Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sequía por Dark_Gaara

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaaa~! Sigo viva n0n Y de hecho hace muucho estoy con este cap, no es que abandoné el fic xD Pero, por si no se nota, me esfuerzo mucho en cada cap que hago uwu para que no quede Ooc, para que no sea muy directo ni muy aburrido, para intercalar a todos los personajes, para que queden bastante largos...espero que lo aprecien n.nU La verdadera historia está recién comenzando muajaja :3 puede ser que falten algunas escenas pero las iré recuperando como flashbacks para mantener el suspenso n.n En fin, espero que les guste~!

La noche estaba cayendo, o eso le decían las estrellas tímidas que comenzaban a asomar en el cielo. Al menos en la pequeña porción de él que la ventana le permitía ver. Había sido un día largo y tedioso para su mente y su corazón. No había salido del cuarto que era su jaula, y eso le quitaba cualquier excusa que tuviese para evitar pensar en todo lo que estaba pasando. O, mejor dicho, lo que iba a pasar. Haru lo sabía. No podía huir; no podía irse de viaje a tierras extrañas y desconocidas para ocupar su mente en algo que no fuese lo que le dolía, como había hecho antes. Aunque no hubiese servido de mucho. Rin siempre estaba allí…

Se alejó de la ventana, sentándose en el suelo. Al menos ahora estaba un poco más tranquilo, pues había tomado una decisión. Ya no le daría más vueltas. Era lo mejor y lo que tenía que hacer, lo sabía muy bien. Quien había caído en la trampa era él. Ellos mismos habían acordado no rescatar a nadie, no volver atrás, seguir su camino. Si Rin perseguía a sus amigos porque él había sido capturado pero no castigado…él estaría incumpliendo esa promesa que él mismo había propuesto. Sí, es cierto, de alguna manera, había terminado en un lugar no tan desagradable. Su propio corazón había puesto en su boca esas palabras: “No quiero irme de aquí”. Pero tampoco podía dejar que su deseo fuese concedido a base de que uno de sus amigos cayese. Eso ni siquiera era pensable. Así que debería hacerse cargo. No dejaría que atrapasen ni a Makoto, ni a Nagisa, ni a Rei por su culpa. Aún si eso significaba no volver a ver a Rin.

Un rato más tarde, oyó que la puerta se abría. Cuando volteó, descubrió que Rin había ido a llevarle otra bandeja con comida, a modo de cena. El pelirrojo ni siquiera lo miró. Tan sólo entró en la habitación, se agachó, dejó la bandeja en el suelo y se levantó, comenzando a caminar de regreso a la puerta al instante. Claro que no podía mirarlo. ¿Cómo mirar a Haru, cuando éste pensaba que era un asesino? ¿Cómo sostenerle la mirada a ese ser tan puro, estando él tan manchado? No podía hacerlo. Si lo hacía, corría el riesgo de perderlo todo. De lanzarle a sus brazos suplicándole perdón. De llorar.

Y los príncipes no lloran.

Estaba por llegar a la puerta, cuando la voz de Haru lo detuvo en seco.

-Nagisa sigue siendo pequeño para su edad.

Las palabras quedaron en el aire, revoloteando. Cuando llegaron a los oídos de Rin, no pudo seguir caminando. Se quedó quieto donde estaba, tratando de entender a qué se refería Haru.

-No ha cambiado demasiado. Aún es muy alegre e inquieto, incluso molesto. Pero siempre se esfuerza en que nos mantengamos unidos.

Las manos de Rin temblaban. Apretó la mandíbula, tratando de contener el torrente de emociones que querían brotar de él.

-Y Makoto…bueno, físicamente está mucho más grande. Hace tiempo que es más alto que yo. Aunque sigue siendo muy amable y tranquilo. Siempre nos cuida.

Un pequeño silencio se extendió sobre ellos. Rin quería irse corriendo, pero sus pies estaban firmes en el suelo. Su mente le gritaba que huyera, mas su corazón saltaba de aquí para allá, queriendo quedarse. No podía hablar tampoco. Sus ojos evocaban imágenes de los cuatro, no sólo de pequeños. Ahora sabía un poco más como eran Makoto y Nagisa ahora, y no podía evitar imaginarlos. Debería sacudir la cabeza para alejar esas estúpidas imágenes, pero su cuerpo aún no le respondía. Detrás de él, a unos metros, Haru esperaba pacientemente que sus palabras hicieran mella en el corazón de su amigo. Quería sonreír, pero no se atrevía, por miedo a  no haber ganado aún. Aunque, a juzgar por la reacción de Rin, sus palabras habían cumplido el efecto deseado.

-¿Por qué me dices todo esto?-pudo por fin articular Rin con cierta dificultad.

-Me pareció que debías saberlo.-y con cuidado, agregó- Que querrías saberlo.

Con las pocas fuerzas que aún le quedaban, Rin esbozó una pequeña sonrisa burlona, o eso intentó. Aun así, seguía sin voltearse, porque sabía que ver a Haru podría destrozarlo en ese estado.

-¿Por qué querría yo…?
Pero Haru no lo dejó continuar.

-Sin embargo, todos estamos un poco más sombríos que antes. Han ocurrido tantas cosas…-y no quiso especificar sobre la sed, la soledad, la traición, la misión, los sacrificios.

-¿Incluso Nagisa?-atinó a decir Rin, y enseguida quiso taparse la boca y morderse la lengua, por demostrar que realmente le interesaba lo que Haru le estaba comentando.

-Sí…-murmuró Haru, y se sintió un poco mal. Al igual que para Makoto, él también veía a Nagisa algo así como un hermano menor. Sentía que debía guiarlo y cuidarlo un poco. Y, sin embargo, sabía del tipo de tratos que el rubio hacía con gente importante para conseguir información. Suspiró. Y, de golpe, sonrió.- Por suerte, conoció a Rei.

-¿Rei…?-preguntó extrañado Rin.

