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Justificado por Yae

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El viejo maestro siempre le pareció una persona respetable y sabia, pero luego de tratarle brevemente se dio cuenta de que su verdadera personalidad distaba bastante de sus expectativas.

Pero nuevamente se sentía confundido ante la expresión de total seriedad que Libra lucía en esos momentos, la sensación de ansiedad que iba recorriéndole le hizo pasar saliva con dificultad.

— ¿Y Shiryu? — preguntó intentando desviar la mirada fija del “anciano” que le veía con atención como esperando a que le dijese la razón real de tan inesperada visita.

— Supongo que Atena ya les dejó abandonar el Santuario — habló sentándose al lado del joven bastante cerca de la caudalosa cascada que estrepitosa los forzaba a hablar en tono más alto.

— Yo no diría que nos dejó… — resopló confiando en que Dohko no lo tacharía de traidor o algo parecido sin escuchar todas sus razones, — se sintió como si nos hubiese forzado a dejar tierra santa y estoy seguro de que no soy el único que piensa eso.

— ¿Por eso viniste hasta aquí? — el aparentemente joven maestro se relamió los labios suspirando después.

— El Patriarca no parece querer responder ninguna duda y cuestionar a Atena es… — hizo una pausa revolviéndose los castaños cabellos con frustración, como santo de la diosa debería estar obedeciéndola y tomando vacaciones en la playa y no buscando problemas por culpa de Saga — Saga… — pensó en voz alta dando un suspiró nostálgico.

— ¿Sucede algo con Géminis?

Entonces Leo reaccionó sobresaltándose espantado por estar fantaseando en medio de un asunto tan importante, — bueno… — carraspeó aclarándose la garganta — Kanon está portando la armadura de Géminis y no comprendo la razón… ¿Qué se supone que hará Saga entonces?

— ¿Estas preocupado por Saga?

— No, — respondió algo molesto, había ido a buscar al viejo maestro para aclarar dudas no para que este le llenase de preguntas — es decir… — sopesando en la información que pudiese obtener rectificó su respuesta — somos camaradas y he sentido que Saga desprende aroma a sangre como si estuviese marcado…

Dohko le sostuvo la mirada por tortuosos segundos, — así es, es una marca.

La confesión clara del otro hizo a Aioria abrir los ojos cuan grandes eran, sus labios se movieron tratando de soltar la estupefacción que lo embarga en ese preciso momento.

— Por eso me marché del Santuario, porque no estaba de acuerdo con aquella disposición de Atena.

— No comprendo — por fin el sonido nuevamente brotó de sus labios — entonces Atena… — dio un par de pasos en dirección del viejo maestro a la expectativa de una terrible confesión.

— Aioria, no puedes hacer nada. No está permitido que nadie intervenga.

 

 

 

La pequeña pensión donde estaban quedándose era bastante acogedora pese a ser diminuta, tenía un bonito paisaje que asomaba desde las ventanas que lograba relajarlo en medio de todo el desazón que lo embargaba.

Encogido sobre la cama individual de las dos que había en la habitación se agazapó lo más que pudo para retener el calor que la cobija que le cubría le proporcionaba, sabía que sus cabellos estaban enmarañados desparramados sobre la almohada, esa mañana en particular no quiso levantarse aunque ya diese más de medio día.

Entonces la algo rechinante puerta de madera se abrió dejando entrar al menor de los gemelos, había salido bastante temprano esperando recabar algo de información, chasqueó la lengua al ver el pequeño cuartito igual que cuando salió; con los platos sobre la mesa que correspondían a la cena del día anterior y su poco equipaje aun arrinconado en una esquina de la estancia desde hace dos días. No significaba que a Kanon le desagradase el desorden solo que simplemente estaba seguro de que su siempre pulcro hermano mayor no se la pasaría en cama hibernando por amor.

— Al menos pudiste abrirle a la encargada, me dijo que vino a golpear varias veces — resopló acercándose a la cama donde Saga se mantenía cual pupa en letargo.

— Nn… — apenas musitó encogiéndose más si eso era posible, ese día en especial había despertado sin deseos de hacer algo productivo.

