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Please Don't Go... por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Jejeje… bueno, sin más que decir les dejo el capítulo de hoy, disfrútenlo y perdón, en serio perdon por por hacerles esperar tanto!

  Pasaron muchisimas cosas que me impidieron seguir con el fic, mas ahora que este sabado tendre que viajar y no estare por un mes :c quien sabe que logre actualizar... esperemos que si se pueda u.u (el inter de alla es re malo xD)

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Después de la tremenda noticia que Degel había recibido en cuanto a su estado, los siguientes días parecieron ser un completo caos para él. Cada mañana era atacado por los mareos o náuseas y cada que comía algo, tenía que salir corriendo a vomitarlo. Asqueroso. Por ende, Arizt se pasaba más pegada a él, en caso de que necesitara algo y a petición por este mismo le ayudaba a huir de Kardia. No quería que el peli azul se enterase de su estado, no cuando este parecía ser feliz con su nueva pareja.

Por otro lado Kardia se había vuelto más insistente para con el francés, no entendía por qué este siempre huía de él o mandaba a su amiga para decirle que se encontraba indispuesto. ¿Desde cuándo Degel estaba indispuesto para hablar con él? Y ya llevaban alrededor de un mes en esa situación.

–¡Maldición! Si no quiere verme, ¿Por qué no me lo dice de frente? –Ese día se había ido a casa de Manigoldo, odiaba sentirse atrapado en su propia casa y estar escuchando los constantes regaños de su madre o abuelo.

–¿Al menos te has puesto a pensar de que, algo malo debe estarle pasando? Digo, –El de descendencia italiana se encontraba acostado sobre la cama y ya tenía un buen rato de estar escuchando la misma cantaleta del otro –¿Qué tal si tiene problemas? ¿O si está enfermo? ¡Qué sé yo!

–¡El me lo hubiera dicho! –Respondió muy seguro– ¡Degel me lo hubiera dicho!

Manigoldo solo se removió sobre la cama y se cubrió con las sabanas, a veces deseaba golpear a Kardia o al menos tirarlo por la ventana; lo que saliera primero y resultara sencillo.

–¡Ey, Manigoldo! –El italiano gruño por lo bajo y se quitó las sabanas de encima.

–¿Qué? –Kardia le vio ligeramente ofendido por aquel tono que el italiano había usado– Oh perdóneme joven Kardia, dígame, ¿Qué es tanta… LA MIERDA QUE LE MOLESTA?!

–¡MIRA, JAIBA IGUALADA! –Grito el griego, alterando aún más los nervios del pobre italiano quien arrojo las sabanas aun lado y le lanzo una almohada al otro–

–¡JAIBA IGUALADA TU MADRE! –Bramo, Kardia estuvo a punto de contraatacar con otra cosa pero la sola mirada del de cabellos cortos, le callo– Quieras aceptarlo o no, la cagaste, así de simple

–¿D-de qué?

–Agh… mejor siéntate –Le indico.

El italiano sabía que aquello sería un delicado tema por hablar pero al ver la desesperación en el griego lo mejor era hablar claro y sincero. Era más que obvio que desde aquel incidente entre el griego y el francés, las cosas habían cambiado y él lo sabía, así como también sabía que Degel había empezado a actuar extraño, aunque también había otra cosa que el había notado pero lo mejor era no hacer suposiciones.

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Y ni con todas las explicaciones o consejos de Manigoldo, Kardia pudo siquiera calmarse cada que el francés se le escapaba o salía con alguna excusa para no estar con él. Y de todas formas, ¿Cómo el podría siquiera estar cinco minutos con Kardia? ¿Cómo podría, si cuando apenas se daba la vuelta para irse, Helena siempre se aparecía para llevarse al griego de ahí?

No es que tuviera la autoestima baja, bueno, tal vez un poco. Pero debía admitir que a pesar de todos los halagos que recibía por parte de su amiga o compañeros de clase y maestros, aun así no podía evitar sentirse de menos. A penas el ruido de unas chicharras se escuchó a lo lejos, mientras que la suave brisa meció con gentileza sus cabellos largos cabellos verdosos.

