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No es como un cuento de hadas... por minima

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Notas del capitulo: Feliz dia de la amistad
5.- El hijo del hada, el dragón negro, y un peligro en el futuro 2

Como es sabido en un viaje se aprenden muchas cosas, muchas de estas son cosas que no habías previsto al inicio de tu viaje, para aquellos que habían partido de su tierra en busca del rumor de un medio fae, ni siquiera sabían si era realmente un niño o niña, u hombre o mujer ya, había ocurrido igual, aprendieron muchas cosas.

Cosas aprendidas por otras historias escuchadas en su viaje y otras vividas en carne propia.

Por ejemplo, hay muchos tipos de creaturas relacionadas con el concepto fae, podrían bien hacer referencia a las hadas o incluso a los duendes o elfos, y dentro de esos tipos hay otras decenas de subespecies dentro de ellas, por ejemplo los elfos pueden ser oscuros, blancos, hay verdes e incluso unos que son más parecidos a las sirenas que a un propio elfo en verdad.

Esto bien era algo interesante de aprender, pero realmente no ayudaba mucho a su misión, solo a saber que lo que estaban buscando podría estar relacionado con cualquiera de estas cosas. Las hadas podían ser grandes o pequeñas, algunas podían ser tan maliciosas como un niño travieso y otras seres tan sanguinarios como su rey, algunas incluso tenían gusto por la sangre literalmente, bebían de ella como agua y podrían causar enfermedades y maldiciones.

Más de uno deseaba que el medio fae que buscaban no fuera de ese último tipo, pero ¿Qué es lo que podían encontrar en su búsqueda? No tenían idea, bueno si, pero no sabían exactamente qué.

Por lo que procuraron aprender, por ridículo que pareciera, métodos para defenderse y protegerse de los poderes de algún fae.

Llevar puestas al revés prendas de ropa para protegerse del mal, listones rojos atados en ciertas partes del cuerpo o incluso prendas de este color podían alejar a los malos espíritus; era importante aprender este tipo de cosas, si algún día realmente llegaban a encontrarse con un fae de verdad.

Leche con miel podía atraerlos como golosinas a algunos de estos seres, tréboles de cuatro hojas podían repeler maldiciones y mala suerte y en contra parte atraer buena fortuna.

*+*+*+*

Dejo al cachorro llorar todo lo que tenía que llorar y no se apartó de su lado incluso cuando los jabalís llegaron y lo vieron junto a su amigo. Era un poco incómodo recibir las miradas fulminantes de aquellos animales, pero ellos no se atreverían a saltarle encima a atacarlo, no solo porque era un dragón, sino también por el hecho de que su muy querido niño estaba a su lado. Jamás lo dañarían intencionalmente ni por equivocación.

Era la primera vez que le tocaba vivir una situación como esa al dragón, nadie jamás había acudido a él en busca de consuelo o refugio, esas cosas y sensaciones jamás eran relacionadas con su especie, aunque era sabido que eran creaturas altamente territoriales, también eran muy posesivos con lo que era suyo por lo que lo defenderían con su propia vida, eso incluía a parejas y cachorros por igual. Pero él no tenía ningún cachorro propio, nunca se había emparejado a ese nivel con ninguno de su especie o tenido experiencia consolando crías pequeñas, esta situación era realmente desconcertante para él.

Incomodo quizás, no, no realmente, era fuera de lo común solamente.

Cuando el sol pinto el cielo de colores naranjas, rojizos y purpuras el cachorro ya había dejado de llorar tan intensamente pero aun no le soltó.

Cuando pensó que el cachorro ya había terminado dormido se preocupó pensando si debía dejarlo dormir en esa posición o tratar de soltarse de este, el pequeño cuerpo se movió con un par de hipos saliendo de sus labios.

-Perdón, moje mucho tus escamas- se disculpó el cachorro con la voz un poco ronca de tanto llorar.

El pequeño limpio con sus pequeñas manos rastros de lágrimas de sus sonrojadas mejillas, ¿Cómo alguien podía atrever a hacerlo llorar o hacerle daño a esta creatura?

Definitivamente no le agradaban los humanos, especialmente aquellos capaces de dañar a tan inocentes creaturas como esta que tenía delante de él. Quizás desde ese momento o antes decidió que este cachorro seria la excepción, no era como los humanos que conoció, era inocente, puro, y no encajaba en la clasificación de los humanos.

