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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

Hola :DD aja pues bien, aqui les traigo un nuevo capitulo, esta vez no demore tanto :'D y el capi no es tan chiquito como los anteriores; asi que espero desde el fondo de mi cocoro que les agrade (L) ya saben, como siempre les agradezco su apoyo, las quiero shikitas(?) ok ya xD *le pegan* . Disculpen cualquier error ortografico, redaccion, etc. Mi dedo es el culpable :'v  

PD: La primera parte en cursiva es un flash back

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Apretó los puños sobre la sabana de  la enorme cama. Podía sentirlo. Detalladamente. Cada una de las estocadas, una más fuerte que la anterior, una más apremiante que la anterior, una más ruda y directa que la anterior. Y sus manos. Sus manos eran tan especiales. Las manos de esa persona le envolvían de una manera posesiva,  como si él no quisiese soltarlo, como si intentase tocar todo lo que pudiese en ese breve instante.

                                                     

Y otra más… Certera y lenta… Y otra… que le dejo sin habla… Y otra… profunda.

 

—Y-Ya n-no puedo— susurro con los labios hinchados de tanto apretárselos para evitar gemir con fuerza— P-Por f-favor,  ya no más—pero él no le escuchaba. Seguía ahí, continuando con esas fuertes embestidas, apretándolo contra su cuerpo. Susurrándole cosas que no podía entender. Cosas que posiblemente jamás entendería. Levanto la vista y trato de observar  aquella persona que se dedicaba a acariciar su piel.

 

No podía verlo. La imagen era borrosa, la silueta se distorsionaba una y otra vez. Lo único que podía hacer; era sentirlo. Sentir aquella ansiedad. Una ansiedad y deseo que posiblemente el sumergía en su cuerpo creyendo que era otra persona.  ¿Cómo habían terminado de esa manera? No lo recordaba. No podía rememorar imágenes pasadas. No podía volver a aquel preciso instante. Solo sabía que estaba ahí.

 

Acostándose con ese perfecto desconocido.

 

Una nueva corriente de placer le recorrió el cuerpo. Apretó los ojos con todas sus fuerzas y dejo escapar unas pequeñas lágrimas. Más que dolor, más que cualquier otra cosa, las sensaciones en su cuerpo no lo dejaban pensar con claridad. No se lo permitían. Lo único que tenía claro era el hecho de que hasta algunas horas se encontraba trabajando de mesero en una lujosa fiesta de compromiso. La paga era buena, y el necesitaba el dinero así que como cualquier joven en busca de un poco de trabajo se había presentado. Todo era genial, perfecto. Servir copas y entregar bocadillos no era nada difícil.

 

Lo único molesto eran los asistentes con una cara de total orgullo y presunción. Con esa expresión de “sírveme y trátame como a un dios”  pero el dinero era dinero; y siendo sinceros, el trabajo era trabajo. Por supuesto su jornada, hasta donde él tenía conocimiento, serian unas cuantas horas hasta la madrugada y de ahí podía quitarse el uniforme apretado de mesero y cobrar por su esfuerzo.

 

Sin embargo; y contra todos sus planes. Él había acabado ahí, por extraño que pareciese, no podía recordarlo, ni siquiera dar luz de alguna escena que le llevase al inicio de esa extraña situación. No había nada, solo estaba siendo acariciado y penetrado por esa persona. Lo más lógico era gritar, pero su voz, su mente, su cuerpo, sus ganas no se lo permitían. No podía ni moverse. Estaba como un muñeco sin vida dejándose llevar por ese instante. No estaba bien, nada  lo estaba pero aun así continuaba en ese lugar.  Y a decir verdad él lo estaba permitiendo. Sus manos también tocaban a ese desconocido, sus labios se abrían a cada beso demandante, sus piernas entrecruzadas apretaban la cintura del otro.

 

Todo era errado pero aun así continuaba haciéndolo.

 

Por un momento el movimiento en su interior ceso, el sonido de su carne chocando contra el otro término. Por fin, pensó aliviado y con la respiración entrecortada, su pecho subía una y otra vez rozando contra el torso de la otra persona. Pero, increíblemente, contrario a sus pensamientos;  aquel hombre lo sujeto de uno de sus brazos, lo apego junto a él y lo abrazo sumergiendo sus labios contra los suyos en un solo beso.

