo. Ya estaba allí, en esa habitación tan azul, y ahora debía pensar a futuro, no lamentarse por el pasado. Y el futuro era amenazante: eran unos dientes afilados, eran sus amigos atrapados. Rin hacía lo que podía por mantenerlo a él a salvo...y eso requerí sacrificios. Podía entenderlo, pero no aceptarlo. No aceptaría que alguno de sus amigos tomase su responsabilidad de haber sido atrapado. Además, sabía que Rin sólo podía mantener a uno salvo. El título de amante, de manera que pudiese exonerar a un criminal de sus culpas, sólo tenía sentido para una persona. O sea que no había manera de que sus amigos fuesen atrapados como criminales confesos y no fuesen a una mazmorra. O algo peor, como Rin mismo había dicho. Y él no podía permitir que ocurriese nada de eso. Aunque aún no entendía muy bien cómo podía evitarlo estando encerrado entre esas cuatro paredes. Lo que sí sabía es que no podría hacerlo con la garganta seca y el estómago vacío, por lo que se levantó, tomó la bandeja y comenzó a comer. Necesitaba fuerzas para hallar una solución.

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Rin se tironeó los cabellos con desesperación y rabia. Otra vez había soñado con esos estúpidos. Había tenido el mismo sueño-recuerdo que había tenido recientemente, con Haru, Makoto y Nagisa yendo de excursión, cuando aún estaba un poco celoso de este último por ser tan efusivo con Haru. Y cuando había tenido un apodo por primera y púnica vez. Su corazón aún se calentaba cuando recordaba eso, pero su mente se ponía loca. No quería recordar esas cosas, y menos ahora. Con Haru allí encerrado, y un ejército esperando órdenes para ir a buscar a los otros dos idiotas. No, no quería recordar cuando lo esperaban, cuando lo ayudaban, cuando lo escuchaban, cuando le sonreían cálidamente…eso sólo hacía todo más difícil, como siempre.

 Rin se agarró las piernas, desesperado. Haru sólo había vuelto hacia un día a su vida, y parecía que había pasado un año. Su mundo había dado un giro de 180°, al igual que su corazón. Su mente no paraba de querer mostrarle recuerdos de su niñez, recuerdos que había sepultado hacía mucho tiempo. Y que sólo unos ojos tan azules podían traer de regresa si como así. Iba a ser difícil mantener la compostura si seguía así. Y sabía que su deber era estar siempre firme, al pie de la realidad.

La realidad era que Makoto y Nagisa eran criminales. Debían ser buscados, encontrados y castigados. E infiltrarse en los jardines secretos del palacio, incluso la fuente…no, no era un castigo leve. Si realmente lo admitían, estaba todo perdido. Esas sonrisas….se apagarían para siempre.

¿Y el cuarto integrante? ¿Cómo sería? A Rin le daba mucha rabia pensar en ello. Ojalá fuese él quien estaba herido. No podía evitarlo, pero lo llenaba de curiosidad y envidia. Esos idiotas no podían ser un trío, no, tenían que ser un cuarteto. Aún si él se había ido, habían buscado a otro. Lo habían reemplazado. ¿Sería tan divertido como él cuando era niño? ¿Tan aventurero? Bueno, debía admitir que era valiente, porque se había colado en los jardines secretos del palacio. Y un poco idiota también, confiando en esos tres tarados. ¿Qué clase de niño sería? 

Rin abrió los ojos con sorpresa. ¡Qué idiota! ¿¡Cómo qué clase de “niño”!? ¡Ellos ya no eran niños! Él mismo se lo recordaba a Haru cada vez que hablaba con él. Ese cuarto integrante era un muchacho como ellos, probablemente. Y, ahora que lo pensaba, ¿cómo serían Makoto y Nagisa? Habían pasado varios años, y justo aquellos donde uno cambiaba mucho. ¿Nagisa seguiría siendo pequeño para su edad? ¿Seguiría siendo ágil y flaco? ¿Y chillón? ¿Seguiría sonriendo tan cálidamente, aun cuando en sus ojos había una sagacidad escondida? ¿Seguiría tan irritablemente brillante? ¿Y Makoto? Aún recordaba los celos que le generaba. Eran muy diferentes de los que le había hecho tener Nagisa: el rubio era así d amigable y abracero con todos. Pero Makoto…él miraba a Haru de otra forma. Rin se había dado cuenta porque él también lo hacía. Varaias veces ambos miraban al ojiazul, y luego sus miradas se cruzaban. Jamás habían dicho nada al respecto, pero era obvio que había una cierta tensión entre ellos. Y aun así…aun así eran amigos. Aun así confiaban en el otro, y tenían un lugar en el corazón del otro.  Haru los separaba un poco, pero también los había unido. Además, ambos querían lo mejor para el ojiauzl. ¿Seguiría así Makoto? Seguramente seguiría teniendo sentimientos fuertes hacia Haru. Más aún si se habían seguido viento todo este tiempo, como parecía. Pero, ¿seguiría siendo tan tranquilo y amable? ¿Seguiría cuidando de todos, más que de él mismo? ¿Les habría advertido que era un plan arriesgado, que no valía la pena el sacrifico?

