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Colors Spell por AleChun

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aqui les traigo un nuevo capitulo, espero les guste. Muchisimas gracias a todas las lindas personitas que me dejaron un review. 

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Furihata no fue consciente de lo tarde que era sino hasta que el viento frio de la noche golpeo contra sus húmedas mejillas. La sensación de frio pareció despertarle de un gran sueño en el cual había estado. Inicialmente, su intención no había sido la de quedarse sentado fuera de su casa, ni mucho menos la de estar expuesto al frio hasta altas horas de la noche, sin embargo, apenas había dado un paso sobre los escalones de la puerta de entrada, su mente se había nublado instantáneamente; no podía evitar divagar en las miles de cosas que había pasado. Los recuerdos de su vida, los recuerdos que mantenía de su hijo, los recuerdos que había formado con Seijuuro y los buenos recuerdos que conservaba de todo en conjunto venían y retumbaban en su mente, habían sido momentos maravillosos y justamente por eso, volvió a cerrar los ojos, tenía miedo de que todo eso fuese lo único que le quedase.  

 

Lo cierto era que estaba asustado como un niño pequeño. Se sentía indefenso y amenazado por lo que Kuroko representaba, por lo que significaba. Se abrazó con fuerza. No quería decir adiós. No quería despedirse de Seijuuro. Abrió los ojos lentamente, Furihata sabía que sus pensamientos no eran los más adecuados, que estaba pensando en él, que estaba dejando que su propia ambición y egoísmo lo dominasen, pero, alzo la vista y observo el firmamento; no podía evitar desear que todo fuese como antes, no podía evitar desear estar junto a Akashi por siempre.

 

Por supuesto, el hecho de que Kuroko estuviese vivo era algo positivo, implicaba un montón de cosas, como por ejemplo, que el definitivamente no había matado a una persona, que era inocente y que se le había acusado injustamente. No obstante, el recuerdo del preciso momento en el que Kuroko había usado la palabra “esposo” para arremeter contra él seguía plasmándose en su mente. Bajo la vista y miro hacia el frente. El sentimiento de miedo y de pérdida le carcomían a cada instante.

 

No quería pensar en ello, pero era difícil evitarlo.

 

Por otro lado, también estaba la constante duda en su mente; Furihata no era tonto, definitivamente no lo era, y era por eso que no podía ignorar algunas cosas, algunos hechos y algunas mentiras; en primer lugar no entendía porque Kuroko no había aparecido en todo ese tiempo, en todos esos años que había tenido que pagar por su muerte en la cárcel. Furihata  pestañeo. ¿Por qué había mentido? ¿Por qué estaba mostrándose ahora? ¿Qué había detrás del accidente que ambos habían protagonizado? ¿Por qué le había mentido a Akashi?

 

Quería saberlo. Kouki deseaba comprender aquello. El también merecía una explicación justa. Merecía saber porque todas esas mentiras lo habían enredado para transformarlo en algo que no era. Eran cosas dolorosas, mentiras que lo habían destruido hasta dejarlo totalmente deshecho como el polvo.

 

De pronto, el rechinido de la madera lo trajo nuevamente a la realidad. Abrió los ojos sorprendido al notar que la puerta de entrada comenzaba a deslizarse hacia afuera y se levantó con rapidez del lugar, había perdido nuevamente la noción del tiempo, se había dejado llevar y absorber por todos los problemas que le rodeaban  y había olvidado que Takao estaba en el interior de la casa.

 

— ¡Furi chan!— Kazunari le observo con sorpresa. El viento volvió a soplar con inusitada fuerza, el silencio se instaló por unos instantes hasta que Furihata, algo confundido,  le correspondió con una sonrisa abochornada, no tenía ni idea de que decir o que argumentar, no era lógico que se hubiese quedado en el exterior sin decir nada, movió las manos intentando salir del apuro, sin embargo, antes de apresurarse a soltar un montón de palabras sin sentido, noto que Takao llevaba puesto su abrigo y traía consigo una pequeña mochila. Kouki dejo de balbucear y alzo la mirada extrañado.

 

— ¿Ibas a algún lugar? —pregunto con algo de preocupación. Había convivido lo suficiente con Takao como para saber que no era normal que saliese de la comodidad de sus sabanas a esas horas de la noche.

