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Entre dulce y salado por sue

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Notas del capitulo:

 

Hola hola mis adorados amantes del ank! :D Aquí les traigo por fin la actualización! Aún ando sin Pc, pero me las he arreglado para actualizar esto (inner: no tienen ideas de las maromas que ha hecho ésta autora para lograr escribir éste capi o_o) sip, je je no fue nada fácil n_nU vayamos a lo importante! A leer se ha dicho!! 

 

 

 

Cuando Riki abrió los ojos, una imagen luminosa le llegó a la vista. Poco a poco fue distinguiendo la masa difusa que tenía ante sí.

 

- Rosas… blancas…

 

Las rosas colocadas en un jarrón, recibían la claridad del sol desde la ventana y reflejaban su inmaculada presencia sobre el pelinegro herido.

 

Riki salió de su momentáneo embeleso tras recordar, cayendo en cuenta de cuál era su situación actual: Se hallaba en el hospital después de aquel accidente en la cocina…

 

Tras rememorar aquello, Riki trató de moverse, un dolor proveniente de sus antebrazos le atrajo a la mente su propia imagen instintivamente cubriendo su rostro en el momento de la explosión. Se había quemado la piel, de eso no había duda. Pero antes de que se pusiera analizar el grado del daño, en eso, una enfermera entró a la habitación y al darse cuenta de que había despertado, se acercó a preguntarle cómo se sentía y si recordaba lo sucedido. Riki respondió un tanto vago, un poco disperso todavía por los efectos de los narcóticos.

 

- Disculpe… ¿Esas rosas…? - Las mismas no dejaban de encantarle cada vez que sus ojos daban con ellas.

 

- Ah… - La mujer sonrió amablemente – Las trajo un hombre muy apuesto.

 

- ¿? ¿Un hombre apuesto?

 

La muchacha se sonrojó al instante. No quería ser atrevida. Llevada por la vergüenza, salió de la habitación con la excusa de que iría en busca de un doctor para que lo examinase más profundamente.

 

En ese instante de soledad pudo examinarse los brazos vendados hasta la punta de los dedos. No sabía hasta qué punto las quemaduras se extendían sobre su piel, pero lo cierto era que sus manos eran su herramienta de trabajo y tenerlas en aquel estado le produjo un shock inmediato.

 

Se mordió los labios, después de tanto luchar para conseguir un puesto en aquel programa televisivo y le pasaba aquello tan desafortunado. No estaba seguro de si podría volver a formar parte del equipo y eso lo entristeció al punto de sacarle las lágrimas gruesas y un nudo apretándole la garganta.

 

Iba a entregarse al sollozo cuando la puerta se abrió con suavidad; pero el sujeto con la bata blanca no fue el que lo vio llorar.

 

Los ojos azules y los negros, iluminados ambos, se encontraron como por efecto de un hechizo imantado.

 

- Despertaste – Iason no se guardó su sonrisa al verificar lo dicho por la enfermera tras encontrársela en el pasillo.

 

- Iason… - Riki no cabía en su asombro.

 

Su impresión era grande y su pena por no poderse limpiar las lágrimas, le hicieron ladear el rostro. El corazón le palpitaba con total frenesí. Quería verlo, quería ver al hombre desde hacía meses, pero no en aquellas condiciones. Cerró los ojos con fuerza y nuevas lágrimas se sumaron al surco que ya se había formado en sus tostadas mejillas. Un roce tenue le instó a abrir los ojos, hallándose con el Mink limpiándole la humedad con sus dedos.

 

- Riki. Vas a estar bien – Trató de hacerlo sentir mejor – Sé que se ve terrible, pero son quemaduras leves. Apenas te quedarán cicatrices…

 

En aquel momento tan preciado, eso pasó a ser lo de menos para el pelinegro.

 

- Dime Iason… ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que yo…?

 

- ¿Cómo no enterarme? Salió en todos los periódicos. Es la noticia del momento... - Agregó en un dulce tono - Además, no me perdía ni un sólo capitulo del programa.

 

- … ¿Por qué? – Los latidos retumbaban en su pecho.

 

- Riki…

 

El rubio le tomó el rostro con ambas manos, buscándole la mirada, conectándose de un modo que sólo los amantes logran entender.

 

- Quiero que me perdones. Dudé de tu palabra y a pesar de amarte, te alejé de mi lado. Nunca debí hacerlo... De haberte creído, nada de esto hubiera pasado – El ojiazul se lamentaba desde lo más profundo de su corazón.