¿O habrían cambiado?

¿Y Haru? ¿Había cambiado? No, Haru…seguía siendo Haru. Sus ojos seguían teniendo el mismo brillo azulado. Quizás un poco más angustiado que antes. Bueno, también estaba más alto, y su cuerpo estaba más formado que cuando era niño. Aunque él era más alto, como había comprobado en la habitación azul. Sonrió con suficiencia, como si hubiera ganado una competencia. Si quisiera besarlo, él debería agacharse hasta la altura de los labios del pelinegro, y no al revés.

Su corazón dio un vuelco. ¡¿Qué hacía pensando en besar a Haru?! ¡Era un criminal! ¡Alguien del pasado que debería olvidar! No es como si fuese la primera vez que pensaba en esos labios, tan lejanos a imposibles, pero…pero ahora que Haru estaba allí, en el palacio, todo era más real. Antes podía atribuirlo a una fantasía, una amistad de niños confundidos. Algo completamente olvidable y sin sentido. No era lo mismo encontrarse con un Haru mayor, con ese Haru. Con ese cuerpo flaco, esbelto, mostrando esa piel tan suave, tan acariciable…

Rin se golpeó la cabeza con su mano bruscamente. ¡Debía dejar de pensar esas cosas! Justo cuando creía que iba a explotar alguien llamó a su puerta. No le fue difícil adivinar quién era.

-Entra, Nitori.-dijo de mal humor, aunque realmente aliviado de esa interrupción, pues hacia que dejase de pensar en estupideces incontrolables.

-Buenos días, Rin-sempai.-comentó el peli plateado mientras abría la puerta.

Contuvo el aliento en cuanto vio al pelirrojo semidesnudo, como acostumbraba a dormir. Aún si hace mucho tiempo que veía así a su sempai, siempre causaba en él la misma reacción. No podía dejar de mirarlo, asombrado y maravillado. Pero trataba de controlarse, para no cometer ningún error.

Rin estaba tan sumido en sus pensamientos que apenas se percató de su consejero. Seguía sentado en su enorme cama, con una mano sosteniéndose la cabeza, decidiéndose si debía darse otro golpe o ya podría reaccionar. Nitori se aclaró la garganta, queriendo recordarle su presencia. Al fin Rin suspiró, y lo miró.

-Buenos días.-fue más un gruñido que un saludo.

-Es un poco tarde, Rin-sempai.-le aclaró Nitori.

-Lo sé, lo sé.-dijo con molestia, tratando de parecer normal, aun si su corazón daba vuelcos a cada minuto. Se levantó con pesadez, sin querer realmente comenzar el día, ignorando el par de ojos que lo seguían con timidez y deseo.- ¿Qué asuntos tenemos hoy?

-Bu-bueno-el peliplateado tomó aire, tratando de mantener la concentración. Aunque con la vista de su príncipe así era realmente difícil.- Hay varios asuntos. Aunque lo más urgente es la infiltración y profanación de los jardines del palacio y la fuente secreta.

Rin dio un respingo que no escapó de la atención de su consejero. Se quedó quieto, parado al lado de su cama.

-¿Qué ocurre con eso?-preguntó sin voltear a ver a su consejero, porque sabía que su pregunta era una estupidez.

-Señor, es un asunto importante. Sólo logramos capturar a uno de los criminales, y, bueno, usted le dio el título de…

-Sí sí, ya sé que hice.-lo interrumpió, avergonzado. Sabía que era la única forma de mantener meramente a Haru a salvo, pero todavía le generaba un poco de timidez, inusual en él.

-Aun así, se registró que fueron cuatro personas las que ingresaron. Así que hay tres que siguen libres. Es urgente encontrarlas para que sean juzgadas por su crimen.-Nitori sentía que estaba diciendo algo obvio, pero al parecer Rin no lo sabía. O quería no saberlo.

-Pero no se llevaron nada, ¿verdad? No destruyeron nada ni robaron algo.

-¿Pero qué dice, Rin-sempai? Su crimen es igualmente grave. No pueden quedar sin castigo. Usted mismo dice que ama la justicia…-comentó confundido.

-Lo sé….-lo interrumpió, sabiendo que estaba quedando como un idiota. Pero no podía evitarlo. No estaba hablando de capturar a tres desconocidos y juzgarlos, ahí no habría problema. Sin embargo, si Haru realmente se había infiltrado con Makoto y Nagisa, lo cual era casi seguro, y eran ellos quienes debían ser capturados y sometidos a juicio….ahí la cosa cambiaba. De golpe, una idea desesperada cruzó su mente- ¿Y qué tal si escaparon?-dijo como si fuese una deducción brillante, sintiéndose aliviado por un momento. Se dio vuelta, sonriendo casi alegre.-De hecho, es lo más probable. Aún si son unos idiotas, cualquiera huiría del reino inmediatamente. Así que una búsqueda sería sólo una pérdida de tiempo y recursos…

-Em, Rin-sempai-lo interrumpió Nitori, visiblemente incómodo. La sonrisa de Rin era tan hermosa, y él tenía que romperla. Se sentía fatal.- Eso no es posible.

