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Justificado por Yae

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— Vengo a reunirme contigo.

Fueron las palabras de Aioria en cuanto se acercaron a donde Leo los esperaba, al oírlo Saga sintió con claridad como su corazón latía mas rápido, como todas sus inseguridades eran aplacadas por la presencia del santo de la quinta casa.

— Aioria — casi dijo en un suspiro encantado apresurándose al lado del otro.

— Pregunté y la encargada me dijo que habían salido, por eso estaba esperando — aclaró sonriendo levemente ante la mirada del de cabellos azures, tan genuinamente feliz de verle, no recordaba que alguien pudiese estar tan contento de verlo.

— Pudiste regresar mañana — Kanon intervino ganándose una mirada mortal de su hermano.

— Fuimos a ver a Afrodita — el mayor tomó al león de una mano guiándolo dentro de la pensión — ven, debes estar cansado.

El gemelo menor solo resopló con fastidio, recordaba el desgano de su hermano durante esos días y ahora nuevamente lo veía dichoso irradiando toda la buena voluntad del universo, suspirando en silencio se tomó los segundos necesarios hasta que los otros dos caballeros entraran dejándolo solo.

Entonces su mirada ámbar se elevó al cielo unos segundos perdiéndose en las brillantes estrellas, que decoraban el manto negro allá en la estratosfera cayendo en cuenta que siempre terminaba corriendo en círculos, persiguiendo a su hermano… y como este avanzaba alejándose, apartándose en todos los sentidos.

¿Por qué Aioria?

Se preguntó.

— Kanon.

Pero la voz de su gemelo le hizo suspirar viendo como este le esperaba habiendo regresado y en ese momento quiso decirle tantas cosas que hablaban ruidosas en su corazón, confesar sentimientos difusos cuya existencia estaba drenando sus prioridades, pero no se atrevió.

— Deberías entrar, está haciendo más frío.

Fue lo que oyó de la boca de su hermano antes de que volviese a dar vuelta perdiéndose tras la puerta de madera dejándolo nuevamente solo, pero esta vez también fue tras él.

 

.

 

Aioria sintió claramente el cambio de temperatura una vez que entraron en el pequeño cuarto que los gemelos compartían; dejando la caja de su armadura a un lado fue a sentarse en la cama donde Saga lo guio acomodándose a su lado viéndole con esa miradilla curiosa y una encantadora sonrisa.

Admitía que esa sonrisa en particular era encantadora.

— ¿Cómo te fue? ¿Hiciste todo lo que debías?

Le llenó de preguntas deseando acercarse más pero Leo podía notar como se contenía al estar Kanon de pie al lado de la puerta como una especie de guardián, — bien… estoy algo cansado, la encargada me dijo que no tenía más habitaciones disponibles y pensaba buscar alojamiento por aquí cerca — quiso cambiar de tema de momento pero Saga negó de inmediato al oírlo.

— Puedes quedarte aquí.

— Ni hablar — el actual custodio de Géminis habló alto — yo hablaré con la encargada — frunciendo el ceño salió de la habitación dejando la puerta abierta con toda intención.

Un soplido resignado huyó de labios del mayor de los gemelos y entonces Aioria volvió a prestarle atención, debía hablar a solas con Saga sobre lo que Dohko le confesó pero no deseaba estropear la agradable expresión que el de Géminis lucía.

— En verdad te extrañé — dijo sin pensarlo mucho acercándose lo suficiente para depositar un suave beso en la frente de su mayor, quien quedo atónito por la acción arrebolando sus mejillas de inmediato. Sus labios permanecieron rozando la suave piel sabiéndose despiadado al no estar seguro de lo que sentía por el gemelo quien se apresuró a buscar su boca deseando un mejor contacto.

Probablemente todo sus deseos vanos de ver sufrir a Saga habían sido oídos pero sabiendo lo que le depararía al gemelo se sentía aún más ruin, detestando como incluso su amada diosa podía guardarse nefastos enigmas que los resumían en simples piezas del cósmico juego que solo los dioses podían jugar.

Pero tal vez podía volver a empezar.

Quizá con algo de suerte siendo un peón podría llegar hasta las líneas enemigas y reclamar a Saga ofreciéndose en su lugar, sus verdes ojos permanecieron abiertos en tanto compartía el espléndido beso que con calma iba taladrando en todas sus defensas.

