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Please Don't Go... por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Bueno... Creo que ya me habia tardado en actualizar... creo o no se xD ando mal. En fin, aqui les vengo a dejar otro capitulo, creo que ya solo quedan 3 o 4 capitulos mas, para que este fic se acabe.!

Disfrutenlo~

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(***)

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El destino actuaba de forma extraña, primero los unía de una forma y luego se encargaba de separarlos de la forma más horrible. Era algo que desgarraba el alma. A Kardia no le importo quedarse ahí a esperarle. Dejo que su mirada se perdiera en algo, se puso a jugar en su teléfono hasta que este se quedó sin batería y sin saber cómo, se fue quedando dormido.

..

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–Kardia… Kardia… -Una pequeña y delicada mano nívea se posó sobre el hombro del peli azul, que aún seguía dormido contra la pared.

–Uhg~ -El dueño de aquella mano negó y nuevamente volvió a llamar al otro hasta hacerlo despertar – Ugh… Que tanta es la joda… -Murmuro con la voz algo cansada y los ojos entre abiertos. Los orbes zafiros del griego brillaron al encontrarse con aquellas gemas violetas. No supo porque pero, pudo notar un enorme deje de tristeza en la mirada de Degel, era algo que nunca jamás había visto en la mirada del francés, ¿tanto daño le había hecho?

–¿Qué haces aquí? –Pregunto curioso y saco la llave para abrir la puerta e indicarle al otro que le acompañara, pues hacia algo de frio.

–Yo… necesitaba hablar contigo –Casi dos semanas sin poder verle o tan siquiera hablar con él. No sabía porque pero se sentía ansioso.

–Entiendo… –Por otro lado, Degel no se sentía de la misma forma que el peli azul. Su corazón se encontraba latiendo muy aprisa, el aún no se encontraba preparado para enfrentarle.

La mirada del griego recorrió por completo el cuerpo del otro que se encontraba de espaldas, mientras dejaba su bolsón sobre la mesa; aún se le hacía difícil que hacía unos días el mismo había recorrido cada parte de aquel cuerpo, lo había marcado como suyo. Ninguno de los dos tenia tema para hablar, no sabían que decir. Ahora mismo Degel se arrepentía por haber despertado al otro, lo mejor hubiera sido dejarlo ahí afuera pero, no, no podía ser así de malo con el griego.

–¿Quieres algo de tomar? –Se sorprendió a si mismo de que su voz sonara normal, tan solo esperaba que así siguiera hasta que el otro se marchara.

–Eh, café estaría bien –Las largas hileras verdosas de Degel se movieron en un suave compas al darse la vuelta, dejando embelesado al griego que parecía no darse cuenta de que se lo comía con la mirada. Algo de lo que Degel no estaba consciente, era que cada que caminaba sus caderas se movían en un suave contoneo que hacia enloquecer a cualquiera, en especial a Kardia quien siempre le observaba.

Ya en la cocina el otro se sintió más tranquilo, dejo salir un sonoro suspiro y apoyo las manos sobre la mesa. Se sintió desfallecer sobre todo cuando todo empezó a darle vueltas. Últimamente algunas comidas le estaban cayendo mal, ni que decir de algunos olores o los constantes dolores de cabeza, mareos y nauseas.

–Maldición… –Bufo molesto mientras encendía la cafetera y se apoyaba aún más sobre la mesa, esperando que los mareos cesasen.

–Oe, Degel, ¿Te encuentras bien? –Se escuchó la voz del peli azul más unos pasos hacia la cocina.

–Uh, Si, estoy bien –Rápidamente apago la cafetera y se apresuró a sacar dos tazas.

–¿Seguro que estas bien? –Volvió a preguntar mientras ingresaba a la cocina, Degel le daba la espalda mientras llenaba ambas tazas con aquel líquido oscuro; esperando que algo de cafeína pudiera ayudarle a controlarse mejor.

–Ya te dije que si –Volvió a repetir.

–Bueno, sabes… Hay… Hay algo de lo que me gustaría que hablemos –El corazón del peli verde dio un vuelco, ¿acaso se atrevería?- Degel, es sobre lo que paso aquella noche… yo… yo no quise, eso… Eso fue un error

Dio gracias a Dios que se encontraba de espaldas y así el otro no podía ver la expresión de su rostro, ¿es que acaso Kardia no se daba cuenta de que, con eso solo le lastimaba más? "Es mejor así" o al menos eso pensó, quizá lo mejor era hacer de cuentas porque, ¿Qué oportunidad tendría el con Kardia? Ninguna.

–Tienes razón –No supo cómo fue que le salió la voz y pudo fingir una sonrisa, pero así lo hizo- Eso lo puedo entender

–¿Degel? ¿Lo dices en serio? –¡Claro que no lo decía en serio! ¿Pero que podía hacer? Nada.

