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No es como un cuento de hadas... por minima

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Notas del capitulo: Hola mis apreciados lectores, supongo que la mayoría ya está en verano y disfrutando de un descanso de la escuela si estudian, supongo que en que hemisferio o lugar hace calor o frio, aquí en particular donde vivo hace calor, mucho, quiero que llueva o que ya sea invierno de nuevo algunos días… aquí les traigo un nuevo capi, tal vez me tarde uno tres a cinco capis más antes de terminarlo… pero quien sabe, eso mismo me dije cuando hice “amo a un dragón” y salieron varios más
3.- Curiosa amistad

Hiccup sabía que su vida no era la mejor, pero ya estaba conforme con lo que le toco, no todo en ella era perfecto, en realidad mucho de ella distaba de serla, pero eso no quería decir que no podía tener momentos felices.

Desde la muerte de su madre se sentía muy solo, nana Gothi era la única en la aldea que lo trataba completamente bien, fuera de ella o la mayoría del pueblo lo ignoraba como si no existiera o los niños de su edad o más grande lo intimidaban, simplemente por ser diferente.

Nana Gothi ahora la única familia que le quedaba, no importaba que no tuvieran lazos consanguíneos, ambos se deprimieron mucho con la muerte de su madre, ella al perder una amiga, él por perder a su amada madre, encontraron consuelo en la compañía del otro y la fuerza para levantarse después de la tragedia.

Había aprendido desde muy pequeño que la gente del pueblo jamás lo aceptaría, no era como ellos.

Mientras que muchos de ellos pensaban en ser fieros guerreros cuando grandes, vivir aventuras, pelear con romanos o pueblos enemigos y bestias, el tenia sueños para su futuro mucho más tranquilos. Hiccup prefería pensar que en su futuro podría encontrar un rincón propio donde podría vivir en paz y tranquilidad, si no era en esta isla seria en otra, tal vez una con gente más amigable y que lo trataran bien, a pesar de ser diferente, pero sino podía encontrar una aldea que lo aceptara no tenía problemas en conformarse con una isla desierta de humanos, pero no así de creaturas y animales.

Los animales y creaturas podían ser mucha mejor compañía que los humanos.

No juzgaban, no lo intimidaban porque si, eran creaturas inteligentes dijeran lo que dijeran los demás aldeanos de que los animales y las bestias eran puro instinto y sin conciencia, y podían ser buenos amigos.

Jugaba con las aves y cantaba junto a ellas, jugaba al escondite con liebres y roedores, incluso los jabalí eran divertidos y amistosos con él, se había hecho una especial amistad con una familia de jabalís, los cachorros jugaban con el como un hermano más, había días en que terminaba tan lleno de lodo que nana Gothi decía que parecía más el hijo de gnomo en vez de un hijo de hada mientras le picaba los cachetes y lo mandaba a bañar, y la madre de los cachorros le enseñaba muchas cosas como a los cachorros como buscar alimento entre las raíces de los árboles, como hongos de apariencia fea y desagradable pero de un muy agradable sabor al ser cocinados, aunque crudos no sabían tampoco mal.

Para él nunca le pareció extraña ninguna de sus amistades en el bosque, jamás se sentía solo junta a todos esos animales y en aquel bosque, donde nació y creció, donde aún podía sentir la presencia de su madre aun a su lado, se sentía más a gusto y seguro que cuando paseaba entre las casas de la aldea de Berck.

Aunque no solo eran animales del bosque los que llegaban a vivir en ese lugar. Después de todo su madre era un hada, un hada que le enseño bien todo lo que pudo hasta el día que se la apartaron de su lado, y le enseño sobre las plantas, sobre los animales, y sobre las cosas que pudiera encontrar en este mundo en historias que le contaba de día y de noche, relatos del otro mundo apartado de los humanos, y las creaturas que vivían en él y las que con o sin temor, como ella, gustaba sobrepasar ese velo que los separaba y exploraba más allá de sus propios dominios.

