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Justificado por Yae

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Aquella mañana Kanon se despertó muy temprano, casi toda la noche en lugar de contar ovejas estuvo planeando lo que debería hacer ese día. Tomó una ducha y se vistió a prisas procurando hacer el menor ruido posible, no deseaba que su hermano despertase aun.

Con libreta en mano estaba dispuesto a elaborar un itinerario de lo que su mayor hiciese en todo el día para descubrir algo que lo ayudase a explicar porque tan repentino enamoramiento del santo de Leo.

Quedaba tan solo un día antes de tener que partir del santuario y había decidido que Corinto era un buen lugar para descansar en tanto esperaban ordenes de su diosa, se llevaría allí a Saga aunque patalease para ir detrás de Aioria, un leve escalofrió le recorrió la espalda.

El quinto guardián bastante rápido parecía haber aprovechado la debilidad que representaba para su mayor.

Ojeando la revista de trivialidades que adquirió el día de ayer la dejó sobre la mesa esperando que cuando despertase Saga la tomase en manos, tenía varias publicaciones sobre compatibilidad de signos en cuanto al plano amoroso. No creía que su hermano se rebajase tanto a creer en ese tipo de chácharas pero nada perdía con probar.

Así que oculto tras una de las paredes se mantuvo esperando hasta que su gemelo hiciese acto de presencia.

Y el otro no tardó mucho en salir de su habitación aun con el cabello azur ligeramente mojado desprendiendo ese agradable perfume del día anterior, Kanon se mordió el labio inferior sintiéndose de nuevo como un acosador al estar atento a cada acción del mayor pero no hallaba mejor recurso para descifrar al otro.

Saga dio un breve vistazo a su entorno buscando a su hermano pero sin preocuparse al no verlo redirigiendo sus clara mirada a la impresión que reposaba sobre la mesa, tomándola entre sus manos se quedó algunos segundos leyendo el contenido de esta.

Deja la revista que no eres una colegiala, Kanon pensó medio enfadado casi mordiéndose las uñas para no brincar de su escondite y reclamarle a Saga sobre su infantil actitud, pero aliviado se percató que al cabo de segundos el mayor dejaba la revista de nuevo sobre la mesa con clara expresión de desinterés para tomar algo de fruta que también se exhibía allí saliendo del templo después.

El menor suspiró aliviado una vez solo; si bien no creía en lo que venía escrito en el papel, era cierto que el aire podía convertirse en viento avivando el fuego como un catalizador. Resignado a seguir a su hermano durante todo el día también se dispuso a salir de Géminis sorprendiéndose de ver a Mu en las afueras.

— ¿Pasa algo? — enarcó una de sus azuladas cejas viendo con suspicacia al primer custodio.

— Buenos días — tratando de sonreír el de Jamir le regaló una media sonrisa — vengo del templo principal y el Patriarca desea verte.

Chasqueó la lengua algo fastidiado, no tenía mucho tiempo para escuchar sermones de buen comportamiento pero estando Mu allí este no le dejaría saltarse la audiencia.

Así que a pasos calmos tuvo que seguir a Aries hasta el templo de su diosa, en el recorrido lo único que mereció su atención fue la usencia de Aioria en su templo.

Por Atena más les vale no estar juntos.

Pensó en su infinita amargura, ya comenzaba a dolerle la cabeza con las chiquilladas que su hermano mayor se estaba mandando los últimos días, debido a vivir toda la vida entrenando y jurando lealtad a una diosa de rectitud y castidad era evidente que poco tiempo tuvieron de vivir la otra parte de su vida humana que les correspondía pero ni eso justificaba lo que Saga parecía estar pretendiendo.

Con la sinuosa mirada de Afrodita llegaron a su destino y solo entonces su escolta lo dejó a solas frente a Shion que dé pie lo esperaba en el impecable salón.

Obligándose a reverenciar escasamente al Patriarca agachó la cabeza esperando que la conversación no demorase mucho.

