Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Sin rumbo - RAG2 por CrystalPM

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Si me odiabas ahora por tardar tanto en subir espera a leer el capítulo XD verás que risa

 

 

 

Scapa se recostó en el mugriento suelo de la celda. Llevaba un día completo encerrado en aquella celda y tras la tremenda discusión con Gray el rubio no le había vuelto a dirigir en ningún momento la palabra, algo bastante incómodo si se tiene en cuenta que llevaban horas y horas encerrados y en celdas contiguas. Kyle había intentado limar las asperezas entre ambos chicos, pero sus esfuerzos habían resultado en vano. Cada vez que Gray miraba de reojo al líder del grupo no podía evitar soltar un bufido y un par de insultos por lo bajo, aunque que el castaño parecía ignorarlos a la perfección. 

Pasaron un día completamente aburrido, en ocasiones aparecía gente que sacaba a Scapa de su celda y se encerraban con él en la sala de interrogación durante horas, pero nadie parecía estar contento con la información que sacaban del muchacho, porque todos acababan por salir derrotados y el castaño volvía a su rincón de su celda en mutismo absoluto.

Era ya de noche y Gray se dedicaba a mirar asqueado la comida que le acababan de pasar por entre los barrotes como cena.

—Que asco — Echaba de menos las cenas en las tabernas, gastandose todo el dinero que habían conseguido acumular tras el robo de las arcas reales. Con un deje de melancolía observó como los guardias se retiraban de sus puestos para dejar paso al turno de noche —. Seguro que ellos van a tener una mejor velada que nosotros esta noche.

—¿Quieres dejar de quejarte? Suficiente tengo con oír tus insultos a cada hora —No pudo sino mostrarse sorprendido ante las palabras de Scapa. El líder nunca hacía un comentario de ese tipo, cuando estaba molesto con alguien generalmente usaba una fría y simple indiferencia hacia la existencia de la otra persona. Afortunadamente pudo recomponerse antes de que se mostrase lo mucho que le afectaba aquel tono despectivo.

—¿De quién es la culpa de que estemos aquí y me tenga que quejar? Imbécil.

—Vaya, tenía entendido que ya no me ibas a dirigir la palabra en tu vida —El tono desinteresado de Scapa hizo sentir a Gray unas enormes ganas de poder atravesar los barrotes para darle un tremendo puñetazo.

—Chicos, ¿Podemos tener al menos una cena sin insultos ni amenazas de muerte? —Kyle estaba más que harto de aquel continuo tira y afloja entre ambos. El rubio se limitó a bufar. 

—Es ese idiota el que ha empezado. Encima de que estamos en este lío por su culpa — Scapa sonrió sin mirarle.

—Si lo que te importa tanto es estar aquí encerrado no te preocupes. No vamos a estar aquí por mucho más tiempo —Gray iba a replicar, pero un extraño ruido hizo volverse a los dos integrantes más jóvenes de la banda. 

Uno de los guardias que acababa llegar parecía haberse abalanzado sobre su compañero que forcejeaba inútilmente ante el agarre del otro, que le impedía gritar. Ambos muchachos observaron impactados la lucha hasta que el guardia quedó inconsciente en el suelo. El atacante no pareció inmutarse por lo que acababa de hacer. Con rapidez se quitó la armadura con el escudo real que llevaba puesta para quedar vestido con unas simples ropas negras y cogió las llaves que sostenía el ahora inconsciente soldado. Una vez con ellas en su poder abrió la puerta de la celda de Scapa. El chico, que ni se había inmutado ante la escena, le dedicó un simple y llano gesto de fría cortesía por liberarle y habló sin dirigir la mirada a sus amigos .

—Libérales también a ellos, lo exigí en el contrato.

 

 

Karen escuchaba con semblante serio a sus dos hombres hablar. Durante el día había ordenado a varías personas, algunos de sus mejores hombres, ir a interrogar al ladrón con la esperanza de que alguien consiguiese clarecer todo aquel misterio de los sabotajes, pero siempre acababan por volver a su habitación con la misma respuesta.