–Claro que lo digo en serio, somos amigos y eso sería raro –¿Ósea que él era raro? Tal vez si lo era. Pero ver la sonrisa y el peso de la preocupación desaparecer en el otro, le incentivo a seguir con aquel teatro, sin importar que su corazón se rompiera en mil pedazos.

–Gracias, eres un buen amigo yo… -El galo negó con la cabeza y dejo ambas tazas de café sobre la mesita que se encontraba en la cocina- Creí que dejarías de ser mi amigo por lo que te hice

"Debería:" –Pensó- "Pero no puedo…"

Lo que paso siguiente fue lo peor que Kardia pudo haber hecho, estrechar a su amigo como lo había hecho en más de una ocasión. Al principio Degel se había quedado quieto y sin saber qué hacer. Segundos pasaron hasta que sus brazos se movieran y rodearan al otro, sintió como todo su mundo se derrumbaba en un instante al sentir aquel calor que emanaba el cuerpo del mayor, también aquella colonia que siempre usaba el griego y a él le encantaba. Ahora más que nunca deseaba volver a cuando era más pequeño, en aquel entonces no se tenía que preocupar por cosas como estas. El tan solo se preocupaba por estudiar y divertirse con el peli azul, no tenía que pensar en cómo esconder esos sentimientos tan molestos.

Después de haber "aclarado" el malentendido que habían tenido, ambos disfrutaron de una humeante taza de café. Kardia hablaba de cuanta cosa se le viniera a la cabeza, mientras que Degel se encargaba de escucharle atentamente, todo como si nada hubiera pasado entre ellos. Quizá era lo mejor.

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(***)

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A la mañana siguiente las cosas no mejoraron para él, pues apenas dio el primer impulso para levantarse cuando todo empezó a darle vueltas. Nuevamente los mareos, odiaba los mareos, odiaba todo eso y también odiaba al idiota de Kardia y a sí mismo. Aun no entendía cómo es que habían acabado en buenos términos pero, quizás era lo mejor. ¿Quién demonios podía hacer de cuentas que nada paso, cuando has tenido sexo con tu mejor amigo? ¡Solo un idiota! Y para ser sincero, Kardia era un completo idiota.

–Ugh –Nuevamente volvió a cubrirse con las sabanas, no quería salir por nada del mundo pero, como si el destino estuviera en su contra su teléfono celular empezó a sonar. No había que ser adivino para darse cuenta de que se trataba de su amiga, así que mejor cogió el teléfono y contesto- ¿Qué sucede?

Vaya, al parecer nos hemos levantado con el pie izquierdo –Chisto la joven desde el otro lado de la línea.

–¿Qué sucede? –Volvió a preguntar con aquel mismo tono parco.

Pasare por ti, sí que más te vale estar listo –Las orbes del menor se abrieron por completo.

–¡No! –Respondió una vez fuera de las sabanas, Arizt solo hizo otra mueca de desagrado no quería hacer aquello que tenía planeado pero, no le quedaba de otra.

¿Es que acaso no quieres el nuevo tomo del libro ese? –Mintió descaradamente, pero sabía que si le mencionaba lo de la cita con el doctor, el peli verde terminaría escondiéndose de ella hasta que la hora de la cita pasase.

–¿Ya está el nuevo tomo? –Pregunto con brillitos en los ojos, aquel tono sonador solo le hizo sentir más mal a la peli castaña, pero estaba muy preocupada por el estado de su amigo, que no le quedo de otra más que seguir con la mentira.

Así es… Sé que quieres ese tomo así que, por eso te llamaba –Hubo un pequeño lapso de silencio, el peli verde se había sentado sobre el filo de la cama y aun con el celular en la oreja. No quería salir, pero tampoco quería perderse la oportunidad de comprar el nuevo tomo de su libro.

–Está bien, ¿a qué horas vendrás? –Pregunto ya más decidido y cogiendo la toalla para irse a dar un baño.

Pasare por ti dentro de unos veinte minutos y si quieres, después podemos ir a desayunar algo –La propuesta no era para nada mala, además, cuando escucho la mención del desayuno sintió unas terribles ganas de comer pancakes con algo de jalea de fresa.

–Está bien –Sonrió y corto la llamada, ansiando tener el libro en sus manos y al menos unos cinco pancakes con jalea de fresa.

..

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Veinte minutos después, Arizt había llegado como lo acorado y su malestar aumento al ver la emoción en el rostro de su amigo acerca de aquel tomo que había estado esperando durante mucho tiempo. Lo único que podía hacer era manejar y contestar con monosílabos o alguna risilla nerviosa, Degel estaba por demás emocionado. Emoción que le duro poco al darse cuenta que el camino por el que iban no conducía a la librería, al menos no a alguna que el conociera.

No puedo creer que me hayas engañado –Bufo un muy molesto Degel con los brazos cruzados, Arizt negó con la cabeza y siguió conduciendo.

