Cole se notaba un tanto nervioso, no por el hecho de que la maestra volteara y lo descubriera hablando con alguien más, sino que era la platica precisamente lo que lo traía con los pelos de punta. Le había susurrado a Kai, que estaba absorto en sus pensamientos:
—Kai— le susurró el pelinegro hacia sólo unos instantes—, necesito hablar contigo— desvió su mirada unos segundos, dejando ver un ligero sonrojo en sus mejillas. Algo para nada normal en él—. Es sobre... Al— terminó diciendo. Kai sonrió para sus adentros y para el exterior.
—¿Eh?— preguntó, haciéndose el desentendido—, ¿sobre Al?— hizo una pausa que puso aún más nervioso a Cole. Kai ensanchó su sonrisa, que casi era cínica. Y esto no pasó desapercibido para el pelinegro ni para el rubio que estaba escuchando todo bastante alterado— Está bien, si no tengo más remedio— dijo al fin. Cole dejó de contener su respiración y soltó un suspiro de alivio, dejando ver una ligera sonrisa—. Pero tendrá que ser justo ahora, ya que más tarde estaremos ocupados, ¿no es así, Lloyd?— preguntó el castaño al menor, mirandolo por encima de su hombro. El rubio no hizo más que asentir sin hablar y ponerse colorado, a veces se preguntaba si Kai le preguntaba esas cosas o hacía su relación públicamente sólo para joderlo.
—¿Qué?— estuvo a punto de caer de su asiento, pero logró sostenerse. Terminó resignado, no quería interferir en la vida de Lloyd y Kai, y menos saber que era eso que los mantendría ocupados toda la tarde, aunque ya se hacía una idea. No era bonita, en lo absoluto— Está bien, ¿pero aquí, en el salón?— inquirió, ingenuo. Kai lo miró como lo haría una verdadera chica al ver a un hombre hacer una pregunta estúpida, de forma despectiva.
—Obviamente... no. No seas idiota, vamos a salir— susurró, complice.
—¿Y cómo planeas hacer eso?— frunció el ceño.
—Tú sólo sígueme la corriente, ¿bien?— sonrió por última vez para poner una cara seria y, de un salto, ponerse de pie en su lugar, golpeándo la mesa con sus manos, llamando así la atención de todo el alumnado y de la maestra, que sonreía nervioso— Maestra, Cole se está sintiéndo mal, ¿me permitiría acompañarlo a la enfermería?— Kai miró a Cole por unos instantes, y éste entendió. En seguida puso cara de sufrimiento por dolor estomacal. Su cara era tan graciosa que Kai hizo esfuerzos por no reír y echar todo el "plan" a la basura.
La maestra asintió incredula y ambos salieron del salón hacia la supuesta enfermería.
Lloyd sintió como algo rebotaba en su cabeza, cayendo al suelo. Encontró en sus pies una bola de papel bastante arrugado. Lo agarró y miró alrededor, buscando al culpable. Sus ojos localizaron a Jayn, que lo miraba sonriente y con su mano semi-alzada en forma de saludo discreto. El menor deshizó la bola y observó la letra un tanto irregular de su amigo-hermano. "Hey, Lloyd, creo que necesitas menos rivales en el amor, ¿no?".
Molesto, tomó su pluma y escribió rápidamente algo abajo de la pregunta -o más bien garabeteó por las prisas- y lo lanzó de vuelta al remitente, pero con una fuerza tal que más que una bola de papel parecería un meteorito con la capacidad suficiente de matar o noquear a alguien. Jayn logró esquivar la bola y la desdobló para leer: "Cállate, idiota.". En ese momento, casi se echaba a llorar, mientras a Lloyd se le dibujaba la misma sonrisa cínica de Kai.
El pelinegro y el castaño reían mientras caminaban por los pasillos de las aulas, ganándose así unas cuantas miradas acusadoras o curiosas.
—¡Tu cara fue tan graciosas, debiste verla!— se burló Kai.
—Y tu "actuación" me conmovió, creo que ahora quisiera tener falda— mofó Cole. El castaño rió de mala manera.
—¿Y qué querías hablar sobre Al?— sacó el tema que los llevaba a salir de clases al aire. Cole en seguida de notó nervioso, haciendo que el castaño sonriera. Parecía que sí era lo que creía.
—Bueno... Hemos estado saliendo y esas cosas— empezó, rascándose la nuca—. Es un chico muy bueno y tal, me agrada, además de que es un luchador increíble... Pero...
—¿Pero?— Kai alzó una ceja y se cruzó de brazos, la verdad si se esperaba un "pero".
—Antes que nada— sacudió sus manos—, eh... ¿Cómo decirlo? Parece que yo, bueno, le gusto y eso...
—Sí, ajá. Continúa— animó Kai.
—Pero... Él es menor que yo y...— Kai lo interrumpió tosiendo una, dos, tres veces y pasándose un mechón de cabello por atrás de la oreja— Entiendo lo que tratas de decir, Kai... Un momento— tomó al castaño de los hombros—, ¿tú sabías algo de ésto?
—Se podría decir... Sí— soltó, quitándole importancia. Cole se rascó la nuca desesperadamente. Kai sonrió—. Tú sólo sigue hablando, Cole.
—Él es menor y... yo... No quiero decepcionarlo, ¿cuándo todo ésto acabe, cuándo volvamos a la normalidad y salgamos de aquí, qué haré con él, qué haré con Al? Sufriría mucho, y sabes que odio hacer sufrir a los demás... Simplemente no lo soporto...
—¿Por cuántos años es menor? Tenemos 19, exceptuándo a Lloyd claramente, y él 15. Son sólo cuatro años de diferencia, algo sumamente mínimo. Podrías fácilmente esperarlo, ¿sabes?— dijo Kai, en tono serio. Cole lo miró, por unos momentos, sorprendido, para luego pasar a una expresión triste, con una sonrisa de la misma cálibre en sus labios.
—Sí, podría... Aunque, ¿cómo le explico que en realidad tenemos el doble de edad que aparentamos y que tú eres hombre y no mujer? Lo vería algo estúpido, pensaría que sólo es una excusa para no rechazarlo apropiadamente...— Kai, molesto, golpeó la frente del pelinegro con sus dedos. Éste último soltó un quejido.
—Por estos instantes, sólo disfruta el momento. Y, luego, cuando estemos al borde, encontrarás -o encontraremos- la hora y el lugar para explicarlo todo y pedir disculpas— la sonrisa del castaño se contagió a Cole—. Te preocupas y piensas demasiado.
—Supondré que tienes razón— dijo Cole, sonriendo—. Gracias Kai.
—Por nada. ¿Y ya te sientes mejor? ¿Ya no te duele el estómago?
—En lo absoluto.
Volvieron a reír y se encaminaron de nuevo al salón.