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Los piromaniacos por PJ Brown

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Notas del capitulo:

Y cerramos con broche de oro (o eso creo). Quizá sufran, quizá no... les deseo suerte.

Caminar por los pasillos del colegio resultaba extraño, poco agradable, de hecho. Johnny podía escuchar susurros entre sus compañeros, risas y miradas clavadas en su espalda. Dan hacía lo posible por mantenerlo distraído de toda esa marea de críticas, pero no surtía efecto, era imposible ignorar que se había vuelto el tema central en la comunidad estudiantil.

 

Ni siquiera podía ir al baño sin sentirse agredido.

 

-Hey, Johnny ¿tienes ganas de chupármela? La tengo más grande que Fox-  le sonrió un chico guiñándole el ojo antes de empezar a reír.

 

Los ojos del chico se llenaron de lágrimas, no obstante, actuó como si no lo hubiera escuchado y continuó lavando sus manos.

 

-¿Quieres verla?-  susurró a su oído.

 

Johnny se sobresaltó, lo empujó con fuerza para alejarlo de él y salió corriendo de los sanitarios. Sus mejillas estaban humedecidas a causa de las lágrimas. Un hombre no debía llorar, su papá se lo había repetido hasta el cansancio, pero no podía seguir guardándose el llanto por más tiempo.

 

Ariane venía en la dirección contraria.

 

-Johnny ¿estás bien?-  le preguntó angustiada.

 

El chico no le hizo caso, sólo quería estar solo y llorar hasta que le dolieran los ojos.

 

Se sentía más solo que nunca. Ya habían pasado dos semanas del mensaje de Fox, pero éste se la pasaba el día entero con Rick. Tampoco contaba con Darwin, pues últimamente le hacía compañía a Billie. Sólo eran Dan y él contra el mundo.

 

Quería volver a su casa en Suiza lo antes posible para alejarse de todos los que lo apuntaban en los pasillos. Sólo tenía que soportar una semana más en ese infierno.

 

Afortunadamente una noticia se esparció por la escuela a gran velocidad, la cual le salvó la vida.

 

Agnes estaba embarazada.

 

...

 

Agnes era la hermana mayor de tres hermanos, sacaba buenas notas, salía a correr por la tarde y ayudaba a sus papás en la panadería de la familia de vez en cuando. Era una hija ejemplar, pero en algún momento debía cometer un error y para su desgracia fue uno grave.

 

Se lo pensó más de tres veces antes de decírselo a su familia, aunque nada se comparó con el miedo a enfrentarse a Billie. Al final las cosas marcharon mejor de lo que ella había esperado, sin embargo, ese alivio no duró por mucho tiempo.

 

-Darwin, dile a Billie que necesito hablar con él-  dijo la chica al oído del susodicho para que éste pudiera escucharle entre tanto bullicio.

 

Darwin iba a replicar porque no creía que era el mejor momento ni el lugar para que la pareja se pusiera a discutir, pero hizo lo indicado, subiendo al escenario del DJ y colocando una mano sobre su hombro para llamar su atención.

 

Billie se apartó los audífonos.

 

-Agnes quiere hablar contigo, está por allá-  dirigió la mirada hacia dónde se encontraba la muchacha.

 

-Bien. Te encargo mis juguetes, diviértete.

 

Le propició unas palmadas en la espalda y bajó al encuentro de la joven.

 

-¡Hola!

 

Agnes le contempló confundida, le costaba comprender porqué sonreía todo el tiempo. Su vida se estaba desmoronando, tenía muchos problemas personales, no había razón para mostrarse alegres ni para engañar al resto.

 

En el medio de su dilema interno, descubrió un detalle curioso en los ojos verdes del joven: ya no usaba delineador.

 

-¡Hey! ¿Estás bien?-  exclamó él contra su oído-.  ¿Quieres hablar en otra parte?

 

Accedió, por supuesto, necesitaba silencio y privacidad para plantearle su serio problema en el colegio. Así que Billie la llevó a su camerino, en donde la invitó a tomar asiento a su lado en un sofá.

 

-Ven aquí, no muerdo. Bueno, no si no es necesario...

