Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Iron man: La llegada de Hulk por Kaulitz

[Reviews - 38]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Chapter ten.

Capítulo 10.

Bruce asintió, agradeciéndole al Dios que sea por hacer que Tony le enseñara sobre la magia muchos años atrás.

Bruce estaba seguro de que si no hubiera sabido de la existencia de la magia con anterioridad, estaría sintiéndose tan loco como Roudy y Alan en esos momentos.

Con una última mirada a sus dos amigos, que aturdidos no atinaban a hacer nada, siguió a Tony.

Bruce preferiría que jamás llegase el momento en que sus amigos vieran a Loki haciendo magia. Bruce estaba seguro de que terminarían sintiéndose aún más locos.

***

Tony sonrió. Bruce rodó los ojos. Roudy alzó una mano. Alan chocó la suya contra la de Roudy. Loki alzó las cejas.

Thor los miró a todos—. ¿Una fiesta? ¿Por qué?

—¡Porque quiero celebrar! —afirmó Tony entusiasmado—. Y la visita de Loki es una gran razón para celebrar, para invitar chicas y para emborracharnos.

—¡Vamos, Thor! —dijo Loki riendo—. Será divertido.

—¿Por qué lo dices como si mi respuesta hiciera que la fiesta se cancelara? —reclamó Thor.

—Bueno, la fiesta se hará aunque tú no estés de acuerdo —afirmó Tony seriamente.

—Porque tu respuesta es importante para mí, idiota —contestó Loki rodando los ojos—. Pero como dice Tony, la fiesta se hará sí o sí.

—Gracias por respetar mi opinión —murmuró Thor meneando la cabeza, suspirando con derrota—. ¿Cuándo será la fiesta?

***

—No, papá —dijo Tony por millonésima vez—. Es una fiesta de adolescentes.

—¡Vamos! —reclamó Howard con diversión—. Tengo alma de adolescente.

—Pero tienes cuerpo de anciano —comentó Tony alzando los hombros—. Así que no estás invitado y, claro, estás vetado de la casa hasta mañana por la mañana.

—¿Me estás prohibiendo la entrada a mi propia casa? —preguntó Howard meneando la cabeza.

—Sí, eso estoy haciendo —respondió Tony con una sonrisa en la cara—. Ahora, ¿por qué no invitas a mamá a cenar y tienen una linda y apasionada noche sin hijos?

—¿Qué sabes tú de noches apasionadas? —preguntó Howard alzando una ceja—. Eres un niño.

—Papá, casi soy un adulto —reclamó Tony—. Acabo de cumplir quince años.

Howard suspiró—. Bien, invitaré a tu madre a bailar.

—A ella le gusta bailar —asintió Tony—. Ahora, basta de charla de chicas.

—Eso es ofensivo —Le regañó Howard—. Y a nosotros, los padres, nos gusta que nuestros niños nos hablen de sentimientos, y nos digan qué tan buenos padres somos —añadió riendo.

—Esa es solo una excusa para oírme alabándote —reclamó Tony—. Pero... ya sabes que te amo; no creo que sea necesario decirte que... eres el mejor papá que pudiera tener.

Howard sonrió—. Lo sé, me lo demuestras corriéndome de mi propia casa —Tony sonrió.

—Es por mi reputación, no puedo tener a un anciano bailando en mi fiesta —aseguró, y juntos caminaron a informarle a Maria sobre la fiesta y la cena.

***

Solo llamaron a un par de personas. Entre ellos, a la chica más popular de la escuela; y, para cuando llegó la noche, la fiesta era del saber de todos. Al fin y al cabo, las fiestas de Tony eran las más populares en la historia de las fiestas populares.

La chica, Nicole, notificó la fiesta a cada persona en un tiempo récord. Y, sabiendo que la fiesta se haría esa misma noche y que solo contaban con la mitad de la tarde, era asombroso pensar que todos los conocidos y desconocidos de la escuela supieran de la fiesta de Tony.

Pero bueno, las fiestas de Tony eran las mejores, así que el entusiasmo y la rapidez con la que viajó la noticia de la fiesta era algo normal.

