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El Ministro de la soledad por PukitChan

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El Ministro de la soledad

Por:

PukitChan

 

Capítulo 2

Encuentros fortuitos atados por el hilo rojo del destino

 

Cinco años antes

Esa noche, el Ministerio celebraba una reunión privada, pero ostentosa.

A Draco no le sorprendía, pero sí le interesaba conocer las razones por las que el Ministro había aceptado gastar tan exorbitante cantidad de dinero en una cena que complacería, no solo a la comunidad mágica de Inglaterra, sino también a la de los países vecinos que durante los últimos años habían mantenido relaciones tensas con el Ministerio de Magia Británico.

Son demasiados problemas, habían dicho, la inestabilidad de la sociedad mágica de Inglaterra no beneficia a nadie.

Si Draco fuera miembro de esos países, pensaría exactamente lo mismo: en los últimos treinta y cinco años, Inglaterra había tenido dos guerras, cientos de muertes que inevitablemente las precedían, muestras de discriminación y una profunda red de corrupción que había quedado descubierta cuando el Señor Tenebroso se infiltró en el Ministerio. No importaba desde qué ángulo se analizara; aquello solo revelaba cuán frágil era Inglaterra en ese momento.

Por eso, en afán de cerrar la enorme brecha que el pasado había dejado, el Ministerio, tras una larga discusión con los jefes de cada área, llegó a la conclusión de que la sociedad no podía seguir encerrándose más; si bien sería un proyecto complicado y tomaría mucho tiempo, era una decisión que debía ser tomada.

Renovarse o morir, dijo el Ministro Kingsley Shacklebolt cuando el proyecto arrancó, si no creamos una nueva sociedad, estaremos condenados a repetir los errores del pasado. Y quizás fue precisamente por esta ideología, que Draco consiguió tener un trabajo en el Ministerio, un lugar que tras los ideales derrumbados, nunca hubiera aceptado a alguien como él.

El Departamento de Cooperación Mágica Internacional, donde Draco laboraba, fue el área encargada de realizar esa cena donde se anunciaría que, para fomentar la unión, el Ministerio proponía a Hogwarts como la sede de Torneo de los Tres Magos. Desde el punto de vista de Draco, era una táctica extrema, pero efectiva. Aún con la fama que lo precedía, ninguna escuela mágica había evitado con éxito alguna muerte. Además, si había aprendido algo en esos dos años, era que Ministro no era ningún idiota. Sabría qué hacer para que el Torneo funcionara tal y como se esperaba.

—¿Señor Malfoy? —Draco volteó, buscando con la mirada a la persona que lo llamaba: era David Carter, un muchacho de nariz respingada y aspecto enfermizo, con quien había tenido que lidiar durante las últimas seis semanas desde que la cena comenzó a organizarse con la ayuda del Departamento de Educación Mágica.

—Carter —respondió, mirando cómo el muchacho en cuestión parecía más estresado y nervioso que cualquier otra persona en esa sala.

—La señorita Granger lo busca. —Luego, sonrojándose torpemente por sus propias palabras, añadió—: Si gusta seguirme…

Draco entornó los ojos, pero asintió. Si no hubiera sido porque Draco había comprobado por su propia cuenta las habilidades de Carter como asistente, solo por su apariencia seguiría pensando que Granger lo había adoptado por lástima. Que, quizás, un día lo había visto refugiándose de la lluvia, y sus grandes ojos de elfo doméstico la habían convencido de darle trabajo.

—Está hablando con una de las representantes del Ministerio de Francia, Florentine Dómine —explicó Carter, guiándolo a través de las personas y las mesas—. Se mostró interesada en su sugerencia de crear un intercambio entre los estudiantes de las escuelas. —Cuando Draco ya divisaba a Granger de espaldas, Carter se detuvo abruptamente y lo miró con la misma seriedad de su jefa—. Señor Malfoy, me pidieron que le advirtiera que están acompañadas por el señor Potter.