— Kanon de Géminis.

— ¿Deseaba verme? —  también tuvo que recordarse hablarle de “usted” al otro.

— Atena está esperándote.

El gemelo menor respingó ante lo dicho, le sorprendía bastante que la misma Saori quisiera verlo. Tardó bastante en reaccionar cuando el sumo sacerdote le señaló que atravesara el salón para dirigirse a los aposentos de la diosa. Casi dudando ingresó al lugar indicado hallando a la jovencita que los guiase sentada al borde de la mullida cama con expresión serena.

— ¿Querías verme? — le había jurado lealtad a Atena y combatido por ella contra Hades pero cierta aprensión le ocasionaba ese encuentro.

— ¿Cómo va la meditación? ¿Está ayudando a Saga? — interrogó de inmediato poniéndose de pie desplegando el blanquísimo vestido que siempre llevaba acentuando las imposibles curvas para su edad mortal.

— Así es… — inspiró hondo.

— En verdad lo espero, han llegado rumores de que su cosmos ha estado intranquilo los últimos días — dio un recorrido por la estancia a pasos cortos casi rodeando a su caballero.

— Son solo rumores Atena, iguales a esos que dicen que Shion se pinta las canas — alegó tratando de relajarse a sí mismo y de paso a su diosa para hacerle una pregunta vital, la vio sonreír amablemente — ¿Qué tipo de penitencia han impuesto en mi hermano?

Los brillantes ojos de la diosa se cerraron por algunos segundos antes de encaminarse a su balcón.

— Saga no se queja porque siente que merece eso, pero esta angustiado y no se atrevería a reclamar — siguió a su diosa manteniendo una distancia prudente.

— ¿Una penitencia dices?

— Sabes de que hablo… — volvió a inspirar — del aroma, desde que revivió el olor de la sangre rodea a Saga. Como si estuviese marcado.

— Yo nunca dispuse algo así Kanon, debes estar confundido.

El nombrado arrugó el entrecejo unas milésimas nada satisfecho por la negación de su diosa, no era estúpido como para pretender que padecía de alucinaciones en todos sus sentidos pero como reclamarle a quien estaba obligado a obedecer.

 

.

 

Cuando despertó aun con la ardorosa sensación de quemazón en toda su piel grande fue su sorpresa al saberse el primer santo en ser revivido, Atena le miraba con afecto explicándole que luego de suplicarle al mismo Zeus para que los perdonase de la terrible condena que deberían afrontar ahora él sería el santo de Géminis.

Kanon observó con verdadera confusión como su diosa le entregaba la dorada armadura que fuese de su hermano y ahora lo nombrase como único guardián de la tercera casa, el dorado manto brilló entonces reaccionando al cosmos de su nuevo dueño.

¿Y Saga? consternado no pudo evitar preguntar notando recién las trece urnas que estaban colocadas alrededor del gran salón hallando una destrozada que seguro correspondía de donde su alma fue liberada.

El también revivirá no debes preocuparte conciliadora lo invitó a quedarse a su lado viendo como cada santo era revivido.

Cuando su hermano despertó y todos los santos renovaron su juramento de rodillas frente a la diosa perdonando cualquier ofensa o agravio a al Orden todos vistieron sus doradas armaduras llenando de brillo el lugar.

Pero Kanon no se atrevió a llamar al manto de Géminis, antaño abría corrido a restregarle en la cara a su gemelo que ahora era portador de la armadura lleno de orgullo pero en ese momento le resultó imposible hacer tal bajeza y menos al no notificársele a Saga que ya no era el guardián de Géminis.

Por eso se abstuvo.

Prefirió pretender que el manto tampoco respondía a sus órdenes.

No obstante cuando ya todos los caballeros abandonaban el templo fue que el olor del rojo carmín proveniente de su hermano mayor le hizo abrir la boca sin medir consecuencias.

