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Faking It por Gumin7

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Notas del capitulo:

Como prometí, hoy es el día de mi cumpleaños y aquí está la segunda y última parte de este fic. He de decir que el final no acaba de convencerme, pero al mismo tiempo creo que no podría ser de otra forma. Podéis pegarme vía review y tal (?)

Decir que tengo algunas cosas más que subir y espero que estén aquí pronto.

Como de costumbre, me disculpo por cualquier falta y espero que os guste. Por los reviews que recibí en la primera parte, parece que os gustó. Espero no decepcionaros.

        Un escalofrío recorrió su cuerpo a la par que un impulso su mente: besar aquellos labios. No se hizo esperar mucho y se fue acercando lenta y cautelosamente, con cuidado para no despertarlo. Solo quedaban unos pocos centímetros y su cordura estaba desapareciendo.
 
        —Hitomi —susurró el vocalista casi sobre sus labios, completamente en su mundo y con los ojos cerrados.
 
        Tatsuya se detuvo y se alejó de él, tumbándose a su lado, cerrando los ojos y pasándose las manos por la cara frustrado. ¿A qué estaba jugando? No podía seguirle el juego al vocalista y luego intentar besarlo a escondidas; era patético además de rastrero. Aquel estúpido plan había hecho que no solo lo conociera como amigo, sino como algo más. Había hecho que conociera sus besos, su sensualidad y todo lo que antes no había podido ver, y le gustaba; le encantaba.
 
        Ya no era solo que le provocaba físicamente, sino que también le gustaba estar con él de esa forma, llevarlo a su casa y cuidarlo, y echarle broncas para acabar cediendo a lo que él quisiera. Estaba seguro de que jamás podría cansarse de eso. En definitiva: estaba jodido, pues no era su nombre el que reclamaban aquellos labios.
 
        Le echó una última mirada a un dormido y sonriente Yo-ka y lo tapó bien con las mantas antes de levantarse, apagar la luz y salir de la habitación cerrando la puerta.
 
 
 
        —Tatsuya.
 
        Era él. Esa era su voz pronunciando su nombre una y otra vez. Se sentía extremadamente bien, pero también quería verle. No lograba ver más que una imagen borrosa. Quería ver su rostro mientras lo llamaba.
 
        —Tatsuya.
 
        Todo se movía y un intenso dolor comenzó a recorrerle la espalda.
 
        —¡Tatsuya! ¡Despierta, joder!
 
        Abrió los ojos y lo vio claramente mirándolo extrañado. Intentó levantarse, pero de nuevo ese espantoso dolor atacó su columna y volvió a caer tumbado.
 
        —¿Qué te pasa? —preguntó el pelirrojo cansinamente mientras se pasaba las manos por la cara para despejarse. Había pasado una noche horrible y solo había conseguido pegar ojo lo que había durado ese extraño sueño o quizás un poco más.
 
        —¿Qué te pasa a ti? ¿Por qué has dormido aquí?
 
        Tatsuya se quedó en silencio intentando pensar una buena excusa, pero estaba demasiado agotado y dolorido; no podía pensar.
 
       »Lo siento mucho —dijo haciendo que el batería lo mirara extrañado—. Ayer lo volví a hacer. Seguro que ya no me aguantabas más y tuviste que venir aquí a dormir.
 
        —No seas tonto. No te preocupes, ¿vale? No fue por eso —intentó levantarse de nuevo del sofá, pero solo consiguió incorporarse siseando de dolor.
 
        —¿Te duele la espalda?
 
        —Mucho. No mentía cuando decía que era una crueldad dormir aquí —dijo riendo para no hacer sentir culpable a Yo-ka, pues la culpa no era suya.
 
        —Quítate la camiseta y túmbate boca abajo en el suelo.
 
        —¿Qué? —preguntó extrañado por la extraña orden.
 
        —Ya me has oído. Hazlo.
 
        —Yo-ka, oye...
 
        —Quiero compensarte. ¿Confías en mí?
 
        Yo-ka le echó una mirada que hacía imposible que se le pudiera negar nada, así que obedeció y se quitó la camiseta.
 
        —¿Por qué en el suelo? —preguntó mientras apoyaba las rodillas en este y se bajaba del sofá con esfuerzo para tumbarse boca abajo.
 
        —Porque seguro que es más cómodo.
 
        Tatsuya cruzó los brazos y apoyó la cabeza en ellos. Efectivamente, el suelo era bastante más cómodo.
 
        —Lo llego a saber antes y habría dormido aquí.
 
        —Bien, ahora relájate —dijo Yo-ka mientras se sentaba a horcajadas sobre el trasero del otro. Colocó sus manos sobre aquella bonita y bien formada espalda y comenzó a masajearla ejerciendo presión con sus dedos.
 
        Admitía que aquello era placentero, pero, lejos de relajarse, Tatsuya se había tensado aún más. ¿Cómo pretendía aquel hombre que se relajara en aquella postura y tocándolo de esa forma? Habría sido fácil con cualquier otra persona, pero no con él.
 
        —¿Mejor? —preguntó Yo-ka mientras seguía con lo suyo.
 
        —Un poco. Gracias.
 
        —No es nada. Es lo mínimo que puedo hacer.
 
        Se hizo un silencio agradable entre ambos. Tatsuya comenzaba a adormilarse mientras Yo-ka seguía concentrado en su espalda. La verdad es que no lo hacía nada mal.
 
        —Oye, Tatsuya —lo llamó de repente el pelinegro.
 
        —¿Hmm?
 
        —Estos meses habrás tenido que pasar mucho.
 
        —¿Por qué lo dices?
 
        —Bueno, por toda esta locura de fingir que estamos juntos y eso. Entiendo que haya podido ser incómodo, pero aún así lo hiciste. Eres un gran amigo.
 
        —Sí, bueno, no es nada. Por un amigo lo que sea, ¿no? —dijo con una sonrisa falsa volviéndose a acomodar en sus brazos.
 
        Aquello estaba mal. Sí, Yo-ka era un gran amigo, pero él no quería ser su amigo; no solamente.
 
        —Bueno, lo hemos hecho bien y tengo buenas noticias: ya podemos decir que hemos terminado y dejar de fingir.
 
        —¡¿Qué?! —exclamó incorporándose, provocando que ese punzante dolor volviera a su espalda y haciendo que Yo-ka cayera al suelo de espaldas. Lo ayudó rápidamente a sentarse e intentó disimular lo indisimulable—. ¿Por qué?
 
        —¿Cómo que por qué? —preguntó extrañado—. Creo que ya no es necesario que sigamos con esto. Ya nos conocen y hemos hecho buenos amigos. Además, yo ahora tengo novia y, a parte de que esto no le iba a gustar nada, no quiero tenerla escondida.
 
        Tatsuya sintió cómo cada palabra se le clavaba en alguna parte de su pecho; una parte que dolía mucho. Ya había pensado antes que no podría seguir con aquello, pero ahora no quería que acabara. ¿Acaso ahí se quedaba todo? No tenía nada con el vocalista, pero sentía que aquella mentira era un poco más que nada, aunque mucho menos que algo.
 
         —Tatsuya, ¿estás bien? —preguntó interrumpiendo los pensamientos del otro, al ver su expresión.
 