 

Kazunari suspiro. —Sí, de hecho iba a llamarte para contarte—su voz estaba lleno de mortificación, dio un paso hacia adelante y termino de cerrar la puerta completamente. Kouki pudo notar que su semblante estaba decaído, sus característicos gestos alegres habían desaparecido por completo. La luz de su mirada estaba opaca—Es Saku chan— pronuncio—Está enfermo, me llamaron del hospital para informarme que se había desmayado y que por eso estaba internado en emergencias.

 

El corazón de Furihata salto instantáneamente. —Mierda—susurro con auténtica preocupación— ¿En qué hospital está internado? —pregunto comenzando a caminar con rapidez, Takao le siguió. —Tenemos que avisarle a Aomine.

 

Kazunari negó con la cabeza—No sé dónde está Aomine—frunció el ceño—He intentado llamarle a su celular pero no contesta—hablo con notable molestia en su rostro. Takao no podía entender que era lo que estaba pensando, no lograba entender que era lo que había pasado con Aomine y Sakurai. —Es como si se lo hubiese tragado la tierra. —algo raro sucedía y quería saber que—Apenas llegue unos días y en ese poco tiempo no lo vi en ningún momento. Intente preguntarle a Saku chan pero evadió el tema, supuse que habían tenido un problema y que estaban disgustados entre ellos. —suspiro—Pero no sabía la gravedad del asunto.

 

Furihata se froto la cien. Él tampoco sabía que era lo que había ocurrido. Había estado demasiado ocupado con sus propios problemas que había dejado de lado a sus amigos. Apretó los labios sintiéndose culpable por el colapso de Sakurai. Kouki también noto en su debido tiempo la ausencia de Aomine y la depresión de Sakurai pero jamás se había detenido a preguntar, había optado por dejar que ambos arreglasen el problema solos.  Por supuesto, eso era lo correcto, no obstante, brindar apoyo también lo era y eso era precisamente lo que no había hecho. Furihata maldijo internamente, debió haber sido más prudente, debió haber ayudado.

 

Sin embargo, las cosas ya estaban hechas y solo le quedaba brindar apoyo en ese instante.

 

 

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Lo primero que hizo Seijuuro al pisar nuevamente el enorme salón de su mansión fue acercarse donde inicialmente había discutido con Kuroko, una vez ahí, observo con profundidad aquel sobre que su ex esposo le había ofrecido. Silencio, los cristales del candelabro parecieron sonar entre sí. Akashi, renovado y lleno de una nueva energía, estaba dispuesto a descubrir hasta el último secreto que Kuroko había guardado, quería saberlo todo, no para usarlo en contra de Tetsuya ni tampoco para cualquier tipo de acto cruel, sino para proteger a su familia. Ahora las cosas eran diferentes. Ahora era responsable de su propia familia y no podía permitir que alguien intentase lastimarlos, no más de lo que ya estaban. Y era justamente por eso que estaba dispuesto a leer la información que Kuroko le había ofrecido.

 

Seijuuro necesitaba saberlo todo. Maasaki era su bebe, ahora lo sabía. Sin embargo, abrió el sobre con lentitud, Akashi necesitaba saber su origen, porque lo cierto era que la relación que tenía con Furihata era reciente, era casi actual, no habían estado relacionados con anterioridad, por lo que la concepción de su pequeño hijo era un misterio, y claro está, Seijuuro deducía que Kouki estaba igual de desorientado que él. Por eso necesitaba comprender que era lo que había sucedido. No podía dejar las cosas así.

 

Extrajo los papeles de aquel sobre con cautela. Sintiendo un tipo de presión sobre sus manos y piernas, era extraño e incómodo, no obstante, a pesar de ello, Akashi tenia bien claro en su mente que dar marcha atrás no era una opción.

 

Seijuuro dirigió la vista al montón de letras y comenzó a analizar el contenido, palabra con palabra, letra con letra. No importaba lo doloroso que fuese, Seijuuro tenía que hacerlo por el bien de todos. Sobre todo por Furihata, que era a quien amaba con profundidad y a quien deseaba evitarle más dolor. Su Kouki ya no merecía sufrir más. Pasaron unos cuantos instantes en silencio, hasta que  de pronto, Akashi llego a cierto punto del documento que narraba un suceso extraño y algo particular. La información comenzó a disolverse en su cabeza, en sus recuerdos, en los hechos pasados.