Hadas hermosas y poderosas como ella, gnomos, duendes, trolls, sátiros y centauros entre otros, ninfas, unicornios, sirenas y nereidas, y más era lo que describía en sus relatos, que no los tomaba jamás como simples cuentos, sino como enseñanzas de la propia cultura de su madre, y a su vez, de la suya propia.

Pero esas creaturas que describió con anterioridad no vivían en ese bosque, aunque alguna vez vivió una hada, que fue su madre, y él aún vivía ahí, un medio hada, sino otras de las cuales su madre le advirtió que tuviera especial cuidado por su peligro potencial.

De hecho cuando su madre estaba viva tuvo la oportunidad de verlas de lejos, eran pequeños, de una piel lisa y escamosa como las serpientes o lagartijas, y tenían alas, por el simple hecho de tener estas extremidades, fueran creaturas mágicas o no, le llamaban poderosamente la atención; Hiccup al haber nacido sin alas tenía cierta tristeza y frustración por este hecho, cuando su madre estaba aun con él lo llegaba a cargar en sus amorosos brazos para experimentar la dicha del vuelo, a sensación de libertad y felicidad era incomparable, pero perdió esa alegría junto a otras con la muerte de su progenitora.

Miraba siempre con admiración aquellas creaturas que nacieron con la bendición de volar y permitiéndose soñar que sería de él sí tendría unas alas propias, quizás volaría lejos, lejos pero muy lejos a lugares desconocidos y maravillosos.

Ahora, ¿de qué creaturas habíamos estado hablando con anterioridad? Pues de dragones ni más ni menos, pero de una especie pequeña a comparación de los que se contaba en leyendas que a la mayoría atemorizaría de imaginar la sola idea de poder enfrentarles.

Su madre le contaba que podían ser creaturas volubles y peligrosas si no se les trataba con respeto, le había contado muchas cosas, que eran fuertes y fieros, que sus escamas eran gruesas y su rugido atronador, algunos podían ser tan grandes como una montaña y otros, como los que gustaban visitar las costas más alejadas de la aldea en la isla, podían ser tan pequeños como un perro o gato, podían escupir fuego y tenían una fuerza en sus alas envidiables, con tono pícaro recordaba la voz de su madre diciendo que una vez intento volar a la par de un dragón muy tolerante con sus vecinos, había sido una carrera emocionante pero la cual no pudo ganar, ella decía que quizás era porque él ya era un adulto y ella cuando se propuso a hacerlo aún era joven, se preguntaba si se encontraban de nuevo podría ganarle.

Jamás llegaron a molestar a aquellos dragones de pequeño tamaño, ni ellos a su madre y a él cuando paseaban por este bosque, era como un acuerdo sin palabras.

Pero hubo un día, un día tiempo después de que su madre se había ido, que se aventuró más allá de ese límite, esa pequeña línea temerosa que le decía que no debía aventurarse tan cerca de algún dragón así como así.

Realmente no fue nada temerario o audaz, al menos así lo cree él, recuerda que estaba particularmente triste ese día, aun no superaba la muerte de su madre y el bosque le recordaba tanto a ella, a veces creía que si se quedaba quieto el suficiente tiempo cerca de donde ella… donde el hacha estaba, podría escuchar su voz cantar u oler de nuevo el aroma de ella, pero ese día no quería estar en el bosque, tampoco en la choza de nana Gotti, no podía ir a la aldea, y el punto al que podía ir ese día fue adonde más lejos le podían llevar sus pies, la costa de la isla al lado contrario de la aldea, donde los riscos que daban cara al mar estaban, y donde en particular algunos de los dragones que había visto con su madre gustaban andar.

Antes en ocasiones había ido a la playa con su madre, no a esta en particular pero si había ido a ellas, ahora que se encontraba en la orilla de los riscos se daba cuenta que era más fácil bajar al nivel de la playa en los brazos de su madre ella volando que descifrar la manera de bajar de la manera más segura por la pared de rocas con sus pies descalzos.

