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¿Qué es el sexo anal? por Ginko Sakata

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Salió raudo del salón de clases en el que se encontraba. Intentando no tropezar con los alumnos que cruzaban el pasillo en dirección a la salida, como sucedía después de cada jornada de aquellos monótonos días escuela.

Se encaminó al aula adyacente a esta y entró; mas, solo se encontraban algunos estudiantes y entre ninguno de ellos el muchacho de pelo castaño ceniza, al cual ansiaba encontrar.

Dispuesto a lograr su objetivo, atravesó el gran portón y continuó con su búsqueda en el patio principal de aquella escuela. De entre todas las cabezas llegó a identificar la de cabellera castaño claro, y discriminando a todas las demás, con prisa, se acercó a esta.

-¡Jean!- gritó con la intención de que el nombrado se detuviera. Este no necesitaba girar la cabeza para identificar al locutor, por lo que solo optó por ignorar aquella llamada y seguir con su camino.

Eren no se dio por vencido con la actitud de más alto y siguió corriendo tras de este, mientras esquivaba a los demás alumnos que retornando a sus hogares se interponían en su camino, y con unos cuantos pasos más logró alcanzarlo, posicionándose junto a él y siguiendo su ritmo.

-¡Maldición, Jean!, ¡tú nunca me esperas!- exclamó ojiverde sin obtener respuesta alguna. –… ¿Jean?

El nombrado volvió a ignorar los reclamos del más bajo y sin dejar de caminar, dirigió su mirada hacia el sentido opuesto en el que se encontraba este, no miraba ningún punto en específico, solo intentaba evadir la presencia de aquel castaño.

-Jean, ¿Por qué estás enojado ahora?- interrogó posando su palma sobre el hombro del más alto sacudiéndolo levemente, y por supuesto, tampoco obtuvo respuesta alguna.

Eren sonrió de medio lado apartó su mano de aquel hombro y lo abrazó por la cintura, pensó que tal vez eso no lo podría no tomar en cuenta y así podría recibiría algo de atención. El ojiverde esperaba una respuesta y no le importaba si esta resultaba negativa o agresiva en el peor de los casos, pues se encontraban en un lugar público y las miradas curiosas no se apartaban de ellos. A Eren eso no le podía importar menos, sin embargo estaba al corriente de que a Jean eso le podría resultar incómodo e incluso bastante molesto, y era por eso mismo que no despegaba de él, quería por lo menos una amonestación por parte de su pareja.

De ninguna forma se quedaría de brazos cruzados. Quería remediar lo que sea que hubiera podido molestar a su castaño ceniza y la causa por la cual le estaba ignorando ahora. Pues se suponía que ese era su deber como novio.

Ambos habían comenzado a salir desde hacía unos dos años, y a pesar de que podían pasar gran parte de sus tiempos juntos discutiendo por baladís o cosas triviales, ellos siempre permanecían juntos. Claro, Eren la mayoría de las veces, era quien era quien se disculpaba, he iba hacia Jean cual perro arrepentido que mantenía las orejas gachas frente a su amo, en este caso, arrepentido de ser el causante de las rabietas de su amado.

Jean, por su parte; cuando comprendía que era él, el culpable o que el origen de su enojo era posiblemente algo realmente estúpido, a la mañana siguiente actuaba como si el enfado que había sentido ayer o inclusive más días antes, nunca hubiera existido. A veces su orgullo podía estar por encima de sus sentimientos, por lo que no se disculpaba, para evitar la "humillación" de darle la razón a Eren con sus disculpas.

A Eren, eso no le molestaba en absoluto, él lo conocía bastante bien como para saber que esa era su forma de pedir perdón, por lo que tampoco le daba más vueltas al asunto y olvidaba la disputa anterior, sabía que eso era lo mejor.

Sin embargo, ese no era el caso ahora, Jean estaba enfadado y el ojiverde no tenía ni idea de el por qué.

A pesar de la gran cercanía y que era algo incómodo caminar de esa forma, Jean no se inmutaba en lo más mínimo por la acción del más bajo.

-¿He hecho algo malo?, ¿Por qué me ignoras?- dijo el castaño más bajo mientras restregaba su cuerpo con el de su pareja al mismo tiempo que lo abrazaba con más fuerza. Para Eren cada segundo de silencio se hacía más tortuoso que el anterior. No lo podía soportar por más tiempo, estaba comenzando a perder la paciencia y sin pensarlo dos veces; paró de caminar, deteniendo el paso de Jean también; soltó su cadera, se posicionó delante de él, lo tomó por los hombros y posó sus labios sobre los de este con algo de brusquedad.