Para cuando llegó la noche, la mansión se encontraba repleta de gente; repleta de comida; y repleta de bebidas, tanto alcohólicas como simples sodas. La música hacía vibrar las ventanas como si fueran de plástico, y los chicos y las chicas sonreían, bebían y bailaban. Por las esquinas y los lugares oscuros, se podía apreciar perfectamente a muchas parejas que no lograban aguantar el pequeño recorrido hacia una de las habitaciones que Tony había ambientado para el uso de los invitados.

Y por ambientado quería decir que las habitaciones estaban completamente vacías a excepción de la cama y un par de muebles.

Bruce rio al ver a Tony en medio del salón, que hacía de pista de baile, bailando junto a Loki. Bruce meneó la cabeza al ver a su mejor amigo haciendo muecas que intentaban ser sensuales, pero que, al hacerlas con demasiada diversión, en realidad se veían ridículas; y Loki, frente a Tony, quien estiraba sus labios en una trompita, solo reía con diversión.

Entre risas, Bruce caminó hacia Tony y, posicionándose detrás de él, comenzó a bailar.

La temperatura comenzó a subir. Sus ojos vidriosos por el alcohol y algo más; un algo que les hacía restregar sus cuerpos.

Siguieron moviéndose. Y en algún punto, Loki desapareció, dejando solo a Bruce y Tony sobre la pista de baile. Bruce, que en esos momentos se aferraba a la cintura de Tony con lo que parecía ser posesividad. Tony, que restregaba su trasero por toda la parte delantera de su mejor amigo.

Se movían eliminando cada pequeño espacio que pudiera quedar entre sus cuerpos jadeantes. Anhelando algo que jamás pensaron anhelar.

Pronto las manos comenzaron a pasearse por el cuerpo del otro, recorriendo todas esas partes que jamás pensaron tocar.

De repente, frotar sus cuerpos por sobre la ropa no era suficiente.

De repente, ambos querían algo que no podían tener; no en medio de la pista de baile, y no frente a todas esas personas.

Sin saber cómo, en un momento estaban sobre la pista de baile, y al siguiente, estaban besándose sobre la cama de Tony.

Se besaban con desesperación, con pasión y con cariño. Se besaban por primera vez.

Borrachos. Desesperados. Jadeantes. Ni siquiera podían quitarse la ropa con eficacia.

Las manos pasaron bajo la ropa, tocando piel. Piel que se sentía ardiente allí donde la tocaban. Las manos, las cuatro manos se perdían sobre las pieles de ambos; ya ni siquiera reconocían si el cuerpo que tocaban era el suyo, o el de su compañero de cama.

No les importaba. Mientras siguieran sintiéndose así, nada importaba. Al menos no por ahora.

Quizá al día siguiente ambos se avergonzarían. Quizá ambos gritarían con horror. Quizá ambos aceptarían con entusiasmo el nuevo rumbo que su relación había tomado. Pero eso pasaría mañana; hoy, ellos solo estaban preocupados por las manos que comenzaban a meterse dentro de sus pantalones.

Bruce agarró la erección de Tony. Tony agarró la erección de Bruce. Bruce comenzó a mover su mano y Tony lo imitó.

Tony bajó sus labios, besando el cuello de Bruce. Bruce gimió, sintiendo los dientes de Tony mordisquear su piel.

Cambiaron de posición tantas veces que ya no recuerdan quién comenzó abajo y quién comenzó arriba. Ahora no había nadie arriba ni nadie abajo. Ambos estaban de lado. Sus miradas fijas en el otro. Sus manos unidas; Bruce movía una de sus manos sobre su propia erección, mientras que la otra se movía sobre la de Tony; y Tony hacía lo mismo, así que sus manos estaban unidas sobre ambas erección. Sus pies entrelazados uno sobre el otro. Sus pechos casi tocándose. Sus rodillas golpeándose ocasionalmente. Estaban tan cerca que las puntas de sus erecciones se tocaban cuando movían la cadera, buscando más fricción.

Y, de repente, todo acabó.

Segundos después de eyacular, ambos se encontraban dormidos.

***

Tony abrió un ojo. Seguro de que su dolor de cabeza no era normal. Seguro de que tenía una enfermedad incurable y moriría en menos de una hora.