Hiccup era un niño muy listo así que no le tomo mucho tiempo descifrar como bajar, pero una cosas era tener la idea y otra llevarla a la práctica, había encontrado un sendero angosto en la roca que lo llevaría hasta abajo, no le temía a las alturas y tenía buen equilibrio, pero la roca bajo sus pies era fría, algunas partes eran húmedas y resbalosa, le tomo varios minutos bajar y cuando ya se encontraba en la playa sentía que realmente había cambiado completamente de entorno, lo rodeaba la roca y una fuerte briza marina, el aroma a sal y algas por un momento te hacia olvidar que a unos metros arriba había un frondoso bosque, era agradable estar ahí.

Era un nuevo lugar que explorar.

Se escuchaba el sonido de las olas chocar contra la orilla, el ligero aullar del viento y el grito de unas cuantas gaviotas, camino sobre las rocas y arena sintiendo la textura que variaba entre lo liso y frío de la roca o el de los múltiples granos de arena húmedos que se pegaban en la planta de sus pies provocándole algunas cosquillas o un leve picor.

Camino cerca de la orilla viendo que podía encontrar, conchas, algas o incluso pedazos de troncos le resultaban fascinantes, luego entre las rocas podía encontrar pequeños charcos con pequeños mundos adentro como un lago en miniatura, algunos tenían pequeños cangrejos y caracoles, otros contenían pequeños peces más pequeños que su dedo meñique que se escondían al sentir su presencia entre las algas o conchas que en los charcos se encontraban, algunas algas parecían pasto verde y otras asemejaban a flores.

La exploración de esos pequeños mundos y de ese lugar lo mantuvo tan entretenido que no se percató del repentino silencio de las gaviotas debido a que estas habían huido a un lugar más seguro en su consideración, ya que habían llegado al lugar seres a los que había de tener cuidado.

No se dio cuenta de que tenía compañía hasta que literalmente había uno de esos visitantes del lugar delante de sus ojos.

El dragón había aterrizado en una roca a la altura de sus ojos delante de él, cuando alzo la vista era inevitable que se vieran mirada con mirada, parecía un poco molesto pero a la vez curioso, Hiccup se encontraba sorprendido y fascinado.

El pequeño dragón, conocida su especie para la mayoría como terrible terror, miro a lo que creía que era cría de humano, la idea de espantarlo de esos territorios corrió por su mente por el simple hecho de pertenecer a esa raza pero algo lo detuvo, o más bien cierto aroma, ya que esa cría no olía como a un humano en realidad, tenía ciertos aromas de ellos, pero nada fuertes, en realidad tenía un aroma más a bosque y animales, y a algo más que no podía intensificar.

Sea lo que sea no era definitivamente humano, ¿Qué era?

-Lindo-

¿Qué? ¿Qué es lo que el no-humano-algo había dicho? …l no era nada “lindo”, era una fiera, una bestia a la que hay que temer no…

-Eres lindo, me gusta como brillan tus ojos- Hiccup comento con toda la ingenuidad e inocencia que un niño podía tener, sin temer tentar la furia de un dragón con ese comentario.

Tales palabras le causaron una especie de picor en el pecho del dragón, ya no sabía si estaba tan molesto.

Que otra creatura no perteneciente a la raza de los dragones elogie a uno no era un suceso muy común en este mundo.

Hiccup no era tonto ni estúpido, pero a veces sufría de esos lapsos en que se le ocurrían, o más bien, actuaba sin pensar haciendo actos temerarios que ponían en serio en duda su inteligencia o su instinto de auto preservación.