 

- Iason… - Hizo una pausa, tratando de no continuar llorando – ¿Por qué ahora?

 

- No quería intervenir con tus planes Riki. Pensé en acercarme después de que el programa de televisión terminara, pero esto que pasó… No pude evitar buscarte. No quiero que volvamos a separarnos… - Insistió.

 

- Yo…

 

En eso entraron a la habitación el doctor junto a la enfermera.

 

Iason se alejó del muchacho y se dirigió a la puerta.

 

- Iason… – Llamó Riki con el corazón en la garganta. Había tanto que quería decirle y preguntarle que las palabras se trancaron en su garganta.

 

- No te preocupes – Mencionó el Mink al comprender su gesto – Volveré más tarde – Anunció para luego sonreírle levemente.

 

Riki asintió con la cabeza y se permitió chequear por el especialista. Cuando el rubio desapareció tras la puerta, la enfermera mencionó:

 

- Ese es el hombre de las rosas blancas. Cuando vino a verlo la primera vez estaba realmente asustado, me tocó tranquilizarlo y asegurarle que usted simplemente se encontraba sedado para mitigar su dolor. Desde entonces ha permanecido a su lado todo eñ tiempo que ha podido – Se embelesó con aquello - ¿Son amigos de la infancia?

 

- ¡Lilliam! – Retó el doctor ante lo que pensaba, era una pregunta indiscreta.

 

Riki dirigió la mirada a las rosas blancas que delicadamente descansaban en su sitio, inmediatamente el pelinegro pensó en lo mencionado por la mujer y en su propio sentir al ver a Iason después de tanto tiempo…

 

Lo cierto era, que desde que hubo entrado por esa puerta, el dolor de su piel ardida se esfumó por completo.

 

***

 

Por su lado, Raoul solía reunirse con Mimea para instruirla lo mejor posible en cuanto a protocolo e información personal sobre su persona. Aunque claro, la chica tenía siempre más curiosidad que la necesaria.

 

- ¿Y…? – La pelicastaña mantenía su mentón recostado en la palma de su mano - ¿No me dirás como Katze y tú se conocieron?

 

- Tienes demasiada confianza al tutearnos – Comentó el ojiverde mientras colocaba azúcar a su café.

 

- Bueno… Somos novios después de todo ¿O no? – Le guiñó un ojo. Al darse cuenta de que el rubio frunció un poco el entrecejo, Mimea continuó luego de mover levemente su mano – Anda, no es para tanto. Sólo me parece interesante cómo el amor se genera en las demás personas... creo que es una costumbre de camarera je je.

 

- Eso es porque eres mujer… y ustedes siempre ven todo de una manera fantasiosa e inverosímil – Con delicadeza bebió de su taza - …Es por eso que muchas de sus relaciones acaban en fracaso.

 

- Ya… - Se recostó relajadamente; la actitud lógica del rubio le divertía en ocasiones - ¿Y es qué acaso me dirás que no estás enamorado de Katze?

 

- … - Raoul se permitió un breve silencio – No tengo porque contestarte.

 

- Yo diría más bien que “no es necesario” querido – Mimea sonrió – Porque para tener que hacer todo este teatro para mantener a tu lado a una persona, es prueba más que suficiente de que estás completamente enamorado… ¿O me equivoco?

 

Raoul por primera vez en mucho tiempo se sintió descubierto… desprotegido… No tenía nada que alegar a tan ciertas y simples acusaciones.

 

- El amor es grandioso ¿No crees? Es difícil ocultarlo hasta para alguien como yo – Su sonrisa se vio opacada de pronto – Aunque… no sólo a las mujeres nos rompen el corazón.

 

El Am subió la vista. Quiso preguntarle qué más pensaba sobre el asunto, pues era bien sabido que las mujeres tienen mayor conocimiento en el tema de las emociones, pues su naturaleza, las lleva a experimentar los sentimientos de una manera más profunda y mística… Pero no quería perder más el tiempo en conversaciones fútiles que no lo llevarían a otra cosa distinta que a la especulación misma.

 

- Será mejor que prosigamos con nuestras lecciones.

 

- ¿Puedo pedir más postre?

 

- Sólo las niñas hacen eso Mimea – Tomó lo que quedaba de su café.

 

- ¡Que quieres decir! - Infló los cachetes – A todos les encantan los postres.