—Se niega por completo a decir algo. Es inútil intentar sonsacarle algo. Imposible.

Aún así el muchacho no se dejaba amedrentar. Estaba convencido de que al final el chico acabaría por hablar. Aunque fuese solo por salvar a aquel par de amigos que tenía encerrados junto a él. Con gesto cansado hizo un gesto a ambos hombres de que podían marcharse.

—Gracias por vuestra ayuda. Ahora necesito pensar.

Ambos soldados asintieron con semblante serio y habrían salido de la habitación de no ser por un par de figuras que se abalanzaron sobre ellas.

Mientras tanto, a solo unos pasos de la habitación de Karen James se dedicaba a esperar a que su amigo terminase la charla con sus hombres. Apoyado en el alféizar de una de las ventanas se dedicaba a observar como el sol se iba poniendo por el horizonte y poco a poco la oscuridad se volvía a apoderar de la ciudad. Aquel día había sido francamente agotador. No solo había tenido que ayudar de mil maneras posibles para calmar a la muchedumbre atemorizada e trabajar en los equipos de vigilancia por si ocurría algún nuevo atentado, sino que además había tenido que soportar continuamente las miradas recelosas de sus compañeros y a una Jenna bastante insistente que no se había separado de su espalda ni un solo momento. 

—Menos mal que la he conseguido dar esquinado — Estaba bastante seguro de que un solo minuto más y habría acabado pegándose a patadas con ella después de aquel día tan estresante " Y eso no le haría nada de gracia a Karen" 

Aún así tenía que reconocer que tanto trabajo le había ayudado a no pensar en otras cosas no deseadas. En el fondo James sabía que Karen le había puesto tantas tareas a propósito y se lo agradecía.

Fue entonces cuando un alarido le sacó de su ensimismamiento, alertado buscó el lugar de procedencia de aquel grito y un sudor frío recorrió su espalda al comprobar que provenía de la habitación real. Sin pensárselo dos veces corrió hacia la puerta y la abrió con brusquedad. El interior estaba demasiado oscuro, iluminado solo por una leve llama de un candelabro apoyado en la pared, pero era la luz suficiente para poder observar la sombra de al menos 4 personas que había en la habitación y para ver también los dos cuerpos inertes tumbados en el suelo. Una rabia irracional se apoderó de él al pensar que tal vez uno de aquellos cuerpos era su amigo y automáticamente se abalanzó a por el hombre que se hallaba agachado junto a ellos, oculto por unos ropajes negros que soltó un grito de dolor al notar el puño del soldado. 

—¡James! —La voz de Karen sonó ahogada en el otro extremo de la habitación, pero ya era tarde. Por detrás del castaño un par de manos le agarraron con fuerza obligándole a cesar el ataque sobre el hombre, y James habría insistido, se habría resistido del agarre y habría luchado con todas sus fuerzas por escapar y ayudar a su amigo, lo habría hecho si no hubiese sido porque aquellas manos eran las que había apenas unos días le habían acariciado el rostro con ternura y aquella presencia a sus espaldas le resultaba tan familiar como la suya misma. Porque no hace falta mirar al rostro para reconocer a alguien y en aquel instante James supo horrorizado que esas manos que le impedían moverse eran de Christian.

"No puede ser" Paralizado por el shock el castaño cerró los ojos con fuerza sintiendo como la tierra debajo de sus pies parecía dar vueltas "No, no, no, ¡no!" 

Poco a poco había acabado asumiendo que lo que todos sospechaban de él era verdad, que había regresado a la ciudad por asuntos que no tenían nada que ver con volver a verle, pero James aún había guardado algo de esperanzas de que en el fondo el ladrón no hubiese tenido nada que ver con lo que estaba sucediendo. Por eso ahora sentía como si alguien hubiese decidido clavar una lanza en sus tripas y retorcerla cruelmente.

