— ¿Cuáles son esos riesgos? — preguntó a su mentor
— Esos… — no quería hablar de ellos, menos en estos momentos. Ya habían superado esa fase, no tenían por qué regresar a ella — No necesitas saberlo
— ¿Por qué? — preguntó algo molesto
— Los has superado
— ¿Cuáles son? — preguntó al humano
— Jiraiya lo ha dicho, ya los superaste. Aun así ¿quieres saberlos? — le preguntó. Afirmó con la cabeza — De acuerdo. El que posee el alma del Juubi puede morir — todo quedó en silencio y la lluvia que empezaba a caer se dejó escuchar — Es tan fuerte la energía que recibe que su cuerpo puede destruirse — se sentó — el alma del Juubi, es una masa de energía. Qué funciona como una antena, recibe la señal y la trasforma en una imagen. Eso sería la magia que ejecuta. Hay veces en que no se puede controlar y la energía explota, se desborda. Es cuando tienes un vaso de agua medio lleno, la energía que recibes de afuera ayuda a llenar ese vaso, pero si lo llenas de más se desborda — el chico estaba algo confuso
» Imagínate un canal de riego — buscó ramitas o algo con lo que poder hacer una idea visual — como estas líneas — trazó una línea recta partiéndola en dos en un extremo — por aquí pasa la energía — con su mano hizo brotar agua — el agua es la energía que recibes — explicaba — cuando el agua es demasiada, se desborda — aumento el agua que corría por las líneas — ahogándolo — parecía un charco, las líneas ya no se apreciaban — eso sucede. Sí tu cuerpo no canaliza bien la energía de afuera y la de adentro, tu cuerpo no lo resiste y te asfixias
— Pude haber muerto — dijo para sí mismo, sorprendido
— Eso es cosa del pasado — interrumpió el hilo de pensamientos que tenía el rubio — estás aquí — el rubio miro la cabeza del zorro que le hablaba. Unas manos apresaron las suyas. El azabache lo miraba con una sonrisa, pidiéndole que dejara de preocuparse, de abrumarse. Le regreso la sonrisa y lo abrazó como agradecimiento por el apoyo
— Eso no es todo — llamó su atención
— ¿Hay más? — preguntó el hada algo intranquila, el rubio le caía bien. No quería que le sucediese algo, después de todo lo que habían pasado juntos.
— Digamos que lo más peligroso ha pasado. Lo último que te puede pasar es perder el control de tu cuerpo
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— Ahora vamos, ya sé dónde está el líder — el rubio dejo a los otros dos hombres en la cueva y salió junto su superior
— ¿Está seguro de dejarlos ahí? — preguntó. El moreno volteo y sonrió para sí
— Estarán bien
— ¿No escaparan? — seguía dudando
— He puesto los sellos, no podrían. Sí el bosque se incendiara estarían a salvo aquí — ¿eso era posible? — Ahora vamos, tenemos un largo camino por delante — empezó a caminar — Mientras veme contando lo que han descubierto
— Sí. Lo primero cuando nos unimos a Akatsuki…
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— ¡Tenía que empezar a llover! — se quejaba un chico castaño
— ¡Hey Kiba! — le gritaba una chica rubia
— ¿Ino? — estaba confundido
— ¡Tenemos que ir al refugio! — eso solo significaba una cosa
— ¿Tormenta?
— Vamos, Tsunade-sama ha dicho que ayudemos — le jalo del brazo
— De acuerdo — se soltó del agarre empezando a correr
…
— ¡Shizune! — la secretaria corrió cuando escuchó el llamado
— Dígame Tsunade-sama — la chica entró
— Ve al refugio — ordenó
— ¿Y usted? — la mujer miro fuera
— Tengo que hacer algo — la chica se retiró, sabiendo a que se refería su jefa
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Se encontraba mordiéndose el dedo índice con frustración, sus planes estaban fracasando. ¡¿Tan malo era querer destruir a esos parásitos?! ¡Claro qué no! El mundo estaría mejor sin ellos. El mundo sería más sano sin su existencia. ¡¿Entonces por qué demonios los imbéciles del consejo de magos los querían vivos?! ¡¿Por qué maldita sea?! ¡Solo estorbaban! ¡Ocupaban una cuarta parte de la población mundial! Si tan solo ellos no estuvieran, si tan solo nunca hubiesen existido
¡Pero no! ¡Los miserables existían antes que la humanidad apareciera! Los humanos eran, son y serán los seres más inteligentes sobre la tierra, ellos eran mejores en muchos aspectos. Creaban cosas, cuidaban la tierra. ¡Esos malditos seres mágicos solo eran bichos! ¡Insectos! Una plaga que eliminaría, solo tenía una oportunidad.
