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Justificado por Yae

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— ¿Qué buscas de Leo?

En esta ocasión el tono casi de reprimenda que su hermano menor estaba utilizando para interrogarlo simplemente logró sacarlo de quicio. Y cuando abrió la boca para dejarle en claro que el asunto no le incumbía veloz la palma de Kanon se puso en frente indicándole que aún no había terminado con el ilógico reproche.

— Tengo la seguridad de que si no hubiese llegado Shion en ese momento, te hubieses lanzado a los brazos de Aioria para suplicarle que te besara — estaba enfadado y creía tener motivos suficientes para ello. Aunque se hubo esforzado para distraer a sus compañeros con la excusa de “entrenar” no creyó que Saga aprovechase la oportunidad para comportarse cual puberto enamorado con el quinto guardián casi haciéndole “ojitos”.

Se horrorizó cuando pese a la distancia se percató del nerviosismo de su gemelo confirmando su interés por el santo ocho años menor que resultaba hermano de Aioros, no entendía a que podría deberse el repentino flechazo que Saga parecía estar experimentando.

— No sé de qué hablas — presionó los dientes masajeándose la sien derecha con los dedos intentando fervientemente no alterarse, no quería que de nuevo lo acusaran de desplegar su cosmos como si ese  hecho fuese suficiente para que todos entrasen en pánico.

— Lo sabes — el menor se cruzó de brazos sin la menor intención de dejar esa conversación a medias — quisiera creer que solo se trata de una equivocación… pero ¡por los dioses, Saga! — exclamó ligeramente dolido — ¡casi todos los santos lo vieron!

— ¡No pudieron ver nada si no está sucediendo nada! — Harto de las acusaciones elevó la voz enfrentando a su gemelo — y tú menos que nadie tiene potestad para cuestionarme en lo absoluto — vocalizando con cuidado le señaló la salida del templo — ni siquiera intentes divulgar tus distorsionadas ideas con los demás.

Si bien Kanon estaba de acuerdo en que no era nadie para reclamarle a su hermano su proceder creía al menos tener derecho para hacerle ver lo irracional de su actitud, — sigues siendo mi hermano Saga, aunque pienses que sigo odiándote no puedes impedir que esté preocupado — a pasos firmes se acercó a su mayor demasiado cerca para el gusto del otro.

— ¿Interrumpo?

Ambos se sobresaltaron al oír la voz de un tercero irrumpiendo en medio de su discusión que tan absortos los tenía que no pudieron percatarse del inoportuno visitante.

— Aioria… — Kanon habló suave arrugando el entrecejo al ver a la persona menos grata ante sus ojos en ese momento — si necesitas atravesar el templo hazlo rápido — intentando echarlo pudo notar con claridad como la expresión en su gemelo se suavizaba, como sus ojos parecían haber quedado prendados por la silueta del santo de Leo y ese simple hecho lo llenaba de enfado.

— Deseo hablar con Saga — aclaró el de la quinta casa carraspeando después.

— Vayamos a otro lugar — encantado aceptó de inmediato dejando a su menor con un palmo de narices para ir detrás de Leo y sacarlo del templo en tiempo record.

El hermano menor presionó sus puños con sincera ira al quedarse solo, no aceptaba que su mayor de un día para otro cambiase tan abruptamente y por Atena que averiguaría la razón para tan espantoso cambio.

 

 

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Justo cuando estaba a punto de considerar a Géminis afiebrado al tener las mejillas coloradas y la ensoñación repentina el Patriarca hizo acto de aparición ocasionando que de inmediato todos los santos se formasen para oír lo que tuviese que decir, reverenciándolo se acomodaron en dos filas.

— Como sabrán en tan solo dos días más deberán partir de esta tierra santa así como lo ha dispuesto nuestra diosa, espero que aprovechen este descanso y cuando llegue el momento de retomar sus deberes de santos los cumplan a cabalidad.

