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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aqui les traigo un capitulo nuevo, pues la verdad es que me hubiese gustado actualizar antes, pero estuve con un bloqueo de la verga (?), espero que este capitulo les guste, la verdad es que no esta corregido, tengo algunos inconvenientes y por eso decidi subirlo asi. Les ofrezco una disculpa. Como siempre, agradezco los bonitos reviews del capitulo pasado. 

 

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Cuando Aomine abrió los ojos, lo primero que alcanzo a ver fue el verde techo de la habitación en donde se encontraba, todo absolutamente todo, era verde, desde los bordes hasta el centro, tan verde que lo confundía y hasta lo trastornaba en parte. Daiki suspiro, aquello no era de su gusto, en absoluto, siempre lo mareaba cada vez que despertaba en la mañana, no obstante, giro el rostro lentamente,  no estaba en posición de poner queja alguna, dado que era la agencia de Kise la que había escogido la habitación en donde se hospedarían.

 

Kise…

 

Daiki trago saliva al observar el cuerpo desnudo de Kise, su piel, sus ojos, sus labios, su torso desnudo. Oh dios mío, Aomine realmente no sabía que estaba haciendo, no lo sabía, simplemente estaba dejando que su maldito cuerpo y corazón actúen y nada más. Apretó los labios, por supuesto, entendía que aquello estaba mal, terriblemente mal, pero no podía evitarlo, no podía simplemente alejarse de todo eso, no podía abandonar a Kise, no cuando el también deseaba tanto quedarse a su lado. El asunto era terriblemente malo.

 

Pero.

 

La luz de la ventana cayó sobre los dorados cabellos de Kise.

 

“Te amo Aominecchi. Perdóname por hacerlo, pero no puedo evitarlo”

 

Lo valía, Ryouta valía todo, valía su vida, valía sus errores, valía todos los castigos del mundo, porque él también lo quería, tal vez no tanto como Kise le profesaba, pero si lo suficiente para cerrar la puerta, girarse y quedarse a su lado. Estiro una de sus manos y acaricio con lentitud los cabellos de Kise.  —No te merezco, Kise—susurro levantando algunos mechones dorados, sonriendo con la expresión soñadora de Ryouta—Y aun así tú— observo el bonito rostro de Ryouta, sus labios, su piel, su nariz. Era tan perfecto y el tan imperfecto—Has decidido escogerme. —Aomine estaba casi seguro que no podría ofrecerle nada a Kise, nada de lo que alguna vez Ryouta había soñado y se sentía tan infeliz por eso. —Perdóname.

 

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—Entonces…—Kise observo la moto con duda— ¿Qué pasa si nos morimos en el intento?

 

Aomine soltó una risita al oír aquello, la sola frase le había hecho olvidar algunos pensamientos malos que le habían estado comiendo el cerebro en los últimos días, Kise era bastante ingenuo, o muy tonto, no podía definirlo con exactitud, pero, la verdad era que Ryouta siempre lograba ponerle de ánimo, por supuesto el efecto no era permanente, pero si tranquilizante. Así que Daiki, fiel a su estilo, se acercó hacia Kise, le miro unos instantes y negó, levanto uno de sus manos y le dio un pequeño golpecito en la frente. Instantáneamente  Ryouta le respondió con un puchero, con la expresión de un cachorrito arrepentido.

 

—Moo Aominecchi—se quejó producto del pequeño dolor que se había instalado en su piel—Eso dolió—junto los labios y chisto—Tus dedos son muy fuertes.

 

—Gracias. — relajo los hombros— Me lo han dicho siempre, es un don.

 

—Aominecchi—Kise volvió a refunfuñar— No seas malo y dime que es lo que realmente quieres hacer.

 

—Te lo he dicho ya cinco veces—se giró hacia un lado y miro sobre su hombro en dirección a la moto—Quiero que demos un paseo—pronuncio con cierto tono tranquilo y algo bajo; lo cierto era que aun pasando esos felices momentos con Kise, Daiki no podía dejar de pensar un poco, solo un poco, en Sakurai. Le preocupaba, realmente lo hacía, y es que todo era producto del largo tiempo que ambos habían pasado juntos, Aomine no podía simplemente olvidarse de Sakurai, había compartido más de la mitad de su vida con él. Entonces, era difícil, completamente doloroso intentar echar a la basura tantos recuerdos.

