—Feliz cumpleaños —murmuró comenzando a llorar—. Tony…
—¿Qué pasa? —preguntó alarmado—.¿Estas bien? ¿Alice?
—Tus padres, Tony —susurró Alice entre sollozos—. Tony, tus padres…
Y mientras la música seguía sonando, y las personas bailaban despreocupadas en el salón de su mansión, Tony comenzó a llorar.
***
Tony corrió, seguido por Alice, James, y sus amigos, todos angustiados por el futuro de los padres de Tony. Mientras ellos corrían por los pasillos como si la vida se les fuera, los pacientes de todo el edificio sentían la agitación del lugar, y no era para menos, cada doctor, enfermera y auxiliar de la salud sabía lo que estaba pasando. El rumor se había esparcido, una de las parejas más poderosas y adineradas del país habían sido asesinadas, y los cadáveres se mantenían en ese mismo establecimiento, esperando a que los vivos se decidieran a hacer pública la noticia, a que se llevará a cabo un funeral como corresponde, ellos simplemente esperaba con la paciencia de un muerto, de alguien que puede esperar por toda la eternidad.
Tony corría preocupado, sin saber ni imaginar la noticia que le darían en unos cuantos minutos más.
Cerca de allí, Ange corría, también, llevando los papeles correspondientes para notificar la muerte de Maria Stark, y corría desesperados, maldiciéndose a sí misma y refunfuñando, por nada más que el arribo tardío que había tenido el cadáver, hecho que la retrasó en demasía.
—¿Cómo están mis padres? —preguntó Tony cuando el doctor salió de la sala.
—¿Es usted Anthony Stark? —preguntó el doctor con una mirada compasiva. Tony asintió con la cabeza—. Perfecto, ¿hay un adulto con el que pueda hablar? —preguntó seriamente.
—Yo, señor —habló Alice alzado una mano. Howard había ordenado ensayar el siguiente dialogo un montón de veces, con el fin de lograr que la noticia sea dada con el mayor tacto posible, cada palabra y, en general, cada parte del plan de Howard fue hecho pensando en su hijo, en vivir para verlo crecer, para acompañarlo y enseñarle lo que no había podido enseñarle en los quince años que llevaban siendo familia.
—¿Pueden tomar asiento, por favor? —preguntó con voz calmada—. Es importante que sepan que es lo que ha ocurrido —comenzó—, Howard y Maria Stark fueron atacados, se desconoce quién fue el atacante. Ambos llegaron aquí y se le practicó la reanimación en ambos, pero… —Fue interrumpido.
—Comprendo, ¿puedo verlos? —preguntó Tony con la mirada fija en el suelo.
—Tony—murmuró Bruce tomando de la mano a su novio.
—¿Me acompañas? —Fue lo único que pregunto.
—¿Va a ir con ellos, señora…? —preguntó mirando hacia Alice.
—Banner, Alice Banner —respondió asintiendo—. Quiero ir, ellos… ellos eran mis amigos.
Marcus asintió y los llevo dentro de la sala que mantenía aislada.
Tony se detuvo, congelado, frente a él y sobre las camillas, sus padres parecían dormir. Se acercó en silencio, admirando los rostros pacíficos de sus padres, alzo una mano y entre temblores, toco el rostro de su padre.
Los sollozos llenaron la sala—. Esta frio —murmuró Tony acariciando el rostro de su padre—. Bruce, esta frio —repitió restregando su mejilla.
Bruce se acercó con lentitud y se aferró a la mano de Tony, sin saber que decir, sin saber que hacer.
—Yo… —murmuró Bruce.
—No digas que lo sientes —pidió Tony sin dejar de acariciar el rostro de su padre, sin dejar de recorrer cada espacio que podía alcanzar con sus dedos—, no es tu culpa… —Bruce asintió en silencio.
—¿Hola? —Se escuchó una voz insegura, todos se giraron, encontrándose con un hombre asomando la cabeza por la puerta de la sala—. Lamento molestar, Howard era amigo mío, un muy buen amigo, ¿puedo pasar a despedirlo? —preguntó con la vista fija en Tony.
Tony miró a Alice, sin saber qué hacer. Alice miró a Marcus, sospechando. Marcus asintió.
—¿Quién es usted? —preguntó Tony educadamente.