En un acto de ternura que desconocía que podía ser capaz, acerco su rostro al del cachorro y con su lengua empezó a limpiar los rastros de lágrimas de las mejillas sonrojadas del cachorro, haciendo sin proponerlo, sacar aquel sonido de sus labios desde que el primer día que lo escucho lo hiso buscarlo y a su vez encontrar al dueño de esa voz.

Una risa.

-Jajaja me haces cosquillas-

Con la dulce risa del infante el ambiente tenso que se sentía en el ambiente por parte de los animales y el mismo dragón se despejo, saber que el preciado niño podía volver a sonreír y reír después de este evento tan amargo era un alivio para todos.

En la vida abundan ratos amargos, pero no hay que dejarnos ahogar por estos.

Sintió satisfacción al haber logrado sacar ese agradable sonido de los labios del cachorro, se daba cuenta que por primera vez en mucho tiempo estaba provocando en otro ser algo más que sentimientos de miedo o rencor.

Daba una sensación satisfactoria, era agradable, era un calor agradable que se propagaba desde su pecho diferente y parecido al fuego que respiraba.

En la vida siempre habrá momentos amargos, unos más que otros, pero Hiccup tenía la suerte que en este momento no estaba solo, y que al menos gracias a este daba comienzo a un acercamiento y relación entre niño y dragón.

Después de limpiar los rastros de sal de las mejillas del menor el de escamas negras aparto su cara de la del cachorro quien le dedico una sonrisa.

-Me dejaste todo mojado jajajaja-

Las lágrimas se habían ido pero ahora la cara del cachorro estaba empapada de saliva de dragón, pero para un niño acostumbrado a ensuciarse cual jabalí esto no era nada asqueroso.

El pequeño miro al cielo oscuro ya iluminado por las constelaciones y cientos de estrellas, a esas horas ya debería de estar con Nana, ayudarle en sus pociones y ungüentos, cenar, pero al recordar la aldea, los niños con sus ofensas y piedras y palos golpeándolo, no quería ir a la aldea y encontrárselos, a pesar de que muy seguramente a esas horas ya estarían en sus propias casas con sus propias familias, en su mente los podía imaginar a las afueras del bosque esperando a perseguirlo nuevamente sin piedad.

El dragón también se dio cuenta de las horas transcurridas y lo oscuro que estaba el bosque a esas horas, y aunque sabía que en este bosque no había animal alguno que se atrevería a causarle algún daño al pequeño cachorro no quería que se aventurara en este bosque a esa aldea de humanos que sabía ahora que no trataban tan bien al pequeño.

Fue el de escamas negras quien tomó la decisión que no dejaría marchar al cachorro esta noche. Recostándose en el suelo y acomodando sus piernas delanteras le dio un pequeño empujón al cachorro para que se recargara contra su cuerpo. Este sentimiento de protección que le iba naciendo por el cachorro aunque extraño y nuevo lo estaba tomando como algo natural, quizás eran sus instintos que actuaban frente a un cachorro indefenso o quizás otra cosa.

El pequeño un poco confundido término sentado entre las dos patas delanteras del gran dragón, en realidad era un lugar cómodo y como era pequeño encajaba perfectamente.

Algunos de los animales alrededor ya se habían dormido pero los jabalís que seguían despiertos miraban con atención los movimientos del de escamas negras, se habían relajado lo suficiente como para pensar que esa creatura no atacaría en cualquier momento a su niño, pero jamás habían conocido a una creatura como ella, por lo que estaban alertas a los cambios de comportamiento.

Hiccup miro por un momento a la gran cabeza del de escamas negras la cual ahora estaba a su lado recargada en una de sus patas, tenía unos enormes ojos y de mirada penetrante, a pesar de la poca luz podía verlos perfectamente, eran una de las cosas más bonitas que había visto en su vida, pero también había una sombra que podía identificar perfectamente a pesar de su corta edad, soledad y tristeza.

Quizás, solo quizás ellos dos se parecían de cierta forma.

No tardo mucho para que el pequeño y joven cuerpo del medio fae callera dormido del cansancio. El dragón miro como los pequeños ojos se cerraban y la respiración se volvió cada vez más suave, estudio las peculiaridades de ese pequeño rostro de aquel cachorro, un ser que parecía algo pero era una cosas nunca antes vista, era algo… especial.

Cuando el mismo logro conseguir caer en sueño pensó que quizás no estaría mal quedarse un poco más en esa isla.

En una isla donde en un bosque nació un medio fae y dragones visitan la costa cosas especiales y únicas pueden suceder.

