Capítulo 13.
El hombre, sentado en un enorme sillón negro, agarró su teléfono y marcó un número—. Hail HYDRA —saludó en cuanto descolgaron—. En dos meses. Díganselo al soldado.
—Hail HYDRA.
***
Howard caminó hacía su esposa. Y en cuanto llegó a su lado, Howard la besó como siempre la besaba; con pasión, con cariño, con amor.
—Te amo, lo sabes, ¿no? —preguntó Howard con voz suave.
—Claro, ¿por qué preguntas? —preguntó Maria en respuesta. Sus frentes presionándose juntas.
—Solo quería que lo supieras —Howard le quitó importancia.
—Estas preocupado. —No era una pregunta, Maria estaba afirmándolo, completamente segura gracias a tantos años de convivencia.
—No es importante. —Y claramente era una mentira, de las más enormes, pero Maria no lo sabría jamás.
—¿Seguro? —preguntó Maria alzando una ceja.
—Sí, es solo que... habrás notado la actitud de Tony y Bruce, ¿verdad? —preguntó para desviar la atención de su esposa.
—Lo he notado —respondió Maria haciendo una mueca—. ¿Te tiene preocupado que nuestro pequeño, quizá, prefiera...?
—Por supuesto que no —desestimó Howard haciendo un gesto vago—. Si tuviera una mente pequeña no podría usar mis manos para crear algo maravilloso a partir de un pedazo de madera. O de metal. O de lo que sea...
—Tony es muy afortunado por tenerte —murmuró Maria besando los labios de Howard—. Y yo también lo soy —sonrió, feliz.
—Y yo soy afortunado en tenerlos, a ambos —afirmó Howard riendo.
Y así era, ambos eran afortunados, no, no ambos, los tres. Los tres eran afortunados.
***
Howard se encerró en su estudio por días.
Nadie sabía que estaba haciendo. Nadie podía entrar, ni siquiera su hijo.
Todas las mañana, y a la hora del almuerzo, y en la tarde, y para la cena, había una bandeja con comida fuera de la puerta. Y todos los días, las bandejas aparecían sin alimentos.
Pero nadie veía a Howard.
Dentro de la habitación, Howard se encontraba sentado frente a una cámara, con un vaso de whisky en la mano. Estaba hablándole a la cámara.
—Hace años, cuando no sabía como demostrarte mi cariño, cuando no sabía como ser padre, grabe una cinta parecida a esta; no me atrevía a confesar mi amor por ti, así que preferí decírselo a una cámara —Howard comenzó a reír, dándole sorbos a su vaso de whisky—, no tienes ni idea de cuanto me alegra ser capaz de decírtelo a la cara, hijo... y me alegra saber cuan fácil es decirte te quiero...
—No puedo contarte todo cara a cara, como me hubiera gustado, porque eres demasiado pequeño para comprenderlo, y sí, Tony, recuerdo perfectamente que tienes quince años, me lo repites a cada minuto; le dejaré estas cintas a quien será mi sucesor, él te lo explicará todo cuando sea el momento, pero Tony, no confíes en él, no confíes en nadie. Solo la familia puede ser tu confidente; y por como están las cosas, solo tendrás a Bruce, James, y Alice. Cariño, lo siento, lo siento mucho, me hubiera gustado tener esta conversión cara a cara, me hubiera gustado explicártelo con calma, pero no se podrá... así que solo me queda decírtelo a través de esto, para que lo escuches de mis labios; Tony, soy uno de los fundadores de S.H.I.E.L.D, una organización inteligente cuyo fin era el de proteger a los humanos —Howard guardo silencio, sin saber que más decir. Suspiró—. Cometimos errores. El mayor fue creer que ellos se podrían "rehabilitar", fuimos unos idiotas —murmuró Howard meneando la cabeza.
Cerró los ojos, tomando el último sorbo a su vaso—. No debimos dejar que Hydra se infiltrara —susurró en silencio, tan bajo que a la cámara le costo captarlo—. Hay otra organización, Tony, y nos quieren muertos. Y estoy completamente seguro de que están aquí, entre nosotros, pero no puedo hacer nada...
—No sé quienes son —explicó Howard luego de un pequeño silencio—. No sé cuando atacarán. Tony, no sé nada, y es irónico porque S.H.I.E.L.D lo sabe todo, oh, bueno, casi todo... pero es difícil saber algo cuando una parte importante esta siendo borrada por tus compañeros, en los que has confiado, con los que has compartido, con los que... —meneo la cabeza—. Pero te prometo intentar todo para estar contigo, Tony, para poder ser yo quien te lo cuente, cuando seas grande...
—Si no puede ser, espero que Nick te entregue todas las cintas —dijo con la mirada fija en la cámara—. No lo conoces aun, pero estoy seguro de que él te contactará cuando llegue el momento, por ahora, cuídate.
Howard se levantó, se acercó a la cámara, y dijo—. Jamás olvides que te amo, y que donde quiera que este, estaré mirando por ti.
Y la cámara se apago.
***
Howard miró el pequeño frasco con unas gotas de un liquido de llamativo color azul. Lo último que quedaba del suero del supersoldado.
Había llegado la hora de utilizarlo.
Howard comenzó a experimentar, sin estar completamente seguro de lo que hacía. Completamente seguro de lo que esperaba.
Howard no lo dijo en la grabación, no quería levantar esperanzas inútiles. Howard no quería decirle a su hijo que tenía un plan, pues si todo salía mal, sería Tony el que estaría triste.
Howard tenía un plan, y esperaba con todo su corazón; por el bien de él y el de su familia, esperaba que todo saliera como él lo planeo.
Howard comenzó a mezclar sustancias, y a estudiar sus partículas, y a hacer todo lo que hacen los científicos. Howard comenzó a moverse como si ni siquiera lo pensará, como si estuviera en su naturaleza el crear cosas con sus manos. Y quizá así era.
Habían pasado horas, quizá días, Howard no lo sabía.
Howard miró el suero, ahora mucho más que un par de gotas, y esperaba, con esperanza, que todo saliera bien.
Por el momento, Howard comenzó a acomodar las cosas que debían estar listas en cuanto él ya no estuviera.
Howard estaba seguro de que si el plan no salía como debería, toda su familia estaría en peligro; así que él solo podía esperar a que todo se hiciera como lo tenía pensado.
Si no, tendría que morir sabiendo que su hijo viviría sin él, a las sombras de algo que debería ser parte de su legado, ignorando la existencia de algo que para él era tan importante.
Si nada salia como Howard esperaba, Tony crecería sin saber sobre la mayor creación de su padre.
Por ahora, Howard estaba exhausto, de tanto planear, de tanto pensar, y solo quería aprovechar a su familia por lo que quizá, serían sus últimos días.
Howard no se estaba rindiendo, no, solo estaba dejando de lado lo que no era importante, como el hecho de no poder hacer nada para evitarlo, y aprovecharía esos días con su familia.
Además, él tenía un plan. Y el plan consistía en no hacer nada.
Las cintas de vídeo se guardaron, sus maquetas fueron selladas, papeles fueron escritos, testamentos fueron firmados. Sí, Howard debía dejar todo listo.