 

Después de unos largos minutos de envolver su lengua contra la otra, chuparla, besarla y juguetear hasta el punto de que la saliva cayese por los bordes de sus labios. Ambos se separaron y el movimiento volvió a cesar, el silencio invadió el ambiente y todo pareció ser caliente. —Te amo— aquel susurro se escuchó pequeño, bajito, como la revelación de un pequeño secreto. Como si esa pequeña frase hubiese sido incapaz de mantenerse en las cuerdas vocales.

 

Sus ojos marrones se abrieron sin entender aquello.

 

—Te amo

 

Otra vez.

 

 

— ¿Qué debo hacer?— esa voz, sonaba dolida, como un anhelo— ¿Cómo consigo tu cariño? Dame una respuesta y no dudare en ejercerla. —silencio—Solo se claro. Solo enséñame, que por ti no dudare, aprenderé. —una pequeña risita dolida broto de aquellos labios—Detesto parecer lamentable y mostrarme de esa manera pero estoy desesperado—cuanta necesidad había en esas palaras—Te amo realmente.

 

¿Qué estaba pasando?

 

 

 

-w-

 

 

Coloco el plato encima de la pequeña mesa. Sonrió hacia ambas personas e inclino la cabeza— ¿Desean algo más?—pregunto en tono amable y dedicado. Los clientes le miraron con una sonrisa y negaron con la cabeza, Furihata asintió y sin decir nada más se apartó del lugar. Kouki se sentía contento, enérgico, lleno de vitalidad. La razón era sencilla: por fin lo había conseguido; después de bastante tiempo, un puesto de trabajo en el que nadie podría contactar al dueño para echarlo.

 

Furihata tras una larga reflexión había concluido de una manera sencilla que lo mejor era encontrar un trabajo a las  fuera de la ciudad, un lugar alejado de las raíces de poder,  así de esta manera, nadie podría intervenir en su empleo como hasta ahora habían venido haciendo. Y tal como lo había pensado, nada sucedió cuando logro hacerse de un puesto en un restaurante familiar, la dueña era una persona amable y aquel local estaba en el extremo de la ciudad; la mayoría de clientes eran personas que o bien salían o entraban a la Urbe.  Por supuesto la dificultad era  mayor, tenía que levantarse en la madrugada y tomar el primer autobús, pero lo valía; la seguridad que ahora sentía era reconfortante, además; de que ya se había planteado la meta de ganar el dinero necesario para solventar su deuda con Akashi.

 

Si, cualquier esfuerzo era valorado. Pronto sus problemas acabarían, Kouki se sentía seguro de que todo se inclinaría  a su favor y con el tiempo, solo con un poco de tiempo volvería a tener a Maasaki y su madre mejoraría; la situación mejoraría. Podrían vivir tranquilos, comprar una casa, ser felices. Y quien sabe, tal vez. Solo tal vez…

 

Él dejaría de perseguirle y atormentarlo.

 

Eso era lo que más deseaba.  Con todas sus fuerzas internas, como un remolino lleno de ansiedad y ganas.  Porque si Seijuuro lo odiaba, lo único que Kouki  quería era que lo dejase, que se olvidase de todo el odio, de aquel resentimiento que no merecía. Porque Kouki siempre fue y será inocente hasta el final. Contra todo pronóstico. Contra todas sus heridas en el corazón. Contra todo el daño real.

 

Camino hacia la cocina y cogió los nuevos pedidos de los clientes, volvió la vista y repartió los platos con cuidado. Le gustaba, le agradaba y relajaba esmerarse en su trabajo; eso le ayudaba a desestresarse un poco de todo.  Furihata aunque no era una persona muy abierta, todo lo contrario, tímido y un poco nervioso; se esmeraba y controlaba cualquier falta de labia y nerviosismo. Ese era el tipo de persona que era, una persona con muchas ganas de superarse.

 

Las horas pasaron y Furi continúo con su trabajo, yendo y viniendo con los platillos seleccionados por los clientes, por lo general  las personas que concurrían  al local solían solicitar comidas ligeras y frescas; puesto que gran parte se embarcaba en viajes de largas horas. Para cuando Furihata volvió la vista hacia las ventanas, sorpresivamente, la noche había caído.