A la mañana siguiente el de escamas despertó encontrándose al cachorro abrazando una de sus patas, así que no había sido algún sueño lo que había ocurrido el día anterior, miro en su alrededor y se dio cuenta que ya varios de animales habían despertado y comenzado con su día, algunos se quedaron y se les quedaban mirando mientras que otros fueron por algo de comer. Era obvio que no dejaría a solas al cachorro con un dragón completamente desconocido para ellos.

El cachorro despertó poco a poco sintiendo una superficie cálida y suave pero que en realidad no correspondían al lecho de su cama al que normalmente estaba acostumbrado a usar en la casa de nana Gotti.

Aun adormilado y confundido por su reciente despertar el pequeño se incorporó y parpadeo tratando de saber dónde estaba.

-Uh buenos días- saludo a la enorme cara que tenía delante de él, incluso palmeo un poco la nariz y hocico del dragón que se quedó algo sorprendido y confundido por la acción del menor.

Definitivamente este cachorro era creatura extraña.

El joven castaño tardo un poco en despabilarse un poco más, el sol no estaba en su punto más alto pero ya había avanzado mucho en el cielo, eso quería decir que Gotti ya habría despertado hace varias horas, tenía que ir a verla.

-Muchas gracias por lo de ayer, por todo- dijo dirigiéndose al dragón de escamas negras –tengo que volver con nana Gotti, debe estar preocupada. Volveré luego- esto dijo dirigiéndose a todos los animales y al dragón, había dado un par de pasos para emprender su marcha para dar media vuelta y regresar nuevamente frente al de escamas negras –de verdad muchas gracias- dijo el pequeño abrazando a una de las supuestas creaturas mas intimidantes sobre la tierra.

El dragón se quedó petrificado y sorprendido pareciendo una estatua en el exterior mientras veía al cachorro alejarse seguido por varios de los animales, pero en el interior era como si un huracán se hubiera desatado, simplemente ese cachorro era extraño.

Cuando Hiccup regreso con nana Gotti esta le abrazo y regaño al mismo tiempo, la mujer aunque sabía que el muchacho podía cuidarse perfectamente bien en el bosque donde nació había estado preocupada por el rumor que le llego que unos niños habían sido atacados por los animales dentro del bosque, y es que no se preocupaba por que estos animales llegaran a atacar a Hiccup sino que desde un principio sospecho que algo muy malo debieron de haber hecho esos jóvenes como para que los animales reaccionaran así, y lo único que se le ocurrió fue que molestaran a Hiccup en el bosque, y como este no regreso anoche llego a pensar que quizás fue algo mucho más grave.

-Lo siento, los niños me molestaron y tenía miedo-

-Ya está bien, estas a salvo, es lo que importa. Pobres brutos que no pueden ver lo tan especial que eres-

Por un momento el pequeño Hiccup estuvo debatiendo es su interior si contarle sobre su reciente encuentro con el dragón de escamas negras, la vez que le menciono que había visto dragones en las costas de la isla su reacción fue menos que feliz, aquí en la isla enseñaban que los dragones eran pestes, monstruos que debían ser eliminados a la menor provocación, cuando había escuchado las historias que con tanto orgullo contaban de matanzas contra esas creaturas supo que no sería buena idea contar ni siquiera a nana Gotti sobre su amistad con estas fascinantes creaturas.
No que desconfiara de ella, pero enfrentarse a cosas nuevas o diferentes podía ser difícil, nana lo aceptaba y le quería pero podría difícil para ella agarrarle algo de cariño a creaturas que hace años se supone que no debía tener aprecio. Quizás en el futuro, por él ahora era su secreto su amistad con los pocos dragones que visitaban la isla.

Eso incluía el de escamas negras.

Los días siguientes su interacción con el de escamas negras fue más estrecha, así como pasaron muchas otras cosas en el pueblo.

Los niños que se habían atrevido a aventurarse por sí solos al bosque no se libraron de un buen regaño y castigo, por alguna razón se ponían las reglas y estos pequeños deberían de aprender las consecuencias de desobedecerlas. Ni siquiera Astrid se libraría de un buen castigo.

Si los niños se creían lo suficientemente maduros como para irse al bosque sin un adulto se encargarían de las tareas del hogar más pesadas, irían al poso por el agua sin ayuda, alimentarían al ganado y buscarían los huevos en los gallineros, y como era de esperar en un pueblo lleno de rudos vikingos, los animales que tenían eran igualmente rudos, por lo que sus tareas no serían tan fáciles.