Si Saga había planeado todo ello era algo que desconocía, pero indudablemente podía ver cómo iba perdiendo contra ese santo, los cálidos labios lo acariciaban con parsimonia, la húmeda lengua emergía restregándose contra sus dentadura, como llamándolo e invitándolo a retozar… y Aioria cedió sumergiéndose por completo en la placentera sensación que la boca ajena le proporcionaba.

Y deseó más.

Su mano derecha estrechó entre sus dedos los larguísimos cabellos índigos, su mano libre entonces descendió por la espalda del otro santo con tanta lentitud que claramente pudo percibir el nimio escalofrió que asaltó al gemelo por la baja temperatura de su palma aun por encima de la ropa.

No obstante perdido en el roce, el alarmante aroma inundó sus fosas nasales recodándole con desfachatez como estaban las cosas. Con cautela se apartó del todo oyendo un suspiró desilusionado por parte de Saga, los ojos entre azul y verde le miraban atentos, tan suspicaces le interrogaban sin palabras, tan honestos que podía leerlos con exagerada sencillez.

Saga no puede ser honesto.

Pensó usando su diestra para acariciar con extrema lentitud el rostro claro y sin imperfecciones del otro.

— Aioria… — los labios que estuviese besando hace nada se entreabrieron rompiendo el acogedor silencio que los envolvía — sé que nunca he sido sensato del todo… — hubo una pausa y los largos dedos de Saga alcanzaron su faz imitando sus acciones.

Entonces Leo se detuvo. Podía ver como las pálidas mejillas iban coloreándose nuevamente, como la dura expresión en el gemelo podía modificarse para brindarle añoranza como la criatura más inocente.

— Pero… estoy enamo…

 

— ¿Se están divirtiendo?

La inoportuna intervención de Kanon quien atravesaba el umbral viéndoles con desaprobación hizo que en Aioria la misma apatía y molestia afloraran.

— Realmente debería darte igual — habló poniéndose de pie apartando con cuidado la mano de Saga, había considerado buscar apoyo en Kanon con respecto a lo que hubo descubierto pero ver la mirada fulminante que le dedicaba, los puños contraídos a los costados, el ceño fruncido le gritaban que no tenía tiempo para intentar ser “aprobado” por el hermano de Saga.

— Lamento que no sea de ese modo — técnicamente escupió sus sarcásticas palabras.

— ¡Kanon! —entonces el mayor de los gemelos elevó la voz levantándose, no deseaba llevarse mal nuevamente con su menor pero los celos de hermano compulsivo que demostraba cuando Leo estaba cerca ya comenzaban a sacarlo de quicio.

Los blancos dientes de Géminis presionaron entre sí en tanto cerraba los ojos los segundos necesarios para guardarse sus palabras mordaces, como le exasperaba tener que callar lo que pensaba, — hablé con la encargada, tiene un pequeño cuarto que Aioria puede utilizar.

— De acuerdo — el de cabellos castaños asintió dirigiéndose a la salida — los veré en la mañana — se despidió escueto cerrando la puerta cuando dejó la habitación.

Saga estuvo tentado de seguir a Leo pero la ligera molestia que sentía por la actitud de su hermano le obligaron a acercarse a este cuando lo único que hizo fue tumbarse en su cama con los brazos tras la nuca como obviando la rencilla de hace instantes.

— Aioria te odia.

Las palabras y reclamos que Saga quiso pronunciar murieron en su boca antes de emerger en cuanto Kanon habló.

El desesperante silencio que Saga de ningún modo podía disfrutar estaba orillándolo a soltar la primera tosca respuesta que su cerebro hilvanase. Reclamarle, gritarle a su hermano menor que no tenía el menor derecho de decir algo así, que poco o nada sabía de lo que sucediese entre Aioria y él…

Que estaba equivocado.

Que Aioria no lo odiaba.

Que no tenía motivos para ello…

Pero los tenía…

Como heridas sin cicatrizar estaban ahí y no desaparecerían

No es tan sencillo.

Sus manos sueltas se volvieron puños y sus nudillos casi se tornaron blancos por la presión que estaba ejerciendo, todo su cuerpo lo sentía rígido trabándolo en su postura de frente a Kanon quien no le miraba con clarísima desaprobación.

