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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

Hola :DDD, aqui les traigo un nuevo capitulo, disculpen la demora, me hubiese gustado traerlo un poquito mas antes pero la inspiracion es muy cruel :'D. 

Antes que nada, quiero agradecer enormemente sus reviews del capitulo pasado, en serio, muchas gracias, me animan mucho y me hacen feliz :'D no saben cuanto, en verdad, gracias.

Ahora, sobre el capitulo es cortito pero esta hecho con mucho cariño, de antemano disculpen los errores de ortografia y redacción.

 

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Estoy respirando…

 

Estoy sonriendo…

 

Estoy aquí…

 

Aquí

 

Solo para ti…

 

Kise continuaba leyendo aquellos papeles; cada palabra, cada frase y cada aclaración. Todo el contenido arrastraba consigo un sinfín de posibilidades, las podía ver en su mente, armarlas cada una de ellas, podía verse en ellas, predecir su desarrollo. La sola idea de estar en un escenario tranquilo y lleno de paz se tornaba tentadora frente a sus ojos. Por supuesto, la propuesta de modelar en Kyoto durante dos semanas no era para nada desagradable. Kyoto era un paraíso terrenal, lleno de agua y hermosa vegetación por todas partes. La ciudad podía describirse en palabras sencillas; como algo maravilloso, divertido y excepcional. Sonrió con un brillo naciente en sus ojos, la idea de aceptar le parecía agradable. Casi podía sentir el aire del mar golpeando sus mejillas.

 

Dio una vuelta sobre sí mismo y apretó el papel contra su pecho. Se le hacía tan bonito el hecho de poder pisar la arena, la emoción recorría cada una de sus venas, se plasmaba en su sangre y piel como un tatuaje eterno. Sus mejillas se colorearon al imaginarse por cuarta vez en ese precioso paisaje. Suspiro con el aire cálido saliendo de sus labios, sería maravilloso, perfecto, hermoso y genial. Sí. Así seria. Camino hacia el exterior de su dormitorio con energía renovada, dio unos cuantos pasos hasta llegar a la sala y finalmente se plantó ahí frente a su enorme sillón de cuero.

 

Observo con una enorme sonrisa a la masa gigante recostada sobre el mueble.

 

Aomine dormía y roncaba como un enorme animal. Ryouta entrecerró los ojos, el alivio recorría sus sentidos, ver a Daiki ahí, con los ojos cerrados y con una expresión llena de tranquilidad, le hacía feliz, realmente feliz, el Aomine de hace unas noches no había podido dormir producto del shock que había implicado terminar su relación con Sakurai, no obstante ahora, su cuerpo parecía relajado, lleno de plenitud. Y eso era precisamente lo que Aomine necesitaba. Paz. Tranquilidad. Necesitaba olvidar y sanar sus heridas.

 

Kise acerco una de sus manos al cabello de Aomine, quería ayudar, deseaba y anhelaba parar el sufrimiento de su guardián. Daiki no merecía seguir sufriendo.

 

Y era por esto que creía que llevar a Aomine consigo en su viaje sería de gran ayuda. Viéndolo de cierta forma Daiki se relajaría, olvidaría y sonreiría; por supuesto, aquello solo sería momentáneo hasta volver. Pero aun así deseaba hacerlo con todas sus fuerzas, con todas sus ganas y energías, de esas que nacían en el fondo de su corazón. Toco los cabellos de Aomine y los acaricio, su toque, aunque lento al principio fue tornándose dulce y duradero.

 

Aomine fue abriendo lentamente los ojos hasta chocar con la mirada brillante y deslumbrante de Kise. La imagen se presentaba luminosa frente a sus ojos, tan surreal y fuera de mundo. Ambos se quedaron en silencio durante unos minutos. El aire de la ventana se coló durante unos instantes removiendo los cabellos de Kise, Aomine se fijó por primera vez en el bonito color que desprendían los ojos de Kise, de ese color que exudaba calma y tranquilidad, y no solo era eso, sino también sus pestañas, sus mejillas blancas y llamativas, y sus labios, esos malditos labios. Daiki se sintió capaz de volver a caer dormido producto de la imagen dibujada frente a sus ojos.

 

Y es que era tan mágico de alguna forma.

 

Silencio.

 

No. Definitivamente no.

 

Ugh, estoy alucinando, se repitió Aomine llevando una de sus manos hacia sus ojos, convenciéndose a sí mismo de su estupidez al pensar en todas esas cosas. No tenían sentido. Por dios que no, primero muerto. El malestar de su cuerpo estaba teniendo un tipo de efecto secundario en su razón, para variar estaba volviéndose loco.

 

—Buenos días Aominecchi—el sonido le taladro los oídos.

