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Little pain por girlutena

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Notas del capitulo:

;)!!

Billy ingresó lentamente a su pequeña casa encontrándola en silencio y en plena oscuridad, se hubiese asustado, pero sonrió suavemente al escuchar las suaves respiraciones de los menores, acarició los cabellos de los niños y los abrigó con la suave manta y salió de la habitación.


Intentó conciliar el sueño, pero no podía dormir, lentamente empezó a removerse entre las suaves mantas de su cama y abrió lentamente sus ojos, sintiendo nuevamente su corazón agitado y fijó su oscura mirada en el oscuro cielo, la luna brillando en todo su esplendor, se puso de pie lentamente y se acercó al alfeizar, mientras que una pequeña sonrisa empezaba a asomarse por su rostro.


Sonrió suavemente al sentir aquella presencia, que hacía que su corazón latiese desbocado, en los más alto de una rama de uno de los muchos árboles del bosque, quiso alzar su brazo e intentar tocarlo, cerró lentamente sus ojos recordando las suaves facciones de aquel varonil rostro.


Aún no lo entendía, no entendía como había podido imprimarse nuevamente y una pena le invadió al recordar como su padre le había obligado a casarse: por el bien de la manada, había dicho, pero él nunca lo amó, pero aun así amó incondicionalmente al pequeño niño que nació de aquella miserable unión.


-¿Papi? –Billy volteó su mirada y observó el menudo cuerpo de su hijo y sus cabellos azabaches desordenados, y como detrás de él se encontraba Seth, con sus manos apoyadas sobre los delgados hombros de Jacob. Sonrió suavemente y extendió su mano indicándoles a los menores para que se acercaran.


Abrazó fuertemente a su hijo y a Seth, a quien lo consideraba su propio hijo, ocultó su rostro entre los cabellos del joven y no pudo evitar recordar como el menor había quedado huérfano después de que la manada sufriera un ataque de los Fríos.


Seth se acobijó entre los brazos de aquel hombre y se sintió feliz de haber encontrado una familia, sintió como el delgado brazo de Jacob le alcanzaba y sonrió, mientras apoyaba su mano sobre la del menor.


Llevando lentamente su mirada hacia la ventana observando a aquella hermosa luna, llevó su mano libre hasta su pecho, empezando a sentirse ansioso, nervioso y con una inmensa pena creciendo en su interior.


Había empezado a sentirse ansioso y estar encerrado en las cuatro paredes de su casa le agobiaba en demasía, sin darse cuenta había empezado a dar vueltas en la habitación que compartía con su novia desde hace más de cincuenta años, pero frunció ligeramente su ceño cuando el aroma a frambuesas de la vampira llegó hasta su sensible olfato.


Rosalie ingresó con una coqueta sonrisa en su rostro y cruzó sus delgados brazos alrededor del cuello de Emmet, pero no esperó que su novio la alejara levemente de su cuerpo.


-¿Estás bien? –Los ojos de Emmet se fijaron en las cuencas ámbar y como algunos mechones rubios caían ocultando parte de su terso rostro y volvió a fruncir su ceño cuando aquel aroma dulce penetró sus fosas nasales.


 


Emmet saltó con demasiada agilidad las altas ramas de los árboles, sintiéndose libre y relajado al sentir el aire frio del bosque, afianzó sus manos en la gruesa rama y absorbió aquel dulce aroma que llegaba tan despacio y ligero, achicó levemente sus ojos intentando observar al hermoso joven que se encontraba caminando por aquellas salientes raíces.


Sus fosas nasales se movieron ligeramente al percibir el aroma a sándalo y sin darse cuenta saltó de su escondite y caminó directo a aquel hermoso joven de cabellera azabache, sintiendo como su sangre empezaba a removerse inquieta, cada vez que se acercaba.


Cerró lentamente sus ojos sintiendo como la suave y armoniosa energía del menor empezaba a envolverlo, llevándolo a un estado de pura relajación y no pudo evitar sentir algo extraño al ver por primera vez aquellos ojos oscuros del más joven.


Sintió como algo nuevo empezaba a nacer en su interior y ahora entendía las palabras que un día Carlisle le dijo, justo unos pocos días de comprometerse con Rosalie.


"Llegará el día en que encuentres a la persona que te haga sentir nuevamente vio"


Su cuerpo se había detenido, sin necesidad de ocultarse detrás de los frondosos árboles el menor le observó fijamente por más de un minuto, sin siquiera inmutarse y él, tan solo se quedó ahí de pie, sintiéndose bien consigo mismo, no supo explicar el por qué se sintió feliz al ver como las mejillas del menor empezaban a teñirse de un suave rosa.


Seth tan solo se había quedado de pie, observando como aquel desconocido se detenía a pocos metros de él, empezó a removerse un poco inquieto al darse cuenta como el calor empezaba a aumentar en su cuerpo y se sintió completamente extraño al tener aquella cálida mirada sobre su cuerpo.


