Capítulo 17.
Y de esa forma encontraron una buena ocupación para Alan y Roudy. Mientras Tony y Bruce creaban las cosas en su laboratorio, Alan y Roudy eran los encargados de calificar los objetos, de determinar cuál recibía el visto bueno, y cual se iba a la basura.
Para todos, fue una gran forma de organización.
***
Alan frunció los labios, indeciso. Estaba en una gran tienda, intentado comprar un regalo para el cumpleaños de Tony, que se llevaría a cabo el día siguiente.
¿Qué se le puede regalar a alguien que puede tenerlo todo? Él no lo sabía, así que para poder comprarle un buen regalo a uno de sus mejores amigos, tuvo que arrastrar consigo a Roudy Y a Bruce. Así que ahí estaban, en la tienda más grande y cara que encontraron, en el pasillo de los perfumes, con una pequeña caja en cada mano, sin saber cuál de los dos perfumes debería elegir.
—El de pino, por supuesto. —Era lo único que repetía Roudy.
—Siempre usa este —repetía Bruce sin cansarse.
—Pero Alan debe regalarle algo nuevo, que jamás haya usado —repitió Roudy como llevaba repitiendo desde que llegaron.
Alan suspiro, maldiciendo el momento en que pensó que sus amigos serían de ayuda.
Tiempo después, ya con el regalo en mano, comprado y perfectamente envuelto, Alan caminó hacía la mansión Stark junto a Bruce y Roudy, dispuesto a ayudar a armar el cumpleaños de Tony.
***
Alice estaba nerviosa, y como no estarlo si era posible que sus mejores amigos murieran en un día. Dejándole aparte del dolor, la responsabilidad de acompañar y cuidar de Tony.
—Tranquilízate—pidió Howard acercándose a ella—. Todo saldrá bien, hemos repasado el plan un montón de veces, lo has perfeccionado otro millón más, tengo verdadera confianza en nuestro plan.
Alice suspiró, intentando calmarse—. Mañana...
—Mañana —corroboró Howard fijando su mirada en Tony, que reía junto a sus amigos—. Por cierto, hay algo que quisiera mencionarte...
—Dime.
—Sé que te enojarás por esto—comenzó, haciendo que el ceño de Alice se frunciera—.Pero es necesario para garantizar la felicidad tanto de mi hijo como del tuyo... por favor, no interfieras en la relación que se está gestando entre ellos, si es que muero, tómalo como mi último deseo... y si no, no debes preocuparte por nada, yo asumiré la responsabilidad por ambos... solo déjalos ser felices, es lo único que quiero para mi Tony.
—¿Puedo hablar yo? —pidió luego de que Howard guardará silencio—. Eres un idiota si crees que podría hacer algo que impidiera la felicidad de Tony, y ni hablar de Bruce, por supuesto que quiero que sean felices, y si lo son entre ellos, ¡pues bienvenidos sean! Y esto es por lo de tu último deseo —añadió golpeándolo fuertemente en el hombro—.No juegues con eso, que si mueres no tendré a quien llamar imbécil.
—Lo siento —murmuró Howard alzándolos hombros—. Prometo hacer de todo para sobrevivir…
Alice suspiro—. Solo lo aguanto porque mañana... —Howard asintió con aparente agradecimiento.
—Porque para mañana, quizá, ya no este respirando…
—Cállate —murmuró Alice sonriendo de repente—. ¿Está todo listo, Maria?
—Sí —respondió—, solo me estaba preguntando, ¿qué hacías golpeando a mi esposo? —preguntó Maria con diversión.
—Oh, solo estaba siendo un estúpido, como siempre —respondió Alice riendo—. Los dejo, iré a ver si mis niños necesitan algo.
Maria asintió—. Cariño, no olvides que mañana iremos a buscar el pastel de Tony.
—No podría aunque quisiera —murmuró Howard besando a su esposa—. ¿Te divertiste decorando?
