Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Colors Spell por AleChun

[Reviews - 319]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, aqui les traigo un nuevo capitulo. La inspiracion ayudo mucho esta vez. Respecto al cap, pues la primera parte en kursiva es un flash back incompleto, la segunda parte estara en el siguiente capitulo. De antemano como siempre me disculpo por cualquier error. Tambien agradezco sus bonitos reviews del capitulo pasado, a todas muchisimas gracias por sus palabras. . Bueno, ya no me extiendo. ¡Muchas gracias por leer!.

.

.

.

 

“Ayer soñé. Soñé con él, en medio de la arena, frente al mar. Él estaba recostado a un lado mío. Tan cerca y a la vez tan lejos. Con nuestras manos extendidas, queríamos sujetarnos. Pero era imposible. Era doloroso, era lejano, era cruel. Ayer soñé, soñé que lo ame, soñé que morí por él, soñé que lo conserve y desee no despertar jamás.”

 

Dio un paso sobre el puente, en medio de la noche, con las estrellas brillantes, con la luna colgante. Camino en silencio, con las lágrimas cayendo por sus mejillas y con la cara llena de maquillaje. Otra  vez se sentía de esa forma, tan humillado y con el sentimiento de melancolía. El viento frio golpeaba contra su piel y la atmosfera se volvía cada vez más lúgubre pero realmente no le importaba. El escenario era lo que menos le importaba.

 

Estando parado ahí, solo y frente al enorme vacío de aquel puente; se sintió en paz. Ryouta se sentía verdaderamente en calma, en aquella soledad placentera. Sin sus padres y sin los artificios del mundo del modelaje podía respirar y no sentirse como un juguete. “Tu carrera apenas comienza” le habían repetido infinidad de veces. Si bien es cierto, a sus  doce años, Kise se había ganado un espacio dentro del mundo de modelaje. Un espacio que muchos añoraban y deseaban con todas sus fuerzas. Pero el, siendo sinceros se sentía desdichado. Como si le hubiesen arrebatado algo importante cada vez que tenía que sonreír y posar. No era que odiase ese camino, le agradaba de cierta forma; el problema era que hasta ese punto todo se estaba volviendo caótico. Y lo que le gustaba estaba mutando a lo que lo atormentaba.

 

Kise no deseaba que todo eso continuase de esa manera.

 

Se apoyó sobre uno de los pequeños muros del puente e intento limpiarse las lágrimas. Jalo las mangas de su suéter negro y las paso por su rostro. Quería deshacerse de todo, absolutamente todo, encontrándose solo como ahora, era totalmente libre de exteriorizar su verdadero sentir. Porque aunque tuviese muchísimas ganas de abandonar todo; no podía hacerlo, y mucho menos mostrar debilidad. Ryouta no quería demostrar debilidad, todo lo contrario, deseaba mostrar una imagen fuerte y decisiva.

 

No quería quebrarse frente a otros.

 

Frente a nadie.

 

De pronto, un sonido extraño lo alerto. Levanto la cabeza y junto las cejas, observo con cautela hacia todos lados. No había ni una sola persona pero aun así no podía confiarse. Por supuesto que no, su rostro era muy conocido y no podía revelarse al ojo público a altas horas de la noche. “Debo irme”, concluyo enseguida; previniendo cualquier tipo de situación, ya sea la foto indebida de un paparazzi o tal vez el entusiasmo de un fan curioso. Giro y camino hacia el otro lado del puente. Desapareciendo en medio de la noche.

 

Sin embargo, en ese mismo lugar. No se encontraba un paparazzi ni tampoco un fan. Todo menos un fan.

 

—De verdad que no entiendo. Tiene comida y casa. — la figura de un adolescente apareció de un lado, con unos jeans rasgados y con una sudadera de mangas cortas. Se cruzó de brazos y relajo los hombros de manera despreocupada. La cadena que llevaba en el cuello tintineo por el movimiento apresurado de su cuerpo. —Y lo único que hace es quejarse, cada noche es lo mismo. No puede ser tan malo sonreír frente a una cámara, ni ponerse ropa, ni maquillarse. —silencio—No, maquillarse si debe ser horrible—tembló de tan solo pensar  o imaginarse a el mismo con los ojos delineados y los labios pintados de un rojo intenso.

 

La imagen era bizarra.

 

Que horrible.