— Te traje un par de cosas— el menor volvió a resoplar tirando un poco de las sábanas que cubrían a su gemelo — vamos Saga no me hagas tirarte de la cama que lo haría con gusto.

— La tierra no va a dejar de girar porque permanezca en cama un día —respondió de mala gana incorporándose para mirar con reproche, usando su diestra apartó los cabellos que le obstaculizaban la visión.

— Es probable pero no vamos a arriesgarnos — acotó con total ironía, buscando en la bolsa de papel que llevaba en manos sacó un pequeño frasco de cristal que contenía agua en color azulado — lo compré en una tienda del centro, es el que más se parece al que utilizas — le ofreció el perfume que Saga se quedó viendo con cierto interés.

— Debo estar apestando — comentó mientras extendía su brazo derecho delante de Kanon para que le aplicase la infusión.

El menor enarcó ambas cejas ante la desfachatez de su hermano pero guardándose sus palabras mordaces procedió a aplicar la loción sobre la blanca piel que le ofrecían, dejando después el frasco sobre el buró se inclinó para olfatear a su gemelo sintiéndose extraño con la acción. Sus fosas nasales no tardaron en advertir la presencia de la sangre sobre la dermis que el perfume no podía disimular tan bien como lo hacía la otra fragancia.

— ¿Y bien? — no pudo evitar mirarle con cierta esperanza desilusionándose de inmediato al poder leer claramente los ojos de su menor. — Lo sabía — masculló volviendo a envolverse entre las cobijas, la principal razón para quedarse encerrado era justamente para evitar que alguien más notase la peste, no deseaba terminar con lo poco de perfume que aún conservaba.

— Vayamos con Afrodita — pese a no estar a favor de su propia proposición el estado flemático de Saga estaba desesperándolo con excesiva celeridad— de seguro que podrá preparar algo que te ayude.

Saga suspiró aun recostado de lado sin ver a su gemelo, no quería arriesgarse a que Aioria viniese a buscarlo y no lo encontrase pero tampoco tenía muchas opciones, — voy a tomar un baño antes — anunció levantándose por fin de la cama, dando un bostezo disimulado salió de la habitación con los pies descalzos.

El gemelo menor suspiró ligeramente aliviado y sin poder evitarlo una genuina sonrisa asomó en sus labios.

 

 

El ofuro se hallaba en el plata baja de la pensión de dos pisos por lo que forzosamente debían tomar turnos para usarla, Kanon estaba seguro de que su hermano no tardaría en notificarle lo disconforme que estaría con esa situación, pero tampoco podía pedir mucho; de todos modos eran santos de Atena cuyo Santuario cubría todas sus necesidades y al dejarles marchar no es que les diesen una pequeña fortuna a cada uno.

— Ya llevas ahí un buen rato, van a pensar que quieres acabarte todo el agua — dijo en tono de broma golpeando la puerta del baño apresurando a su gemelo, — Saga… — golpeó la puerta un par veces al no recibir respuesta — Saga… — repitió su acción frunciendo el entrecejo ante la nula contestación.

Bufando quiso abrir la puerta pero al estar asegurada por dentro no pudo hacerlo.

— Si no abres la puerta voy a quitar la perilla — advirtió en tono más alto.

Entonces el picaporte sonó dejándole abrir con libertad.

— Puedes dejar de vigilarme, empieza a exasperarme — Saga le miraba de mala gana aun cubierto por agua que escurría del largo cabello cubriéndose solamente con una pequeña toalla sus partes íntimas. Dejando ingresar a su gemelo se dio la vuelta para terminar de lavar sus índigas hebras, no era su culpa tardar tanto en su aseo, siempre que consideraba ya estar lo suficientemente limpio nuevamente el olor a sangre lo asaltaba obligándolo a tallarse la piel de nuevo.

Kanon tragó pesado cerrando la puerta tras de sí, hace muchos años que no compartía el baño con su hermano, concretamente desde que eran niños. Suspiró quedándose de pie a una distancia prudente observando a su gemelo refregar los mechones de cabellos echándose agua de la cubeta que tenía al lado después, no es que estuviese vigilándolo… todo el tiempo, no deseaba dejarlo solo por varias razones y una de ellas era que temía que pudiese ceder a hablar consigo mismo de nuevo…

Tal vez algo natural entre ellos pero diametralmente anormal para cualquier otro.

