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Little pain por girlutena

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza.

Creo que es el único fic que no actulizo desde un bueno tiempo(??

Jacob salió lentamente de su casa pensando que encontraría a su padre en el jardín, como casi todas las mañanas lo hacía, las plantas desnudas de sus pies sintieron el frío de la arena húmeda, poco a poco sus ojos oscuros empezaban a notarse ese brillo tan característico en el menor.


Sus ojos oscuros observaron cómo la neblina había empezado a ocultar parte de las hermosas flores de su padre, una fuerte ventisca sopló, removiendo sus cabellos y sintió un dulce y varonil aroma, sonrió suavemente, mientras que su corazón volvía a saltar con fuerza, dejó que una sonrisa ingresó al frondoso bosque.


Nuevamente una sonrisa se plantó en su rostro al ver como Emmet se encontraba de pie, observando el gris cielo, con una pequeña sonrisa en su varonil rostro, los dedos de sus pie se pegaron en la humedad de la tierra y sumamente sigiloso caminó hacía aquel hermoso y gran ser.


-¡Emmet! –Y tan rápido como el viento saltó hacía los brazos de aquel hombre, quien había volteado ágilmente para atraparlo entre sus brazos. –Pensé que ya no te volvería a ver.


El vampiro sonrió suavemente al escuchar la suave y entristecida voz del menor, acarició los suavemente los sedosos cabellos azabaches del pequeño cachorro, mientras que una pequeña y triste sonrisa empezaba a surcar su rostro.


Recordaba cómo después de que su madre y Rosalie se fueron de casa, Carlise les había prohibido salir de casa, sin importarle que perdieran las clases, extrañamente tan solo el mayor era el único que salía en las noches, mientras ellos permanecían en sus habitaciones.


-Perdóname pequeño, no he podido venir antes. –El menor negó lentamente, sintiendo como el mayor le colocaba en el suelo, pero mostró un leve puchero, frunciendo su ceño y colocó sus pequeñas y suaves manos alrededor de su cintura.


-No es a mí a quién debes pedirle disculpas. –Emmet volvió a mostrar aquella sonrisa triste, sintiendo nuevamente aquella molestia en su pecho. –Seth está muy triste.


Emmet se sentó en una de las gruesas raíces que salían de los grandes árboles, dejando que el cachorro se sentara en su regazo, apoyó su quijada sobre sus azabaches cabellos y soltó un leve y cansado suspiro, rodeándole su fina cintura con sus gruesos brazos, dejando que el pequeño se relajara.


-Todavía puedes ir a hablar con él. –La voz de Jacob había sonado tan suave y delgada que Emmet se alegró de tener un gran oído y un gran aliado.


El menor sintió como el cuerpo de Emmet empezaba a estremecerse, soltó un suave gemido asustado, cuando sintió que el mayor se ponía de pie tan rápido que tuvo que aferrarse a los fuertes brazos del mayor, sintió como la mano de Emmet le colocaba detrás de su cuerpo y vio como sus uñas empezaron a crecer hasta formarse en garras.


Todo pasó tan rápido, casi en un abrir y cerrar de ojos, tan solo sintió una fuerte brisa removiendo sus cabellos y vio como Emmet se encontraba siendo aplastado por otra persona contra el tronco de un gran árbol, su corazón saltó tan rápido al ver como una cabellera cobriza se removía con el fuerte viento.


-¡Emmet! –Frunció su ceño al reconocer aquel aroma y corrió hacia aquel árbol, intentando separarlo, pero apenas tocó las manos de aquel hombre que golpeaba con fuerza a su amigo, se alejó con miedo. Dio unos pasos atrás al observar esas dos gemas rojas, llenas de sangre y furia.


-¡Jacob! –Tan solo fue un segundo para que Edward perdiera el control, sintió un fuerte golpe en su mandíbula, que le hizo salir volando hacía el otro extremo del lugar, quebrando en parte demasiados troncos de árboles.


Lentamente fue abriendo sus ojos, sintiendo como su sangre volvía a hervir al ver como Emmet movía desde los hombros, el cuerpo del cachorro. –Abre los ojos.


