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Sequía por Dark_Gaara

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Notas del capitulo:

Holaaaaa~!!! Sï, sí, lo sé, tardé un montón en actualziar u3u espero que me crean cuando digo que cada día me acuerdo de este fic y trato de tener tiempo para escribirlir u3u pero como siempre digo, prefiero tardar más pero hacer los capítulos bien, quedar conforme. Aunque admito que este cap no me gustó mucho como quedó, lo siento medio ooc, o como que no está a la altura de las expectativas u3u! Espero que no sea asi >< También les remarco que este cap es bastante más largo que los demás, así la espera vale más la pena ;D

Va dedicado a las personas que siempre comentan, no saben lo feliz que me ponen, me hacen sentir mal en tardar tanto, perdón T_T Pero también les comento que estoy en la época más difícil de estudios, asique prontó tendré más tiempo para dedicarle al fic n0n 

Esero que les guste~ nwn

-Ya está. ¿Te duele mucho, Rei?

-No, así está bien. Gracias Makoto-sempai.

-No hay de qué.-y sonrió amablemente como siempre hacía. Aunque su sonrisa estaba mucho más apagada.

 Estaban en la tienda de Makoto, con solo una luz, para evitar llamar la atención a esas altas horas de la madrugada. El tobillo de Rei ya no sangraba, cubierto por una venda y previamente tratado por Makoto. Nagisa miraba atentamente, serio, mordiéndose ligeramente los labios.

-Con esto ya podré volver a la guardia imperial.

-¿Qué dices, Rei-chan?-habló por fin, preocupado.-¿Piensas volver?

-No es como si pudiéramos hacer mucho más.-explicó pacientemente.

-¿Y Haru-chan? Ya sé que no podemos simplemente ir por él, pero volver a nuestras vidas normales…

-¿Normales?-dijo irónicamente Rei. Miró a Nagisa a los ojos, con seriedad.- Hace tiempo que vivimos para comprobar un rumor, lo que hemos hecho esta noche. ¿Qué más podemos hacer ahora? Tenemos que continuar lo que comenzamos.

-¡Por eso mismo, Rei-chan!-interrumpió enérgicamente el rubio.- ¡Debemos rescatar a…!

-Nagisa-kun.-interrumpió él esta vez. Veía la desesperación indisimulada de su amigo. Siempre era así, mostraba todas sus emociones sin reparo, sin vergüenza, sin casi conciencia. Él mismo a veces atravesaba aquello, pero no en esa situación donde no requerían pasiones, sino raciocionio.-¿Qué más quieres que hagamos? No podemos irrumpir en el palacio así como así, sería un suicido. Ya fue un suicidio haber entrado a los jardines secretos….

-¡Pero…!-gritó con ojos llorosos.

 Su alma se deshacía al pensar en abandonar, aunque fuese un tiempo, a su amigo en el palacio. En su sangre aún corría a gran velocidad la adrenalina de la noche, y no podía calmarse. No podía caminar por toda la tienda o saltarle encima a alguien, derrochando esa energía que tenía que era excesiva. Sólo podía quedarse allí junto a su amigo, herido por su culpa, y desesperarse al pensar en su otro amigo atrapado y encerrado. Haru debería estar allí con ellos, eran un equipo, un cuarteto. Pero no estaba, dejando vacío el puesto de quien mira y reflexiona para hablar poco pero seguro. No, él no podía estar días paseando por el pueblo, donde todo le recordaba a Haru. No podía hablar con las personas como siempre, ni reírse, ni dar espectáculos en la plaza, ni cantar, ni sonreír. No sabiendo que habían capturado a uno de los suyos. ¿Estaría encerrado? ¿Lo habrían llevado a alguna mazmorra? ¿Tendría frío? ¿Estaría aburrido?

¿Se encontraría con Rin?

-Nagisa-kun.