A Haru le recorrió un escalofrío por la espalda. Sin darse cuenta, tan metido en su plan como estaba, había mencionado a Rei, el único integrante del grupo del cual Rin aún no sabía. Y él se lo había facilitado, así, de la nada. Su corazón pareció detenerse, sintiéndose un completo idiota. Le había salido el tiro por la culata. Oyó que Rin reía suavemente. Pero, de alguna manera, no parecía una risa malvada o de triunfo. Rin reía… ¿divertido?

-No me digas que Nagisa se consiguió una novia.-dijo sin dejar de sonreír.

 Haru se quedó sin palabras por un momento, tratando de comprender qué ocurría. Fue entonces cuando se percató de qué era lo que lo había salvado de ser un delator: Rei tenía nombre de mujer, como todos ellos. Y Rin automáticamente había pensado que, si hacía algo así en Nagisa como alegrarlo, y tenía ese nombre, debía ser una chica. Haru sonrió suavemente, feliz de la suerte que había tenido.

-Sí, algo así.-y sabía que en eso no mentía.-Esa persona realmente ha cambiado la vida de Nagisa, haciendo que vuelva a ser el chico alegre de antes. Nos ha ayudado a todos.-Haru sonrió levemente al recordar el brillo que inundaba los ojos magentas del menor ante la presencia de Rei. Y viceversa. Definitivamente no podía quitarle esa persona especial a ninguno de los dos.

-Debe ser muy especial…-fue casi un murmullo, porque las palabras salieron de su boca automáticamente, sin pensar en que se estaba metiendo demasiado en esa conversación, y  eso no era bueno para sus planes.

-Lo es.-aseguró. Luego continuó hablando.- Makoto también ha logrado seguir adelante, a pesar de todo. Él siempre ha sido muy calmado cuando se trata de pensar racionalmente cómo continuar. Y es muy fuerte.

-Eso siempre lo he sabido.-afirmó con un poco de celos.-Haru, ¿por qué me estás dici…?

-Todos-lo interrumpió enérgicamente.- hemos dado lo mejor de nosotros para continuar. Hemos tenido muchos problemas, pero los resolvimos como pudimos, todos juntos. Como un equipo. Porque eso somos.

-¿Y qué hay de ti? ¿Pudiste seguir adelante?-y tuvo un poco de miedo por la respuesta.

 Haru se quedó un segundo en silencio, sin despegar la mirada de la espalda de Rin. Cerró los ojos con fuerza antes de seguir.

-No lo creo. Yo…..Incluso traté de huir. En vano. Rin…-y quiso decirle tantas cosas….pero no era momento de eso.- Y, sin embargo, todos estuvieron allí esperando mi regreso. Siguiendo a mi lado a pesar de que yo no podía seguirles el ritmo. Tú deberías entender lo que es eso.

 Rin no contestó, pero Haru notó que se removía. Sabía que estaba acertando con sus palabras, por eso continuó con seguridad.

-No puedo olvidar eso, Rin. Y tú tampoco deberías, aún si antes lo hiciste. Makoto, Nagisa y yo siempre seremos un equipo. Y los miembros nos cuidamos entre sí. Lo mismo ocurre con el cuarto infiltrado. Es por eso que no puedo darte información sobre ellos. No puedes saber dónde están o qué hacen.

-Haru…-y sabía lo que iba a decir el pelinegro.

-No voy a dejar que tomen mi lugar.-los ojos azules brillaron con determinación.- Me entregaré como infiltrado, Rin.

Rin abrió los ojos en una mezcla de sorpresa y terror. Conocía ese tono de Haru. No era un chico de muchas palabras, pero cuando utilizaba esa voz significaba que había pensado en el asunto una y otra vez, y que había llegado a una conclusión de la cual no se alejaría por nada en el mundo. No importaba si se intentaba usar argumentos racionales o pedidos emocionales, Haru no cambiaría de opinión, sino que seguiría con ella hasta el final. Pero esto no era un juego. Estaba hablando de su propia vida, de su cuerpo, de su libertad. De todo lo que perdería. Y si Haru perdía, Rin también lo hacía. Su corazón se estrujó, queriendo deshacerse allí mismo, en vez de romperse, como estaba ocurriendo.

-¡¿Qué tonterías dices?!-preguntó, aun sin poder reaccionar ante aquellas palabras.

-No puedes oponerte, Rin. Ya lo he decidido.-sabía que a Rin no le gustaría su decisión, aun así, no cambiaría.

Lo que no esperaba era que la reacción de Rin fuese tan enérgica.

-¡¡¡No puedes hacer eso!!!-gritó con furia y frustración.

-Puedo hacer lo que quiera.-respondió tranquilamente.

-¡No, no pue-¡

-Ya tomé mi decisión, Rin.-contestó al límite de su paciencia.

-¡Como si tuvieras ese derecho!-espetó casi autoritario.

-¡Rin! ¡No voy a entregar a mis amigos! Yo soy el que fue atrapado. Me entregaré y---

-¡No quiero perderte de nuevo!-explotó Rin, a la vez que volteaba a ver a Haru.

El pelinegro casi no advirtió el brillo triste que tenían los ojos rojos, demasiado estupefacto por las palabras que esa boca habían pronunciado. Rin lo miraba intensamente, con profundo terror. Las manos del príncipe temblaban ligeramente, al igual que su barbilla. Parecía un niño lleno de miedo, casi con pánico. La determinación de Haru se borró ante aquella imagen que le anudó el corazón.

-Rin….-murmuró sorprendido.

Rin no podía percatarse de la imagen que estaba dando, demasiado acongojado por la idea de que Haru se entregase. En su mente sólo aparecía una y otra vez la imagen de las mazmorras, la oscuridad, la soledad, el hambre, la tristeza…la desolación…y en el medio, esos ojos azules como el agua. No podía permitirlo de ninguna manera.

-¡¿No lo entiendes, Haru?!-gritó casi fuera de sí.- ¡Hace años que estoy esperándote! Y ahora al fin estás aquí…¡No puedo simplemente dejarte ir!