Fue tan solo un suave susurro, casi y se podía comparar como un pensamiento, Edward mordió ligeramente su labio inferior, sintiendo como su pecho empezaba a doler.


Poco a poco Jacob empezó a respirar normalmente, sintiendo los fuertes brazos de Emmet alrededor de su cuerpo, abrió suavemente sus ojos, siendo lo primero que observó, los ojos color ámbar de aquel extraño, lentamente apoyó su cabeza sobre el pecho del mayor, sintiendo como su pecho empezaba a doler fuertemente.


-¿Estás... estás bien! –Emmet sonrió enternecido al escuchar la vocecita del moreno y acarició con suavidad sus cabellos, fijando lentamente su mirada en los ojos de su hermano. -¿Por qué te golpeó?


-¡Jacob! -El grito de Seth se escuchó tan fuerte y casi retumbando por todo el bosque, Edward se puso de pie lentamente, preparándose para cualquier otro ataque.


-¡Seth! –El menor se alejó de los brazos protectores de Emmet y corrió hasta aferrarse al menudo cuerpo de Seth, rio bajito al sentir el dulce aroma de almendras que emanaba el cuerpo de su amigo. -¡Mira! ¡Halla está Emmet! –El menor rio bajito al ver como las mejillas de su hermano se teñían de un suave carmín.


-Vámonos Jake. –Seth apoyó su mano sobre el hombro del menor sin escuchar las réplicas de su hermanito y sin querer ver la mirada triste de aquel ser.


-¡Pero! –Jacob se había plantado en la tierra húmeda, observando al mayor con sus ojitos llenos de lágrimas, mordió su labio inferior sintiéndose frustrado cuando Seth quiso volverlo a jalar.


-Lo siento mucho. –Edward, quien todavía se encontraba algo alejado, solo observó cómo su hermano, un ser tan frío, demasiado orgulloso y de pocas palabras, pedía disculpas a aquel joven, un poco mayor que Jacob, pero ante los ojos de cualquiera, aún seguía siendo un cachorro.


Seth tan solo se volteo, dándole la espalda al mayor, mordió ligeramente y nervioso su labio inferior, agachó su rostro y observó perdidamente la arena húmeda, alzó lentamente su rostro cuando Jacob apretó suavemente su mano.


-Seth, yo nunca quise alejarme de ti. –Lentamente fue acercándose hasta estar unos pocos centímetros lejos de aquellos dos. –Por favor.


Seth sintió como su cuerpo empezaba a estremecerse al sentir la cercanía del mayor, mordió ligeramente el interior de su mejilla al observar la mirada triste de Jacob, sintiendo como su corazón empezaba a doler con mayor fuerza, lentamente se volteó y sintió como su corazón latió con fuerza cuando los hermosos y brillantes ojos de Emmet le miraba fijamente.


-Tú. –Emmet sintió el dedo anular de Seth hincando su fuerte pecho, le pareció tierno ver el ceño fruncido del menor y tuvo que reprimir sus ganas de saltar al cuerpo contrario. –No quiero y ni te atrevas a volver a alejarte.


Edward tan solo pudo ver como Emmet empezaba a mostrar poco a poco una sonrisa, observó cómo los ojos de su hermano brillaban de una forma en la que nunca había hecho cuando estaba con Rosalie y supo que había encontrado a aquella pareja de la que siempre les hablaba Carlise.


Lentamente y como si estuviese palmando terreno nuevo, Emmet alzó levemente su mano para acariciar la mejilla del menor y se sintió feliz cuando escuchó como su cachorro soltaba un jadeo al sentir como sus fuertes brazos cruzaron su menudo cuerpo.


Sintiéndose feliz de que el menor le haya perdonado, escondió su rostro entre los suaves y sedosos cabellos del menor, sintiendo el dulce aroma de su cachorro. Soltó un leve gruñido al recordar la presencia de Edward.