 No fue sólo la ternura en la voz de su amigo lo que lo hizo volver, sino que se había combinado con una tibia mano tocando su mejilla con suavidad. Rei estaba allí con él. Con el pie herido, acostado torpemente en el suelo, cansado, con los ojos agotados y una sonrisa triste en la boca. Porque así era: a pesar de todo, Rei sonreía, y extendía con  dificultad su mano para tocar esa mejilla frágil, para transmitirle su compañía, su confianza. Nagisa leyó eso en los ojos violetas, y sólo pudo suspirar. Con  una mano tomó la mano de Rei que aún reposaba en su mejilla, acariciándola, y con la otra se limpió las lágrimas.

-Rescataremos a Haruka-sempai.

-Él está atrapado…y  no podemos simplemente entrar…no tenemos ningún plan…-siguió sollozando el rubio.

-Logramos encontrar la fuente, ¿no? Y hace un tiempo pensábamos que no era más que un rumor.-sonrió débilmente.- Y rescataremos a Haruka-sempai. Pensaremos en algo. Pensaré en algo. Me infiltraré como guardia imperial. Buscaré información, quizás incluso pueda entrar al palacio y saber dónde está. Rescataré a Haruka-sempai, por él, por nosotros, por ti…No llores…

 Nagisa respiró profundo ante las palabras confiadas de Rei y correspondió a su sonrisa con las mejillas un poco encendidas. Le gustaba cómo Rei podía calmarlo aún en esas situaciones donde no podía saltarle encima y robarle un abrazo. Porque Rei sabía cómo se sentía su amigo, se sentía igual de desesperado, más inútil por esa pierna lastimada. No, él no se quedaría allí tirado deprimiéndose, ni conduciría a Nagisa a un rescate suicida. Él pensaría, razonaría, meditaría, planearía cuanto fuera necesario para traer a Haruka devuelta con ellos sin arriesgar otra vez al rubio. Su corazón se había oprimido de tal manera al verlo allí, tirado en el suelo mientras se acercaban a él los amenazadores guardias, que no permitiría que algo así pasase. No soportaría sentir otra vez que podía perder a ese chico de ojos magentas brillantes que sonreía siempre sin esfuerzo. No dejaría que se expusiera al peligro otra vez.

-Además-continuó el de anteojos- me sorprende de ti. Siempre tienes una fuerza de voluntad increíble, pensé que nada te parecía imposible.

-Lo sé….-murmuró apretándose contra aquella mejilla. Sus ojos rodaron hasta el tobillo lastimado de su amigo. Había sido su culpa, y lo sabía. Por su torpeza, por su debilidad, Rei estaba herido. No era grave, pero podría haberlo sido. No tenía caso exponerse al peligro otra vez si ese iba a ser el resultado. Debía hallar otra forma de rescatar a Haru, una que no significase tantos riesgos para ellos. Pero era tan difícil pensar, imaginándose a su amigo encerrado, quizás sólo, quizás con mala compañía. –Es sólo que no puedo dejar de pensar en Haru-chan. ¿Estará bien? ¿Le habrán hecho daño?-de pronto se dio media vuelta-¡¿Tu qué opinas, Mako-chan?!-gritó desesperado por sus propios pensamientos.

 Makoto había curado la herida de Rei con precisión automáticamente. Una vez que hubo terminado, se había alejado un poco, dejando que Nagisa estuviese con el herido. Él había preferido alejarse en silencio para reflexionar un poco sobre todo lo que había pasado. Sonreía, sí, porque su naturaleza tranquila no le permitía desgarrarse la piel ni gritar desesperado. Pero por dentro su alma había comenzado a carcomerse lentamente, como quien despierta de un sueño y aún no termina de interpretar la realidad. Las consecuencias de la captura de Haru estaban comenzado a hacer mella en su mente y en su corazón. Estaba completamente abstraído, por eso la pregunta del rubio lo tomó un poco por sorpresa. Miró a ambos: Rei acostado y herido, Nagisa arrodillado junto a él sosteniendo su mano contra su mejilla. Los envidió silenciosamente. Ellos se tenían el uno al otro. Jamás habían dudado de eso. Quizás ninguno confesase sus sentimientos abiertamente. Quizás se decían cosas cuando estaban solos. Por lo que Nagisa le decía, y el rubio siempre le contaba todo como si fuera su hermano mayor y confidente, el ojiverde sabía que no se habían confesado nada. Aún. Pero tampoco importaba, porque allí estaban ambos, uno herido por protegerlo, el otro a su lado sosteniéndolo. Ellos no estaban separados, ni dudarían jamás (Makoto estaba seguro) del cariño del otro, aunque estuviesen distanciados. No era igual en su caso.