 

Abrió los ojos  sorprendido.

 

Detuvo su lectura y levanto la vista.

 

Ya lo tenía.

 

Ahora lo entendía. Todo estaba más claro, apretó los papeles en sus manos. Los recuerdos venían a su mente como una especie de bomba destructora, Akashi lo recordaba, la noche en la que había pasado todo; el accidente de Kuroko, el encarcelamiento de Kouki y, arrugo los papeles, el encuentro íntimo que había tenido con un completo desconocido.

 

Parecía ser que el destino había jugado cruelmente con ellos.

 

Seijuuro cerró los ojos por un instante, podía recordarlo ahora, con toda claridad. El tierno tacto, el dulce sabor de aquellos labios, el erótico sonido que se había deslizado por su piel y oídos. Todo, absolutamente todo. Podía recordar la mordida que había sufrido mientras golpeaba el interior de Kouki con fuerza y pasión. Ahora podía recordar todo. Abrió los ojos y coloco los papeles sobre el enorme escritorio.

 

Tenía su respuesta ahora. Era suficiente. Cogió su celular y comenzó a caminar en dirección al exterior de su mansión, necesitaba ver a Furihata con prontitud.

 

 

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Himuro había perdido el número de veces que había intentado comunicarse con Murasakibara, sus intentos se extendían desde llamadas hasta visitas a su departamento, no obstante, Atsushi siempre encontraba una forma de rechazarle. Murasakibara estaba decidido a poner distancia entre ellos, a pesar de que aquello le causaba dolor y le lastimaba, en el fondo, Atsushi estaba convencido de que era lo mejor. Murasakibara amaba a Himuro, realmente lo hacía, pero ahora ambos estaban rotos, como un par de muñecos inservibles, tal vez en el pasado hubiese estado bien que solo uno lo este, para que así el otro pudiese sostenerlo con fuerza y amor, sin embargo,  ahora ambos estaban estropeados por un enfermizo amor.

 

Y eso era lamentable.

 

Tatsuya alzo una mano y golpeo la puerta de aquel departamento, estaba cansado, enfermo, preocupado. Se sentía triste y lastimado. Himuro sabía que todo lo que estaba ocurriendo era culpa suya, lo sabía perfectamente pero eso no hacía que el dolor se calmase, todo lo contrario, las heridas de su corazón parecían abrirse una y otra vez. Volvió a golpear el frio metal con ambas manos. Era su culpa, lo era, no merecía ser perdonado; pero aun así, sus ojos se cristalizaron, aun así no quería apartarse.

 

Porque él también estaba enamorado de su esposo. De verdad lo estaba. Sabía que Murasakibara no le creería pero era la verdad. —Por favor Atsushi—pronuncio con voz débil. No había querido comportarse como un cretino frente a él, pero la desesperación, el dolor, la confusión y la ira lo enloquecían, le hacían perder la poca estabilidad que tenía. —Déjame verte. —pidió suplicante en un hilillo de voz.

 

No sabía qué hacer.

 

No sabía cómo traerlo de vuelta a su lado. Las heridas ya estaban hechas. Himuro quería tenerlo nuevamente a su lado pero la realización de aquello parecía imposible, sobre todo porque después de haberle chantajeado y amenazado, Murasakibara se había limitado a  recoger su ropa y a salir del lugar que ambos habían querido usar para vivir juntos, se había ido sin decir ni una sola palabra y Tatsuya simplemente había aceptado aquello sin chistar, cuando en realidad lo más adecuado habría sido  ir en busca de Atsushi. No obstante, solo después de un tiempo, Tatsuya intento comunicarse con su esposo. Intento hablar con él. Intento verlo. Intento ir a su casa.

 

Pero cada uno de sus intentos fracaso.

 

Murasakibara lo había sacado de su vida sin que él pudiese notarlo. Atsushi simplemente lo había echado completamente de su mente y corazón y ahora estaba solo, completamente solo. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas. Y era la primera vez que notaba lo dolorosa que era la soledad y el desprecio de la persona que amaba.  Se sentía terriblemente mal. Golpeo con fuerza. Quería recuperarlo. Necesitaba hacerlo — ¡Basta, Atsushi!— grito desesperado—Sabes que tarde o temprano vas a tener que verme.