 

Quería a Kise. Lo quería.

 

Pero Sakurai, él era parte de su antiguo yo, era tantas razones, tantos significados, tantas alegrías. Frunció el ceño. No era sencillo.

 

—Aominecchi—Kise le llamo con un poco de fuerza sacándolo completamente de sus pensamientos—Me estabas diciendo que…— alargo la última silaba, instando a que Daiki continuase con el plan del paseo que había pensado para ambos. Daiki le miro con sorpresa, Kise suspiro, no era tonto, sabía perfectamente que Aomine se torturaba continuamente pensando en las cosas que ambos estaban haciendo, pensando en lo mal que estaban, y Kise entendía, porque a veces él también lo pensaba, y lo lastimaba hasta lo más profundo, pero, apretó uno de sus puños, solo sería una vez, solo una vez. —Solo somos nosotros ahora—murmuro—En este momento—sonrió—Solo estamos tu y yo.

 

Daiki abrió los ojos ante aquella declaración, entendía el significado de aquellas palabras, observo fijamente los ojos de Kise por un instante. Preguntándose constantemente a sí mismo,  si realmente todo estaba bien.

 

El sonido de las olas golpeo fuerte contra el aire que ambos compartían.

 

“En este preciso momento solo importamos tu y yo”

 

El viento se deslizo en medio de ambos.

 

Aomine sonrió. —Eres un idiota.

 

—Por ti. —Kise respondió guiñando un ojo, cogió el casco que estaba tirado en el suelo y se lo coloco, se subió a la moto y levanto una mano con el pulgar arriba—Hay que hacerlo.

 

—Creí que tenías miedo de romperte el cuello.

 

—Lo tengo, pero sabes— levanto los brazos—No es mala idea si me muero contigo.

 

Daiki negó con la cabeza, se colocó el casco que llevaba en una de sus manos y subió a la moto—A mí tampoco me desagrada la idea, seguro que si nos matamos saldrá en todos los titulares y seré famoso por un instante.

 

—Tu ambición es grande…

 

—Tu estupidez aún más. — respondió, mientras se colocaba un par de guantes.

 

— ¿Por qué lo dices?

 

—Te enamoraste de mi—preciso con  burla colocando ambas manos sobre los manubrios para luego comenzar a moverlos.

 

Kise le miro totalmente escandalizado. — ¡Aominecchi! —Grito—De verdad eres un—reprimió la palabra en su boca— no puedo creer que me estés reprochando eso—reclamo.

 

No obstante.

 

— ¡Sujétate! —Aomine le ignoro y acelero.

 

Kise casi grito del susto producto del fuerte movimiento, cerró los ojos con fuerza y se sujetó de la cintura de Daiki como si su vida dependiese de ello, permaneció así durante unos minutos, el viento le golpeo en la piel,  frunció los labios y empezó a contar ovejas en su cabeza, estaba nervioso, Ryouta no era muy fanático de la velocidad, pero aun así, se apegó al cuerpo de Aomine, la idea de estar de esa manera con Daiki, le gustaba. Le agradaba compartir esos momentos. Suspiro, además de que por supuesto Kise confiaba infinitamente en Aomine, confiaba en que no se estrellaría con alguna roca. Sonrió. Ryouta se sentía seguro y cálido a su lado. Esa era la verdad. Y justamente por ello, cuando por fin logro acostumbrarse a la velocidad de la moto, abrió los ojos lentamente, despacio y con calma, haciendo que la oscuridad desapareciese para  llenarse de la luz atrayente de su alrededor.

 

Respiro profundamente.

 

El viento, el sonido de las olas, la arena y la adrenalina formaban un equipo completo. Un único compuesto que le hacía sentir genial. Estaba lleno de alegría, lleno de energía, de coraje, de esa fuerza que realmente sentía que le hacía falta. Apretó los dedos en el cuerpo de Aomine. De la fuerza que carecía y que quería tener. Levanto la vista y choco con la sonrisa de Daiki. Ryouta realmente deseaba quedarse con esa expresión, quería hacerla suya.