Jean estaba atónito ante aquella inesperada acción. Sus ojos estaban abiertos como platos; sus labios cerrados con fuerza negándole el ingreso a Eren.

Solo le bastó notar las miradas entrometidas que se estaban haciendo presentes alrededor de ambos, para tomarlo de sus hebras castañas y arrojarlo lejos de él.

El ojiverde mantenía sus palmas sobre la cabeza dejando ver en su expresión lo adolorido que se sentía.

Jean por su parte, siguió caminando ignorando los quejidos de dolor que musitaba su novio. Este corrió hacia su castaño ceniza, dispuesto a obtener una respuesta esta vez; lo tomó por el brazo obligándolo a girar hacia él. -¡Jean! ¡Sé que no debí hacer lo que hice; pero no me dejabas alternativa! Deja de ignorarme por favor, sea por lo que sea que hice mal, te pido disculpas, ¡sólo dime que fue lo que hice mal he intentaré remediarlo!- se expresó sin despegar la vista de los ojos marrones claros del contrario, que miraban hacia abajo.

-Jean… por favor, en dos días es día de San Valentín, no lo quiero volver a pasar solo, por favor…- suplicó recordando su triste 14 de febrero del año pasado.

El año anterior, cuando ambos tenían diecisiete años, había sucedido algo similar a los que ahora le estaba ocurriendo al muchacho de ojos verdes.

Estaban en febrero y ya desde hace un poco más de un año habían comenzado a salir como pareja. Todo marchaba bien, Eren hacia todo lo posible para evitar peleas, quería pasar un gran 14 de febrero junto a Jean. Ya lo había planeado todo, y lo mejor de todo era que se encontraban en vacaciones de verano, por lo que sus deberes escolares no intervendrían con sus planes; Sin embargo, pocos días antes de esa fecha tan esperada por las parejas, a Jean se le había dado por ignorar y evitar a Eren, lo cual estaba destrozando por dentro al más bajo; pero tenía la impresión de que una reconciliación por San Valentín podría ser lo mejor, tenía la pequeña esperanza de que este no lo podría rechazar en una fecha tan importante; sin embargo no fue así y Jean no le volvió a dirigir la palabra hasta unos cuantos días después de aquella fecha. Dejando a Eren miserablemente solo, con una miserablemente solitaria cena para dos; miserablemente solo, con flores y chocolates que jamás llegaron a su destino, finalizando aquel miserable día con la compañía nocturna de su propia mano.

Aún después de todo eso, el muchacho de ojos verdes, no guardó ningún rencor ni resentimiento hacia Jean ni en lo más mínimo, porque simplemente, no podía hacerlo. Ya había tenido suficiente con aquellos días tortuosos sin su pareja y no pensaba volver a separarse de esta jamás.

En este momento, temía que todo eso se estuviera volviendo a repetir.

Jean miró por el rabillo del ojo a su pareja, la cabellera de esta se encontraba despeinada y sus ojos vidriosos al tiempo que mantenía el ceño fruncido. De inmediato, se le vino a la mente el recuerdo de la primera disputa que había tenido con Eren, pues la expresión de este se encontraba en el mismo estado que en aquella vez. Fue cuando lo conoció por primera vez y cuando ambos tenían siete años. No recuerda muy bien que pudo haberla provocado, pero lo que jamás olvidaría seria que, estando en clase de arte habían terminado embarrados por completo con los colores que utilizaban para realizar sus dibujos a pincel, había sido tanto el alboroto entre ellos, que las tutoras se vieron obligadas a citar a los padres de ambos, para así poder evitar que un incidente como aquel se volviera a repetir.

Jean sonrió de soslayo al recordar aquel peculiar primer encuentro.

El más bajo seguía sin desquitar su mirada sobre el rostro de su pareja, aquella sonrisa provocó que alzara una ceja con extrañeza, para que luego su rostro adoptara una expresión de suma tristeza. –¿Me estas dejando?

-¿Qué?

-Ya no quieres volver a salir conmigo, ¿No es cierto? -Sin importar que tan serio intentara sonar el castaño, su expresión delataba por completo lo dolido que se sentía en este momento.

-¿Qué?, ¡No!- respondió de inmediato en un intento de que Eren no comenzara un berrinche en plena calle.

-Entonces, ¿Por qué me estas evitando?, ¡Por lo menos dime que fue lo que hice mal!

Jean se había quedado sin palabras. No había forma en la que pudiera explicar sus razones, de ninguna manera podría, y no es que no quisiese pasar ese día junto a su novio, pero el problema era que sabía perfectamente que era lo que Eren esperaría de él, y este, no pensaba volver a abrir sus piernas para Eren nunca jamás.