El sol le daba directo en los ojos, mareándolo, y el dolor de cabeza no hizo más que aumentar.

Tony giró la cabeza, encontrándose con el rostro de Bruce a centímetros del suyo. Alarmado, notó que lo único que les quitaba la desnudez a ambos, era una camiseta. No pantalones. No ropa interior. Ni siquiera un miserable calcetín.

Solo una camiseta. Una pequeña camiseta que no alcanzaba a tapar sus partes íntimas.

Las sábanas en el suelo. El cuerpo semidesnudo de Bruce plácidamente descansando sobre Tony. Los brazos rodeando el pecho de Tony. Su boca babeando sobre el hombro.

—Bruce —murmuró Tony, agarrándolo del hombro—. Bruce, ¿estás despierto?

—No —murmuró Bruce en respuesta, girándose. El trasero de Bruce, claramente visible, se posicionó contra la cadera desnuda de Tony. Tony hizo una mueca.

—Bruce —susurró Tony otra vez—. Bruce.

—¿Qué? —preguntó Bruce dándole un manotazo a Tony. En la entrepierna.

Silencio. Con un solo movimiento, absolutamente todo quedó en silencio. Bruce giró la cabeza, fijándola en su mano. Bruce miró a Tony, su rostro sonrojándose. La mano de Bruce seguía sobre la entrepierna de Tony.

Era incómodo. Demasiado incómodo.

—Bruce —suspiró Tony, intentando no moverse.

—¿Sí?

—Quita tu... —La mirada de Tony bajó hacia su entrepierna, donde la mano de su mejor amigo seguía cómodamente posicionada.

—Oh... —murmuró Bruce mirando su mano con algo parecido a la traición. Tony se removió, incómodo. Bruce no quitó la mano.

El pequeño acomodamiento de Tony provocó, obviamente, que la mano de Bruce se frotara contra su entrepierna.

—Oh... —suspiró Tony, girando la cabeza para mirar a Bruce. Bruce movió su mano de forma tentativa.

Tony aguantó la respiración, su mirada fija en Bruce. Y, al ver que Tony no lo estaba rechazando, la mano de Bruce comenzó a moverse con más confianza.

Se quedaron congelados. La entrepierna de Tony se alzaba con orgullo. La mano de Bruce se posaba sobre la erección de su amigo. Y James los miraba a ambos desde la puerta.

—Yo... —dijo James, incómodo.

Tony, con las mejillas ardiendo de vergüenza, se agachó para recoger las sabanas del suelo. Bruce, saliendo de su estupor, separó su mano de la caliente erección de Tony al tiempo que su amigo los tapaba a ambos.

—¿Qué haces...? —Tony se aclaró la garganta—. ¿Qué haces aquí, James?

—Vine a la fiesta, ayer —respondió James, parpadeando asombrado—. Los hubiera saludado, pero estaban un poco... ocupados. Y creo que hoy también.

Tony y Bruce se sonrojaron, mirando a todos lados menos al otro.

—Creo que debería irme... —comentó James al ver que los otros no contestaban—. Los espero abajo, demórense todo lo que quieran.

Cuando James salió de la habitación, aún estaba sorprendido.

Y la habitación volvió a quedar en silencio. Las miradas de ambos se evitaban con incomodidad; solo podían mirar sus propias camisetas, manchadas con lo que solo podía ser semen seco, como un recordatorio de lo que hicieron.

Lentamente, de forma disimulada, las miradas comenzaron a viajar, moviéndose con lentitud hacia el rostro del otro. Sus miradas se encontraron.

Alarmados, desviaron la mirada nuevamente.

Fueron las manos esta vez, las que comenzaron a moverse de forma lenta, hasta llegar una al lado de la otra. Un pequeño dedo frotándose contra otro pequeño dedo mientras sus dueños miraban hacia otro lado con las mejillas ardiendo de anhelo, de vergüenza y, claro, un poco de deseo. Pronto se unió otro dedo, y luego era la mano completa la que acariciaba otra mano.

Y Los dedos se entrelazaron, cómodos; como en casa.

Y las miradas se encontraron.

Y las sonrisas salieron. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).