A su lado sintió como alguien se movía, respiró profundamente un par de veces. Aquel no era el momento para dejarse vencer por la histeria, había cosas más importantes que hacer que dedicarse a lamentarse. Cuando por fin abrió los ojos pudo observar como otro de los hombres, uno que llevaba un pañuelo rojo y una capucha ocultando completamente su rostro a excepción de los ojos, pateaba al que hace apenas unos segundos había estado forcejeando contra él.

—¡Serás idiota!¡Esta vez asegurare de cerrar bien la puerta, Imbécil! —El malherido asintió temeroso y corrió a cumplir el cometido mientras que el hombre del pañuelo rojo volvía la vista hacia Karen, el rey se mantenía en pie al otro lado de la habitación, vigilado por otro hombre que le impedía acercarse hacia donde estaba su amigo y sus dos hombres en el suelo 

El misterioso hombre del pañuelo se acercó con movimientos gráciles hacia Karen, por sus maneras estaba bastante claro que aquel era el líder del grupo de intrusos. Se paseó a sus anchas por la habitación, como si tuviese todo el tiempo del mundo y disfrutase de la tensión del ambiente.

— Siento esta falta de profesionalidad por mis hombres majestad —Usaba un tono extremadamente risueño, podría ser que hasta pasteleos según la opinión de James, pero la mirada de odio de Karen dejaba muy claro que sabía que solo se estaba burlando de él —, pero las formas no importan cuando lo que se pretende hacer es extorsionar ¿verdad?.

Los ojos del líder, negros como el carbón, centellearon por unos momentos, dandole un aspecto bastante despiadado y James sintió unas enormes ganas de zafarse y pegarle un puñetazo que borrase esa expresión de su rostro, pero incluso antes de mover un solo músculo para intentarlo notó como las manos que le sujetaban le apretaban con más fuerza y una de ellas se posó en su boca impidiéndole hablar. Sus estomago volvió a retorcerse dolorosamente ante el contacto tan familiar y pudo sentir los labios de Christian rozándole la oreja hablándole en susurros.

—No hagas nada —Escuchar de nuevo aquel tono de voz hizo que se le clavasen en el pecho miles de agujas y desesperado intentó zafarse de nuevo, deseando poner distancia entre él y aquel cuerpo, no quería volver a sentirlo de esta forma, pero el mayor no hizo más que apretarle más contra su pecho en un extraño abrazo—Por favor, no hagas nada. 

Christian le había arrastrado poco a poco hacia una de las esquinas de la habitación, donde podían pasar desapercibidos entre las sombras, pero aún así podía escuchar y ver perfectamente lo que pasaba en ella. Karen seguía de pie, impasible ante la mirada de aquel extraño hombre encapuchado.

— ¿Quién eres? — Habló con fiereza, como debe hablar un rey cuando es necesario, aunque eso solo pareció hacer más gracia al líder que se dedicaba a toquetear los decorados de la habitación con fingida curiosidad.

— No soy tan estúpido como para decírselo majestad. Digamos que solo soy un simple mensajero — Fue entonces cuando pareció acordarse de algo y sacó de su chaqueta un sobre. Con movimientos elegantes extendió el brazo para dárselo a Karen —. Normalmente no nos habríamos tomado tantas molestias en entregar una simple carta, pero si se la hubiésemos dejado en el buzón no nos habría tomado en serio ¿Verdad? 

Karen dudó unos instantes, pero al final acabó por extender a su vez el brazo y con cautela agarró el sobre que le ofrecía. Justo en aquel momento un estruendo sonó fuera de la habitación, como si alguien se hubiese estampado contra la puerta.

— ¡¿Karen?! — Los gritos de Jenna llegaron a través de esta — ¡Karen, abre la maldita puerta! 

El silencio inundó la habitación y no fue hasta que escucharon a la chica gritar pidiendo ayuda a la guardia que el grupo de enmascarados reaccionó. Se movieron con rapidez, dos de ellos se apresuraron a abrir los grandes ventanales y en menos de un parpadeó ya habían desaparecido. 

El hombre del pañuelo rojo soltó una palabrota.