 

- Pero es de buena educación no demostrarlo.

 

- Esto de ser de la alta sociedad es tan aburrido...

 

Raoul no pudo evitar exteriorizar una sonrisa ante la actitud infantil de la joven. Siendo que era la primera vez que trataba con una mujer tan sincera. Sólo conocía a mujeres que sonreían con falsedad y vociferaban comentarios vacíos y carentes de aquella gracia genuina que Mimea desbordaba a cada minuto.

 

Fue así como su compañía, en lugar de incomodarle – dado que pertenecían a clases sociales distintas y su raciocinio le indicaba que así debía de sentirse a su lado -, fue pareciéndole cada vez más grata.

 

***

 

Katze salía de la oficina de William con más carga de la que había llevado al entrar.

 

Ah… conque la chica es estudiante de cocina, tiene veintitrés años y está residenciada en una zona mediocre de Tanagura… Bueno, ciertamente mi hijo no se ha encontrado la mejor de las mujeres, pero al menos es bueno conocerle interés en ellas, después de todo, se la pasaba metido en esos bares con sus amigos… Al parecer, no tengo de qué preocuparme más que en evitar que manche su reputación con alguien que no le llega ni a la suela de los zapatos… pero eso es lo de menos, luego me encargaré de la mujerzuela aquella”

 

El hombre pelirrojo se mordió el labio inferior tras acudirle aquella conversación al pensamiento.

 

Al principio, Katze empezó a desempeñar su papel como chofer de Raoul con extrema soltura, mientras que por otro lado, sus ojos y sus oídos estaban en todo momento monitoreados por William. Repetir una y otra vez las acciones del rubio – ya fuese en papel o a través de la palabra hablada – pasó de ser una más de sus labores a convertirse en una especie de fascinación ignota. Podía contemplar a Raoul de una manera que nadie más podía: Agotado tras una jornada extenuante en la oficina; con los signos del desvelo cuando lo iba a recoger temprano; incluso los visajes que el alcohol le dibujaba en el rostro cada vez que se iba a beber con algún hombre importante o alguno de sus amigos que tantos celos le generaban…

 

Porque él más que nadie conocía a Raoul, más que Raoul mismo. Sabía que cada vez que se reunía con aquellos hombres era por un interés muy distinto al romántico, y lo sabía porque se hubo empeñado en averiguarlo para su persona… El Am solía pasarse aquellas noches oyendo los cuentos de aquellos hombres cansados, quejas de amores, dolores nacidos del arrepentimiento… Sus amigos solían invitarlo a beber y él aceptaba dichas invitaciones por cortesía, le permitía a los otros desahogarse en palabras y con su modo objetivo de ver las cosas, les entregaba a los dolientes el sentido poderoso de realidad que tan desesperadamente necesitaban.

 

- “Gracias Raoul, hablar contigo es como recibir la bofetada del padre que hace falta para despabilar”.

 

Esas habían sido las palabras que le hubo ofrecido uno de sus amigos la vez en que Katze los había espiado…

 

Pero muy a pesar de sentirse complacido, el pelirrojo pudo ser capaz de descubrir en su mirada verduzca el amargo trago… Raoul no era bueno para dar ánimos y lo sabía, las palabras que quería decir siempre se tornaban en otras más complicadas y hasta hirientes, dándole siempre un aspecto de perito en todo lo que decía y realizaba.

 

- “Pero yo lo sé Raoul… en el fondo eres bastante simple”

 

Aquellos detalles eran fascinantes para Katze porque formaban parte de esa información que no necesitaba ser informada; pudiéndose quedar con ellas y evocarlas en su mente para su propio deleite secreto.

 

Y es que a pesar de haber espiado a centenares de personas a lo largo de su vida profesional, Katze mostraba simpatía por aquel rubio que vivía en una jaula invisible.

 

Haberse enamorado de Raoul nunca estuvo en sus planes; convertirse en el guardaespaldas exclusivo de William Am para realizar su venganza siempre hubo sido su prioridad…

 

Por eso pensó que obedeciendo cada una de las órdenes del Am, acabaría finalmente en el lugar al que quería postular… Ahora, a esas alturas, enamorado del hijo de William y en una relación amorosa con él, su camino -que en el pasado había estado tan claro como el agua-, se volvía difuso y disperso como la propia niebla.

 

¿Podía olvidar el pasado que tanto dolor le generaba y procurar que el futuro fuera distinto, libre de aquel matiz oscuro que siempre hubo presagiado?