Sin que al dragón le diera tiempo de reaccionar el de ojos verdes estiro la mano y entro en contacto con la tibia piel escamosa de la susodicha bestia, no se sentía como la piel de cualquier otro animal al cual hubiera tenido contacto, las escamas eran para nada ásperas o rugosas sino algo suave, como las rocas que por la erosión del agua presentan un aspecto liso, pero palpitante y tibio al tacto, alguna vez tubo la ocasión de agarrar lagartijas o una pequeña culebra pero estas distaban de esta tibieza en su piel que presentaban los animales que tenían pelo en su cuerpo en vez de escamas.

La pequeña bestia estaba asombrada, ya estaba a punto de gruñir o soltarle un mordisco a la mano que se había atrevido a tocarle pero de nuevo a Hiccup se le ocurrió otra osadía, empezar a acariciar suavemente las escamas.

En realidad eso que hacía con sus dedos no se sentía nada mal.

El pequeño dragón no tardo en empezar a ronronear, para Hiccup fue una pequeña victoria, no estaba haciendo algo que le hiciera daño, todo lo contrario.

Sin que ellos supieran empezaron a tener público.

Tal vez los terrible terror no eran los dragones más sociales, y en realidad la mayoría de las peleas que llegaban a tener en su vida eran entre ellos por territorio, alimento, o por una pareja potencial, o porque simplemente podían pelear entre ellos, pero socializar con otras especies era algo que en sus más locos sueños jamás imaginaron.

¿Qué tan especiales son aquellos momentos? ¿Qué tan especial será ese niño?

Esto le sale tan natural a Hiccup, no era un domador de bestias, porque él nunca impondría su voluntad sobre otra cualquier creatura, era el don de ser capaz de conectarse con ellas, de crear un vínculo y una amistad con aquellos seres que en alguna medida estaban dispuestos a formarlo.

El dragón se deja hacer, deja que los pequeños dedos le acaricien de manera suave y gentil, solo despierta de su estupor cuando se da cuenta con los gruñidos a su alrededor que no está completamente solo.

~¡¿Qué haces?!~

~Es humano~

~No, no humano, aroma diferente~

~¿Qué es?~

-Uh… tal vez debería irme- es en medio de todos esos gruñidos entre los dragones que Hiccup empieza a pensar que tal vez no fue una de sus mejores ideas permanecer ahí cuando aparecieron los dragones en la playa, aun no tiene miedo pero está empezando a ponerse nervioso con todas esa miradas nuevas posadas sobre él, y de los nervios al miedo puede haber un segundo de diferencia.

Ya se está incorporando y listo para marcharse al bosque nuevamente, tal vez iría a jugar con sus amigos jabalís.

~Hey, ¿a dónde va?~

~Ya espantaron al cachorro~

Hiccup camino con cuidad de regreso a la pared del acantilado, no quería molestar a los dragones, sabia respetar el espacio de los demás y sabía que algunos podían ser más celosos de su espacio que otros, por ejemplo los jabalís, él se llevaba muy bien con muchos de ellos y podía visitarlos en su territorio, pero si fuera cualquier otra persona estos lo perseguirían intentando golpearlo amenazándolo con sus colmillos, podían ser animales muy tiernos y agradables en su opinión, pero también estaba el hecho que no dejaban de ser seres territoriales, sabía que los dragones podían sentirse no muy a gusto con su presencia en lo que consideraban su territorio.

Los dragones siguieron gruñéndose entre sí cuando Hiccup ya se encontraba parándose por el camino por el que había bajado a la playa, hasta que uno de ellos, el mismo al que había acariciado, se interpuso en su camino.

No le gustaban los extraños, ni tenía un agrado por otras especies, pero este joven cachorro parecía… especial, además le había agradado mucho sus caricias.

~¿Qué haces nuevamente?~

~El cachorro ya se iba…~

~Oh dejen de molestar, es un cachorro agradable~

~¡¿Qué?!~

-Ya me iba, no es necesario que te enojes- Hiccup realmente esperaba no haberlo hecho enojar, no era bueno con los enfrentamientos.

