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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

Hola :DD. Antes de comenzar quiero pedir una disculpa por como siempre haber tardado tanto en actualizar, esta vez no tengo ninguna excusa al respecto. Solo decir que todo es producto de mi falta de concentracion y descuido. :c De verdad lo siento. 

Ahora, sobre el capitulo, es un poco cortito, me costo un poco escribirlo debido a que olvide ciertos detalles, pero de verdad espero que les guste. Disculpen los errores ortograficos y de redaccion.

PD: Lo que esta en cursiva es un flash back del pasado.

DISCLAIMER: Los personajes de Kuroko no Basket no me pertenecen son obra de Tadatoshi Fujimaki

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Kise no lo entendió.

 

Tal vez porque la situación en si  era confusa, tal vez porque era de madrugada, tal vez porque todo carecía de sentido.

 

De una ausencia de claridad.

 

Porque no estaba preparado. No ahora.

 

Porque ver a Aomine ahí, recostado en el pasillo de su departamento no era lo más sano para su quebrado corazón. Además de que precisamente él no le había avisado que llegaría a su casa con una dosis alta de alcohol impregnada y arraigada en su sistema; y  mucho menos que se derrumbaría como una hoja de papel en la entrada.

 

No. No lo había hecho

 

Y no era justo.

 

Aomine no tenía derecho a hacerle esto. No a él. No ahora. No en esos momentos tan confusos y dolorosos. Sin embargo, entendiendo perfectamente la situación, y que no era momento  idóneo pensar en sus sentimientos. Kise se agacho a la altura de Aomine, cogió una de sus manos y dirigió la vista a su rostro. Lo examino unos momentos y concluyo lo evidente, había estado bebiendo por horas, y eso era algo que comenzaba a llenar su pecho de pura y concisa mortificación; de dolor punzante, de millones de hipótesis apresuradas  al no saber el motivo de aquel comportamiento. 

 

Podía notarlo claramente, el cansancio estaba estigmatizado en cada una de las facciones de Daiki;  sus mejillas, antes suaves y ligeras,  lucían resecas; consecuencia  de haber estado expuesto al frio durante largo tiempo.

 

—Aominecchi—susurro bajito y precavido — ¿Qué paso, Aominecchi? ¿Por qué estas así? ¿Ha ocurrido algo malo?—pregunto con preocupación sincera para luego esperar  unos cuantos minutos a que Aomine le respondiera o al menos hiciese un gesto que denotase consciencia de su parte. Pero no sucedió. Daiki continuaba recostado en el pasillo sin mover alguna parte de su cuerpo.

 

Ryōta suspiro. No tenía idea de que  hacer en esos instantes.  Aomine no despertaría hasta el día siguiente, y  eso era  lo que le preocupaba, considerando que Sakurai estaría esperándole en su hogar o incluso ahora podía estar golpeándose el cerebro como un psicópata al desconocer el paradero de su novio

 

Con aquellos pensamientos en mente, se levantó y decidió que lo mejor sería ponerle al tanto de  la situación.

 

Pero no hubo tiempo para ello.

 

Aomine le detuvo cogiéndole de una de sus piernas, arrastrándose hacia adelante pesadamente  y tambaleándose para poder levantar todo su cuerpo, o al menos la mitad. Kise inmediatamente se volvió hacia Daiki y lo cogió de los brazos. — ¡Aominecchi!—grito sosteniéndolo en su regazo, apretando sus hombros como un niño pequeño, ayudándole a sentarse a su lado. — ¿Estas bien, Aominecchi?—pronuncio  escupiendo las palabras precipitadamente, con el corazón palpitando y retumbando en su interior. Pero Aomine seguía sin responderle.  —  ¿Quieres que vayamos al hospital? —Volvió a preguntar — Sakuraicchi debe estar muy preocupado por ti. —soltó con seguridad, convencido de que la mención de Ryo provocaría una respuesta clara.

 

No sucedió así.

 

—Kise—pronuncio Aomine,  expulsando las palabras con dificultad, con voz ronca debido al sabor agrio en su garganta producto de todo el licor que había estado deslizándose por su faringe. —No llames a Ryo—pidió una vez que logro equilibrar su cuerpo,  clavando los ojos en Kise y pestañeando   una y otra vez  para aclarar su visión  opacada por la embriaguez de su mente. —No lo hagas—reitero, esta vez más consciente de su alrededor, bajando la cabeza y apretando sus puños en las mangas del abrigo de Ryōta—Nosotros—murmuro con dificultad y desesperación— Justo ahora, nosotros…

 

— ¿Aominecchi?

 

—No quiere saber nada de mí, Kise—exhalo con dolor, tratando de no parecer lamentable,  fracasando al instante.