Haru lo miró, y sintió la desesperación de Rin, y la suya propia. Dolía. Dolía saber que el pelirrojo se sentía igual que él, al mismo tiempo que lo alegraba la correspondencia de sentimientos. Si tan sólo no tuviese que haber un culpable, si tan sólo pudiese quedarse en ese cuarto con Rin para siempre…pero no era así, y dolía, para ambos. Haru apretó los labios, tratando de contener el torrente de emociones que querían brotar de su cansado corazón. Desvió la mirada hacia el suelo, porque no podía seguir con eso si veía esa pasión en los ojos de Rin, que creía perdida. Sólo complicaría las cosas.

-Rin…Aún no entiendo qué te ocurrió, qué nos ocurrió…hay tantas cosas que quiero hablar contigo, que quiero hacer…-un leve sonrojo se apoderó de sus mejillas. No le era fácil abrirse.-Desde aquel día en que no viniste a vernos, sólo he esperado este momento, esta situación. Y ahora que al fin estoy aquí….-cerró los ojos con angustia.-Pero sabes que tengo razón, Rin. Sabes que no puedo dejar que ellos….

 Se detuvo en seco cuando sintió la palma de Rin sobre su mejilla, provocando que abriese sus ojos y que su corazón se estremeciese. El contacto con Rin lo había sobresaltado, y siempre lograba generarle un cosquilleo leve y cálido. Aquello sólo sirvió para sentirse más inseguro.

-No puedo.-dijo el pelirrojo con angustia.

Acarició un poco la mejilla ajena. De pronto, tomó el mentón de Haru y lo obligó a mirarlo. El pelinegro abrió mucho los ojos, sorprendido por la repentina reacción. Rin parecía un poco más calmado, aunque aún era obvio que estaba desesperado. Y que no iba a ceder.

-Luché para poder mantenerte a salvo aquí. No voy a echar a perder mi esfuerzo. Ni el tuyo. Yo…simplemente no puedo, Haru. No después de tenerte aquí, bajo el mismo techo, luego de tanto tiempo.

 Haru sostuvo su mirada, aún sorprendido por la determinación de Rin de mantenerlo a salvo. Llevó su mano hasta tomar la de Rin que sostenía su mentón, apoyándola sobre ella. La mano del pelirrojo todavía temblaba. El aire estaba tenso, cargado de emociones largo tiempo calladas y reprimidas, y aún no expuestas del todo. Las pieles estaban erizadas, las miradas brillosas, los corazones desbocados. Haru suspiró, tratando de acomodarse.

-Yo sólo quería estar contigo. No importaba la manera.-dijo con cierta timidez. Aunque sentía que eso ya no tenía importancia alguna.- Siempre te he antepuesto ante todo. Has sido mi prioridad. Has llegado a estar incluso por encima de mí mismo.-los ojos de Rin se abrieron con sorpresa ante la sinceridad de aquellas palabras.-Sin embargo, no puedo anteponerte a mis amigos, Rin. Ni a ti, ni a mí. Yo fui atrapado y yo debo pagar. Es lo justo.

 Durante un segundo, reinó el silencio en aquella habitación. Ambos se miraban intensamente. Pero fue sólo un instante, porque en seguida la tensión cayó sobre ellos, explotando todo. Rin se mordió el labio con fuerza, tratando de contener su enojo. En un arrebato, corrió la mano del mentón de Haru y de su mano, en un movimiento brusco. Haru lo miró sorprendido, aunque Rin desvió la mirada al suelo, evidentemente dolido.

-¿En serio los elegirás a ellos?-preguntó con rencor.

-Sabes que no es una elección. Es lo correcto.

-¡Estoy cansado de hacer lo correcto!-espetó con resentimientos guardados que Haru no pudo comprender.-Sólo sé una cosa. No voy a perderte otra vez, Haru.

 Rin parecía dispuesto a irse. Haru sintió que comenzaba a destrozarse por dentro, al ver que había perdido la batalla.

-¡Pero, Rin! ¿En serio Makoto y Nagisa no significan nada para ti? ¿De verdad te olvidaste de aquellos años? ¿Puedes entregarlos tan fácilmente?

 Rin seguía mirando el suelo, incapaz de seguir mirando a Haru. Se sentía el malo de todo aquello.

-No digas tonterías.-fue lo que pudo articular.

-Entonces, respóndeme, Rin.-le pidió y le exigió a la vez.

-No debería decir esto…-suspiró.-Claro que significan mucho para mí. Si fuera por mí, nadie debería ser aprisionado.

Haru se sorprendió ante aquella respuesta. ¿Rin no era el príncipe? ¿La máxima autoridad del palacio real?

-¿Qué? Pero, entonces….

-Ya te lo dije Haru, no soy omnipotente aquí. No decido todo. Si pudiera salvarlos a todos….-Rin volvió a sentirse ese niño débil que no podía decidir nada. Aquella sensación lo asaltaba a veces, no importaba cuánto se esforzase en alejarla.-Este es un sitio peligroso, te lo advertí. Debes ser consciente de eso si vas a estar aquí.

-No voy a estar aquí, porque….

-No quiero hacerlo. Aunque no me creas. No quiero entregar a nadie, y menos….a ellos.-Haru notó la profunda angustia en la voz de Rin. De pronto, el pelirrojo había vuelto a mirarlo. La mirada ya no contenía desesperación, sino determinación y resignación. Haru tragó duro-Pero esto es una cuestión de supervivencia. Y no puedo dejar que seas tú quien caiga. Eres….-sus mejillas se sonrojaron un poco.- Eres todo lo que me queda, Haru. No puedo darme el lujo de volver a perderte.

 Rin se dio media vuelta, dirigiéndose a la puerta a paso rápido y seguro. Haru no podía moverse, demasiado shockeado por las últimas palabras de Rin, tan llenas de sentimientos y sinceridad. Aunque algo en él le decía que no siga pensando en ello, porque eso también significaba la sentencia de sus mejores amigos.

-¡Espera!