        —Sí, perdona —respondió mientras se levantaba del suelo y se volvía a poner la camiseta—. Si quieres quedarte a desayunar, puedes servirte. Yo voy a dormir.
 
        —¿Qué te pasa? —le volvió a preguntar preocupado, levantándose también.
 
        —Tengo sueño —sentenció mientras se dirigía a su habitación.
 
        Yo-ka saltó el sofá y lo agarró del brazo antes de que pudiera si quiera entrar.
 
        —¿Te has enfadado por algo?
 
        — No, Yo-ka. No te preocupes, ¿vale?
 
        —¿Cómo no voy a preocuparme? Eres mi amigo y es normal que lo haga.
 
        —¡Deja de decir que soy tu amigo, por favor! —alzó la voz sin poder controlarlo.
 
        Yo-ka se quedó estático y le soltó el brazo.
 
        —¿No lo eres?
 
        Tatsuya lo miró. La preocupación se reflejaba en aquellos ojos y eso le dolió más que nada, pues lo último que quería era hacerle sentir mal. Decidió poner las cartas sobre la mesa.
 
        —No quiero serlo.
 
        Se hizo un corto silencio.
 
        —¿Por qué? ¿Te has hartado de mí? Es eso, ¿verdad? Mira, Tatsuya, yo...
 
        —No, no es eso. De hecho, es todo lo contrario.
 
        —...
 
        —Mis sentimientos por ti van más allá de la amistad. Tú y tu mierda de plan habéis conseguido que ahora no pueda conformarme con ser tu amigo —confesó con tranquilidad y, por alguna razón, enfado, más consigo mismo que con el pelinegro.
 
        —Por favor, no digas más —rogó.
 
        —Me gustas, Yo-ka. Me gustas como algo más que un amigo.
 
        Yo-ka solo lo miró sorprendido y deseando que aquello solo fuera un mal sueño. No sabía qué decir ni cómo reaccionar ante aquello. Lo único que sabía con seguridad es que él no sentía lo mismo.
 
        —Yo... —intentó decir, pero no logró articular más que eso.
 
        —Lo sé, no puedes corresponder, pero al menos espero que entiendas que por ahora no puedo pretender que nada ha pasado.
 
        —Sí... Lo entiendo.
 
        —Bien. Te veré en el ensayo de mañana entonces.
 
        Yo-ka asintió y salió del apartamento en dirección a su casa. No podía creer lo que estaba pasando, y lo peor es que era todo culpa suya, o al menos así lo creía. Ahora sí era urgente que acabara con aquello.
 
 
~*~
 
 
        —¡¿Estás loco?!
 
        —¿Qué querías que hiciera? No soy de piedra.
 
        Shoya se paseaba de un lado a otro del estudio mientras asimilaba lo que acababa de contarle el batería.
 
        —Lo sé, perdona, pero esto puede traer problemas para la banda y lo sabes.
 
        —Claro, gracias por el ánimo.
 
        —Perdona, Tatsuya. Oye, sabes que si necesitas algo, aquí estoy.
 
        —Ahora solo quiero estar tranquilo con respecto a este tema.
 
        La puerta del estudio se abrió mostrando a Yo-ka acompañado de Hitomi, que se aferraba feliz a su brazo. El pelinegro miró a Tatsuya por un segundo para luego apartar la mirada algo nervioso. El ambiente había pasado a ser de lo más incómodo para todos excepto para la ignorante e inocente chica. Yo-ka saludó a Shoya y fue a sentarse con su novia en la otra punta de la sala, lejos de su pelirrojo amigo, el cual simplemente intentó ignorar la situación.
 
        Lo único que se escuchaba en la sala era la trivial conversación que mantenía la pareja. Shoya trasteaba su bajo con nerviosismo, mirando de vez en cuando a Tatsuya, que se limitaba a mantener su mirada en algún punto perdido.
 
        En algún momento aquella conversación había pasado a convertirse en mimos y caricias disimuladas. A la chica parecía serle completamente indiferente quien estuviera allí, y se pegaba a su novio acariciando sus manos y rozando su nariz con la del otro tiernamente mientras le dedicaba dulces palabras. Decidió ir más allá y besarlo en los labios, beso que el vocalista sintió algo incómodo pero no rechazó. Fue ahí cuando Tatsuya decidió levantarse y salir de allí. Cerró la puerta y se dirigió a la zona de fumadores del edificio. En ese momento sería capaz de fumarse toda la cajetilla con tal de dejar de sentirse como se sentía.
 
        Una vez allí, se colocó un cigarrillo entre los labios y comenzó a buscar su mechero por los bolsillos de su chaqueta, pero no lo llevaba. Maldijo mentalmente al acordarse de que se lo había dejado en el estudio. No pensaba volver allí hasta haberse relajado, así que se quitó el cigarrillo de la boca con la intención de irse a dar un paseo al menos, pero una mano sosteniendo un mechero encendido apareció en su campo de visión. Volvió a colocarse el filtro entre los labios y lo encendió dando una profunda calada.
 
        —Gracias —dijo antes de soltar el humo lentamente—. ¿Qué haces aquí?
 
        —He venido a verte. Quería hablar contigo.
 
        —¿Conmigo?
 
        —Me he enterado de que Yo-ka y tú habéis roto.
 
        Tatsuya rió amargamente. Así que Yo-ka había ido corriendo para acabar con todo cuanto antes. Era un detalle por su parte.
 
        —Sí, Yuuki, hemos roto.
 
        —¿Tú estás bien?
 
        —Pues no, no te voy a mentir —y no mentía, pues estaba mal en ese aspecto aunque no hubiera tenido nada verdadero con el vocalista.
 
        El vocalista de Lycaon suspiró y lo miró con una triste sonrisa mientras él seguía consumiendo su cigarrillo con largas caladas.
 
        —Oye, ¿por qué no te vienes esta noche a mi casa, tomamos algo y te desahogas? Sé escuchar bastante bien.
 
        Tatsuya lo miró con algo de desconfianza. No creía que Yuuki, por cómo lo miraba y las cosas que había dicho cuando se habían visto anteriormente, quisiera únicamente escucharle, pero aún así se animó. No tenía nada que perder y tal vez fuera cierto eso de que un clavo saca a otro.
 
        —Claro, ¿por qué no?
 
        —Genial, pues luego te mando la dirección. Nos vemos.
 
        Yuuki se fue de allí echándole una última sonrisa.
 
        Se terminó el cigarrillo y volvió al estudio más relajado, aunque deseando no tener que volver a esa mujer ahí dentro. No es que la odiara; era muy simpática y siempre le dejaba el maquillaje perfecto, pero aquel era otro tema. Afortunadamente, cuando llegó, la chica ya se había ido y en su lugar había llegado Kei, así que ya estaba listos para empezar el ensayo y no tendría que pensar en nada más.
 
        Todo salió como era de esperar y no hubo contratiempo alguno. Tatsuya se sentía relajado, pues la batería siempre había logrado borrar cualquier mal sentimiento que tuviera en su interior. Al finalizar, se levantó y miró su móvil. Yuuki ya le había mandado un mensaje con su dirección. En dos horas habían quedado.
 