 

—No entiendo Aominecchi—se acercó aún más, confuso de aquella información. Tratando de asimilar esas palabras, tratando de pensar en ellas y en su significado. No. Era incoherente, irracional, poco creíble. No podía estar pasando.  No debía estar sucediendo. — ¿Por qué? —necesitaba entender el motivo. La confusión, la desesperación y el resentimiento comenzaban a invadir su cerebro, a enfermar sus pensamientos. — ¿Qué hiciste?

 

—Es lo que me he estado preguntando—soltó las mangas de Ryōta y exhalo todo el aire que poseía en sus pulmones—Le pregunte porque, pero él no me lo dijo, no lo dijo y quiero saber porque, merezco saber al menos el motivo. —cerro los ojos— ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡Maldición!— grito golpeando  el suelo.

 

—Aominecchi…

 

—Fueron más de quince años, más de quince años y todo terminara así.

 

—No Aominecchi, las cosas no son así, debe existir un motivo, lo sabrás y cuanto todo se calme podrás hablar con Sakuraicchi, el seguramente te explicara, y y…—No  podía más, las palabras se quedaron ahí, murieron ahí, se desvanecieron ahí,  en los límites de sus labios. Verlo a él, verlo  precisamente a él en ese estado ocasionaba una muerte repentina en esa parte de su personalidad que expulsaba energías positivas. Él era diferente, no podía, simplemente no podía. Porque si el caía destruido, Ryōta también se quebraba.

 

—Soy un idiota, un completo idiota que no logra obtener la respuesta que quiere. O tal vez como me lo han repetido muchas veces, un ignorante que solo posee capacidad física. No lo entiendo. ¡No entiendo nada!—y sucedió. Lo que Kise más temía. Las lágrimas de Aomine cayeron sobre el frio piso de madera, deslizándose en el espacio que existía entra ambos, mojando y entregándose a las manos  de Ryōta, empapando su piel, lastimando sus terminaciones nerviosas, lacerándolas una y otra vez… hasta que Ryōta cayese.

 

—No—Kise negó con la cabeza  estirando  sus manos lentamente hacia el cuerpo de Daiki—No digas eso Aominecchi—lo sujeto con fuerza y lo atrajo hacia sí mismo. Necesitaba  abrazarlo;  apretarlo  en su calor, en sus sentimientos; tan pero tan fuerte solo para que el dejase de lamentarse  —No quiero escuchar eso de ti.

 

—Kise…

 

—Perdóname Aominecchi—apretó los labios con dolor ya que una nueva necesidad nacía en su corazón. No deseaba dejarlo ir. — Soy tan cruel.

 

 

-w-

 

 

—Has adelgazado considerablemente—pronuncio Akashi, con gesto inexpresivo, observando detalladamente la imagen que tenía frente a él. Furihata estaba hecho un desastre; su rostro pálido, sus mejillas flácidas, sus labios cuarteados;  aquella imagen no era más que el resultado de toda la presión a la cual se había visto sometido.

 

La depresión,  la tristeza,  la perdida, cada una de esas emociones se había insertado en la mente y cuerpo de Kōki. Así lo indicaban los resultados de los exámenes físicos y psicológicos a los cuales era sometido semanalmente por orden imperiosa de Seijūrō. Furihata estaba roto, lo suficiente como para haber intentado arrebatarse la vida un sin número de veces.

 

Sin embargo, jamás había logrado consumar acto alguno; siempre era rescatado, siempre era salvado contra su propia voluntad ¿Por qué? ¿Por qué tanto esmero?  Kōki solo quería finalizar con todo, no deseaba continuar con aquella rutina dolorosa a la cual siempre era sometido. Le habían quitado todo, sus ganas de continuar, sus motivos de vida, a su hijo. Agacho la cabeza y apretó los puños. Era justo que el deseara acabar con su vida.

 

Pero no, jamás lo permitirían. Y tendría que continuar ahí, sentado frente a su torturador, escuchando cada palabra que Akashi le susurraba en la solitud del cuarto de visitas de la prisión. Kōki ya estaba dolorosamente acostumbrado a ello.

 

— ¿Cuántas veces más, Kōki?— pregunto Akashi acercando una de sus manos al cristal, colocándola  frente a la patética imagen de Furihata—El suicidio no es una solución, solo demuestra tu cobardía. —Por supuesto, Furihata Kōki no hacía más que demostrar su culpa  intentando acabar con su vida, negándose a pronunciar alguna palabra, actuando como un animalito asustado, peor aún, como una víctima.

 

Cuando en realidad, es un detestable asesino. Un miserable delincuente que justo ahora no vale nada. Pensó Akashi con aquella mirada imperturbable que continuaba hundiéndose una y otra vez en Furihata.