-Yo creo-dijo tranquilamente, aunque triste. No le era difícil suponer sobre qué asunto le pedían opinión.-que deberíamos dormir. Estamos cansados y está amaneciendo. Para poder pensar con más claridad mañana sobre lo que haremos, debemos  descansar.

-¡Pero, Mako-chan…!

 El rubio calló cuando vio la mirada que le dirigía el ojiverde, cargada de emociones. Por un momento pensó en levantarse y abalanzarse sobre él, pero oyó que hablaba.

-Vayan al fondo de la tienda a recostarse. Yo iré en un momento.

 Rei también miró a Makoto. Sus miradas se cruzaron, y al de anteojos no le fue difícil descifrarla. Estaba seguro que era la misma mirada que él había puesto cuando vio a Nagisa en el suelo, cuando había tropezado.

 La mirada de alguien que ha perdido lo más importante.

 Sabía lo inoportuno que el rubio podía ser en aquellos momentos, porque también comprendía que Makoto necesitaba un momento a solas para procesar todo lo que estaba ocurriendo y sintiendo. Así que apretó su agarre a la mejilla del rubio para que este no se distrajese con sus ocurrencias.

-¿Me ayudas, Nagisa-kun?

-Claro que sí, Rei-chan-dijo alegremente priorizando a su amigo herido.

 Nagisa lo ayudó a levantarse y justos caminaron más adentro de la tienda. Se aseguró de que se acostara con  cuidado sobre la tela que servía de cama, y luego se recostó a su lado, permitiéndose apoyar su cabeza en su pecho. Rei siempre olía bien, no importaba la adrenalina que habían tenido esa noche. Olió esa fragancia que llenaba sus fosas nasales y perfumaba su alma. Y su pecho era tan cálido y fuerte, que sentía que allí podía estar bien, lejos de la sequía, de la crueldad del palacio, del rechazo de Rin, de la tristeza de Makoto, de la incertidumbre de Haru. En ese pequeño rincón sólo existían ellos dos, y él podría haber sido muy feliz allí, si no fuese porque quería demasiado a sus amigos, como para sacrificar su propio momento de felicidad.

 Rei envolvió el pequeño cuerpo de su amigo con su brazo, acercándolo un poco más, aprovechando que no se estaban viendo como para quedar en ridículo con el color rojo de  sus mejillas. Sentía el malestar de su amigo, así como el suyo propio. Ambos eran almas muy sensibles, siempre atravesadas por los sentimientos de las personas a su alrededor, sin poder despegarse de los demás completamente. Y eran conscientes de que el otro era de esa manera tan especial, que los hacía atraerse a pesar de las diferencias. Pero también les generaba un terror espantoso.

 El terror que genera saber que quien más amas puede arriesgarse a sí mismo por la felicidad de los demás.

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 Pasaron un rato así, hacía tiempo que el sueño les había ganado. En el caso de Rei, cuyo cuerpo lastimado rogaba por descanso, logró conciliar un sueño más o menos reparador y pesado. Pero la mente de Nagisa aún seguía trabajando, así que al cabo de un rato se despertó. Alzó la cabeza del cálido pecho de Rei buscando con la mirada a Makoto, pero no lo halló. Se levantó un poco y vio que aún estaba sentado donde había estado antes. Cuidando de no despertar a Rei, se levantó y se dirigió allí.