 

- “Jamás lo aceptaría… Para William no soy más que uno de sus peones… Al igual que mi padre lo fue…” - Katze se lamentaba – “Tal vez… debería proponerle a Raoul que nos fuéramos muy lejos… Si… podríamos irnos incluso del país, estando lejos de él, seguramente sería más fácil mantener nuestra relación” – Las posibilidades continuaron mostrándose – “Aunque… no sé si Raoul quiera irse, a pesar de que insista en negarlo, tiene ese apego a su padre como el perro que se ha habituado a su correa…” – Detuvo el auto ante la señal roja. Suspiró – “Pero si se lo exijo puede que acepte… Después de todo, está muy ansioso porque nos vayamos a vivir juntos” – Una pequeña sonrisa se dibujó en sus finos labios – “Una vida normal y tranquila en una casa... junto a mi Raoul…” – Su mirada se perdió en la gente que caminaba por una de las aceras – “No estaría nada mal… ¿Eh?”

 

De pronto, uno de los hombres que pasaba le pareció familiar. Dado que el pelirrojo tenía memoria fotográfica, no tardó en dar con la identidad del sujeto. Tras abrir los ojos cuales platos, Katze se apresuró en estacionar el auto e ir tras el hombre, éste, al darse cuenta de la presencia del pelirrojo comenzó a correr.

 

- ¡Ni te creas que te vas a escapar! – El pelirrojo aumentó la velocidad.

 

La persecución se extendió hasta que el hombre se metió en un callejón oscuro tratando de despistar a Katze. Sin embargo, su plan se vio truncado al encontrarse con una pared al final del camino.

 

- ¡Mierda…! – El hombre sudaba a mares, presagiando su fin.

 

- Parece que has caído en una inevitable trampa – Espetó el pelirrojo mientras sacaba su arma y apuntaba con ella al hombre - Al igual que una sucia rata.

 

- ¿Qué… qué es lo que quiere de mí? – Levantó las manos.

 

- Si me contestas adecuadamente puede que tus sesos permanezcan en su lugar.

 

- ...No tengo dinero…

 

- No me veas la cara. Sé exactamente que tú estabas ahí el día en que secuestraron a Raoul.

 

- Yo… no hice nada – Comenzó a sudar frío.

 

- Claro, te largaste como el propio cobarde que deja las cosas a medio hacer… Ahora mismo me dirás todo lo que sabes sino quieres que te demuestre lo que es realizar un trabajo bien hecho – Dicho esto, el pelirrojo quitó el seguro del arma – Porque no me temblará la mano como al inepto que los lideraba ese día. Anda. Habla ¿Qué tenían pensado hacer con Raoul?

 

- …No íbamos a hacerle nada... Teníamos órdenes de tenerlo sólo por un rato…

 

- ¿Cómo así? – Movió su pistola – Explícate bien ¿Lo iban a llevar a otro lado? – Preguntó, temiendo que su plan fuera más perverso de lo imaginado.

 

- No… - Se notaba nervioso - Luego de que nos avisaran teníamos que dejarle ir…

 

Katze dedujo que el encargado de pedir rescate por Raoul era aquel que iba a avisarles, luego de que el pago fuese hecho, para que lo dejasen en libertad.

 

- ¿Quién los contrató?

 

- …

 

- Habla o te vuelo la cabeza – Amenazó nuevamente – No serías el primer baleado que aparece tirado por éstas inmundas calles.

 

La necesidad del hombre de mantener su vida fue más fuerte que el miedo por represalias de su confesión.

 

- Quién nos contrató fue… - Tragó grueso - …William Am.

 

- ¿? – Katze frunció el ceño ostensivamente - ¿Me estás tomando el pelo? ¿Acaso de verdad quieres morir?

 

- ¡¡Hablo en serio!! – Se alarmó al ver el ánimo del otro, por lo que empezó a soltar todo lo que sabía - ¡Él mismo William fue el que nos pidió que secuestráramos a su hijo!… Al parecer... de esa manera su hijo se daría cuenta del peligro que es estar sin escoltas… o al menos eso fue lo que escuché… también… oí que no es la primera vez que lo hace…

 

- ¿Cómo así?

 

- …

 

- ¡¡No te calles ahora!! – Se acercó hasta el sujeto y con la boquilla del revolver en la sien de éste, de nuevo le amenazó con disparar si no continuaba.