 

—Este es el lugar que te corresponde, mereces morir aquí. —entrecerró los ojos escupiendo aquellas palabras con odio y remordimiento, con la sensación de amargura acumulándose en su pecho.— De hecho, te prometo que morirás aquí.—continuo con seguridad, con claridad, como si él fuese conocedor del futuro que se avecinaba. —Sin que algún ser humano recuerde tu miserable nombre, sin que nadie recuerde  que alguna vez exististe. —finalizo levantándose de su asiento, dispuesto a abandonar ese repugnante lugar.

 

Sin embargo, fue detenido por el traqueteo de las esposas de Kōki.

 

Furihata también estaba de pie, con la mirada clavada en él y con los ojos cristalizados—Esperare ansiosamente su promesa, Akashi san. Ya que noto por sus palabras que usted personalmente se encargara de hacer realidad cada palabra. Akashi san se hundirá conmigo en su venganza.

 

 

-w-

 

 

—No hay nada que pensar Akashi san. Ni siquiera voy a considerar lo que usted me está diciendo—Furihata no podía creerlo. Todo era una locura, desde el seguimiento que Akashi tenía sobre  el hasta proponerle semejante cosa. Kōki no podía tomar en serio aquella propuesta—Por favor, solo dígame que es lo que realmente quiere, sé que usted no quiere ayudarme. —finalizo, deshaciendo el agarre de Akashi de un tirón. No quería seguir manteniendo esa discusión.

 

—Vuelvo a repetírtelo Kōki, estoy mostrándote una opción favorable, algo que podría facilitar los trámites—explico, sin apartar la mirada de Furihata, con la firme decisión de no dejar que  rechazase lo que le proponía. —Esto solo acortaría la espera.

 

Furihata sonrió con ironía. —Es mentira—susurro  arrugando los labios y apretando  los puños —No logro comprender  sus verdaderas intenciones,  se los beneficios que nacerán al casarme con usted, pero —levanto la vista— Quiero saber porque está dispuesto a sacrificarse. Porque no puedo creer que mágicamente usted haya desarrollado sentimientos de amor hacia mí.

 

—Kōki

 

—Solo dígamelo

 

—Bien—asintió—Acabas de expresarlo tú mismo, la única modificación que colocaría a esa afirmación, es que no he comenzado a amarte mágicamente, te amo con toda la racionalidad que poseo.

 

Silencio.

 

¿Cómo?

 

Furihata abrió los ojos sorprendido y dio un paso atrás. ¿Qué había dicho?  Kōki estaba convencido de que sus malditos oídos estaban fallando, de que su mente estaba haciéndole una cruel broma. Akashi no podía estar diciendo aquello, mucho menos con esa seguridad. La mente de Kōki se sentía sofocada, arrastrada a un agujero negro sin salida. ¿Cómo podía entender aquello?  Negó con la cabeza. No. No era verdad.

 

Claro que no lo era.

 

Pero

 

— ¿Entiendes ahora, Kōki? Quiero devolverte todo lo que te he arrebatado. Sé que jamás compensare todo el daño y el sufrimiento, pero por favor déjame comenzar con esto. Aunque claramente es pequeño a comparación con lo que realmente te mereces y—

 

—Basta—los ojos de Furihata se cristalizaron al oír aquello. El rencor, la ira, todo esos sentimientos volvían a él como un viento arrollador, haciéndole detestar todo su mundo. Él no se merecía todo eso. —Debo irme—argumento girando sobre sí mismo con desesperación, con ganas de huir, con el sentimiento de vacío en su alma. No quería escuchar más.  Pero todo intento ceso cuando Seijūrō le cogió de uno de los brazos y le detuvo.

 

—Por favor, detente.

 

Que irracional, Seijūrō era claramente egoísta al pedirle aquello. Furihata simplemente quería desaparecer y no volver más. No quería esas palabras de amor.

 

No sentía nada por ellas.

 

Las rechazaba totalmente.

 

Las despreciaba.

 

Las repudiaba.

 

Y…

 

—Sé que no tengo ningún derecho en esperar algún tipo de respuesta. Se perfectamente que solo merezco tu desprecio. Sin embargo, suplicare por tu compañía hasta el último momento, y aceptare tu odio. Te amo.

 

Las lágrimas de Furihata descendieron lentamente.

 

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Notas finales:

Bien, hasta aqui llego el cap. Espero sinceramente que les haya gustado. Tambien quiero dar un agradecimiento especial a Alma, mi bro que siempre esta animandome con una gama de videos entretenidos y llenos de cultura xDDDD . ¡Muchas gracisa por leer!

PD: Yes, We were born to make history!! xDD Fue un besoo. Ok ya. -huye antes de que le peguen-


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