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Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

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Tras haber hecho un recorrido improvisado por la ciudad Peter y James llegaron a las puertas del gran ayuntamiento de Dines, lugar de residencia del actual terrateniente de la ciudad, el general Aldrich. Una vez ahí fueron recibidos por un sirviente que amablemente les indicó que la reunión con el general ya había comenzado. James soltó una palabrota entre dientes mientras se apresuraba a recorrer los amplios pasillos hacia la sala donde, según las indicaciones del mayordomo, se encontraban. Abrió las puertas con un poco de demasiada brusquedad que causó que los tres presentes en su interior, Jenna, Karen y el general, girasen la cabeza al unísono alarmados por el estruendo. El chico notó el acaloramiento producto de la vergüenza y no pudo evitar rehuir las miradas de los tres optando por clavar la suya en el frío suelo de mármol. 

—Lo siento, nos entretuvimos por el camino —Karen agitó la cabeza restando importancia al asunto, pero cuando James volvió a alzar la vista pudo ver la mueca de disgusto en la expresión del general Aldrich, definitivamente esa no habías sido una buena primera impresión. 

Esforzándose por aparentar calma avanzó hacia la mesa a la que todos se hallaban sentados a su alrededor y ocupó uno de los asientos libres al lado de Karen, que había retomado la conversación. En todo momento James notó la mirada del general clavada en él.

—El plan es hacer contacto con los altos cargos de Kraig como podamos. Conozco bien al heredero del trono, se que es una persona con la que se puede tratar, si consiguiésemos contactar con él...

—Con el debido respeto Majestad ¿Cómo piensa entrar en contacto? —Jenna le interrumpió a Karen, usado ese tono formal que se veía obligada a emplear cuando había algún cargo importante del ejercito cerca que podía considerar ofensivo que le tutease y que ella tanto odiaba—. Las fronteras están cerradas, es imposible enviar una partida a su nombre y mucho menos que usted intente cruzarla—Aunque su tono era respetuoso su mirada quería decir "¿Cómo intentes una locura te mataré yo misma?" 

—Majestad...— Por primera vez el hombre del ejercito habló —. ¿No cree que deberíamos reservar estos temas para un momento más apropiado?. Este no me parece un lugar seguro, pueden ser escuchados por gente indeseada — A James no se le pasó la mirada fugaz que le echó el general. Karen por el contrario no pareció darse cuenta.

—¿Otro momento?¡No! Creo que este es perfecto, precisamente por eso estaba esperando a James— El muchacho se volvió hacia su amigo que le miraba sorprendido de que la conversación hubiese derivado hacia su persona— Se que un grupo numeroso de soldados portando mi escudo serán frenados de inmediato al intentar cruzar las fronteras, pero un soldado de confianza de incógnito no tendrá problemas. Solo tendrá que hacerle llegar al príncipe Alphonse mi carta, como ya he dicho él es una persona razonable, entenderá nuestras razones. Estaba pensando que alguien como James sería el más indicado.

Se hizo el silencio entre los otros tres presentes. James no podía evitar mirar con los ojos abiertos a Karen. Su amigo no le había contado nunca que planease ese tipo de misión para él. Un débil carraspeo por parte del general Aldrich rompió el silencio. El rostro del hombre se había tornado a uno de extrema seriedad.

—Majestad, me opongo a su plan. No es seguro confiar algo tan importante a personas de dudosa confianza— James se sintió como si le hubiesen tirado un balde de agua encima. Con lentitud apoyó ambas manos en la mesa y se levantó de su asiento sin apartar la vista de aquel hombre. 

—¿Qué está insinuando? — El general no se vio intimidado por su tono amenazante.

—Lo siento joven Hook, se que su padre fue una gran figura en el ejercito, pero no soy el único que opina que su lealtad puede haber cambiado de bando —Lo sabía, James siempre lo había sabido, pero nunca pensó que alguien fuese capaz de decírselo a la cara. Antes de que 

—¡Yo nunca haría algo así! — ¿Pasarse al bando de las personas que intentaban destrozar a su mejor amigo? Era demasiado ruin para siquiera pensarlo.

—¿Entonces los rumores de que mantenía una relación con uno de los integrantes del bando contrario son mentira? — El castaño dejó escapar un jadeo sorprendido. Aquella pregunta, en apariencia inocente, se había sentido como si alguien le clavase un cuchillo por la espalda.

—Yo...no...

—¿Acaso no estaba enamorado de un terrorista? —El muchacho apretó los puños con fuerza y contenía las lágrimas de rabia que amenazaban por escapar de sus ojos. ¿Qué debía hacer? ¿Mentir? o por el contrario ¿Tenía que renunciar a ayudar a su amigo por una persona que le había abandonado? La voz de Karen resonó por encima de la del hombre, interrumpiendo la discusión.