Rin siguió´ caminando sin voltear o alentar el paso.

-¿Después de todo lo que te conté…?

Rin se detuvo en la puerta, mas no volteó.

-Lo siento.-y fue un murmullo, pero Haru lo oyó a la perfección.

Al tiempo que Rin cerraba la puerta con llave, Haru caía al piso de rodillas. Con todas las emociones que luchaban en su interior, no tenía fuerzas para mantenerse de pie.

O-----O------O------O-------O-----O

Acariciaba los cabellos con delicadeza, enredando de vez en cuando sus dedos en aquellos hilos dorados que tanto le atraían. Una y otra vez, lentamente, disfrutando de aquel momento, queriendo atesorarlo para siempre, algo tan casual como aquello. Sentía la inquietud del dueño se ese pelo, que se removía, sentado frente a él. Trataba de calmarlo con esa simple caricia, aunque se percataba de que eso no bastaría. Quizás nada lo hiciese. Pero prefería intentarlo, como siempre lo haría, aún si sabía que era en vano.

-¿Estás seguro de que no es peligroso, Rei-chan?-preguntó al fin.

Rei siguió acariciando los cabellos de Nagisa sin detenerse, como si no hubiera escuchado la pregunta.

-Respóndeme.-le exigió al cabo de unos minutos sin obtener respuesta.

-Quizás lo sea un poco.-dijo con sinceridad. Y antes de que el rubio pudiese acotar algo, agregó.- Pero es la única manera de que todos estemos a salvo.

-No es justo, Rei-chan.-dijo con un tono de derrota en la voz, a la vez que hacía un puchero.

 Rei suspiró, sabiendo cómo se sentía el rubio. Sin embargo, no iba a dar marcha atrás con su plan. Ni siquiera porque él se lo pidiese. Porque justamente lo hacía para protegerlo. Siguió con su tarea, sabiendo que eso tranquilizaba un poco a Nagisa. El rubio, por su parte, disfrutaba la caricia. Demasiado. El solo pensar que podía ser la última vez que estuviese así con Rei lo ponía nervioso. Lo aterraba.

-Rei-chan…

Nagisa  llevó su mano hasta la del pelivioleta que estaba en su cabeza. Éste se sorprendió, aunque el rubio no pudiese verlo, pues estaba sentado detrás de él. Nagisa llevó la mano ajena hasta su boca, y posó un suave beso. Sintió como la piel del otro se erizaba hasta el contacto, y tuvo que contenerse de no lanzársele encima para llenarle toda la piel de besos, tan sólo para sentir ese erizamiento.

-¡Nagisa-kun!-dijo automáticamente Rei, con la voz temblándome.

-Me gusta cuando Rei-chan se pone nervioso.-comentó divertido el rubio, aun sosteniendo la mano ajena tan cerca de su boca, que el mencionado pudo distinguir su aliento.

-¡No digas esas cosas! No es para nada hermoso.-respondió simulando molestia, aunque era obvio que sólo se trataba de vergüenza.

-¿Y qué es hermoso para ti?-preguntó.

Rei se quedó un momento en silencio. No es que no supiese la respuesta. Había muchas cosas hermosas en el mundo, sí, pero nada superaría una sonrisa brillante como diamantes, o un par de cabellos rubios alborotados por tanto movimiento, o unos brazos finos estirándose en una danza, o una risa refrescante aún en un ambiente tan seco, o un corazón tan cálido como para dejarlo entrar sin pedirle nada a cambio. Sin embargo, ¿cómo responder sin sentirse más nervioso aún? ¿Cómo verbalizar algo que ni él mismo se había animado a poner en palabras antes? Y, aun así, sabía que el rubio merecía una respuesta verdadera.

Nagisa contuvo el aliento cuando sintió que Rei lo abrazaba intensamente, como si no quisiera soltarlo. Por unos segundos se quedó inmóvil, esperando estar entendiendo bien el mensaje del pelivioleta. Al ver que lo hacía, sonrió con alegría, y tomó las manos ajenas entre las suyas, profundizando el abrazo.

Se quedaron en esa posición por mucho tiempo. Ninguno decía nada, porque no querían arruinar un momento tan íntimo y especial. Y porque no había palabras para expresar lo que sentían. La alegría, la amistad, el amor y el miedo se entreveraban por igual en ese abrazo, y eran sentimientos demasiado abrumadores para ser verbalizados. Los corazones latían al unísono, conectando como siempre lo hacían, atrayéndose entre sí. En ese momento, entre aquellos brazos, no existía la sequía, ni el peligro, ni la captura, ni el palacio. Sólo dos muchachos enamorados y juntos. Pero ambos sabían que no podían estar así toda la vida. Las responsabilidades estaban allí, todo aquello que tenían que enfrentar, todo lo que debían sacrificar por sus amigos y por lo que se habían propuesto a hacer para salvar a todo su pueblo. Eran almas sensibles, lo que podía jugarles en contra. Sobre todo porque sabían que el otro era igual, y esa actitud los aterraba: el sacrificarse para proteger aquello que amaban.

-Debemos descansar. Tengo que estar bien despierto mañana.-comentó Rei, sin encontrar otro modo de volver a la realidad, aunque fuese lo que menos quisiera en ese momento.

Sintió como Nagisa apretaba sus manos, claramente en contra.

-Nagisa-kun….

-¿No podemos pensar en otra manera?-lo interrumpió, con la preocupación impregnándole la voz.

 El pelivioleta suspiró, agotado. No le encantaba el plan, pero no había más opciones. La terquedad del rubio debería aceptar eso, le gustase o no.

-Ya discutimos esto….

-¡Pero….!-volvió al ataque Nagisa, volteando para enfrentar a Rei cara a cara.- ¡Es tan peligroso, Rei-chan! ¡Podrían capturarte con una prueba contundente en mano! ¡No puedo dejar que eso ocurra! ¡No podrás hui---

-Nagisa-kun.-lo interrumpió suave pero determinante el otro, mirándolo fijamente. Los ojos magentas brillaban de angustia, casi a punto de llorar. Así que él debía mantenerse calmado.- Todo estará bien.