Ahora regresando con la historia de nuestro pequeño medio fae y el dragón de escamas negras.

Era sumamente emocionante para el pequeño interactuar con alguien nuevo y tan fascinante para él, el de escamas negras tenía sentimientos similares pero no usaría las mismas palabras.

Con la inocencia de un niño y sin temor se acercaba al dragón para mirarlo con fascinación y admiración, de cerca podía ver como la piel del dragón estaba conformada de cientos de escamas negras, las alas son enormes, flexibles y hermosas, la cola es larga con apéndices parecidos a aletas pero cree que es parte de su conjunto de alas. Alguna vez su propia madre le explico que la cola de los pájaros no solo estaba ahí para hacerlos ver bonitos sino que les ayudaba a hacer movimientos para volar, tal vez esas aletas tenían la misma función, y los ojos, de día podía verlos mejor.

Y estos mismos ojos le observaban, viendo las pecas que salpicaban su tez, las diferentes expresiones que hacían ese pequeño rostro de pequeño rasgos y ojos brillantes, los destellos de su cabello bajo los rayos del sol, y también lo escuchaba.

-Tienes las alas más grandes que haya visto en mi vida, son realmente grandiosas- dijo el cachorro sentado a su lado mientras comían moras y vallas que había recolectado en el bosque, el dragón se sentía muy orgulloso de ellas, pero que alguien más las elogiara ocurría con poca frecuencia -Mi madre también tenía alas, eran grandes alas pero no tanto como las tuyas, eran hermosas y fuertes, eran tan delgadas como el grosor de las hojas de avellano y suaves como pétalos de una flor-

El dragón le miro extrañado, los humanos era perfectamente sabido que carecían de alas, entonces ¿Qué era su madre o había sido? Ya que la forma en que se expresaba el cachorro indicaba que su progenitora ya no estaba cerca o presente de este.

Su expresión tal vez expreso por si sola la duda que tenía en mente porque el pequeño no tardó en responderla.

-Ella falleció hace tiempo, le hago crecer sus flores favoritas en su lugar donde murió- el cachorro comento con tono melancólico.

Los niños no deberían hablar tan libremente de la muerte, uno pensaría que siendo tan pequeño y joven seria ajeno a este tema pero este no es el caso, es natural pensar que estos están tan alejados de estos temas que a los mayores aquejan y enfrentan por lo jóvenes que son, pero ellos como cualquier otra creatura en esta tierra a veces se tienen que enfrentar a esta realidad y algunas veces son más valientes y maduros al tratar con este hecho que algunos adultos.

No hay que tratar a un hecho como la muerte como algo ajeno a la vida después de todo es parte de ella.

Ese día aprendió más del cachorro escuchándolo que solo observándolo de lejos.

Algunas de sus preguntas se aclararon y consiguió respuestas que no tenían preguntas también, ese día empezó a conocer a este cachorro.

Su nombre era Hiccup. Ya contaba con nueve años y contando, por lo que había vivido 9 primaveras, 9 veranos, 9 otoños y 9 inviernos, no necesariamente se acordaba de todos, y las estaciones no tenían la misma duración una de la otra, pero seguían siendo nueve.

Vivía con una anciana en el pueblo de los humanos, una tal Nana Gota, Nana Gata, Nana algo. No le puso mucha atención al nombre, solo sabía que el cachorro, Hiccup, le tenía mucho cariño y aprecio.

No era humano, o al menos no completamente humano, su madre había sido un hada por lo que el también lo era, o al menos en parte. Eso sí que le había sorprendido.

Una vez se topó con un hada, pero no fue un encuentro demasiado amigable.

Existían hadas grandes y pequeñas, algunas con corta inteligencia y otras con sabiduría tan antigua como los elfos, con la que se había topado había sido una pequeña fiera traviesa que por alguna razón le pareció divertido tentar su suerte y molestar a un dragón dormido, al final había salido huyendo y llorando como bebé cuando no pudo aguantar algo de fuego en su retaguardia.

Hiccup no parecía un diablillo, ni una creatura pretensiosa, de hecho tenía actitud humilde, tímida y algo torpe, además de generoso y amable.

Aunque de aspecto inocente y despreocupado había enfrentado mucho en su corta vida, la pérdida de su madre a tan temprana edad, el rechazo de una aldea de personas que nunca se habían tomado la molestia de realmente conocerlo, y había heredados muchos de los dones de su madre, pero el único regalo que no pudo heredar fueron un par de alas.