–Si te decía, era obvio que no ibas a querer aceptar además

–¡Además, nada! –Exclamo molesto y asustando un poco a la otra– Yo… lo siento, no quise gritar

–No tienes por qué disculparte, en parte me lo merezco por mentirte pero si te decía la verdad no ibas a querer aceptar –El silencio se instaló entre ellos por varios minutos, Degel pudo divisar a unos cuantos metros lo que era el hospital general de Atenas– Estoy preocupada por ti –Murmuro con un deje de tristeza mientras detenía el carro y encaraba a su amigo.

–Aun así…

–Aun así nada, Degel –Suspiro- Luces muy pálido, casi no puedes comer nada porque todo te termina cayendo mal –Los labios de la mayor se curvearon hasta formar una pequeña sonrisa– Tengo una pequeña idea de lo que podría tratarse, pero prefiero dejarle esto a un profesional

–¿De qué hablas? –Pregunto mientras miraba a la otra abrir la puerta. Arizt solo sonrió e hizo un ademan para que le imitara –¿A qué te refieres con eso? –Volvió a preguntar una vez fuera del auto.

–Ya te dije que tengo una pequeña idea de lo que puede ser –Sonrió tenuemente.

–¿Cómo una infección en el estómago? –Acoto el con una mueca, la otra solo negó y le tomo del brazo.

–Nada de eso –Degel solo le vio confundido y se dejó guiar por la otra.

Cuando entraron al hospital, la peli castaña se encargó a ir a hablar con la recepcionista mientras él esperaba en la sala de espera. Mientras lo hacía no pudo evitar ver de reojo a un joven, quizá uno o dos años menor que el, quien se encontraba sentado a la par suya. Tendría al menos unos cinco meses, el vientre estaba por demás hinchado, quizá de gemelos. No supo porque pero aquello le lleno de alegría, tan así que de forma inconsciente llevo su mano a su vientre; preguntándose mentalmente ¿Qué se sentiría estar así? Las acciones del menor no pasaban desapercibidas para un par de ojos grisáceos, que solo le miraban con diversión.

–Vamos… Ya es hora de que te hagan unos exámenes –Se acercó a tomarlo por el brazo y esfumando así los pensamientos del peli verde, quien solo se sonrojo por imaginarse así mismo en aquel estado.

– X –

Desde hacía varios años atrás el matrimonio gay había sido declarado legal, dejando así que varias parejas tuvieran la dicha de poder unir sus vidas con quien ellos desearan. Pero también habían logrado ocurrir algunas cosas, experimentos realizados por los mejores científicos del mundo, lograron desarrollar una forma en que los hombres también tuvieran la oportunidad de dar a luz. Aquellos que lo deseaban debían de realizar un pequeño tratamiento a base de pastillas, dicho tratamiento ocasiono algunos efectos secundarios, tales como los hijos varones que llegaran a tener, pudiera tener la dicha de concebir. Algunos nacían con tal privilegio, mientras que otros debían de someterse al tratamiento.

– X –

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(***)

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..

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Mientras tanto en la mansión de la familia Skorpió, Kardia aún se encontraba durmiendo en la comodidad de su cama. El griego se había negado a dejar las sabanas e interrumpir aquel sueño. En el sueño se podía apreciar una bella casa en el campo, había varios árboles a los alrededores. Pero había uno que más le gustaba, era uno enorme y frondoso.

Vaya que es hermoso –Se dijo para sí mismo mientras observaba la casa, por alguna extraña razón le resultaba familiar.

Sí que lo es, y por fin es nuestro –Respondió una voz a sus espaldas, provocando que diera un respingo. El dueño de la voz era un joven de tez nieva, largos cabellos verdosos y mirada violeta. –¿Degel? –El mencionado sonrió tenuemente y entrelazo su mano con la del peli azul.

Estoy feliz –Pronuncio con voz queda. Kardia se sentía totalmente embelesado por aquella imagen de su cuatro ojitos– Y muy pronto ellos estarán con nosotros –Al mencionar "ellos" la mirada del menor pareció adquirir un brillo sin igual.

¿A qué te refieres con ellos? –Pregunto confundido. Degel solo sonrió y volvió a hablar, pero ninguna palabra u sonido salió de sus labios.

..

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Se despertó con muchísimo pesar, primero había sonado con lo que él consideraba con la casa de su sueños y después Degel termino apareciendo para hacerle mención sobre ¿ellos? ¿Quiénes ellos? ¿Con quién? ¿A qué se refería con eso?

–Que sueno más raro –Murmuro para luego dar un bostezo. Volteo a ver hacia la ventana, sonrió al ver como las oscuras cortinas impedían que los rayos del sol entrase– Degel…

No supo porque pero pronunciar el nombre de su amigo le hizo sentir algo extraño, aquello había sido como un pequeño punzón en su corazón. Desde la noche anterior que había ido a aclarar las cosas con el peli verde, hasta ya entrada bien la noche que se la había pasado en casa de Manigoldo, se había estado preguntando si había hecho bien.