-¡¿Cómo lo sabes!?-preguntó angustiado, aguantándose las lágrimas.- Lo mismo pensamos cuando nos infiltramos, y Haru-chan…-sin poder continuar, miró al suelo.

Rei suspiró. Claro que él también recordaba que Haru sí había sido atrapado. Pero había tantos interrogantes en torno a su captura…Aunque sabía que no era el momento de debatirlos. Juntó fuerzas que no tenía, para sonreír. Porque si era para que Nagisa estuviese bien, podía encontrar fuerzas en rincones suyos que él mismo desconocía.

-No es propio de ti tener tan poca confianza, Nagisa-kun. Si tú no tienes fé, ¿qué nos queda a los demás?

-Rei-chan…-murmuró conmovido, volviendo a mirarlo. Ahora que se percataba, estaban muy cerca, con sus piernas enredadas y sus rostros a unos centímetros. Si tan sólo pudiera quedarse así para siempre…- Pero es tan difícil a veces… ¿Qué pasaría si realmente te capturan? ¿Qué sería de mí?-Rei contuvo el aliento, sonrojándose ante las palabras del rubio.- ¿Qué haríamos? ¿Cómo continuaríam…?

Nagisa se detuvo cuando Rei posó un dedo suavemente en su boca, deteniendo la verborragia que lo atacaba cuando se ponía nervioso. Su corazón latió con fuerza ante el contacto. Rei era siempre tan delicado…

-Detente, Nagisa-kun. Todo saldrá bien.-sonrió con confianza. Y, como sabía que el rubio seguiría hablando si no lo detenía, agregó.- Además, hay algo que quiero decirte. Pero te lo voy  a decir mañana, luego del entrenamiento. Porque sé que todo saldrá bien.

Nagisa lo miró fijamente. Quería seguir pidiéndole que no lo hiciera, sin embargo…¿qué sería lo que Rei tenía para decirle? ¿Sería lo que hace tanto tiempo quería oír de esos labios? ¿Tendría una oportunidad para abrir su propio corazón de una buena vez? Tan sólo pensar en eso, en Rei diciéndole algo así, su corazón bailaba….y cuando eso ocurría, todo el miedo parecía irse en ese baile. Sonrió con un poco de vergüenza, demasiado ansioso.

-Entonces más vale que después no te arrepientas, Rei-chan.-dijo, ya no con tono nervioso, sino con una cierta nota coqueta en la voz.

Rei sonrió con ganas al ver que había logrado calmar a su amigo. Claro que no esperaba tener que jugar esa carta….su corazón se oprimió un poco, nervioso. No había contemplado tener que decirle a Nagisa lo que sentía….Aunque debía admitir que el beso que Nagisa había depositado en sus labios le daba una gran esperanza. “Esto sí es lo que quiero”. Las palabras danzaban en su mente una y otra vez, llenándolo de ansiedad.

De pronto, sintió la mano de Nagisa acariciarle la mejilla. Jadeó ante el contacto inesperado.

-¿En qué piensas, Rei-chan?-preguntó Nagisa, que había aprovechado que Rei parecía en su mundo para poder acariciarlo, a tan poca distancia.

La piel de Rei se puso roja y caliente, y el rubio sonrió. Rei creyó que podía morir en aquel momento, ante esa expresión tan tiernamente provocativa del rubio. Y le devolvió a la realidad. No podía ponerse nervioso por lo que tendría que confesarle al día siguiente, porque debía concentrarse en que podría hacerlo. En que todo saldría bien. Sonrió con confianza. Llevó su propia mano a la de Nagisa, y luego, fue él esta vez quien la arrastró a su boca para darle un leve beso. Vio cómo Nagisa se sonrojaba, sin quitar la mano.

-Pensaba que deberíamos descansar.-mintió.

O-----O-----O----O----O-----O------O-----O------

-¿Duermes alguna vez, Mako-chan?

Makoto no se sorprendió al sentir cómo Nagisa se sentaba a su lado. El castaño estaba afuera de la tienda, mirando las estrellas. Aún confiaba en que ellas, de alguna manera, le contarían cómo estaba Haru. Sonrió sin dejar de mirar el cielo.

-¿Qué me dices de ti, Nagisa?

-Yo sí dormí, pero me desperté y oí que estabas aquí, así que vine a hacerte compañía.

-No hace falta que lo hagas. Deberías ir a dormir con Rei.-contestó amablemente.

Nagisa no contestó. En su lugar, él también miró hacia arriba, queriendo rogarle a las estrellas que protegiesen a Rei mañana. Y siempre. Makoto finalmente volteó a verlo, extrañado ante el silencio del rubio, que no se caracterizaba por ser una persona callada.

-Estás nervioso por mañana,  ¿no?

Nagisa volteó a verlo, con la cara llena de las emociones que sentía.

-¡Claro que sí! ¿¡Qué haría si a Rei le ocurriese algo!?

Casi al instante se dio cuenta de su error. Sabía que Makoto tenía fuertes sentimientos hacia Haru. De hecho, realmente no lo había visto dormir desde que el pelinegro había sido capturado. Y él ahí, victimizándose.

-Ahh, lo siento Mako-chan…-se disculpó angustiado, aún si no dijese exactamente porqué se disculpaba.

-No pasa nada.-zanjó el asunto Makoto. Seguía estando calmado. Ya se había stressado demasiado por la captura de Haru. Y si bien el asunto aún le quitaba el sueño, y lo seguiría haciendo, sabía que Nagisa no necesitaba de sus penas en aquel momento.

-Es sólo que no sé que haría sin Rei-chan…-confesó, al borde de las lágrimas.

-Ya sé lo importante que Rei es para ti.-comentó con una sonrisa cómplice.

Nagisa se sonrojó un poco, ligeramente nervioso.

-¿Lo sabes?-comentó.

