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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

Hola :D aqui les traigo un nuevo capitulo. No hay mucho que decir, solo espero que los disfruten y como siempre agradezco sus reviews :'D.  Ah cierto, disculpen la tardanza y que el cap este cortito, hoy estuve con el tiempo en contra :'c

DISCLAIMER: Los personajes de Kuroko no Basket no me pertenecen, son obra de Tadatoshi Fujimaki.

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Kise miro frente a frente a Kuroko, sin desviar la mirada, sin avergonzarse, sin dibujar algún rastro de incomodidad en su rostro. En realidad, no había nada; solo un absoluto vacío. Un vacío tan opaco en su corazón.

 

¿Enfrentarlo?

 

Por supuesto, estaba ahí por eso. Estaba aguantando las ganas de echarse a llorar, estaba aguantando todos esos sentimientos de frustración, estaba haciendo todo ello porque sabía que había errado. Siempre supo que había actuado como una basura.

 

Pero…

 

—Así que Kurokocchi está con vida—sonrió y bajo la vista. Claro, debía estar contento por aquello; después de todo, en el pasado, Tetsuya había sido su amigo. — Que bien— pronuncio. Levanto la vista y asintió. Tenía que estar contento, tenía que estarlo…

 

 Pero aun así, aunque lo quisiese, el sentimiento de pérdida seguía invadiendo su corazón.

 

Esto no era vida.

 

—Aunque lo digas de esa manera Kise kun. Tu rostro parece decir todo lo contrario. En realidad no estas contento—movió la cabeza y resoplo—Kise kun siempre ha sido de esa manera—volvió la vista hacia el frente. Clavando la mirada en aquella persona que tanto daño le había hecho— Estas mintiendo.

 

—Y Kurokocchi siempre ha sido tan bueno leyendo mis expresiones—entrecerró los ojos—Esto es un poco incómodo—susurro en un hilillo de voz pero lo suficientemente alto como para que Kuroko pudiese escucharle. —Pienso que lo mejor es que me digas que es lo que quieres tratar conmigo, Kurokocchi. —Abrió los ojos— Se directo, por favor.

 

—Me sorprende que Kise kun esté pensando—no lo aceptaba. No aceptaba ver esa expresión dolida, no cuando en su mente, y en su corazón; maldecía notar el sufrimiento de Kise. Porque al fin y al cabo quien debería tener esa expresión, esos sentimientos, esos balbuceos, debía ser quien había pagado algo injustamente. Porque Taiga no se había quejado ni una sola vez del maldito infierno que le había tocado vivir—Eres injusto.

 

Kise no movió ni un solo musculo de su rostro. Porque justamente, ya comenzaba, lo que estaba esperando desde hace mucho; mantuvo su postura firme y se limitó a guardar silencio para escuchar cada una de las palabras que Kuroko seguramente le lanzaría, cada una de las verdades irreparables y objetivas, como miles de cuchillos, como miles de heridas que él había abierto.

 

—Siempre me he preguntado qué es lo que pasaba, exactamente, por tu mente; cuando comenzaste esto con Akashi kun— una duda que siempre le había matado, una duda que había persistido todos esos años— Tal vez fue un amor a primera vista. O tal vez te obsesionaste. Alguien como tú—mantuvo la mirada firme, sin piedad, sin sentimiento. Solo estaba ahí, diciendo la verdad—Alguien que siempre tenía todo lo que quería, alguien que no paraba hasta lograr obtener todo lo que le gustaba. ¿No es así?

 

Los ojos de Ryouta se cristalizaron. No quería seguir escuchando. No quería seguir oyendo.

 

—Pero no todo es fácil de obtener, Kise kun—pronuncio. Miro el rostro del rubio; quería comprenderlo, pero aunque lo intentase un millón de veces, simplemente no podía hacerlo. Se levantó del asiento y suspiro. A pesar de que aún había muchas cosas que decir, ya no quería seguir recordando aquellas cosas.  Se sentía enfermo en esos instantes. —No diré nada mas Kise kun, no quiero hacerlo. —porque a él también le lastimaba— Solo te pido que dejes tranquilo a Kagami kun. Solo eso.

 

Sin embargo.

 

Kise se levantó del asiento y levanto la vista—Kurokocchi— llamo. Tetsuya que ya estaba a unos pasos alejados de aquella mesa, se giró y se quedó en silencio durante unos minutos— No puedo— susurro— No puedo dejar a Kagamicchi.

 

Odio.

 

Resentimiento.

 

Dolor.

 

Kuroko se acercó nuevamente y enfrento aquella mirada dorada— ¿Qué estás diciendo Kise kun?

 

—No puedo dejarlo— las lágrimas cayeron de su rostro— Aun si sé que yo he sido quien más le ha lastimado, quien más ha sido ruin, quien más sucio ha jugado. No puedo— afirmo— Porque lo amo. No puedo decir que más que tú, pero esto es lo que siento y no puedo cambiarlo, no puedo terminarlo como un juego.