 

Silencio.

 

Aquellas palabras parecieron ser el detonante perfecto.

 

La luz del departamento se encendió.

 

Himuro abrió los ojos sorprendido, de repente la esperanza volvía a crecer en su corazón. Si. Murasakibara no podía dejarlo, por supuesto que no, porque él también lo amaba.

 

Por supuesto.

 

Él también lo hacía, se convenció a sí mismo. Todo sería como antes, todo volvería a la normalidad, todo se voltaria a su favor tal y como había pasado con anterioridad. Se repitió a sí mismo.

 

—Muro chin—escucho decir del otro lado de la puerta— ¿A qué te refieres con eso?

 

La sonrisa de Himuro se extendió al oír aquella voz. Su corazón latió con fuerza. —A nada en particular, Atsushi—se apresuró a explicar—Solo olvídalo, olvídalo y sal por favor—pronuncio—Quiero verte.

 

El silencio volvió a instalarse en el ambiente.

 

— ¿Atsushi? —susurro pegando su cuerpo a la puerta, podía sentirlo, el cuerpo de Murasakibara también estaba del otro lado. Podía sentirlo tan cerca y a la vez tan lejos.

 

Si tan solo esa puerta no estuviese ahí.

 

—He estado pensando en algunas cosas, Muro chin.

 

— ¿Hm?

 

Murasakibara se sentó sobre el frio piso de su departamento y se apoyó sobre la puerta—En cosas—respondió preparándose para lo que estaba  a punto de decir, se había preparado por un largo tiempo pero finalmente el momento había llegado. —Por ejemplo—hablo con la mirada perdida, con dolor, con mucho dolor; realmente no quería hacerlo pero era la única manera de que ambos estuviesen en paz. —Que definitivamente no quiero volver a verte. —finalizo con seguridad.

 

Fue como si un montón de agua fría cayese sobre su cuerpo, Himuro sintió su mundo desmoronarse, su alma rompiéndose en mil pedazos, las lágrimas bajaron con rapidez, no podía creer lo que acababa de oír,  apretó los puños, su corazón acababa de ser destruido con rudeza y sin piedad alguna. —No entiendo—negó con la cabeza cayendo en un pozo sin salida—no entiendo nada de lo que estás diciendo Atsushi. —susurro lento y despacio, el viento golpeo contra sus mejillas llevándose algunas lágrimas en su camino. No podía procesar esas pequeñas palabras.

 

Una pequeña lagrima se deslizo por la mejilla de Murasakibara, mordió sus labios e intento mirar hacia un punto fijo de su departamento, el tampoco entendía porque estaba haciendo todo esto, era difícil, sumamente difícil pero no debía parar, trago con fuerza y sonrió con las lágrimas cayendo por sus mejillas—No quiero estar con una persona como tú—soltó de repente apretando sus puños—Me niego—preciso con firmeza—Por eso Muro chin, puedes quedarte con la compañía si quieres, ya no me importa, puedes hacer lo que quieras, solo por favor no vuelvas a aparecer frente a mí. —las lágrimas continuaron cayendo—No puedo perdonarte. —murmuro—Simplemente no puedo hacerlo.

 

Himuro mordió sus labios con fuerza, estaba destrozado, completamente destrozado, lo había perdido todo otra vez; a Atsushi, a Kagami, a su felicidad, alzo la vista y apretó sus puños hasta volver roja su piel, y justamente por eso, por todo lo que había pasado, no estaba dispuesto a darse por vencido. No, no tan fácil. El corazón de Tatsuya comenzó a llenarse de ira, alzo ambos puños y golpeo la puerta con fuerza. — ¡Jamás! —Grito— ¡Nunca lo hare! ¡Nunca voy a dejarte, Atsushi! —un pequeño hilillo de sangre comenzó a deslizarse por la comisura de sus labios. —Primero te mato.

 

Murasakibara asintió y respiro con profundidad—Esta bien—susurro en medio de todo el ruido del exterior—Hazlo, Muro chin— recogió sus rodillas y coloco su cabeza encima de ellas, no quería saber más, hasta ahí había llegado todo, ese era el final. No cambiaria de opinión.

 

 

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Notas finales:

Y pues bueno hasta aqui llego, espero les haya gustado. ¡Muchas gracias por leer!


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