Tal vez por eso debían ser gemelos, para tener siempre a alguien con quien compartirlo todo desde el nacimiento y de ese modo evitar rendirse a su propia oscuridad, pero al terminar odiándose entre ellos hace tantos años no hubo quien supliese ese magnánimo hoyo.

Aioros quizá, antes de que muriese, pensó sin dejar de observar como su hermano se acicalaba con cuidado.

— Saga… — le llamó acercándose los metros que los separaban, tomando en su breve recorrido la esponja jabonosa del piso.

— ¿Nn? — musitó girándose levemente respingando cuando contra su espalda sintió la textura del jabón recorrerle la espina, — ¿qué haces?

— Te ayudo, así podremos irnos cuanto antes — respondió refregando la blanca piel yendo desde los omoplatos hasta descender y chocar donde la diminuta toalla cubría para subir de nuevo en esa hipnótica travesía.

— Han pasado años… — Saga resopló algo inquieto pero dejándose hacer, rememoraba aquellos momentos infantiles donde ambos ingresaban a la pequeña tina donde se aseaban o algún lago que hallasen que sirviese al propósito, donde jugaban inocentemente… cuando aún se querían como hermanos.

— Aja… — pretendía estar escuchando pero realmente se había perdido en su simple labor, sus ojos parecían grabar en sus retinas las gotas de agua y espuma que descendían por la línea de la espalda, como las afortunadas escurrían sinuosas hasta terminar en el piso dichosas.

Kanon tragó pesado sintiendo un ligero calor del todo incorrecto…

Aberrante…

Cuando la punta de sus dedos iba cediendo a tocar la piel de su gemelo se detuvo a tiempo reaccionando espantado, como si sus intenciones hubiesen sido las de matar a Saga, ¡por Atena!, exclamó en su conciencia levantándose de golpe aventando la inofensiva esponja de baño como si fuese el arma de un crimen.

— ¿Pasa algo? — el mayor se giró viéndole de soslayo.

— O… olvide algo, te esperare arriba — mintió sin otra opción saliendo del lugar en un par de desesperadas zancadas cerrando la puerta. Horrorizado por su comportamiento Kanon inspiró tan hondo como pudo, su mano derecha se incrustó en su propio pecho comprobando con pavor como los latidos de su corazón estuvieron a punto de desbocarse.

Y se maldijo por eso.

 

 

 

Luego del viaje de un par de horas se hallaban en el lugar preciso donde se supone Afrodita estaría quedándose, Saga observó la letras doradas encima de la puerta de cristal. “Mitt ställe” venía escrito en dorado y cursiva, cuando sus labios se entreabrieron para intentar pronunciar la voz de Kanon le interrumpió.

— Mejor entremos de una vez — técnicamente ordenó.

El gemelo mayor apenas suspiró siguiendo al otro, desde que salieron de la pensión lo había notado algo extraño y aun no descifraba la razón. Dentro era bastante acogedor, las mesas talladas estaba dispuestas por el amplio salón donde los elegantes clientes disfrutaban de la agradable música instrumental que se oía de fondo, en las paredes también se apreciaban pinturas de preciosos paisajes y algunos rostros que no pudo identificar.

— El servicio exige exclusivamente vestir de etiqueta.

Saga respingó al oír la voz de su camarada, Afrodita se acercó con una suave sonrisa vistiendo tan impecable como siempre.

— ¿Quién se viste de traje solo para tomar el té? — el menor de los gemelos bufó cruzándose de brazos.

— Creo que es demasiado pedir para ti, mi estimado Kanon — el sueco extendió su mano indicándoles que lo siguieran a la parte de atrás.

— ¿Trabajas aquí? — curioso el mayor fue analizando cada pequeño detalle del entorno, los cuantiosos ornamentos que conformaban aquel establecimiento con exagerados ventanales.

— Se requería mi estrambótico talento para mejorar este lugar — sin dejar de sonreír los guió hasta una habitación igual de decorada; con el sofá y los sillones en tono salmón y los muebles marrones llenos de juegos de té de todos los estilos posibles.

