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Suspiré cansado, mi mirada reflejaba el cansancio de estar en este lugar, apenas podía respirar; la masa corporal de mi cuerpo se había agotado a tal grado de quedar cómo un esqueleto.
Ya ni siquiera sabía porque estaba aquí, vi abrirse la puerta, ya no era novedad que se presentara. No pude ni siquiera memorizar su rostro.
Mi vientre había crecido, suponía que estaba en los cinco meses, pero es difícil de recordar; jamás llegaría acariciarlo tampoco a jugar con mi hijo pero no dejaría que muriera, ya no dormía por el miedo que tenía; conocía sus intenciones, sabía que planeaba algo…
—Imaginé que aún dormías—saco una jeringa que se escabullía en la parte trasera de su pantalón, y la enterró en mi brazo, haciéndome gritar. —Silencio, no hagas ruido Onodera-kun, hoy haremos algo divertido.
—T-tienes que dejarme ir Haitani-san—el efecto del líquido me estaba haciendo efecto, cerrando mis ojos, ¡No!...por favor, trate de detener mis parpados sin embargo no note que ya era demasiado tarde.
Me encontraba en otro sitio, dejos de ahí. Observe todo y lo miré… Takano-san, corrí hacia él y lo abrace con fuerza.
—¡Por favor ven a salvarme Takano-san!—comencé a sollozar.—Tienes que salvarnos a los dos—me mantuve firme entre sus brazos, él acaricio con suavidad mi cabeza y en un susurro me dijo.
—Estoy afuera Onodera, te salvaré ahora mismo—sus labios se formaron en una silueta—Idiota, te dije que no te acercaras a él, te extraño demasiado…ese Maldito, ¿Te ha lastimado?
—N-no importa lo que me haya hecho a mí, lo único importante es que no ha lastimado al bebé.
—Los sacaré de ahí, lo prometo… te lo juro Onodera—me beso en un arrebato, ya no me importaba nada, más que estar con él. —Todo terminara muy pronto, no he dejado de pensar en ti.
Lamentablemente la infame tempestad regreso ¿Había sido un sueño? Tan sólo eso me queda. Sintiendo un agudo dolor en mi vientre, ambas piernas estaban a los lados, miré el cuarto de diferente manera y una luz cegadora me hizo darme cuenta de que mi cuerpo era más liviano.
—P-per… ¿¡Mi bebé!?—Trate de levantarme, sin embargo no pude, olvide por completo los clavos— ¿¡Que hiciste!?—Grite lo más fuerte que pude, y más allá tomé todas mis fuerzas para intentar escapar— ¿¡Porque!?— empecé a temblar cuándo sus pasos se dirigieron hacia mí, un leve escalofrío paso al ver la cómoda, arriba de los cajones había una caja color marrón, el olor lo afirmaba
¡No lo había protegido! Me lamentaba internamente, ya no podía soportar estar en este lugar, quería morirme. Mi única esperanza por Salir había sido mi hijo, pero ahora que no estaba nada quedaba.
—L-lo mataste…a mi bebé—comencé a llorar por la desesperación de no poder hacer nada en este estado—Maldito enfermo…
— ¿Qué tienes Onodera-kun? … después de todo un feto no es tan importante.—La sangre se escurría entre mis piernas, la colcha destilaba un rojo floreciente que contaminaba el espacio blanco. —Todas las personas algún día mueren.—Besó con recelo mi mejilla, ¿Sólo un feto? Era mi hijo bastardo, las palabras ya no me salía, las inmensas ganas por matarlo crecían dando lugar a oscurecer mi corazón—Lamentablemente a ti te va a tocar morir—con brusquedad, deposito besos en mi cuello para saciar sus agonizantes ganas. — ¡No es divertido! Mírate… —se atrevió a murmurar, su risa aturdían mis oídos, parecía otro sujeto—Eres una desgracia
—Eres un desgraciado…te mataré—se me fue el aire de mi boca, anulando respuesta alguna.
—Mátame de una vez…te lo imploro—deje caer mi cuerpo; a unos segundos de renunciar por completo a mi vida vi como la puerta se movía…
—Pero mira quien vino a acompañarnos.