Aioria oía lo que el sumo sacerdote decía con cierto desinterés, dos días era tiempo insuficiente para vigilar a Saga y encontrar algo que le ayudase a desmentir al inestable gemelo. Aun se preguntaba la razón para tanta indolencia con respecto al antiguo Patriarca, hasta donde Milo le había comentado Kanon valientemente había aceptado como penitencia luego de obtener el perdón de su diosa las quince agujas de Escorpión durante el enfrentamiento contra Hades consiguiendo de ese modo su respeto.

Pero a Saga jamás se le exigió algo parecido, desde que usurpara el puesto de Shion y los manipulasen cual marionetas cobardemente se suicidó como “expiación” a sus crímenes para luego intentar engañar a Hades y enfrentar a sus antiguos camaradas como estrategia de batalla en favor de Atena. Incluso al haber conspirado para asesinar a la diosa recién nacida luego esta al tener trece años y mandar a matar a Aioros, Géminis jamás enfrentó a los demás santos cara a cara aceptando sus culpas.

Ni haber colaborado en la destrucción del muro de los lamentos pudo limpiar su imagen ante los ojos de Leo.

Por esa razón Aioria consideraba que Saga los menospreciaba, que solo el perdón de Atena le interesaba.

¿Qué lo distinguía tanto de los demás?

¿Por ser considerado un semidiós gozaba de algún tipo de privilegio?

Meneando la cabeza se guardó su enfado reaccionando cuando alguien posó su mano sobre su hombro.

— Al menos podrías haber fingido estar escuchando — Milo le veía suspicaz señalándole como el coliseo ya iba vaciándose regresando todos los caballeros a sus templos.

Respingó consternado ante su total falta de atención dándose cuenta de que incluso Shaka había llegado sin que se diese cuenta. — Estaba distraído — confesó suspirando, ya empezaba a dolerle la cabeza de pensar tanto.

— Todos nos dimos cuenta — el octavo guardián negó — casi todos, ¿puedo preguntarte algo?

Aioria enarcó una ceja ante la solicitud para la interrogante, — desde luego.

— ¿Pasa algo entre Saga y tú?

Abrió algo mas sus verdes ojos sorprendido, ¿acaso era tan evidente su desagrado por Géminis?

— Poco antes de que llegase el Patriarca los vi hablando en las graderías, — resopló enfocando su azul mirada ahora en el vacío coliseo unos instantes — se veían demasiado cercanos.

Incrédulo arqueó ambas cejas en esta ocasión sin estar seguro de a que podría referirse su compañero, — ¿cercanos?

Milo asintió viéndole ligeramente preocupado.

— No comprendo — negó un par de veces sin entender.

— Bueno… no lo digo por ti, es solo que me pareció curiosa la manera en que Saga parecía estar… insinuándose — algo dudoso terminó arrastrando las palabras con dificultad.

Pero Aioria seguía sin entender del todo la tremenda insinuación que el otro hacía, veía al guardián del octavo templo como si este estuviese hablando de cosas sin sentido.

— Si no estuviésemos hablando del mismo “Saga” casi podría jurar que iba a desmayarse si llegabas a acercarte más — puntualizó — y si lo hubieses besado…

Solo entonces el de Leo se sobresaltó viendo a Milo como una especie de ponzoña retrocedió un paso, ¡cielo santo!, ¿cómo que besar a Saga?, ni después de mil guerras santas se le ocurriría algo así. — ¡Por Atena, Milo! ¿De dónde sacas eso? — Escandalizado torció los labios con evidente desagrado.

— Deja de mirarme así, que solo hablo de lo que vi — ligeramente arrepentido prefirió encaminarse a su templo — de seguro Camus hizo que me golpease contra un muro durante el entrenamiento y por eso estaba alucinando.

— ¡Espera un momento! — A prisas le dio alcance — dijiste que Saga parecía querer desmayarse si me acercaba más a él, ¿insinúas que yo le gusto?