-¿Mako-chan?-murmuró para que supiese de su presencia.

 Makoto se giró, y el corazón de Nagisa se oprimió un poco. Makoto no lloraba, pero sus ojos estaban húmedos y rojos, como quien ha llorado en silencio. Su boca trató de esbozar una sonrisa, que terminó en un deplorable intento más triste que feliz. Sus movimientos eran suaves, como siempre, pero más que su aspecto grácil usual, daba la sensación de que un enorme peso no le permitía moverse con libertad. La densidad que estaba en su alma se trasladaba a su cuerpo.

-Ahora voy a dormir, Nagisa.- dijo casi paternalmente.

 Nagisa meneó la cabeza, explicándole en silencio que no se iría a dormir por una excusa como aquella. Miró seriamente a su amigo, tratando de demostrarle que estaban en igualdad de condiciones, por más que sabía que no era así.

-Mako-chan….-comenzó sin dejar de mirarlo.- Yo también estoy preocupado por Haru-chan…

-Él estará bien.-lo interrumpió Makoto con esa sonrisa triste aún adornando su rostro.

 Nagisa se mostró contrariado, al no comprender si Makoto decía eso para calmarlo, o si lo que lo tenía preocupado no era el bienestar de su amigo. ¿Qué podía ser más doloroso que la incertidumbre de saber cómo estaba Haru estando capturado en el palacio? El rubio no soportó más refrenar sus impulsos, lo que venía haciendo desde que había escapado, y se le tiró encima. Para él, era necesario sentir otro cuerpo junto al suyo, protegiéndose mutuamente. Necesitaba ese cariño. Makoto sólo se preocupó en atajarlo, acostumbrado a los arranques del más pequeño. A él tampoco le venía mal recordar que no sestaba solo en todo aquello.

-¡Tienes razón, Mako-chan! Debemos pensar que Haru-chan está con Rin-chan….

 Nagisa notó como Makoto se estremecía entre sus brazos. Lo miró, y vio que los ojos verdes se llenaban de angustia y molestia a la vez.

-Eso es lo que me preocupa….-murmuró entre dientes.

-¿No confías en Rin-chan?-preguntó inocentemente el rubio. Él estaba seguro de que Rin no permitiría que le hiciesen daño a Haru. Le preocupaba más que se enterase de la presencia de este en el palacio que cómo reaccionaría.

 Makoto lo miró a los ojos, y Nagisa supo que no debía decir nada más al respecto. Porque en los ojos verdes había sentimientos que no eran los usuales, y el rubio ya había percibido que sólo se manifestaban cuando estaban cerca de Rin, o lo nombraban. Sabía que Rin había estado mal con ellos, los había traicionado como amigos y como vasallos, aún así, no podía enojarse completamente con él. Era más bien que le preocupaban las actitudes de su amigo, como quien siente que alguien hace las cosas mal por perder el camino, y quieren hacer que vuelva a encaminarse.

 Pero sabía que Makoto no sentía lo mismo. Sí, él también era una gran persona y un gran amigo, sin embargo, las cosas con Rin iban más allá de eso. Y es que el rubio percibía que entre Haru, Rin y Makoto había una extraña energía y tensión cada vez que estaban juntos, como si algo los incomodase, más allá de su cariño o las sonrisas que compartían. Esos tiempos, donde los cuatro eran inseparables habían quedado atrás hacia mucho, por culpa de Rin. Cada uno había sido marcado de una manera distinta. Nagisa sabía que a Makoto se le erizaba la piel cada vez que nombraban al príncipe, y que miraba desesperadamente a Haru, quien solía sonreír, al menos con la mirada. Rin los había herido, traicionado, pero no todos se lo habían tomado de la misma manera. Jamás lo habían hablado demasiado entre ellos, porque todos estaban heridos, sobre todo el de ojos azules. Por ello, Nagisa se había propuesto volver a juntar a Haru y Rin, de alguna manera, para poder ver de nuevo brillar esos ojos tan especiales de Iwatobi. Makoto nunca parecía convencido del todo, como si algo lo incomodase. Al rubio no se le hacía complicado imaginar la razón de esa reticencia del de ojos verdes, pero no podía evitar entir que Haru se marchitaba cada día más. Cada momento parecía ensombrecerse más, y no sonreía como antes. Ni siquiera ese viaje que había emprendido le había de vuelto algo de su brillo. Sólo cuando decididoern, efectivamente, infiltrarse en el palacio, Haru había mostrado que aún vivía, que algo dentro de él aún latía.