        —¡Buen trabajo! —dijo Kei.
 
        —Oye, ¿os apetece ir a tomar algo solo nosotros cuatro? Hace tiempo que no salimos tranquilamente —propuso Shoya.
 
        —Yo no puedo. En dos horas he quedado con Yuuki y tengo que irme ya —dijo Tatsuya.
 
        —¿Con Yuuki? —se oyó la voz del vocalista.
 
        Al pelirrojo se le empezó a acelerar el corazón. Aquellas eran las primera palabras que le dirigía Yo-ka tras haberse sincerado con él.
 
        —Sí, con Yuuki —se limitó a responder intentando mantenerse indiferente.
 
        —¿Qué tienes que hacer tú con Yuuki?
 
        —Es mi amigo y hemos quedado —contestó como si nada.
 
        —Bueno, puede ser buen amigo, pero no creo que esas sean sus intenciones contigo. Sabes cómo es él, solo te estoy advirtiendo.
 
        —Pues gracias, pero ni eres mi madre ni soy un chiquillo. Creo que soy mayorcito para ocuparme de mis actos.
 
         Shoya y Kei observaban el intercambio de palabras entre sus amigos como si fuera un partido de tenis. La tensión se palpaba en el ambiente, pero nadie sabía muy bien cómo interpretarla.
 
        —Tu verás lo que haces.
 
        —Tú lo has dicho.
 
        La puerta del estudio se abrió de repente mostrando a la dulce Hitomi.
 
        —Yo-ka, cielo, ¿vienes ya? —preguntó con una sonrisa tras saludar a los otros con la mano.
 
        El pelinegro le echó una última mirada a Tatsuya y salió de allí acompañado por su novia. El otro lo imitó y la sala se quedó en silencio con dos personas mirando confundidas al vacío.
 
        —Bueno... ¿Vamos tú y yo? —preguntó Shoya tras un largo silencio, procesando aún en su cabeza la escena que acababa de presenciar.
 
        —Vale —respondió Kei de la misma forma.
 
 
~*~
 
 
        Tatsuya le daba vueltas a la conversación que había mantenido con el vocalista mientras conducía hacia la casa de Yuuki. La tensión había sido más que obvia, pero él no estaba, ni mucho menos, enfadado con Yo-ka, sino consigo mismo por haber caído donde no tenía que caer; por no ser capaz de alejar al otro de su mente. Aún así no tenía derecho a opinar sobre con quién estaba o dejaba de estar, pues él jamás se había metido en lo suyo con Hitomi.
 
        Finalmente, llegó a casa del pelirrosa. No estaba muy seguro de lo que estaba haciendo o de lo que quería conseguir con aquello, pero, como le había dicho a Yo-ka, ya era mayorcito. Llamó a la puerta y esperó.
 
        —Tatsuya, me alegra que hayas venido. Pasa —lo invitó Yuuki tras abrirle la puerta.
 
        El pelirrojo entró al salón y lo primero que vio fue la mesa con varias botellas de alcohol y dos vasos.
 
        —¿Pretendes emborracharme o qué? —bromeó.
 
        —No... o sí. ¿Quién sabe? —decía con una sonrisa que pretendía ser inocente—. Cuando me pasan cosas de este tipo, lo mejor que puedo hacer, sin duda, es beber y beber hasta olvidarme de todo.
 
        —No suena muy sano.
 
        —Tampoco es sano sufrir por amor, y aquí estamos. ¿Por qué crees si no que Yo-ka bebía todas las noches que salíamos y a veces acababa en aquel estado?
 
        A Tatsuya le cayó en la cabeza la dura realidad; Yuuki tenía razón, y para una vez que no tenía que cuidar del vocalista, pensaba aprovecharla. Ahora le tocaba a él.
 
        Ambos se sentaron y comenzaron a hablar y desahogarse el uno con el otro mientras una botella se iba vaciando poco a poco. Sin embargo, el vaso de Yuuki no parecía tener fin, aunque el pelirrojo no se fijó en ese detalle.
 
        —¿Sabes? En realidad Yo-ka puede hacer lo que le de la gana. ¿Que quiere estar con esa... chica? Pues que esté. A mí me da igual —decía Tatsuya riendo y bastante animado por la bebida.
 
        —Por supuesto —respondía Yuuki mirándolo como si fuera un depredador acechando a su presa. 
 
        —Me ha ninguneado  y encima luego se mete en mi vida. No lo entiendo.
 
        —Desde luego.
 
        —Yo ahora podría acostarme contigo y no pasaría nada.
 
        —Podrías.
 
        —Porque él no siente nada.
 
        —No.
 
        Tatsuya se quedó en silencio y miró a Yuuki, el cual lo observaba de arriba abajo mientras deslizaba sus dedos por algunos mechones de su pelo, jugueteando con ellos.
 
        —¿Por qué no vamos a mi habitación? Estaremos más cómodos —propuso Yuuki tras aquel intercambio de miradas.
 
 
        Mientras, un nervioso pelinegro se paseaba por el salón de su casa mirando su móvil. La lucha mental que estaba teniendo era bastante notable.
 
        —Yo-ka, cariño, ¿por qué no te estás quieto, te sientas y vemos una película o algo? —preguntó Hitomi desde el sofá poniéndose nerviosa debido al comportamiento de su novio.
 
        —Sí, mejor —asintió el nombrado parándose, soltando el móvil y sentándose al lado de la chica.
 
        ¿Por qué estaba tan nervioso? No podía dejar de pensar en que Yuuki estaría haciendo lo que le viniera en gana con el batería, pero tampoco era para ponerse así. Aunque, de alguna forma, sentía que tenía que protegerle.
 
        —Anda, ven —decía Hitomi abrazando a Yo-ka y acomodándose con él.
 
        ¿O sí que lo era? ¿Por qué sentía como si le estuvieran arrebatando algo?
 
        El pelinegro estaba absorto en sus pensamientos y ni cuenta se dio de que Hitomi estaba intentando ponerse cariñosa con él.
 
        —Yo-ka, ¿piensas hacerme caso?
 
        Desvió la mirada hacia ella y vio una clara expresión de molestia en su rostro, pero tenía cosas más importantes que hacer.
 
        —Perdona, Hitomi. Estoy algo ocupado —dijo levantándose del sofá—. Nos vemos mañana y vamos a comer, ¿vale?
 
        No esperó respuesta y fue a su habitación. Segundos después, se oyó la puerta de la entrada cerrarse. Suspiró y se tumbó en su cama. No podía dejar que Tatsuya se dejara atrapar de esa manera por Yuuki. No por nada, sino porque estaba mal. Aquello que se tuvieran entre manos esos dos no iba a funcionar de ninguna de las maneras, y tenía que evitar a toda costa que llegara a algo más, si es que no había llegado ya.
 
        Decidió coger su móvil y marcar rápidamente el número de Tatsuya sin saber muy bien qué iba a decirle. Con cada tono de llamada que daba se iba poniendo más tenso, hasta que finalmente saltó el contestador. Colgó algo más tranquilo, pero sin haber solucionado nada. Se quedó pensando un momento antes de volver a desbloquear el móvil y mandarle un sms.
 