–Maldición –Echo las sabanas aun lado y se abrazó a sus piernas. Por mucho que su cabeza dijera que si había hecho bien, no podía evitar sentir que había errado, algo en su corazón así se lo decía- Sera… ¿será que me equivoque?

La noche anterior Manigoldo le había repetido hasta el cansancio que si se había equivocado, que lo que había hecho con el peli verde no había sido ningún error. Nadie reacciona de esa manera al ver a sus amigos bailando con otra persona, mucho menos llegan al punto de tener sexo con ellos porque sí. Lo único que motivaría a alguien a hacer eso o al menos a reaccionar de esa forma, son los celos. Y debía admitirlo, si había sentido celos de verle bailar con Aspros. Aun sentía eso cada que lo recordaba o se encontraba con el gemelo mayor.

–Tch… No es correcto –Con una de sus manos revolvió sus largos cabellos índigo y cogió el celular que descansaba sobre la mesita de noche- ¿Hola? ¿Helena? -Tenía que olvidarse de ese tema y que mejor que salir con una chica- Jajajaja si, linda, veras… Te llamaba para ver si estas disponible hoy…

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(***)

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Y mientras que Kardia se encontraba haciendo planes con Helena Dalaras, hija única del gran empresario Alexander Dalaras, amigo y gran accionista de la familia Skorpió. Degel había tenido que pasar por una serie de exámenes para saber a qué se debían sus malestares, y una vez hechos se dirigieron a hablar con el doctor. Mientras que el hombre de bata blanca sacaba los exámenes y los iba revisando, su expresión fue cambiando por una alegre. ¿Desde cuándo un doctor se alegraba por ver los resultados de uno de sus pacientes?

–Bueno, lo único que puedo decirle es… ¡Felicidades joven Verseau! –La expresión serena de Degel cambio a una llena de entera confusión.

–¿A qué se refiere con eso? –El doctor solo sonrió y le mostro los análisis- Por lo que estos exámenes muestran, usted tiene al menos dos semanas y media de embarazo –El más joven sintió que el alma se le escapaba del cuerpo al escuchar lo que el doctor le decía. Aquello, aquello no podía ser verdad.

–¡Es imposible! –Exclamo aún más pálido, Arizt le tomo de la mano a modo de apoyo –Yo no… ¡Yo no puedo estar embarazado!

–Cálmese, joven Verseau –Él no quería calmarse, él quería que le dijeran que aquello solo era una broma de mal gusto– Los exámenes de sangre que le hemos realizado, dictan que usted lo esta

–Pero… yo no… –No quería creerlo, ni imaginarlo ni nada. Era algo ilógico que a sus diecinueve años se encontrara embarazado.

–Además con solo los síntomas que ha estado presentando, era más que obvio deducir sobre su estado –El pobre hombre que apenas rondaba los cuarenta años, no pudo evitar suspirar pesado. En parte podía entender al galo, era muy joven como para recibir tal noticia de su estado.

–Degel –El suave agarre de su amiga lo llevo a calmarse un poco, pero solo poco.

–Pero… yo… -Los ojos violetas comenzaron a aguarse. Sentía rabia, tristeza, emoción… ¿emoción? ¿Cómo podía sentir emoción por eso?

–Tendrás un bebé –Exclamo ella con una sonrisa y tomando al otro por la mano. El menor aún se encontraba exaltado por la reciente noticia pero, en cierto modo había "algo" que le hacía sentir emocionado.

–Un… bebé… –La de mirada grisácea sonrió un poco más al notar la estupefacción del otro. Le resultaba increíble el como Degel había tardado tanto en darse cuenta, cuando ella misma lo había descubierto ante los extraños síntomas del otro.

El doctor dio un suspiro y les sonrió a ambos, era normal que jóvenes de esa edad reaccionaran de esa forma ante el embarazo. Arizt al notar que su amigo aún seguía en estado de shock, decidió ser ella la encargada de preguntar cuanta cosa le fuera posible al doctor, quería mantenerse informada y así ser de mejor ayuda para con su amigo. Según el doctor, el embarazo de un hombre podía llegar a tener más complicaciones que el de una mujer.

Ya de ahí todo parecía normal. El doctor se encargó de ir anotando las cosas que el galo necesitaría, entre ellas algunas vitaminas, mantener una dieta balanceada, evitar ciertas comidas o bebidas. Así como también estar activo, evitar el estrés y las emociones fuertes. Una vez acabada con la consulta, ambos se despidieron con el doctor o al menos así lo hizo la peli castaña. Degel aun lucia ido, seguía sin poder creerse del todo la noticia.