 

 Cuando despidieron a los últimos clientes, una de las muchachas que se encargaba de la cocina le pidió con una sonrisa que se ocupase de colocar la basura en los enormes contenedores de la calle. Kouki con sus tareas finalizadas y notando el cansancio de la pobre mujer asintió sin pensarlo. Una vez afuera, coloco aquellas bolsas en el interior del contenedor y se giró dispuesto a volver. Sin embargo; su cuerpo se congelo cuando noto esa mirada. Dio un paso hacia atrás y parpadeo confuso.

 

¿Por qué? 

 

—Siete—murmuro.  Su voz era seria, decidida, extrañamente lineal  y firme—Siete horas— dio un paso hacia adelante y acerco su rostro al de Furihata, molesto, enojado, desesperado y ansioso  pero totalmente controlado, manejando cada una de sus expresiones faciales. Totalmente bajo su máscara de emperador absoluto. — No es de mi agrado jugar a las escondidas, Kouki. — Pronuncio cada una de las palabras con lentitud, sus ojos se mantuvieron serenos sobre los de Furihata— ¿Por qué estás en este lugar?— pregunto, con ese tono de voz que sonaba más que a una orden.

 

Kouki se quedó quieto; no estaba entendiendo, no lo hacía. No tenía sentido. ¿Por qué Akashi estaba ahí? Se quedó unos minutos en silencio, frunció el ceño y enfrento la mirada de Akashi— Usted—hablo molesto y frustrado, con la impotencia llenándole todos los sentidos, con la cólera y frustración brotándole por los poros. — ¿Por qué esta aquí?—soltó, cansado de todo, de ser perseguido de esa manera.

 

—Respondes a una pregunta con otra pregunta—sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa. Seijuuro comenzaba a impacientarse. Comenzaba a desesperarse, porque le resultaba malditamente difícil contenerse, contener esa fuerza magnética que le enloquecía y le hacía necesitar de Kouki. Le hacía comportarse de esa manera, tan vulnerable— Me resulta cómico— cogió una de las manos de Furihata y la sujeto firmemente—De cualquier forma, es hora de regresar.

 

El castaño abrió los ojos sorprendido y antes de poder decir algo, de alegar algo más o simplemente darse la vuelta y caminar a otra dirección; ya estaba siendo llevado hacia un auto. No quería, pero la presión contra su mano, contra su piel con el tacto de él… Era tan conciso, frio y fijo y, y,  y — ¡Detente!—pidió harto de estar siendo manejado como un trapo— ¡Basta! ¡No tienes derecho! 

 

Seijuuro detuvo sus pasos al escuchar aquello. Soltó la mano de Furihata, giro y soltó una risita irónica; escondiendo muchas sensaciones detrás de ella. —No tengo derecho—silencio—No tengo derecho—repitió, rememorando cada silaba de aquella palabra, cada entonación. Asintió— es cierto—movió la cabeza sutilmente — No los tengo Kouki pero te recuerdo que poseo derecho sobre mi hijo, sobre la vida de Naomi Furihata, sobre las propiedades que embargaste—Observo la expresión desencajada de Furihata— ¿Deseas que continúe?

 

Otra vez silencio doloroso. El castaño se mantuvo en el mismo lugar y miro un punto fijo en la nada. Cada vez todo se volvía más insoportable. Todo más atrapante. Ahora que lo pensaba con claridad, ahora que lo recordaba; las palabras que una vez  Akashi le dijo comenzaban a tomar veracidad.

 

Mantente cómodo en la prisión.

Porque cuando salgas todo se volverá muy incómodo.

 

—Vámonos—ordeno Seijuuro nuevamente rompiendo la ilusión óptica de Kouki.

 

—Yo— susurro Furihata—Yo—alzo la vista y una lágrima descendía por su mejilla— Necesito este trabajo. No puedo irme. —finalizo con expresión dolida, mirándole a él, pidiéndoselo con la mirada. Por favor déjame.

 

—No puedo—respondió Seijuuro con tono firme. Apretó los puños y se acercó a él— ¿Quieres un trabajo? Voy a dártelo. 

 

—Akashi san---

 

—Y también—agrego, interrumpiendo cualquier frase—Podrás ver a Maasaki—finalizo. Furihata le miro sorprendido, no creyendo aquello. Las lágrimas volvieron a descender por sus mejillas. No podía creerlo, era demasiado. Lo anhelaba, anhelaba tanto tanto tanto poder ver a su hijo. Poder verlo y contemplarlo. Tenerlo ahí, cerca de él.