 

Los ojos de Aomine brillaban.

 

Brillaban como las estrellas, como una galaxia, como un rayo de luz.

 

Kise creía que era maravilloso. Bajo la vista y entrecerró los ojos. —Soy una mala persona—susurro para sí mismo—realmente lo soy— repitió apretando los puños de par en par— ¡Soy un maldito idiota! —grito por fin sintiendo que su maldito corazón estallaría en cualquier momento.

 

Daiki simplemente sonrió al escuchar aquello.

 

Kise exhalo todo el aire que contenía en sus pulmones. Gritar sus pensamientos había sido la mejor terapia que había tenido en años. La mejor sin duda alguna, empezaba a considerar que dejar de lado a su psicólogo para perder el tiempo con Aomine sería una mejor inversión. Su jodida cabeza lo necesitaba. Y si todo salía bien, Kise podría arrastrar a Akashi en ese nuevo tratamiento. Akashicchi lo necesitaba más que él. Después de todo, estaba un poquito más inestable.

 

—No te distraigas, Aominecchi—alzo la voz— ¡Acelera, maldita sea!

 

— ¿Te enamoraste del peligro?

 

—Maso menos—Kise junto las cejas— Es solo que quiero echar lejos todos mis resentimientos—hablo con firmeza— Quiero que se vayan lejos— la convicción recubría cada una de sus palabras—Tan lejos que podre hacer todo lo que siempre he querido.

 

Aomine sujeto con fuerza los manubrios. Él también quería que Kise sea libre, que sea feliz, que sea dichoso. Kise se merecía todo.

 

La velocidad aumento y el viento fue aún más fuerte.

 

Pero estaba bien, realmente lo estaba, ambos se sentían satisfechos con su momento, con el pequeño instante que ambos compartían.  Eran solo ellos y nadie más.

 

 

-w-

 

 

— ¿Qué estás diciendo? —Akashi abrió los ojos sorprendido al escuchar aquellas palabras.

 

—Precisamente eso, Akashi kun—A Tetsuya realmente no le importaba el sufrimiento de Seijuuro, no le interesaba verlo arrepentido, simplemente quería que su dolor no parase. Tal y como estaba sucediendo en ese instante. Las personas no son perfectas, y Kuroko estaba demostrándolo en ese instante.  —Maasaki kun es él bebe de Akashi kun. —Sonrió— También es tu sangre, felicidades.

Las personas son imperfectas.

 

Todas, sin excepción.

 

Seijuuro también lo era. Porque claramente no podía aparentar tener una tranquilidad que Tetsuya le había arrebatado. Simplemente no podía. Kuroko apretó los puños con fuerza, con ira, con dolor. “Derrúmbate Akashi kun”, deseo silenciosamente, “Cae en ese lugar oscuro del cual ni siquiera Furihata kun te rescatara” Seijuuro se merecía lo peor, los ojos de Tetsuya brillaron, estaba convencido de ello.

 

Akashi dio un paso hacia atrás. Necesitaba pensar, necesitaba asimilar aquello, necesitaba procesar las frías palabras que lo habían atravesado. Él no podía, negó con la cabeza, él no podía, definitivamente no. Levanto la vista y observo a Kuroko, realmente no podía serlo, no cuando él era el principal responsable de que Maasaki naciera en prisión, no cuando había ocasionado el intenso sufrimiento de Kouki durante su embarazo, no cuando él había sido quien le había quitado el niño. Sus ojos se cristalizaron. No, porque si realmente lo fuera, significaría que había destrozado a lo único que realmente importaba. —Estas mintiendo, Tetsuya—se aferró a la idea con desesperación—Es mentira—el dolor invadió sus sentidos—Estas mintiéndome de nuevo.