 

Daiki se abrazó a si mismo con el miedo atiborrándole la mente y esa misma noche juro que nunca dejaría que nadie se acercase a él con un jodido labial. No. Por dios no. Se apoyó sobre el mismo muro en el que Ryouta estuvo hace unos instantes, y suspiro. La verdad era que Aomine se había vuelto algo parecido a un chismoso, si se podría decir. Pero no era su culpa, tenía doce años y sin una mama y sin una papa que cuidasen de él, tenía que trabajar. Y el trabajo duraba hasta muy noche, y cuando por fin era libre; caminaba por ese pequeño puente en dirección a su hogar provisional junto a su tía. Justamente por eso fue que las casualidades de la vida lo llevaron a conocer a Ryouta.

 

Una noche más dentro de la infinidad del vasto universo de su vida. De ese universo cruel e inclemente.

 

Simplemente lo escuchaba. Escuchaba sus lamentos, su llanto, su dolor, su pena. No tenía nada que hacer, solo permanecer en silencio y oír cada una de esas cosas. A veces le parecían tontas, otras veces le daban un sentimiento de pena y otras simplemente le parecía que era una exageración. Pero era el dolor de un ser humano y Aomine no se sentía en la capacidad de calificar algo con un nivel de importancia o tal vez no.

 

Todos somos humanos y nos equivocamos  y tenemos miedo y queremos llorar. Todos somos capaces de sonreír. Todos somos capaces de sufrir. Todos merecen comprensión.

 

Es la verdad.

 

Y Aomine hacia eso, solo comprendía en silencio; sin que Ryouta lo viese o supiese de su existencia. Se había convertido en un mal hábito, tal vez. Pero estaba ahí y posiblemente seguiría ahí, porque sus pies se quedaban estancados cuando el aparecía y comenzaba hablar y parlotear y bla bla bla. Pero era él y ya estaba tan acostumbrado. Muy acostumbrado. Ocurrió, solo eso. El niño rubio ya no era aburrido y ahora le parecía interesante. Algo interesante en el farol de las noches súper bonitas con estrellas.  Las noches son bonitas pero ahora lo son un poco más.

 

 

-w-

 

 

—¡Dai chan! ¡DAI CHAN!— grito una  pequeña niña peli rosada corriendo por una de las calles más pobres de la ciudad, alterando a los vecinos, alterando la paz de algunas abuelitas, despertando a algunos bebes de sus siestas diarias.  Corrió y corrió hasta que sus piernas no pudieron más. Pero era importante, muy importante. Tenía en sus manos algo que deseaba mostrar. Después de unos cuantos minutos de esfuerzo, se paró frente a una pequeña casa y de un manotazo abrió la puerta de madera. Entro rápidamente y corrió hacia la azotea. — ¡DAI CHAAAAN!—volvió a gritar cuando vio a su primo tirado en medio del suelo y con un periódico encima del rostro.

 

Aomine que  sintió el peligro cerca, levanto una mano en señal de lucidez; advirtiendo a su pequeña prima que ni se le ocurriese dar un paso más. Cogió el periódico, lo arrugo y lo tiro a un lado. Se sentó y giro el rostro con total desinterés. —Satsuki—hablo serio con los ojos rojos, seguramente dolido de haberse despertado de improvisto. —Dime que no tiene nada que ver con cordiales invitaciones de jugar al té con tus muñecas. —de verdad que no quería escuchar algo como eso.

 

Momoi inflo las mejillas y negó repetidamente con la cabeza. —No, es algo más importante que eso—sus manos se movieron inquietas, arrugando la pequeña revista que traía.

 

Aomine no tardó en darse cuenta de ese pequeño detalle.  Siempre era lo mismo, Momoi lo despertaba, lo obligaba a jugar con ella y luego lo dejaba en total abandono. Pero ya estaba bastante acostumbrado, Satsuki era como una hermanita pequeña así que al final era muy difícil para el negarse a cualquier petición. Estiro la mano en dirección a la niña y sonrió. —Supongo que tiene que ver con esa revista, tal vez un nuevo chisme de la farándula. Sigo preguntándome porque tu mama te deja ver esas cosas.

 

—Algo así, pero no son solo chismes Dai chan, me gusta recopilar información. Es como tener  toda una base de datos al alcance de mis manos. —los ojos de Satsuki brillaron de tan solo recordar su más prominente actividad. Chisme no. Información sí.

 

—Te falto el buajaja tipico de las brujas.

 

— ¿Buajaja?—pregunto sin entender realmente lo que Aomine acaba de decir. Alzo los hombros con desinterés. Bueno, por lo general el cincuenta por ciento de las cosas que su primo decía eran incoherencias. —El punto es Dai chan—abrió la revista en una determinada página y se la entregó a su primo—Es el.

 

Aomine miro con detenimiento la imagen.

 

Uno.

 

Dos.

 

Tres.

 

—…

 

—Es genial, ¿cierto?—Momoi sonrió. Claro que era genial, los últimos datos de la farándula. Lo mejor de lo mejor de lo mejor. Sin duda alguna.