 

Seijuuro no dijo nada más, se dio la vuelta y camino en dirección a su auto; sin embargo, cualquier movimiento se anuló cuando sintió el tacto de una mano sobre la suya. Furihata le sujeto con fuerza, con su tacto suave y cálido y le miro a los ojos. — ¿De verdad?— pregunto con los ojos iluminados, llenos de esperanza, de ese algo que lo hacía diferente— ¿Lo harás? ¿Me dejaras ver a Maasaki?—las palabras continuaban saliendo de esos labios. Pero Seijuuro.  Seijuuro solo podía mirar una cosa, solo podía sentir una cosa. Ese tacto. Su piel, su voz, sus manos.

 

Sus labios…

 

Estaba enloqueciendo, en lo profundo, en el mar de sus emociones. Estaba siendo arrastrado nuevamente, contra su voluntad. Siendo llevado tan lejos de la razón y sus motivos. De su mente. Del amor que le profesaba a Tetsuya. Estaba siendo llevado a esa realidad donde Furihata le miraba, le sujetaba con fuerza bajo las luces de los poste en medio de la noche. En ese escenario poco estético y realista. Solo ellos dos. Donde solo Furihata estaba ahí. Donde solo el importaba y caía muy pero muy profundo en todo esa sensación de calidez.

 

 

-w-

 

 

Aomine chisto molesto por décima vez. No estaba conforme, ni cómodo, ni feliz; todo lo contrario, Daiki se encontraba jodidamente aburrido en medio de toda esa cantidad de personas, y lo peor, era que la mayoría eran periodistas con enormes cámaras que no hacían más que irritarlo. Su trabajo básicamente consistía en seguir a Kise por todos lados, por aquí, por allá, no  existía un paradero específico. Ryouta, a su pesar, era su máxima prioridad durante todo el santo día. Las 24 horas del día, cada minuto, cada segundo, cada uno de ellos tenía que vivir pendiente al rubio.

 

Si, definitivamente eso no era algo agradable para Daiki, no, claro que no. Sin embargo; y para su buena suerte, Kise, contrario a lo que se esperaba. No fue el típico modelo que solicitaba atención cada dos minutos, Kise era distinto. Sí. Aomine lo admitía; Ryouta era sencillo, normal, muy normal e incluso ambos, sorprendentemente, coincidieron en algunos gustos.  Sus conversaciones que en un principio se llevaron de manera incomoda, gradualmente, fueron mejorando hasta el punto en que ambos empezaron a tratarse como amigos.

 

Levanto la vista y miro la enorme pasarela. A pesar de que su trabajo había  iniciado hace más de un mes, esta sería la primera vez que Aomine  observaría directamente el trabajo de Ryouta, lo vería modelar.

 

Relajo los hombros y dio un pequeño vistazo a su alrededor, de cualquier manera el punto era ser cauteloso con la seguridad y estar siempre con todos sus sentidos despiertos. De pronto las luces del lugar se apagaron y los pequeños reflectores del escenario se encendieron. Era hora del evento.

 

El público comenzó a levantar sus pequeñas cámaras fotográficas, las mujeres que se encontraban dentro del conglomerado de personas se mostraban emocionadas. Era como si un interruptor hubiese despertado las emociones de todos los presentes. Daiki no lo entendía. Realmente no lo hacía. ¿Qué había pasado? ¿Por qué todos estaban tan expectantes?

 

La voz del presentador se hizo presente en lugar, comenzando con una breve descripción de la línea de ropa que se mostraría en esos momentos. Por supuesto, Kise no era el único modelo que iba a presentar los diseños; pero si era el que llevaría los trajes más costosos e inéditos, de cierta forma era como un tipo de protagonista. Un perfecto protagonista.

 

Y todo se llenó de silencio con aquella imagen. Solo con esa imagen viva, presente, radiante y atrayente.

 

Kise es muchas cosas. Muchísimas. Tantas, tantas, tantas que es difícil describirlas con claridad, enumerarlas con los dedos de las manos, memorizarlas y decirlas. Porque es especial, es malditamente especial. Tan especial que su sola sonrisa bastaba para mandar a cualquiera a Venus y no volver jamás.

 

Aomine trago duro al verlo a él, de esa manera, sonriendo y moviendo su cuerpo de manera elegante, dando cada paso con seguridad, siendo iluminado por las luces. Siendo diferente al Kise de todos los días, parecía distinto pero a la vez no; más bien, Kise mostraba esa parte escondida de su propio ser, esa dimensión de su alma y carisma tan llena de detalles y felicidad. Solo siendo el. Solo él.