— Lo se… — al fin sus labios se entreabrieron para responder ante lo dicho hace nada, percibía a la perfección un temblor irregular en sus comisuras desesperándole con parsimonia.

Los ojos tan iguales a los propios se abrieron algo más ante el par de palabras estupefactos por la expresión inalterable que seguramente lucía. — Lo sabes… — repitió en tono más bajo — y aun así…

— Dejará de odiarme — Saga afirmó frunciendo su ceño unas milésimas más acentuando su semblante serio y sin cabida para intentos de persuasión. Fue entonces que su cuerpo pareció recobrar movilidad, pudo girarse con elegancia digna de él para salir de la pequeña habitación cerrando la puerta tras de sí.

Kanon quedó observando la madera casi sin parpadear, sus labios se abrieron ligeramente casi exclamando un lastimero “no me dejes” no obstante, no lo hizo.

Si continuaba de aquel modo no cabía la menor duda de que Saga terminaría odiándolo de nuevo.

Y por todos los dioses que no deseaba cosa semejante.

No de nuevo.

 

.

 

 

Sus palmas hicieron fricción entre sí con mal humor contenido, no aceptaba que Kanon buscase pisotear todos sus logros en cuanto tenía oportunidad, de continuar así tendría que irse lo más pronto posible.

Suspiró, la encargada le indicó el diminuto cuartito donde Aioria pasaría la noche, con cautela innecesaria se aproximó al lugar absteniéndose de tocar.

— Ya sé que estás ahí, puedes entrar Saga. No está cerrado.

El gemelo casi pegó un brinco poco apropiado de él al escuchar la voz de Leo hablándole desde el interior, sus labios se movieron toscos sin decidirse a pronunciar palabra, así que optó por aprovechar la invitación ingresando a la habitación.

— ¿Cómo lo supiste? — preguntó una vez dentro asegurándose de poner el seguro a la puerta para evitar interrupciones.

— Tu cosmos… esta algo alterado y es fácil de detectar.

Saga tragó pesado ante la terrible acusación para un santo con su poder, forzándose a relajarse hizo acopio de todo su autocontrol para sofocar su energía que sin permiso parecía emerger cuando algunas emociones lo rebasaban, cuando Aioria o Kanon estaban involucrados.

— ¿Kanon no vendrá a buscarte? — inquirió cuando el gemelo mayor fue a su lado buscando espacio en la estrecha cama donde trataba de descansar en medio de la oscuridad que reinaba allí.

— No lo hará, no tiene por qué hacerlo — suspiró quedo intentando estrecharse más respirando con algo más de rapidez por la nula cooperación de Leo.

Como si no desease tenerlo a su alrededor.

— Shss… tranquilo — musitó el guardián de la quinta casa rodeando recién al ex custodio de Géminis con uno de sus brazos percibiendo de nuevo ese magnífico cosmos retando la poca paciencia que Saga estaba demostrando últimamente.

— Aioria… — le llamó en un murmullo ahogado buscando a tientas los labios del más joven recibiendo de estos una caricia tosca e inesperada, un torpe beso que le hizo jadear al sentir los dientes del otro rozarle sin delicadeza.

Y repentinamente el peso del quinto custodio lo estaba apabullando contra la cama, como los fuertes brazos de Leo le sujetaban ambas manos con fiereza, con toda la fuerza necesaria para inmovilizar a un enemigo, con las recias piernas actuando como ancla consiguiendo que la gravedad de Aioria fuese mayor.

A pesar de estar compartiendo un ansioso beso, una desesperada pelea entre sus lenguas un sofocante calor trepando por su espina, Saga se sentía demasiado usado. La conocida sensación lejos de producirle morboso placer estaba angustiándolo como no pensó.

Como si desearan hacerle daño.

Como si en cualquier momento el otro santo fuese a atravesar su torso con su glorioso cosmos.

Sin desearlo realmente el gemelo empezó a forcejear para liberar sus extremidades y tan cual pensó, Aioria imprimió más fuerza en su presa y más violencia en el demandante beso que le estaba robando todo el aire a sus pulmones.