 
~*~
 
 
        Abrió los ojos lentamente notando enseguida la tenue oscuridad que lo envolvía. Miró el reloj luminoso que había en la mesita de noche: las 7:07 de la mañana. Maldijo en su mente por haberse despertado tan temprano, aunque casi que era mejor así.
 
        Se incorporó y miró al otro lado de la cama. La delgada silueta de un hombre subía y bajaba levemente al ritmo de su respiración. Los recuerdos de anoche no tardaron en invadir su mente. Sonrió amargamente ante aquellas imágenes que se reproducían en su cabeza y se levantó. Recogió algunas de sus prendas que logró visualizar al haber acostumbrado su vista a la oscuridad y salió de la habitación cerrando la puerta.
 
        Al entrar al salón, vio todas las botellas que aún estaban en la mesa. No había bebido demasiado, así que estaba en casi perfectas condiciones. Su móvil estaba también en la mesa. Al desbloquearlo, se sorprendió al ver la notificación de un mensaje de Yo-ka. Lo abrió rápidamente: «Mañana a las 11:00 am quiero verte en el estudio. No admito excusas.».
 
        Tatsuya tuvo que volver a releerlo y mirar la fecha de envío. Aquel día no había ensayo, así que le extrañó la extraña orden, porque eso es lo que era, sin embargo salió de la casa para ir a la suya propia y adecentarse.
 
 
        Yo-ka se paseaba por el estudio mirando el reloj que había en la pared. Las 10:59; llegaba tarde. De todas formas tampoco sabía qué decirle, pero ahí estaba esperando.
 
        Un minuto después, la puerta se abrió y entró Tatsuya.
 
        —Muy puntual —dijo Yo-ka comprobando el reloj.
 
        —¿Querías algo? —preguntó el recién llegado sin acomodarse siquiera.
 
        —¿Qué tal ayer?
 
        —Yo-ka...
 
        —Oh, vamos. ¿No voy a poder preguntarle a mi... compañero qué tal le fue?
 
        Tatsuya resopló. Aquello no tenía buena pinta, pero no le quedaba otra.
 
        —Pues bien. Bebimos algo, hablamos y he salido esta mañana.
 
        Yo-ka abrió mucho los ojos. «¡¿Esta mañana?!», pensó.
 
        »Tal vez vuelva a verlo esta tarde, así que, por favor, no te pares. ¿Qué quieres?
 
        El pelinegro se quedó mirando al otro como analizándolo. ¿Había pasado la noche allí? Fijó la vista en su cuello buscando alguna marca o rastro que hubiera podido dejar el pelirrosa. No había nada que perturbara la casi perfección de aquella nívea piel. Apartó la vista y se humedeció los labios. ¿No hacía mucho calor allí?
 
        —¿Habéis hecho algo? —preguntó sin ningún tipo de reparo.
 
        Tatsuya lo miró sorprendido.
 
        —¿Y a ti qué te importa? —dijo con indignación.
 
        Yo-ka sintió como si se hubiera tragado algo sin masticar primero. ¿Realmente había pasado algo allí? ¿Pasaría algo aquella tarde? No podía permitirlo.
 
        —Bueno, te he llamado porque ayer te vi bastante flojo en el ensayo.
 
        —¿Flojo? —preguntó alzando una ceja y cruzando los brazos.
 
        —Sí, flojo. Digamos que te falta práctica y eso es lo que quiero hacer hoy. Vamos a practicar hasta que te salga perfecto.
 
        —Para eso están los ensayos.
 
        —No si uno va con retraso comparado con el resto.
 
        —¿Me estás diciendo que voy peor que el resto?
 
        —Eso es exactamente lo que te estoy diciendo. Veo que lo has pillado.
 
        Ambos se quedaron mirándose desafiantes durante varios segundos.
 
        »A la batería. Empezamos ya —ordenó chasqueando los dedos.
 
 
        12:00; 13:00; 14:00... Las horas iban pasando mientras Tatsuya derrochaba energía tocando las mismas canciones una y otra vez. Al acabar una, siempre se escuchaba la voz del vocalista: «¡Otra!», y vuelta a empezar. En ocasiones cantaba Yo-ka y solo se oía su voz y la batería, pero la mayoría de las veces ponía la canción y hacía tocar al otro mientras él miraba.
 
        —Otra —dijo Yo-ka por milésima vez al acabar una canción.
 
        —Yo-ka, vamos a parar, por favor. Empecé sobre las once y son las tres de la tarde. Ya no puedo más y además tengo cosas que hacer —pidió Tatsuya masajeando sus brazos y apartando los mechones de pelo que se pegaban en su rostro debido al sudor.
 
        No entendía por qué se estaba comportando de esa forma tan extraña. Le gustaría pasar tiempo a solas con él, pero no de esa forma y con esa actitud. De alguna forma, el pelinegro estaba enfadado con él, pero no sabía por qué, y eso le dolía.
 
        La puerta del estudio se abrió antes de que Yo-ka pudiera responder y entró tímidamente Hitomi saludando con la mano a Tatsuya antes de dirigirse al vocalista.
 
        —Yo-ka, ¿qué haces aquí? Dijiste que íbamos a ir a comer. He tenido que hablar con Kei para saber dónde estabas —dijo la chica algo decepcionada.
 
        —Hoy no puedo. Iremos otro día —sentenció.
 
        Hitomi pareció decepcionarse aún más.
 
        —Ve con ella. Paremos de una vez —dijo Tatsuya. Sabía lo que suponía que se fuera con Hitomi, pero le daba pena la pobre chica. Además, estaba muy cansado.
 
        —No hasta que lo hagas bien. Hitomi, ya nos veremos.
 
        Hitomi miró a su novio ofendida y se fue de allí sin decir nada más.
 
        —¡¿Se puede saber qué te pasa?! —le preguntó Tatsuya levantándose de la batería y poniéndose enfrente suya.
 
        —A mí nada.
 
        —¿Y por qué eres así con ella? ¿Por qué eres así conmigo, menospreciando mi trabajo?
 
        —Si haces algo mal te tengo que corregir.
 
        —Pues hasta ahora no he tenido quejas de nadie.
 
        —Mías. Vuelve a la batería, queda mucho por delante.
 
        Tatsuya entrecerró los ojos.
 
        —Vete a la mierda —espetó antes de ir hacia la puerta para salir de allí.
 
        —¡Tatsuya! —lo llamó agarrándolo del brazo.
 
        El pelirrojo se soltó y se giró para mirarlo.
 
        —¿Qué quieres? —preguntó fríamente.
 
        «No vayas con alguien que no sea yo. No toques a alguien que no sea yo. No beses a alguien que no sea yo. Haz lo que quieras, pero que sea conmigo», gritaba en su cabeza. Tragó saliva imaginando sugerentes escenas. Maldita sea, realmente no quería dejarlo ir.
 
        —No quiero que vayas con Yuuki —sentenció.
 
        Tatsuya alzó las cejas sorprendido, una vez más, por la poca vergüenza de aquel hombre.
 