 

Aomine se sentó en el sillón y suspiro agotado, no se sentía como un buen día para él, todo lo contrario, con cada minuto parecía recordar su actual situación. Lo habían desechado como un trapo sucio y viejo. Sin valor. Sin costo. Sin precio. La sensación de dolor burbujeante se instalaba en su pecho. Ryo. Ryo. Ryo. Respiro profundo y levanto la vista. Kise le miraba con algo de preocupación—Buenos días—contesto.

 

Silencio nuevamente.

 

No quería seguir mortificando a Kise, no, no quería causar más problemas, se sentía aún más repugnante al hacerlo, Ryouta le había brindado hospedaje durante aquellos días, no podía molestarlo aún más con su existencia de mierda, su aura parecía querer asesinar cualquier resquicio de felicidad. Kise no merecía ser infeliz. Esos ojos bonitos no debían llenarse de su miseria.

 

— ¿Te sientes bien, Aominecchi? ¿Cómo has amanecido? —pregunto apartándose unos centímetros del cuerpo de Aomine, dándole un espacio adecuado, había notado la infelicidad y depresión en los ojos de Daiki.

 

Aomine, contrario a lo esperado, sonrió débilmente, tratando de calmar la angustia de Kise; aun no lo comprendía del todo, no podía hallar claridad en sus pensamientos. ¿Por qué Kise se preocupaba tanto por él? Solo eran amigos. Nada más. Solo un poco de esto y un poco de aquello. Solo habían compartido unos cuantos meses juntos, meses que implicaban días, días que implicaban horas, y horas que deshacían en minutos. No había razón en todo eso.

 

Pero.

 

Kise cogió una de sus manos y la apretó—Por favor Aominecchi, solo dime si te sientes mal. Solo tienes que decirlo y…

 

— ¿Harás que me sienta bien? —interrumpió

 

Kise se mantuvo en silencio durante unos segundos, entrelazo sus dedos con los de Aomine y bajo la vista para mirarlos. —Creo que no. —susurro. Los dedos de Aomine eran largos y fríos. Podía recordarlos en su memoria. Podía guardar ese tacto en su mente. Levanto la vista—Aominecchi—pronuncio con lentitud, dibujando cada silaba, exhalando calidez. — Estaré aquí.

 

Aomine soltó una risita.

 

Que tonto, tonto, tonto pero dulce, bueno y sincero.

 

Los ojos de Kise se iluminaron, quiso soltar aquel agarre pero Aomine lo retuvo. Él le miro con su cabella despeinado y le dio un golpecito en la cabeza con su otra mano. —Que idiota.

 

-w-

 

El amor te lastima, te hiere, te mata y destruye.

 

Pero aun así…

 

Aomine permaneció en una esquina del enorme salón, fuera de la conglomeración de las personas, ajeno de todo el ajetreo y escándalo. No tenía intención alguna de acercarse y verse envuelto en todo ese escenario de flashes y preguntas. Ya habían pasado unos considerables minutos desde el cierre de pasarela y se suponía que Kise volvería a su lado, sin embargo, como siempre solía pasar, los periodistas y fans de la estrella habían bloqueado su camino. Lo habían prácticamente obligado a permanecer ahí para que contestase a cada una de las preguntas y accediese a tomarse fotografías con sus seguidores.

 

A los ojos de Aomine aquel actuar era un poco excesivo, pero, Kise le había pedido que no interviniese, que en realidad en esa ocasión estaba dispuesto a compartir un poco más con sus seguidores. Daiki no había estado de acuerdo, pero Ryouta había insistido tanto que le fue imposible negarse. Y ahí estaba ahora, viendo a Kise ser consumido lentamente. Sonrió; bueno, él lo había pedido, así que se suponía estaría bien, aparentemente. Soltó un soplido. Solo actuaría en caso de escuchar un: "¡Aominecchi!" estruendoso, de esos que suelen romperle los oídos por el grado de las ondas de sonido.

 

Se cruzó de brazos y apoyo su cuerpo contra la pared, se sentía algo relajado, bastante a decir verdad. El hecho de estar en una ciudad que no fuese Tokyo, a kilómetros de Sakurai, de cierta forma le envolvía en un tipo de burbuja, claro, aquello podía tomarse como un escape de su realidad, no obstante, sentía correcto aquello. Si, estaba siendo un cobarde, lo admitía, lo aceptaba y lo procesaba. Pero lo necesitaba.

 

Y además, a decir verdad Daiki no había estado seguro en un primer momento; cuando Kise se lo había propuesto, lo primero que le vino a la mente fue negarse totalmente, porque la idea de dejar de ver a Sakurai durante un mes le destrozaba. Amaba a Ryo con todas sus fuerzas y corazón, por lo tanto le parecía aterrador apartarse y no saber nada de él durante un largo periodo de tiempo, no saber nada de su salud, de su existencia, de su respiración matutina. No. Era imposible.