–Todo estará bien –Le aseguro mientras le quitaba seguro al carro e ingresaba a este, Degel tan solo le imito en silencio– Degel

–No podre –Fue lo primer que murmuro en todo ese rato– No podre con este bebé, yo…

–Tú no lo hiciste solo, ¿recuerdas? –Aquel comentario pareció molestar un poco al otro, quien solo se cruzó de brazos y volvió a guardar silencio en todo el rato– Lo siento, olvidaba que estas sensible –Rio-

–¡No es gracioso!

–Vamos, venga, deja de gritar y vamos a desayunar algo –El más joven solo hizo un puchero, uno que le termino pareciendo muy adorable la otra.

Unas cuantas esquinas más adelante detuvo el carro frente a un café, el olor a pan tostado, omelletts y cuanta cosa, inundo las fosas nasales de ambos. En especial las de la futura "madre" quien de forma inconsciente llevo su mano al vientre, el cual acaricio con cariño. Arizt solo sonrió y se encargó de pedir una mesa para dos. Mientras eran atendidos las miradas de algunos clientes se posaron sobre la jovencita, quien solo les ignoraba olímpicamente. Ella había ido a comer, no a buscar marchante. Mientras que unos le devoraban con la mirada a ella, otros parecían desnudar con la mirada al de hebras verdosas.

A pesar de que este lo negara, Degel tenía cierto imán que atraía las miradas de hombres y mujeres; ya fuera por su inteligencia, su dulce e inocente corazón o por aquella belleza casi hetera de la que era poseedor. El joven no pudo evitar sentirse incomodo por las constantes miradas hacia su trasero.

–Ven, toma mi mano –Dijo ella– Tal vez así se creen que "estas conmigo"

El peli verde entendió al instante que quiso decir con aquello, así que decidió seguirle el juego. Para ella Degel siempre seria como un hermanito menor, uno al que estaría dispuesta a ayudar y proteger de cualquier cosa o persona. La mesera se encargó de llevar a ambos a la mesa, daba contra el ventanal así que lograrían tener una buena vista además de algo de aire fresco. Arizt solo se dedicaba a ver al otro jugar con las servilletas, el pobre lucia nervioso.

–Todo estará bien –Musito segura y tomando el menú, Degel le imito.

–Pero… Este pequeño es de… –De solo pensarlo sintió como la emoción le embargo. El bebé también era de Kardia. ¡Kardia era el padre! Pero su emoción se evaporo al recordar que no tenían nada, que solo habían quedado como simples amigos, porque eso eran.

–¿Degel, que sucede? –

–En no debe saberlo… –Ninguno dijo nada por algunos segundos mientras la mesera se acercaba a tomarles la orden. Al principio Degel se negó diciendo que había perdido el apetito, pero Arizt le ignoro olímpicamente y aun así pidió para ambos, o mejor dicho, para tres.

Degel solo se dejó hundir en sus pensamientos mientras acariciaba su vientre plano, a pesar de los notorios síntomas y las palabras del doctor aun así se le hacía difícil creer que sería "mamá" que en su vientre se encontraba un minúsculo ser, que poco a poco iría creciendo. Sonrió. El siempre había sonado con formar una familia, una con la persona que el amara, una familia con… con Kardia. Siempre había deseado, sonado más bien con el día en el que el griego confesara que sentía lo mismo por él, que le amaba.

La mirada de Arizt observaba cada ínfimo detalle del otro, no había necesidad de pronunciar palabra alguna para saber lo que el francés pensaba. Ella le conocía muy bien como para saber que estaba pensando en el tarado del peli azul. Suspiro. Una de las cosas que siempre había estado deseando también, fuera que Kardia se diera cuenta de sus sentimientos. Cualquiera lo notaria, cualquiera que tuviera buena vista y lógica, se daría cuenta de que el griego se encontraba enamorado del peli verde, pero a la negación era lo que impedía ir más allá. Eso y sabiendo el ambiente en el que el peli azul había crecido. Un padre muerto. Una madre y un abuelo a cargo del pequeño, agregando el hecho de que eran de una familia acaudalada y eran de esas personas con mente cerrada.

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(***)

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Debía admitirlo por más que tratara de distraerse con cuanta cosa se encontrara en la calle, aun así no podía, ¡ni aun cuando venía acompañado de una hermosa chica! Ahora más que nunca se arrepentía por haberle pedido a Helena que saliera con él. La chica era hermosa, sí, pero era de esas típicas niñas de papi que siempre lloran cuando se le rompe una uña o no consigue lo que quiere.

–Nee, Kardia, ¿no crees que deberíamos de ir a desayunar algo? –Pregunto la chica mientras se le colgaba del brazo al otro.

–Claro, ¿porque no? –Tan solo habían estado caminando entre las calles y viendo cuanta tienda se les cruzara en el camino. Tedioso. Al menos la chica había salido con una buena sugerencia.