        —¿Por eso me has tenido aquí cuatro putas horas? ¿Para que no vaya con Yuuki? ¿Qué clase de problema tienes? ¿Por qué no puedo irme con él? Tú estás con tu novia feliz de la vida y ahora yo intento sacarte de mi mente y vienes aquí a joder mis planes. ¿Por qué? Si se puede saber.
 
        Yo-ka se quedó en silencio. ¿Por qué intentaba que Tatsuya no se fuera con Yuuki? ¿Por qué le afectaba tanto si hacían algo o no? ¿Por qué su mente era en ese momento un revoltijo de emociones? ¿Por qué acababa de tratar así a la que se suponía que era la mujer que quería? Se suponía... ¿Se suponía?
 
        »Ni siquiera tienes respuesta. No tendrás ni razones para hacerlo, solo quieres tener a alguien detrás y me usas a mí sabiendo que me gustas... No... Me usas a mí sabiendo que te quiero, maldito imbécil.
 
        Tras aquellas palabras, se marchó dejando a Yo-ka solo con sus pensamientos. «Me usas a mí sabiendo que te quiero, maldito imbécil», comenzó a hacer eco en su mente. Aquello había ido demasiado lejos.
 
 
~*~
 
 
        Entró a su casa rápidamente, cerrando de un portazo, y se fue a su habitación tirándose en la cama de cualquier forma.
 
        —Te quiero —dijo en voz alta mirando a la pared—. Te quiero, maldito imbécil.
 
        Sonaba real y no se avergonzó de decirlo. En el momento en el que había pronunciado esas palabras hacia el vocalista, supo que era real: le quería. Quería a ese desgraciado que se tomaba los sentimientos como un juego de adolescentes.
 
        Recordó cómo eran las cosas antes de que pasara todo aquello; la primera vez que habían juntado sus labios y la tensión que había provocado aquello; el deseo que tuvo de que no lo relacionaran de aquella forma con él. Recordó la segunda vez. Se había sentido tan suave y tan dulce; tan bien, que estaba seguro de que fue en ese momento en el que sus sentimientos comenzaron a cambiar de dirección. Fue cuando supo por qué le habían sabido tan mal todos aquellos falsos besos que habían compartido. No se podía creer que Yo-ka hubiera resultado ser un idiota en el ámbito sentimental. Aún así, se había pasado con sus palabras. Quisiera o no, Yo-ka era su amigo y lo había tratado fatal.
 
        Resopló. Estaba muy cansado, comenzaba a sentirse mal y aún tenía los brazos muy doloridos. Decidió levantarse y darse un baño para relajarse. Enchufó su reproductor de música a un altavoz y lo conectó al lado de la bañera. Aquellos momentos eran sus favoritos del día y en ese momento lo necesitaba más que nunca. Cerró los ojos una vez dentro y dejó que el agua caliente calmara cuerpo y alma mientras sus canciones favoritas invadían sus sentidos.
 
        Tras una hora y algo más, salió del baño, se secó bien y se vistió. Definitivamente, aquella era una muy buena terapia.
 
        Decidió tomarse la tarde libre e ir a casa de Yuuki. La noche anterior le había sentado de maravilla y tal vez se despejaría de aquella mañana. Fue hacia la puerta, pero al abrirla e intentar salir, se golpeó la cabeza contra algo. Cerró los ojos debido al impacto y se llevó la mano a donde se había golpeado.
 
        —¿Qué coj...? —comenzó a maldecir antes de abrir los ojos y ver al responsable en su misma condición.
 
        »¿Qué haces aquí? —le preguntó extrañado.
 
        —Lo siento —dijo Yo-ka aún con la mano en la cabeza—. Quería hablar contigo.
 
        Tatsuya lo miró. Estaba enfadado con el vocalista, pero la expresión de este y el hecho de que no pudiera negarle nada le ablandó un poco.
 
        —Pasa.
 
        Se hizo a un lado y ambos pasaron al interior quedándose de pie en el salón.
 
        —He dejado a Hitomi —dijo Yo-ka de repente.
 
        Tatsuya lo miró alzando una ceja y sin saber exactamente cómo tomarse aquellas palabras.
 
        —¿Y eso?
 
        —No me parece bien estar con una persona cuando en realidad me gusta otra. Aprecio mucho a Hitomi y no quería hacerle daño en un futuro.
 
        Al batería aquellas palabras le sentaron como una patada en el estómago. ¿Cómo podía tener la cara de ir allí a contarle sus intimidades sentimentales?
 
        —Felicidades —respondió cortante—. ¿Algo más? Tengo que irme.
 
        —Tatsuya, no vayas con Yuuki.
 
        Aquello era el colmo.
 
        —Paso de ti.
 
        Sin previo aviso, Yo-ka agarró a Tatsuya del brazo y lo empujó hacia el sofá haciéndole caer tumbado. Se colocó encima suya y le sujetó las muñecas para que no se moviera. El batería dejo escapar un quejido y miró al otro confundido.
 
        —No vayas con Yuuki, quédate conmigo.
 
        —Quítate de encima —se revolvió, pero al tener los brazos tan doloridos por el ensayo intensivo, Yo-ka le superaba en fuerza.
 
        —No te vuelvas a acostar con él —pidió ignorando la orden del otro.
 
        Tatsuya dejó de moverse y se quedó mirándolo unos segundos antes de responder.
 
        —No me acosté con Yuuki.
 
        El vocalista alzó las cejas sorprendido.
 
        »Me llevó a su habitación e intentó algo, pero al final me negué. Lo entendió y me escuchó hasta que nos dormimos. Es un buen hombre, la verdad.
 
        Esas palabras  provocaron un alivio inmediato en el pelinegro.
 
        —¿Por qué no lo hiciste?
 
        —Porque él no es Yo-ka. Sigo detrás de ti como un maldito perro, aunque eso ya lo sabes. ¿Estás contento? Ahora quítate de encima.
 
        —Solo si prometes no irte y quedarte conmigo.
 
        —¿Para qué quieres que me quede contigo?
 
        Yo-ka le soltó una mano y lo agarró de la mandíbula con rudeza, aunque sin llegar a hacerle daño.
 
         —Porque eres tú quien me gusta, pedazo de idiota. ¿Se puede dar uno cuenta de estas cosas en tan solo dos días? No lo sé —dijo antes de unir sus labios sin darle tiempo a decir una palabra más.
 
         Aquel contacto duró lo que tardó Tatsuya en asimilar lo que acababa de oír. ¿Le gustaba? ¿Él? ¿Por eso no quería que se fuera con el vocalista de Lycaon? Algo empezó a bullir en su interior y enseguida hizo caso a lo que le pedía el cuerpo y aprovechó la poca fuerza que ejercía el vocalista sobre él, girando para empujarlo al suelo cayendo con él, quedando ahora él encima suya con las manos a cada lado de su cabeza. Yo-ka acababa de firmar su sentencia.
 
        —Te odio —espetó.
 
        Colocó su mano en la nuca del pelinegro y lo atrajo hacia él a la vez que se inclinaba para comenzar un profundo beso que no tardó en convertirse en una lucha en la que dos personas se devoraban la una a la otra. Sus cuerpos respondieron enseguida y sus respiraciones no tardaron en agitarse ante tan simple acto.
 