-¡Seth! –Emmett frunció ligeramente su ceño al ver como un pequeño cachorro abrazaba por la cintura al moreno, sintió una ráfaga de celos recorrer por su cuerpo y una extraña necesidad de alejar al pequeño de aquel joven, pero rápidamente se vio siendo observado por aquel par de hermosos jóvenes.


Jacob observó fijamente el gran y fornido cuerpo de aquel ser y llevó su escrutinio mirada a su mejor amigo, y no pudo evitar sonreír feliz al ver como su casi hermano intentaba ocultar su sonrojo con los mechones oscuros de sus cabellos.


-Mi nombre es Jacob. –El menor se alejó unos pasos del cuerpo de su amigo y le sonrió feliz a aquel extraño. -¿Cómo te llamas?


Emmet no pudo evitar sentirse enternecido por la suave vocecita de aquel niño, no tendría más de quince años, pero parecía todo lo contrario, y observó las hermosas y brillantes gemas del menor que sin poder evitarlo sonrió suavemente, mientras apoyaba su mano sobre los cabellos azabaches del menor.


-Mi nombre es Emmet. –Por primera vez en casi cien años pudo saber lo que era sentirse en paz y feliz, observó cómo el hermoso moreno se acercaba lentamente hacía él, para estrechar lentamente su mano.


-Él es Seth y es mi hermano mayor. –Emmet sintió como su pecho empezaba a quemar al ver como las mejillas del joven empezaban a teñirse de un suave carmín.


El más joven observó con cierto miedo los ojos de aquella hipnotizante mirada, observando el gran y musculoso cuerpo de aquel hombre, mientras sentía una descarga recorrer todo el largo de su columna vertebral.


Él había oído de aquella llamada Imprimación, pero le parecía una teoría algo estúpida; ¿Cómo una persona iba a enamorarse de otra, sin quiera conocerse?


Pero ahí estaba él, observando a aquel gran y corpulento hombre jugando con su pequeño hermano.


 


¿Cómo una persona de ese tamaño podía ser tan gentil? No lo comprendía, no podía comprender nada, ni tampoco el hecho del por qué ese hombre había aparecido de improviso. Observó cómo Jacob se subía a los hombros de Emmet, obligándolo a subir a uno de los altos árboles y sonrió divertido al ver como aquel gran y serio hombre obedecía las órdenes del más pequeño.


-Debemos irnos. –Seth se había acercado lentamente, observando como Jacob formaba un tierno puchero, mientras cruzaba sus delgados brazos por el cuello del mayor, escondiendo su infantil rostro en la curvatura del cuello del mayor, sintiendo el aroma del bosque en su cuerpo.


La suave luz ya había empezado a ocultarse detrás de los altos árboles y Seth sabía que el padre del menor empezaría a preocuparse por ellos si no lo llevaba con prisa.


-¡No quiero! –Jacob soltó un suave grito, siendo opacado por la fría, pero suave piel del mayor.


-Vamos Jake. –Emmett tomó suavemente el rostro del menor, mirándolo fijamente con una suave sonrisa. –Prometo venir mañana a seguir jugando.


-No deberías mimarlo mucho. –Emmett colocó lentamente al pequeño en el suelo, mientras escuchaba la armoniosa voz del moreno. –No eres tú él que tiene que lidiar con él en casa.


Las mejillas del moreno se sonrojaron rápidamente al oír la suave risa del mayor, retiró su mirada, intentando ocultar su sonrojo, mientras mostraba un ligero puchero.


-Lo siento, lo siento. –Emmett observó enternecido como aquel chico mordía ligeramente su labio inferior y sonrió al ver como sus mejillas seguían teñidas de un suave carmín. –Pero dudo que sea tan malo.


-Un día vas a tener que cuidarlo. –Seth había fruncido su ceño, mientras golpeaba suavemente el pecho desnudo del mayor con la punta de su dedo, sintiéndolo frío y fuerte, su interior empezó a quemar y alejó todo contacto físico. –Y ese día me vas a dar la razón.


-Estaré esperando ese día. –Jacob sonrió feliz al ver como su nuevo amigo besaba la palma de la mano de su hermano y rio bajito al ver las mejillas fuertemente sonrojadas de Seth. El mismo que decía que enamorarse era una tontería y mucho más de aquella tan llamada "Imprimación".


 


Los hermosos colores del atardecer ya se habían escondido detrás de las oscuras nubes, dando paso a la hermosa y brillante luna, alumbrando el frondoso y oscuro bosque, dejando que tan solo se escuchase los suaves sonidos de los animales.