Draco levantó la mirada una vez más y comprobó que, efectivamente, a un lado de Florentine Dómine, se encontraba Potter. El moreno parecía demasiado incómodo dentro de esa túnica elegante y la forzada sonrisa de sus labios le aseguraba que prefería estar en cualquier otro lado del universo que escuchando una conversación que, sin duda, le parecía aburrida. Sin embargo, la hermosa mujer francesa parecía ignorante de aquellas señales tan obvias, porque continuaba mirando a Potter con el interés refulgiendo en sus ojos. Draco supuso que el que Granger comentara de su trabajo quizás era una manera de rescatar a su amigo.

—En los dos años que hemos trabajado juntos, solo hemos hablado cuando es estrictamente necesario. No soy un niño para hacer un ridículo espectáculo aquí.

Y con la misma seguridad con la que pronunció aquellas palabras, Draco dirigió sus pasos hacia ellos, ignorando la última advertencia de Carter. Florentine ladeó su rostro y esbozó una hermosa sonrisa al distinguirlo. Era una mujer muy atractiva, tanto, que era casi ridículo el hecho de que Potter apenas parecía notarlo.

—Ah, Malfoy —exclamó Hermione, volteando también y pareciendo verdaderamente aliviada por su presencia. Al ver esa expresión, Draco levantó la ceja, preguntándose qué era lo que estaban escondiendo. Granger y él habían trabajado bien esas semanas simplemente porque ambos optaban por la perfección, pero nunca habían intercambiado palabras que los llevaran a terrenos privados porque nunca serían la persona favorita el uno del otro. Ella pareció comprender que su actitud era extraña, pues le lanzó una mirada de disculpa cuando pronunció—: Me gustaría presentante a la señorita Dómine, Florence. Trabaja activamente para una cooperación más abierta entre las escuelas de magia de Europa.

—Draco Malfoy —exclamó, educado pero distante. La frialdad en sus palabras no pasó desapercibida para nadie, pero, al mismo tiempo, era obvio que con aquella seria expresión, Draco no pretendía ofender a nadie. Aun así, Harry, que hasta ese momento había permanecido callado, frunció el ceño ante ello.

—Es un placer conocerlo —dijo Florence, en un perfecto inglés británico—. Harry dijo que sería muy interesante el encontrarnos.

—T-tienen ideas similares —aclaró rápidamente, abochornado. Granger y Draco sabían, por supuesto, que la única manera en la que Harry se hubiera enterado de sus ideas, era a través de su amiga. ¿Acaso hablaban de él durante el almuerzo? La idea, si bien le pareció ridícula, hizo que Draco mirara, después de mucho tiempo, a Potter con mayor atención—. Creí que se llevarían bien.

—Oh, Harry, eres encantador. ¿Siempre tomas en cuenta a los demás?

Potter abrió la boca para decir algo seguramente ridículo, pero Draco se adelantó al decir:

—Lo hace, señorita Dómine. —Ignorando las miradas incrédulas de Hermione y Harry, el rubio continuó—: Intenta que las personas que están a su alrededor siempre estén bien, sin importar si él es lastimado en el proceso.

—Malfoy… —susurró Hermione, pero Draco solo movió su mano para sujetar una copa de vino de una de las bandejas que flotaban por todo el lugar. Entonces sonrió de lado y, mientras bebía, su mirada se centró en los ojos de Harry, quien, por un instante, pareció confuso por ello. Cuando Draco alejó la copa y relamió sus labios con una sensual discreción, giró hacia Florentine y murmuró:

—Quizá le parezca heroico. A todos aquí les parece así, pero para mí no es más que una tontería.

—¿Por qué le parece así, señor Malfoy? —preguntó ella, al parecer, fascinada por los movimientos de Draco al expresarse.

