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Sex por Room 13943

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Notas del fanfic:

Ando de racha con los One-Shot, les estoy empezando a cojer el truquillo. 

Decidí hacer la segunda parte de un one-shot de esta misma pareja (Suck), y la verdad sentí que me quedó muy bien, por no decir excelente. Así que... ¡Ta-dah!

Espero que también les guste este one-shot PwP.

Besos♥

4:31 p.m. Casa de David Hoover.

Ahí iban otra vez.

Después de aquella clase manual y del instituto en sí, tanto David como D estaban tan cachondos que sentían que podrían terminar haciéndolo en plena calle.

Así que, justo cuando David cerró la puerta tras de sí, D se abalanzó contra él para besarlo tan pasional y salvajemente, introduciéndo su lengua en la cavidad contraria, buscando que David jugará con ella.

En seguida ambas lenguas empezaron un ritmo frenetico de golpeteos, succiones y lamidas, combinando su saliva hasta que empezaba a gotear por la comisura de ambos labios. El aire se due tan rápido -o eso creyeron- y, a duras penas, tuvieron que separarse.

D miraba a David con ojos cargados de deseo y éste último miraba a D con lujuría y pasión desbordante. 

David atrajó de nuevo el rostro del pelirrojo y comenzaron un nuevo beso asfixiante. D posó sus manos en el rubio cabello y enroscó, con un poco de dificultad, sus piernas en la cintura de David queriéndo causar una exquisita fricción de ambas erecciones por encima de la tela. El rubio tomó el trasero de D y, aún besándose, fueron a parar a la cama.

—D-David...— jadeó sin aire D, con su cara completamente roja—, por favor, hazme tuyo...

—Como quieras, D...— le susurró al oído mientras ambos se quitaban la ropa rápidamente, queriendo ver el cuerpo del contrario, para memorizarlo.

David acercó su boca a un pezón que se alzaba en el pecho del ojiverde. Sopló y en seguida lo lamió, sacando un gemido del menor. Su mano se encargaba del otro rosado pezón mientras la mano desocupada tomaba el miembro erecto de D para juntarlo con el suyo y frotarlos mutuamente.

D gimió tan alto que estaba seguro de que los vecinos habían escuchado. Se sonrojo y cubrió su boca, algo que sabía molestaba a David, pues había confesado que le encantaba escuchar los obsenos sonidos que su boca y garganta proferían.

David dejó de lamer y pellizcar los pezones y miró a D, con sus ojos entrecerrados pero opacados por una inmensa excitación. Sonrió de medio lado.

—D... Sabes que me gusta escuchar tu sensual voz... No la retengas— le dijo, apartando gentilmente la mano de aquella roja boca entreabierta. Besó la mano y la colocó a un lado de la cabeza pelirroja. Se acercó a su oído y le susurro:—. ¿La puedo meter ya?

D se estremeció pero asintió, flexionándo sus piernas hacia su abdomen y tomándolas con sus manos, dejando ver su ano que parecía dilatarse a la espera de aquella grande y caliente verga que poseía David,  su querido y amado David.

Éste último sonrió ante la erótica escena y, relamiéndose los labios, agarró su pene por la base, colocándose de una manera comoda para empezar a introducir su erección dolorosa en la entrada anillada.

No pudó esperar y lo metió todo de una estocada. D rasguñó sus propias piernas y soltó otro gemido alto mientras movía sus caderas, diciendo que David podía comenzar a moverse.

Las embestidas, el choque de ambos, la unión de los cuerpos, fueron rápida de una sola vez, produciéndo un humedo sonido junto con el que hacía la cama cuando David arremetía en aquel delgado y perfecto cuerpo.

Se fundieron nuevamente en otro beso que desbordaba toda aquella lujuría, pasión, deseos pero, sobre todo, el amor que el uno sentía por el otro.

—¡Ahh! ¡Magh! ¡D-David...! ¡Jod-! ¡Me voy a-!— gritó D, aprisionando la cadera del mencionado, causando una fricción de si pene contra el abdomen del contrario.

—Yo... también...— gruñó David en respuesta.

—¡David...! Ahh... Por- Mgh. Por favor... ¡Llename de-! ¡AHH!

D terminó por correrse en, manchando ambos cuerpos con aquel líquido blanco y espeso. Soltó un último gemido cuando sintió como David se había corrido dentro suyo manchando sus paredes anilladas con el fluido que tanto amaba.

David se desplomó encima de D, juntando sus alientos y respiraciones entrecortadas en un cálido y tierno beso.

—David...— susurró el pelirrojo abrazándo al rubio, hundiendo su cabeza en aquel sudoroso y trabajado pecho. ¿Aún le costaba tanto decir aquella simple frase de dos palabras?— Yo... Yo...

El rubio correspondió el abrazo y, murmurando al oído del contrario, con voz tranquila, dijo:

—Hum. Yo también te amo, D.


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