Podía sentir el viento salado soplar ligeramente su rostro, mientras que sus pies se hundían bajo la arena húmeda, las pequeñas olas golpeaban suavemente sus piernas, levantó lentamente sus brazos hacia el cielo y alzó su cabeza, dejando que los últimos rayos del sol cayeran sobre su rostro. Una pequeña sonrisa se plantó en sus labios al sentir los fuertes brazos de su esposo alrededor de su vientre ligeramente abultado.
Movió su cabeza hacia un costado, dejando que los labios del mayor recorrieran todo el largo de su cuello, soltó una ligera risita al sentir como los colmillos de su vampiro se cerraban, sin lastimar, en su hombro, pero no se alejó.
-Creo que es hora de regresar. -Jacob giró ligeramente su cabeza dejando que el vampiro repartiera suaves besos en lo largo de su cuello. -Me tienes un poco olvidado.
Dio un pequeño giro sin dejar que los fuertes brazos de Ed se alejaran de su cuerpo y acunó el rostro del mayor, en todos esos años no había cambiado en nada, pero él se había vuelto un poco más alto, sus cabellos azabaches, su rostro y su cuerpo ya no eran de un niño. Todos esos años habían servido para que su cuerpo se volviera más estilizado, sus caderas ligeramente más anchas para poder albergar las vidas de sus pequeños cachorros.
Al principio había tenido miedo de aquellos cambios, pero poco a poco entendió que debía hacerlo, debía crecer hasta cierto punto, hasta que su naturaleza propia detuviera su crecimiento.
La suave risa de Ed le hizo salir de sus pensamientos, tenía la mano del mayor sobre su vientre sintiendo como su descendiente pateaba su piel.
-Mi cachorro es fuerte. -Loa labios de Ed se posaron sobre la fina tela que cubría la piel del lobo, sintiendo como su hijo pateaba suavemente su piel, dándole suaves golpecitos.
-Tu cachorro está haciendo que quiera ir al baño. -El mayor tan solo rio un poco más fuerte y besó el puchero que su pequeño esposo estaba haciendo con sus labios.
-Mi pequeño príncipe deja de patear. -Y casi como si fuese magia el pequeño dejó de moverse, Jacob frunció ligeramente su ceño al ver la perfecta sonrisa del mayor. -¿Qué?
-¿Por qué solo a ti te hace caso?
-Este pequeñín tan solo quiere que sus padres lo sientan, pero tampoco quiere lastimar a su papi. -Ed besó la frente de su lobo y le instó a salir del mar, en pocos días y con ayuda del resto de la manada, habían construido una pequeña casa cerca de La Push, pero tan solo para ellos dos, con vista al mar, como Jacob siempre había soñado.
El mayor caminó directo a la cocina para preparar un té de durazno, el cual se había vuelto el preferido del menor, pero se detuvo en el umbral de la cocina al ver como su imprimación acariciaba su pequeño vientre.
-No me lastimas… es solo que… estoy tan cansado, pero a la vez emocionado de poder tenerte protegido. -Jake sonrió suavemente al sentir como su pequeño empezaba a moverse, temeroso de molestar a su papi. -No quería hacer que te entristecieras. Perdóname ¿Sí?
-Él ya te perdonó. -Colocó la taza sobre la pequeña mesita de centro y se arrodilló al frente de su pequeño esposo. -Es más nunca estuvo molesto.
-Pero estuvo triste, por mi culpa. -Edward sonrió suavemente al ver como los hermosos ojos del menor se llenaban de lágrimas, se acercó a él para poder abrazarlo con fuerza, dejando que llorara sobre su hombro. Besó sus cabellos, mientras acariciaba el lugar donde crecía su pequeño. -No quiero que sea un bebé triste.
-Nuestro bebé, nunca será un bebé triste. -Acunó el rostro del menor y limpió las lágrimas que caían por sus mejillas. -Vamos, siéntelo. Cierra tus ojos y escúchalo.
Jacob cerró lentamente sus ojos, dejando que el mayor le guiara, podía sentirlo más cerca, podía escuchar los rápidos y fuertes latidos de su pequeño corazoncito, su cuerpo se estremeció al poder escuchar su propia voz y el fuerte movimiento de su bebé, emocionado al escuchar su voz.
-Él se emociona cuando escucha tu voz, cuando siente tus caricias. Él te ama. -El vampiro abrazó el cuerpo de su lobo y lo tomó entre sus brazos para llevarlo hasta su propia habitación.
-Quiero mi té. -El menor había fruncido ligeramente sus labios y cerró sus ojos al sentir como el mayor le besaba su puchero.
-A la orden, majestad. -Y en menos de un segundo Jacob ya tenía la pequeña taza entre sus manos, sonrió suavemente al sentir como su esposo se sentaba a un lado de él para apoyar su cabeza sobre su vientre, sin lastimarlo. -Eres un bebé muy deseado.
Edward pasó sus brazos alrededor de la cintura del menor, acercando sus labios a aquella piel tan caliente y suave. Levantó ligeramente la playera que el menor utilizaba para poder repartir pequeños besos por el vientre abultado, podía sentir todo el calor que empezaba a recorrer por su cuerpo, el deseo que corría por las venas del menor.
Deseaba tomarlo en ese instante, alzó la mitad de su cuerpo para ver como las mejillas de Jake se habían teñido de un fuerte carmín, dejó que sus manos se posaran sobre sus mejillas, llevando y pidiendo sus labios.
