Capítulo 11
Y Los dedos se entrelazaron, cómodos; como en casa.
Y las miradas se encontraron.
Y las sonrisas salieron.
***
Bajaron las escaleras como si nada hubiera cambiado. Como si el gran giro en su amistad no hubiera tenido lugar la pasada noche, ni nunca. Como si no hubieran pasado la última hora besándose sobre la cama de Tony.
Y, en efecto, nada había cambiado. Seguían siendo Tony y Bruce, juntos como siempre. Los inseparables. Los mejores amigos y algo más, desde ese mismo momento.
Para ambos, era solo otra de las caras de su amistad; la más extraña hasta ahora. Era solo otra forma de confiar en el otro. Solo otra forma de querer.
Seguían siendo Tony y Bruce, solo que con un poco más de desnudez.
Seguían siendo Tony y Bruce, y eso no cambiaría jamás.
Ellos eran amigos, solo amigos. Podían tocarse, sí; podían besarse, también; pero solo eran amigos. No había nada formal entre ellos, no aún. Pero ambos sabían que lo habría, ambos sentían algo creciendo dentro de ellos. Sentimientos gestándose con lentitud, pero con fuerza. Alimentándose del cariño y la confianza que ya se tenían. Y ambos estaban muy bien con ese futuro.
Por ahora solo disfrutarían de esta nueva cara de su relación.
***
Bajaron las escaleras como siempre; pues aunque todo había cambiado, en esencia, nada lo había hecho.
Se quedaron mirando toda la sala, donde Thor y Loki miraban la televisión, fascinados.
—Son como los Gigantes de hielo pero... más enanos —dijo Thor lanzando una pequeña mirada hacia su hermano.
—Son enanos de hielo —aseguró Loki—. Viven atrapados en esa caja mágica, Tony me lo dijo —agregó.
—¿Le dijiste eso? —preguntó Bruce golpeando a Tony. Thor y Loki se giraron, dándose cuenta de la presencia de los otros.
—Era una broma —murmuró Tony, frotándose el brazo lastimado—. Lo siento, Loki; no son enanos de hielo, se llaman pitufos y no viven en la televisión.
—Y, ¿dónde viven? —preguntó Loki frunciendo los labios; no le gustaba equivocarse.
—No viven —respondió Bruce, sentándose en uno de los sofás individuales—. Son dibujos animados, de mentira, de ficción.
—Oh —murmuró Loki mirando la televisión—. Se ven muy reales, y se mueven...
—No son reales —afirmó Tony alzando sus hombros—. Y no se ven reales.
—En ese caso, cambiaremos de tema y olvidaremos que le has mentido al Dios de las mentiras —dijo Loki, acomodándose en el costado de su hermano—. Fue muy buena, por cierto.
—¿Verdad? Porque yo pienso que es... —Tony fue interrumpido.
—Chicos —dijo James entrando al salón—. Les traje algo para que coman.
—Gracias —dijo Tony.
—¿No deberías estar en la escuela? —preguntó Bruce agarrando un sándwich del plato que James les tendía.
—Universidad, Bruce, universidad —repitió James como quien lo ha hecho muchas veces.
—Es lo mismo —desestimó Bruce. Tony se sentó sobre el brazo del sofá de Bruce.
—Por cierto, James —comenzó Loki—. ¿Qué estudias en esa... universal?
—Universidad —corrigió James—. Y estudio periodismo —agregó con simpleza.
—Periodismo —murmuró Loki intentando darle sentido a la palabra.
—Tiene relación con las noticias —dijo James, acomodándose en el único sofá disponible—. Los periodistas nos preocupamos de reunir las noticias, y armarlas de tal manera en que sea fácil para el lector comprender todo lo que en ella se dice; no buscamos entretener, buscamos informar.
—James tiene pasión —dijo Bruce sonriendo—. Por cierto, ¿dónde están Alan y Roudy?