 

—Está bien si no me crees— Tetsuya respondió con indiferencia—Pero puedes comprobarlo tú mismo—cogió el teléfono ubicado sobre el escritorio y marco un numero con rapidez. Clavo la mirada en su esposo y le ofreció el teléfono—Pídele a los médicos de Maasaki kun que hagan una prueba de paternidad. —sus ojos se inyectaron de oscuridad—No te quedara ni una sola duda cuanto obtengas los resultados—realmente lo odiaba, detestaba tanto a Seijuuro—Solo les tomara unos minutos.

 

La mirada de Seijuuro se dirigió al teléfono. Lo observo por unos instantes, pensó en todo lo que había hecho y sin dudarlo aún más, cogió el aparato; cuando el médico de cabecera contesto, Akashi no titubeo ni un instante en pedir los exámenes. El medico asintió ante las ordenes sin preguntar el motivo en absoluto y le aseguro tener el resultado en menos de media hora. Una vez que la llamada finalizo, Seijuuro apretó el teléfono entre sus manos y lo arrojó al suelo. Estaba cegado, completamente cegado. No, no podía ser cierto.

 

—Seijuuro kun, no importa lo mucho que desees que esto no esté pasando—Kuroko pronuncio— nada cambiara. Nada borrara el hecho de que mandaste a la cárcel a la persona que tuvo a tu hijo. Nada borrara el hecho de que tu bebe naciera en ese horrible lugar por tu culpa.

 

Las manos de Seijuuro se volvieron frías.

 

—No vas a escapar de esto

 

—Este muy seguro de tus palabras—Akashi le miro con odio. Con verdadero rencor.

 

—Por supuesto que si Akashi kun—levanto el sobre que le había ofrecido a Seijuuro inicialmente—Me encargue de investigar todo cuidadosamente.

 

Akashi sonrió. —Voy a matarte.

 

Kuroko soltó una risita. —Vamos a ver quién muere primero. —Estiro las manos—A diferencia tuya, Akashi kun. —Relajo los hombros— Recibí asesoría antes de comenzar con esto.

 

—Me pregunto; ¿Quién será? —La sangre de Akashi hervía de rabia—Alguien no muy inteligente supongo—respondió.

 

Kuroko movió la cabeza a un lado con cierto aire sarcástico. —A Murasakibara kun no le gustaría escuchar eso de tus labios. —revelo desafiante—Murasakibara kun me ayudó muchísimo—explico—Me hablo de todo. —Aseguro—Desde temas familiares, hasta las irregularidades que tu padre armo en la industria.

 

Silencio.

 

El ambiente se llenó de una notable tensión. La expresión de Seijuuro no cambio ni un centímetro más, simplemente giro en dirección a la puerta y salió del enorme salón de su residencia. Camino con rapidez en dirección al exterior donde su auto lo aguardaba. Una vez dentro del vehículo, se colocó el audífono de manos libres y piso el acelerador. Con aquel secreto revelado, no podía dejar las cosas así, tenía que solucionarlo, tenía que arreglarlo.

 

Cuanto antes mejor.  

 

 

-w-

 

 

Cuando la noche cayo, Kise y Aomine decidieron que lo mejor era  regresar al hotel, no porque estuvieran cansados, tenían energías de sobras; sino porque el frio comenzaba a profundizar en cada uno de sus cuerpos, y lo que menos quería Aomine era que Ryouta cayese enfermo. Era responsable de su cuidado y como tal no podía darse el lujo de continuar con su paseo nocturno. La salud de Kise era lo primero.

 

Era lo esencial.

 

Una vez que llegaron al hotel, se apresuraron a entrar al living para pedir las llaves de la habitación, la recepcionista les hecho una mirada curiosa y sonrió al verlos con restos de arena, ambos se limitaron a bajar la cabeza en un gesto de saludo. No era normal que un par de adultos lucieran totalmente desordenados, de ahí suponían ellos era que la tierna mujer les analizaba con cierta gracia pegada en su rostro. Luego de unos instantes,  sin decir una palabra en absoluto, la chica se limitó a entregar las llaves al titular de la reservación y se despidió con un gesto.

 

Ryouta correspondió con un pequeño sonrojo en las mejillas, producto de la vergüenza, giro como un robot e insto a Aomine a que le siguiese. Daiki, a quien le importa una reverenda mierda lo que otros pensasen, relajo los hombros y camino a pasos grandes detrás de Kise.