Apestas a sangre  le dijo.

 

.

 

— ¿Piensan quedarse en Grecia? — la dulce voz de Atena le hizo reaccionar.

— Iremos a Corinto, tal vez después a Patras no estoy seguro — ahora que hacia memoria correctamente se le hizo demasiado extraño el haber visto trece urnas para revivir a todos los santos, si tan solo deberían ser doce los guardianes de oro en cuyo caso Shion había sido revivido en lugar de Aioros.

— Ya veo — ella se mantuvo observando el paisaje que se dibujaba en frente con el refrescante viento que movía sus largos cabellos y hacia bailar los pliegues de su vestido.

— Atena necesito saber si el aroma que rodea a Saga tiene relación con que Aioros de Sagitario no fuese revivido — insistió ligeramente consternado por el silencio de su diosa que sin nada de sutileza cambiaba de tema.

El silencio que sobrevino fue casi sepulcral, la deidad se giró lenta para apreciar con mayor detalle al santo que protegió por tanto años y a quien le tenía especial afecto. — Mañana partirán del santuario portando sus armaduras, espero lleves la tuya. No te la encomendé para que la sintieses como una carga, Kanon.

Iba a protestar, estaba dispuesto a reclamarle a su diosa por una explicación razonable pero el; “puedes retirarte” que ella musitó con autoridad lo obligaron a desistir recordándole que el juramento que lo ataba a ella lo conminaba a obedecer y a protegerla ante todo.

Siempre había añorado la armadura de Géminis y con orgullo la portó en el enfrentamiento contra el dios del inframundo pero dadas las circunstancias actuales sentía estar arrebatándole algo que le correspondía por derecho a su hermano mayor, un hermano al que ya no odiaba y por quien ahora se preocupaba. Con cierta desazón emprendió el retorno del templo mayor, el silencio de Atena solo le producía más inquietud porque aparentemente ella no estaba dispuesta a resolver ninguna de sus dudas.

Por lo cual debería buscar respuestas en otro lugar.

 

 

 

 

 

Veía los cabellos zarcos del tercer custodio particularmente desordenados en ese momento, no es que Saga  resaltase por llevar una cabellera peinada impecablemente pero ahora que los analizaba a detalle le dieron la impresión de estar enredados.

Probablemente sería solo su impresión pero no tenía manera de averiguarlo.

No es que fuese a acercarse al otro santo para pasar sus dedos entre las índigas hebras esperando que no se trabasen.

Tampoco es que Aioria estuviese analizando al otro sujeto con tremendo fanatismo reparando en ese tipo de detalles, tan solo se debía a que Leo se hallaba mortalmente aburrido de esperar que Saga escogiese los libros que pensaba comprar de esa antigua librería que había llamado su atención.

Bostezó casi desparramado sobre la incómoda silla en la cual se sentaba sin nada mejor que hacer que estar allí viendo a Géminis pasearse por la diminuta tienda ojeando un gastado libro de hojas amarillentas.

Pero tampoco podía reclamar nada ya que había sido su idea la de dar un breve recorrido por el pueblo luego de que el gemelo mayor fuese a su templo a “disculparse” por el incidente de la noche pasada.

 

.

 

Sus glaucos irises quedaron atentos al santo que estaba en la entrada de su templo, ligeramente anonadado no entendía la razón de la temprana visita.

Aioria le llamó suave ocasionándole un ligero escalofrió al temer sus intenciones.

Tal vez atacarle con una “explosión de galaxias” por el incidente del beso al haber recapacitado toda la noche y sentirse recién ofendido por el casto toque.

¿Sucede algo? intentó ser lo más cordial posible y no hablarle mordaz, se había decidido a aprovechar la inusitada docilidad del santo bipolar para intentar coaccionarlo y de ese modo convencerlo de alegar en favor de Aioros frente a Atena y quien sabe… quizá conseguir una honesta disculpa por haber ocasionado la muerte de su hermano. Pero recién recapacitaba en lo riesgoso de su plan… ¿cómo se supone manipularía a quien pudo usarlos como marionetas?

