La luna llego al punto más alto, abrió los ojos y empezó a entonar palabras que no se distinguían. El aire a su alrededor se hizo espeso, un olor a madera quemada se hizo presente. El color blanquecino de la niebla empezó a cambiar a un tono verde claro que se fue haciendo más intenso.
Volvió a cerrar los ojos mientras seguía con la homilía. El olor de madera se volvió más fuerte. Se podía ver la silueta de algo entre la niebla.
— ¿Por qué me has llamado? — una voz grave se hizo presente
— Encuentra a un ratoncito — un hombre sin cabeza y un caballo negro se distinguía entre la niebla que empezaba a desaparecer
— ¿Un ratoncito? — su cabeza la cargaba en su mano derecha
— Naruto Uzumaki, un duende — se levantó de su lugar para dirigirse al hombre de cabellos platinados y ojos morados
— Jashin y yo lo encontraremos — se subió a su caballo
— Suerte — no era una tarea tan fácil como parecía
— No la necesito — acomodo su cabeza enfrente de su cuerpo y desapareció dejando una nube de niebla
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Llegó la mañana anunciando un nuevo día y como era su costumbre, saludaron al dios sol, agradeciendo un día más de vida. Hoy empezarían el dichoso entrenamiento, podría ver al dobe, aunque solo en su cabeza, pero sabría qué hacía y donde estaba.
— ¿Estás listo? — preguntó la rubia
— Sí — contestó
— Bien, vamos — caminaron hacía los campos de entrenamiento
Se pararon entre los mini arbustos que parecían árboles para ellos, la rubia trazó un círculo en el suelo.
— Colócate en el centro — le indicó mientras ella salía del circulo — siéntate, ponte cómodo, cierra los ojos — no le gustaba que le dieran ordenes, lo haría solo por el dobe — piensa en algo que quieras ver — pensaba en Naruto — visualiza la imagen — un chico rubio, revoltoso, exasperante — ¿Qué es lo que ves?
Sabía en lo que estaba pensando, no era tan difícil.
— Nada
— Tú sigue imaginándotelo — rubio, ojos azules, piel tostada, playera naranja, pantalones negros, cara de bobo, sonrisa tonta. Usuratonkachi, dobe, torpe, encimoso, cursi, amable, dulce, tierno, amoroso, ¿Naruto dónde estás?
Al imaginárselo como siempre lo veía, un tipo de video paso por su cabeza, como si fuera un recuerdo, pero nunca lo vio que hiciera algo así, entonces… eso era… No duró mucho pero lo vio, ¡lo vio!
Abrió los ojos encontrándose con la mirada castaña de la rubia
— ¿Lo viste?
— Sí — se seguían mirando
— ¿Qué hacía? — A ella le hubiera gustado tener el don del azabache, a si podría saber cómo estaba su niño
— Creo que estaba comiendo lombrices — ¿lombrices?
— ¿Qué?
— Eso parecía, las devoraba — puso cara de asco
— ¿Por qué comería lombrices?
— Y yo que voy a saber, el dobe es un glotón, se debe andar muriendo de hambre — ¿qué otra razón podría haber?
— Olvidemos eso, sigue así hasta que puedas tener el contacto por un minuto — se levantó de su lugar, se había sentado enfrente del azabache fuera del círculo — te traeré algo para almorzar
Se desapareció dejando al azabache centrándose en sus recuerdos, para visualizar mejor al rubio
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Estaban comiendo los ricos y deliciosos fideos, antes de empezar con su entrenamiento, cuando el rubio empezó a voltear a los lados
— ¿Qué te sucede ahora? — al chico le pasaban cosas raras cada vez más seguido
— Alguien me está viendo-ttebayo — estaba perdiendo la cabeza
— Mejor apúrate para que comencemos antes, ¿no quieres acabar rápido?