 

Por otro lado, Ryouta estaba siendo una nota en su cerebro, definitivamente tendría que tratar de evitar a la recepcionista desde ese día hacia adelante, el solo hecho de pensar en verla con esa sonrisa tan, tan, tan… Trago saliva, tenía que ignorarlo, tenía que olvidar el tema. No quería verse tan paranoico frente a Aomine. Cuando llegaron a la habitación, Kise coloco la llave en la cerradura y se apresuró a girarla, necesitaba un baño.

 

Sin embargo.

 

Justo antes de que ambos diesen un paso hacia el interior, divisaron a una persona sentada en el sillón frente a ellos, mirándolos con reproche y cierta molestia.

 

Silencio.

 

—Kasamatsu sempai—Kise fue el primero en decir algo ante la sorpresiva visita. — ¿Qué estás haciendo aquí? — pregunto totalmente confundido. Yukio era el director de la agencia, prácticamente, era la mano que hacia posible que todo se moviese. Así que tenerlo ahí, frente a él, no era algo usual. No era algo común que Kasamatsu abandonase la agencia así por así, y mucho menos sin razón alguna. — ¿Sucedió algo? —pregunto preocupado.

 

Yukio se levantó del lugar donde estaba y se acercó hacia ellos. Su expresión no lucia nada bien, o por lo menos eso era lo que Daiki había notado. Kise junto los labios  y se adentró hacia el interior del departamento, Aomine le siguió con paso silencioso colocándose a su lado y sujetándole la mano.

 

Silencio.

 

Kasamatsu observo con detenimiento aquel par de manos, aquella unión, aquella fortaleza. Entrecerró los ojos con un dolor punzante en el pecho que le destrozaba. Yukio siempre lo había sabido, siempre. Y es que la verdad, aunque dolorosa pero cierta, era que Kise estaba muy lejos de él. Increíblemente lejos. Podía verlo ahora, con total claridad.

 

Pero.

 

Levanto la vista.

 

¿Porque siempre con personas equivocadas?  ¿Por qué siempre eran tipos equivocados los que el escogía?

 

Suspiro. Kasamatsu no lo entendía. Amaba a Kise profundamente, tanto que era capaz de hacerlo todo por él. Desde entregarle la felicidad en sus manos hasta arrancarle el más profundo dolor.

 

Y Aomine Daiki lo era todo a la vez. La felicidad de Ryouta y su terrible desgracia. No podía permitirlo; hubiese estado bien si tan solo Daiki fuese alguien más estable, pero estaba demostrado que no era así; todo lo contrario, era un completo desastre, un terrible error que Kise no merecía.

 

Lo demostraría.

 

—En realidad, mi presencia aquí—comenzó a hablar con serenidad—Es por el— hecho un vistazo a Daiki y junto las cejas. —Hay algo que debes saber.

 

Aomine le miro con duda sin entender de qué diablos se trataba todo ese parloteo. — ¿Disculpa? No tengo ni un asunto cont—

 

—Sakurai san te necesita. —interrumpió Kasamatsu. —Es tu novio, ¿no? —Pregunto con seriedad—Hace poco vino a la agencia buscando a Kise. — Coloco una de sus manos sobre la enorme mesa de la sala —Al parecer tu jamás le informaste de tu paradero y creyó que encontrando a Kise también te encontraría a ti—narro con algo de preocupación en su mirada. Por supuesto, todo lo que Kasamatsu decía era cierto. Ryo Sakurai había sido la persona más insistente que había conocido en su vida, la manera en que mostraba desesperación por saber de Aomine le habían conmovido. Yukio cerró los ojos por un instante. Podía repetir la escena una y otra vez en su mente, estaba muy sorprendido al ver hasta qué punto podía llegar el amor de alguien, abrió los ojos y volvió a observar a Daiki—Pero antes de que pudiese decirle algo, él colapso.

 

Aomine soltó la mano de Kise.

 

— ¿Aominecchi? —Ryouta le observo con preocupación.