Pues bien, Aioria aún no comprendía lo ventajoso que podría resultarle que Saga estuviese perdidamente enamorado de él.

Quería… hablar sobre lo que sucedió anoche  le vio ínfimamente nervioso, aunque debía estar viendo mal, Saga jamás estaría nervioso simplemente por hablar.

Asintió con precaución atento a cada movimiento del otro, a cualquier acción que pudiese interpretarse como riesgosa puesto no tenía motivos tangibles para fiarse de quien usase el “satán imperial” sin el menor remordimiento. ¿Te molestó?  suspicaz se adelantó a preguntar notando para su alivio como el de cabellos largos negaba de inmediato dejando ver un tenue rubor formándose en las pálidas mejillas.

Tengo que ser yo el loco, pensó al considerar por unos instantes que el sospechoso interés del gemelo era por completo romántico.

Entonces… murmuró sintiendo en verdad estar alucinando ¿te gustaría bajar al poblado?, necesito comprar un par de cosas jugándose su suerte como la noche pasada ofreció el inofensivo paseo.

 

.

 

No creyó que Saga aceptaría pero igual que anoche su equivocación tan solo conseguía ponerlo más alerta con respecto al de Géminis. No quería que el día de mañana este le dijese que solo estaba bromeando y quedase como un idiota frente a alguien tan falaz.

— Llevare estos — para alivio de Aioria luego de tortuosos minutos Saga se decidió a comprar tres de los muchos libros que había ojeado casi leyéndolos con descaro frente al dueño del negocio.

— Excelentes elecciones — el anciano de anteojos con la mejor voluntad envolvió en papel las adquisiciones cobrando ridículamente poco por los viejos libros.

— ¿Ya podemos irnos? — algo aburrido se acercó en tanto el mayor pagaba notando de soslayo un diminuto libro en la sección de ofertas. Curioso tomó la maltratada impresión notándola incluso sin portada dándose cuenta de que la mayoría era dibujos, narrando una especie de parábola en la que un hombre sacrificaba a su propio hijo por mandato de un dios y justo antes de matar al inocente se le entregaba un cordero para degollar en lugar de su primogénito demostrando así fe ciega.

— Esta en una rebaja especial — la rugosa cara del hombre canoso dibujó una sonrisa — ¿quiere llevarlo también?

Aioria negó devolviendo el librillo a su lugar, — solo estaba echando una mirada.

Una vez fuera del negocio bostezó cansado cubriéndose la boca de paso, aún era bastante temprano y tenían al menos una hora antes de tener que ir a comer.

— ¿Y qué era lo que tu querías comprar?

— ¿Eh? — respingando notó como Saga le veía atento con esa pacifica expresión que le dedicaba desde el día de ayer y las sutiles ondas de cosmos cálido que le regalaba como si todo fuese parte de un plan.

Porque justamente con esa imagen tan “hermosa” que le presentaba Aioria creía fervientemente en lo sospechoso de todo ello, ¿desde cuándo Saga podía verse tan bien?

¡Dioses, Saga no puede estar intentando seducirme!

Escandalizado detuvo su andar abrupto negando con entusiasmo, era imposible que su detestable camarada hubiese llamado su atención.

— Aioria — le llamaron ante el ligero arrebato. — ¿Estas bien?

— Si, desde luego — carraspeando retomó la marcha parando en una pequeña plaza decidiendo sentarse a una banca — vamos a tomar un descanso, el día está refrescando.