— No insinúo nada Aioria, de hecho puede que haya malinterpretado la situación.

El de cabellos castaños pareció recién meditar un poco sobre la actual actitud del mayor de los gemelos, como este de un momento a otro demostraba haberse quedado soñando despierto mientras hablaban…

Pero es imposible.

¿En verdad lo era?

Imposible.

 

 

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Curioso como algún felino probó desmentir la suposición de Escorpión y de paso terminar con la poco afable conversación que dejó pendiente con Géminis. Dirigiéndose al templo del tercer guardián oyó una discusión entre sus habitantes sin poderse creer aun, que el mismísimo Saga aceptase hablar cuando lo dijo.

Ahora ambos caminaban apartándose del templo hallando algo de intimidad en las laderas.

Saga era bastante mayor para su gusto pese a que su edad no se reflejase en su impecable apariencia; Aioria recién caía en cuenta de lo nada que aparentaba el gemelo sus casi treinta años, la blanca piel que carecía de imperfecciones notables, el larguísimo cabello azur violáceo revoloteaba libre con el viento del ocaso. Leo no entendía del todo porque el afán de varios santos por portar tan largas cabelleras que podrían resultar estorbosas en batalla, a nadie le gustaría que el enemigo usase aquello como una ventaja, negó  al estar divagando en cosas innecesarias.

— Este es un buen lugar para hablar — se detuvo ocasionando que el gemelo también se detuviese asintiendo breve. Aioria  inhaló profundo par luego exhalar pesadamente antes de decidirse a que hacer, bien podía arriesgarse y tratar de confirmar lo dicho por su amigo o seguir con su poco sutil interrogatorio sobre los sucesos de la noche pasada.

— El cielo está despejado — Saga habló más para sí elevando la mirada perdiéndose unos instantes en las contadas estrellas que iban apareciendo con la lenta llegada de la noche. — El paisaje en el Star Hill debe verse ideal.

— Supongo, tu pasaste mucho tiempo allí — ligeramente sarcástico hizo una mueca de desagrado — ya que fuiste Patriarca.

Asintiendo el de cabellos índigos dejó de observar el cielo para concentrarse en el resentido guardián que extrañamente había ido a buscarlo a su templo, — ¿y bien? — tratando de mantenerse lo más indiferente que pudiese buscó esta vez concentrarse en el cabello marrón claro del otro.

— Estaba preocupado — mintió arrepintiéndose por ello de inmediato, se supone que como santo de Atena debía ser honesto y justo pero últimamente horrores le estaba costando aquello — en el coliseo no te veías bien del todo.

Géminis se le quedó viendo a los ojos sin poder evitarlo, no sabía cómo interpretar las palabras de Aioria ya que a pesar de la ligera dicha que estaba carcomiendo su sentido común algo le advertía de lo sospechoso allí. — Estoy bien no tienes que…

Enmudeció al repetirse la situación de hace poco, con el caballero de Leo reduciendo la distancia que los separaba con bastante rapidez. Nuevamente se sentía nervioso sin razón aparente, desesperado porque sucediese algo que los acercase más pero contradiciendo a su propio deseo al querer distanciar a quien originaba su caos emocional.

Leo era consciente de lo mucho que estaba arriesgándose al invadir el espacio personal de Saga de esa manera ya que en cualquier momento el gemelo podría decidir que estaba importunándolo y quizá… quien sabe utilizar una explosión de galaxias para apartarlo, ante la probabilidad detuvo por algunas milésimas su acercamiento…

Pero la expectante e insinuante expresión de total atención que Géminis le obsequiaba le hizo continuar.

Podría equivocarse.

Probablemente lo haría.

Pero si existía la más remota posibilidad de que el tercer guardián estuviese interesado de algún modo.

Se haría con la mayor oportunidad para obtener una satisfacción.