 

—Esto es…— Aomine abrió los ojos, totalmente perdido en aquella imagen. Sin entender realmente que rayos estaba pasando. No tenía sentido. Ni dirección. Ni nada. Eso no podía estar pasando, no podía ser. — ¿Satsuki?

 

—Sí, el famoso modelo Kise Ryouta ha huido de casa, y no se sabe nada de él desde ayer en la noche. Es un niño como tu Dai chan y es por eso que todos están preocupados.

 

Hasta ahí quedo. Lo demás fue silencio. Daiki no podía creer aquello, no cuando apenas lo había visto el día anterior. Ahora verdaderamente podía afirmar que se sentía preocupado.

 

 

-w-

 

 

Cuando Daiki alzo la vista y lo vio, permaneció en la entrada de aquel puente. Se escondió como un pequeño ladrón y aguanto la respiración unos minutos. Estaba ahí, él estaba ahí; nuevamente con la mirada perdida y con un rostro lleno de lágrimas. Lleno de sufrimiento, lleno de dolor y tan triste. Tan doloroso. Tan penoso. Tan tan tan él y las lágrimas caían por sus mejillas, se deslizaban por su nariz y abrazaban sus labios. Esos labios rojos y secos. Que posiblemente guardaban tantas cosas.

 

El escenario duro un tiempo más, lo suficiente para llegar a otra fase de linealidad, de permanencia. Pero termino, llego a otro punto, el cristal se rompió y  Ryouta se movió, sus labios se apretaron, sus lágrimas cayeron al suelo, su cabello se despeino y el viento los golpeo a ambos. Él se subió a uno de los pequeños muros del puente y miro al vacío.

 

Oh no, por favor no.

 

Aomine era un niño, pero entendía perfectamente las intenciones de todo ese acto, de esos movimientos desastrosos. De eso capaz de terminar todo. Abrió los ojos y su corazón casi sufrió una taquicardia cuando Ryouta susurro algo referente a acabar con todo, su corazón latió mil veces más rápido cuando el cerro los ojos, su corazón se enfermó cuando el quiso desaparecer.

 

Por eso corrió, corrió lo más rápido que pudo y lo sujeto con todas sus fuerzas. No estaba bien que el muriese, por supuesto que no, no era justo. Había escuchado todas sus quejas prácticamente durante medio año y ahora el simplemente no podía desaparecer. No lo comprendía del todo, es cierto. Le parecía tonto, a quien ¿no?  Pero quería que el siguiese respirando aquí. Aquí en este mundo que puede ser diferente si ambos respiran. Si el ve. Si está ahí.

 

Solo es eso, su perspectiva y nada más. Por eso lo salvo y le gustaría hacer eso las veces que sean necesarias para hacerlo recapacitar.

 

 

-w-

 

 

—Tu no entiendes nada Aominecchi—las lágrimas continuaron cayendo de sus ojos y sus labios temblaron por un breve instante. Jamás sería feliz, lo entendía, estaba dispuesto a aceptarlo. Sin embargo, ya no quería ser lastimado por la realidad actual, por los hechos ni por los gestos. Soledad. Dolor. Sufrimiento. Está bien, todas podían venir, pero solo el, solo quería que él no fuese amable con él. No quería necesitarlo, ni pensar en nada. Solo eran amigos, solo eso. —Y tampoco espero que lo hagas. —pronuncio con dolor dándose la vuelta para continuar con su camino.

 

—Kise—Daiki permaneció en su lugar sin saber realmente que hacer. Por más que Ryouta le solicitase un momento a solas, no podía acceder tan fácilmente. Tenía un mal presentimiento. Uno muy grande, tan grande que las punzadas en su pecho lo desesperaban. Levanto una de sus manos y se despeino los cabellos— ¡Maldición!—no quería perder la calma pero resultaba difícil. Vio a Kise alejarse a pasos apresurados y sin pensarlo mucho, corrió en dirección al auto, tendría que seguirlo en silencio.

 

No fue una tarea difícil, Ryouta se dedicó a andar por las calles en silencio. Estuvieron así durante unas cuantas horas hasta que lo vio dirigirse a un enorme edificio. Un condominio seguramente, Daiki estaciono el auto y descendió de él, camino con sigilo detrás de Kise y lo persiguió hasta el último piso del condominio.

 

Ryouta desconociendo totalmente la compañía de Aomine, presiono el timbre de aquel departamento y espero unos segundos. Estaba frente al departamento de Kuroko, esto no era sano, lo sabía pero era necesario para su mente y corazón pedir perdón. Disculparse las veces que fueran necesarias con Tetsuya. Solo así, solo así sería capaz de verlos a ambos sin sentirse tan miserable. Aunque todo de hecho fuese culpa suya.