—Duermen, creo —respondió Loki con desinterés—. Se durmieron mucho más tarde que ustedes —Bruce y Tony se sonrojaron, recordando la razón de dormir temprano. La mirada de Tony pegada en la de Bruce. La mano de Bruce sobre la rodilla de Tony.
Y pronto, todos estaban lo suficientemente metidos en la televisión como para notar la mano de Tony uniéndose a la de Bruce.
***
Era el adiós.
Esa misma tarde, Thor y Loki debían regresar. Ambos estaban seguros de que todos en Asgard sabrían de su escapada. Ambos estaban seguros de que habrían guardias esperando por ellos en... Thor y Loki se miraron, como si se hubieran leído la mente.
—¿Cómo llegaremos a Asgard? —preguntó Loki entrecerrando los ojos.
—Tú eres el genio —comentó Thor meneando la cabeza.
—El genio soy yo —interrumpió Tony alzando la mano—. Y la única forma de volver, es por donde llegaron.
—Estos portales son de una dirección, por eso no son oficiales —afirmó Loki rodando los ojos—. Yo ya había pensado en esa opción; y no podemos llamar a Heimdall.
—¿Cómo puedes estar seguro de que esos portales son de una dirección? —preguntó James, intrigado.
—Lo deduje —respondió Loki—. La densidad del aire, por lo escondido que estaban, dividido en que nadie los conoce, más tres; da solo una dirección.
—Tu forma de deducción me asombra —dijo Tony asintiendo—. Pero te ha faltado calcular el viaje de dos personas, así que uno por dos, es dos. El portal es de dos direcciones.
—Oh Dios —dijo Loki, asombrado—. ¡Tienes razón, la respuesta es dos!
—¿Es una broma? —preguntó Bruce, desconcertado.
Loki sonrió—. Por supuesto que sí, no sé de cuántas direcciones sea el portal.
—Debemos ir a ver —dijo Tony asintiendo.
—¿Sabías que era una broma? —preguntó Bruce a Thor, en susurros.
—Por supuesto —murmuró Thor, entusiasmado—. Me llegaban travesuras al cuerpo, sabes que siento lo que siente Loki, ¿verdad? Estamos conectados y... —Bruce se adelantó, dejando a Thor hablando solo.
—¿Todos los Asgardianos serán así de extraños? —pregunto Bruce mirando a su hermano.
—Loki y Thor no son los únicos —respondió James riendo—. Tu novio también es extraño.
—Aún no es mi novio —rebatió Bruce, sonrojándose. Tony, unos pasos por delante, sonrió al escuchar a escondidas.
Llegaron en poco tiempo, después de todo, tenían un gran automóvil y un excelente chófer; y claro, el portal estaba cerca.
—Allí, entre esos dos árboles —dijo Thor cerrando los ojos—. Puedo sentir magia.
—¿Thor siente la magia? —preguntó Bruce, extrañado.
—Algo así —dijo Loki—. Esto es demasiado fácil... Si solo tuviéramos que cruzar esos dos árboles, cualquier humano hubiera llegado a Asgard —Y, para confirmar, Loki pasó a través de los dos árboles; no pasó nada.
—Un interruptor —dijo James de repente. Loki asintió de acuerdo.
Y todos comenzaron a buscar. Y buscaron por mucho tiempo.
—¿La magia no puede abrirlo? —preguntó Bruce, cansado.
Loki negó con la cabeza—. Jamás he escuchado de portales abriéndose con magia.
—¿Con qué se abren? —preguntó Tony, extrañado—. Aquí se piensa que la magia abre muchos portales que sean... mágicos.
—Se abren con acertijos o adivinanzas —respondió Thor—. A veces con un sacrificio, a veces con nada.
—Este portal no tiene ninguna inscripción, es claro que no pide ninguna respuesta —terminó Loki. Pensando. Y pensando. Y pensando.