—Durante un intercambio entre estudiantes, no esperamos que alguno de ellos arriesgue su vida por un impulso. Y en un evento importante, como podría ser el Torneo de los Tres Magos, no necesitamos más lamentables muertes de las que ya han ocurrido a causa de ello. Señorita Dómine, ¿usted sabía que el señor Potter participó en el último Torneo? Estoy seguro de que él no quiere tener más muertes innecesarias por una idea errónea del valor. —Luego, Draco hurgó en su bolsillo, deslizando entre sus dedos un elegante reloj, donde consultó la hora—. Tendrá que disculparme. Se hará en unos minutos un anuncio que debo supervisar. Fue un honor conocerla.

Entonces, como si simplemente hubiera comentado el clima, Draco giró sobre sus talones y se perdió entre la multitud. Hermione rápidamente retomó la conversación, tratando de aclarar muchas de las cosas que había dicho Draco. Harry, no obstante, enfadado por aquella desvergonzada muestra de arrogancia, siguió a Malfoy sin despedirse de las mujeres. Evitó a toda la gente que fue capaz, pero aun así tardó varios minutos en encontrarlo. Cuando por fin lo consiguió, Draco estaba apoyado en una columna mientras, varios metros más allá, las personas se reunían, siendo atraídas por un anuncio que el Ministro Shacklebolt estaba por dar.

Aprovechándose de aquella distracción, Harry se acercó a Draco, aunque una parte de él le decía que eso era justamente lo que el rubio estaba esperando. Parándose a un lado de él, pero observando a la multitud, Harry reclamó:

—¿Por qué hiciste eso? Fue bastante desagradable de tu parte. Ella no merecía que la trataras así. Realmente estaba interesada en ti y en tus ideas.

Draco sonrió de lado, balanceando una nueva copa. Vagamente, Harry se preguntó cuántas de ellas ya habría bebido. ¿Las suficientes para ser desagradable? Nah, esa era la naturaleza del rubio.

—Al venir aquí, solo estás dándome la razón, Potter —murmuró, sin verlo—. Estás protegiendo su dignidad; estás siendo un héroe estúpido.

—Yo no…

—Además —dijo, parándose correctamente antes de tomar hasta la última de gota de su copa. Cuando sus mejillas se ruborizaron sutilmente por la bebida, sus ojos miraron por fin a los de Potter—, ¿dices que yo fui maleducado con ella? ¿Eres estúpido? Yo me comporté debidamente. Hablé de los temas que nos concernían, di mi opinión y me retiré en el momento preciso. ¿Qué me dices de ti? Ella estaba seduciéndote y tú solo parecías aburrido a su lado. Ni siquiera fuiste lo bastante hombre para ponerle un alto. Tu expresión fastidiada era todo un espectáculo. Créeme, Potter. Estabas siendo tan grosero, que Granger tuvo que recurrir a mí y una guerra de palabras ácidas para que tú prestaras atención.

Harry reculó. No se había dado cuenta de ello, pero quizá Malfoy tenía razón. Estaba cansado de esa conversación, de esa absurda cena, de esa frívola elegancia. Y aunque el discurso del Ministro se escuchaba fuerte y claro, Harry no alcanzaba a comprenderlo. Ni al discurso ni a Malfoy. ¿Tanto había visto de él en tan pocos minutos? Era tan abrumador como la mirada carente de odio que Draco le dirigía. Era casi como si no lo conociera. Como si todas sus peleas, su historia, hubiese sido escondida.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó una vez más, pero esta vez entrecerró sus ojos verdes y su voz fue apenas un suspiro—. ¿Por qué me salvaste de eso?

—Porque no te interesaba ella. Porque, al igual que yo, no quieres estar aquí.

Entonces, Draco le dirigió una última mirada, y antes de comenzar a caminar hacia la multitud, susurró muy cerca de Harry:

—En dos horas nadie notará nuestra ausencia. Espérame en la zona de apariciones. Te llevaré a un lugar donde rogarás y gemirás por quedarte.

