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Los piromaniacos por PJ Brown

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-¿Hola?

 

-HELLO FROM THE OTHER SIIIIIIIDE, I LEAST I CAN SAY THAT I TRYYYYY.

 

Fox se apartó el celular del oído y cuando se hubo asegurado de que su tímpano ya no corría peligro, volvió a acercarse al aparato, poniéndose de pie.

 

-¿Dónde estás?-  preguntó mientras empezaba a colocarse su chaqueta.

 

-Afuera, en la lluvia, congelándome como perro vagabundo.

 

-Ok, no te muevas de ahí… ¡No cuelgues!

 

-Un elefante se columpiaba sobre la tela de una araña.

 

Holly se acercó preocupada.

 

-¿Quién es?

 

-Es Billie, creo que bebió de nuevo. Saldré a buscarlo.

 

-TRES ELEFANTES SE COLUMPIABAN SOBRE LA TELA DE UNA ARAÑA.

 

Acababa de abrir la puerta cuando encontró a Billie empapado de pies a cabeza justo delante de él, dándole la espalda, pero al escucharlo se volvió hacia él con una sonrisa.

 

-Seis elefantes-  dijo antes de colgar la llamada.

 

Tenía los ojos enrojecidos, así como la nariz; había estado llorando.

 

-Oh, cariño, pasa, pasa-  dijo Holly jalando al miserable chico del brazo para hacerlo entrar.

 

-Agnes hija de su reputísima madre-  gruñó Fox luego de cerrar la puerta de golpe.

 

Holly dio un manotazo al brazo de su hijo, mirándolo con reproche. Él la miró enfadado, frotándose la zona lastimada.

 

-Agnes no tiene la culpa, Fox-  dijo Billie mientras se quitaba la ropa sin un poco de vergüenza-.  Soy yo, siempre he sido yo. Echo las cosas a perder cuando quiero hacer algo bien.

 

-No es verdad, cielo-  lo consoló Holly acariciando su espalda y de inmediato apartó la mano-.  ¡Estás helado! Acompáñame, te darás un baño caliente ahora mismo… ¡Fox, prepara un poco de té!

 

El susodicho se dirigió a la cocina para acatar la orden de su madre, soltando un suspiro a la nada.

 

Estaba molesto con Agnes, se sentía tentado a llamarla y hacerle saber que había arruinado la vida de su mejor amigo, pero una parte de sí mismo era consciente de tener parte de la culpa. De no haber rechazado a la chica en esa ocasión nadie estaría sufriendo.

 

-No olía a alcohol-  anunció Holly entrando en la cocina, cruzada de brazos.

 

-Se pone así cuando está muy mal, vamos a tener que vigilarlo para que no haga ninguna estupidez.

 

Su madre asintió con la cabeza con un ligero semblante de angustia.

 

-Tranquila, se pondrá bien.

 

Dicho esto, sirvió el té en una taza, la colocó sobre un pequeño plato y se dirigió a su habitación para entregárselo a Billie, quien aún no salía de la ducha. Llamó a la puerta del baño para asegurarse de que se hallaba bien.

 

-¿Estás bien?

 

-Si lo que te preguntas es si sigo respirando, sí.

 

Aliviado, Fox, dejó el té en la mesita de noche y se recostó sobre su cama con las manos en la nuca, mirando al techo sin mirarlo realmente, su vista viajaba más allá, hacia algún punto del pasado.

 

El día que conoció a Billie se dijo que no iba a relacionarse con ese demente que lo sacaba de sus casillas con su cinismo, pero por alguna razón lo llevó hasta su departamento y estando ahí… el chico le confesó que esa tarde había pensado suicidarse.

 

-¿Es para mí?-  preguntó Billie apuntando el té.

 

-Ah, sí, todo tuyo-  respondió Fox incorporándose.

 

Billie sonrió y se sentó en la cama de abajo, su cajón gigante, como le gustaba llamarle. Estando ahí le propició un pequeño sorbo a su bebida.

 

-Gracias, hermanito, está bueno.

 

Hubo un breve instante de silencio, Fox no sabía qué decir, no quería forzar al chico a desahogarse si él no quería hacerlo.

 

-Holly dijo que podías quedarte aquí unos días.

 

Mentira, era él quién le estaba ofreciendo hospedaje.

 

-No, tengo que enfrentar esto solo.

 

No queriendo insistir, Fox bajó de su cama, se desvistió y al meterse bajo las sábanas la pregunta de Billie lo tomó desprevenido:

 

-¿Qué harías en mi lugar?

 

Fox frunció los labios, soltó un suspiro y trató de empatizar con su amigo. Siendo sincero consigo mismo, no le extrañaría que un día una desconocida apareciera en su puerta, le entregara un bebé y se retirara.

 

-Me haría responsable.

 

Billie soltó un resoplido. De haber estado con ánimos incluso habría soltado una carcajada. Fox era pésimo dando consejos, se notaba a leguas que estaba repleto de testosterona; tal vez Holly sería de mejor ayuda en esas circunstancias.

 

-Es más fácil decirlo que hacerlo.

 

-Lo sé, lo sé, me imagino que sí, pero es la única salida.

 

-¿Y qué hay de Rick?-  le espetó, buscando la manera de hacer entrar en razón a Fox y hacerle ver que estaba metido en un gran lío.

 

Fox se volvió hacia él.

 

-¿No le has dicho?

 

-No pienso decírselo.

 

-Está bien, haz lo que quieras-  dijo comprensivo, al final de cuentas era su vida y sus decisiones. Entendía su angustia por decepcionar a Rick, sobre todo al haber estado evadiéndolo estos últimos días.

 

Silencio otra vez. Fox apagó la luz.

 

-¿Tú le dirías?-  preguntó Billie en el medio de la penumbra. Su voz tenía un deje de preocupación y curiosidad, asemejaba a un niño con miedo de visitar al dentista por primera vez.

 

-Si estuviera en tu lugar, sí.

 

 

Johnny leyó el mensaje de Fox por tercera ocasión. Su corazón le susurraba que saliera corriendo en busca de su bebé para perdonarlo, pero su cabeza gritaba con ira que debía permanecer en casa, que las cosas no se arreglaban con un simple mensaje.

 

Suspiró y se cubrió la cabeza con las cobijas.

 

 

Notas finales:

Este fic debería llamarse La trágica vida de Billie ¿no creen?


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