Debe ser una broma…

 

Entonces salvó los pocos centímetros que separaban sus labios de los contrarios, notando como los ojos del de cabellos largos se cerraban por inercia, sonrió en su fuero interno al creer haber obtenido una dulce victoria.

 

Para Saga el inocente roce bastó para llenarle de emoción y sumirlo peligrosamente en las orillas de la locura nuevamente… pero esta vez ocasionada por amor.

Como el deseo cumplido su corazón golpeteó, sus brazos le rodearon, lo acercaron más tentándolo a profundizar e impetuoso Aioria correspondió asiéndolo por la cintura y la nuca arrebatándole todo el aire a sus pulmones acariciando su blanca dentadura con su lengua y más que gustoso Saga cedió placiéndose en el húmedo contacto de ambos músculos al encontrase con desesperación.

El quinto guardián no sabía a qué dios agradecer tan impensada disposición, al tibio cosmos de Géminis que disimulado parecía rodearlo como tentándolo con efectividad invitando al propio a sumarse al cálido juego.

Pero entonces en medio de la placentera sensación más allá de cada pequeña vibración el aroma vital a las fosas del león llegó.

Y toda acción cesó.

Aioria retrocedió leve severamente confundido notando gesto igual en el gemelo que aún no parecía consciente de la razón para tremendo parón.

— Aioria… — murmuró escasamente suspicaz, de embriagado por el suculento beso pasó a temer una terrible equivocación.

El aludido frunció levemente el entrecejo, — ¿no estas lesionado? — no tuvo más remedio que preguntar, aspirando brevemente el ambiente no hallaba razón de la metálica fragancia que tenue parecía emitir Saga.

Y como balde de agua fría toda la ensoñación de Géminis se evaporó, craso error cometió al olvidar completamente su maquiavélica aflicción que bastante pronto lo llevaría al límite de la desesperación, entonces optó por apartarse del todo separándose del confundido Leo a grandes zancadas regresó a su templo.

— ¿Saga? — notoriamente contrariado estuvo tentado a seguir al otro guardián, no creía haber dicho o hecho algo que disgustase al de cabellos azur así que atribuyó la huida posiblemente a los altibajos de su personalidad — al menos no me envió a otra dimensión — bromeó una vez solo pasando su pulgar por su labio inferior satisfecho por el dulce sabor que allí quedó.

Bufando después pensó que aparentemente Milo tenía razón.

 

 

 

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Sentía su conciencia a punto de colapsar, el cosquilleo de sus labios parecía haberse expandido a todo su cuerpo con terrible celeridad y junto a ello deseaba gritar de frustración al no saber cómo remediar la desagradable peste que Aioria casi llegó a notar.

Sus blancos dientes presionaron entre sí a medida que retornaba al tercer templo, sin reparar en la presencia de su hermano fue directo a su habitación ingresando de inmediato al amplio lavabo.

— Debí suponerlo… necesito remediarlo… — murmuraba a medida que iba quitándose las prendas de su atuendo para sumergirse en la gran bañera que con parsimonia iba llenándose —… solo así… — seguía mascullando en ocasiones en tono bajo y en otras más alto casi como si hablase consigo mismo.

Angustiado como hace mucho no se sintió, Kanon permaneció de pie detrás de la puerta sin cerrar del todo oyéndole farfullar temiendo que su hermano mayor pudiese perder de nuevo la cordura y sin tener idea de cómo remediar tan funesta posibilidad que entre ondas de cosmos bulliciosas Saga parecía alertar.

Si antaño sus mordaces palabras y acciones consiguieron que su mayor sucumbiera a su propia locura en esta ocasión debería resarcirse, mantener a flote a su hermano procurándolo como nunca en la vida lo hizo.

 

 

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Las verdosas praderas se extendían hasta donde la vista alcanzara, las hermosas flores de imposibles colores danzaban al ritmo de una melodía imaginaria y una ventisca inexistente.