Sin embargo, sabía que esto no podría seguir así durante años y que si no quería echar su noviazgo por el caño, tendría que explicar sus razones. Se lo debía, no podía dejarlo con el enigma durante más tiempo, por lo que empezó a hablar.

-Eren.

-¡Dime!- el aludido, inquirió exaltado, tenía el presentimiento de que de una vez por todas, aquella voz respondería a todas sus incógnitas.

Jean suspiró y agachó la mirada-¿Recuerdas el primer día de San Valentín que pasamos juntos?

¿Y cómo podría olvidarlo?, pues aquella fecha también fue en la que perdió su castidad. Habían sido solo unos segundos en el interior de su amado; pero, tenía la absoluta certeza de que de todas formas eso podía contar como su primera vez, segundos antes de que su pareja lo arrojara al piso, propinándole un golpe en la mejilla con el puño cerrado.

Sí, eso es algo que jamás podría olvidar.

-Por supuesto, ¿Por qué lo dices?-interrogó el castaño oscuro.

-Pues… No quiero volver a pasar por eso. -Estas últimas palabras las musitó.

-¿A qué te refieres? ¿Pasar por qué?- Eren entrecerró los ojos intentando recordar todos los sucesos de aquel día, para luego abrirlos de golpe como platos al caer en cuenta de que era a lo que se refería su novio.

[Flashback]

Se levantó más temprano que cualquier otro día, después de todo, este no era un día cualquiera, este era uno de los días más especiales de toda su virginal vida; pues esta fecha la pasaría exclusivamente con la persona que amaba y no se podía sentir más dichoso por aquel hecho.

Luego de tomar una ducha algo apresurada y de colocarse las mejores prendas que se consiguió una semana antes, emprendió su camino hacia la casa del castaño ceniza, pasando antes por una florería para recoger un ramo de 15 rosas rojas que había ordenado con anticipación unos días antes.

Ya en frente del portón, tomó valor y decidido presionó el pequeño botón del timbre, percibiendo la melodía que creaba dentro del hogar.

Escuchó los pasos del individuo que se iba acercando para luego visualizarlo después de que este abriera la puerta; sin embargo, no era precisamente la persona que esperaba.

Mierda.

-¡Eren!- anunció con entusiasmo la mujer castaña -Buenos días, Jean me dijo que saldría contigo. Vamos, entra y siéntate, yo lo llamo enseguida- sugirió, sin quitar la vista del llamativo ramo de rosas que llevaba el contrario.

Aun sostenía las flores firmemente con el rostro notoriamente pálido. Dios, ¿Por qué no le había hecho caso a Jean?, él ya le había dicho que no le gustaban las mierdecillas como flores o chocolates. A la vista de cualquier padre o madre, que un mocoso viniera a recoger a su hijo, con un ramo de rosas en manos, para pasar el día con este, en un jodido día de San Valentín. Aquello se vería definitivamente, sospechosamente gay.

Por lo que se apresuró en entregar aquel ramo de flores a la mujer que se encontraba al frente suyo. -Feliz día del Amor y la Amistad, son para usted.

-Oh, muchas gracias Eren, son hermosas. Eres tan buen chico- exclamó con una amplia sonrisa mientras le hacía espacio para pasar.

Este se sentó en sillón más cercano a esperar, ansiando la llegada de su amado, el cual no se tardó en aparecer. Jean bajaba las escaleras hasta la sala, llevaba puesto un par de pantalones pitillo color negro, una camisa clara y un chaleco oscuro de tela muy fina. Ambos adolescentes se saludaron y partieron hacia la puerta.

-Jean, no regrese muy tarde ¿sí? Y tengan cuidado.-dijo la castaña despidiendo a su único hijo antes de darle un beso en la frente.

Después de agitar las manos unos segundos más, a modo de despedirse de la mujer, salieron de la residencia y se aproximaron hacia la calzada. Eren pidió un taxi e indicó al conductor la dirección de la mejor cafetería que conocía.

Eran apenas las 9:30am, el día apenas comenzaba y Eren tenía la seguridad de que sería uno inolvidable.

Notas finales:

c:

(creo que el titulo suena algo feo pero no sabia que otro ponerle xD)

No debería estar escribiendo esto cuando aún ni termino el fic Ereri, pero el Ereshen es tan hermoso y tiene un fandom tan jodidamente pequeño… Además tenía horas libres en el colegio y me estaba aburriendo.

En el próximo capítulo narraré todo lo demás que ocurrió en la cita, la razón por la cual Jean no se quiere abrir de piernas para Eren y el Lemon (inserte carita pervertida).

No importa si estás leyendo esto en el 2040 yo, de todas formas leeré el review que me dejes (?)

Espero les haya agradado un poco esta historia, gracias por leer c:


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