— Claro-dattebayo — sorbió los fideos lo más rápido que pudo, y golpeándose el pecho para pasarlos igual de rápido — ¡Listo! ¡Vamos ero-sennin, empecemos!
Se levantó del lugar siguiendo a su pupilo que andaba como loco saltando “acabamos de comer” se dijo
— Ven — le hizo el gesto con la mano — siéntate aquí — el otro lo miraba mal, él creía que practicarían los poderes de la naturaleza y toda esa cosa que medio entendía — debes de controlar esto primero para que puedas utilizar todo el potencial de tus poderes — eso fue suficiente, por ahora, para que le hiciera caso
»Imagina que la energía de la tierra es la tuya — ¿cómo? — ahf, sientes el aire ¿verdad? — Asintió moviendo la cabeza — la tierra es lo mismo, siente su textura — tomó un poco entre sus dedos — huélela — eso se le hacía extraño, pero lo hizo de todas formas — imagina que eres como la tierra, su textura y su aroma
— ¿Y eso para que me sirve? — decidió interrumpir, no entendía nada
— Para que la tierra te de energía y puedas ser más fuerte
— Ahh ya entiendo-ttebayo — soy la tierra, soy la tierra Empezó a repetir en su cabeza y cerró los ojos soy la tierra, soy la tierra un cosquilleo corrió por su cuerpo, como si algo empezara a subir por su piel, trepando por sus piernas hasta llegar a su cabeza. Se estremeció y abrió los ojos algo asustado — ¿Qué fue eso?
— Eso, es energía — lo señalo con el dedo, levantó las manos y vio que expedía de su cuerpo un tipo de luz azul. Se miraba asombrado
— ¿Cómo? — el chico no era inteligente, pero con que pudiera controlarlo bastaba
— Intenta mantenerte así el resto del día — seguía viéndose, la luz poco a poco desaparecía, ¿tenía que estar un día entero con esa lucecita?
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¡Por fin! Le costó horas poder mantener el contacto por un minuto. La Hokage no se había aparecido en todo ese tiempo y ya le empezaba a dar hambre, se iba a levantar, pero no pudo, su cuerpo estaba entumecido. Se masajeaba las piernas
— ¿Ya te cansaste? — la rubia venía acompañada de Sakura
— No
— ¿Cómo vas Sasuke? — la peli-rosa se acercó sentándose a un lado, traía una canasta de la que saco lo que sería su almuerzo
— ¿Pudiste hacer lo que te dije? — Se acercó al azabache y pasó su mano por las piernas sin tocarlas — ¿Mejor?
— Sí y sí, gracias — se sintió aliviado
— ¿Y que viste? — tenía curiosidad por saber cómo estaba su amigo rubio
— El dobe brillaba — lo había visto sentado, y su cuerpo rodeado de una luz azul, que se desvanecía
— mmm… Toma come — le dio un pastelito hecho de moras
— ¿Y qué más viste? — siguió Sakura
— No vi mucho, creo a ver visto a ese hombre que lo entrenaba de vez en vez
— ¿Jiraiya-sama esta con él? — Jiraiya era un archimago como Tsunade. Miraron a la rubia, pidiendo explicaciones
— Te dije que sabía dónde estaba ¿no? — Asintió con la cabeza — Jiraiya lo está entrenando. Come, te tengo que dar la lista de lo que debes comer y como te debes cuidar
— ¿Ya pensaste en un nombre? — preguntó la peli-rosa
— Todavía no
— Tenemos mucho tiempo para eso
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Algo se acercaba, ¿quién molestaba su sueño?
— ¿Qué quieres? — preguntó al hombre del caballo negro
— No eres tú — parecía desvanecerse entre la bruma que dejaba al pasar
Los dullahan no se presentaban en ese bosque, algo buscaba o alguien. Se levantó del lugar donde dormía, despertando a los animales que dormían en su cuerpo. Haría una visita a sus “compañeros”. Tenía un mal presentimiento