-Él es mi hermano. –Emmet se vio obligado en separar su rostro de los cabellos del menor, cuando escuchó los calmados pasos de Edward acercarse a ellos; Seth aún mantenía sus mejillas fuertemente sonrojadas al sentir como los fuertes brazos de Emmet se afianzaban con más fuerza alrededor de su cintura y como aquel otro ser se acercaba lentamente a ellos. –Edward.


-¿Y por qué te golpeó? –La curiosa voz de Jacob se dejó escuchar suavemente y un poco asustada, pero se sintió relajado al sentir la mano de Seth revolver sus cabellos.


-Bueno... eso fue porqué. –Jacob miraba a Edward, pero seguía tan pegado al cuerpo de Emmet, sintiéndose extraño y nervioso al tener aquel par de cuencas ámbar sobre su cuerpo.


Las mejillas del menor se tornaron de un suave carmín, al ver como aquel hombre se detenía a pocos pasos de él y sintió nuevamente como su estómago empezaba a doler y poco a poco los mismos síntomas de aquel día empezaron a hacer mella en su cuerpo.


El calor había aumentado a pesar de la neblina y de la suave llovizna que había empezado a caer, Jacob sintió como su fuerza empezaba a desaparecer y como todo el lugar empezaba a volverse negro.


 


Podía sentir el olor a canela del incienso que solía poner su padre, cada vez que se encontraba enfermo, su piel ardía a pesar de estar desnuda y sobre las suaves y frías sábanas de su cama, aún con los ojos cerrados empezó a recordar como aquellas dos cuencas ámbar empezaban a volverse rojas, tan rojas como la sangre.


Volvió a sentir como una pequeña sonrisa empezaba a asomarse por su rostro, cuando las blancas manos de aquel, rozaron con su mejilla y su cuerpo empezó a reaccionar al ligero y casto beso que recibió sobre sus labios.


De pronto, como si todo lo anterior tan solo hubiese sido polvo, pudo observar como una fuerte lluvia caía sobre La push, su pequeña casa y las casa de todos los que él conocía, yacían incendiadas, mientras que un grupo de vampiros luchaban contra su manada, desgarrándoles las cabezas para luego chupar su sangre.


Y ahí se encontraba él, rodeado de todos los cadáveres de su manada, a lo lejos podía visualizar el cuerpo de su padre y de Seth, el joven que él, junto a su padre, lo habían acogido, pasando a hacer su propia familia, los dos se encontraban descuartizados, mientras que su propio cuerpo se encontraba cubierto de sangre.


Con sus hermosos ojos, tan negros y brillantes pudo observar como aquellos chupasangre mantenían en sus manos cada una de las cabezas de las personas que él conocía.


 


Con un grito casi desgarrados abrió sus ojos, sintiendo como el sudor descendía por su frente y como su corazón palpitaba con demasiada fuerza, sin pensarlo, sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas, siendo derramadas por su fino rostro, apretó con fuerza las suaves mantas que se encontraban revueltas entre sus piernas.


Escondió su rostro en el pecho de su padre, quien había entrado a la habitación inmediatamente, para rodearlo entre sus brazos protectores, entendiendo las pesadillas de su pequeño cachorro.


-Todo va a estar bien. –Susurró suaves y consoladoras palabras en los oídos del menor, esperando que poco a poco sus lágrimas fueran deteniéndose, dejando tan solo pequeños hipidos, Jacob dejó que su amoroso padre limpiara sus lágrimas con la yema de sus dedos, para luego mirarle por unos segundos en silencio.


-No entiendo nada. –Aún envuelto entre los brazos de su padre, su bruna y brillante mirada cayó sobre el cuerpo de un hombre que yacía en el umbral de la puerta.


No pudo evitar fijarse en el porte elegante y reluciente con el que se mantenía en pie, mirándole detenidamente con aquellos hermosos ojos que poseía y una pequeña, pero hermosa sonrisa que ayudaba a enmarcar su rostro varonil.


-Hola Jacob. –Cerró y abrió sus ojos intentando recordar aquella varonil voz y regresó su mirada rápidamente hacía su padre y vio cómo le asentía suavemente, dándole a entender que era alguien conocido para él y regresó su mirada en el mayor. -¿Te acuerdas de mí?


