Los rápidos pasos de Jacob se escuchaban retumbar por todo el bosque, las plantas de sus pies desnudos, tocaban la húmeda tierra del oscuro bosque, mientras que las pequeñas astillas se incrustaban en ellos.
Su corazón había empezado a latir con fuerza, al mismo tiempo que el sonido de las lechuzas le seguía de cerca.
No quería llorar, pero el dolor que se había alojado en su pecho era demasiado fuerte, tanto que tuvo que detenerse para intentar llenar sus pulmones de aquel preciado aire. Con fuerza, pasó su mano sobre sus ojos, quitando todo rastro de lágrimas, pero éstas seguían cayendo sin compasión.
Lentamente su adolorido cuerpo fue cayendo hasta apoyar su espalda en un grueso tronco, alzó su mirada y observó con tristeza cómo la hermosa luna, plateada y brillante resplandecía bajo él, alumbrando parte de aquel intenso bosque.
Mordió ligeramente su labio inferior al recordar cómo, el hombre del que él se había imprimado, besaba con ansías la boca de aquella mujer. Como sus fuertes manos se aferraban con fuerza a la delgada cintura de aquella, alzó sus rodillas hasta apoyarlas en su pecho y escondió su rostro entre ellas, aferrando con fuerza.
Sus lágrimas empezaron a recorrer sus tersas mejillas, mientras llevaba sus manos hasta su pecho, intentando detener aquel dolor que empezaba a alojarse en él.
Sin darse cuenta su cuerpo empezó a cambiar, sus extremidades empezaron a crecer y cuando menos se dio cuenta, dejó salir un fuerte maullido, lleno de dolor.
Billy apretó sus manos en el alfeizar de la pequeña ventana, observando como las esponjosas nubes empezaban a ocultar a la brillante luna, llevó sus manos hasta su pecho al escuchar el susurro de un doloroso aullido.
Carlise frunció ligeramente su ceño al ver como Edward ingresaba presuroso a la casa de los Black, su penetrante mirada recorrió el cuerpo de su hijo, mientras que sus sentidos se agitaron cuando el suave y ligero aroma de una mujer llegó hasta su olfato.
-¿Qué has hecho, Edward? –La fría voz del mayor sonó tan directa. El más joven alzó su rostro y se abstuvo a retroceder unos pasos, al ver la mirada rojiza del hombre que había sido como su padre.
-Yo la encontré, Carlise. –El mayor quiso negar ante las palabras del joven, quería negarlo, pero él también la había sentido. –O mejor dicho, ella me encontró.
-¿Dónde está Jake? –La suave y pausada voz de Billy llamó la atención de los dos vampiros, Carlise tuvo el deseo de abrazar el cuerpo de su lobo, de ocultarle todo lo que estaba a punto de acontecer, pero frunció fuertemente su ceño al recordar como Jake había salido de casa, con una hermosa sonrisa en su rostro, en busca de Edward.
Las hermosas gemas de Billy cayeron sobre el cuerpo del más joven y Edward sintió como la culpa que se había alojado en su pecho, empezaba a dolerle al tener la mirada bruna de aquel lobo sobre su cuerpo. –Jake dijo que iba a buscarte. ¡¿Dónde está mi hijo?!
Los dos vampiros pudieron observar como los hermosos ojos oscuros de Billy empezaron a cambiar de un color rojizo sangre, mientras que su respiración empezaba a agitarse al no tener respuestas por parte de su pareja o de aquel joven vampiro.
-Yo… yo no lo sé. –Carlise se vio de pronto acorralado por la mirada de su lobo, sintió como el cuerpo del moreno empezaba a temblar, lleno de furia; quiso tranquilizarlo, y levantó lentamente las palmas de sus manos, haciéndole ver a su lobo que necesitaba que se calmase.