Esme apoyó, con demasiada fuerza, sus finas manos sobre la baranda de madera del balcón de su habitación y con una pequeña y triste sonrisa observó la luna tan brillante y hermosa, los aullidos de los lobos se dejaron escuchar tan cerca de su hogar, juntos con sus fuertes pisadas, pero supo que ninguno de ellos se atrevería a pisar el territorio de los Cullen.


Cerró lentamente sus ojos al recordar como su esposo salía todos los días desde muy temprano en la mañana y no llegaba a casa hasta más de la media noche, llegando con el aroma de uno de los lobos, frunció fuertemente su ceño al sentir el fuerte aroma del hombre al que ella amaba y sintió una fuerte tristeza al sentir el otro aroma impregnado en el cuerpo de su esposo. El aroma de otro hombre.


Carlise se detuvo en una de las altas ramas y fijó su mirada en el balcón donde podía sentir la energía de Esme, cerró lentamente sus ojos, sintiendo la necesidad de regresar por el mismo camino y velar el sueño de aquellos tres hermosos lobos y talvez, solo talvez, abrazar el cuerpo de Billy toda la noche.


Soltó un suave gruñido al darse cuenta que Esme le estaba esperando y él sabía que ya era hora de tener un seria conversación con toda su familia, alzó suavemente su mirada al escuchar el fuerte grito de Rosalie hacía Emmett.


Saltó del árbol más alto y cayó con demasiada agilidad, acarició su ceño levemente fruncido y caminó lentamente. Sabía que con la habilidad que poseía podía llegar en un microsegundo hasta su habitación, pero él prefería no usar sus habilidades.


Soltó un suave y ligero suspiro, los gritos de la mujer se podían escuchar hasta largas distancias, frunció ligeramente su ceño al pensar que Billy podría escuchar aquella tonta discusión, le sorprendió aún más que Emmet no decía nada para callar a la vampira.


El fuerte sonido de un florero golpeando la pared del segundo piso le hizo detenerse lentamente, empezando a molestarse con los fuertes gritos de la chica, Carlise soltó un ligero suspiro e ingresó a su casa, encontrándose con toda su familia reunida en la sala principal, alzó suavemente su rostro escuchando la fuerte voz de Rosalie recriminándole alguna cosa a Emmet.


-¿Dónde estabas? –La suave voz de Esme se escuchó, pero él no respondió, pudo notar el fuerte ceño fruncido de Edward al pasar por su lado, pero no le dio importancia, subió con pasos cansados hasta el segundo piso, encerrándose en la habitación.


Jasper cruzó sus brazos alrededor de la cintura de Alice y apoyó su quijada en el hombro de su novia, viendo como Edward apretaba con fuerza sus manos y como Esme se sentaba afligida en el mueble, sintió como el pequeño y menudo cuerpo de Alice se estremecía entre sus brazos.


-¿Estás bien? – La suave voz Jasper sonó como un ligero viento y su cuerpo se sintió estremecer al ver como su hermana y madre peleaban contra los lobos. -¿Viste algo?


Los brazos de Jasper eran delgados, pero fuertes la tomaron entre sus brazos, sintió su cuerpo cansado y sus pensamientos revueltos, sintió el suave colchón sobre su espalda y las frías, pero delicadas manos del joven sobre su frente, acariciando su rostro.


-Alice, escucha mi voz y regresa a mí. –La suave voz de Jasper sonó a la lejanía y poco a poco sintió como su cuerpo empezaba a regresar, lentamente fue abriendo sus ojos y sonrió tristemente, acarició el pálido rostro de su novio y sintió como una pena inmensa empezaba a embargarla.


-Yo no sé. –Alice cerró lentamente sus ojos, sintiéndose extrañamente cansada. -¿Cómo vamos a solucionarlo?


-Tranquila, descansa. –Jasper acarició los suaves cabellos de la mujer y sonrió suavemente al ver cerrar sus hermosos ojos. Besó los cabellos de su novia, presintiendo que algo malo se estaba acercando.


-¿¡Por qué has venido con el aroma de esas bestias!? –Carlise abrió lentamente sus ojos, dándose cuenta del aroma que embargaba el cuerpo de Emmet y rápidamente frunció ligeramente su ceño al sentir el suave aroma de Jacob junto con el de él.


-¡Cállate de una vez! –El fuerte rugido que soltó Emmet se escuchó con fuerza y molesta por toda la casa, y Jasper soltó un ligero suspiro al pensar que Emmet había esperado demasiado en explotar.


-¡No entiendo qué es lo que te pasa! –La voz de Rosalie se escuchó nuevamente. -¡Ya no me miras, ya no me tocas! –La vampira se quedó cayada unos segundos, intentando entender. -¿Quién es?