-¡Sí! Usted fue el que me ayudó en la carretera. –Aunque no era necesario, Carlise no pudo evitar aspirar y llenar sus pulmones vacíos de aire, al sentirse recordado y aceptado por el menor.


Se acercó lentamente hacia la cama donde yacían los dos morenos y sonrió suavemente cuando Jacob le hizo un espacio en su propia cama, Jacob había borrado todo rastro de lágrimas y lo había reemplazado por una bonita sonrisa y el rubio, no pudo evitar acariciar los cabellos del menor, recordando aquella misma mirada de la de su, ahora, pareja.


-Jake, tenemos que contarte algo. –La suave voz de Billy llenó los sentidos de Carlise y llamó la atención del menor. -¿Recuerdas la historia que te conté de tus ancestros?


Jacob asintió despacio, sintiéndose un poco incómodo por la voz que utilizó su padre para conversar aquella plática, mordió levemente el interior de su mejillas, sintiendo como el mayor retiraba suavemente su mano de sus cabellos.


-Tú, como último descendiente de la familia, estas destinado a muchas cosas, mi niño. –Billy acunó el rostro de Jacob entre las palmas de sus manos, pero no pudo evitar morder su labio inferior, temiendo continuar con aquella plática, aspiró suavemente y observó orgulloso como su hijo entendía poco a poco sus palabras. –Muy pocos de nosotros nacemos con la habilidad de tener crías.


-Yo sé eso. –Jake se soltó suavemente de los brazos de su progenitor y le miró con una gran sonrisa. –Seth también puede tener crías ¿Verdad?


-Así es, mi pequeño. –Billy acarició la mejilla del menor y alzó levemente su mirada, pidiendo ayuda al vampiro, pero este tan solo permaneció ahí, a su costado dándole apoyo en silencio.


-Jake, ¿Recuerdas lo que es la imprimación?


-¿Es cuando encontramos a nuestra pareja?


-Así es, uno no elige de quien enamorarse y podemos pasar años, hasta siglos en su búsqueda. –El menor meneó levemente su cabeza, intentando comprender a donde querían llegar el mayor. -¿Alguna vez te han hablado de los vampiros?


-¿Los fríos? –El menor agachó levemente su mirada, para observar sus manos apoyadas en la sábana. –El abuelo solía hablarnos de ellos. Decía que eran malos y que habían sido los culpables de la masacre donde murieron los padres de Seth.


-Jake, no todos los fríos, como ustedes los llaman, son malos. –El menor sintió un leve estremecimiento al sentir los dedos de Carlise sobre su mejilla, sintió como algo malo empezaba a acercarse, pero no tuvo valor de alejarse de aquella suave caricia. –Mi familia y yo somos uno de ellos.


Jacob volteo su mirada para observar el rostro de su padre y no pudo evitar sorprenderse al encontrarlo con las mejillas suavemente teñidas de un leve carmín.


-Me he impregnado de él, hijo. –Su labio tembló y no pudo evitar sentirse engañado y traicionado por su propio padre, sintió como toda su sangre empezaba a hervir y con una rapidez que ni él mismo sabía que tenía, saltó de la cama y salió huyendo por la ventana de su habitación.


Billy se puso de pie, tan rápido como le fue posible, había sentido la ira y la tristeza con la que su hijo le miró, quiso salir corriendo detrás de su cachorro, pero la mano de Carlise sobre su hombro le hizo detener.


-Poco a poco, hay que darle su tiempo de asimilar todo esto. –Billy asintió despacio, sintiendo como sus lágrimas descendían por sus mejillas, dejó que su cuerpo temblara cuando los brazos de Carlise se aferraron a él.


 


Su respiración se había agitado, sentía como su corazón empezaba a latir con demasiada fuerza, mientras el calor de su cuerpo empezaba a causar una ebullición dentro de su cuerpo, cerró con fuerza sus ojos sintiendo demasiado dolor.