 Porque sabía que podía llegar a ver a Rin. O al menos, a saber la verdad.

 No es que no pensase en Makoto. Sabía que a él no le gustaba la idea de que Rin volviese a la vida de Haru. Es que, Haru se veía siempre tan taciturno, tan roto, tan ido, tan triste….

Makoto suspiró, cansado. Su corazón se estrujaba ante la mención de ese nombre. Rin, que siempre le ganaba. Rin, a quien le había dado su confianza  y lo había traicionado. Rin, que había hecho brillar a Haru, lo que él jamás había podido lograr completamente. Rin, que luego se había ido, apagando aun más que antes esos ojos azules. Rin, siempre Rin, arreglando y rompiendo, sacando sonrisas y lágrimas, preocupándolos. No lo odiaba. Pero la idea de Haru encerrado a su merced no le agradaba para nada.

-Lo importante-dijo la voz chillona interrumpiendo sus pensamientos- es que Haru-chan esté bien, ¿verdad?

-Así es.-contestó tranquilamente.-Lo importante siempre es que Haru esté bien…

-Y nosotros nos aseguraremos de eso.-dijo sonriendo, buscando fuerzas para hacerlo.

Al rubio tampoco le agradaba la idea de que Haru estuviese encerrado. Poruqe ni siquiera tenían certezas de que hubiese podido hablar o ver a Rin. Está bien que estaba en el palacio, pero había sido apresado, capturado en la peor situación posible. No, el re encuentro de esos no debía ser así, uno con poder y el otro subordinado. Aquello no resultaría bien. Tenían que rescatar a Haru.

-No será tan fácil.-decretó Makoto, seriamente. Nagisa lo miró tratando de entender si su tono era de desesperanza, de determinación, o de ambas. El ojiverde se apresuró a aclarar- No digo que no podamos hacerlo. Pero ambos conocemos a Rin…y sabemos que no dejará ir a Haru tan fácilmente.-“No ahora que por fin lo tiene para él, aunque no lo merezca” agregó para sí. Luego continuó-Tendremos que planear muy bien las cosas. Tendremos que hacer algo grande….

 Nagisa lo miró atentamente, sabiendo que en parte su amigo tenía razón, pero sobre todo sorprendiéndose de la determinación inquebrantable que mostraban esos ojos verdes. Era obvio que Makoto no se dejaría ganar tan fácilmente. Ante su mirada fija en él, Makoto sonrió con cansancio.

-Lo lograré. Lo lograremos, ya lo verás.

 Ya había amanecido, hacía rato. Ambos se quedaron allí, acompañándose en silencio, queriendo creer que realmente lograrían rescatar a su amigo.

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Su mano acarició con lentitud el alféizar, también azul, de la ventana. Se acercó un poco para mirar a través de ella, y volvió a sorprenderse, si es que había más sorpresa en su corazón ese día. Dese allí podía observarse una parte de los jardines secretos, aquellos que hacía sólo unas horas había recorrido junto a sus amigos, y que lo habían destinado a esa habitación donde estaba. Recorrió el paisaje sin ver en realidad, porque una cruel realidad le cayó encima de golpe: si desde esa habitación podía verse un lugar prohibido y desconocido a la población en general, era porque no estaba contemplado que saliese. EL mensaje oculto era que debería quedarse allí, quizás para siempre.