        Comenzaron a desnudarse el uno al otro de cintura para arriba casi con desesperación, sin querer separar sus labios ni por un segundo más de lo necesario. Pegaron sus cuerpos, sintiéndolos arder el uno contra el otro al darse el placer de lo que habían estado ansiando y provocando que sus jadeos chocaran entre sus bocas.
 
        —Si vas a demostrar tu odio de esta manera, entonces ódiame más —dijo Yo-ka sonriéndole maliciosamente.
 
        Como respuesta, Tatsuya se levantó y se dirigió a su habitación. Yo-ka se quedó en el suelo algo confuso hasta que el pelirrojo volvió, lo levantó agarrándolo del brazo y lo cargó en su hombro cogiéndole la cadera y las piernas. Se agarró como pudo para evitar desequilibrarlo y no opuso resistencia alguna.
 
        Cuando llegaron al baño, Tatsuya lo dejó de pie en el suelo y volvió a por sus labios mientras que, andando hacia delante, lo hacía retroceder. Comenzó a desabrocharle los pantalones y Yo-ka hizo lo mismo con él, dejando que cayeran ambos y terminando de quitárselos con los pies.
 
        Sin previo aviso, empezó a caer agua tibia de algún punto de la pared que tenían al lado, mojándolos de cuello para abajo. Yo-ka se sobresaltó y, al abrir los ojos, los cuales había mantenido cerrados mientras se dejaba llevar, comprobó que estaban dentro de la ducha y que le habían dado al grifo involuntariamente entre tanto movimiento. Tampoco se preocuparon de cerrarlo y dejaron que el agua cayera, haciendo aún más evidente la excitación que portaban ambos bajo su ropa interior al mojarse.
 
        El más alto hizo girar bruscamente al otro sobre sí mismo y le cogió las manos haciendo que las apoyara sobre una corta barra que había atornillada a la pared para agarrarse en caso de perder el equilibrio. Tatsuya nunca le vio demasiada utilidad y había pensado varias veces en quitarla, pues estaba pensada para personas de tercera edad y minusválidos, pero en ese momento iba a serle muy útil y agradecía no haberlo hecho.
 
        —No te sueltes —le susurró al pelinegro al oído.
 
        Yo-ka obedeció y se agarró a la barra sin intención de soltarse, hasta que Tatsuya se agachó y empezó a bajarle los bóxers lentamente hasta quitárselos del todo, dejándolo completamente desnudo; acariciándolo de abajo a arriba mientras se levantaba; dejando besos a lo largo de aquella bonita espalda. Fue ahí cuando él también deseó tocarle y se dio la vuelta soltándose, pero volvió a ser agarrado de las muñecas y devuelto a su posición anterior, impidiéndole cualquier tipo de movimiento.
 
        —No te sueltes —repitió esta vez en voz alta.
 
        Notó cómo Tatsuya se pegaba a él haciendo pudiera notar su aún cubierta erección contra sus nalgas. Aquello lo puso de los nervios; le estaba poniendo la miel en los labios. ¿Desde cuándo lo deseaba tanto? Esta vez soltó una mano de aquella maldita barra para llevarla al borde de la ropa interior del otro, dándole a entender que quería que se la quitara de una buena vez, pero solo volvió a ser devuelto a su posición.
 
        El batería se separó de Yo-ka un durante un momento para ir a buscar algo al bolsillo de su pantalón, el cual estaba tirado en el suelo de cualquier forma. Yo-ka estuvo a punto de soltarse de nuevo, pero, sin darle tiempo, volvió a ser agarrado contra la barra, y esta vez vio como Tatsuya le ataba las manos a esta usando un cinturón. Fue cuando entendió para qué había ido este antes a su habitación. Soltó un quejido al verse amarrado sin poder mover los brazos; sin poder tocarle hasta que ya no le quedara ni un solo centímetro de su cuerpo por explorar. 
 
         Sintió cómo volvía a pegarse a él; clavando las uñas en su espalda, haciéndole perder la poca cordura que le quedaba. Movió las caderas rozando con insistencia su trasero contra la erección del otro una y otra vez, provocando que este gimiera en su oído. Sentía cómo si tocara el cielo con cada sonido que salía de la garganta de aquel hombre.
 
        Deseo. Era la palabra que mejor definía lo que estaban sintiendo el uno por el otro en ese momento. El pelirrojo estaba dispuesto a torturar y jugar un poco más con el otro, pero él mismo rozaba la ansiedad por al fin ser uno con aquel hombre. Bajó su ropa interior con rapidez, quitándosela por completo, y posicionó su, hasta ahora, desatendido miembro contra la entrada del otro.
 
        Yo-ka dejó escapar un quejido de dolor al notarlo abrirse paso dentro de él, pero tan pronto como como había entrado, salió por completo. No pasaron tres segundos y volvía a invadir aquella estrecha cavidad, esta vez llegando más profundo. Volvió a salir por completo.
 
        —Joder, no... —dijo Yo-ka apoyando la cabeza en sus brazos. Lágrimas involuntarias comenzaron a recorrer sus mejillas, no sabía si de aquel molesto dolor intermitente o de pura desesperación.
 
        —¿No qué? —preguntó maliciosamente.
 
        —No lo saques —dijo con dificultad.
 
        Tatsuya sonrió y besó el cuello del pelinegro antes de volver a entrar en él, esta vez por completo, provocando que más quejidos salieran de su garganta. El vocalista temblaba, pero al sentir la agitada respiración del otro justo en su oído, se olvidaba del dolor que pudiera sentir; quería más. Movió sus caderas para darle a entender que se moviera, y no tuvo que esperar mucho.
 
         Comenzó a moverse lentamente, arrancándole suspiros al otro, y poco a poco fue subiendo la intensidad. Pronto estaba embistiendo con fuerza, anclando sus dedos a las caderas del otro, haciendo que sus quejidos de dolor se convirtieran en gemidos de placer. Tras unos pocos movimientos más, tocó ese punto que hizo que al más bajo le fallaran las piernas. Intentó sujetarlo, pero sus brazos seguían doloridos. Ambos cayeron de rodillas, Yo-ka con las manos aún atadas, esta vez sobre su cabeza al estar la barra más alta.
 
        —¿Estás bien? —preguntó Tatsuya.
 
        —Sí. Sigue, por dios —rogó.
 
        No lo hizo esperar y volvió a moverse, arremetiendo contra ese punto una y otra vez. El agua que seguía cayendo se sentía fría en comparación con sus cuerpos que parecían arder. El cuarto de baño estaba inundado de los altos y continuos gemidos del vocalista, acompañados por los del batería que morían en sus oídos, resonando en su cabeza, motivando los suyos propios.
 
        Yo-ka olvidó por un momento su atadura y quiso bajar su brazo para atender su propia excitación. Al notar que no podía, levantó un poco la cabeza, que había tenido agachada.
 
        —Tatsuya... por favor —dijo a duras penas debido a su agitada respiración.
 
        El nombrado se detuvo. Llevó su mano a la mandíbula del otro y le echó la cabeza más hacia atrás, haciendo que reposara sobre su hombro.
 
        —Repítelo —espetó.
 
        —Tatsuya —repitió entre gemidos.
 