–Al menos te tengo a ti, que también es una parte de el –Sonrió con dulzura mientras acariciaba su vientre aun plano. Apenas tenía dos meses de embarazo y por cada día que pasaba, no podía evitar sentir una mezcla de emoción y miedo por tener en sus brazos a aquel pequeño ser.

–Tan solo espero que no saque lo ciego –Murmuro una voz divertida a sus espaldas.

Degel solo negó y se acomodó aún más el en asiento mientras miraba de reojo a su amiga. Arizt traía en sus manos una bandeja llena de comida, a veces no podía evitar sorprenderse y avergonzarse un poco por la enorme atención que la mayor le brindaba. La mayor sonrió complaciente mientras colocaba cada comida sobre la mesa ante la atenta mirada del oji violeta.

–Come lo que gustes –Dijo antes de sentarse y agarrar una pequeña porción de fruta.

Mientras tanto el francés no sabía que escoger, todo se miraba apetitoso y en si la otra había escogido las comidas que por suerte no le causaban ningún malestar. Al final se terminó decidiendo por una porción de fruta con algo yogurt, aunque debía admitir que aquellos pancakes con jalea de fresa, se miraban más que apetitosos, quizá luego del yogur podría comerse uno que otro pancake.

Después de acabarse la fruta de con yogurt, los pancakes y de haber tomado un algo de agua fresca para quitar el empalago de lo dulce, Degel se sintió más a gusto consigo mismo y el pequeño ser en su interior. Los pequeños rayos de sol y la suave brisa acompañado con el trinar de las aves, parecía ser como un arrullo para el más joven mientras acariciaba con ternura su vientre, Arizt solo le observaba con ternura, sintiéndose feliz de que su amigo se estuviera tomando bien aquella noticia del bebé; pero aun así había algo de lo que debían de hablar, algo que no debía de pasar por alto.

–Degel… –Apoyo los codos sobre la mesa y entrelazo sus manos para apoyar el mentón en ellas, el más joven abrió con pesar sus ojos y los fijo en los ajenos. –¿Qué harás con respecto a Kardia?

–¿A qué te refieres? –Era más que obvio que no quería pensar en el peli azul, no cuando el temor crecía en él, no cuando sabía que el griego se encontraba en una relación con aquella chica que había conocido en ese café.

–Sabes a lo que me refiero… –Suspiro y deshizo el agarre entre sus manos para tomar la mano izquierda ajena, que se encontraba sobre la mesa. –Degel, a pesar de que Kardia es un bruto sin remedio, aun así es el padre de ese bebé y por lo tanto tiene derecho a saberlo

Bajo la mirada, ¡Claro que el otro tenia derecho a saberlo, era el padre de su hijo! Pero aun así, ¿Cómo podría ir a decirle aquello? ¿Cómo?– Yo… tengo que pensarlo –Bajo la mirada–

–Piénsalo corazón mío –La mayor le sonrió con ternura mientras entrelazaba su mano con aquella nívea, transmitiéndole apoyo y cariño, justo como lo hacía una madre a su hijo. –Piénsalo, aahh… Y bueno, sabes que solo te he dicho mi pensar pero aun así, sabes que sin importar la decisión que tomas, ahí estaré para ti

–Gracias… -Sintió como su corazón se encogió, últimamente se había estado sintiendo de aquella forma; pero el sentimiento aumentaba cada que escuchaba las palabras llenas de apoyo de su amiga o cuando por infortunio suyo miraba a la tal Helena enganchada del brazo del peli azul. –Gr-gracias en verdad…

–Ow, cariño~ –Inmediatamente se levantó de su asiento y fue a abrazar al francés, quien sin dudarlo se dejó acunar por los brazos de la otra. Degel era una maraña de sensaciones y emociones. Sentía felicidad, tristeza, rabia, un sinfín de cosas que le habían estado atormentando desde aquel día donde la relación de "amistad" entre él y Kardia se había ido al cano luego de una noche de entrega.