Era una cárcel. De cristal, pero una cárcel al fin.

 ¿Por qué estaba allí y no en una mazmorra oscura y subterránea, como sabía que existían, sobre todo par criminales como él que habían desafiado la autoridad del palacio? No lo sabía. Solo Rin conocía la razón ya que él lo había decidido así. Él sólo podía esperar que en algún momento fuese a visitarlo.

Poder hablar con Rin…

Su corazón latía más rápido con sólo pensarlo. Había pasado un rato desde que lo habían destinado a ese cuarto. No había podido dormir de la ansiedad que sentía. Había vuelto a ver a Rin. Quizás no era exactamente el mismo niño de mirada traviesa y dulce sonrisa que conociera hace años, pero aún seguía siendo Rin, lo presentía en el fondo de su pecho. Tenía la esperanza de descubrir en esos ojos rojos, detrás del manto de frialdad y autoridad que ahora los nublaba, la antigua felicidad que Rin destilaba. El primer paso estaba listo: ya había logrado verlo y hablar con él. Incluso parecía que se preocupaba por él, instándole a delatar a sus amigos para poder absolverlo de la culpa. Haru no pudo evitar sonreír ante este pensamiento. Que Rin lo reconociese ya lo había puesto alegre. Y si realmente se preocupase por él….significaría que aún sentía algo por él. Esa pequeña luz de esperanza le bastaba al oji azul para sonreír, esperando el momento de hablar con Rin a solas y averiguar la verdad.

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-¿Entonces, Rin-sempai?-preguntó la voz chillona a su lado.

 Rin camina con rapidez y decisión, mientras Nitori trataba de seguirle el ritmo a su lado. Estaba preocupado por su príncipe. Lo conocía lo suficiente como para saber que estaba inquieto, muy inquieto. Y no era difícil suponer que la causa era ese pueblerino de ojos muy azules, cuyo encuentro tanto había sorprendido a Rin. A Nitori le molestaba de sólo pensarlo. ¿Por qué tenía que venir ese estúpido chico a molestar así a su príncipe? Estaba más ido de lo normal.

-¿Qué?-preguntó con molestia sin siquiera voltearse a ver a su consejero.

-Le estaba preguntando si quiere que vayamos a buscar a las personas que mencionó que deben haberse infiltrado junto al prisionero….

-¿De qué hablas?-lo increpó Rin de pronto deteniéndose y mirándolo desafiantemente.

-Bu-bueno, dijo que suponía quienes eran los que se habían infiltrado en los jardines secretos asique….

-Es sólo eso, una suposición.-remarcó fastidiado. No, no quería que Makoto y Nagisa fuesen perseguidos. No sabía aún qué estúpida de idea los había llevado a hacer semejante aventura, ni cómo se le había ocurrido a Haru. Debía completar más el rompe cabezas antes de mandar a capturar a alguien así como así.- No sabemos quiénes fueron en realidad.

-Pero dijo…-insistió Nitori, pues se le hacía que si capturaban a esas personas, el asunto estaría cerrado, y no tendrían por qué mantener a ese chico en la habitación azul.

-¡Basta!-le dijo de mala manera.

 Luego volvió a caminar, sin esperar respuesta. Estaba cansado, y sólo podía pensar en llegar al cuarto donde había mandado a Haru. No quería pensar en nada más por el momento. Nitori lo siguió en silencio. El cuarto estaba ubicado al fondo de un pasillo. Cuando llegaron a la puerta, Rin se detuvo y tomó aire. Miró a Nitori por el rabillo del ojo.

-¿Te marchas?

-Um, sí..etto….Rin-sempai…cualquier cosa avísame.

 Contra sus deseos, Nitori dio media vuelta y se fue. Vio como Rin se removía las manos, nervioso antes de suspirar y entrar al cuarto. Él también suspiró, mientras sentía que su corazón se apretujaba.