—Nunca he dudado de la lealtad del comandante Hook y no creo que necesite explicar mis razones ante mis súbditos general Aldrich — Su mirada era severa y pareció contener al general que no hizo más que un leve asentimiento con la cabeza. Justo en aquel momento la puerta por la que James había entrado hace unos minutos se abrió de nuevo, para dejar ver el rostro de una muchacha de piel extremadamente blanca y cabellos castaños y ondulados.

—Padre, la cena está servida — El general sonrió fríamente a su hija 

—Gracias Milena—Luego se volvió hacia los demás—. Será mejor tratar estos temas más tarde, por ahora cenemos y descansemos.

Nada más decir esas palabras salió con paso precipitado de la sala rumbo al comedor, la chica curioseó un rato el interior de la sala, intrigada por aquella atmósfera tan tensa que había presentido nada más abrir la puerta, pero al ver que el trío que había quedado dentro no parecía dispuesto a moverse se volvió aburrida siguiendo los pasos de su padre. James, Karen y Jenna permanecieron cada uno inmóviles en su sitio unos minutos más, hasta que James habló.

—¿Desde cuándo ...? —Karen le entendió al vuelo ya que le interrumpió.

— No todo el mundo piensa como el James, últimamente el general Aldrich está metiendo ideas raras en la cabeza de la gente. Solo se dejan influenciar por sospechas sin sentido.

—Pues yo creo que algo de razón tiene— Jenna, que hasta entonces había permanecido en silencio habló por primera vez. James la fulminó con la mirada exaltado.

—¿¡Tú también opinas que soy un traidor!?— La chica se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco sin dejarse intimidar.

—Por supuesto que no Hook, solo decía que creo que Aldrich tiene razón en tener reparos sobre lo de mandarte en esta misión

—James nunca haría nada en contra mío

—Mirar, siendo sincera no creo que sea el mejor momento para que le mandes una misión como esa, teniendo en cuenta... sus últimos días —James comprendió, era verdad que se había pasado la última semana en una completa miseria. Avergonzado clavó la mirada en la mesa.

—Lo siento, no hago más que dar problemas — Karen negó con la cabeza, mientras Jenna seguía inmóvil. El rey habló con tono amable.

—Hagamos lo que dice el general, cenemos. No vamos a arreglar nada deprimiéndonos aquí — Se incorporó del asiento e inició el camino hacia la puerta, pero ninguno de los otros dos hicieron siquiera el amago de moverse. James seguía con la mirada fija en la tabla de madera de la mesa.

—No tengo hambre, creo que iré a dar un paseo —Habló con tono monótono y, antes de que Karen pudiese oponerse, recorrió con rapidez la sala y salió.

"¿Qué demonios estoy haciendo?" James no podía quitarse esa pregunta de la cabeza mientras andaba por las oscuras y mugrientas calles del barrio bajo. Escuchó voces de un grupo de borrachos a su derecha e inconscientemente se cerró con más fuerza la capa ocultando su rostro tras la gran capucha, aunque sabía que nadie le reconocería. La zona oscura de Dines se parecía bastante a la zona peligrosa de la capital, donde había conocido a Jenna por primera vez. La diferencia es que, mientras que en la capital las calles solían estar desiertas y los edificios abandonados, en Dines aquel lugar aún tenía vida, una vida hostil y dura, pero vida a fin de cuentas. Aún a esas altas horas de la noche se podían distinguir grupos de hombres y mujeres reunidos, algunos dedicados a actividades poco indecentes, otros a planear hurtos, estafas o puede que incluso asesinatos. Definitivamente no era un buen lugar para que un comandante del ejercito real pasease solo y sin ningún tipo de defensa más que sus propias manos. 

Con paso cansado se adentró en la primera taberna que encontró abierta. El local estaba a reventar, lleno de borrachos cantando, mujeres bailando y proponiendo servicios indecentes y de amigos que se dedicaban a jugar y apostar. El soldado se hizo paso entre la gente, pidió en la barra e intentando ser lo más discreto posible se sentó en un rincón de la taberna, donde podía observar a todos con la tranquilidad de no ser objeto de miradas curiosas. Sintiéndose un poco más cómodo entre aquellas cuatro paredes se permitió bajar la capucha dejando su rostro al descubierto, nadie le conocía en aquella ciudad, puede que alguien hubiese oído hablar del comandante hijo del gran capitán Hook, pero nadie sería capaz de identificarle con aquel muchacho de apenas 17 años que había entrado por la puerta, privilegios de ser demasiado joven para tu cargo en el ejercito. 