–Yo… yo no sé qué haría sin ti, más ahora que mi tía Garnet está en Francia –Las manos de la mayor acariciaban con ternura mientras el otro empezaba a sollozar, provocando que su corazón se desquebrajase al sentir aquellas lagrimas tibias en su hombro-

–Cariño, ella puede estar lejos pero sabes que tienes su apoyo y cariño, así como el mío y el André –Menciono. Sus largos y blanquecinos dedos se fueron paseando entre las hileras verdes, su tono de voz era suave y dulce como el de una madre mientras consolaba a su pequeño– Nos tienes a nosotros…

–Aun así… yo no… no le tengo… –No hubo necesidad de decir más, ella sabía muy bien de quien estaba hablando el galo. En ningún momento dejo de sobarle la espalda o hacerle pequeños mimos mientras le susurraba palabras dulces al oído o buscaba la forma de hacerle reír con alguna payasada suya. Mequetrefe cesado

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***

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Desde entonces las cosas siguieron tal y como estaban; Kardia no podía evitar seguir sintiendo aquella molestia de que, por culpa de unas copas de más y su arrebato, haya arruinado la amistad que tenía con el peli verde, mientras que Degel seguía pensando en la manera de hacerle saber a Kardia, que estaba esperando un hijo suyo.

Cada que se encontraba en la soledad de su apartamento, el peli verde practicaba frente al espejo la manera en que le haría saber aquello al griego. Tenía que calmarse, buscar una manera en que las cosas salieran bien.

–¿Sera que poder hacerlo? –Pregunto para sí mismo mientras miraba su reflejo. El fleco cubrió parte de su mirada, así como aquellas lágrimas traviesas que recorrieron sus mejillas blancas. –Kardia…

No quería admitirlo pero en esos días que no había sabido del griego, había sentido a morir. Nunca antes ellos habían pasado tanto tiempo sin verse, ni tan siquiera cuando los trabajos de la universidad se le complicaban a él o al otro.

–Todo por ti… –Murmuro con dulzura y acariciando su vientre aun plano, aunque una parte suya sabía que eso lo hacía por ambos.

..

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Por otro lado Kardia ya no era el mismo tipo alegre de siempre, casi todos los días se las pasaba encerrado en su habitación y sin ánimos de hablar con los demás. El no tener ninguna noticia del francés le tenía de mal humor, pero su humor negro había incrementado desde aquella charla que tuvo con el italiano. ¿En verdad la había cagado?

Se gruño por cuarta vez en el rato que llevaba encerrado en su cuarto y se arropo con las sabanas negras. Nada era igual, ni tan siquiera el salir los viernes por la tarde con los gemelos o con alguna chica de buenas proporciones, le servía. Nada de eso le animaba.

–Maldición –Gruño al escuchar el sonido de su teléfono, maldiciendo aún más el que alguien le texteara; solo esperaba que no fuera Manigoldo o alguno de los gemelos. Busco como un loco desesperado su celular hasta encontrarlo debajo de la cama, ahora si estaba más confundido no entendía como es que dicho objeto había ido a parar ahí. Pero las sorpresas no cesaron, no cuando vio el nombre de aquella persona aparecer en la pantalla de su móvil–Degel…

Sus ojos se abrieron por completo llenos de sorpresa e incredulidad, ¡había recibido un mensaje! Y justo de la misma persona que le causaba tanto mal por causa de su ausencia. Si Manigoldo hubiera estado en esos momentos, era seguro que el italiano hubiera aprovechado aquel momento para echarle en cara la sonrisa estúpida que tenía radiante en el rostro, lamentablemente no estaba. No había nadie ahí que le dijera como aquel simple mensaje había cambiado el semblante del griego.

Con temor y las manos temblorosas deslizo el pulgar sobre la pantalla y se relamió los labios, aun inseguro sobre qué hacer a continuación.