 

- ¡Pues! …Parece que hace años aplicó lo mismo o cosas parecidas cuando su hijo estaba en el instituto... o en la escuela… no sé… ¡Le juro que no sé más nada! Por favor… no dispare…

 

Katze quedó de piedra por un instante…

 

- Además… todos le tienen miedo a ese apellido. Nadie se atrevería a meterse con alguien perteneciente a esa familia, ya que saben que de hacerlo, se meten en el mismo infierno… Si no aceptábamos el trabajo quién sabe que cosas horribles nos hubieran ocurrido.

 

Las palabras del sujeto fueron perdiendo lustre a sus oídos...

 

No tuvo duda alguna…

 

Todo ese tiempo… William había estado manipulando la situación del secuestro desde las sombras con el único propósito de mantener controlado a Raoul. Haciendo uso del miedo, el hombre esperaba que su hijo no volviera a llevarle la contraria… sólo que el modo de ser de Raoul – más conectado a la razón que al corazón – había refrenado las posibilidades de un control absoluto.

 

- “¿Qué haré…? No puedo contarle a Raoul esto, no me creerá… pensará que lo estoy inventando, después de todo, yo también he estado mintiéndole todo éste tiempo” – Katze trataba de poner en orden el caos en que se había vuelto su cabeza – “Ahora más que nunca lo sé… tengo que alejar a Raoul de ese hombre antes de que acabe con él…”

 

***

 

Riki recibía muchas visitas al día, incluidas la de las personas del estudio, fanáticas, amigos y conocidos… pero la más ansiada era la del propio Iason. Y es que los hombres no habían vuelto en sí, pero por lo menos las asperezas entre ellos ya no existían.

 

En una oportunidad en que se encontraba solo, el moreno se puso a pensar en lo vivido en su relación con el Mink. Al principio fueron sólo recuerdos de cómo vivían juntos y compartían, las cosas que se dijeron… pero pronto, aquellos pensamientos fueron mucho más allá, hasta volverse meramente sexuales. Y es que entre las cosas que más extrañaba el joven era tener sexo con el portentoso rubio. De tan sólo pensar en ello – sobretodo en el sexo mismo del ojiazul - su propio cuerpo empezó a reaccionar... Maldijo entonces entre dientes, pues le era prácticamente imposible masturbarse en su condición – inclusive la enfermera se lo había indicado -; así que allí estaba, con una calentura encima que no podía quitarse y todo por culpa de sus lascivos pensamientos.

 

Llamaron a la puerta y Riki como pudo ocultó su problema.

 

Grande fue su sorpresa cuando el propio Iason entró a la habitación.

 

- Hola. Espero no haberte despertado.

 

- Eh… para nada – Desvió el rostro, sonrojado - …Te… estaba esperando…

 

- Es grato saberlo – El ojiazul sonrió con levedad – Te traje esos brownies que tanto te gustan. Los he traído de contrabando por supuesto. Si nos pilla la enfermera, nos meteremos en problemas.

 

- Je je… Gracias. De verdad ansiaba algo con sabor. Ésta comida insípida del hospital es una tortura.

 

Iason quiso sentarse en uno de los bordes de la cama – como solía hacerlo -, más Riki se apresuró en hablar.

 

- Po… ¿Podrías sentarte mejor en aquella silla?

 

El rubio miró la misma, alejada en un rincón.

 

- ¿Y eso?

 

- Es que… - Desvió el rostro – No sería bueno tenerte tan cerca.

 

Iason colocó los dulces sobre la mencionada silla y procedió a acercarse hasta la cama.

 

- ¿Y por qué no quieres tenerme cerca Riki?

 

- Bueno…

 

- No me digas que… Todavía estás enfadado conmigo – Un poco de aflicción se mostró en su faz blanquecina.

 

- ¡No es eso Iason! – Se apresuró en aclarar - ¡Pero no pongas esa cara!... – Su sonrojó se acrecentó al verle así - ¡Me lo pones peor! – Se contrajo un poco en su sitio.

 

- ¿Acaso te sientes mal? – Llevó una de sus manos hasta el antebrazo del pelinegro - ¿Quieres que llame a la enfermera?

 

- ¡No me toques por favor! – Riki parecía un gusano arrastrándose en el colchón

 

Iason arqueó las cejas, pensando que realmente el muchacho aún no le perdonaba y por eso actuaba de aquel modo tan despectivo.