Con lentitud se llevó la jarra a los labios para degustar la amarga bebida mientras recorría la estancia con la mirada. James sabía que su actitud era infantil, que por mucho que vagabundease por aquellos callejones no le encontraría ni encontraría algún tipo de pista para dar con él y mucho menos le encontraría de casualidad en aquel bar mugriento, pero era una fuerza superior la que le había obligado a adentrarse en aquel barrio lleno de peligros. La esperanza, por mucho que intentase impedirlo aún tenía un atisbo de esperanza en su ser. 

—Eres idiota — Murmuró con pesar mientras volvía a dar un largo trago a la bebida—. Completamente idiota

—¿James? — Una voz conocida le sobresaltó. El soldado giró con rapidez la cabeza hacia su izquierda alarmado, hasta que vio a un muchacho de cabellos rubios que le observaba con la misma sorpresa que había en sus ojos.

—Ah...Buenas noches, Gray —Si sintió decepción el castaño no la mostró— ¿Qué haces tú aquí?

El amigo de Christian frunció el ceño. Llevaba una jarra de cerveza en cada mano y desde donde James estaba sentado podía distinguir un par de cartas de poker ocultas bajo su manga izquierda.

—Esa pregunta debería hacerla yo James Hooks — Al escuchar su propio nombre el soldado chistó, el ladrón pareció captarlo al vuelo ya que se sentó a su lado y bajó la voz—. No creo que sea muy seguro para ti estar en esta zona de la ciudad

—Eso no es asunto tuyo.

—Sabes que no vas a encontrar a Christian así ¿Verdad? — El soldado volvió a chistar, aunque esta vez lo acompañó con una mueca de dolor y humillación—. Ese bastardo nunca viene por aquí. 

—pero...¿Está aquí? ¿En la ciudad? — Gray pudo distinguir a la perfección el tono anhelante de James e hizo una mueca mientras negaba con la cabeza.

—No le he vuelto a ver desde el día en que salí de la prisión. Ni a él ni a Scapa —El rubio dio un trago a una de las jarras que sostenía y cuando la dejó de nuevo en la mesa lo hizo con tal fuera que parte de su líquido se derramó—. Nos soltaron por el camino a Kyle y a mi como si fuésemos dos perros rabioso. Ni siquiera se molestaron en decirnos de que iba todo —La rabia impregnaba las palabras del ladrón. James recordó el rostro angustiado de Scapa cuando suplicaba a Karen que soltase a sus amigos, pero supuso que Gray solo le gritaría furioso si intentase contárselo. La relación entre Scapa y Gray era algo que nunca llegaría a comprender—. Kyle se marchó hace unos días de la ciudad.

—¿Y tú? ¿Por qué te quedas? — Gray adoptó un rostro malhumorado y mientras bebía refunfuñó unas cosas que James no llegó a entender. Entre ambos volvió a reinar un silencio incómodo nada acorde con el ambiente fiestero que inundaba la taberna. James se aferró con fuerza a la copa mientras observaba a un chico discutir con una joven a gritos, por alguna razón le recordaron a Jenna y Karen cuando la chica bebía demasiado.

— ¿No te parece injusto? —El castaño se volvió confuso hacia Gray, pero el chico no le miraba, se dedicaba a dar vueltas a su jarra mientras apoyaba su en la palma de su mano con gesto aburrido —. Desaparecen, nos mienten, nos tiran como trapos sucios y luego somos nosotros los que tenemos que emborracharnos en un bar deprimidos —James frunció el ceño "Perdona, pero aquí el único borracho eres tú". No consideraba que tuviese la suficiente confianza con aquel rubio como para que le estuviese contando sus penas y mucho menos para saber como debía reaccionar ante esas palabras. Con gesto cansado se levantó.

—Me parece que has bebido demasiado Gray— dijo mientras le quitaba la jarra que tenía el ladrón entre las manos y la vaciaba de un trago—. Un placer hablar contigo.

Dicho esto se echó de nuevo la capucha encima para ocultar su rostro y salió del bar dispuesto a volver al ayuntamiento.

Cuando llegó ya debía de haber pasado la medianoche, pero no se sorprendió al ver que Karen había permanecido despierto esperándole frente a la puerta de su habitación, lo que si lo hizo fue que Jenna estuviese esperando también a su lado. adoptó una expresión amable y tranquilizadora, a la vez que intentaba mantener un paso firme que no dejase ver que había estado bebiendo.

— Siento haberos preocupado — Habló con amabilidad mientras pasaba al lado de la pareja y abría la puerta de su habitación—. Solo necesitaba tomar aire fresco, eso es todo. 