Efectivamente, la sonrisa de Rin se esfumó al instante.

-¿Cómo que no es posible?-gruñó.

-Apenas supimos de la infiltración cerramos todas las salidas del reino. Los guardias imperiales también se mantuvieron alerta en todo el perímetro, llevando un registro de las personas que desde entonces han solicitado irse. Yo mismo di las órdenes del operativo…

-¡¿Y quién te dio permiso para hacer semejante cosa?!-gritó enfurecido. ¡Entonces nadie había podido huir! ¡Makoto, Nagisa, y ese cuarto integrante seguían sí o sí en el reino! No tenían escapatoria.

-Y-yo sólo seguí las instrucciones para este tipo de situaciones de emergencia.-se excusó Nitori, encogiéndose todo ante la furia inexplicable de Rin.

EL pelirrojo estaba que ardía. Pero no de ira. En verdad, estaba frustrado. Miró intensamente a su consejero, quien aún seguía encogido. Nitori no era un mal chico. Irritante, sí, y mucho. Pero tenía razón. Allí, quien estaba siendo completamente irracional, era él. Suspiró cansadamente.

-Estuviste bien, Nitori. Era lo que debías hacer. Bien hecho.-fue casi un murmullo.

Apenas dijo eso, se sentó con pesadez en la cama. Nitori aún parpadeaba, sin creer lo que había oído. ¡Rin había reconocido su buena actuar! Eso no ocurría a menudo. Aún si siempre se esforzaba por complacer en todo a su príncipe, éste parecía sólo guardarle reproches y rencor. Pero ahora estaba allí, reconociendo sus capacidades. Y visiblemente angustiado. Oh, eso no estaba bien. Evidentemente, Rin tenía algo. Y sabía que tenía que ver con todo ese asunto de la fuente. O, mejor dicho, del prisionero. Y los criminales.

Rin seguía callado, sumido en su mundo. Apoyó su cabeza entre sus manos, sostenidas por sus rodillas. Estaba tan cansado...y recién se levantaba. Pero todo era un embrollo. Por un momento, quiso lo que deseaba en lo más profundo de su ser desde hacía mucho tiempo: quiso ser un adolescente normal. No alguien con el poder y la responsabilidad de castigar a las únicas personas que auténticamente lo habían apreciado.

-Rin-sempai…-comenzó Nitori, nervioso. Sabía que lo que iba a decir podía desatar una tormenta. Pero no podía postergar más aquello, alguno tenía que decirlo.-Usted…usted conoce a los criminales, ¿verdad?

Un pesado silencio cayó en la sala. El peliplateado comenzó a temblar, temiendo haber enfurecido al príncipe, como siempre ocurría cuando le decía algo a su príncipe que él no quería oír. Rin suspiró.

-Así es.-habló por fin, tranquilamente. Con cierto tono de resignación.

Nitori esperó un poco más, creyendo que quizás por fin Rin iba a contarle quién era el prisionero que se había convertido en su amante, pues era del mismo grupo que los criminales que el pelirrojo confesaba conocer. Quizás Rin iba a explicarle qué había pasado antes, en su infancia, qué personas había conocido, y porqué lo habían marcad tanto, al punto de no querer capturarlos cuando era obvio que habían infringido la ley. Pero Rin no era tan abierto.

-Aun así, ahora son criminales.-y a Rin le dolía admitirlo, porque no sabía si habían cambiado al punto de convertirse en serio en eso, o si sólo habían sido demasiado estúpidos. Ninguna era una buena opción.- Dime, Nitori. Eres mi consejero. Si tengo una idea de quienes son los criminales, debería mandar a buscarlos, ¿no? Aún si….-no terminó la frase, porque no quería admitir que eran importantes para él, después de lo que les había hecho, después de tantos años.- Es mi deber como príncipe, ¿cierto?

Nitori lo miró, sorprendido del tono de angustia que impregnaba la voz de Rin. Nunca lo había escuchado hablar tan tristemente….excepto las pocas noches donde mencionaba a su padre, generalmente luego de varias copas. A Nitori no le gustaba ese Rin, tan melancólico.

-Señor….-comenzó. Rin miraba al piso, muerto de la vergüenza. Sólo aceptaba que Nitori lo viese de esa manera tan lamentable.- Sinceramente, sí. Su deber como príncipe es mandar a buscarlos si sabe quiénes son.

Rin siguió en silencio. Nitori se acercó sigilosamente hasta pararse a su lado. No estaba muy seguro de lo que iba a decir, pero realmente odiaba ver a Rin así.