-Te necesito tanto. -La voz del menor sonó como un dulce gemido, tanto que le pareció mágico, acostó el cuerpo del menor sobre el colchó, para repartir besos por aquel pequeño y perfilado rostro, lo tomó entre sus manos, besó cada rincón de su cuerpo, llevándose sus suspiros, sus gemidos, acarició el lugar cálido donde se refugiaba su pequeño.
Alzó suavemente sus piernas y besó el interior de sus muslos, le sintió estremecerse, pero no se detuvo, siguió subiendo sus labios hasta besar el pequeño bulto que deseaba salir de la ropa interior, pasó su lengua por la prenda y escuchó como el menor soltaba un gemido.
-Ed. -Alzó su mirada y pudo ver como los ojos obsidianas se habían nublado de pasión. -Yo… yo quiero.
-Dime que es lo que deseas. -Acercó sus labios hasta posarlos sobre los del menor.
-Quiero sentirte dentro. -Una sonrisa se plantó ligeramente en su rostro, podía sentir el rápido latido del corazón de su lobo. Besó un pequeño beso en la frente de su pequeño y bajó su cuerpo.
Y como si estuviese descubriendo el mayor secreto del mundo, fue retirando con parsimonia la prenda del moreno. El cuerpo de Jacob había cambiado, claro. Ya no era el pequeño niño del que se había enamorado. Ahora su cuerpo se había esculpido, su piel se había vuelto más brillante, más suave.
Tenía a la vista todo el hermoso cuerpo desnudo de su lobo debajo de él, no podía dejar de observarlo, cada día, cada minuto podía encontrar algo nuevo en aquella piel. Unas pequeñas manos se aferraron a su camisa, jalándolo con fuerza.
Los labios de Jake se posaron con fuerza sobre los suyos.
-Tu ropa. -La voz del menor sonaba suave y entrecortada. Dejó que el menor le despojara de su camisa, cerró sus ojos sintiendo los dedos del moreno pasar suavemente por su pecho, acariciándolo, reconociendo cada parte de él.
-Te amo. -Jake asintió suavemente, cerró sus ojos e incrustó sus uñas en la perfecta piel del mayor, mordió el hombro de su vampiro, cuando sintió como era penetrado, había sido suave y lento, pero no podía dejar aquella incomodidad de su vientre, interrumpiendo entre sus cuerpos.
Las embestidas habían empezado suaves y lentas, temiendo lastimar a Jake y a su hijo, pero de pronto se vio de espaldas al colchón y con un Jake desnudo sobre él. Las manos del menor sobre su pecho, autopenetrándose, cerró sus manos alrededor de la cadera de su esposo, ayudándolo con las embestidas.
Sintió como las paredes del interior empezaban a cerrarse, levantó su rostro para besar los labios del menor, reteniendo el gemido que estaba por soltar, las uñas del lobo se enterraron sin ninguna piedad sobre su espalda a la hora de correrse, y él lo aferró lo más que el vientre le permitía, sintiendo como su esencia explotaba en el interior del menor.
Ambos cuerpos cayeron sobre el colchón, los ojos de Jake se encontraban cerrados, los mechones azabaches cubrían parte de su rostro, acarició la mejilla del menor, sonriendo al ver como abría lentamente sus ojos.
Cubrió ambos cuerpos bajó la fina sábana y dejó que su pequeño se acercara a su cuerpo. Hace mucho tiempo había dejado de sentir aquel frio que siempre le había caracterizado. Pasó sus brazos alrededor del menudo cuerpo de su esposo y ocultó su rostro entre los azabaches cabellos.
-Ed. -El menor ocultó su rostro en el pecho del mayor al escuchar como ese murmuraba algo. -¿Crees que nuestro pequeño será feliz?
Abrió sus ojos para observar al menor, acarició tiernamente su mejilla. Él también había tenido miedo de lo que su pequeño podría llegar a ser, pero solo el ver a Jacob junto a él, junto a toda su familia, le hacía ver que podían llegar a ser muy felices.
-Claro que sí. -Besó su frente. -Yo me encargaré de que todos sean felices.
Su cuerpo se removió ligeramente entre las finas sábanas de su cama, frunció ligeramente su ceño al no sentir el cuerpo de su pareja, soltó un suave gruñido al abrir sus ojos y tener los suaves rayos del sol sobre su rostro, colocó la almohada de Edward sobre sus ojos, aspirando aquel varonil aroma.
Aún no podía creer que ya habían pasado dos años desde que se había casado con su imprimación, y desde que había tenido a su pequeño bebé, una pequeña sonrisa se plantó en su rostro al recordar la brillante mirada de Edward al ver al recién nacido.
Soltó el aire de sus pulmones al oír las contagiosas risas de sus dos tesoros. Tan solo con una playera que le llegaba hasta las rodillas, salió de su casa para ver como Edward corría tras un pequeño lobezno.
Sonrió enternecido cuando vio cómo su bebé volvía a transformarse en un humano, tan pequeño, de cabellos castaños y ojos color miel. Se acercó lentamente hasta aquellos dos, dejando que su esposo lo aferrara entre sus brazos.
-¡Papi! -El más pequeño alzó sus cortos bracitos, riendo divertido cuando su papi empezó a besarle su carita y su barriguita. -Te quiero