-¿De qué hablas, maldición? –Rosalie soltó un fuerte gruñido sin evitarlo empezó a mostrar sus filosos dientes, tomó con fuerza la camisa del vampiro y frunció fuertemente su nariz al memorizar aquel suave aroma. Emmet frunció fuertemente su ceño, dejando que sus uñas crecieran hasta volverse garras y empujó con demasiada fuerza el delgado cuerpo de Rosalie.


-¡Basta ustedes dos! –El fuerte sonido de la puerta se azotó con gravedad, pero había sido el fuerte rugido que había soltado Carlise lo que hizo que Rosalie se asustará y se alejara unos pasos de Emmet.


Casi nunca su padre se molestaba y en muy contadas ocasiones mostraba su verdadera naturaleza, Emmet agachó su rostro, pero Rosalie le miró con ferocidad, retando a su padre, a su líder. El vampiro tenía sus garras y sus dientes tan afilados y esos ojos tan rojos inyectados de sangre, su respiración era errática y su ceño se había fruncido con demasiada fuerza, soltó un fuerte gruñido cuando Rosalie le dedicó una pequeña sonrisa de autosuficiencia.


-Yo no te necesito. –La voz de la mujer sonó tosca y sin esperarlo volteó su rostro al sentir la fuerte mano de Carlise sobre su mejilla.


-Vete de mi casa. –Esme, quien se encontraba al pie de la escalera, soltó un pequeño gemido lleno de dolor, mientras que Jasper veía asombrado desde el umbral de la habitación que compartía con Alice, ahora entendía algo de lo que su novia había visto. –Desde hoy quedas desterrada de mi familia.


La chica soltó un gruñido, pero en ningún momento bajó su penetrante mirada, pasó por el lado de Emmet y aún en el fondo de su alma pútrida anhelada que el vampiro la tomara del brazo y se alejase con ella, pero eso no pasó. Emmet se quedó estático, con la mirada gacha sintiéndose, por primera vez, confuso.


-¡No puedes hacer esto! –La suave voz de Esme sonó fuerte en la casa, pero para Emmet se sintió como un suave susurro, alzó lentamente su rostro al sentir la suave mano de su padre sobre su hombro, mirándole con una suave sonrisa conciliadora.


-Ve a tu habitación, hijo. –Emmet intentó tranquilizarse y escondió sus filosas garras y sus colmillos agilados, dejando a su padre y a Esme en el pasillo. -¿Qué quieres que haga, Esme?


La vampira sintió que debía retroceder por su propia seguridad, la mirada de Carlise se había vuelto fría y sin ningún rastro de benevolencia, sus colmillos aparecieron junto con sus garras en un movimiento de defensa propia, pero Carlise seguía mirándola fijamente.


-Es mi hija.


-Entonces vete con ella. –La voz del vampiro seguía sonando sin lastima y Esme se dio cuenta que ya lo había perdido, ya no era su esposo y que ya no era la Señora Cullen y con una mirada llena de furia pasó por el largo de su esposo hasta encerrarse en su habitación y empezar a guardar sus cosas.


Edward había salido hasta quedar en el pasillo junto a Jasper, frunció su ceño al escuchar como Rosalie guardaba sus cosas en una maleta, mientras que Emmet se quedaba en la habitación, acompañando a Alice.


No esperaron demasiado para ver como las dos mujeres salían de su casa, ninguno de los vampiros podría olvidar la mirada llena de rencor de las dos féminas.


-Esto no se va a quedar así. –Carlise soltó un gruñido al escuchar la voz de Esme, tuvo que morder fuertemente su labio inferior y sentir su amarga y fría sangre para no estamparla contra el tronco de algún, pobre, árbol.


Emmet había salido al balcón ayudando a Alice a caminar lentamente y sintió como algo frio recorría su columna vertebral, la mirada llena de odio y rencor que le emanaba Rosalie era tan fría como el hielo y él no pudo evitar sentirse extraño al dejar ir a la mujer que le había ayudado a salir adelante.


-Esto era lo que tenía que pasar. –Emmet cerró lentamente sus ojos al sentir la pequeña mano de Alice sobre su mejilla, entregándole una pequeña sonrisa.


Los más jóvenes caminaron hasta el umbral de la puerta principal, quedándose detrás del cuerpo de su padre, sintiéndose extraños, pero algo aliviados al ya no sentir la opresión que Rosalie causaba entre ellos.


-Pero este no es el final. –Carlise se volteó lentamente, hasta quedar a ver los ojos de los tres chicos a los que él había convertido, criándolos y entendiéndolos como sus propios hijos, sus hijos.


Sonrió tristemente ante las verdaderas palabras de la única hija que le quedaba y alzó su mirada hacía la brillante y hermosa luna llena, cerró lentamente sus ojos sintiendo como la suave luz calaba sus huesos corroídos por el pasar de los siglos. Sintiendo como su ira iba apaciguándose al recordar los hermosos ojos azabaches de aquel vivaz lobo.


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