-Además, si me lo permite….Parece que usted, bueno...de alguna manera parece que le importa el bienestar del prisionero que capturamos.-evitó decir “su amante”, porque le dolía demasiado.- Ambos sabemos que el consejo le exigirá que lo haga hablar para que confirme la identidad de los criminales restantes. Es cierto que le otorgó un título importante, pero el consejo está furioso con la profanación de a fuente, así que no creo que no lo presionen….

Dejó las palabras en el aire, aunque no hizo falta decir más. Rin sabía que el peliplateado tenía razón. Por eso era su consejero. Suspiró, levantándose.

-Tienes razón. Gracias, Nitori.-trató de sonreír, aunque no pudo demasiado.

-Pa-para eso estoy, su Alteza.-respondió Nitori, completamente sonrojado.

-Adelántate y di que iré en unos minutos.

Nitori asintió con la cabeza y salió de la habitación. Se quedó un momento en la puerta, meditando. Rin le había agradecido dos veces casi seguidas, incluso le había tratado de sonreír aun si estaba triste por dentro. Odiaba admitirlo, pero realmente ese prisionero había cambiado a su príncipe.

¿O sería que en verdad así era él, y algo más lo había cambiado?

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Abrió la puerta, y descubrió que Haru aún dormía. Mejor, no tenía tiempo para perder con él. Y sabía que si estaba despierto, y se encontraba con esos ojos de agua, no podría sólo dejar la bandeja e irse. De hecho, aún si el pelinegro dormía, se le hacía difícil simplemente marcharse. Dejó la bandeja a un lado. Se sorprendió de lo profundo que Haru dormía. Casi lo envidió. Estaba atrapado en esa cárcel de cristal que era el palacio, sabiendo que jamás volvería a salir, en carácter casi de criminal, y aun así dormía como un bebé. Quizás estuviese demasiado cansado. Quizás, como él, no dormía bien desde hacía años. Se acercó sigilosamente al cuerpo dormido, tratando de no despertarlo. No quería que Haru hallase que lo espiaba con intensidad. Si no tuviese responsabilidades que atender podría quedarse todo el día así, tan sólo viéndolo dormir, tan pacífico, tan relajado. Tan…Haru, simplemente. Y eso era hermoso. Pero Rin ya lo había dicho: no había lugar para cosas hermosas en el palacio. Se permitió acariciarle la mejilla, y era tan suave como la recordaba, y como la imaginaba. Haru no había cambiado… ¿los demás? No lo sabía, y no quería pensar en ello. Porque tenía un deber que cumplir, aún si fuese contra los deseos de su corazón. No sería la primera vez que anteponía su deber como príncipe a sus deseos personales. Y sospechaba que tampoco sería la última.

-Lo siento.-murmuró suavemente, sabiendo que eso no valía para lo que se disponía a hacer, antes de retirarse del cuarto.

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-¿Qué puedo ofrecerle?-preguntó de espaldas, al oír que alguien se paraba en su tienda.

-Una sonrisa.-respondió una voz juguetona y con un dejo de coquetería.

Makoto no necesitaba verlo para saber de quien se trataba, aun así, se volteó, consternad.

-¡¡Nagisa!!-gritó enérgicamente.

-¡Mako-chan!-respondió alegremente el rubio.

-¡¿Qué haces aquí?!-le gritó mientras miraba a ambos lados.-¡Ven, rápido!-lo tomó por la fuerza del brazo y lo metió adentro, pero suerte, Nagisa era ligero.

-¡Cálmate, Mako-chan!-le pidió el otro, pero accediendo a esconderse.

-¡Habíamos acordado no vernos en varios días!-suspiró y se cruzó de brazos.

Makoto ya sabía cómo era el rubio; nunca hacia caso. Aun si decidían algo entre todos, y definían que era lo mejor, si él estaba en desacuerdo no acataba las órdenes. Todavía costaba creer que accediese a no ir a buscar a Haru así como así. Pero esto no era un juego: realmente necesitaban mantener la distancia entre ellos varios días si no querían parecer sospechosos. Y en estos momentos, ser considerados criminales era lo que menos necesitaban.

-Lo sé, ¡pero quería ver como estabas!-se explicó como si con eso bastase.

-Seguro ya visitaste a Rei también, ¿verdad?-y fue más un reto que una pregunta.

-Ayer.-explicó con un ligero puchero, queriendo evitar un conflicto.

-¡Ayer!-gritó histérico.- ¡Debemos ser cuidadosos, Nagisa! ¡Esto no es un juego!

-Oh vamos, Mako-chan. No tienen pruebas de nada. Además, estaba preocupado por ti. Sólo quería asegurarme de que estás bien.-dijo sonriendo.

Makoto suspiró. Nagisa lo sacaba de sus casillas, pero también le podía. A estas alturas, ya era como un hermano menor para él. Y es cierto que también lo tenía algo preocupado, más sabiendo los círculos en los que el rubio se movía para obtener información. También le enternecía que se preocupase por él al punto de arriesgarse para verlo. Lo hacía sentirse…menos solo.

-No te preocupes por mí, estoy  bien.-y sonrió amablemente.-Me alegra ver que tú también lo estás. Y, ya que estamos, ¿Rei…?