¿Qué sería el si no tuviera alas? ¿Podría considerarse en si un verdadero dragón? Si para él era imposible imaginar un mundo donde él no pudiera volar seguro para Hiccup había sido muy difícil ser privado de esa parte de su naturaleza, ya que como era para los dragones algo tan natural volar como respirar para las hadas era igual, aun si eras un medio fae.

Pero ahí estaba el pequeño cachorro, sonriendo, hablándole sin miedos, siendo inocente pero guardando una gran fortaleza en su interior.

*+***+*

-Si fuera un simple duende o gnomo podrían engañarlo con algo de oro o joyas, todo el mundo sabe que esos seres son codiciosos; otro método es embriagarlos hasta que no puedan ni levantarse, claro está que no siempre se pueden emborrachar con las mismas cosas que toman los humanos, los vinos y cervezas no les causan efecto, pueden beber de estos como si fuera agua-

Los viajeros cansados habían llegado a un apartado pueblo en su viaje y como en la mayoría de las veces buscaban el paradero del medio fae y maneras de capturarlo, en esta ocasión habían tenido la suerte de encontrarse con un anciano que tenía fama de brujo y que supuestamente tenia gran conocimiento para tratar contra estas creaturas tan escurridizas y peligrosas para los humanos.

-¿Entonces que se les puede dar?-

-Siempre depende del tipo del ser que sean, si fuera una creatura como una nereida de lago o rio con néctar de flores que crecen en su hogar, como las flores de loto o de pantano, eso las vuelve más sumisas y no trataran de ahogarte al darles ese manjar para ellas, gracias a esto pueden hacerte favores o regalos, es imposible llevarse a una nereida o ninfa de sus dominios, morirían al poco tiempo y la ira de la madre naturaleza y lo dioses los perseguirían hasta el peor fin de sus vidas-

Los hombres tragaron duro y más de uno rezo por lo que fueran que se fueran a encontrar no trajera ese destino hacia ellos.

-La leche fresca con miel en muchas de otros seres tiene un efecto similar, pero solo si es leche fresca, para sus paladares leche de ya varios días seria como comer el animal más muerto y podrido que te pudieras encontrar-

-¿Y solo hay esos métodos?-

-Bueno hay otros y más complicados- el aciano tomo más de la bebida que le habían traído de pago estos viajeros tan curiosos –suponiendo que quieren que viva o muera, podrían utilizar redes de acero especial que le causaría a muchas creaturas heridas como si les hubieran quemado con aceite hirviente, podría dejar cicatrices y en el peor de casos morir por las heridas. Hay otro método un poco menos agresivo pero en si también puede ser fatal-

-¿Y cuál es ese?-

-Veneno para hadas, y como su nombre indica solo funciona en ese tipo de creaturas, es una poción secretísima que muy pocos conocen, en pequeñas dosis dejaría inconsciente e indefensa a cualquier hada, incluso hacer que sus poderes se debilitaran por días, y en una dosis fuerte estas morirían al instante-

-¿Cómo se prepara este llamado “veneno para hadas”?- pregunto muy interesado en esta famosa pasión, parecía una de las informaciones más prometedoras de las que se habían encontrado en su viaje.

-Es secreto-

-¿Qué? ¿Entonces para que nos lo dice?-

-Me costó mucho tiempo y esfuerzo enterarme por mi mismo de esta pasión tan valiosa como para dársela así como así a cada viajero desconocido que pase por el pueblo, ni a mis hijos se las he dado aún y de aun me lo estoy pensando en dárselas en mi lecho de muerte-

-¿Qué es lo que quiere por ella?- dijo uno sabiendo que por algo la había mencionado, seguro quería dinero o algo más para soltar la información sobre ella.

-Por un frasco les pido un par de piezas de oro, suficiente para matar a un par de hadas o dejar inconscientes y débiles a una docena depende de la porción que utilicen-

-¿Dos piezas de oro? ¡Eso es un robo!-

-La poción es muy valiosa así como muy difícil y peligrosa de hacer, es una mescla de diferentes plantas e ingredientes difíciles de encontrar así como peligrosas, con solo decirles que una de las piezas claves es un pedazo de raíz de mandrágora, una planta que como saben crece en cementerios y sí que puede causar muerte si en su interior hay un alma en pena haciendo que grite causando la muerte de quien la escuche-

-Dos piezas de oro entonces-

-La tendré lista a finales de esta semana… ¿quieren seguir escuchando de mis historias?-

-Habla pues hasta que el barril este vacío, cualquier información podría sernos útil en nuestro viaje-

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