— No me esperaba que viniesen a visitarme tan pronto.

— Supongo que lo sabes — Saga se acomodó en el amplio sillón esperando que Kanon se sentase a su lado cosa que nunca sucedió, su gemelo se mantuvo de pie al lado de la puerta con los brazos cruzados.

— Si y estoy ligeramente dolido porque no acudiste a mi antes. Claro que debo admitir que quien te haya preparado ese perfume hizo un excelente trabajo — suspiró.

— Señor Afrodita… — entonces una muchachita de al menos veinte años entró en la habitación, de rubios cabellos ensortijados y ojos claros vestía como una mucama. Sus ojos brillaron encantados al ver a los gemelos — bue… buenas… tardes… — balbuceó apenadísima con un enorme sonrojo.

— Berenice tenemos invitados, ¿podrías traer algo de té? — el santo de Piscis se acercó a la abochornada chiquilla tomándola de los hombros para girarla y que pudiese salir de la habitación.

— Cla… ¡Claro! — Quiso recomponerse pero solo dejo caer la bandeja que llevaba en manos — lo siento mucho — se excusó saliendo casi a trompicones.

— ¿Por qué no la ayudas? — Afrodita se dirigió a Kanon — es tan impresionable que es probable que no pueda servir el agua sin quemarse.

— No, — arrugó el entrecejo sabiendo que estaban echándolo para que el otro santo pudiese hablar a solas con su hermano.

— Entonces ve a ver el ocaso antes de que anochezca, por Atena, Kanon. Quiero hablar con Saga de asuntos privados.

Bufó enfadado viendo como su hermano también lo echaba con la mirada, de mala gana salió de la habitación yendo hacia el salón sentándose en una de las mesas importándole muy poco que todo estuviesen vestidos tan elegantemente.

 

 

.

 

 

— ¿Y dónde está Aioria? Creí que estaría contigo.

Saga negó desviando la mirada unos instantes, — se supone que nos alcanzaría en Corinto pero aún no ha llegado.

— Quien lo diría… — Piscis acomodó su mano derecha sobre su cadera resoplando — de todos los habitantes del Santuario que hayas terminado interesado en el hermano pequeño de Aioros.

Se mordió el labio inferior sin atreverse a negarlo, de todos modos ya se lo habían dicho; que era tan evidente su sentir que al parecer todos lo notaron de inmediato, sus puños se contrajeron sobre sus rodillas arrugando la tela de su pantalón.

— No te atormentes — musitó acercándose al de cabellos azures — de todos nosotros creo que eres quien más merece un poquito de fantasía — borrando su siempre insinuante sonrisa se sentó al lado del antiguo Patriarca.

— El aroma a sangre — habló de nuevo como si el otro supiese a la perfección a que se refería— ni siquiera Atena me ha dado razón del porqué.

— ¿Hablaste con Shaka? — inquirió, desde hace varios días hubo notado el extraño olor que Saga desprendía pero con lo ligeramente inestable de su camarada no pudo increpar en el asunto.

— No.

— Podemos ir a buscarlo, se dónde supone debe estar — recompuso su coqueta sonrisa intentando animar el tenso ambiente que se había formado. — En tanto tengo el perfume indicado para ayudarte mientras resuelves todo — le guiño un ojo dándole palmaditas en la espalda.

El mayor suspiró algo más relajado, incluso consideró que su diosa en realidad estaba castigándolo por todas las vilezas cometidas en su contra pero le resultaba tan insólito que su amada deidad estuviese mintiéndole al decirle que ella no percibía ningún extraño aroma.

“Tú siempre serás Saga de Géminis, no dudes de ello. Pero Kanon también ha demostrado su valía en repetidas ocasiones, concedámosle el manto sagrado por ahora”

Fue lo que ella dijo y no quiso cuestionarla, no se atrevería a hacerlo si se supone sacrificaría todo por la diosa a quien servía.

 

 

 

 

Su gigantesco Santuario se había llenado de absoluto mutismo y de tremenda desolación al pedirle a su santos que lo abandonasen, Saori lo resentía lúgubre y hasta aterrador cuando solo silencio abarcaba las doce casas que lo resguardaban, incluso la compañía de Shion no parecía serle suficiente, por ello cuando el fútil mensajero que irrumpió en sus aposentos anunciándose con cosmo-energía que solo un dios podría advertir lo notó de inmediato.