-Se encuentra bien también. Ha vuelto al entrenamiento, así que no ha faltado ni un día. Eso debería bastar para que no sospechen de él.-sonrió con felicidad.

-¿Cómo está su pierna?-preguntó preocupado.

Nagisa abrió mucho los ojos. Sabía que Rei se había lastimado por su culpa, asíque, de alguna manera, se había borrado aquella parte de la historia. Además, estaba tan emocionado por la noticia de que Haru era el amante de Rin, por lo que estaba protegido, que se había olvidado de la pierna de su amigo cuando había ido a visitarlo. Su corazón se apretujó, sintiéndose demasiado culpable. Sin embargo, siguió sonriendo. Demasiada preocupaciones tenía ya Makoto como para consolarlo pr su torpeza.

-Creo que mejor. Quiero decir, ayer no mencionó nada al respecto.

Makoto suspiró para sus adentros. Conocía a Rei, y cómo era con Nagisa. Seguro que el de anteojos sabía que el rubio aún se sentía culpable por el incidente, asique había disimulado el dolor de su pierna, así como había evitado mencionarla. Eso no quería decir que se encontrase bien. Deseó internamente que fuese luego, así podía corroborarlo y curarlo bien. Pero Rei no era tan arriesgado como el rubio, y menos para que lo curasen.

-Si vuelves a verlo, dile que venga, así reviso bien como está.

-¿No  era que no debíamos vernos?-dijo con burla.

-Sé que seguirás viendo a Rei.-dijo como algo obvio, haciendo que el rubio se sonrojase.- Así que ya es lo mismo que estén por aquí o no.

Nagisa asintió con la cabeza.

-¿En verdad crees que nos estén buscando?-preguntó más serio.

Makoto lo miró, preguntándose qué estaría pensando el rubio.

-Sí.-dijo abatido.- Pueden hacer que Haru hable. Y, aunque no lo hiciera, Rin sabrá que fuimos nosotros.

-¿Crees que aún nos recuerda?-preguntó curioso.

Y esa era la pregunta clave. Porque encerraba dos cuestiones. Si Rin realmente los recordaba como para mandarlos a encerrar... quería decir que entonces también recordaba las aventuras y las risas y las excursiones y las bromas y la amistad. Makoot lo miró fijamente, y supo a lo que se refería el rubio. Y supo también que ambos pensaban lo mismo.

-Sí, lo creo.

Y era esperanzador a la vez que atemorizante.

Makoto tenía que ordenar sus ideas, así que siguió ordenando, como estaba haciendo cuando el rubio había llegado. Tenía que procesar demasiadas cosas, y, de alguna manera, ordenar la tienda le ayudaba a ordenar su mente. Pero también seguía nervioso. Algunas cosas cayeron al suelo, por suerte, no se rompió nada.

-¿Necesitas ayuda, Mako-chan?-preguntó el rubio, dando por finalizado el tema que jamás había comenzado, Rin.

-No te preocu….-se interrumpió mientras juntaba las cosas del suelo. Algo llamó su atención.

Nagisa lo miraba fijamente, porque Makoto parecía muy concentrado en algo.

-No puede ser-comentó, sin alzar la vista.

-¿Qué miras, Mako-chan?-preguntó ya sin poder contener su curiosidad.

El rubio se acercó hasta estar al lado del agachado castaño. Allí lo vio. Antes ellos tenían el mapa del palacio que Rei había robado de la guardia imperial y que les había servido para infiltrarse.

-¡Esto es una prueba contundente contra nosotros!-gritó sorprendido el rubio.

-Contra mí, mientras esté en la tienda.-corrigió.

-Nosotros.-corrigió de nuevo con cierto enfado.-Estamos todos en esto.

Makoto seguía viendo el mapa, mientras su terror crecía.

-Ya deben haber notado que falta.

-¿Lo crees?

-Deben haber revisado luego de que nos infiltramos. Deberíamos deshacernos de él.-afirmó.

-No sé cuál sería una buena idea.-admitió pensativamente el rubio.-Pero Rei fue quien lo robó. Creo que él debería opinar en este asunto.

-Tienes razón.-era importante, no podían decidirlo solo ellos dos. Era injusto.

-Lo pasaré a buscar luego de su entrenamiento y vendremos en la noche tarde, ¿te parece bien, Mako-chan?

Makoto tuvo que asentir.

-Al final,-comentó el rubio con gracia-no podemos manteneros separados mucho tiempo.

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-¿Tenemos alguna pista?-preguntó con frialdad.

Nitori lo miró, preguntándose si realmente era el mismo chico angustiado que había visto esa mañana.

-Uno de los prisioneros fue herido…

-No sirve.-espetó con enojo. No quería pensar en alguien herido.-No podemos ir ciudadano por ciudadano a ver si están heridos.

-Según un informe reciente, falta un mapa.

-¿Un mapa?-preguntó con curiosidad.-Ciertamente, creía que la fuente no estaba registrada en ningún lado justamente pare evitar estos casos.

