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Mis últimos días... por Karenlauren

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CAPITULO 13

 

Gaara se desplomó a mi lado por el dolor. Yo fui al baño a tratar la mordida que no paraba de sangrar, eso me iba a dejar marca.

Cuando salí del baño él se había desmayado en la cama y Mizuki se había vuelto a dormir a su lado.

Fui al armario y cogí mi ropa, me vestí con cuidado.

Salí de aquella casa sin avisar a nadie... Probablemente se enfadaría.

No.

Seguro que iba a cabrearse.

Pero me daba bastante igual en esos momentos.

Llamé a un taxi con el móvil que tardó veinte minutos en llegar y le di la dirección de la universidad.

Cuando llegué pagué al taxista que no había dejado de mirarme el cuello en todo el jodido trayecto y hasta había preguntado un par de veces si quería que me llevara al hospital. Yo le había respondido que no todas las veces refunfuñando.

Estaba muy enfadado, esta me las iba a pagar caras.

Jodido lobo.

Caminé por el campus ignorando miradas de curiosidad, otras acusadoras, etc. Hasta llegar a mi habitación, dónde me desplomé nada más poner un pie dentro.

- ¡Dios mío! ¿Qué demonios te ha pasado?- dijo Shika aterrorizado al ver mi patético intento de detener la hemorragia del cuello.

A lo mejor sí debería haberme pasado por el hospital.

- Luego te cuento, ahora ayúdame... por favor…- dije débilmente. Sabía que Shika estudiaba un curso a distancia de primeros auxilios y ahora mismo, era el único con quién podía desahogarme.

- ¿Me has pedido algo por favor? Esto es grave – dijo mientras colocando el botiquín de primeros auxilios al lado de mi cama y cubriéndola con toallas para no mancharla de sangre.

Ayudó a levantarme y puso suavemente en la cama.

- Lo haré lo más rápido posible.

Cerró la puerta de la habitación y empezó a quitarme el trozo de tela y el papel higiénico junto con algodón que había usado para detener la salida de sangre. No entendía el por qué pero cada vez que tocaba mi piel sentía una sensación de náuseas que hacía que mi cuerpo temblara violentamente.

- No hay que coser pero la herida es profunda. Dejará cicatriz.

“Lo sabía”, pensé con los ojos cerrados por el dolor  y las náuseas.

Shika me quitó la camiseta antes de empezar a tratar la herida. Detuvo la hemorragia, la limpió y vendó. Para entonces yo ya me había desmayado por el caos en que estaba mi cuerpo.

Me puso la camiseta de mi pijama sin que me despertara y lo limpió todo.

 

 

CAPITULO 13

 

Gaara se desplomó a mi lado por el dolor. Yo fui al baño a tratar la mordida que no paraba de sangrar, eso me iba a dejar marca.

Cuando salí del baño él se había desmayado en la cama y Mizuki se había vuelto a dormir a su lado.

Fui al armario y cogí mi ropa, me vestí con cuidado.

Salí de aquella casa sin avisar a nadie... Probablemente se enfadaría.

No.

Seguro que iba a cabrearse.

Pero me daba bastante igual en esos momentos.

Llamé a un taxi con el móvil que tardó veinte minutos en llegar y le di la dirección de la universidad.

Cuando llegué pagué al taxista que no había dejado de mirarme el cuello en todo el jodido trayecto y hasta había preguntado un par de veces si quería que me llevara al hospital. Yo le había respondido que no todas las veces refunfuñando.

Estaba muy enfadado, esta me las iba a pagar caras.

Jodido lobo.

Caminé por el campus ignorando miradas de curiosidad, otras acusadoras, etc. Hasta llegar a mi habitación, dónde me desplomé nada más poner un pie dentro.

- ¡Dios mío! ¿Qué demonios te ha pasado?- dijo Shika aterrorizado al ver mi patético intento de detener la hemorragia del cuello.

A lo mejor sí debería haberme pasado por el hospital.

- Luego te cuento, ahora ayúdame... por favor…- dije débilmente. Sabía que Shika estudiaba un curso a distancia de primeros auxilios y ahora mismo, era el único con quién podía desahogarme.

- ¿Me has pedido algo por favor? Esto es grave – dijo mientras colocando el botiquín de primeros auxilios al lado de mi cama y cubriéndola con toallas para no mancharla de sangre.

Ayudó a levantarme y puso suavemente en la cama.

- Lo haré lo más rápido posible.

Cerró la puerta de la habitación y empezó a quitarme el trozo de tela y el papel higiénico junto con algodón que había usado para detener la salida de sangre. No entendía el por qué pero cada vez que tocaba mi piel sentía una sensación de náuseas que hacía que mi cuerpo temblara violentamente.

- No hay que coser pero la herida es profunda. Dejará cicatriz.

“Lo sabía”, pensé con los ojos cerrados por el dolor  y las náuseas.

Shika me quitó la camiseta antes de empezar a tratar la herida. Detuvo la hemorragia, la limpió y vendó. Para entonces yo ya me había desmayado por el caos en que estaba mi cuerpo.

Me puso la camiseta de mi pijama sin que me despertara y lo limpió todo.

 


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