Después de preparar la poción que los ayudaría a seguir al hombre, se pusieron en marcha. Era peligroso pero tenían que saber sus propósitos. Saber qué hacía en sus territorios.
Saltaban de rama en rama. Siendo protegidos por el hechizo que hicieron momentos antes de que pasara el hombre y casi los viera.
El hombre caminaba todo el tiempo mirando a su brújula, una flecha amarilla apuntaba a varias direcciones, se sentía confundido. No encontraba el rastro del duendecillo que se escapó de su prisión. La flecha cambiaba de dirección a cada momento y cuando volvió a ver la cabaña donde se resguardaba se enfureció
— ¡Maldición! — gritó. Tiró la brújula al suelo y se tiró al piso. Respiro profundamente y habló en voz alta — Piensa, no debe de haber ido lejos. ¡¿Pero cómo demonios se escapó?!
Los duendecitos veían la escena desde un árbol, vieron que el hombre se metió y cerró de un portazo. Bajaron y se escondieron en una madriguera cercana.
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Estaban exhaustos, según un pequeño demonio que capturaron había visto a un humano con un saco. Lo había llevado cerca de la cabaña que se encontraba a fueras del bosque. No encontraron más información, solo que no podían acercarse. El hombre alzó una barrera para impedirles el paso.
Siguieron el camino que llevaba a la cabaña, evitaron encontrarse con más seres nocturnos, ya casi amanecía.
Veían la cabaña, vieja, la madera desgastada, toda polvorienta, unos pedazos de tela cubrían las ventanas rotas. Se estaban acercando pero no podían atravesar la barrera. Intentaron deshacerla pero no pudieron. Se iba a comunicar con los otros dos para explicarles lo sucedido pero en cambio recibió una sorpresa
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Dejó al mono libre después de que se fueran y subió a su sapo. Tenía que encontrarlo, si todo seguía según la profecía él se encontraría en ese lugar.
Miraba a las estrellas que eran el mapa que llevaba a esa zona, un lugar que cambia de posición según la constelación que lo protegía.
Y como la tierra gira, la constelación cambia de posición. Para su suerte la constelación se veía perfectamente esa noche. Y si tenía más suerte pronto llegaría a ese lugar.
Solo esperaba llegar antes de que amaneciera.
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Hacía horas de que se habían separado de Jiraiya, después de haber interrogado al mono. Consiguiendo la información que necesitaban, estaban a escasos metros de la cabaña. Sintió la presencia de los otros dos y se acercó al más próximo.
— ¡Hey! — Fue el saludo que soltó a espaldas del otro equipo que saltó al oír su voz — Jajá, perdón, perdón — se disculpó al ver las caras de molestia fijas en él, pero no se arrepentía
— ¿Qué haces aquí? — Preguntó Asuma
— Lo mismo que tú… creo — se acercó y susurró a su oído — ¿está dentro?
— Me parece que sí — Kurenai llegaba a su lado junto con su equipo
— Parece que terminamos reuniéndonos — dijo la mujer con los brazos cruzados
— ¿Qué los trajo aquí? — Preguntó Asuma
— Chicos esperen aquí — Kakashi se dirigió a los 12 magos y se alejaron del lugar
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Las bestias con cola lo miraban, lo examinaban. Lo veían con duda, no estaban seguros de que ese duendecillo fuera el elegido. Era muy joven, parecía tonto. Creían a Kurama un loco por hablar exageraciones del duende, erraban sus palabras con la apariencia.
— Jejé — se rascaba la cabeza — Hola — los saludo algo cohibido. No recibió respuesta, se hizo más hacia atrás entre las colas que lo protegían y el cuerpo del zorro — ¿Qué hago? ¿Me quieren comer? ¿No saben hablar? ¿Son hermanos del zorro? No pueden ser hermanos ¿o sí? Entonces… ¿Su mamá se juntó con raros y por eso salieron tan distintos y lo único que los une son las colas? Le preguntaré a Kurama cuándo despierte
Seguían mirándolo, era extraño. Ese pequeñín los había saludado, su risa nerviosa. Algo se movió dentro de ellos. Algo cálido, se sintieron confusos. No confiaban en nadie más que entre ellos mismos. Solo podían confiar entre ellos, aunque no se llevaran como miel y hojuelas.