—Louss Reegh —contestó el hombre. Alice alzó las cejas, riendo por dentro.
Estaba claro, el hombre era parte de Hydra, el agente que habían mandado para corroborar la muerte de Howard, el hombre, ingenuamente había dado una identidad falsa, creyendo que nadie sabría su verdadera identidad, desafortunadamente para él, Alice había estudiado a muchos agentes de S.H.I.E.L.D, y ella tenía muy buena memoria.
John Seera era el verdadero nombre del hombre parado frente a Alice.
—Puede pasar —habló Alice haciéndole un gesto a Marcus—, después de todo, era amigo de Howard…
Marcus asintió, sabiendo que debían dejar pasar al hombre para que pudiera corroborar que el plan de Hydra había salido bien. Lo vieron acercarse al cuerpo de Howard y tocarle la mejilla, casi como si estuviera acariciándolo.
—No merecías esto, amigo —murmuró lo suficientemente fuerte para que todos en la sala escucharan—. Ninguno lo merecía…
Tony y Bruce fueron los únicos en pasar por alto la salida de Louss, ¿o quizá debía ser llamado John? Alice no lo sabía, y tampoco le importaba, ella salió discretamente con la excusa de adquirir café y siguió en silencio a Louss-John.
—Papá —murmuró Tony detallando una de las cejas de Howard, acariciando—. Hay… hay algo que no pude decirte —confesó sin quitar la mirada de su padre—, estoy… estoy enamorado.
—Tony —murmuró Bruce con cariño.
—Estoy enamorado de Bruce —continuó como si Bruce no lo hubiera interrumpido—, y aunque no tuve la oportunidad de decírtelo mientras estabas conmigo, me gusta pensar que esto servirá de algún modo… me gusta pensar que en realidad no te fuiste, que estás aquí junto a mí, escuchando cada palabra que te digo… que aunque no pueda verte, no me dejarás —susurró mientras sus ojos se llenaban de agua—. No quiero estar solo, papá, así que por favor, por favor, quédate conmigo, aunque no pueda verte, aunque no pueda sentirte, aunque no pueda abrazarte ni sentir, déjame pensar que te quedarás conmigo hasta que yo deje de respirar, y… y que en algún momento podremos estar juntos otra vez, como una familia… —comenzó a reír suavemente, limpiando sus lágrimas—. Lo siento, lo siento —murmuró entre risillas—, es que creer que mi padre este junto a mí, siendo invisible…
—No te disculpes —dijo Bruce sonriéndole a su novio—, puedes creer lo que sea, mientras te haga sentir bien… si quieres, puedes pensar que Dios se ha llevado a tu… —Fue interrumpido.
—Lo intente, ¿sabes? —murmuró distraído mientras se acercaba a su madre—, creer en Dios, y en que ahora él estaría mejor… —confesó mientras que de forma distraída, peinaba el cabello de Maria—, pero sabes que no soy muy devoto y al segundo siguiente lo olvidé… creo que… prefiero creer que ellos están aquí, cuidándome. Si quieren ir al cielo, me gustaría acompañarlos —Bruce frunció el ceño, viendo a Tony seguir hablando sin notar su preocupación—, así que… quédense aquí conmigo, ¿sí? Luego, cuando sea mayor, juntos iremos a conocer el cielo… y celebraremos nuestro reencuentro con fiestas, haremos muchas fiestas —prometió.
—No creo que el cielo funcione así —murmuró Bruce meneando la cabeza.
—Bruce, el cielo es un paraíso —Le recordó—. ¿Qué sería un paraíso sin fiestas? —preguntó, y siguió hablando, sin esperar respuesta—. Volveremos en unos minutos —dijo mirando hacia Marcus, que se mantenía discretamente alejado, intentando dar toda la privacidad que podía.
—¿Dónde vamos? —preguntó Bruce dejándose arrastras.
—Café… —Marcus los vio salir, él suspiró.
Sin poder quitar los ojos de Howard ni Maria, arriesgo de que despierten estando sus hijos presentes, Marcus no podía dejar la habitación.
—Ese… ese fue el mejor discurso que he escuchado —se escuchó una voz cansada, rota, con evidente dificultad. Marcus se apresuró, asombrado y admirado.
—Howard Stark, el hombre que desafió a la muerte —murmuró con admiración.
—Pues esa muerte me ha dejado bien molido.