-Claro. Pero el mapa que falta es de todo el palacio, por lo que posee una cierta referencia a la fuente.-explicó tranquilamente. Rin lo miró sin comprender.- Por lo que me han contado los guardias, me explicaron que sólo aparece como un cuadrado sin referencias. Aun así, con cierta información, como evidentemente fue filtrada, se puede suponer que allí…

-Sí si.. ya entendí. Si sabes que hay una fuente en cierta zona del palacio, y obtienes un mapa con un cuadrado en blanco, es fácil suponer que allí se encuentra.-Nitori afirmó.-La pregunta es cómo obtuvieron el mapa.

-La cerradura no fue forzada, según los guardias imperiales. Tampoco se acercó alguien sospechoso al lugar. No hay nada roto ni robaron otra cosa.

-Eso sólo quiere decir una cosa.-miró a su consejero.-Uno de los criminales es un aspirante a la guardia imperial.

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Esta vez Nagisa esperó a Rei más lejos de la puerta de los aspirantes a guardias imperiales. Aún si era descuidado, sabía que Makoto tenía razón: no convenía que se mostrasen muy cercanos entre ellos. Le era difícil resistirse a ir corriendo a los brazos de Rei, pero si eso suponía ponerlo en peligro, podía aguantarlo.

 Rei saludó a sus compañeros y tomó el camino usual. Se sorprendió cuando vio una figura que lo observaba en la oscuridad. El sol estaba bajando asique no distinguía los rasgos, tan sólo veía que era alguien más bien pequeño. Un hilo de sudor comenzó a correrle. ¿Ya lo habían descubierto? ¿Ya sabían que era un criminal? ¡Dios, esa palabra era tan poco hermosa! Y ahora aplicaba a él, quisiera o no. Pero, si era así, ¿no debería haber una gran cantidad de guardias rodeándolo y forzándolo a que se entregase? No era un crimen menor infiltrarse en el palacio, y menos aún haber visto la fuente secreta tan cuidadosamente resguardada. Entonces, ¿por qué sólo o vigilaba una persona? Y encima pequeña, ni siquiera intimidante. ¿Sería un chantaje? Quizás alguien se había enterado e iba a decírselo.

-Hey, guapo-comentó la voz.

 Rei conocía esa voz, y a la vez, se le hizo extraña. Era un poco aguda, pero sin ser infantil: todo lo contrario, era un tono sensual y coqueto. Sintió un cosquilleo al oírla, y se sintió culpable, porque hasta ahora sólo la voz de una persona le hacía sentirse así.

-¿Quieres pasar un buen rato?-había demasiada carga erótica en la combinación del tono, las palabras y pose de la figura.

Rei contuvo el aliento. Era la primera vez que lo encaraban así, y jamás pensó que realmente podía verse interesado.  No quería admitirlo, pero había algo en toda la situación que lo hacía sentirse…ansioso. Movió la cabeza, consternado. No sólo tenía cosas más importantes de las cuales preocuparse, sino que sólo quería sentirse así con cierta persona.

-Paso.-contestó lo más serio que pudo, y siguió caminando.

-Espera~- y esta vez la voz tuvo un tono más cantarino.

La persona le tomó el brazo, impidiéndole avanzar. Rei se estaba cansando de tanta insistencia.

-Ya te dije que no. Ya tengo algu…-mientras hablaba comenzó a voltearse.

Se interrumpió cuando vio a Nagisa sosteniéndole el brazo.

-¿Ya tienes qué, Rei-chan?-preguntó con curiosidad.

-¡Nagisa-kun!-gritó histérico.-¡¿Qué rayos haces?!

-Sólo bromeo contigo.-se excusó, sonriendo juguetonamente.-Contéstame, vamos.

 Rei lo miró, entre enojado y sorprendido. Nagisa ahora lo miraba como siempre, con esa mirada infantil y traviesa a la vez, sonriendo brillantemente. Peor hacía unos instantes…hacía unos instantes había sido una persona sensual y manipuladora. ¿Cómo podía cambiar tan rápidamente de personalidad? ¿Cuál sería el verdadero? ¿El muchacho chillón y bromista, hiperactivo y sensible, o es otro, a la espera, calculador, y sumamente erótico? Tal vez fuese ambos.

A Rei le dio un cosquilleo de sólo pensarlo.

-No vuelvas a hacer eso.-le espetó enojado, tratando de ocultar el fuerte sonrojo que tenía.

Diablos, que bueno que no había dicho nada, o nunca más podría mirar al rubio a la cara. Por un momento había pensado en ceder ante aquella sensualidad, y el rubio hubiese conocido su lado más bajo. Por otro, había pensad en deshacerse de él explicando que ya tenía a alguien del cual estaba enamorado, aun si no tuviese compromiso. Y tendría que explicarle al rubio que se trataba de él….realmente se había salvado por los pelos.

-Pero no me contestas.-siguió insistiendo, haciendo un puchero.

Rei se encolerizó ante el gesto, en una mezcla de deseo y frustración.