 

—Kise kun---

 

—Y aunque me dijeses un millón de veces, que soy la peor persona del mundo—apretó los labios— Si lo he sido, he sido la peor persona del mundo solo por él. Por Kagamicchi. Cuando Kagamicchi te necesitaba más, tú te concentrabas en tu trabajo; cuando Kagamicchi enfermaba, tú estabas atiborrado; cuando Kagamicchi necesitaba un consejo, tú estabas ocupado con nuevos planes; cuando Kagamicchi quería escuchar un “Bienvenido”, tú no estabas  presente en sus atardeceres. —no podía pararlas. A pesar de que todas las personas los observaban, no podía dejar de hablar, no podía parar sus lágrimas. — Nunca pude ser tu reemplazo—sonrió con las lágrimas aun cayendo por sus mejillas— Pero estuve ahí, junto a él. Escuchando cada una de esas frases. De esos “extraño a Kuroko”, de esos particulares “lo amo más que nada”. Siempre, siempre, siempre pensando que todas esas bonitas palabras iban para mí. Siempre imaginando una y un millón escenas de amor, porque en realidad nunca logre ser más que tu---

 

El sonido de una cachetada resonó por todo el lugar.

 

Lo que menos sintió en ese momento fue el dolor de aquel golpe. No. Eso fue lo que menos le había dolido. Lo que menos le había lastimado. Solo había sido una de las tantas cosas que se merecía. Para cuando volvió la vista al frente, Kuroko había desaparecido.

 

Soltó una risita, ese sería su destino; nunca nadie podría amarlo. Jamás. Nadie podría corresponder a sus sentimientos confusos y dolidos. A eso que le lastimaba. A eso que le hería. A eso que le mataba.

 

O eso fue lo que creyó.

 

 

 

-w-

 

 

Takao camino por las calles de aquella avenida, todo estaba ligeramente tranquilo. Las personas caminaban de un lado a otro, como un mar de personalidades, como un mar de luces. La noche era maravillosa. Todo era perfecto— Pero— sonrió— Mi presencia arruina totalmente este escenario— susurro con las mejillas infladas, aunque su sentido de la moda no fuese tan alto; siempre le había gustado lucir bien. Pero esa noche que había salido comprar algunos ingredientes para la cena que Sakurai y Aomine habían olvidado, simplemente había salido de la casa, con lo primero que encontró sobre su cama. Unos simples jeans y una polera descolorida.

 

Soltó una risita. Realmente no importa mucho, se dijo a sí mismo, porque, no tenía algún plan ni tampoco iba a cruzarse con alguien interesante como para estar preocupado por su apariencia. Simplemente correría al mini súper, compraría lo necesario y huiría a casa, como un caballero de la noche.

 

Sin embargo.

 

— ¡¿TAKAO?!

 

Un grito lo dejo estático en su lugar. Se giró lentamente, rogando a los cielos que por favor no sea la persona que se imaginaba. Pero...

 

—Miyaji sempai—murmuro con una expresión un poco asustada pero a la vez abochornada. Miyaji Kiyoshi había sido uno de sus superiores, mientras había estado en el instituto y también uno de los principales socios de la compañía de Midorima. Trago saliva y se irguió sobre su lugar. — ¡Hola Sempai! Es un gusto verlo de nuevo. ¿Cómo ha estado? ¿Bien? Yo espero que bien, ya sabe lo que dicen por ahí, la piña es buena para el colesterol. Seguro que está muy sano— soltó una carcajada exagerada—Bueno, le deseo lo mejor en la vida. Cuídese señor— se giró sobre sí mismo, pero antes de que pudiese dar un paso más.

 

Ya estaba apretado contra el pecho de Miyaji, entre sus brazos, junto a su corazón; ese corazón que latía como loco. Desbocado. Apurado. Apresado. Con solo un objetivo.

 

Hacerse escuchar. Fuerte. Estridente. Porque estaba ahí, siempre estuvo ahí.

 

 — ¡Idiota! — gruño. Miyaji no podía procesar aquello, aun no. No después de todo lo que había pasado. Después de la crueldad de Midorima, después de aquel mal juicio al cual se había visto sometido su Kouhai. Después de todas esas cosas, Takao estaba ahí, con una sonrisa y con el tipo aire despreocupado que le caracterizaba. Como si nada hubiese pasado. Y una mierda— ¿Dónde demonios estabas? — pregunto una vez que se separó del pelinegro.

 

—Miyaji sempai. Yo— Takao balbuceo, algo nervioso y a la vez arrepentido— Salí hace  poco, yo realmente no quise avisar a nadie; prefería estar solo e iniciar algo nuevo— suspiro— pero ya veo que con usted no se puede, sempai. — hizo un breve mohín divertido. Lo sabía, a pesar de que Miyaji estuviese escondiéndolo, sabía que aún estaban presentes aquellos sentimientos. — No tienes que preocuparte por mí. 