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 Ante el sonido de la puerta dejó de mirar hacia fuera de la ventana y volteó hacia la puerta. Su corazón se detuvo un segundo, preso de la emoción y la felicidad, al ver que Rin entraba a su cuarto, sin acompañantes.

 El pelirrojo terminó de entrar y cerró con rapidez la puerta, esperando que nadie lo hubiese visto. Cuando se dignó a levantar la mirada, creyó que caía en un abismo. Esos ojos azules parecían tomarlo y llevarlo a un remolino de emociones del cual no podía escapar ni aunque quisiese. Y tampoco era como si quisiera hacerlo.

-Rin….-murmuró Haru suavemente.

-Haru…-respondió el mencionado, más suavemente que como solía hablar.

 Ambos se miraron en silencio un largo rato, sin poder hablar, atrapados en la mirada del otro, estudiándose, viendo el paso de aquellos años de separación. Parecían una eternidad,  y, a la vez, parecían haberse esfumado en un segundo, como si siempre hubiesen estado juntos. Haru sonrió suavemente, de esas sonrisas que sólo Rin sabía sacarle, y que se había guardado todo ese tiempo. Se acercó lentamente hacia su amigo, sin despegar su mirada. Rin lo miraba atónito, dándose cuenta de cuánto había pensado en Haru, en cómo luciría, en cómo se sentiría al verlo. En cómo y cuánto lo odiaría.

 Y allí estaba ese cabeza hueca de ojos azules sonriéndole como si se hubiesen visto el día anterior. Con esa sonrisa tranquila, de que todo estaba bien. Porque así era para Haru en aquel momento: estaba con Rin, los dos solos, así que nada más importaba. Haru se detuvo a unos pocos centímetros de él, y estiró su brazo, hasta que su mano se posó en la mejilla ajena. “Tan suave…” pensó,  en un éxtasis que lo había hecho olvidar todo su dolor y su enojo. La mejilla de Rin ardía de vergüenza. Haru la apretó un poco, y quiso acercarse un poco más. Un poco más cerca de Rin, y lograría be….

 La mano fue apartada con brusquedad.

 Rin se volteó y caminó un poco para alejarse. Haru, aún con la mano extendida, se quedó viendo el lugar vacío donde tan sólo un segundo atrás estaba Rin. Luego, se volteó para verlo, aún sorprendido y dolido. Rin le dedicó una mirada feroz.

-No juegues conmigo, Haru. No puedes hacer lo que quieras. Soy un príncipe ahora.

-¿Y eso qué? Siempre lo fuiste.-inquirió confundido el oji azul.

-Pero ahora estoy próximo a ser rey, así que debes respetarme. De hecho, deberías llamarme Su Majestad.

-¿Qué?-preguntó ofendido.- Te seguiré llamando Rin.-y un poco soberbio, agregó-O Rin Rin, si lo prefieres.

 Haru contuvo la risa ante la vena que se marcó en la frente de Rin. Siempre era tan fácil y divertido molestarlo….

-No vine aquí a discutir nimiedades.

-¿A qué viniste, entonces?-preguntó desafiante, aunque con temor.

-A que me digas con quiénes te infiltraste ayer. Debes cooperar si quieres que todo salga bien.-dijo duramente.

 Haru sintió que su corazón se oprimía. ¿Realmente eso es lo que buscaba Rin de él? ¿Información? Se había ilusionado al verlo allí en la puerta, mirándolo fijamente, sin su rostro de autoridad. Había creído que había ido a ver cómo estaba, a hablar con él, a aclarar las cosas.

-¿En serio viniste por eso?-no pudo evitar comentar.

 Rin desvió la mirada, avergonzado.

-Claro que sí. Tengo obligaciones que cumplir. ¿Cooperarás….?