— No… así… — apenas farfulló revolviéndose lo posible para apartar su boca, cuando los labios de Leo recorrían su cuello con húmedos lengüetazos y deseosos besos con los dientes casi rasgando su piel, Saga podía palpar el calor que iba incrementándose en todo su cuerpo, como cada fibra iba cosquilleando disfrutando de su sumisión, pero al mismo tiempo su ambivalente cerebro le advertía de un peligro imaginario de seguir dejándose llevar, que debía actuar para defenderse de su “agresor”.

Oyó a la perfección un leve gruñido de insatisfacción en medio de la penumbras con el cual todo peso de Aioria se retiró de encima, — tiene que ser así, Saga — la voz de santo se escuchó más ronca y por milésimas con un tono de evidente maldad.

Pese a que toda fuerza había sido retirada el gemelo se mantuvo sin moverse, aun con las muñecas apresadas entre las manos del León cuyos verdosos ojos refulgieron con la escasa luz de luna que se colaba por el diminuto tragaluz que estaba a un lado.

— … — quiso hablar pero no tenía idea de que decir, contradiciendo a toda imagen que cualquiera guardase del antiguo Patriarca.

Con un bufido de decepción Aioria se apartó del todo, girándose en el poco espacio en la cama le dio la espalda al gemelo dejándolo por completo aturdido.

¿Qué había sido eso?

Saga parpadeó varias veces casi atónito por lo acontecido, sin querer regresar a su habitación para escuchar lo que Kanon fuese a decirle se giró lentamente para poder apreciar en la oscuridad la espalda de Aioria, sus cabellos cortos y revueltos.

— No tienes que irte… olvida lo que dije antes… — murmuró el santo de Leo ahora con su tono de voz habitual, grave y justo. — Vamos a tratar de dormir.

Pasando saliva con dificultad Géminis extendió sus brazos tratando de abrazar al otro buscando reducir la nula distancia física que los separaba pero el abismal espacio que los distanciaba emocionalmente. El atolladero resultado de errores pasados que ahora estaban condenándolo sin piedad, aspiró el aroma de Aioria y sintió sus ojos anegarse al recién considerar que obviamente el perfume se hubo consumido dejando expuesta por completa a su detestable peste.

— Aioria… — farfulló tan quedito como pudo — Aioria… — repitió en tono más bajo si era posible hundiendo su rostro en la espalda ancha estrechándose tanto como pudiese, detestando la necesidad de saberse querido para Leo que lentamente lo iba enloqueciendo.

— No te preocupes — la voz del más joven le hizo suspirar de puro alivio — voy a quedarme aquí… Saga — aseguró sin voltearse y sujetando en cambio una de las manos del gemelo enlazando sus dedos con sencillez — sin importar que pase.

El desasosiego que Saga sintió al oír esas palabras le permitió dormir esa noche.

Pero ninguno de sus sueños fue placentero.

 

 

Una fatiga general estaba calando en su resistencia, no podía ubicarse en aquel gigantesco escenario que imitaba al de la obra de teatro que viese junto a Aioria antes de dejar el Santuario. Las cortinas raídas y el piso enmohecido le orillaban a caminar lentamente oyendo el rechinido de los tablones que pisaba, todo se hallaba consumido por una densa y negra niebla que no le permitía ver si algún espectador lo observaba desde las sillas del público.

Saga deseaba avanzar pero sus pisadas no daban señales de alejarlo del centro del escenario.

Como si fuese la atracción principal.

Elevó la vista y tampoco pudo ver a nadie entre los rieles pero el sonido del metal le hizo ver por sobre su hombro hallando la armadura de Géminis desparramada sobre el piso. No se atrevió a llamar al manto sagrado dando en cambio un solo paso hacia atrás cuando se giró del todo buscando a su hermano con la mirada.

“Kanon” Pronunció pero el sonido jamás salió de su boca.

Consciente de que evidentemente estaba soñando exhalo con cuidado dedicándose a detallar su entorno visible, si bien podía interpretar el ver a su armadura como su deseo de seguir siendo guardián de Géminis utilizó su cosmos para intentar que los trozos de metal se acoplaran en forma inerte.

Pero grande fue su sorpresa cuando al primer rastro de energía que liberase la armadura acudiese a él cubriéndolo con la misma rapidez que antaño, vistiéndolo con el brillante oro Saga contuvo la respiración un par de segundos.

No debería ser tan pesada.

Otra oleada de cosmos y quiso liberarse del molesto atavío cuyo casco incluso estaba interfiriendo con su rango de visión al tener los cabellos índigos pegados a la frente sin poder apartarlos.