-¡No pongas esa cara cuando hasta hace unos minutos estabas siendo tan…..!-se interrumpió cuando se dio cuenta de lo que iba a decir, completamente sonrojado y nervioso.

Y Nagisa adraba ver a Rei completamente sonrojado y nervioso.

-¿Tan qué…?-preguntó coquetametne.

-¡Eso!-gritó con enojo.

-¿Eso qué…?-insistió

-¡Tan sensual!-confesó, no aguantando más.

Nagisa lo miró sorprendido, porque a veces realmente creía que Rei no tenía casi necesidades físicas, o que no anhelaba ningún tipo de contacto con otra persona. Sonrió con suficiencia y alegría.

-¿Entonces, Rei-chan, crees que puedo ser sens…?

-Basta.-dijo, soltando el agarre del rubio. Tener esa conversación, mientras lo tocaba, era demasiado.

 Nagisa siguió mirándolo divertido.

-No te enojes, Rei-chan. Yo sé que puedo ser muy….

-¿Así es como consigues información?-y fue un reproche venenoso.

El rubio dejó de sonreír. Rei estaba hirviendo de emociones. Porque de pronto se había dado cuenta de eso. Nagisa podía ser un chico divertido, o un joven sensual. Era el mismísimo diablo, cambiando a conveniencia. No era un aprediz era un experto. Lo había notado en la pose, en la voz, en todo. Y eso le molestaba, porque entonces lo había hecho con otras personas. Y si a él le parecía sensual, no debía ser el única. La idea lo hacía arder de celos.

-Yo…-comenzó, pero ciertamente se había quedado sin palabras.

Se miraron en silencio unos segundos. La mirada de Rei era glacial. Y Nagisa estaba completamente serio, tratando de aguantarle la mirada. Sentía que realmente Rei estaba enojado con él…y eso le dolía.

-Bueno, es tu vida.-suspiró por fin el peliazul, tratando de parecer relajado.- No puedo juzgarte.

 Rei se dio vuelta y comenzó a caminar otra vez, dejando a Nagisa plantado.

-D cualquier manera,-habló sin voltearse, queriendo cambiar de tema. Aún tenía un tono molesto y cortante-¿A qué viniste? Ya viniste ayer, y habíamos acordado no vernos. ¿Tienes alguna noveda…?

 Se detuvo cuando sintió que Nagisa lo abrazaba por detrás luego de correr los pocos metros que los separaban. Rei no pudo seguir hablando tampoco. Sintió que el cuerpo detrás de él temblaba ligeramente. Jamás había visto así al rubio.

-Lo siento.-lo oyó murmurar. Nagisa quería explicarle que hacía eso por él, y por los demás. Porque gracias a eso podía conseguir información valiosa, como la ubicación de la fuente, y que Haru era nombrado amante, y….pero Rei no lo entendería. Era mejor ni siquiera intentarlo.- No quiero ser así, pero…

-Es un juego para ti, ¿no?-dijo seriamente.

Nagisa trató de mirarlo desde atrás, buscando la expresión del rostro de Rei.

-¿A qué te refieres?

Rei se quedó en silencio, porque sabía que el rubio había entendido a qué se refería. A primera vista podía parecer que se refería al asunto de los informantes de Nagisa, pero había algo detrás.

-¿Te refieres a…nosotros?-inquirió el rubio.

-¿Existe algo como eso?-y su rostro estaba rojo, pero dolía no saberlo.

Nagisa deslizó uno de sus brazos y tomó la mano del peliazul.

-Siempre ha existido.-y apoyó su cabeza contra esa gran espalda.

Rei suspiró bajito, mientras su corazón daba un salto de emoción. Se quedaron así un rato, sin que ninguna dijera nada más. Ambos estaban avergonzados y nerviosos; eran demasiado sensibles, y no querían arruinar nada. No más heridas. No más enojos. Por fin, el rubio volvió a hablar.

-No te respondí. Vine…para que vayamos juntos a la tienda de Mako-chan. Hay algo que debemos hablar.

-¿Hay problemas?-preguntó, consternado.

-Hay un asunto a resolver. Pero hablemos allí.

Rei asintió, sabiendo que era peligroso hablar demasiado en la calle. Nunca sabían quién estaba oyendo. Se dispuso a caminar, pero notó que el rubio no soltaba.

-Rei-chan…-y cuando usaba ese tono, era porque iba a decir algo importante.- Yo sé lo que hago, aunque no quiera.-

Rei sintió que su corazón se apretaba un poco. En un ágil movimiento, Nagisa lo rodeó y terminó frente a él, a unos pocos centímetros. Antes de que pudiese reaccionar, el rubio se puso en puntillas y depositó un suave beso en sus labios. Fue sólo un contacto, peo bastó para que Rei temblase.

-Esto sí es lo que quiero.-murmuró Nagisa, aún pegado a él, mirándolo fijamente a los ojos.

 Rei siquiera llegó a pestañear, que Nagisa ya había comenzado a caminar.