La mano de su amigo se posó en su hombro llamando su atención e impidiendo que avanzase. James tragó saliva y miró a los ojos grises del rey. Tenía que haber imaginado que no estaban ahí solo para asegurarse de que llegaba sano y salvo a su habitación.

—Tenemos que decirte algo James— El chico asintió y con torpeza abrió del todo la puerta, invitándoles a pasar. El general le había dejado una de las estancias destinadas para los altos cargos del ejercito, amplia pero con una decoración austera. Los tres se adentraron dentro y James cerró la puerta a sus espaldas, asegurando que nadie les oiría. Karen empezó a hablar nada más escuchó el chasquido del pestillo —. Vamos a ser sinceros. No puedes trabajar para mi si la gente piensa que eres un traidor... supongo que imaginas a que quiero llegar.

James sabía de que iba a ir aquella conversación, pero no entendía porque habían tenido que esperarle en secreto para simplemente decirle que le iba a destituir de su cargo en el ejercito. Seguro que habría sido mucho más efectivo si lo hubiesen hecho al día siguiente, a plena luz del día y con un par de testigos para presenciarlo. 

—Lo entiendo —El muchacho se sentó desanimado en una de las sillas de la habitación. No había mucho que pudiese hacer para evitarlo.

—No es que yo no confíe en ti. Es que mis hombres se negarán si piensan que hay un espía entre nosotros —James asintió aburrido ¿De verdad tenía que darle toda esa charla solo para despedirle? Cuanto más rápido menos dolería—, pero con un matrimonio podríamos conseguir que la gente se calmase¿No crees? —James tardó unos segundos en procesar lo que su amigo estaba diciendo, pero cuando consiguió entenderlo solo le confundió aún más y por poco se cae de la silla.

—¡¿Matrimonio?! —Karen le miró, sorprendido por su reacción 

—Sí, de casarte 

— ¡¡¿Desde cuándo hablamos de matrimonios?!! —James se levantó de un salto y se acercó a su amigo que le miraba confundido.

— ¿No habías dicho que entendías la situación?

—¡Pensaba que hablabas de destituirme! —Karen pareció ofendido por la idea.

—¿Por qué demonios iba a destituirte? 

—¿Por qué demonios ibas a casarme? ¡Eso tiene menos lógica aún! 

—¡Es que no me has dejado explicarte el plan, te has puesto a gritar como un loco con la palabra matrimonio! —Probablemente habrían seguido gritándose el uno al otro cosas sin sentido de no ser porque Jenna se acercó a ambos y les separó con brusquedad.

—¿Queréis dejar de hacer el imbécil? Esto es serio— James iba añadir algo, pero la expresión malhumorada de la mujer le hizo pensárselo mejor. Inspiró profundamente y una vez calmado habló.

—¿Cómo me puede ayudar un matrimonio a mejorar mi reputación? No tiene sentido — Esta vez fue Jenna quién habló.

— Aldrich es el que está causando todo el revuelo contra tu persona, pero yo he manejado a tipos como él. Solo le interesa la posición en la sociedad, el título y renombre. Si te emparentamos con su hija le va a importar una mierda que seas de verdad o no un traidor, eres el hijo del gran capitán,¡ un mártir de la guerra! Seguro que incluso es capaz de acabar con esos rumores e iniciar otros sobre lo buen soldado que eres — James escuchó la explicación de la chica perplejo mientras se acercaba a una de las ventanas de la habitación para apoyar la frente en el frío cristal.

—¿Me estáis pidiendo que me prometa con la hija del general? — Ante su tono sorprendido y aterrado Jenna no pudo evitar bufar.

—¡Oh, vamos! Cómo si no estuvieses acostumbrado a ver compromisos de conveniencia. Seguro que tú hasta hace unos meses pensabas que te ibas a casar de esa manera.

James enmudeció. Jenna no mentía, él había crecido toda su vida convencido de que se casaría con alguien que eligiesen sus padres y nunca le había supuesto un trauma en aquellos tiempos. En aquel momento simplemente lo había asumido, pero después de haber conocido a Christian todo resultaba un poco diferente. El rostros del pelinegro vino a su mente causándole un escalofrío, pero aquel rostro vino acompañado con las palabras deprimentes que Gray había soltado hacia apenas unas horas. "Desaparecen, nos mienten, nos tiran como trapos sucios y luego somos nosotros los que tenemos que emborracharnos en un bar deprimidos" Tragó saliva mientras se secaba el sudor de las manos en el pantalón.

—De acuerdo, lo haré. 

 

Y esto es todo por hoy, espero que os haya gustado ^^  

 


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