–Bah, de seguro y el cuatro ojos se quiere disculpar por haberme abandonado –A pesar de lo dicho su voz había sonado insegura, el temblor seguía presente y el temor incrementaba. ¿Qué tal si aquel mensaje traía malas noticias?

Los zafiros que tenía por ojos se pasearon en toda la habitación, como esperando encontrar alguna señal que le dijera si debía o no abrir el mensaje. Al cabo de diez minutos y a ciegas termino cediendo y abrió el mensaje, poco a poco fue abriendo los ojos para leer el contenido; encontrándose con unas palabras muy similares a las que había susurrado para sí mismo.

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(***)

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De: Ratón de biblioteca (Degel)

Yo, lamento muchísimo mi comportamiento evasivo, es decir… Lo siento… Sé que no nos hemos visto últimamente, pero el motivo de ello es algo muchísimo más grande, algo de lo que necesito hablar de frente contigo.

Si no es mucha molestia quisiera que este sábado nos encontráramos en el café que está a dos cuadras de la universidad, o si no puedes ese día pues…

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(***)

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Ni tan siquiera había terminado de leer el mensaje cuando ya se encontraba llamando al francés. A cada repiqueo que el teléfono daba, no podía evitar sentir como las ansias aumentaban y su corazón latía tan rápido que hasta parecía querer escapársele.

Uh… ¿Kardia? –¡Dioses, como habia extrañado esa voz!

–Jejeje, ¡Degel! Qué bueno saber algo de ti, jejeje –Estaba nervioso, él lo sabía, Degel lo sabía pero no le importaba.

Uhmm… -Mientras tanto el francés se encontraba acostado en su cama y sorprendido de que el otr le haya llamado a minutos de haberle mandado aquel mensaje– Kardia… yo

¿Dónde dijiste que querías que nos encontráramos? –Sabía lo que el otro iba a decir, pero no quería, al menos no quería escucharle por teléfono, ¡quería hacerlo de frente!–

–¿Es que acaso nunca terminas de leer mis mensajes? –Pregunto con algo de molestia, Kardia solo soltó una carcajada e imaginándose al instante la expresión del otro, suponiendo que el francés debía encontrarse con las mejillas ligeramente sonrojadas e infladas.– Porque si es así, juro que…

–Quería escucharte… –Aquellas simples palabras le callaron. Callaron e hicieron que el corazón del más joven diera un vuelco de alegría y que el sonrojo en sus mejillas aumentara.–

–¿Kardia?

Necesitaba escuchar tu voz –Volvió a repetir. Por un momento el griego dejo de pensar en los demás, para el solo podía existir la presencia del otro– Maldición, estos días han sido un infierno sin ti

–… –Silencio. No tenía palabras coherentes para decir, más que una enorme sensación de alegría en su pecho, aquellas palabras eran como un enorme bálsamo para él; sobre todo por el tono que Kardia había usado para decirlas. Aquella voz sonaba distinta, muy distinta a cuando hablaban después de dos o tres días sin verse. Ahora, ahora era diferente– Lo siento…

Jeh… –El heleno solo sonrió de costado, imaginándose la nueva expresión del otro al escuchar esa dulce voz–

Los siguientes minutos ambos se las pasaron disculpándose mutuamente, para luego cambiar a risas, comentarios sarcásticos y alguna que otra broma por parte de Kardia. Ninguno de los dos se dio cuenta del pasar de las horas, no cuando sentían aquella emoción crecer en sus pechos, no cuando la voz del otro parecía ser más que suficiente para calmar las ansias y alejar los miedos. Kardia por fin pudo volver a reír como antes mientras se dejaba llevar por aquella voz. A pesar de ser un chico muy "popular" según los demás y de siempre estar rodeado de muchas personas.

Con la única persona que había logrado encontrar la calma y cariño que necesitaba, era cuando se encontraba con el francés.

Notas finales:

En serio perdon por la espera... uwu y espero de todo corazon que les haya gustado el cap de hoy ;-; 


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