Ahora era el turno del medio fae para sorprenderse, el pequeño terror no escupió fuego o gruño, tampoco soltó algún zarpazo o siseo como alguna serpiente disgustada, soltó un pequeño sonido que bien podía ser entre un gruñido o ronroneo, tal vez así sonaban los dragones cuando hablaban.

-¿No estás enojado?-

El pequeño terror simplemente salto y revoloteo un poco y se posó frente a su cara para resoplar algo de humo que le provoco cosquillas en la nariz al niño, luego cayó cerca de su mano y restregó su cara en ella.

Oh eso había sido interesante, no estaba molesto.

Una vez que el dragón se posó nuevamente en el suelo Hiccup ya se encontraba en cuclillas con la mano estirada, esta vez dudo un poco en acariciarle pero una vez que vio a los ojos del dragón supo que este no le haría daño.

Los demás dragones se quedaron sorprendidos por el comportamiento de su compañero, algunos se acercaron con curiosidad para saber qué era lo que el cachorro estaba haciendo para quedarse aún más sorprendidos con el ronroneo que soltaba el pequeño terror.

Tal vez que el cachorro no-humano paseara con ellos por la playa no sería tan mala idea, no causaba ningún mal.

Fue el comienzo de una curiosa amistad en la isla.

Los terribles terror le empezaron a tomar cariño al pequeño medio fae.

Así el pequeño Hiccup se hiso de amigos tan peculiares.

Poco a poco empezó a conocer a cada miembro de ese grupo de dragones que visitaba la isla y sus costas, podían ser seres realmente temperamentales pero también muy cariñosos y juguetones cuando querían, no eran seres con malicia realmente aunque había veces que podían ser traviesos, su alimento favorito llegaba a ser el pescado sobre toda las cosas, causa de más de una pelea entre ellos al conseguir alimento.

Era divertido pasear tiempo con ellos y descubrir más cosas de ellos, como que a pesar que no comieran plantas realmente, tenían cierto gusto por algunos aromas de ellas hasta el punto de restregarse sobre ellas si había muchas de ellas, o que a pesar de ser pequeños eran seres fuertes en comparación a varios animales que vivían en el bosque.

Los dragones no vivían en la isla de Berk, suponía que tenían su hogar en otra isla lejana, venían aquí por la pesca, por lo que suponía que había veces que no había muchos peces donde vivían o tenían competencia.

No eran muy sociales con otras creaturas, una vez trato de jugar a la vez con los jabalís y unos cuantos dragones que le siguieron al bosque y digamos que no termino muy bien el encuentro. Nadie resulto herido pero había sido una increíble cantidad de rugidos y gruñidos que había escuchado ese día.

Tenía el presentimiento de que se habían contenido porque él había estado presente.

Los dragones frecuentaban más la isla en ciertas épocas del año, como verano y primavera, periodos cortos en esa parte del mundo, pero favorables por el clima y por la abundancia de alimentos, como el pescado y los frutos del bosque. Era en otoño e invierno que ellos empezaban a dejar de venir a las costas de Berck, varias aves hacían lo mismo, incluso los animales que habitaban la isla disminuían su actividad en esas épocas e incluso invernaban, tomaban un largo y profundo sueño dentro de sus madrigueras hasta que la nieve se derretía hasta la llegada de la primavera, en esas épocas él también tenía que dejar de visitar tan seguido el bosque y quedarse más tiempo con nana Gotti en la pequeña casa en la que vivía, también empezaba a utilizar botas en este clima helado que era el invierno.

Los años pasaron y el pequeño Hiccup empezó a crecer, aún seguía siendo un niño pero estaba más cerca de entrar en la adolescencia, aún seguía siendo pequeño, si lo llegaras a comparar con demás niños de la isla de su misma edad pensarías que era menor que ellos inmediatamente, aún era un cachorro para la mayoría que lo conocía en el bosque y para la misma nana Gotti.

