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Los piromaniacos por PJ Brown

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Notas del capitulo:

Y luego de mil años luz... vengo a hacer acto de presencia. Sé que no tengo perdón de Dios, pero este último mes ha estado muy pesado para mí y no había tenido tiempo de escribir algo decente que estuviera al nivel de Los piromaniacos.


Les ofrezco la historia de Rick y Billie como ofrenda de mis sinceras disculpas.

El primer día de clases solía ser el más difícil de todos, en especial cuando eres nuevo y no conoces a nadie. Pero para Rick, el primer día de clases era la oportunidad perfecta para lucir su belleza ante todos, por eso mismo había seleccionado algunas de las mejores prendas que portaba con toda la intención de dejar con la boca abierta a más de uno.

 

El chofer lo dejó frente al instituto, se mentalizó para hacer una gran entrada, esbozó la sonrisa más arrogante que portaba y emprendió la marcha con la cabeza en alto, dando aires de superioridad al caminar.

 

Como lo esperado, las miradas no tardaron en posarse en él. Los cuchicheos se hicieron presentes; todo el mundo se preguntaba de dónde había salido aquel chico.

 

Y de pronto, el aura arrogante de Rick se disipó al ver a un muchacho saliendo de los baños para damas. Aquel desconocido acababa de salir de ahí y silbaba como si nada, pero para empeorar las cosas, ni siquiera se molestó en mirarlo. Rick se sintió indignado.

 

Soltó un resoplido y se dirigió a su aula de clases. Ocupó un lugar justo en medio para que todos pudieran tener fácil visión de él y esperó pacientemente la llegada de su profesor. Creyó que moriría de un infarto cuando el chico del baño de damas ingresó en el aula y se sentó a su lado.

 

-Eres nuevo-  escuchó que dijo su compañero.

 

"Pero qué observador" pensó Rick con cara de pocos amigos y poniendo los ojos en blanco.

 

-Así es-  respondió entrelazando sus manos sobre su mesa. Ni siquiera se molestó en mirar a su interlocutor.

 

-¿Cómo te llamas?

 

Esta vez se giró al muchacho para brindarle una sonrisa de superioridad "Cuando te lo diga no te lo vas a creer".

 

-Rick Harrison.

 

-El hijo de la millonaria familia Harrison-  declaró el contrario sin una pisca de sorpresa.

 

Rick no pudo negar que se sintió un poco decepcionado con su reacción, normalmente todo aquel que se enteraba de quién era se impresionaba y se ofrecía para otorgarle, o hacer, cualquier cosa que necesitara. Por desgracia, ese chico no era igual a los demás.

 

Rick hizo un gesto afirmativo con la cabeza.

 

-El mismo.

 

Su compañero sonrió de medio lado.

 

-Gusto en conocerte, tigre.

 

...

 

Su nuevo amigo Ian lo acompañó hasta la cafetería. Ambos captando varias miradas a su paso, ya que el pelirrojo a su lado era un galán de primera clase y él ni se diga.

 

-Podríamos asaltar la cocina de los profesores, pero quien tiene la llave no viene los lunes-  dijo Ian.

 

Rick ya habría despedido a ese conserje de ser el director del instituto ¿Cómo era posible que faltara a sus deberes de esa forma? Imperdonable.

 

Se sentaron a comer en la mesa preferida de Ian, desde donde podían ver a quien entrara y ser vistos por todos. Las chicas suspiraban con sólo mirarlos, provocando que el pecho de Rick se hinchara de puro orgullo.

 

-¡Miren nada más! Un chico sexy se ha apoderado de mi visión.

 

Una joven de corta cabellera negra y un recto flequillo, se sentó junto a Ian con una amplia sonrisa.

 

-Ariane, Rick. Rick, Ariane-  les presentó Ian.

 

-Es un placer-  dijo la chica cordialmente.

 

La novia de Ian resultó ser agradable, se comportaba como una mejor amiga haciendo bromas de todo tipo. Sin embargo, tenía su carácter y sabía exactamente como impartir órdenes; Ian le informó que la chica pensaba postularse como presidenta estudiantil.

 

Cuando llegó la hora de volver a casa, Ian le hizo una invitación:

 

-Iremos a Bones ¿Quieres venir?

 

Rick se negó. Conocía el bar y la zona, la cual no era tan mala, pero el alcohol surtía rápido efecto en él, por lo que no era una buena idea fiarse de sí mismo si es que quería mantener la imagen.

 

Se despidió y subió al deportivo que lo esperaba.

 

...

 

Lo vio salir haciendo un tremendo escándalo que habría llamado la atención de cualquiera. Su intención había sido dar una vuelta por los pasillos en su hora libre y ahora se arrepentía un poco de haberlo hecho.

 

-¡Cállese, puedo largarme de aquí yo mismo! ¡Me vale mierda si me expulsa una semana, será como unas merecidas vacaciones!

 

Un chico de vestiduras negras acababa de salir del despacho del director y caminaba en dirección contraria a Rick sin percatarse de su presencia, pero cuando lo hizo, Rick se quedó congelado.