Kurama ya llevaba rato despierto viendo lo que hacía el rubio. Miraba como lo estaban estudiando, sintió que el chiquillo se sentía incómodo en ese lugar, probablemente por las miradas que se fijaban en él. Decidió interferir al ver los rostros de sus camaradas
— Ya despertaste — se dirigió al enanito
— ¿Eh? — Se volteó a mirarlo, juraría que estaba dormido — ¿te desperté?
— No
— Pero tenías los ojos cerrados
— Pero no dormía
— Ahh ya veo — se rascó la cabeza — este… ¿tus amigos no hablan?
— Si lo hacen — con una de sus colas levanto al duendecito para levantarse, lo acomodo cerca de él y se estiro — ellos son mis hermanos
— Pues que madre tan… — lo cayó antes de que pudiera decir algo
— No tenemos madre
— Yo tampoco-ttebayo — en sus ojos se veía tristeza. Ellos estaban solos igual que él, pero tenían lazos que los unían eran hermanos. Tal vez él no tenía hermanos pero tenía amigos, gente que lo apreciaba que lo cuidaba
— Te los presentaré — Kurama se colocó a lado de las otras bestias con cola — este mapache es Shukaku — le dio un golpe de arena que el rubio no supo de donde salió y que Kurama le regreso con otro pero con sus garras — la de acá es Matatabi — el gato inclino la cabeza, mientras que el zorro alejaba la cara del mapache con sus garras — este es Isobu — la tortuga entrecerró el único ojo que tenía — Son Gokuu — el mono gruño — Kokuoo — la caballo se inclinó con gracia — Saiken — la babosa movió los dedos de sus patas y brazos que tenía por colas — Choumei — agitó las alas — y Gyuuki — otro que gruñó como saludo
— Naruto Uzumaki — les saludo con una sonrisa — ¿me repetirían sus nombres-ttebayo? — agregó con una sonrisa nerviosa. Tenían nombre muy raros. Kurama suspiro y todos pusieron caras de incredulidad. ¿Ese iba a ser su líder?
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— Atrapamos a un pequeño demonio, nos dijo a ver visto a un hombre con un costal que se lo había llevado a la cabaña en el límite por eso venimos
— Parece que lo que tenía dentro ha escapado, venía con una brújula y terminó aquí tirándose al piso y gritando que cómo había escapado desde entonces no ha salido — agregó Kurenai
— Y tampoco podemos traspasar la barrera ya lo intente — dijo molesto Asuma
— Entonces escapo — Kakashi cerró su ojo que no tenía cubierto — Sasuke tiene el donde la precognición — miraron a su compañero peli-plateado por un momento — él soñé que un hombre tenía encerrado a Naruto en una jaula
— ¿Entonces ese humano tiene a Naruto? — preguntó Kurenai
— Según el sueño de Sasuke, sí — fue su contestación
— ¿Y Naruto cómo salió? — cuestionó Asuma
— Eso no lo sé, pero tenemos que avisar a Tsunade-sama
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Ya había amanecido y para su suerte logro llegar antes de que su mapa en el cielo dejara de verse. Era un alivio, la noche se le había hecho eterna; tenía que estar ahí.
Bajo del sapo y camino hacía una cascada. Se metió al agua que no era profunda, se sumergió perdiéndose en la caída del agua. Pasando esta se encontraba una cueva con un solo camino. En el suelo bajo sus pies corría un caminito de agua, camino apoyándose por la pared hasta que llegó a otra caída de agua en la que se sumergió de nueva cuenta
Del otro lado un paisaje de lo más hermoso se dejó ver. Una arboleda de distintos tonos pintaba el cuadro, la cascada se convertía en un rio que atravesaba el lugar. Buscó con la mirada y ahí estaba con su risa tonta como la última vez que lo había visto hace años. Ya era más alto, tenía un cuerpo más ancho, pero seguía siendo el mismo.
Había sonreído al verlo, pero poco le duro al verse apresado por unas garras.