En esos años nunca llego a conectarse tan bien con la gente del pueblo como con los animales del bosque, de hecho pensaba que la antipatía que existía entre la gente y él había crecido.

Nana Gotti decía que la mayoría en el pueblo era gente bruta por no ver lo bueno y especial que era él, no se tomaban la molestia de conocerlo como ella, y para desgracia esa mentalidad bruta se la enseñaban a sus hijos, niños que a veces llegaban a tratar peor a Hiccup que sus propios padres, hubo algunas veces en que algunos niños lo persiguieron hasta el bosque para molestarlo terminando espantados por jabalís o alguno de los animales que le tenían aprecio al medio fae, gracias a eso mucho de ellos no se atrevían a aventurar más profundo en el bosque donde normalmente Hiccup pasaba sus días.

Tal vez eso nunca cambiaria, pero había otras cosas que si, como su estatura y cuerpo, como las estaciones que siguen su curso irreversible llegando nuevamente la primavera, época en que venían de visita los pequeños terror.

Y un día cuando fue a visitar a sus amigos escamosos en los riscos se encontró con otra nueva sorpresa, un nuevo cambio.

Lo primero que noto fueron las alas.

Eran las alas más grandes que había visto en su vida, de un color tan negro y oscuro como la noche, pero que también parecía brillar bajo el sol de una manera tan elegante y suave casi como para hipnotizarte.

Era la primera vez que veía a uno como él, pero sabía perfectamente que era, no por nada había pasado años junto a sus pequeños amigos escamosos observándolos y jugando con ellos sin saber que frente a él había un dragón, uno mucho más grande y de color negro, pero un dragón a fin de cuentas.

-Tus alas son enormes… y hermosas- salió de su boca con total sinceridad.

Y ahora llegamos a este punto de la historia en donde nuestros dos protagonista se encuentran por primera vez, tal vez no sea la más espectacular de las primeras reuniones pero será algo que ellos no serán capaces de olvidar.

Por un segundo las cosas parecieron detenerse, o más bien el de escamas pareció congelarse en un momento en el tiempo, con sus alas extendidas, imponente, podía escuchar el gruñir de sus pequeños amigos pero estos parecían lejanos pero no le preocupaban como debería, una señal que podría estar en peligro jamás le paso por la mente en ese momento cuando los escucho gruñir tan lejanamente, estaba absorto en la contemplación de aquella creatura de escamas negras.

Cuando reacciona no sabe cuándo tiempo ha estado mirándose, y no sabe que más hacer que alejarse del cachorro que al parecer no estaba en ningún peligro y que también al parecer dice cosas sin pensar.

Ante los ojos del niño la figura desaparece en un rápido salto hacia el cielo volando, es tan veloz que antes de que se da cuenta ya está muy lejos en el firmamento. Es un momento de admiración y asombro para el niño, pero también siente un poco de decepción, le hubiera gustado observar más de cerca aquellas alas u tan siquiera observarlas un poco más.

Los pequeño terror se tranquilizan ante este hecho, serán tercos y peleoneros, pero hasta ellos saben cuándo algunas veces el enemigo es demasiado grande.

-¿Lo conocen?... tomare esos gruñidos como un no, es la primera vez que veo uno como él-

Quizás sería la única vez que lo vería, así pensó el pequeño niño, después de todo se había ido tan repentinamente como había llegado, aunque efímero momento ese encuentro estaría rondando en su mente por varios días después de ese día.

Hiccup no fue el único con eso en mente, no estoy hablando de los pequeños terror, sino del dragón de escamas negras que por alguna razón no dejaba de preguntarse cosas sobre ese peculiar cachorro, ¿Por qué los pequeños dragones no le atacaron? ¿Era un cachorro realmente de humano? ¿Habría sufrido él una especie de alucinación?