-¿Era un secreto acaso? Porque no noté que hayas intentado disimularlo.-dijo con gracia.

Nagisa sonrió con cierta alegría. ¿Para qué ocultarlo? Si él estaba enamorado de Rei. No ocultaría sus sentimientos, jamás le había visto sentido a ello.

-Aunque lo importante aquí es-y Makoto se puso serio.- ¿Lo sabe él?

La sonrisa se fue del rostro de Nagisa. Apretó sus puños, un poco molesto con él mismo. Realmente era hora de abrirle su corazón al pelivioleta.

-Aún no. Yo…se lo diré mañana.-concluyó, recordando que Rei tenía algo que decirle. Esa podía ser una buena oportunidad.

Makoto sonrió, aunque Nagisa pudo percibir cierta tristeza en él.

-Será mejor que lo hagas, antes de que sea demasiado tarde.

El rubio asintió, pensando en todo lo que su amigo debía estar sufriendo en aquellos momentos. Su persona amada había sido capturada por quien los había lastimado, y él no podía hacer nada. No, definitivamente no podía decirle que, encima, Rin había nombrado como su amante a Haru. Porque aún después de todo, era probable que tanto el pelirrojo como el pelinegro conservasen esos fuertes sentimientos que tanto los había conectado de pequeños. Y eso sólo empeoraría las cosas.

-Ve a dormir con Rei.-la voz de Makoto lo trajo de vuelta a la realidad.

-Mako-chan, tú también deberías dormir. Debes descansar. ¡Tenemos que estar fuertes para rescatar a Haru-chan!-comentó con su usual alegría.

-No creas que estoy despierto en vano.-respondió misteriosamente.- He estado pensando en un plan para ello.

-¿En serio? ¿Por qué no nos lo comentaste?-respondió sorprendido a la vez que ofendido.

-Porque aún no es nada concreto, son sólo ideas. Ya te lo dije, para rescatar a Haru….debemos hacer algo muy grande.-Makoto estaba serio. No en vano estaba devanándose los sesos para hallar una manera de recuperar al oji azul. Porque estaba seguro que Rin no lo dejaría ir tan fácilmente.-Algo que exceda cualquier cosa que Rin pudiese esperar de nosotros. Y que no sea tan arriesgado como infiltrarnos.

-¿Eh?-comentó sorprendido.-¿Quieres rescatar a Haru-chan sin que nos infiltremos?

Asintió con la cabeza.

-Necesitamos más fuerzas que nosotros. Algo ajeno, que no le dé la posibilidad a Rin de negare. Sino…él nunca dejaría ir a Haru así como así. Ambos sabemos eso.

Nagisa no respondió, volviéndose a sentirse culpable por no comentarle a Makoto del título que ahora tenía Haru en el palacio. Aunque sospechaba que tampoco importaba tanto, porque el castaño ya podía imaginarse algo así. Y es que él conocía a Rin de una manera que el rubio jamás había concebido: como un rival.

-¡Basta, Mako-chan!-alzó con fuerza su voz. El mencionado lo miró extrañado, sin comprender el abrupto cambio de actitud de su amigo.- ¡Si tienes algún plan para rescatar a Haru-chan, deberías comentárnoslo a mí y a Rei-chan! ¿No somos un equipo?

 -Iba a decírselos cuando ya lo hubiese…-trató de excusarse, pero el rubio no se lo permitió.

-¡No es así como funcionan las cosas! ¿No deberíamos pensar en algo juntos? Haru-chan, Rei-chan y tú…todos actúan por su cuenta, creyendo que nos ayudan a todos, pero parecería que no confían en los demás…-comentó con tristeza, recordando a Haru siendo atrapado sin pedir ayuda, a Rei lastimado por protegerlo y luego ofreciéndose en una misión suicida, y ahora a Makoto elaborando un plan a solas…-¡Son todos tan injustos!

Makoto lo miró, abrumado. Nagisa tenía razón. Hasta ahora, todos habían actuado por el bien común, es cierto, pero con una cuota de individualidad en pos de defender a los demás que los había individualizado sin darse cuenta. Y, como siempre, era el rubio quien mantenía la unidad, quien los reunía todo el tiempo.

-Yo sé que Haru-chan significa mucho para ti….-esta vez le tocó al castaño sonrojarse y sorprenderse. Por suerte, no tuvo que responder nada, porque el rubio continuó hablando.- Pero eso no quiere decir que a Rei-chan y a mí no nos importe. ¡Es nuestro amigo! También queremos rescatarlo. ¡Así que si tienes alguna idea dínosla para que entre todos hallemos una solución!-exigió.

Luego de un breve silencio, Makoto posó una mano sobre la cabeza de Nagisa, acariciando sus cabellos con suavidad. No estaba irritado ni molesto.

-Tienes razón, Nagisa. Lo siento-respondió con una sonrisa sincera.-Mañana les diré a los dos lo que he estado pensando.

-Mako-chan, vamos a rescatar a Haru-chan….juntos.-correspondió la sonrisa con su dulzura usual.

O----O----O----O-----O-----O-------O------O------O-----O

-¡Rin-sempai!

El chillido agudo lo devolvió de súbito a la realidad, casi como un golpe en la nuca. Abrió los ojos más de lo normal, tratando de entender qué ocurría.

-¡¿Qué?!-gritó por reflejo, porque aún no entendía qué pasaba a su alrededor.

-Lo he estado llamando por más de diez minutos.-respondió el peliplateado, angustiado. Suspiró.-¿Está bien?

Rin pestañeó un par de veces, tratando de enfocar la vista. Sí, allí parado estaba su consejero, con la cara cansada. Debía ser tarde. Claro, le había ido a llevar la cena a Haru y….y todo había sido un descontrol de emociones. Su corazón aún no encontraba a qué ritmo tenía que latir. Estaba abrumado, y no podía pensar con claridad. Evidentemente, esa situación era así desde hacia un rato. Se llevó la mano a la cabeza acomodándose el cabello hacia atrás, intentando calmarse lo suficiente como para mantener una charla normal con Nitori.