 

—Takao— clavo la vista en el pelinegro— Todo lo que te ha pasado ha sido a causa de mis errores, a causa de los malentendidos que se han dado entre tú y yo. Es natural que me sienta responsable.

 

Kazunari negó con la cabeza— No es cierto, los celos de Shin chan fueron los que han tergiversado todo. En serio, sempai estoy bien, iniciare algo nuevo y mirare hacia adelante. Ya no me angustiare por el pasado, hace poco he obtenido el divorcio así que me siento bastante aliviado— sonrió.

 

En la mente de Takao, solo había una cosa, y era que justamente Miyaji no era responsable por ninguna de las cosas que le había sucedido. En aquel entonces, cuando aún estaba casado con Midorima se había iniciado un tipo de rumor, algo desastroso, algo horrible creciendo y alimentándose por la empresa de su ex esposo. Ese rumor que indicaba que él había estado engañando a Shintaro con su sempai; las cosas en un principio habían sido justamente eso, rumores. Pero, todo empeoro cuando el asunto llego hacia los programas de televisión y para cuando Takao pudo notar aquello, todo ya estaba malinterpretado en las noticias como el chisme del año. El esposo del exitoso empresario  Midorima Shintaro, había estado en relaciones ilícitas con Miyaji Kiyoshi, empresario igual de exitoso.

 

El nombre de Midorima Kazunari había llegado a los suelos.

 

Y fue entonces cuando otra bomba explotó en la empresa, una gran cantidad de acciones se había visto vendida a la competencia. Las pruebas a la primera pericia habían saltado contra Kazunari, quien en su desesperación había negado aquello, había pedido que lo escuchasen. Pero todo había caído como un desastre.  

 

Porque Shintaro no le creyó. No le dio el beneficio de la duda. Se negó a escuchar razones. Se negó a darle una oportunidad.  Resentido por sus celos y habladurías, se había dejado llevar contra la corriente.

 

 Finalmente, sin opción alguna de poder apelar contra el juicio que se había levantado, Kazunari  término siendo encerrado injustamente.  Pero eso no había sido lo doloroso. Lo hiriente, lo aplastante había sido ver como Midorima no hacía nada para ayudarle, ni una sola cosa, ni un solo movimiento. Absolutamente nada.

 

Sin embargo, había una sola cosa que había sido cierta dentro de todas las especulaciones.

 

—Takao— Miyaji apretó los labios y le cogió de la mano— No puedo dejarte así como si nada. No ahora. En ese entonces aun me sentía como un mocoso—siempre lo había sentido, siempre había estado presente, que si tan solo hubiese sido un poco más fuerte, si tan solo hubiese actuado—un mocoso que no podía ser sincero. Pero ahora…

 

—Miyaji sempai— soltó una risita—es un poco extraño que me estés diciendo estas cosas ahora.

 

—Presta atención idiota.

 

—Está bien. Está bien— respiro profundo.  —Te escucho

 

—Ahora puedo decírtelo con seguridad— entrelazo sus dedos con los del pelinegro. Estaba listo, había esperado años para ese momento, una eternidad, una tortura. Pero ahora era posible, ahora él estaba ahí. Porque dentro de los rumores había una sola verdad. Una inigualable verdad. Una verdad que dolía negar— Te amo

 

La sonrisa se borró.

 

Takao abrió los ojos sorprendido, no podía creerlo. No podía entender aquello. Porque… nunca lo había notado, nunca lo había pensado. ¿Enamorado? ¿Cuándo había pasado todo aquello? — Miyaji san— murmuro. Ni siquiera había tenido algo de espacio para pensar claramente.

 

Cuando quiso decir algo más, ya estaba nuevamente fundido en un brazo y con sus labios siendo invadidos por otros. Otra vez, otra vez el destino estaba jugándole sucio. Otra vez estaba siendo arrastrado al mismo escenario del principio.

 

Porque Miyaji Kiyoshi había tenido esos extraños sentimientos desgarradores desde hace mucho. Desde hace años. Desde hace décadas. Desde siempre. Desde el inicio de la vida opaca en la que estaban.

 

Y solo había una cosa extraña en todo eso, estaban besándose en plena calle frente a muchas personas, muchas posibilidades de que alguien tomase una fotografía y la subiese a internet. Frente a un cien por ciento de que posiblemente Midorima se enterase pronto, más pronto que el propio entendimiento de su mente nublada.

 

 

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Notas finales:

Hola de nuevo :D, bien, aqui termina el cap. Espero que les haya gustado, este cap fue mas que todo aclarativo, espero que se haya despejado un poco sus dudas. ¡Muchas gracias por leer! Prometo no tardar tanto con la proxima actualizacion.


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