 

No obstante, Daiki le ignoro completamente, su rostro estaba totalmente descompuesto, sus ojos estaban totalmente llenos de mortificación y angustia. Sus manos temblaban. No podía controlarlo, Aomine no podía controlar su cuerpo. Apretó los puños con desesperación. Eso no debía estar pasando. No debía, sus pensamientos comenzaron a llenarse de los peores escenarios. — ¡¿DONDE ESTA?! —Grito fuera de si— ¡DIME DONDE ESTA!

 

Silencio.

 

Yukio bajo la vista y observo a Kise.

 

Estaba deshecho.

 

Era el fin.

 

Lo había demostrado. Claramente en la esfera de vida de Aomine Daiki, Ryo Sakurai era mucho más importante que Kise Ryouta.

 

—Vine en un helicóptero— respondió—Te llevare a su lado en este instante, no tardaremos mucho—aseguro. Una vez dicho esto, Aomine se apresuró a tomar su celular y salir de la habitación sin mirar atrás. Su dedicación y amor por Sakurai se notaba a kilómetros. Se percibía en el aire.

 

Y eso realmente hería a Ryouta.

 

Yukio lo sabía, lo había notado; sin embargo, no podía hacer nada por él, las cosas eran si, la vida era así. Coloco un sobre a un lado del control remoto del televisor y poso una de sus manos sobre el hombro de Kise—Volveré por ti pronto—prometió transmitiendo en esas solas palabras lo mucho que le quería, lo mucho que deseaba que no fuese infeliz, lo mucho que quería que el sonriese siempre.

 

Kise se merecía un mar de rosas.

 

Y no sufrimiento.

 

Pero tal parecía que el destino no pensaba así.

 

Ryouta asintió en silencio.

 

 

-w-

 

 

Seijuuro siempre se había caracterizado por ser una persona paciente y racional. Por lo que no era común verlo reaccionar de manera violenta o desbocada, sin embargo, dado las circunstancias en la que actualmente se encontraba. Akashi había perdido toda la serenidad que su cuerpo albergaba.

 

Carente de tacto alguno, se paró frente a la puerta del departamento de Murasakibara y sin esperar un minuto más toco el timbre como si no hubiese un mañana, no estaba dispuesto a retirarse sin encontrar respuesta a todas las interrogantes que se había formulado interiormente, Murasakibara le debía una explicación y se la daría. Lo haría.

 

De pronto, la puerta del departamento comenzó a abrirse lentamente. Akashi observo en silencio.

 

El picaporte resonó.

 

— ¿Aka chin?—Atsushi lucia despeinado, descuidado, se podía notar la carencia de higiene personal. Seijuuro coloco una mano sobre la puerta.

 

Murasakibara abrió los ojos sorprendido. Algo andaba mal.

 

—Necesito hablar contigo—y sin esperar ni un minuto más, Seijuuro empujo el trozo de metal y se adentró al interior. Estaba molesto. Demasiado molesto. Se colocó a un lado de los enormes sillones que albergaba la sala y se giró para observar el rostro de quien había considerado su amigo por largo tiempo. Y de quien por supuesto ahora dudaba.

 

Murasakibara aun confundido por lo que estaba sucediendo, parpadeo y cerró la puerta de un movimiento, giro y enfrento a Akashi.

 

El sonido del televisor encendido resonó por alrededor.

 

—Aka chin…—se relamió los labios, nervioso. Murasakibara dio un paso hacia adelante y respiro profundamente— ¿Sucedió algo?

 

Seijuuro sonrió con un brillo extraño en los ojos—Eso es lo que me gustaría saber, Atsushi—pronuncio con lentitud— ¿Qué fue lo que sucedió en tu cabeza?

 

— ¿Eh?

 

Akashi camino hacia un lado de la sala y observo con indiferencia cada uno de los cuadros de la pared—Estoy hablando de Tetsuya—respondió deteniendo sus pasos—Explícame, Atsushi—estaba confundido e indignado, era difícil para el procesar toda la información que había recibido, muy difícil, se trataba Atsushi, a quien junto a Midorima consideraba como uno de sus mejores amigos y compañero— ¿Por qué lo ayudaste a engañarme? ¿Por qué?—susurro.