-Sí, sí.

-¿Seguro? Está distraído…-continuó con preocupación.

-¡Sí!-gritó, como cuando se ponía nervioso.-¿Qué pasa?

-Tengo algo que decirle.-dijo con cierta seguridad. Rin esperó a que continuase.-Tal como me lo ordenó, revisé los inscriptos a aspirantes de la guardia imperial. Lamento informarle que no hallé ninguno de los nombres que me pidió.

Eso sirvió para que el príncipe prestase atención. Ahora recordaba a la perfección la orden que le había dado a su consejero ese día temprano. Y recordaba también porqué lo hacía. Volvió a él la seguridad de estar cumpliendo su deber como príncipe, castigando a aquellos que habían osado infiltrarse en la fuente secreta. Y a la vez, protegiendo a Haru del castigo. Debía ser fuerte si quería hacerlo, asíque se mantuvo firme.

-¿Estás seguro?

-Sí. Yo mismo revisé la lista varias veces. No hallé ningún Tachib…

-Shhh.-lo calló al instante Rin.-Recuerda que esto es secreto, por eso te lo encargué a ti, Nitori.

Las mejillas del peliplateado se encendieron de gozo y vergüenza. ¡Al fin Rin reconocía su lealtad hacia él! Su trabajo de todo ese tiempo había rendido frutos. Porque él siempre estaría del lado de Rin, sin importar a quien protegiese o acusase el príncipe. Así lo hab+ia decidido su corazón desde la primera vez que lo vio, y lo reafirmaba cada día. Sobre todo en momentos así, donde el pelirrojo parecía reconocer sus habilidades y necesitarlas. Su corazón saltó de alegría.

-Tiene sentido, de cualquier manera.-siguió Rin, ajeno a lo que le ocurría a su consejero. Nagisa no era apto para la guardia imperial, donde se necesitaba fuerza. Makoto podría serlo, pero era obvio que ninguno de los dos sería tan estúpido como para presentarse a aspirante, estando tan expuestos a que Rin los descubriese.-Eso quiere decir que es el cuarto integrante el que se ha infiltrado en la guardia imperial.-concluyó Rin, pensativo.

-¿Qué quiere que hagamos, Rin-sempai?-preguntó entusiasmado.

-Sabemos que uno fue herido, aunque no sabemos si fue él. Tampoco es como si pudiésemos revisar a cada uno.

De pronto, Rin recordó que sabían que uno de ellos se había infiltrado a la guardia imperial porque faltaba un mapa importante. Sonrió, satisfecho de sí mismo. Comenzó a caminar.

-¡Rin-sempai! ¿Ya sabe qué hacer?

-Sí.-respondió con seguridad. Pero se detuvo un momento, volteando a ver a su consejero.- Pasando a otro tema, Nitori. Requiero que hagas otra cosa, en base a la confianza que te tengo.

Las mejillas y los ojos de Nitori volvieron a brillar.

O-----O---O-----O-----O----O

Ya era el día siguiente. Al menos, eso le decía la luz del sol que se colaba por su ventana, llenando el cuarto de ese aire tan azul que lo cautivaba. Se llevó las manos a los ojos, demasiado sensibles debido a la falta de sueño. No había dormido más de unos minutos en toda la noche,  sueño poco reparador, poblado de pesadillas que tenían a sus amigos como protagonistas. Aún estaba inquieto, asustado y enojado. No sólo con Rin, sino con él mismo, por la impotencia que sentía. No podía hacer nada, o al menos eso sentía. Oyó pasos fuera de su habitación. Era la última de un largo pasillo, así que eso quería decir que alguien iba explícitamente a su cuarto. Supuso que era Rin, con la bandeja de comida y agua de esa hora del día. Se mordió los labios, porque lo que menos quería ahora era ver ese rostro tan amado y odiado a la vez.

“Eres todo lo que me queda, Haru. No puedo darme el lujo de volver a perderte.”

Las palabras, el tono y la expresión de Rin volvían a él una y otra vez, llenando su corazón de aire cálido y alegre. No podía odiar a Rin, no importaba cuanto lo intentase. Con sólo recordar eso, todo parecía reacomodarse y estar bien. Aunque sabía que no era así, no era tan simple. El pelirrojo seguía siendo una suerte de enemigo. Pero era tan difícil odiarlo…

La puerta se abrió. Haru había pensado en no voltear a la puerta para no ver ese rostro que lo confundía tanto. Pero algo en la manera de abrir la puerta, en el jadeo ahogado, en el aire, le dijeron que se voltease, porque no era lo que él esperaba. En efecto, descubrió que alguien había ido a llevarle la bandeja de comida y agua, mas no se trataba de Rin, sino del chico de pelo plateado que estaba a su lado cuando fue juzgado. ¿Cómo lo había llamado? Nitori, si mal no recordaba. Sí, estaba al lado de Rin, y éste le fue pidiendo datos acerca de la intrusión de él y los chicos a la fuente. ¿Qué hacía allí, ahora? ¿No le había dicho Rin que a partir de ahora sólo él entraría en ese cuarto, aún si como príncipe debía rebajarse a llevarle comida a un subordinado?  Sí, eso le había dicho, porque el otro guardia había esparcido el rumor, y él no quería chismosos, y no confiaba en nadie. ¿O sí? ¿Sería que Rin confiaba en ese chico que parecía tan nervioso? Haru frunció el ceño, molesto. No le gustaba la idea de que Rin, SU Rin, confiase en alguien más. Tan cerrado que parecía, y ahora mandaba a ese chico a verlo.