 

Agnes puso los ojos en blanco y se sentó emitiendo un resoplido.

 

-No esperaba tu visita, creí que no te gustaban los antros. Pero ya que estás aquí puedo aprovechar para dedicarte una canción.

 

-No vine hasta acá para que me dediques una estúpida canción. Vine a reclamarte porque al parecer uno de tus amigos abrió la boca y ahora todos en la escuela saben que estoy embarazada.

 

Lo soltó de golpe, así sin más, irritada, molesta y desesperada. No conocía ninguna otra forma para lidiar con Billie en circunstancias como esa.

 

-No creo que Fox y Darwin hayan dicho algo.

 

-¿Ah no? ¿Entonces quién?

 

Billie alzó los hombros.

 

-No lo sé, tal vez alguna de tus amigas.

 

-¿De qué estás hablando? ¿de verdad crees que alguna de mis amigas podría haberme traicionado de esa manera, ah?

 

Billie trataba de tener paciencia, estar tranquilo, enojarse no iba con su personalidad, eso era cosa de Fox. Pero estaba empezando a cansarse, tenía muchas razones para gritar y mandar todo a la mierda, aunque Agnes no tenía la culpa.

 

-Tarde o temprano se iban a enterar.

 

-¡¿Qué?!-  gritó poniéndose de pie.

 

-¡Que tarde o temprano se iban a enterar! ¿O ya encontraste alguna manera de esconder tu vientre cuando esté enorme como una sandía?

 

Los ojos azules de la muchacha se llenaron de lágrimas.

 

-Por suerte a ti no te crecerá el vientre ¿verdad? ¡Yo voy a ser la única que soportará las burlas de todos!

 

Billie se echó a reír con ganas.

 

-Cómo si todos me amaran en la escuela-  le espetó con ironía-.  Créeme que si fueras yo preferirías cargar con un crío. Tú no tuviste que pasar por lo que yo pasé, traté de quitarme la vida dos veces y la segunda vez casi lo logro.

 

Agnes ya no podía retener las lágrimas, comenzó a sollozar. No era capaz de mirar a Billie a los ojos, por eso prefería contemplar el techo, mordiéndose el labio con fuerza mientras lo escuchaba.

 

-No tienes idea de lo que es pretender que te encanta ser diferente, sonreír todo el tiempo y fingir que no te importa lo que digan o piensen los demás ¡A todos nos importa lo que digan los demás!-  le espetó Billie con los ojos enrojecidos, prácticamente gritando.

 

Se tomó un respiro, sabiendo que debía controlarse, pero añadió las siguientes palabras con desprecio:

 

-Nadie quiere a un jodido fenómeno.

 

Cuando la habitación sólo era invadida por el llanto de la joven, ésta se acercó a abrazar al muchacho, quién lloró en silencio, escondiendo su rostro en el cuello de Agnes, ocultándose de las atrocidades del mundo.

 

-Eres especial-  dijo Agnes con voz ronca.

 

-¿Te puedo pellizcar un pezón?-  susurró Billie.

 

La chica lo empujó con fuerza.

 

-¡Qué mierda estás diciendo! Tú nunca cambias ¿verdad? Eres un idiota-  le espetó dirigiéndose a la puerta.

 

Billie empezó a carcajearse, aún con los ojos rojos y humedecidos.

 

-Sí, siempre he lo he sido, cariño-  confesó al aire con una voz cargada de tristeza, antes de tumbarse en el sofá. Se había dirigido más a sí mismo que a la joven.

 

Agnes le dirigió una última mirada antes de retirarse, llorando otra vez, odiándose a sí misma por haber arruinado su vida de manera tan estúpida y por haberse mostrado tan sensible ante ese idiota.

 

Al encontrarse solo, Billie extrajo su celular para enviarle un mensaje a Fox.

 

Ya se enteraron de que Agnes está embarazada, Rick no tardará en saberlo también

Estoy jodido :v

 

 

 

Notas finales:

Se supone que iba a dejar la historia hasta aquí, pero caí en la cuenta de que no puedo cortarla de tajo, Los piromaniacos merecen un final decente.


Esta historia continuará...


 


 


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