Amaba cada una de esas flores y se deleitaba convirtiéndolas en excelsos perfumes que hasta la misma Hera le solicitaba de tanto en tanto pero pese a ello más amaba las flores que crecían entre los campos que cultivaban los humanos, tan perfectas y exquisitas.

Estuvo a punto de terminar las más dulce de sus infusiones pero la intervención de su esposo la dejó con su ilusión, también se lamentaba por haberle fallado a aquel humano quien seguramente aun resentiría la venenosa maldición que llevaba a cuestas, la clarísima marca que lo declaraba como el próximo cordero de sacrificio para alguno de tantos dioses.

— Sueñas despierta. — La gallarda voz de Eros la hizo respingar.

— Mi amor… — sonrió encantada al verle.

— ¿Pensabas en ese humano quizá?

— Siento pesar al no haber podido ayudarlo a limpiar la densa fragancia que recorre su piel.

— Mi amada Psique no dejes que tu benevolencia entorpezca tu buen juicio, son santos de la orden de Atena y por lo tanto ajenos a nosotros — complaciente rodeó a su esposa entre sus brazos — estoy seguro que ese malicioso mortal ni siquiera recuerda tu amabilidad para con él. Ven acompáñame, Zeus nos manda a llamar a todos los dioses del Olimpo reunirá.

 

 

.

 

 

— Gran Patriarca — Aioria se inclinó en clara venia a Shion, la oscura noche ya era evidente.

— ¿Sucede algo? — a pasos lentos arrastrando la majestuosa túnica fue a sentarse al trono en el templo principal.

— Solicito audiencia con Atena — suspiró en silencio sin levantar la mirada, deseaba hablar con su diosa pedirle consejo y hablarle de Saga… tan solo tal vez hablarle de Saga.

— Por ahora es imposible, ella está en meditación — el Patriarca se puso de pie acercándose al caballero que vestía su dorada armadura — yo puedo ocuparme de tu vicisitud.

— Se trata de Géminis… — habló callando unos instantes por su imprudencia.

— Supongo que hablas de Saga, ¿qué sucede con él?

— Aldebarán me informó que durante la mañana su cosmos se alteró haciéndolo evidente y esta noche… cuando hablábamos… — se mordió la lengua sin atreverse a explicarse del todo.

— Comprendo. No debes apresurar conclusiones, Saga es bastante volátil y su cosmos suele delatarse por sí solo — sonrió percibiendo la ansiedad del santo.

— Cuando marchemos del santuario… desearía… quisiera mantenerme cerca de él, no podría permitirme el dejar de vigilarlo.

— Aioria — habló en esta ocasión en tono más severo — espero no dejes que el resentimiento haga mella en tus virtudes.

Leo asintió realmente incomodo por el sepulcral silencio que prosiguió a continuación, solo los candeleros encendidos iluminando el salón parecía emitir un eventual chispazo en las flamas amarillas.

— Trata de meditar y yo me encargaré de que puedas seguir observando a Géminis.

Y por unos segundos Aioria quiso librarse del resentimiento que albergaba hacia Saga, dejar que el santo hiciese lo que desease, mantenerlo apartado lo más que pudiese sin la sensación de tener que conseguir una satisfacción para su hermano muerto por orden de quien se supone era su camarada.

 

Aioros.

 

 

 

3.- Toque

 

 

Notas finales:

 

Saludos.

Si, Saga se está volviendo loco… pero de ¡amor! (:D) que mal chiste lo admito, no tengo mucho que decir gracias a quienes leen y más para quienes se toman su minuto para comentar.

Gracias a cross girl, Caronte, Gemini S_K_D forever, gns y Arawn por sus bellos comentarios.

La verdad tengo una duda terrible, me siento daltónica yo creía en verdad que Saga tenía los ojos verdes todo lo que he visto de él me da esa impresión de un verde-aqua pero parece que son azules y me confundió un poco. Tocará corregir eso.

Nos leemos en el siguiente si este capítulo les ha resultado interesante, cuídense mucho.

Yae.


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