—-Vamos, se acabó el tiempo de juegos — James sintió como la fuerza que hasta hace unos segundos le había aprisionado desaparecía y  una figura pasó corriendo a su lado siguiendo al líder por la ventana. " Va desaparecer de nuevo" Aquel pensamiento fue el que le impulsó a correr tras la figura. Cuando alcanzó la ventana escuchó el estruendo de la puerta rompiéndose bajo la presión de los soldado, escuchó a Jenna ordenando que les atrapasen y a Karen gritando su nombre, pero no prestó atención y saltó al igual que habían hecho aquellos hombres enmascarados. 

Cayó y rodó contra el tejado de piedra, aunque no le importó que sus huesos crujiesen quejándose del golpe, se puso de pie de un salto y miró en la oscuridad distinguiendo unas figuras que se alejaban. Una ansiedad empezó a invadirle al pensar que esa sería la última vez que viese al pelinegro

—¡Christian! — Echó a correr aunque las sombras a las que seguía ya quedaban muy lejos —¡Christian, por favor! —Siguió corriendo por los tejados, tropezando y resbalando, pero eso no le hizo pararse y aunque pasado un tiempo dejó de distinguir las figuras negras siguió buscándole, hasta que se vio rodeado de soldados que iban y venían buscando a los intrusos. Agotado se sentó en el tejado y permaneció en completo silencio contemplando la ciudad, tan en shock que no se dio cuenta de que Jenna llegaba a su lado y sin mucha cortesía tiraba de él para hacerle entrar de nuevo al interior del castillo. 

—¿Estás bien soldaducho? Podrías haberte roto algo al saltar de tanta altura — James no respondió, aunque Jenna tampoco pareció ofendida por ello. Le condujo en silencio de nuevo hasta la habitación de Karen y ambos entraron en ella para ver al joven sentado en su escritorio con la mano ocultando su rostro. Aunque no alzó la cabeza al escucharles entrar les habló con voz seria.

—Los prisioneros han desaparecido.

—¡¿Cómo?! —Jenna dejó a James con brusquedad, y el muchacho habría caído al suelo de no ser porque pudo sentarse en la cama de su amigo antes de que las piernas le fallasen del todo —. ¿Era todo un señuelo? ¡Serán cabrones!

Karen negó con la cabeza y alzó la mano para pasarle el sobre que aquel misterioso muchacho le había dado. La muchacha lo cogió desconfianza y sacó la carta que había guardada en él. Con ojos calculadores la leyó con rapidez y su expresión no cambió ni un ápice mientras lo hacía. Cuando terminó de inspeccionarla alzó la vista para clavar sus ojos negros en Karen.

—Es una declaración de guerra — Karen chasqueó la lengua y asintió.

— Del reino de Kraig —La chica estampó la carta contra el escritorio sobre el que se apoyaba el rey.

—¡Te lo dije! Esos atentados tenían algo que ver con Kraig.

—Ahora ya da igual. De todas maneras, no pienso aceptar la declaración —Por fin el chico destapó sus ojos para mirar hacia Jenna, aunque algo le distrajo —... Por cierto ¿Dónde has dejado a James? 

La muchacha parpadeó confundida.

—¿James? Está ahí mis...— Al darse la vuelta hacia la cama solo encontró un espacio vació. La chica maldijo con grosería — Esta vez le buscas tú. Yo no pienso hacer de niñera. 

 

 

Para cuando la gente empezó a buscarle James ya había alcanzado las puertas de la salida de la capital. Procurando pasar desapercibido salió a las afueras y se adentró en el bosque. Sentía una tremenda opresión en el pecho que le impedía respirar con normalidad, y sus piernas amenazaban con desfallecer en cualquier momento, pero no cesó de andar hasta que alcanzó el ya muy conocido claro en el que él y Christian solían reunirse tan a menudo. Cuando llegó hasta él se dedicó a andar en círculos con nerviosismo. "Por favor, por favor, por favor"

No tenía ninguna garantía de que el pelinegro iría ahí, pero aún tenía la esperanza de que este hubiese escuchado sus suplicas y las hubiese comprendido. Sintiendo como de nuevo comenzaba a marearse se sentó en una de las piedras del camino. 