Ambos griegos se dirigieron al café que se encontraba en la esquina, era uno de los mejores por su comida y el buen trato hacia los clientes. Al ser un día hermoso, ambos decidieron por una mesa cerca de la ventana. Ignorando el simple hecho que a unas cuantas mesas de ellos, se encontraban dos jóvenes que platicaban animadamente. La joven tenía largos cabellos castaños, tez nieva y ojos grises, mientras que el joven tenía una hermosa y sedosa cabellera verdosa; era una lástima que se encontraba dándoles la espalda pero para alguien como Kardia, aquella cabellera podría reconocerla en cualquier lugar.

–Degel… -Aquel bello nombre broto de sus labios con suavidad, deleitándose al pronunciar cada una de sus letras. No podía evitar sentir aquella sensación que le embargaba y enloquecía su corazón.

–¿Sucede algo, cariño? –Pregunto la de cabellos ébanos. La chica había notado con desagrado como el griego miraba en dirección de cierta mesa, gruño al ver que los zafiros de Kardia parecían estar fijos en la peli castaña. Pobre ilusa.

–No, no es nada… Tan solo creí ver a alguien conocido –Negó y tomo asiento, la otra no le creyó pero igual decidió olvidarse del tema y tomar asiento.

La mesera llego a la mesa de ambos para dejar los menús, pero al ver a tremendo Adonis no pudo evitar coquetear con él o mandarle cuanta indirecta que el otro parecía ignorar; su mirada se encontraba centrada en una sola persona que n o era la mesera y con timas Helena.

Mientras tanto en la otra mesa, Arizt había notado como cierto peli azul no apartaba la mirada de ellos o para ser más exactos, del peli verde. Rio por lo bajo y se cubrió parte de la cara con la carta, no pensaba decirle a Degel que el griego se encontraba a unas cuantas mesas de ellos o sino volviera a alterar al menor y eso era lo que menos quería; mas cuando le había costado varios minutos convencerlo de que no se preocupara por nada.

–Arizt… hay algo que deseo pedirte –Dijo una vez que la mesera se había retirado después de haberles dejado su pedido.

–¿Qué cosa? –Degel se removió un poco en su asiento, picando los pancakes con el tenedor.

–Esto… acerca de mi estado –Dejo el tenedor sobre el plato y llevo ambas manos a su vientre para acariciarlo con ternura, no pudiendo evitar sonreír tenuemente.

–¡Ha! ¡Degel! ¡Vaya, sabía que eras tú! –Exclamo alguien a sus espaldas, a la de hebras castañas aprecio darle un tic en el ojo izquierdo al ver como Kardia se acercaba a donde ellos y con una chica muy molesta que venía detrás de él, ¿es que el griego no podía ser más idiota?

–K-Kardia… -Inmediatamente palideció, ¿Qué estaba haciendo el peli azul ahí?

–Jejejeje, ¿Qué cosas, verdad? Digo, el que nos encontremos aquí… -Sin descaro alguno se atrevió a tomar asiento junto a los franceses, la chica de cabellos ébano imito la acción con cierto disgusto junto al griego– Y, ¿Qué hacen aquí?

–Comer, ¿Qué no es obvio? –Las curvaturas de sus finos labios se alzaron un poco, Kardia solo vio algo confundido a la chica.

Los cuatro ellos se sumieron en un incómodo silencio, sobre todo Degel que sentía unos enormes deseos de salir corriendo de ahí. Por otro lado, Kardia no podía evitar ver de reojo al peli verde o robarle una que otra fresa del plato. Degel ni se quejó, es más, hasta el hambre se le había ido con la presencia del otro. Helena era la más cabreada en cuanto a la situación, ¿Qué demonios estaban haciendo ellos ahí? Y sobre todo en la misma mesa que el aquel chico de baja categoría. ¡Eso le molestaba!

–Ahem… –Tosió un poco, solo para hacerse notar

–¡Oh! Si, por poco lo olvidaba –Rio nervioso- Chicos, ella es Helena Dalaras –La chica se abrazó aún más al brazo moreno y sonrió de forma altiva, haciendo sentir más mal a Degel, cosa que Arizt noto.

–Oh, debo deducir que es otra de tus conquistas –Chisto mientras se llevaba un trozo de fresa a la boca– Imagino que debe ser la ciento uno –Ante aquel comentario ni ella o Degel pudieron evitar soltar una pequeña risita, sobre todo el menor.

–Uh, me alegra que les parezca "gracioso" –Inquirió con cierta molestia– Pero soy SU novia –Con ello las risas cesaron y un sabor semi-amargo se instaló en la boca del menor, Arizt solo apretó con fuerza el tenedor.