— Zeus la ha llamado al Olimpo — reverenciando a la diosa predilecta el simple escudero mantuvo su mirada a los pies de la mujer — dentro de poco se llevará a cabo la ceremonia.

— Le solicité más tiempo a mi padre — casi habló en un susurro resintiendo el viento que irrumpía por los ventanales abiertos que conseguían volarle los largos cabellos.

— Son palabras del mismísimo Zeus, debe acudir a su llamado de inmediato.

Atena asintió cerrando sus grandes ojos, deseaba regalarle algo más libertad a Saga pero escapaba de sus manos, solo una divinidad podía percibir aquella corrupción que iba adhiriéndose en las venas de la tierra sedándola con lentitud, cada milenio incluso los dioses del Olimpo debían ofrecer tributo a una de las tres existencias primordiales del universo garantizando su regencia sobre el mundo por mil años más.

Un guerrero inigualable, una energía incomparable debía ser sacrificada.

Pero su corazón vestido de humanidad le impidió si quiera pensar en el Pegaso, tampoco en Aioros… menos en su… en Kanon, sus labios temblaron creyendo fallar en su labor de guardiana de la humanidad al sentir como anhelaba volver a tener al actual santo de Géminis a su alrededor.

Por eso escogió al más prescindible de sus custodios, a quien su magnífico cosmos se pudiese degollar.

Y aunque sufriese por su decisión por ningún motivo la iba a modificar.

 

 

 

 

Regresaron bastante entrada la noche, Saga se sentía más relajado al llevar consigo el dulce perfume que Afrodita había preparado, se supone que al día siguiente deberían reunirse para  ir con el santo de Virgo esperando poder obtener algo del budista.

Pese a caminar al lado de su hermano esta vez veía a Kanon molesto por alguna razón, — no tienes que acompañarme todo el tiempo si no lo deseas — resopló ligeramente hastiado por la poco afable expresión del otro.

Kanon se sobresaltó ante las palabras deteniendo sus pasos unas milésimas, — se supone que es lo que los hermanos hacen — respondió parco.

— Hermanos… — Saga repitió quedito para sí, sintiendo la palabra en toda su extensión se guardó el resto de sus argumentos, sentía mucho cariño por su hermano pero de algún modo no estaba seguro de que se hubiesen perdonado todo el daño hecho el uno al otro, de todos modos jamás hubo una disculpa.

Pero antes de seguir inmerso en sus cavilaciones sus ojos apreciaron el brillante dorado iluminado por un farol que cierta persona llevaba a sus espaldas, entonces sus labios se curvaron por inercia al identificar a quien estaba de pie esperando en la entrada de la pensión.

 

 

 

7.- “Colateral”

 

 

 

Notas finales:

Saludos…

Si, sé que demore bastante y si, sé que este capítulo está muy, demasiado, bastante extraño…

 

Que diré en defensa del capítulo, de hecho estaba algo corta de inspiración cuando lo escribía, por eso me di una pasada por internet buscando inspiración, incluso me puse a leer los primeros capis el episodio G pero no me resultaba y fui a buscar imágenes de Saga en tumblr y…

En verdad que en el 80% aparecía junto a Kanon, verlos tan juntos, siempre juntos, tan adorablemente juntos y mi mente empezó a trabajar de otra manera (:D) luego recordé la insinuación de un KanonxSaga en un fic de Whitekaat –si, te culpo… lo siento- y el capítulo terminó así –aunque me gustó escribir la escena del baño-, debo disculparme por eso. No soy aficionada al incesto de hecho el único al que le tengo cierta estima es (en Naruto –Itachi y Sasuke-) pero como que me empezó a gustar la idea… ya me dirán que opinan o si de plano me quieren arrojar tomates.

¡Angst para Saga y para Kanon también, angst para todos!

Bueno mejor lo dejo ahí que me desviaré mucho, espero este capítulo le haya resultado interesante a alguien, cuídense mucho.

Yae.


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