Fox se miró al espejo solo una vez antes de salir de su habitación para ir a sacudir a su madre, quien continuaba metida en la cama como si fuera una niña pequeña. La mujer que le dio la vida era una joven que lo había criado ella sola desde sus dieciséis años de edad, era por esa razón que parecía más su hermana que una madre tradicional. Billie había asegurado que si no fuera porque Holly ya tenía novio se habría acostado con ella.
Un leve gemido fue lo que le indicó a Fox que su madre ya estaba despierta.
-Ya me voy.
Otro gemido dando a entender que había escuchado.
Fox soltó un suspiro y se retiró cerrando la puerta de la recámara tras de él, permitiendo que su madre descansara después de una ardua noche de trabajo. El pelirrojo estaba consciente de que en más de una ocasión había hablado mal de Holly por la ocupación que tenía, pero en realidad la apreciaba por lo que era: su madre.
Durante el transcurso al instituto, su cabeza no dejó de darle vueltas al hecho de que debía decirle la verdad a Johnny, pero aún no tenía idea de cómo hacerlo. Las cosas al final se habían salido de sus manos.
-No tienes buen aspecto- le dijo Rick cuando se sentó a su lado en el aula de clases.
-Mira quién habla, tu maquillaje no engaña a nadie- respondió Fox recargando su barbilla sobre sus brazos cruzados.
Rick abrió la boca con expresión sorprendida, boqueó como un pez y extrajo el pequeño espejo que siempre llevaba consigo en el bolsillo delantero de su pantalón, inspeccionando su aspecto.
-¿Se nota mucho?- preguntó preocupado bajando la vista a Fox.
-¿Más que tu orientación sexual? No- respondió el chico sin molestarse en mirarlo.
El príncipe estudiantil gruñó ofendido y guardó su espejo, cruzándose de brazos sin intenciones de hablarle al pelirrojo en lo que restaba del día, pero entonces recordó un tema importante.
-Oye… cuando llegué los chicos no quisieron dirigirme la palabra, parece que están molestos por algo- dijo Rick bajando un poco la voz para que los susodichos no lo escucharon. Parecía vieja chismosa, pero le valía un cacahuate.
-¿Cuáles chicos?
Rick puso los ojos en blanco, pidiéndole a Dios un poco de paciencia para tratar con tanto idiota a su alrededor “Señor, ilumínalo, pero no lo encandiles”.
-¡Dan, Darwin y Johnny! ¡¿De qué otros chicos te estaría hablando?!
Al ver al profesor ingresar, Fox se incorporó lentamente sin quitarle la mirada de encima, fingiendo que había estado sentado correctamente en todo momento.
-Ah, las perras básicas.
-¿También los llamas así? Qué vulgar.
Fox sonrió un poco por lo fácil que era lograr que Rick se molestara.
-Hablamos con ellos en el almuerzo, ahora concéntrate, a nadie le gustaría que el príncipe estudiantil repitiera un ciclo escolar.
Rick soltó un resoplido y se dispuso a tomar notas.
En cuanto llegó el final de las primeras horas de clase, Fox se armó de valor para hacer lo que Billie le había sugerido que hiciera. Aún no sabía lo que iba a decir y tampoco si le daría la oportunidad de explicarle que realmente se había enamorado de él, sí, el mujeriego se había rendido a los pies del más mariposón de todo el instituto.
-Johnny…- lo llamó al verlo salir de clase con sus amigos.
El nombrado hizo oídos sordos y continuó caminando por el corredor sin siquiera mirar al chico.
-¡Johnny!- exclamó Fox tomándolo del brazo para obligarlo a que se detuviera-. Necesito hablar contigo.
-¡Suéltame! ¡Suéltame tonto!- exclamó Johnny removiéndose con desesperación.
-No, tienes que escucharme- suplicó Fox.
Johnny lo era todo para él, no podía perderlo, no quería perderlo. Y por su parte, Johnny necesitaba de su bebé, pero Fox lo había lastimado en lo más profundo de su corazón.
-¡No! ¡No quiero!
En ese momento, Dan y Rick aparecieron en el corredor para tranquilizar la situación. Dan sujetó a Johnny y Rick hizo lo propio con Fox, separándolos.
-Pero...- Fox se sintió dolido al ver que Johnny se soltaba del agarre de Dan, para luego dirigirle a él una mirada cargada de frialdad y retirarse con pasos firmes. Aquél no era el dulce ángel que conocía, era el chico con carácter al que Ariane le había puesto los ojos encima, pero la rechazó y ahora entendía por qué lo había hecho.
Johnny sentía algo por alguien más. Y esa persona acababa de romper su grande y hermoso corazón.
-No te acerques a él- le advirtió Darwin a Fox antes de seguir al rubio junto con Dan.
-¡Seguramente todo esto es tu culpa, maldito hijo de…!
-¡FOX!
Gruñendo como un animal, el pelirrojo se volvió hacia Rick, quien acababa de soltarlo lentamente como si temiera que fuera a abalanzarse sobre Darwin para partirle la cara con sus puños.
-Déjalo ya, estamos jodidos. Todo se fue a la mierda.
Fox negó con la cabeza en cuanto le surgió una idea.
-No. No, esto no se acaba aquí.
Rick lo miró confundido y se cruzó de brazos, esperando a que continuara porque no entendía cómo demonios no tenía razón si acababa de ver con sus perfectos y bellos ojos que las perras básicas los odiaban a muerte.
-Yo me fui a la mierda, pero tú no.
Y de manera repentina, Fox tomó al príncipe estudiantil del brazo para jalarlo fuera del instituto sin escuchar sus preguntas y protestas. Estaba destruido, roto por dentro por las malas decisiones que había tomado hasta entonces, pero no iba a permitir que uno de sus mejores amigos cometiera un error del que probablemente se arrepentiría toda su vida, así como él.
-¡¿Estás loco?! ¡¿A dónde me llevas?!- gritó Rick cuando le lanzaron al asiento de copiloto en el interior del auto de Fox.
-A que hables con el idiota al que tanto odias- dijo Fox antes de acelerar.
Rick se puso pálido y tuvo la certeza de que nunca había tenido más razón en toda su larga vida: se había ido a la mierda.