-¡Vamos! No hagamos esperar más a Mako-chan-dijo alegremente, aunque Rei notó que le temblaba la voz.

-¡S-sí!-gritó.

Pasó la mano por sus labios. Había sido tan breve, y, sin embargo…..Nagisa realmente era el mismísimo diablo.

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-¡Aquí estamos, Mako-chan!-saludó alegremente al llegar.

-Hola, Makoto-sempai.

-¡Nagisa! ¡Rei! Pasen-hizo señas de que se dirigiesen al fondo.

Los tres se dirigieron allí. Era extraño pensar que tan sólo unos días antes habían planeado la infiltración allí mismo. Que allí habían sido cuatro, y ahora eran tres.

-¿Cómo se encuentra tu pierna, Rei?-preguntó preocupado.

El de anteojos lo miró fijamente. Nagisa le había preguntado hacia un rato, cuando caminaban hacia allí, y él había dicho que se encontraba bien. Lo cual era cierto a medias, porque la herida aun dolía y sangraba de vez en cuando. Sabía que Makoto sí había pensado en ello.

-Bueno…-comenzó.

-Déjame revisarla.-lo interrumpió, y Rei se lo agradeció.

Le levantó la ropa, y encontró la venda completamente  ensangrentada e inútil. Makoto le dedicó una mirada de reproche.

-Debiste haber venido antes.

-Pensé que habíamos acordado no vernos en unos días porque era peligroso.-explicó, y Makoto tuvo que darle la razón.

-¿Duele mucho, Rei-chan?-preguntó consternado.

-No.-y sonrió mientras Makoto volvía a curarlo.

-¿Y no tienes problemas con el entrenamiento?

-Algunos. Pero creo que puedo disimularlo. Por cierto, ¿por qué nos reunimos? Nagisa no quiso contarme en la calle.

-Ocurre que hoy hallamos esto. Muéstrale, Nagisa.

 El rubio sacó cuidadosamente del escondite el mapa. Rei lo miro y abrió los ojos.

-¡El mapa! ¡No puedo creer que me haya olvidado de él….!-gritó eufóricamente.

-Es una prueba contundente contra nosotros.-explicó Makoto.

-Pero como tú lo robaste, Rei-chan…

-Lo tomé prestado.-corrigió ofendido.

-Creemos que ente todos debemos decidir qué hacer con él.-explicó el oji verde.- En parte es tu responsabilidad.. Quiero decir, pueden descubrirte a ti.

-¿Crees que ya han notado que falta?-consultó Nagisa.

-No lo sé. Es probable.-explicó Rei.-Aun así, creo que lo mejor será que lo devuelva.

-¡¿Estás loco?!-gritó Makoto.

-¡Es muy peligroso, Rei-chan!

-También es peligroso tenerlo aquí. O quemarlo, cualquier verá el humo y avisará. Si lo devuelvo, no tendrán más pruebas contra nosotros.

 Los tres se quedaron en silencio. Makoto y Nagisa no estaban muy convencidos al respecto. Pero Rei estaba decidido.

-Lo devolveré.-volvió a afirmar.

El rubio lo miraba fijamente. Allí estaba Rei, con la pierna herida, hablando de devolver un mapa importante que había robado. No tenía buena pinta. Si llegaban a capturar a Rei….Nagisa se mordió el labio, que hacia tan poco había estado tocando el de Rei. Él no permitiría que eso ocurriese.

Costase lo que costase.

Makoto también miraba al de anteojos. Tenía que admitir que no era tan mala idea. Si todo salía bien, ellos quedarían prácticamente igual que cualquier ciudadano, sin nada que pruebe que eran los criminales. Si todo salía bien…

Lo mismo había pensado aquella noche. Si todo salía bien, los cuatro regresarían a casa.

Ppero las cosas no habían salido bien. Haru no habría regresado.

Rei miraba a ambos. Leía la desaprobación en sus ojos. Pero tampoco tenían otras ideas u opciones. No podía ser tan difícil escabullirse y devolver el mapa. Incluso recordaba dónde estaba. Y ya todo eso habría terminado. Tendrían que rescatar a Haruka, obvio, pero ya no serían perseguidos. Makoto estaría un poco más tranquilo, y podría pensar mejor un plan de rescate. Nagisa estaría más feliz. Y podría ir a lanzarse encima de él luego del entrenamiento, sin tener que esconderse. Sin tener que esperarlo en una esquina oscura. Sin tener que ocultarse. Podría ir a buscarlo, y abrazarlo en la calle sin parecer sospechoso.

Incluso podría besarlo otra vez.

 

Notas finales:

Bueno, ¿qué tal? ¿les gustó o no? En serio que me ayudan muchíismo sus comentarios para saber si voy bien o no. No creo que todos los caps sean tan largos xD pero me gusta porque en este creo que apareen casi todas las ships jajaja Trato de concentrarme mucho en cada pj para que no quedde ooc, espero que se note (como An dijo <3). En fin, realmetne espero sus comentarios <3

Nos leemos~!


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