 

La ropa era lo de menos.

 

Su confianza era lo atrapante, esa confianza y seguridad que desbordaba con cada paso, solo eso era suficiente. Sus ganas, su fuerza, su animosidad; todo combinado era tan perfecto, inspirando y llenando a otros.  Como una corriente que te arrastra y no te deja ir. Y es que ahora, mostrándose de esa manera, era inevitable que Daiki abriese la boca y se quedase como una estatua en su lugar.

 

 

-w-

 

 

Kise sonrió como nunca antes lo había hecho contemplando las rosas que le habian obsequiado por su buen desempeño. Se colocó detrás del escenario y suspiro, se sentía vivo nuevamente, habían pasado días desde la última vez que había colocado un pie dentro de la Pasarella, y ahora, que volvía hacerlo; se sentía sumamente feliz. Otra vez podía disfrutar de su trabajo, hasta ahora su tiempo y sus días se sumergieron en un sinfín de actos de dolor  pero eso cambiaria.

 

Levanto la vista y respiro profundo, estaba cansado pero satisfecho;  se había esmerado en modelar lo que los diseñadores cedieron para él. En un principio sus nervios lo mantenían a punto del colapso, sin embargo; con mucha fuerza de voluntad se mantuvo de pie, firme y constante, siempre mostrando  y sonriendo como todo un profesional.

 

Y ahora todo iría viento en popa. Todo…

 

O eso es lo que él quería creer.

 

—Kise— esa voz. Esa voz sonó por sus oídos, por el ambiente, por su mente. Abrió los ojos sorprendido, su corazón comenzó a latir con fuerza y su sonrisa se hizo aún más intensa, giro y lo vio ahí. Con el mismo porte, el mismo aspecto y el mismo ceño fruncido de siempre— ¡Sempai!— ahí estaba él. Kasamatsu, con esa expresión seria pero con ese toque especial de calidez, de seguridad— No te había visto todo este tiempo—Kise no podía describirlo, se sentía tan emocionado de verlo a él.

 

Kasamatsu como director de la agencia que era, hace unos meses se había embarcado en un viaje de negocios. Era su responsabilidad y Kise lo comprendió, pero diablos. Los ojos de Ryouta se llenaron de lágrimas, en todos esos meses de ausencia le había hecho falta. No importaba si lo golpeaba o le gritaba que era un idiota. Lo había necesitado muchísimo, se acercó a pasos rápidos y sin pensarlo dos veces le abrazo— Sempai lo he extrañado mucho— pronuncio emocionado, feliz y aliviado.

 

Yukio se mostró sorprendido, levanto sus manos temblorosas y de igual forma correspondió al gesto; con sutileza, por supuesto, pero… pero  lo correspondía. Era difícil esconder ciertos sentimientos, pero aun así estaba tratando de mantenerlos a raya— ¿Ha sucedido algo malo? — pregunto deduciendo rápidamente la situación. Kise estaba más distinto de lo normal. Yukio lo conoció perfectamente como para notarlo. Después de todo, los cinco años que Ryouta sufrió y se culpó de la desgracia de Kagami, fue justamente él quien se mantuvo como observador.

 

Como ese observador que sufre tanto por la persona que ama y anhela. Pero siempre limitado a eso, a ser un observador, a mirar y no hacer nada.

 

—No— susurro el rubio con la cabeza sumergida en aquel traje, en el pecho de Kasamatsu, en la comodidad de ese abdomen. Tan cálido— He cometido errores como siempre, solo eso. — sonrió— Yo siempre soy de esa manera— apretó los labios— tan egoísta e idiota…— pronuncio, repitiendo las palabras de Kuroko, que aun ese momento seguían repitiéndose como un disco rayado dentro de la memoria de Kise.

 

— ¿Qué tantos? — pero Kasamatsu no dijo nada. Solo pregunto, solo una frase de confort, pequeñita, sin significado pero de gran ayuda— ¿Fueron muchos? — Volvió a preguntar— Responde idiota— insistió con tono comprensivo. Llenando el espacio de dolor de Kise, curando esos rasguños dolorosos en su corazón.

 

—Si— las lágrimas volvieron a deslizarse por sus mejillas— Ya sabes que cometo muchos, sempai. Y nunca aprendo, siempre. Además, como no estabas; me equivoque aún más…

 

Silencio.