No la desaprovecharía
— ¡Zetsu! — bramó, “el hombre” apareció. Otro ser despreciable que utilizaba. Si no fuera por sus habilidades estaría bajo tierra, o en un pozo de lava hirviendo. Un hombre planta — ¡Vamos a la cueva! — “seguro Itachi lo llevo ahí” pensó. Caminó a la salida de su morada, en las montañas seguido del hombre planta y de otros tres humanos
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— ¿Cómo que perder el control? — preguntó el rubio
— Cuando intentes “conectarte” con las almas de las bestias y sean uno. Si no logras establecer una conexión en la que todos están complementados, el alma del Juubi despertará y tomará el control de tu cuerpo y el de las bestias. Quedarás atrapado en tu cuerpo viendo los desastres que ocasione el Juubi.
— ¿Co… cómo? — expreso el rubio
— Eso no va a pasar — afirmó con total seguridad el zorro
— Así es — le siguieron el resto de las bestias
— Nosotros hemos convivido con el chico, sabemos lo que siente, lo que quiere, lo que sueña. Lo conocemos y él nos comprende. No nos juzga a pesar de ser demonios — el rubio escuchaba las palabras del zorro, hablaba con firmeza, sin dudas. Eso le dio valor — el chico podrá hacerlo
— Me parece sorprendente — expresó el humano — deberían de intentarlo. El viene hacía acá — confesó
— ¿Quién? — cuestionó
— El líder de Akatsuki — contestó el más viejo de los duendes — ¿no es así?
— Así es — se levantó de su lugar — será mejor que practiques eso, antes de qué nos sorprenda
— ¿Y cómo se hace? — el zorro movió su cola bajando a los chicos de su lomo. El hada se posó en el hombro del semi-gigante junto a los demás que miraban expectantes.
— Uchiha — se dirigió al duendecito que aún estaba en brazos del rubio — necesitamos espacio — el azabache frunció el ceño, no le gustaba que le dieran órdenes. Además que estaba preocupado por las palabras del humano. No quería que le pasara nada al rubio, no después de que lo encontró apenas un día y algo del que corría.
— Tranquilo, estaré bien-ttebayo — le tomó las manos. Lo miraba con una ternura que lo hizo estremecer. ¿Por qué el dobe podía manipularlo así? Le dio un beso en la frente y tocó la barriguita donde estaba su bebé. De ambos — Los amo — le sonaba a despedida. Pero confiaba en su rubio, siempre cumplía su palabra
Lo soltó y camino juntó al sabio que había bajado del hombro de Son Gokuu. El humano se agachó y le acarició los cabellos del duendecito rubio
— Tus padres me dejaron esto para ti — le dio un papelito enrollado y el rubio asintió
— Gracias — Itachi, camino donde los otros dos duendecitos. El azabache se puso en defensa instintivamente, el peli-blanco lo tomo del hombro
— Está bien — el chico aflojo un poco el cuerpo. Mientras miraba a ese humano con recelo. El humano se agachó y colocó su mano para que subieran. Los levantó y se alejó donde los otros seres
El rubio desenrollo el papel que se mantenía cerrado por un listón rojo. El papel estaba en blanco. Frunció el ceño “es una broma” pensó. Paso sus dedos y las letras empezaron a aparecer.
Mi niño, tu padre está aquí conmigo. Sabemos que no podremos volver a verte. Estamos lejos de casa y desearía poder tenerte en mis brazos. No sé cuándo leas esto. Seguro has pasado por muchas cosas estos días. Aunque eso no lo sabré, sin embargo te veré desde allá arriba con el dios sol. Serás igualito a tu padre, eso seguro. ¿Has visto la imagen en el centro de la cueva? Sino, mírala. Ese de ahí es tu padre. La imagen queda grabada cuando uno fallece.
Es triste, pero así sucede, es una magia propia de la cueva. Algún día estarás ahí. Espero que después de que hayas tenido a tu familia, y seas anciano. Ya estoy llorando. Te amo tanto.
Presta atención, esto es importante. Cuando tú y las bestias traten de conectarse y ser solo uno, piensa en cosas alegres. En la familia que te espera, en tus amigos, en un nuevo día. Eso te dará fuerzas.
¡Ah! Se me olvidaba, el collar en tu cuello es de tu padre. Es una piedra especial, protege lo que más quieres. En nuestro caso tú.
Tengo que terminar o no le dejaré espacio a tu padre. Te amo — las letras desaparecían, dejando ver otro estilo de letra. El chico lloraba, su mamá le había escrito.
Hijo, pues tu madre ya dijo todo, solo te diré que tú puedes, eres un alma fuerte, como nosotros. Hay tantos secretos en la familia. No te los diré, pronto lo sabrás. Y pues solo queda algo por decir, nunca lo olvides
Te amamos…
Las letras desaparecían y deseaba que no se esfumaran. Cuando terminaron de borrarse y creyendo que sería lo último que le habían dejado sus padres apareció un símbolo. Lo tocó y su mente viajo lejos, a un lugar desconocido. Su mente se llenó de imágenes y palabras. Entendía. Los secretos que mencionaba su padre, eran esos. Ya no tenía miedo. Los rastros de dudas se esfumaron, ahora solo era convicción, seguridad y un deseo de seguir
— ¡Estoy listo-ttebayo!