        Ese sí era su nombre. Aquellos labios estaban reclamando al fin su nombre. Ni el de Hitomi ni el de cualquier otra persona; el suyo. Se sentía realmente bien. Sintió como si su corazón se expandiera hasta quedarse sin espacio dentro de su pecho.
 
        —Otra vez.
 
        —Tatsuya.
 
        Deslizó su mano por el vientre del vocalista hasta llegar a su hombría. Comenzó a masturbarlo mientras volvía a embestir con fuerza, coordinando sus movimientos, queriendo marcar a ese hombre como suyo con ese acto. Aunque fuera solo durante ese momento, Yo-ka era suyo.
 
        Tras pocas pero certeras embestidas más, Tatsuya sintió ese inconfundible y cegador placer y llegó inevitablemente al clímax dentro del pelinegro, el cual lo alcanzó con un largo y alto gemido al sentir la esencia de aquel hombre en su interior. Se abrazó desde detrás al tembloroso cuerpo del vocalista, normalizando ambos sus respiraciones. Lo único que se oía era el agua caer sobre el suelo de la ducha y sobre sus propios cuerpos.
 
        Solo unos minutos lo ayudaron a recobrarse. Se levantó, saliendo del otro, y cortó el agua, dejando el baño en completo silencio. Yo-ka seguía de rodillas, con la cabeza agachada y las manos atadas sobre su cabeza. Se acercó y lo desató con cuidado.
 
        Al sentirse libre, llevó sus manos a sus rodillas, reposándolas ahí aliviando la tensión en sus brazos. Unas marcas rojas recorrían sus muñecas, pero no le dio importancia; se sentía bien.
 
        Absorto en sus emociones, no se dio cuenta de que Tatsuya se le volvía a acercar hasta que sintió una toalla sobre sus hombros. El pelirrojo se había arrodillado detrás suya y le pasaba la toalla por su cuerpo, secándolo con cuidado mientras dejaba algún que otro beso en su espalda. Se colocó enfrente suya, dejándole la toalla puesta, y le cogió las manos. Pasó sus labios por sus maltratadas muñecas, rozándolas simplemente como si de algo muy frágil se trataran. Yo-ka lo miraba atentamente, como hipnotizado por sus acciones.
 
        Sin previo aviso, pasó sus brazos por el cuello del más alto, abrazándolo con fuerza y necesidad. Tatsuya le agarró las piernas e hizo que rodeara su cintura con ellas para alzarlo con él al ponerse de pie, dejando caer la toalla. Aún tenía los brazos doloridos, pero no pensaba soltarlo por nada del mundo. Fue hacia su habitación y, una vez dentro, se sentó en la cama y se tumbó, quedando el vocalista encima de él.
 
        La habitación estaba en penumbra al estar la persiana casi cerrada por completo, pero era posible ver a la perfección. Ambos se miraban en silencio, acariciándose el uno al otro. Tatsuya pasaba los dedos por la espalda del otro, mientras que Yo-ka pasaba los suyos por su rostro; sus labios. Disfrutaban simplemente de aquella visión; de aquel silencio; de aquel tacto.
 
        No hicieron falta palabras, pues ambos sabían a la perfección lo que se morían por hacer en aquel momento, y lo hicieron; se besaron con lentitud, dejándose llevar. Aquel beso era diferente a todos los demás, pues ambos lo estaban sintiendo y necesitando. No supieron cuánto tiempo les llevó satisfacer esa necesidad, pero no fue poco.
 
        —Tatsuya —dijo Yo-ka tras separarse de sus labios—, siento mucho todo lo que te he hecho pasar. De verdad que no era mi intención, pero...
 
        —Lo sé. No te preocupes —le interrumpió restándole importancia a todo lo ocurrido antes de aquella tarde.
 
        —Siempre me perdonas y me consientes. Creo que no me lo merezco —dijo riendo.
 
        —Tal vez, pero seguiré haciéndolo. Ahora me tendrás que perdonar tú a mí, pero si no lo digo, reviento. Seguiré consintiéndote porque te quiero.
 
        El corazón del vocalista se aceleró de momento al escuchar esas dos palabras.
 
        »No era ningún secreto, desde luego, pero no te lo dije de la mejor forma. Lo siento.
 
        —No lo sientas. Tatsuya, yo estoy empezando a quererte, pero ahora mismo...
 
        Sin dejarle terminar, los labios del pelirrojo se posaron en los suyos impidiéndole decir nada más.
 
        —Me vale.
 
 
~*~
 
 
         Sintió algo de frío. Buscó a tientas las sábanas y se cubrió con ellas, aunque algo faltaba. Volvió a mover su mano por la cama, buscando contacto, pero nada. Decidió abrir los ojos a pesar de lo adormilado que estaba y el cansancio parecía que le aplastaba el cuerpo. Comprobó que estaba solo.
 
        Se incorporó siseando, pues aún persistía el dolor en sus brazos, y se frotó los ojos. El reloj marcaba las 23:17. Recuerdos empezaron a invadir su mente: Yo-ka y él en la ducha, y luego en esa misma cama. Se habían quedado abrazados sin perturbar el agradable silencio que los había envuelto, pero en algún momento se había dormido... o al menos eso creía él. ¿Había sido un sueño?
 
        Volvió a tumbarse sobre su almohada. No podía ser; olía a él. Además estaba desnudo, y no era de dormir sin algo de ropa. No había podido soñar aquello. ¿O acaso se estaba volviendo loco?
 
        Decidió levantarse de la cama. Se puso tan solo unos bóxers y salió de la habitación en busca de algo que le demostrara que aquello no había sido el sueño más real de toda su vida. Vio su camiseta tirada en el suelo del salón y se asomó al baño comprobando que, efectivamente, una toalla, sus pantalones y su ropa interior estaban allí esparcidos. Incluso el cinturón estaba en el suelo de la ducha, el cual estaba aún húmedo y con ciertas evidencias de que habían estado ahí. Desde luego, no había sido un sueño, pero le extrañaba que Yo-ka se hubiera ido sin decirle nada; le preocupaba. Miles de preguntas comenzaron a invadir su cabeza: ¿Se había arrepentido? ¿Lo había utilizado? ¿Esperaba otra cosa? ¿Le había hecho daño? ¿Había dicho algo indebido?
 
        Resopló algo nervioso. Sin pensárselo dos veces, cogió el móvil y marcó el número de Kei. A esas horas aún estaría despierto, y algo le decía que el vocalista no se lo cogería.
 
        —Hola, Tatsuya —escuchó tras pocos tonos de llamada—. ¿Qué pasa?
 
        —Kei, espero no haberte despertado.
 
        —No, aún no voy a dormir. No te preocupes.
 
        —Bien. Oye, ¿está Yo-ka en casa?
 
        —Sí, pero llegó hace una hora y se fue a dormir. Dijo que estaba muy cansado
 
        Se quedó en silencio. No sabía cómo interpretar ese comportamiento.
 
        »¿Pasa algo? ¿Quieres que lo despierte?
 
        —No, da igual, déjalo dormir. Mañana iré, ¿sí?
 
        —Bien, pues mañana nos vemos.
 
        —Buenas noches.
 
