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Mis últimos días... por Karenlauren

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CAPITULO 16

 

SHIKA

 

Había ido a la cafetería y había comprado una bolsa de las patatas fritas favoritas de Naru, le veía bastante mal.

Supongo que será algo pasajero, pensé pagando al camarero y saliendo de ahí para volver a la habitación.

Abrí la puerta y dejé todo en la mesa. Cogí la bolsa de ganchos de queso y me giré con una sonrisa que se congelo en el mismo instante que vi la cama vacía. Naruto se había ido.

Cogí la nota de mi cama y le di la vuelta, me había escrito un mensaje.

“Yo, lo siento por no poder contártelo en persona pero necesito despejar mi cabeza. El mordisco es de Gaara, no sé qué ocurrió de golpe perdió el control y… Volveré a la noche. N”

Dios! No me lo podía creer, en su estado y se había ido a dar una vuelta. De repente vi como el papel se llenaba de pequeñas gotas cristalinas. Lloré de preocupación… si le pasara algo yo no sabría qué hacer.

 «¡¡¡Mierda, mierda, mierda!!!!», pensé tratando de calmarme. Ahora mismo mi mente era un caos, el último lugar en que querría estar.

Salí de la habitación y me fui a buscarle. No podía haber ido muy lejos.

Corrí por los pasillos hasta la salida dónde mis pies se pararon en seco al verle a él. Furioso fui hasta su lado y traté de darle una bofetada pero la esquivó hábilmente.

- ¿¡Qué haces?! – gritó enfadado.

- ¡Ha sido tu culpa! ¡IDIOTA!

- ¿Ya te lo ha contado?

- No, no ha sido capaz. – Él me miró entre sorprendido y preocupado – me lo ha escrito.

- ¿Puedo verle? – dijo él echando un vistazo al interior del edificio.

- No. Primero por qué eres la última persona a la que él quiere ver y segundo… ¡por qué se ha ido!

- ¿Ha estado aquí? – asentí con la cabeza. - ¿Cómo estaba el…?

- Mal – dije sincero – pero se recuperará.

- La he cagado, ¿verdad?

- Has metido la pata hasta el fondo – cogí aire y traté de calmarme pero no podía, mi sangre hervía me pedía que insultara a ese tipo, le hiciera daño. - ¿¡Cómo le has podido hacer eso?! No sabes nada de Naru y aunque no lo parezca, no es tan fuerte como aparenta, ¿sabes?

Él me miró sorprendido.

- ¿Qué quieres decir?

- Que antes de que nos conociéramos él y yo, tú no sabes nada de ese pasado.

- Te equivocas, sé que su padre está muerto y vivió con su madre hasta que se mudó aquí a la universidad. También que su ex novio era un… dejémoslo, y ahora el asesino de su padre va a por él.

- ¿Y te crees que por saber cuatro detalles de su vida la conoces? – Le miré con desprecio – Es una persona que ha sido demasiado tiempo fuerte, Gaara. Vas a hacer que se derrumbe.

Él me miró con una mirada amenazadora.

- Quiero que me cuentes sobre él ¿Qué es eso que tú sabes y yo no?

- No tienes derecho a saberlo. – Afirmé ante su mirada furiosa – pero Naru, en el fondo te quiere créeme. – Y por eso mismo no podía negarle ese derecho, él nunca se lo contaría y para bien o para mal ahora él era el único que podía encontrarle - Para empezar, todo lo que yo cuente no saldrá por esos labios tuyos, lo segundo que debes saber es que la madre de Naru cayó en un estado depresivo después de la muerte de su padre. Para poder sobrevivir él tuvo que crecer. Ahora su madre ya se ha recuperado, pero el primer día que nos conocimos fue cómo si me chocara contra un gran muro de hielo. Naru era totalmente inexpresivo jamás decía lo que quería y simplemente dejaba ir las cosas. Después empecé a conocerle y poco a poco fue cambiando hasta que nació su actual yo.

- ¿Nunca le preguntaste por qué nunca sonreía?

- Miles de veces… ¿sabes qué respondía todas y cada una de ellas?

Él negó con la cabeza y yo le sonreí con melancolía.

- “Yo también quiero sonreír pero no tengo motivos para hacerlo”, le respondí miles de veces que yo sería su motivo, tardé meses en ver su cara con el indicio de una jodida sonrisa… y así fue hasta que apareciste tú.

Él me miraba fijamente, y dijo:

- Pero en sus ojos no hay nada de eso, tan solo hay felicidad… y un poco de estupidez.

- ¿Aun no lo entiendes?

Me miró confuso y negó.

- Naru tiene un gran coeficiente intelectual y eso hace que todas y cada una de sus emociones quedan relacionadas con momentos en los que ha sentido esas emociones. Por eso si en ese momento es feliz, tan solo habrá recuerdos felices en su mente. En cambio, si son recuerdos tristes él se encerrará en los muros de su corazón para que no podamos percibir su tristeza.

- ¿Por qué?- dijo él ya desesperado.

- Por qué él ha guardado su corazón en un lugar inalcanzable, para que nadie más lo vuelva a dañar. Y tú… has conseguido llegar hasta allí por la fuerza…

Él me miró y entendí que no quería escuchar lo que venía a continuación pero había sido su culpa.

- Has roto sus muros, Gaara. Le has roto.

Él me miró con la mirada vacía. Estaba realmente dolido.

- Así que ve ahora mismo a recuperarle, puede que aún no sea tarde. – Me di la vuelta para no ver su rostro – lo más posible es que esté por China Town, suele ir allí a pensar y perderse por la multitud, le gusta.

Oí sus pasos alejarse pero en algún momento del camino se detuvieron.

- Gracias, Shika...

Los pasos siguieron su camino a la vez que lágrimas corrían por mis mejillas.

Me quedé observando la residencia antes de esconder el rostro entre mis manos, llorando y desahogándome. De pronto, unos brazos rodearon mi cuerpo pegándose al mío. Me acomodé dentro de aquel abrazó tan cálido y familiar. Una voz que conocía muy bien me susurró al oído:

- Lo has hecho muy bien, - me acarició los brazos – tranquilo, todo estará bien. Ese par de idiotas lo arreglarán.

Reí, me giré y le abracé aspirando su aroma a jabón tan agradable como siempre. 


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