—Sí —respondió—. Aproveche el tiempo e hice un pastel para Tony, para que comamos en el desayuno, solo nosotros tres —comentó sonriendo, y Howard la imitó, intentando alejar la preocupación que sentía por lo que ocurriría al día siguiente—. Quedo bastante lindo.
—Si fue hecho por ti, debió quedar perfecto —murmuró besándola nuevamente.
***
Tony refunfuño—. Mañana es mi cumpleaños, ¿por qué no puedo tener un besito? ¿Pequeñito?
—Porque están tus padres, y mi madre, y nuestros amigos —respondió Bruce con voz firme.
—¿Te avergüenzas de mí? —preguntó haciendo un puchero, sus ojos mirando fijamente a su amigo.
—No caeré bajo tu falso rostro de tristeza —dijo Bruce—. Y no me avergüenzo, pero que les diríamos a nuestro padres, ¿que somos de esos amigos que se besan y se tocan?
—No sería mentira —murmuró Tony con una sonrisa.
—Imbécil —murmuró Bruce riendo—. Pero hablando en serio, ¿no sería mejor decirles a nuestros padres cuando…?
—Cuando aceptes ser mi novio —dijo Tony interrumpiendo a Bruce, quien alzo las cejas, sorprendido.
—¿Esa fue una propuesta? —preguntó confundido—. ¿Quieres ser mi novio?
—Acepto.
—¿Qué? No, yo… —suspiró—. Idiota, no te lo estaba preguntando.
—Pero ya me lo has preguntado, y yo acepte —dijo Tony con simpatía—. Ahora somos novios.
—Creo que fui estafado —murmuró Bruce meneando la cabeza.
—¿Qué? ¿No quieres ser mi novio? Me han dicho que soy el mejor novio que una persona puede desear…
—Nunca has tenido novia, Tony, no seas mentiroso —dijo Bruce—. Y yo no he dicho que no quiero… es solo que, ¿es en serio? Fui engañado…
Tony suspiró—. ¿Quieres ser mi novio? Y, ¿tener muchas citas, y besos, y momentos sensuales?
—Bien, acepto —respondió Bruce—, pero solo porque la parte sensual suena llamativa.
—Así que… somos novios —murmuró Tony pensativamente—. No siento nada diferente, ¿tú?
—No, me siento igual que hace diez minutos —respondió—. Quizá si nos besamos…
Juntaron sus labios, intentando ver si el nuevo estatus de su relación había cambiado algo, pero no. Todo seguía exactamente igual, sentían lo mismo que cuando no eran novios, sentían el mismo cariño y el mismo sentimiento de pertenencia. Y mientras sus lenguas se frotaban juntas, llegaron a la conclusión de que eran novios desde hace mucho, mucho antes de decirlo formalmente.
—Nadie más, ¿sí?—murmuró Bruce desabotonando la camisa de Tony—. Solo nosotros…
Tony asintió, distraído, con los labios pegados a la mandíbula de Bruce—. Solo nosotros, sí… me gusta.
Y en ese mismo instante, en ambos, comenzó a crecer un pequeño sentimiento de posesividad. Pero eso estaba bien, pues estaban juntos en esto, en todo.
***
Alice subió las escaleras, y caminó hacía la habitación de Tony. Alzo una ceja al ver la puerta mal cerrada, y empujo. Ahora las dos cejas estaba alzadas, y Alice miraba sorprendida hacia la cama de Tony, donde él y su hijo la miraban alarmados, semidesnudos y completamente sonrojados.
—Esperare abajo…
Y Alice se prometió a si misma cuidar de lo que sea que se estuviera gestando entre ambos, Tony y Bruce, no solo por el supuesto último deseo de su mejor amigo, sino también por la felicidad de su propio hijo, y de Tony, su hijo de cariño. Por ahora, solo les daría un susto por esconder algo de ella.
En la habitación, aún semidesnudos, Bruce y Tony compartieron una mirada asustada