Los días pasaron y la curiosidad y la duda no lo dejaban, era una sensación tan molesta, como un inquietante hormigueo por sus escamas que no podía rascar para aliviar. No vio otra solución más que ir a aquella isla de nuevo.

Llego de nuevo a esa isla que no parecía ser tan diferente de cualquier otra para encontrándose explorando por aquel bosque que predominaba en su superficie, no estaba lo suficientemente desesperado como para ir a explorar en la aldea de los humanos solo para saciar su curiosidad.

Su primera parada fueron los acantilados pero no había ningún rastro de los pequeños terror o el cachorro, solo algunas gaviotas y huesos de pescado. Se adentró al bosque retrocediendo en sus pasos en su camino hiso el único día en que había pisado tierra en ella, pero no tuvo suerte en encontrar al cachorro.

¿Qué estaba haciendo? El no hacia ese tipo de cosas, ¿buscando un cachorro que solo había visto una vez? ¿Por qué?

Sí que había sido un encuentro extraño, no usaría la palabra único, pero si había sido poco usual. ¿Había creaturas capaces de dominar a una creatura como un dragón? Había escuchado historias de humanos con magia que lo intentaron y fracasaron, siempre fracasaban y terminaban devorados por el dragón o creatura que trataron de dominar, pero el cachorro no parecía tener ese poder o intención cuando fue al encuentro con los pequeños dragones.

Paso el lugar del hacha sin percatarse de nuevas flores en el lugar, camino por el mismo sendero que había tomado hasta la cueva que había sido su guarida, y no encontró nada, parte de él sabía que no le encontraría a la primera pero no pudo evitar ese atisbo de decepción dentro de su pecho.

No conocía el área así que bien podría encontrar un indicio si comenzaba a caminar hacia un lado como en el otro, tenia las mismas posibilidades de encontrarlo o no en cualquier decisión que tomara en ese momento. Camino y camino, diciéndose a sí mismo que bien no lo podría encontrar ese día u algún otro.

Pero al parecer la suerte estaba de su lado ese día, ya que encontró de nuevo al cachorro, pero este no estaba solo.

Esta vez no se encontraba junto a dragones, pero tampoco se encontraba con creaturas tan inofensivas como conejos, ¿jabalís? ¿En serio?

No eran tan fuertes o peligrosos como un dragón, pero no dejaban de serlo, con sus colmillos, su temperamento agresivo con cualquiera que invadiera territorio, su peso y fuerza podrían fácilmente romper huesos como ramitas de árbol si se lo proponían, y ahí estaba el cachorro ¿jugando a carreras?

¿Acaso ese cachorro no tenía sentido de supervivencia y auto conservación?

Oh, de nuevo ese sonido, algo que más adelante conocería con el nombre de “risa” salía de los labios del menor relajando sus músculos que no se había percatado que se habían tensado al ver tan inusual escena.

Hiccup se la había pasado toda la mañana jugando con la familia de jabalís, sus ropas estaban llenas de pasto y lodo, seguramente nana Gotti nuevamente le diría que parecía un hijo de gnomo o algo por el estilo que el de un hada mientras se reía de su rastro lleno de lodo, pensaba que traerle un buen ramo de flores aromáticas y sanadoras como disculpa si llegaba a llenar de lodo de nuevo la choza en la que vivían, siempre ayudaba a limpiar, cocinar y preparar las medicinas y ungüentos, aun así había veces le gustaría poder hacer más cosas para agradecerle a nana Gotti por todo lo que le daba.

-Ganaste de nuevo colmillos- felicitaba a uno de los jabalís con los que estaba jugando, colmillos era el más rápido y fuerte de todos, además de haber sido el primero que le habían crecido sus colmillos del grupo.

Le dio unas palmaditas en la espalda mientras este retozaba orgulloso entre sus hermanos, a veces podía ser un presumido.

Alza la vista de sus amigos para posarla en los árboles, solo quería ver uno de esos pedazos de cielo entre la copa de los arboles pero encuentra otra cosa, no muy lejos de ellos hay un cuerpo negro, con dos ojos de mirada verde toxico mirando hacia ellos.