–Oh… -Bajo la mirada y con una servilleta se limpió de forma delicada los labios– Bueno… Pues te deseo la mejor de las suertes

–¿A qué te refieres con ello? –Pregunto mordaz. Kardia y Degel solo se mantuvieron al margen de la plática. El primero, buscaba la forma de hablar con el peli verde mientras que este solo huía de la mirada zafiro de su amigo y padre del pequeño.

–Oh, bueno, está comprobado científicamente que las parejas a Kardia solo le duran menos de una semana –La de nacionalidad griega sentía que la otra solo se estaba burlando de ella.

–¡Kardia! –Chillo molesta y llamando la atención del peli azul, quien desde hacía ratos quería llamar la atención del otro. –¡Haz algo!

–Arizt… –La chica se encogió de hombros como restándole importancia al asunto.

–Tu bien sabes que digo la verdad, corazón

–No le digas así! –Exclamo aún más enojada la otra– Se de la clase de chica que eres

–¿Ah sí? ¿Y qué clase de chica soy? –Pregunto con una sonrisa igual a la del gato Cheshire.

–¡Eres una caza fortuna! ¡Justo como el! –Gruño rabiosa y señalo de forma despectiva a Degel, quien había preferido tener la mirada gacha y acariciando de forma disimulada su vientre, sintiéndose más que incomodo ante aquella situación.

–¡Helena! –Bramo el mayor con disgusto, Arizt solo hizo una seña para que no dijera nada.

Por unos momentos y solo por unos momentos a la chica de nacionalidad francesa, le dieron unas terribles ganas de sacar un harto repertorio de insultos contra la otra, ¿es que acaso era ciega? ¿Acaso no sabía con quién estaba hablando? Porque ella si lo sabía, sabía que aquella chica era la Helena Dalaras, una niña de papi y mami. Su familia era acaudalada, pero jamás podían llegar a compararse con los Fontaine.

–Rezare para que Dios se apiade de tu alma –Suspiro con desgano– Pero aclaro una cosa –Tenia los brazos cruzados sobre el pecho y su mirada era por demás seria. –Tu insulto hacia mi persona me tiene sin cuidado, soy alguien que te puede destruir en cualquier momento y sin dudarlo aunque por el momento no me apetece hacerlo, pero… -Sus orbes se encontraron fugazmente con la mirada triste del menor quien tenía las mejillas sonrojadas por la vergüenza y con deseos de huir– Un insulto más hacia mi hermano y me encargare de arrancarte la silicona que te cargas en todo el cuerpo.

Tanto Kardia y Helena tenían la boca abierta, la chica rio con gana y con su mano derecha tomo el vaso para darle un sorbo a su jugo de manzana. Degel negó con la cabeza y se cubrió los labios con el dorso de la mano, intentando así impedir que ese suave trinar, que hacía llamar risa, se escapara de sus rosados labios. En cierto modo Kardia se sintió mal al ver el rostro desencajado de Helena, pero debía admitir que también se había pasado al tratar de aquella forma tan despectiva a Degel además, debía admitir que la actitud arisca de la peli castaña había sido divertida, en especial eso sobre la silicona.

–¡Agh! ¡Me largo de aquí! –Bramo furiosa y se levantó de su asiento, para salir echa toda una furia.

–Eh… Discúlpenla por eso… –Se disculpó un avergonzado Kardia.

–Nah, descuida, pero asegúrate que se tome sus pastillas –Chisto la mayor, el otro solo sonrió tenuemente y se despidió de ellos. Ambos vieron salir al peli azul a paso a presuroso, no era para menos, la peli negra había dicho cosas que no eran en especial eso de que "tenían una relación"

El resto de la comida pasó más o menos normal, Arizt se encargaba a cada momento de subirle los ánimos al otro aunque tras la "nueva relación" del otro, era difícil hacer que Degel se olvidara del tema. Ni tan siquiera llevándolo a la librería en busca de libros nuevos, lograron levantar los ánimos del chico, quien no dejaba de darle vueltas al asunto.

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(***)

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Después de aquel día fuera de lo normal Arizt se encargó de ir a dejar a Degel a su departamento, el día había sido por demás tedioso y estaba segura que la futura madre lo que más deseaba era llorar hasta quedarse dormido.

–Degel, cariño –El suave toque de aquellas manos sobre su cabeza hizo que se encogiera más en su lugar y abrazara la almohada.

–No puede saberlo –Murmuro, Arizt solo le vio por unos momentos y suspiro– Kardia no puede saber que… Él no debe saberlo…

–Es el padre del niño –Añadió en otro suspiro, sintiéndose mal al instante al sentir el cuerpo del menor temblar bajo las sabanas.– Pero respeto tu decisión

–Gracias –Tal vez no era la mejor decisión, pero después de lo que aquella chica les habían anunciado sus esperanzas de siquiera decirle al peli azul se habían desvanecido.

–Todo estará bien –Murmuro en tono maternal y depositando un pequeño beso sobre la cabeza del más joven, haciéndolo sonreír– Cualquier cosa que pase, solo llámame, ¿sí?