 

Pero, notando la ansiedad en su cuerpo y la poca estabilidad de sus nervios, concluyo que no era sano estar tanto tiempo encerrado en un mismo criterio, lo único que lograba era lastimarse, y no solo a él, sino a Sakurai también. El mismo se lo había dicho, necesitaban un tiempo. Él lo necesitaban, los dos lo necesitaban. Así que no lo pensó ni un minuto más, opto por aceptar la propuesta de Ryouta. Se ausentaría durante un mes.

 

Por eso estaba ahí ahora, esperando a que Kise volviese a su lado para volver al hotel donde ambos se hospedaban, Aomine quería ir lanzarse sobre su enorme cama hasta que anocheciese, estaba predispuesto a pasar los días de esa manera, acompañar a Kise a su trabajo para luego volver y dormir hasta un nuevo día. Los días serian fáciles de sobrellevar si lo hacía de esa forma. La rutina podía ser odiosa, asquerosa hasta cierto punto, pero fácil y manejable.

 

Cerró los ojos y bostezo. Sería más fácil.

 

La vida era una mierda.

 

Los minutos pasaron en total paz, la oscuridad de su mente se volvía cada vez más fuerte, no obstante, abrió los ojos de golpe al sentir un tirón en una de sus mangas. Miro hacia el frente y lo noto ahí, con un montón de ropa encima.

 

—Que perezoso, Aominecchi—Kise le miraba con las mejillas infladas, con cierto aire glamuroso a su alrededor. Maldito Kise. Maldito brillo. Maldita Luminosidad.

 

—No puedes culparme de querer ser un hombre sano—expuso con los hombros relajados, Aomine se irguió sobre su lugar y miro con cierta burla a Ryouta—pareces una momia. —señalo el montón de ropa que traía encima.

 

Kise alzo una ceja y chisto. Eso no le habia parecido tan gracioso. —Estúpido Aominecchi— refunfuño molesto. Kise no acostumbraba a lanzar insultos por ahí, pero Aomine estaba ganándoselos a pulso, se giró sobre sí mismo y camino en dirección al enorme bufet del salón, la pasarela le había dejado hambriento, además estaba casi seguro de que Daiki también tenía hambre. Su caraba gritaba piedad en todos los ángulos posibles. Si, definitivamente necesitaban llenar sus estómagos de todo lo que hubiese en esa mesa.

 

Así que, una vez que se detuvieron frente a todo el desfile de comidas, comenzaron a devorar los platos, desde el principal hasta el postre. Por lo general, Ryouta no consumía como loco toda la comida de los eventos, de hecho, mantenía cierto régimen alimenticio, pero al demonio, tenía hambre, no había probado ni un alimento en todo el día. Volteo a mirar Aomine y lo encontró con dos piezas de pollo en la boca. ¡Oh!, si el chef los viese, estaría llorando por tal espectáculo, se suponía que los platos debían ser consumidos con total lentitud para el disfrute del paladar.

 

Pero parecía que Aomine no tenía paladar. Solo se metía los platos de comida para tragárselos como pastillas.

 

Kise contuvo la respiración. No debía reírse. No debía.

 

— ¿Qué mirash? —oh no y ahora le estaba hablando con la boca llena, Kise sintió que escupiría todo lo que tuviese en la boca, no podía, no. — ¿Acasho nunca has probado eshto? — mastico una y otra vez. —Eshto esta delicioso.

 

Silencio.

 

Kise de verdad necesitaba reírse. Pasó toda la comida con pesar y por fin sonrió con plenitud. Aomine Daiki era tantas cosas, podía ser el hombre más serio y a la vez el más idiota sin darse cuenta. Era alto y cálido. Era ese tipo de cambio que necesitas cuando estas triste, cuando te sientes solo, cuando ya no puedes más. Él podía cambiar tu modo de ver las cosas. Él podía trabajar de lo quisiese, su fuerza era espectacular, sus brazos eran fuertes, sus piernas eran resistentes. Tenía talento, mucho talento. Aomine Daiki es y siempre será…

 

—Espectacular—susurro completando totalmente sus pensamientos.

 

Aomine se le quedo mirando— ¿Ah?

 

—Me gustas. —Kise suspiro —Creo que te quiero mucho Aominecchi. Realmente me gustas.

 

Silencio. Aomine dejo las piezas de pollo en su lugar original. De pronto ya no tenía apetito.

 

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Notas finales:

Y bueno aqui termina, de verdad espero que les haya gustado, en los siguientes capitulos habra mucho mas avance, sobre todo con el AoKise y el AkaFuri que son los que lo necesitan con urgencia. 

¡Muchas gracias por leer! 


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