-No.-refunfuñó. Cerró los ojos un momento, tratando de no desesperarse, porque sabía que con el pelirrojo no servía de nada. Cuando los abrió, una nueva determinación iluminaba su mirada. Con la frente en alto, lo encaró.- No te diré nada.-sabía que si decía algo, no solo sus amigos correrían peligro, sino que Rin dejaría de tener una razón para mantenerlo allí.

-Qué testarudo eres.- dijo en un suspiro. Lo cierto es que la respuesta de Haru lo había dejado tranquilo. Si Haru no decía nada, él no podía hacer nada. Era la excusa perfecta, al menos por el momento.- Supongo entonces que no tengo nada más que hacer aquí.

 Lo cierto es que Rin no podía soportar mucho más tiempo la presencia de Haru. Esos ojos tan azules, donde veía cariño, lo estaban desesperando. De a momentos tenía ganas de estrecharlo entre sus brazos, y llorar en su hombro, pidiéndole perdón. Lo peor de todo es que sabía que Haru lo perdonaría. Y el no podría soportar eso. Doblegarse de esa manera ante una persona que lo conocía mejor que él mismo….no, debía mantenerse firme, era un príncipe. No podía dejarse vencer por el pasado. Ni siquiera por Haru. Pero vaya que le estaba costando, más si el chico lo miraba de esa manera, y lo tocaba. Lo mejor sería marcharse de allí cuanto antes, para poder pensar con claridad.

 Rin se dio media vuelta, dispuesto a irse. pero una mano lo detuvo. Haru no dejaría que Rin se marchase sin haber comprobado que en sus ojos había un rastro del viejo Rin. No, no desaprovecharía esa oportunidad de hablar. Quien sabe si volvería a tenerla. Y tenía tantas cosas que preguntarle. Por qué lo había mandado a ese cuarto, por qué se había envestido en esa fría autoridad, por qué hacía años….

-¡Rin, espera! ¡¿Por qué….?!

-¡No me toques!-le gritó enfurecido y avergonzado.

 Rin se dio media vuelta y en un rápido movimiento acorraló a Haru contra la pared, robándole un jadeo cuando chocó con esta. Rin había tomado sus dos brazos, impidiéndole la huida, y obligándolo a mirarlo a los ojos. Estaban muy cerca.

-Escúchame bien, Haru.-dijo mordaz.- Soy un príncipe, próximo a ser rey. No puedes tocarme cuando se te antoja. No puedes llamarme Rin. No puedes…

-Nunca te molestó cuando éramos pequeños….-trató de defenderse, aunque realmente costaba  teniendo a Rin tan cerca.

-¡Ya no somos niños, por dios!-y acercándose un poco, agregó- Yo soy un príncipe y tú un vasallo. Me perteneces, Haru. Eres mío.

-Siempre fui tuyo…-murmuró inconscientemente, presionado por la atmósfera en la que estaba sumido.

 El corazón de Rin dio un vuelco ante estas palabras, y se alejó rápidamente. Haru se frotó las muñecas adoloridas por el fuerte agarre de Rin. El pelirrojo volteó para ocultar lo rojo que estaba su rostro. Se acercó a la puerta, y se detuvo frente a ésta.

-Haru, tienes que ser muy cuidadoso si realmente quieres sobrevivir aquí.-dijo enigmáticamente sin voltear.- Más tarde haré que traigan comida.

 Sin decir nada más, abrió la puerta y se fue.

 

 

Notas finales:

¿Les gustó? ¿Esperaban ya un beso de Rin y Haru? Pues lo siento, pero todos sabemos que en el animé pasan muchas cosas antes de que estén bien entre ellos xD Acá no va a ser tan así, pero bueno, Rin es una persona complicada xD Haru tendrá que ser paciente

 Sé que le dedico mucha parte a los demás, siempre pienso en hacer algo cortito y al final se me va de las manos Dx pero también es para que se entienda lo que pasará después ôwô espero no ser muy densa.

 Agradezco muchísimo que me dejen algún comentario para saber si este fic va gustando, si no lo ven bien, qué cambiarian, lo que sea <3

Nos leemos~!


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