–Arizt no tienes de que…

–¡Oii! –Le corto– Seré la tía de ese pequeño o pequeña, así que, si la futura mami necesita algo será mejor que lo pidas

–¿Futura mami? –Sus mejillas enrojecieron al instante- Yo no… –Pero antes de soltar algún reclamo contra la otra, está ya se encontraba a pocos pasos de la salida.

–Como dije antes, cualquier cosa, solo llámame y pobre de ti que no lo hagas –Amenazo, como si de una madre se tratase; dejando a Degel sin escapatoria, pues bien sabia cuan pesada se podía poner la otra si le notaba mal.

Una vez solo en la soledad de su departamento se permitió suspirar más tranquilo, el día había sido pesado y lleno de sorpresas. Quiso llorar al verse solo en aquella enorme soledad, pero su único consuelo fue tener aquel pequeño ser que se había estado formando de a poco en su vientre. Tal vez era un hijo no planificado, pero no por ello dejaría de amar al pequeño. Apenas tenía unas cuantas horas de saber de su existencia y ya sentía que lo amaba, tal vez aquello era a lo que llamaban instinto maternal.

–Mi pequeño –Sonrió y con su mano derecha empezó a darse suaves y gentiles caricias hasta quedarse dormido.

Tal vez estaba cometiendo un grave error al no decirle a Kardia que sería padre pero, ¿de que serviría? ¿De que serviría decirle, cuando el peli azul ya tenía pareja? ¿Qué ganaría con ello? Nada. Con aquellos pensamientos y con el deseo de que el mañana fuera mejor, se fue quedando dormido en los brazos de morfe, sin siquiera darse cuenta como una lagrima traicionera se deslizaba por su fría y nívea mejilla.

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(***)

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Por otro lado Kardia se encontraba más que cabreado en la soledad de su habitación, después de aquel desplante que la peli negra había tenido con Degel, había salido tras de ella para aclarar algunas cosas pero el comportamiento de la chica solo le alteraba aún más los nervios. Lo peor de todo fue cuando esta por el arranque de furia, le grito, prácticamente en el rostro; el cómo le había molestado que no le defendiese ante las palabras venenosas de la peli castaña, ni porque sus familias habían estado creando un acuerdo en el cual les ayudaría a unirlos.

En pocas palabras la familia Dalaras y Skorpió había creado una unión, una que se llevaría a por medio de ellos y de la relación que formasen; dejando en estado de shock momentáneo a un pobre Kardia que seguía sin poder ingerir toda esa información.

–Tch, maldición –Parecía león enjaulado. ¿¡Y quien no lo estaría?!

Se echó por quinta vez sobre la cama, nada servía estarse quejando a esas horas lo mejor era descansar y ya mañana pensaría en algo. Pero en cada una de esas que intentaba dormirse, siempre aparecía aquella mirada violeta. Siempre el recuerdo de Degel. Además de que las últimas noches había tenido problemas al dormir, bueno, no es que sufriera de insomnio. Pero casi siempre terminaba soñando con aquella noche, aquella donde le hizo el amor a Degel.

Aquello era algo que no podía clasificar como un simple acoston, porque Degel no era un cualquiera él era, él era distinto. Bufo molesto y se pasó ambos brazos por debajo de la cabeza. Todas esas noches había estado soñando lo mismo y siempre se despertaba con aquel mismo malestar entre sus piernas, que ni con una o dos duchas frías podían bajarle la calentura.

En momentos como esos eran en los que más dudaba de dicha amistad y las palabras de Manigoldo parecían resonar una y otra vez en su cabeza. Tal vez el italiano tenía razón, tal vez lo que sentía por Degel había cambiado con el paso de los años y aquella amistad había cambiado por algo más.

Pero un simple "tal vez" no ayudaba en mucho, él tenía que estar completamente seguro de lo que sentía por el otro, aunque fuera raro, pues su madre le había inculcado que la relación entre dos hombres era algo abominable pero en la actualidad en la que vivían, ya eran pocos los que pensaban de aquella forma, por no decir que apenas un mísera cifra de personas. Tantos temas confusos solo lo llevaron a agotarse aún más. Cerro los ojos nuevamente en espera de que la una buena noche de descanso, lograra traer todas las respuestas que el necesita a sus millones de preguntas.

Notas finales:

Bueno... eso ha sido todo por hoy, espero que les haya gustado y como dije antes, ya soplo quedan 3 o 4 capitulos para que este fic se acabe~ c: 

Y asi podre seguir con los demas hasta terminarlos, en especial Esclavo de Tu Amor! entre otros fics que tengo en mente.

Tambien quiero agradecer a todas esas personas que ha estado leyendo este fic, ademas de que se han tomado su tiempo en dejarme un coment. Muchisimas gracias!!! Creanme que en verdad lo aprecio!


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