Cubrió su rostro entre las palmas de sus manos, dejando que sus lágrimas escaparan por sus mejillas, sus músculos empezaron a tensarse y a contraerse, sus dedos empezaron a doblarse, mientras que sus encías empezaban a sangrar.


Edward caminó lentamente observando desde lo lejos como el menor empezaba a retorcerse de dolor, mordió con fuerza su labio inferior, dejando que la sangre emanara de ella y cerró con fuerza sus ojos y sus manos hasta volverlas puños, mientras intentaba reprimir sus ganas de ir a abrazar al pequeño.


Dio unos pequeños pasos, sorprendiéndose al observar como el pequeño cachorro intentaba reprimir su origen.


Jacob se había acurrucado en su sitio, su cuerpo yacía encorvado entre unos arbustos, detrás de un gran árbol, soltó un gemido lleno de dolor al sentir como el calor empezaba a salir por los poros de su delicada piel, soltó un leve gruñido y alzó rápidamente su rostro al escuchar unos suaves pasos acercarse hacía él.


Edward se sorprendido al ver las hermosas gemas se encontraban teñidas de un fuerte carmín, mientras que sus afilados colmillos desgarraban sin piedad la suave piel de sus encías, la sangre caía lentamente hasta perderse en el suelo húmedo y como poco a poco sus delgados huesos empezaban a crecer.


El cuerpo de Jacob se contrajo por un fuerte dolor que recorrió todo el largo de su columna vertebral y Edward sintió como aquel dolor empezaba a calar lo más profundo de su ser, con pasos lentos fue acercándose hacia el pequeño y se colocó en cuclillas, acunó el rostro compungido de dolor, entre las palmas de sus manos.


-Déjalo salir. –Su voz había sonado tan suave, casi tan solo en un susurro, pero el menor negó con fuerza, soltando sus lágrimas. –Vamos, no vas a lastimarme y tampoco voy a alejarme. –Fue lo último que dijo que obligó que el pequeño le mirara abiertamente.


Aprisionó con fuerza el tembloroso cuerpo del menor y apoyó su quijada sobre los azabaches cabellos, sintiendo el dolor punzante que le causaban las afiladas garras del menor, que se encontraban atravesando su piel.


Los colmillos de Jacob se habían incrustado en la piel, atravesando el músculo de su hombro, pero él no soltó ningún grito, cerró sus ojos y aferró con mucha más fuerza el cuerpo de su cachorro, sin ninguna intención de dejarlo libre.


No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Jacob había incrustado sus colmillos de su cuerpo, pero sintió cuando las grandes y peludas patas de Jacob cayeron con fuerza sobre su pecho, obligando que su cuerpo chocara contra la arena húmedo y cuando abrió sus ojos, se sintió emocionado al ver que el menor le miraba con esos mismos y hermosos ojos de color carbón.


Lentamente alzó su mano para acariciar la cabeza del, pequeño, cachorro y sonrió lentamente cuando el menor agachó suavemente su cabeza, permitiendo que acariciara detrás de sus orejas, evitó soltar una suave risa al ver como aquel gran y feroz lobo, se comportaba como un pequeño e indefenso cachorro, SU cachorro.


-¿No huiras? –Edward sonrió casi imperceptiblemente al darse cuenta que el menor empezaba a hablarle por el pensamiento, sin romper el contacto con la mirada del menor, se sentó en la arena húmeda, sin importarle ensuciar sus caras ropas.


-No, nunca lo haría


-Pero... soy un monstruo. –La suave voz de Jacob sonaba tan desanimada, agachó su cabeza y la escondió entre sus patas.


Lentamente Edward dejó que sus colmillos se notaran y dejó que sus ojos brillaran del mismo escarlata que la sangre del menor, poco a poco sus garras empezaron a salir de sus dedos y podía sentir con mucha más fuerza el latido del corazón de Jacob.


-Mírame. –Lentamente el menor levanto su mirada y sintió como su calor corporal empezaba a calmarse. –Yo soy el mostro del que tú deberías huir.

Notas finales:

uwaaaaa espero sus comentarios y ...espero que no me maten ^^

Besos!!!


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