 

La puerta se abrió y cuando levanto la vista, su voz se quebró. Frente a él, no se encontraba Kuroko sino Kagami. Taiga estaba frente a él, la persona a quien más daño había hecho.

 

Bajo la vista nuevamente y sus manos temblaron, su cuerpo quiso caer.

 

— ¿Kise?—y la voz de Kagami retumbo por sus oídos, por su mente como un eco desquiciante. — ¿Qué estás haciendo aquí?—le pregunto con voz serena y tranquila. Sin mucho que decir realmente.

 

Ryouta apretó los puños y negó con la cabeza. No podía dar marcha atrás, podía decir tantas cosas ahora—Es bueno verte aquí Kagamicchi—tenía que dejar ir todo, tal y como Aomine le había dicho—Yo solo vine para hablar un momento con Kurokocchi pero ya veo que no está.

 

—Aquí estoy Kise kun—y nuevamente el pasado lo perseguía. Ambos estaban ahí, mirándolo fijamente. Kuroko había aparecido a un lado de Kagami, con una expresión indiferente pero valiente. Sin miedo. — ¿Que se te ofrece?

 

—Yo—era tan difícil. Vergüenza. Temor. Culpabilidad. Nada de esas cosas lo dejaban realmente tranquilo—Kurokocchi. —Miro en dirección al peli celeste—Kagamicchi—levanto la vista en dirección a Taiga—a ambos realmente les debo una disculpa.

 

Kuroko sonrió brevemente. Una sonrisa sin un significado de felicidad.

 

—Una disculpa no es suficiente,  puede que sea lo correcto. Es cierto, es lo acertado ahora. Pero no es suficiente, no simplemente.

 

Taiga miro a Kuroko y le sujeto una de las manos—Kuroko—susurro pidiendo calma, comprensión. Solo un minuto de aceptacion. Kagami a pesar de todo, no tenía ni un tipo de resentimiento; no era capaz de eso. Pese a todo, aun guardaba un sentimiento de amistad hacia Ryouta, conservaba buenos recuerdos como amigos.

 

—No, Kagami kun. No es tan fácil. Yo sé que Kise kun te amo, tal vez incluso al mismo nivel que yo, pero no puedo aceptar su disculpa ahora. No en este momento.

 

—Kurokocchi —Kise se mordió los labios—Yo de verdad--- pero cualquier palabra quedo en el aire cuando Aomine lo sujeto de una de las manos y le tapó la boca.

 

— ¿Ahomine?—fue el turno de Kagami de quedar totalmente fuera de línea.

 

Daiki no tenía como explicarse realmente, solo había aparecido por instinto; todo su ser se movió de improvisto. Su tarea era cuidar de Kise, no meterse en donde no le llamaban. Pero por alguna razón simplemente no podía dejar que Ryouta continuase. Dejarlo a la deriva no era viable. Sus sentidos gritaban que no.

 

—Que coincidencia Bakagami —saludo quitándole importancia al hecho de que estuviese apresando a Kise. Miro a Kuroko y levanto una mano—Tetsu—pronuncio, recordando al supuesto amigo de Kagami que lo visitaba casi a diario a la casa que todos compartían. No entendía cuál era el problema entre ellos tres, Sakurai jamás se lo había contado. Pero si podía detectar cuando era momento de intervenir.

 

Y ese era un momento idóneo.

 

—…—Kise comenzó a moverse en las manos de Aomine, pero este no estaba dispuesto a dejarlo en libertad. Sin pensar un segundo más, lo sujeto y lo cargo. Necesitaba inmovilizarlo por completo.

 

—Tengo que llevármelo, tiene una cita con una importante industria de…—movió los ojos tratando de buscar una buena excusa—jarrones.

 

— ¿Jarrones?—Kuroko murmuro sin entender realmente.

 

— ¡No! ¡Bájame Aominecchi!—Kise comenzó a moverse desesperado.

 

—Sí, Kise ama los jarrones—sujeto las piernas de Kise y chisto. Tenía que salir de ahí cuanto antes—Nos vemos luego—hizo un gesto de despedida y  de manera apresurada dio unos cuantos pasos  hacia el ascensor, una vez que se encontró en el interior presiono uno de los botones hacia el primer piso y la puerta se cerró. Pudo respirar en paz cuando se vio alejado de aquel par. Su misión estaba casi completa.

 

.

.

.

 

 

Notas finales:

Espero que el capitulo les haya gustado. Me disculpo si por culpa del flash back hay confusion, en los proximos capitulos vienen las aclaraciones, muchisimas gracias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).