Harry abrió los ojos desmesuradamente, sonrojándose cuando Draco desapareció de su lado. ¿Acaso… le había hecho una propuesta? ¿Una propuesta… sexual?

—Queremos agradecer a la señorita Hermione Granger y al señor Draco Malfoy por organizar este evento de una manera tan espectacular —decía el Ministro a lo lejos—. También nos sentimos orgullosos de anunciar que el señor Malfoy ha sido ascendido a Jefe del Departamento de Cooperación Mágica Internacional…

Una lluvia de fríos aplausos.

 

*

 

Draco sonrió de lado mientras observaba a ese Harry absurdamente sonrojado. Con suavidad, sujetó su barbilla, obligándolo a alzar su rostro. Acarició con su pulgar los labios hinchados y brillantes, sintiendo cómo la lengua temblorosa de Harry acudía a su encuentro. Su cabello azabache, desordenado y sedoso, nunca había lucido tan bien como esa noche. Las pupilas de Harry estaban tan dilatadas que el verdes de sus ojos casi había desaparecido. Su cuerpo temblaba de excitación.

—Me encanta cómo usas tu boca —susurró roncamente, guiando la boca de Harry hacia su pene erecto. Potter inmediatamente abrió sus labios, apresando el glande entre ellos. Succionó lento, lo más lento que pudo, como si quisiera que ese momento durara para siempre. Como si anhelara lamer cada parte de Draco toda su vida. Entonces, la lengua comenzó a moverse y Harry usó sus dedos para acariciarle los testículos. Draco jadeó y hundió sus manos en los cabellos negros para indicarle a Harry cuál era el ritmo que quería.

Potter lo complació, sujetando la base de su miembro, mirándolo a los ojos mientras tragaba aquella gruesa y caliente erección. Lo necesito, parecía decirle, quiero que estés ahora mismo dentro de mí.

Draco gruñó y alejó a Harry, sujetándolo para ponerlo de pie y empujarlo hacia la cama. Potter, en cuatro, con su trasero dispuesto para él, lo hizo estremecer. Malfoy se apresuró a separar esas redondas nalgas y lamer la caliente entrada. Un hechizo, que había aprendido a invocar cuando el sexo se volvió una simple necesidad, llenó sus dedos de lubricante con los que abrió el cuerpo de Harry, incitándole a recibirlo mientras lo sentía temblar bajo sus brazos y gemir su nombre.

Draco, Draco, Draco…

Pero él no respondió, y cuando lo hizo no susurró ningún nombre.

Draco, gimió Harry al sentir la punta del miembro entrar en su cuerpo, Draco, hazlo, por favor. Te lo suplico. Por favor.

Y por primera vez, Draco lo penetró.

Sexo.

Era un fabuloso y simple polvo.

Pero, nada más.

Cuando a la mañana siguiente despertó completamente solo, Harry observó las marcas y el semen seco cubriendo su vientre. Sintió dolor en cada parte de su cuerpo y jadeó cuando, al moverse, percibió el esperma de Draco recorriendo sus piernas. Se sonrojó y apretó los ojos mientras mordía sus labios y hundía su rostro en la almohada.

Sollozó.

Para Draco fue solo sexo, de eso no cabía ninguna duda.

Qué lástima que para Harry hubiese sido más. Mucho más.

Notas finales:

Autora al habla:

¡Hola! :3 Este capítulo fue bastante interesante de escribir, principalmente por la personalidad que Draco presenta aquí. Es seductor, pero aleja. No quiere nada profundo; ve, es sincero, obtiene, pero no mira atrás. Y para desgracia de Harry, así no funcionan las cosas para él. :( Feo. Aunque fue una curiosa forma en que lo narré. ¿Qué opinan chicos? owo ¡Gracias por todo!

¡Muchas gracias a Kuro por sus reviews!


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