 

El muchacho que tenía delante portaba los ojos más verdes que jamás había visto en su vida, delineados a la perfección, y había una sonrisa gigantesca en sus labios que se fue dibujando lentamente al mirarlo.

 

-Emmm ¿hola?-  dijo Rick.

 

-Me gustan tus ojos.

 

"¡¿QUÉ?! Se supone que soy yo quien debe decir eso ¡Un minuto! ¡NO! Eso es de maricones" pensó Rick completamente colorado. El chico de apariencia dark se dio cuenta de lo avergonzado que se encontraba y sonrió aún más.

 

-¿De qué color son?-  preguntó el chico.

 

Rick se encogió de hombros.

 

-No estoy seguro-  respondió con honestidad.

 

-Parecen verdes con azul, y café avellana-  declaró el muchacho inclinándose un poco hacia él.

 

Rick retrocedió un poco, sintiendo que invadían su espacio personal. No le gustaba que un hombre se acercara a él de esa forma.

 

-Disculpa, ¿puedes mantener un poco la distancia?-  dijo Rick.

 

Para extrañeza de Rick, el muchacho empezó a carcajearse como maniaco.

 

-Eres divertido-   dijo él- ¿Cómo te llamas?

 

-Rick.

 

-Harrison-  aclaró el muchacho sonriendo. Rick se mostró sorprendido-.  Sé quién eres, tigre. Ian me habló de ti.

 

Inesperadamente, el chico rodeó sus hombros y comenzaron a caminar.

 

-Lamento no haber estado ayer para que tuvieras un almuerzo digno de un príncipe-  se disculpó-.  No acostumbro venir los lunes ¿viste ese espectáculo?-  apuntó hacia atrás con su pulgar-.  Fue por eso.

 

Así que no se trataba de un conserje, sino de un chico dark amigo de Ian, al que por cierto no le había preguntado su nombre.

 

-¿Cómo te llamas?

 

El chico sonrió de medio lado.

 

-Billie.

 

...

 

A partir de entonces, Billie, Ian y Rick se hicieron grandes amigos. Pero todo se puso patas arriba desde el momento en que el mayor secreto del hijo de los Harrison quedó expuesto ante la persona menos indicada.

 

-Tigre ¿estás ebrio?-  dijo Billie aguantándose la risa.

 

Rick agitó la cabeza en negación.

 

-Entonces ¿por qué estás acostado en mis piernas?

 

Rick cayó en la cuenta de la posición en la que se encontraba y se incorporó inmediatamente, sonrojado hasta las orejas. Su corazón palpitaba demasiado rápido, lo cual era extraño; no creía tener problemas cardiacos.

 

-Lo siento-  se apresuró a decir avergonzado.

 

Billie dejó escapar una pequeña risilla por lo bajo.

 

-No importa, de hecho-  los intensos ojos verdes del muchacho se posaron en los contrarios, provocando un estremecimiento en Rick-,   me gustó.

 

Rick sintió que dejaba de respirar por unos segundos, incapaz de moverse mientras Billie acortaba poco a poco la distancia entre ambos. Su cerebro le gritaba que se alejara, que empujara al chico lejos de él, pero su cuerpo no le respondía. Deseaba que Billie acabara con el espacio que los separaba.

 

De pronto, sintió su aliento rozando sus labios y escuchó su propia respiración acelerarse al ritmo de los sonoros latidos de su corazón. Se sintió enfermo, mareado, pero de alguna forma le gustaba padecer de aquella desconocida enfermedad.

 

-¿Te gustaría experimentar conmigo, tigre?-  susurró Billie sensualmente.

 

Rick se limitó a gemir como respuesta, había sido un gemido un tanto involuntario, pero eso pareció bastar para que Billie finalmente uniera sus labios con una lentitud y suavidad que hizo a Rick temblar descontroladamente.

 

Al parecer olvidaron que se hallaban en la sala de Fox porque cuando escucharon su voz, ambos se sobresaltaron, separándose inmediatamente.

 

-Genial, uno ya no puede dejarlos solos ni un momento porque empiezan a toquetearse en el sofá de mi madre. Están conscientes de que coge aquí con sus novios ¿cierto?

 

Billie estalló en estruendosas carcajadas, mientras Rick se sonrojaba intensamente.

 

-Ya decía yo que algo apestaba a sexo-  dijo Billie entre risas.

 

Fox sonrió de medio lado y miró a Rick.

 

-¿Te gustó, tigre?

 

Billie se calló de golpe, adoptando una expresión de niño curioso, esperando la respuesta de Rick con un brillo en los ojos.

 

“Joder, sí” era eso lo que el príncipe estudiantil pensó al mirar a Billie, pero se sentía incapaz de responder. No le había revelado a nadie su verdadera orientación sexual por temor a ser la burla de todos y la deshonra de su familia que desgraciadamente era homofóbica.

 

Si hablaba con la verdad, arruinaría su vida por completo.

 

Y pese a las muchas advertencias que le lanzaba su cabeza, terminó cediendo ante la tentación que representaba Billie en sí mismo, aceptando el reto de experimentar junto a él todo lo que tenía para ofrecerle. 

Notas finales:

Son cuatro partes, espero que estén preparados...


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