 

—Idiota

 

—Lo sé— soltó una risita— y tonto, sin cerebro, egoísta, lo peor de todo. — Se separó del pecho del pelinegro y alzo la vista— Desobediente, impuntual, dormil---

 

—Eres tu— le interrumpió con mirada decidida. — Eres tu Ryouta…

 

Silencio.

 

Kise parpadeo un par de veces y para cuando volvió a reaccionar, el ramo de rosas que traía en las manos cayó sobre el suelo.  

 

 

-w-

 

 

Daiki comenzaba a desesperarse. Movió la cabeza desesperadamente tratando de ubicar a Ryouta pero nada, ni un rastro de ese rubio tonto.  El evento había culminado exitosamente pero  Kise no salía a su encuentro y eso le preocupaba.  Le preocupaba muchísimo.

 

Era mortificante su ausencia.

 

La gente se movía por el enorme salón, deslizándose como un océano; y él se sentía perdido, a la deriva. Buscándolo a él, pero no estaba.  Los espejos vislumbraban imágenes confusas que le hacían saltar y moverse de un lado a otro. Pero él no estaba.  Ryouta había desaparecido como un fantasma.

 

No estaba.

 

De pronto alguien le sujeto una de las manos, el tacto le hizo girar instantáneamente, quería que fuese él; pero, no lo era— ¿Ryo? ¿Qué haces aquí? — Sakurai le miro con una sonrisa y le mostro una pequeña bolsa blanca.  Daiki le contemplo con una ceja alzada y los ojos llenos de duda.

 

—Me dijiste en la mañana que estarías en este lugar, Aomine san. Y pues— balbuceo un poco sonrojado— No sé, quise traerte estos pastelillos, creí que estarías hambriento— muy hambriento,  Sakurai no había podido parar de pensar en todo el día en el hecho de que posiblemente Aomine estaría por ahí con el estómago gruñéndolo cada cinco segundos.  Así que sin más, después de una larga jornada de trabajo, se apresuró a volver a su hogar y preparar aquellos aperitivos; sin embargo ahora que miraba la expresión de Aomine, comenzaba a creer que no fue una buena idea—Emmm si estas ocupado, me iré— movió la cabeza hacia un lado— Lo siento, si te interrumpí.

 

Aomine negó con la cabeza y antes de que Sakurai diese un paso más, le sujeto una mano y lo apego a el— No interrumpes nada— aclaro con una sonrisa— amo tu comida.

 

— ¿De verdad? — pregunto el con renovado entusiasmo, sintiendo esas mariposas en el estómago, esas sensaciones indescriptibles, ese sin fin de emociones—Me alegra oír eso, de cualquier forma debes alimentarte adecuadamente.

 

—Tú  te encargas de eso. De cuidarme o algo así— completo con una frase acompañado de un gesto gracioso— Solo por favor olvídate del brócoli, lo odio con todas mis fuerzas. En lugar de alimentarme me quita fuerzas.

 

—Es sano

 

—Es asqueroso— contraatacó

 

Sakurai soltó una risita— Está bien— no podía decirle que no, era imposible. Porque Aomine era como un niño pequeño consentido, sin remedio alguno, berrinchudo por supuesto. Y Sakurai ya se había acostumbrado perfectamente a él.

 

—Ryo— volvió a llamarle, despertándole de sus pensamientos.

 

—Hmm

 

—Te amo

 

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Notas finales:

Listo :DD espero que este capitulo me haya salido bien, estaba un poco dudosa y siento que en lugar de mejorar, empeore. Fuck logic xD pero buano(?) seguire esforzandome, gracias de verdad, por todo el apoyo y sus lindos comentarios, y a las personitas que solo leen tambien les agradezco. Sobre el flash back, yo creo que se dan una idea de masomenos quienes son y si, son ellos.  

Musica de suspenso(?) tarataratara(?) *la vuelven a golpear*

Sobre el Aokise, AoSaku, KasaKi; las relaciones de todos avanzaran dentro de los proximos caps :'D no se desesperen porfavor. Y gracias por aceptar al sempai (L)  es puro amor. La verdad es que lo amo xD ya lo habia dicho y lo vuelvo a decir, amo a ese hombre por lo que hizo en la serie. Y tambien lo amo por los pornos que me lei de el y Kise 7u7 xD 

Hasta la proxima. Aclaraciones en los proximos capitulos. 


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