 

Murasakibara se quedó de pie en su lugar. Su rostro lucia sereno.

 

Akashi apretó los labios lleno de ira.

 

— ¡Contesta!—levanto la voz— ¿Por qué lo hiciste, Atsushi?—pregunto— ¡¿Acaso tú también me odias tanto como lo hace Tetsuya?!  ¡¿Debo estar al tanto de cada uno de tus pasos?!—Murasakibara continúo en silencio. — ¡¿O tal vez debo destruir todas tus empresas y hacerlas mías?!—Seijuuro comenzaba a perder la poca paciencia que le quedaba— ¡¿Por qué lo hiciste?!  ¡¿Por qué?! ¡Dímelo!

 

— ¡Porque yo te amaba!—contesto sin poder contenerlo más. Los ojos de Murasakibara se cristalizaron— ¡Yo realmente te amaba!—las lágrimas comenzaron a surcar cada una de sus mejillas. —Yo…—balbuceo—No quería que continúes con tu obsesión hacia Kuro chin—explico—No quería que continúes convirtiéndote en un monstruo, Aka chin—dirigió la mirada hacia los ojos rojos de Seijuuro—No quería que la persona a quien tanto amaba continuase hundiéndose—cayo de rodillas al suelo— ¡No quería que Aka chin termine siendo un asesino o algo peor!

 

Seijuuro mantuvo la mirada hacia el frente.

 

Atsushi sollozo—Yo estaba dispuesto a hacer todo para ayudar al Aka chin que tanto amaba—sonrió mientras las lágrimas continuaron cayendo—Por eso es que ayude a Kuro chin, así estarías bien—dolía, dolía demasiado—Podrías continuar con tu vida, además tu bien sabes que Kuro chin jamás te amo—Murasakibara siempre había estado observando todo en silencio, había sido incapaz de detener a Akashi, porque lo cierto era que le gustaba verlo feliz, verlo complacido; sin embargo, cuando todo empezó a tornarse enfermizo y cruel supo que era momento de poner un alto a todo— Tu y Kise chin estaban siendo muy crueles.—alzo una de sus manos y limpio su rostro—Nada los justificaba.

 

Silencio. El sufrimiento parecía tornarse eterno, demasiado doloroso.

 

—Atsushi…—Akashi dijo por fin, con la mente algo confusa y sin saber que expresar. Parecía ser que el odio e ira se habían esfumado para dar paso a un sentimiento de compasión. Seijuuro jamás se habría imaginado que Atsushi le quería de esa manera, nunca lo había notado. Era muy impactante. Sin embargo. —Yo jamás hubiese podido corresponderte—aclaro—Lo siento, te expreso mis más sinceras disculpas por este asunto y por supuesto también por lo referente a Tetsuya. —Entrecerró los ojos comprendiendo por fin todo el asunto. — Es verdad que mi comportamiento no fue el indicado, de hecho, disto mucho de ser coherente.

 

Murasakibara negó. —Está bien, Aka chin— se levantó del suelo y respiro profundo—No tienes que decir nada más. —sonrió observando a Seijuuro, no le tenía miedo, de hecho jamás lo había tenido. Era solo cariño, un sincero cariño y respeto. —Ahora yo ya no tengo esos mismos sentimientos por ti —pronuncio tranquilo— Yo quiero mucho a Muro chin. — Relajo los hombros—Y sobre Kuro chin, solo espero que ambos arreglen sus diferencias.

 

Seijuuro negó.

 

—Tetsuya está dispuesto a destruirme—junto las cejas—No estoy en una posición en la cual pueda sentarme a  hablar con el—se giró sobre sus pies y camino en dirección a la puerta del departamento—Por lo pronto, es momento de que me retire—coloco la mano sobre el picaporte y le dio un último vistazo a Murasakibara—Espero que logres ser feliz con Tatsuya.—pronuncio con sinceridad.

 

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Notas finales:

¡Muchas gracias por leer! 

Por si se lo preguntan, si, Kise y Aomine ya han tenido sexo.


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