—¡La magia! —dijo James levantándose—. No pude dejar de pensar que aquí, en la Tierra, en Midgard, la magia sí abre portales; es un acertijo, sí, pero la respuesta es la magia.
—Comprendo, es un acertijo —asintió Loki—. ¿A quién se le ocurriría hacer magia para abrir un portal? Solo a los mortales de la Tierra. Tierra que estoy pisando en estos momentos.
Loki cerró los ojos, concentrándose, alzó ambas manos. Y nada. No pasó nada.
—La magia no abre portales mágicos —murmuró Loki, sus labios parándose en una trompita.
—No, no; creo que el portal es inteligente —dijo Tony—. ¿La magia abriendo el portal cuando no se ha visto jamás? Solo pierde ser inteligencia, después de todo, está hecho de magia.
—La magia es inteligente —confirmó Loki sonriendo—. La magia fue la que me unió a Thor, gracias a ella tengo una gran... conexión con Thor.
—Y no olvides que gracias a tu valentía estoy vivo —añadió Thor, guiñándole un ojo a su hermano.
—¿De qué están hablando? —preguntó James de entrometido.
—Cuando era pequeño casi muero —afirmó Thor, como si no tuviera importancia—, y Loki me salvó con su fabulosa magia; pero el hechizo tenía efectos malignos y su magia creó una conexión entre nosotros para contrarrestar los efectos secundarios.
—Así que la magia sí es inteligente —murmuró Tony—. Como la inteligencia de un robot, con la ligera diferencia de que no es artificial...
—Esa es la razón de que me hayan nombrado héroe —dijo Loki mirando a Tony—. Y aunque eso fue muy fabuloso, de toda mi infancia, este grandote es quien se lleva la corona a "la mejor cosa que me ha pasado en la vida" —añadió girándose para mirar a su hermano, procurando enviar sinceridad y cariño a través de su vínculo. Thor sonrió.
—Volviendo al tema del portal —interrumpió James con pesar—. Ya dejamos claro que el portal es inteligente y, como tal, debería saber que ambos pueden hacer magia...
—¿Cómo sabes que puedo hacer magia? —preguntó Thor frunciendo el ceño
—Es deducible —respondió Tony en vez de James—. Hace unos minutos dijiste que sentías la magia, y, luego de saber sobre su vínculo, no es extraño pensar que también intercambiaron poderes —terminó alzando sus hombros.
—No te has equivocado en nada —aseguró Loki asintiendo—. Y, ya que el portal debería sentir los dos núcleos de magia, debe estar esperando que ambos la usemos.
Loki agarró la mano de Thor, y ambos cerraron los ojos. Solo las manos unidas fueron alzadas y ubicadas exactamente frente al portal.
El espacio entre los dos árboles se iluminó. El portal estaba abierto.
Se abrazaron entre todos. Apretadamente. Con cariño.
—Volveremos pronto —afirmó Loki abrazando a Tony. Sus cuerpos presionados con fuerza.
—Estaremos esperando —respondió Tony, viendo a su amigo separarse para luego agarrar a Thor de las manos y desaparecer por entre los árboles.
***
El camino de regreso a Asgard fue mucho más rápido y simple, sin tantos cambios de temperatura. Fue aburrido.
En menos de un parpadeo se encontraban frente a Asgard. Y nadie esperaba por ellos.
—Creo que nadie se dio cuenta de nuestra ausencia —murmuró Thor con entusiasmo.
—Será nuestro secreto —afirmó Loki asintiendo. Y juntos entraron al castillo.
***
Mientras Tony, Bruce y James despedían a Thor y Loki; en la mansión, en las habitaciones para los invitados, Alan despertaba frente a una hermosa y desnuda chica. Alan sonrió.
En otra habitación, Roudy se vestía con rapidez, alarmado y avergonzado; detrás de él y sobre la cama, un chico dormía boca abajo mostrando su desnudo trasero.
En una habitación, sobre la cama de un hotel, lejos de allí, Howard y Maria alargaban su noche sin hijos.