        Colgó el teléfono y se puso a pensar. No estaba siendo controlador, y de hecho no le gustaban ese tipo de personas, pero la desinformación era algo que también lo desquiciaba. Tal vez no pasaba nada y en realidad el vocalista estaba cansado y quería dormir solo en su propia cama, pero las inseguridades juegan malas pasadas en la mente, y ya tenía suficiente experiencia en eso.
 
        Al haber despertado hacía apenas unos minutos, no tenía nada de sueño, y lo último que quería era estar sin hacer nada, así que decidió limpiar el pequeño estropicio que había en el baño y así mantener su mente ocupada hasta que le diera por dormir de nuevo.
 
        Se mantuvo en movimiento y entretenido con todo lo que pudo. Incluso le dio por componer hasta estar completamente conforme con el resultado. Miró el reloj, el cuál marcaba las 7:00 am. Para esa hora ya no iba a volver a la cama, pues sería una pérdida de tiempo. Optó por ponerse algo y salir a dar un paseo. Nunca había salido a pasear a esas horas y pensó que sería agradable.
 
        No se equivocó cuando puso un pie en la calle y sintió la brisa de las primeras horas de la mañana acariciar su rostro. No estaba oscuro, pero tampoco había salido el sol. Las calles estaban casi desiertas, exceptuando a personas que tenían que trabajar a esas horas.
 
        Comenzó a caminar por las calles. No tenía ni rumbo ni destino; simplemente caminaba a donde le llevaran los pies. Conforme se iba aclarando el cielo, más personas ocupaban las calles, creando un ambiente bastante mas animado, aunque menos relajante. 
 
        Pasaba por una calle desconocida y bastante bonita cuando vio una melena que se le hizo familiar. No tuvo que rebanarse mucho los sesos para caer en que era Hitomi. Estaba, al igual que él, andando lentamente. No parecía que tuviera prisa por llegar a algún sitio, así que en un acto casi reflejo, se le acercó. Una parte de él se sentía mal por haber separado al vocalista de ella. Habría sido un palo bastante grande y realmente quería asegurarse de que estaba bien.
 
        —¡Hitomi!
 
        La chica se giró algo nerviosa, pero se relajó al ver a Tatsuya acercarse a ella.
 
        —Hola, Tatsuya —lo saludó con una dulce sonrisa—. ¿Qué haces tú por aquí?
 
        —Nada en especial. ¿Y tú?
 
        —Vivo cerca de aquí. He salido a dar un paseo.
 
        —¿Te apetece caminar conmigo? —preguntó con esa sonrisa tan suya. No quería que se negara.
 
        —Claro —aceptó encantada e igual de sonriente.
 
        Ambos comenzaron a caminar hablando de temas triviales. El batería quería tantear un poco el terreno antes de preguntar directamente. Finalmente, aprovechó un momento de vacío entre ellos.
 
        —Oye, Hitomi. ¿Cómo estás por lo de... ya sabes? —preguntó más inseguro de lo que pretendía.
 
        La chica se quedó callada un momento antes de responder.
 
        —Bueno... Podría ser peor. Al menos habló conmigo en persona, me pidió perdón y me dijo qué sentía. Eso se agradece.
 
        —Entiendo...
 
        —Le gusta otra persona, Tatsuya. No especificó nombre, pero por lo visto quiere estar con ella. Dijo que era muy importante para él y que esperaba que lo comprendiera. En ese momento no quería no verle, pero ahora le deseo lo mejor. Si tan importante es, espero que lo consiga... Es lo correcto, ¿verdad?
 
        Ahora fue Tatsuya el que guardó silencio antes de responder.
 
        —Sí, es lo correcto.
 
        Bajó la vista. Realmente le daba pena aquella chica, aún así, ya había decidido ser egoísta.
 
        —Tatsuya —la miró— cuídalo, ¿vale?
 
        Hitomi giró la calle y se fue separándose del batería. Él se detuvo en seco y cambió rápidamente de dirección. Tenía que ver a Yo-ka.
 
        Llegó en poco tiempo y llamó a la puerta sin pensárselo dos veces. Tras pocos segundos, la puerta se abrió dando paso a un Kei recién levantado.
 
        —Quién te ha visto y quién te ve. Pierdes mucho así —bromeó Tatsuya.
 
        —Que te den —respondió Kei haciéndose a un lado para dejarlo pasar.
 
        —¿Yo-ka está despierto?
 
        —Pues no lo sé, pero ya debería estarlo. ¿Por qué no vas a despertarlo y así me ahorro su genio de por la mañana?
 
        —Bien.
 
        Se dirigió con seguridad a la habitación del pelinegro.
 
        —Tatsuya —lo llamó Kei haciendo que este se parara con la mano en el pomo de la puerta—, ¿qué estáis tramando?
 
        —Aún no lo sé ni yo.
 
        Entró en la habitación sin decir nada más y cerró la puerta tras de sí. Yo-ka estaba sentado en la silla frente a su escritorio y se había girado al escuchar la puerta.
 
        —Buenos días —saludó el pelinegro.
 
        Tatsuya se fijó de momento en sus muñecas. Aún tenían las marcas de la tarde anterior. Habían adquirido un tono entre rojizo y morado. Se preguntó automáticamente si se habría pasado y era por eso por lo que se había ido sin decir nada.
 
        —¿Cómo te encuentras? —preguntó Tatsuya acercándose a él.
 
        —Bien... Bastante bien. Me alegra que hayas venido. Tengo algo que decirte.
 
        Se levantó para estar a la misma altura que el batería.
 
        »Supongo que sabes que tenemos que hablar de lo de ayer —el batería asintió—. Bueno, pues ayer te dije que estaba empezando a quererte. Le di vueltas cuando te quedaste dormido y decidí que lo mejor era pensar en soledad, así que me fui sin decirte nada; no quería despertarte. Efectivamente, he estado dándole más vueltas y he llegado a la conclusión de que me arrepiento de haber dicho eso. No debería haber dicho que estoy empezando a quererte, pues no es cierto.
 
        Tatsuya se quedó estático mientras escuchaba aquello.
 
        —Yo-ka... tú... ¿acaso...?
 
        —Déjame terminar antes de que digas cualquier burrada —interrumpió—. No es cierto que esté empezando a quererte; no es correcto. Lo que debería haber dicho es que te quiero y que quiero estar contigo. Tal vez todo esto ha sido muy rápido, pero ¿qué puedo hacer si es lo que siento? No es como si fueras un extraño para mí.
 
        Ambos se miraban sin hacer un solo movimiento. Tatsuya miraba al otro de arriba abajo, poniéndolo más nervioso a cada segundo.
 
        »Di algo, por el amor de dios.
 
        No dijo nada, sino que se acercó a él y simplemente le besó; se besaron. Sus suspiros se volvieron uno; uno solo de alivio. Aquel era uno de tantos pasados y tantos futuros. Juntaron sus frentes. Sonrieron. Sonrieron también de alivio.
 
 
        Kei miraba desde detrás de la puerta entreabierta. Ninguno de los dos era consciente de su presencia. Sonreía con una mezcla de sorpresa y alegría por aquella novedad. ¿Quién lo diría?
 
 
FIN
 

Notas finales:

Gracias a todes por leer. Espero leeros en los reviews ^_^


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