Su intento fue inútil.

Jadeó al resentir sofocante el calor que la armadura proporcionaba casi haciéndole temblar las rodillas por la pesadez del manto, como una tonelada de concreto atrapando sus extremidades y torso no podía utilizar su energía para ayudarse, en cada intento solo conseguía que el dorado pesase cada vez más.

Entonces se dejó caer arrodillado y con las palmas conteniendo el bestial lastre, jadeó de nuevo obligándose a relajarse, solo debía despertar para que el agobio concluyese.

Pero tampoco pudo. Su conciencia se hallaba demasiado lejos de la realidad y ni por asomo podía palpar los límites de ese mundo etéreo creado en su conciencia.

El calor que lo sofocaba ahora estaba calcinando su piel, casi podía percibir el olor a carne quemada desprendiéndose de las ranuras dejadas por la armadura.

A pesar de que su inquietud iba incrementándose Saga pausó su respiración antes de sentirse hiperventilar.

Solo estaba soñando; en la realidad se hallaba durmiendo al lado de Aioria, de seguro que Leo no tardaba en notar alguna incomodidad y le haría despertar.

Quiso animarse con esa idea pero las estridentes risas que resonaron en sus tímpanos le pusieron en alerta, podía oírlas claramente, carcajadas exageradas que parecía provenir del público. No pudo girar su rostro por el tremendo peso del casco que le estaba obligando a agacharse al resentir el temblor en su cuello.

Las risas no cesaron, más sin en cambio iban haciéndose más escandalosas con el paso de los segundos tentando los nervios del gemelo. Sus párpados temblaban y el incómodo sudor le recorría entero, daba hondas bocanadas recordándose que debía llenar de oxigeno sus pulmones.

“Aioria” casi gimoteó con leve desesperación.

Pero con cada risa ruidosa incrementándose no pudo contener su desesperación desplegando su cosmos en su totalidad buscando con ello deshacerse del pesado manto. El brillante dorado de su energía se extendió con magnificencia en medio de un grito mudo liberándole al fin.

Jadeando cansado Saga paseó rápidos sus ojos por su cuerpo hallándolo libre de la pesadísima armadura pero consternado ya no se vio en medio de aquel escenario lúgubre, ahora se encontraba en los baños del Templo principal en el Santuario, sumergido en el agua a mitad de la noche como cuando aún era el Patriarca. Se apreció desnudo sin sentirse incómodo por ello pero escandalizándose cuando pudo ver las hebras de su largo cabello sobre el agua en color plateado… en ese infame color plateado símbolo de su locura y debilidad.

Negó varias veces retrocediendo en su posición aterrado por el nefasto pigmento que coloreaba sus mechones.

“Aioria” volvió a pronunciar sin emitir sonido rogando porque el castaño lo despertase cuanto antes y más al ver la cristalina agua teñirse de negro como lamprea adhiriéndose a su piel empezando a arrancársela en diminutos mordiscos ocasionándole un lacerante dolor en todo el cuerpo. Podía apreciar como cientos de diminutas bocas con dientes afincados se iban comiendo su dermis bebiéndose incluso la sangre que caía a raudales de las numerosas heridas.

Nuevamente usó todo su cosmos para apartar la plaga que pretendía devorarlo pero esta acción solo produjo que esa negrura creciera comiéndose su energía casi oyendo un lejano jadeo de placer devorándolo con mayor celeridad.

Sus ojos empezaban a sentirse demasiado agotados sus vanos intentos por quitar la negrura a base de jalones iban perdiendo intensidad, quería gritar pero era imposible al no producir sonido alguno. Un par de diminutos y amorfos brazos emergieron de toda esa masa oscura dirigiéndose a su cuello apresándolo para tratar de sumergirlo en la oscuridad.

Y oyendo un susurro lejano un sutil llamado que no supo identificar y después un clarísimo “nos perteneces” Saga creyó que quedaría inconsciente en aquella pesadilla.

 

 

 

8.- Silencio

 

 

 

 

Notas finales:

 

Saludos.

Siento la demora, espero este capítulo haya resultado interesante. Muchas gracias por las lecturas y más para quienes se toman su minutito para comentar, cuídense mucho y nos leemos en el siguiente.

Yae.


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