 

- Realmente lo lamento Riki. Sé que fui un completo tonto… y te prometo que no volveré a hacer nada que pueda llegar a molestarte. Te trataré como te lo mereces, como lo mejor que me ha pasado en la vida – Le entregó una mirada llena de ternura.

 

- ¡! Realmente eres un idiota Iason... – Riki sintió que su “problema” se acrecentaba más y más, producto de su ternura – Ya no puedo soportarlo…

 

- Pero Riki ¿Qué es lo que…? – Fue entonces cuando Iason cayó en cuenta – Riki… No me digas que te has... empalmado.

 

- Si te digo... – Su cara estaba roja cual tomate – Ahora deja de decir cosas cursis o todo empeorará… - Masculló - Malditos vendajes que me tienen prisionero.

 

No obstante, aquella confesión no provocó que Iason se quedara tranquilo. El rubio se sentó silenciosamente a su lado.

 

- Si quieres puedo ayudarte.

 

- Pero…

 

Seguidamente, Iason llevó su mano hasta la entrepierna de Riki y masajeó la zona. Ante el contacto, el moreno soltó un delicioso gemido que había estado aguantándose.

 

- Iason… - Musitó con dulzura.

 

- ¿Quieres que siga? – Pasó entre las telas y llegó hasta el pene en alza.

 

- Si… por favor… has que salga todo…

 

- Buen chico – Una sonrisa se dibujó en sus labios – Ahora relájate. Voy a liberarte de tu dolor…

 

El Mink comenzó a desplazar su mano por toda la extensión de su hombría. Riki hacía lo posible por no gemir tan fuerte, sonando de tanto en tanto un poco lastimero. El contacto con el rubio lo sentía como el más esplendido de los afrodisiacos, sintiendo un enorme deseo de abrirse y pedirle al ojiazul que lo hiciera suyo ahí mismo, en esa cama de hospital.

 

- Iason… ah… - Su rostro era un hermoso catálogo de expresiones.

 

- Riki… - No pudo aguantarse y fue en busca de los labios del otro.

 

Riki le respondió al beso, siendo que éste acompañado con las gráciles caricias de su querido, hicieron que el ansiado éxtasis llegase. Unas lágrimas de sumo bienestar se escaparon de los oscuros ojos, dando un hermoso toque al ya matizado rostro del mestizo.

 

- Ha sido bastante – Mencionó Iason mientras examinaba su mano bañada en la semilla del otro.

 

- ¡! ¿Qué esperabas? ¡He estado aguantándome por tanto tiempo! – Estaba sumamente avergonzado y más, cuando Iason empezó a lamerse los dedos – Esto es demasiado… - Se sentía más aliviado, eso era verdad, pero la escena del Mink degustando su esencia era demasiado ardiente.

 

Cuando Iason salió del cuarto, una mujer se le acercó, con curiosidad.

 

- Disculpe señor pero… ¿Es usted familiar…?

 

Iason miró a la chica y ésta no pudo aguantarle la mirada. Se sonrojó al instante.

 

- ¿…O acaso es amigo de Riki?

 

El rubio se dio cuenta de que la mujer era reportera, seguramente era la encargada de hacerle seguimiento a la historia de Riki. Después de todo, ahora el chico podía considerarse en cierto modo famoso, ya que formaba parte de uno de los programas de mayor rating en la televisión; pero su fama se acrecentaba tras estar inmerso en el inesperado incidente del horno.

 

- No soy familiar ni conocido de Riki – Mencionó Iason con seguridad.

 

- ¿Ah no?

 

- No – Agregó de lo más tranquilo: – Soy su amante.

 

- ¿Eh…? – No pudo creer lo que oía.

 

¿Y qué mejor manera de que todo el mundo supiera que Riki era suyo que a través de un medio de transmisión tan masivo como lo eran las noticias de las celebridades?

 

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

 

Notas finales:

 


 


Bomba tras bomba!!! :O (inner: William mandó a secuestrar al hijo... no lo supero o______o hasta dónde es capaz de llegar ese señor con tal de manipular a su hijo!!!) para que veas inner! Lo bueno es que Iason y Riki ya han hecho las paces n_n espero que el capitulo haya sido de su agrado y que perdonen la extensa tardanza, veré como le hago para el siguiente n_nUUU muchas gracias por haberlo leído y si en animan a comentar, besos y abrazos!! Bye Bye!!  


 


 


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