—Necesito hablar contigo. 

Hablar, solo quería eso. Solo quería aclarar de una vez todas aquellas dudas que le acechaban desde el momento en el que había visto a Scapa capturado y más aún cuando había confirmado sus sospechas al sentir su presencia en la habitación de Karen. De manera inconsciente se llevó una de las manos a la boca para morder uno de sus dedos hasta que se le saltaron las lágrimas por el dolor.

"Llegará, tiene que llegar"

 James estuvo esperando por minutos, horas, puede ser que la noche pasase entera y empezase a amanecer, pero el chico no se percató de ello. Simplemente esperó convenciendo así mismo de que acabaría viendo llegar al muchacho, con su cabellera negra despeinada y unos ojos tranquilizadores que le explicarían todo. Cuando por fin escuchó los pasos de alguien acercándose, haciendo crujir las ramas secas a su avance alzó la cabeza esperanzado para ver el rostro de Karen entre los arbustos, mirándole con cautela y con preocupación. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que Christian no iba a venir y fue cuando el mundo empezó a romperse a su alrededor.

 

 

Lejos de aquel claro en una carreta ya muy alejada de la capital Scapa contemplaba el paisaje con aire aburrido.

— Deberías haberme dejado en aquella celda —"Al menos así no tendría que continuar con esta farsa" A su lado Nico se despojó del pañuelo rojo que había estado usando para ocultar su rostro, dejando ver una despiadada sonrisa.

—¿Dejarte? Te habríamos matado cariño. No dejamos a nadie que pueda revelar nuestros secretos en manos del enemigo. Tienes suerte de que tu amiguito interviniese por ti —Scapa miró de reojo a Christian, que sentado al borde de la parte trasera carromato miraba el camino con aire ausente. Nico también le miró, meditando por unos instantes si podía soltar algún comentario hiriente que le sacase de quicio, pero al final pareció llegar a la conclusión de que no valdría la pena así que se levantó de su sitio y se estiró como un gato —. Recuérdalo Scapa, no hacemos favores como estos de manera altruista — tras aquella advertencia. Se movió hasta la parte del conductor del carromato, dejando al castaño solo y en pensativo.

Este pareció meditar las palabras de Nico, buscando algún tipo de amenaza que pudiese estar oculto entre ellas, pero al final optó por no pensarlo muy seriamente y se acercó al pelinegro, que aún permanecía impasible mirando hacia el horizonte. 

—Gracias por ayudarme...supongo— Christian no habló y Scapa arrugó el entrecejo. Solo había visto a Christian en aquel estado tan desapasionado una vez en su vida, y estaba bastante claro que esta vez la causa era la misma. Sus sospechas se vieron confirmadas cuando Christian preguntó.

— ¿Le viste? — Scapa dudó unos instantes en contestar, planteándose la posibilidad de mentir, pero al final acabó por asentir con lentitud. El pelinegro se llevó una mano al rostro agarrando sus cabellos con furia, cuando habló su voz se quebró—Me odia ¿No?

Aquel tono descorazonado hizo mella en su amigo, que sintió la necesidad de negarlo rápidamente.

—No creo que ese chico te pueda llegar a odiar nunca —La sonrisa vacía que se formó en la comisura de los labios de Christian le causó un escalofrío.

—En realidad quiero que me odie —Christian no le estaba mirando cuando dijo aquellas palabras, pero Scapa sabía que sus ojos en aquel momento debían estar vacíos—.  Prefiero hacer que me odie a que esté buscándome eternamente cuando yo no voy a poder volver a verle —Quería confortarle, decirle que aquello no era verdad y que probablemente iba a mejorar, pero Scapa siempre fue una persona racional y sabía que decir todo aquello sería decir mentiras.

 

Notas finales:

 

Si te sirve de consuelo siempre puedes ir a mi Facebook (Vinca Gnone/ Crystalpm) y ponerme a parir (?) Ok no. Mañana (Hoy) tengo clase y madrugo así que mejor me voy a dormir XD Si tengo que corregir algo ya lo haré mañana. Chaaaaao

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).