Se mordió el labio inferior cuando el mayor se sentó a su lado asintiendo con suavidad, tratando de enfocarse en su entorno Aioria no tardó en hallar una escena que captó su mirada; un par de niños jugaban con un balón remendado dándole pequeñas patadas pasándolo entre ellos. No tendrían más de seis y diez años… seguramente eran hermanos… entonces el más pequeño cayó raspándose una rodilla y ante sus lagrimones y amago de llanto el mayor se apresuró a consolarlo revolviendo sus cabellos sonriéndole prometiéndole un helado.

El nostálgico cuadro solo consiguió que la poca simpatía que estaba sintiendo para con Saga volviese a convertirse en reproches por las vilezas cometidas por este estando a la cabeza del Santuario.

Entonces Aioria se sintió justificado.

No tenía porque albergar culpa al exigir una satisfacción.

— Saga… — esta vez fue él quien llamó al otro.

— ¿Si? — vio al otro girar prestándole atención de inmediato.

Tragándose su ligera desazón Leo tomó una de las manos del gemelo para estrecharla con la suya tratando de elaborar una perorata convincente para ganarse todos los favores de Saga sin que este sospechase nada.

— Quiero que sigámonos viendo… incluso después de abandonar el Santuario, — hizo una breve pausa para inspirar, nunca había hecho algo parecido con ninguna mujer sentía estar declarándose por primera vez — me gustas… — mintió pensando que sería más fácil pero solo esperaba que el otro le creyese. Inclinándose lentamente sobre un sorprendido Saga fue matando los pocos centímetros que separaban sus labios.

Aioria casi podía sentir las miradas indiscretas de los transeúntes pero prefirió ignorarlas, ya suficiente tenía con su propia conciencia que le gritaba sobre lo incorrecto de su proceder, con su sentido común que le alertaba de no fiarse del santo que podía pasar por un ángel y un demonio a la vez. Utilizando su diestra apresó los suaves cabellos que entre azur y violeta brillaban magníficos con la luz del sol, dejó su otra mano sujetando la de Géminis sintiendo con claridad el ligero temblor que la recorrió.

No pudo negarlo, el beso le resultó por completo delicioso.

Ciertamente disfrutaría de todo aquello.

Pero no tendría porque hacerlo.

 

 

 

Seguramente Shion tampoco le diría nada, el Patriarca estaría coludido con Atena sobre la razón para que su hermano llevase a cuestas tan inusual castigo, Kanon resopló sentando en las escalinatas de la entrada de su templo.

Luego de la conversación con su diosa ya no pudo hallar en el santuario a su hermano o a Leo enterándose por Aldebarán que ambos santos habían salido del Santuario desde muy temprano.

Podría recorrer el pueblo que quedaba más cerca y tratar de rastrear el cosmos de alguno de los involucrados pero dudaba que resultase y ahora más preocupado estaba en lo que Atena no quiso decirle.

No entendía la razón para no revivir a Aioros y si a ambos Géminis, si lo pensaba fríamente hubiese bastado con revivir a uno de ellos y en cambio tener las doce casas con sus respectivos guardianes.

— Debe haber algo más — pensó en voz alta.

— ¿Ahora tú también hablas solo?

El gemelo menor viró hallando a sus espaldas al octavo guardián viéndole con cierta suspicacia.

— O será que tienes los mismos gustos que tu hermano — agregó curvando sus labios unas milésimas

— ¿Gustos? — enarcó una de sus cejas fingiendo desinterés.

— Si, ya sabes lo que las lenguas populares dicen.

Kanon bufó tratando de ignorar a Milo, por Atena que lo golpearía de estar insinuando lo que creía que insinuaba.

Volvió a bufar.

 

4.- Dudas

 

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos, siento la demora tuve que mudarme de casa y aun quedaban muchísimos trastos que ordenar. En verdad gracias por las lecturas y los comentarios que siempre animan.

En este capítulo me centre algo más en Kanon y Aioria ya en el siguiente sabremos lo que Saga piensa y cuáles son sus planes.

De nuevo gracias por el apoyo, quejas, dudas y sugerencias son bienvenidas, cuídense mucho.

Yae.

 


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