Es el mismo verde toxico de hace días.

Antes de que se dé cuenta está corriendo en su dirección, los jabalís no le toman importancia, a veces Hiccup es así, sale corriendo porque se ha olvidado de algún mandado que le encargo Gotti o algo le llamo la atención lo suficiente como para ir a verlo más de cerca, jamás se imaginaron que el temerario medio fae iba con el pariente más grande de aquellas pequeñas lagartijas voladoras.

Momento, ¿A dónde va el cachorro ahora? Está corriendo a… hacia… ¿él?... ¡¿QU…?! ¡¿Pero qué rayos le pasa a ese cachorro?!

No, definitivamente no tiene miedo de un cachorro, solo le desconcierta su comportamiento poco coherente, así que no está huyendo cuando da media vuelta y empieza a caminar rápido a cualquier otro lado, solo piensa que los cachorros de otras especies pueden ser molestos de cerca, ¿Qué si hace rato tenia curiosidad? Ah eso seguro fue pasajero, ya lo encontró, ya lo vio, ya se va, sí, eso fue todo.

¿A dónde se había ido? Juraría que estaba en este preciso lugar hacia unos momentos, miro a un lado a otro esperando ver parte de la silueta negra pero nada, eso lo desanimo un poco, no tuvo ni siquiera la oportunidad de verlo de cerca, al menos no se había quedado sin nada, a la hora de bajar la vista al lecho del bosque ve un par de escamas negras pulidas y brillantes, las recoge y las examina, son lindas, las guarda en su bolsillo, luego las pondrá en su escondite junto a sus tesoros personales.

Más tarde el de escamas negras quizás se sienta un poco, solo un poco avergonzado a como reacciono, se supone que él es el grande y fuerte dragón y… le puso nervioso el extraño comportamiento de un cachorro de dudosos instintos de supervivencia.

¿Y que aquella curiosidad que había sentido había sido satisfecha con solo una mirada al cachorro de nuevo y ya? Mentira, en parte mentira, si había sido satisfecha un poco, para que luego regresara como un salpullido en sus escamas incapaz de rascar.

Así que la tercera vez, y la cuarta, y la quinta, y varias veces que le siguieron para ir a ver al cachorro lo hiso con más sigilo y cautela, no estaba obsesionado, solo que no terminaba de comprenderlo.

En cada una de las ocasiones procuro que el cachorro no supiera que él lo observaba, lo vio pasear por el bosque, jugar no solo con los jabalís o los pequeños dragones, cosa que aún le asombraba, sino también con los otros animales, recolectar plantas, bellotas y frutos del bosque, armar cosas con trozos de madera, cuerdas y tela, en general parecía un cachorro feliz, pero había ocasiones en aquel alegre animo parecía aminorar sea cual fuera la razón, se vería algunas veces cabizbajo, pensativo, y en esas ocasiones iría al mismo lugar una y otra vez, a donde el hacha en el bosque se encontraba.

Tardo un poco en saber que no solo iba por comodidad, a pesar de sea lo que sea ocurrió ahí, era un lugar de apariencia agradable y cómodo, sino porque realmente había una relación entre el cachorro y lo que había fallecido en ese lugar.

Se quedaría junto al hacha por horas, a veces en silencio y otras hablando consigo mismo, o quizás hablando a la memoria de lo que murió ahí, es capaz de escuchar unas cuantas cosas que se repiten como “Nana Gotti”, “te quiero” y siempre al final cuando se marcha un “te extraño” junto a un “te quiero” o “te amo”.

Se da cuenta que no es solo humano un día cuando lo ve con una mano sobre el pasto cerca del hacha y de repente empiezan a crecer flores, magia, el cachorro tiene magia.

¿Qué tantas sorpresas e incógnitas puede encontrar en este cachorro?

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