Nitori abrió la puerta con algo de inseguridad. Sabía que él era quien tenía poder allí, pero ¿de qué le valía el poder de la autoridad, si era el chico del cuarto quien tenía poder sobre el corazón del príncipe? Pensó que iba a estar durmiendo, o mirando por la ventana. Pero en cuanto abrió la puerta, el muchacho volteó a verlo, clavando esos orbes azules en él. Nitori ahogó un jadeo. Ahora entendía por qué el guardia había hablado con sus compañeros sobre ese chico. No le había prestado tanta atención durante el juicio, así que recién ahora caía en cuenta de lo mágico de esos ojos, del aire enigmático que rodeaba al chico, y cómo hacían juego con el destello azul que inundaba el cuarto. Con razón Rin le había asignado justamente esa habitación. Su corazón dio un vuelco ante el pensamiento. Así que allí estaba ese chico que había confundido a su príncipe, que había hecho que sus recuerdos jamás contados volvieran a torturarlo y…tenía que admitirlo, allí estaba el chico que había aflorado en Rin sentimientos que él creía casi imposibles, que lo había humanizado de alguna manera, suavizado…Y que había logrado hacerlo reír en tan poco tiempo (y, apostaba, con muy poco esfuerzo). Ambos quedaron mirándose mutuamente durante lo que pareció una eternidad. Les incomodaba la presencia del otro, sabiendo que era importante para Rin. Una rivalidad no dicha se había instalado entre ambos. Sólo que Nitori parecía un poco más nervioso, debido a su personalidad. Pero Haru no podía dejar de pensar que ese niño conocía ese lado de Rin que él no conocía, todos esos años en que habían estado separados, y el pelirrojo en el palacio, ese peliplateado los había vivido a su lado. Donde él debería haber estado. Y donde le hubiese gustado estar. Por fin, Nitori recordó que ese era un día importante, y no podía perderlo sintiéndose inferior a ese muchacho. Rin lo regañaría si se atrasaba, y él sólo quería agradar a Rin. Y debería esforzarse si quería que lo notase, ahora que tenía un amante. Dejó la bandeja en el suelo, y, rápidamente se fue del cuarto, echándole llave.

O-----O-----O------O----------O-------------O-----------------

Rei suspiró, un tanto agotado, aunque su cansancio era más emocional que físico. La presión comenzaba a jugarle un poco en contra, pero no se iba a dejar ganar, menos ahora, que faltaba tan poco. No debía faltar mucho para que el entrenamiento de ese día terminase, y probablemente, cerca del final se presentaría su oportunidad. Debía estar atento si quería que nadie lo descubriese. Y por supuesto que nadie lo haría, porque sus cálculos eran perfectos. Ya tenía en su cabeza la distancia que lo separaba del pequeño cuarto donde guardaban los mapas, así como la ubicación de los guardias más cercanos. Sabiendo la velocidad a la cual podía caminar (porque correr sería demasiado sospechoso), no necesitaba más que unos pocos segundos para entrar, dejar el mapa en su lugar e irse sin prisas, teniendo en cuenta el momento en el cual la puerta del cuarto quedaba despejada. Sí, todo calculado y en mente. Perfecto.

Contuvo el aliento cuando se dio cuenta que era el momento. Casi por arte de magia, los guardias que solían custodiar el cuarto se alejaron bastante de la puerta, cada uno por su lado, como si tuvieran que hacer. Rei estaba demasiado emocionado, pensando que con eso acabaría todo, como para darse cuenta de ello. Porque cuando dejase el mapa en su lugar, ya no habría motivos para sospechar de él, ni de Makoto, ni de Nagisa. Los tres estarían tranquilos, calmados, lo suficientemente relajados como para pensar un plan de rescate para Haru. Y así volverían a ser un equipo, como siempre deberían haber sido. Rei ingresó sigilosamente en el pequeño cuarto. No había nadie alrededor. Sonrió, triunfal. Sacó con cuidado de no romper el frágil mapa del bolsillo donde estratégicamente lo había guardado. Con delicadeza pero rapidez, lo dejó en donde estaba antes: su memoria era precisa, no fallaba en la ubicación. Una vez colocado, su corazón se relajó, y suspiró. Durante todo el entrenamiento había tenido que cuidar que nadie notase la herida de su pierna, temiendo que algún informe de la guardia imperial hubiese informado acerca de ese incidente el día de la infiltración. Aunque no sabían que uno de los infiltrados era un aspirante de la guardia imperial, así que no había de qué preocuparse. Pero nunca era suficiente paranoia. No cuando su vida estaba en juego, y menos aun cuando también cargaba con la de Makoto y Nagisa. Pero ahora eso ya había pasado, porque había dejado la prueba contundente de su crimen. Se le cerró la garganta ante esa palabra. Como fuera, debía irse. Estaba por voltear, cuando oyó un ruido detrás de él. ¿Alguna alimaña? Volteó. Los guardias lo miraban con dureza. Oyó que las puertas del pequeño cuarto se cerraban, con él aún adentro. De pronto, se sintió mareado. Entendió de golpe lo que había ocurrido: había caído en una trampa. Confiado en su astucia, en sus cálculos, en su perfección…no. No era eso en lo que había confiado. Había confiado en que si realmente quería salir ileso de todo eso podría hacerlo. Había confiado en que si le había prometido a Nagisa decirle algo importante ese día, entonces el destino o lo que fuera no permitiría que esa felicidad se convirtiese en tragedia. Si tenía el amor que sentía por Nagisa como motor, podría lograrlo, ¿cierto? Debía lograrlo. O eso es lo que había pensado, porque las sombras de los guardias imperiales acorralándolo le indicaban que no, no había triunfado. Había fallado. Qué iluso había sido.

Cuando sintió que lo tomaban del brazo, sólo pudo pensar que no quería ver un par de ojos magentas derramar lágrimas.

 

Notas finales:

Y si, nuestro querido Rei ha sido atrapado D: ¿cómo reaccionará Nagisa? ¿Qué hará Rin con él? ¿Qué sentirán Haru y Makoto? Hay muuchas preguntas (?) ok, no xD Realmente disfruto mucho escribiendo este fic, así que me gustaría saber si ustedess disfrutan leyéndolo, eso me súper anima a tratar de actualizar más rápido nwn así que les pido que me dejen reviews con sus críticas/opiniones n.n

Nos leemos~!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).