Carlise apoyó sus manos sobre los delgados, pero fuertes hombros de Billy y escondió el rostro del menor contra su pecho, intentó susurrarle palabras tranquilizadoras, pero sabía que lo único que su lobo quería, era ir y quitarle la cabeza a Edward.
Las pequeñas gotas de la lluvia habían empezado a caer, copiosas y fuertes; dejando a su paso el olor a tierra mojada. Alice había empezado a caminar con mucha más prisa, dejándose guiar por el fuerte resplandor de aquella hermosa luna plateada, frunció ligeramente su ceño al no poder percibir la energía del pequeño Jacob.
Jasper, quien iba a su lado, siguiendo los mismos pasos, se detuvo abruptamente dejando que Alice percibiera un aroma que empezaba a combinarse con la humedad, pero que aun así se dejaba percibir un aroma un poco dulzón y agrio; un aroma que empezaba a hacer e exquisito a su olfato.
Alice le dio un pequeño apretón en su mano, obligándole a regresar a sus sentidos.
El suave gemido de un lobezno empezó a escucharse desde lo lejos; sus pasos empezaron a hacer e cada vez más rápidos, para ver cómo Jacob se encontraba acurrucado entre sus cuatro extremidades, intentando ocultar su rostro entre sus patas.
Jasper intentó relajar el estado del menor, pero soltó un leve gruñido, lleno de frustración, al sentís que no podía traspasar la barrera de aquel animal. Sintió como la presencia de Alice se alejaba de él y la vio arrodillarse ante el menor.
El rubio se acercó con rapidez al sentir como la energía de su novia empezaba a desestabilizarse, el fuerte calor que emanaba del cuerpo del menor era tan fuete que Alice tuvo que ingresar a sus recuerdos; mientras que Jasper intentaba calmar los sentimientos del menor, palpando su cabeza contra su mano.
-¿Qué pasó? –Los ojos ámbar de Alice cayeron sobre Jasper, dejándole ver todo lo que el menor había visto. –Es ella.
-No sé a qué ha venido, pero tenemos que sacar a Jake de este lugar. –Jasper asintió ante las palabras de la fémina.
La puerta se abrió lentamente, dejando pasar el aroma a tierra mojada con agua salada, se separó rápidamente de Carlise y corrió hacía la entrada principal, observó como Jasper traía a su hijo entre sus brazos y evitó soltar un gemido lleno de dolor al ver el rostro abatido de su niño.
Jasper dio unos pasos hacia el interior de la casa, dejando que Jacob escondiera su rostro entre su pecho, y mientras pasaba por la sala, sintió como sus pequeñas manos se aferraban con fuerza a su playera. Sin dedicarle una mirada a los dos seres que se encontraban en la sala, observándole.
Todo fue tan rápido para Edward, no sintió nada, solo escuchó varias cosas romperse y cuando pudo abrir sus ojos, después de soltar un gemido lleno de dolor, vio los grandes colmillos de Billy tan cerca de su rostro, y aquella mirada llena de amor, como él lo había conocido, había desaparecido. Tan solo había rabia.
Llevó lentamente su mirada hacía la entrada y pudo sentir la decepción de su padre, soltó un gemido al sentir la pata de Billy sobre su estómago, cerró con fuerza sus ojos al sentir como las largas garras empezaban a incrustarse en su piel.
Seth corrió hasta la entrada y se detuvo al costado de Carlise observando con un poco de miedo, como su padre se encontraba atacando a la imprimación de Jacob. Quiso acercarse a detener aquella pelea, pero la mano del mayor sobre su hombro le hizo detenerse.
Emmet había dejado que su cachorro corriera donde se encontraba su padre; alzó su mirada hacía el oscuro cielo, y soltó un gruñido al sentir el aroma de aquella mujer. Cerró lentamente sus ojos al escuchar el fuerte gruñido por parte de Billy.
Apretó con fuerza sus puños, intentando no saltar contra su hermano y soltarle un fuerte golpe, intentó relajarse, mientras se encaminaba a la habitación del pequeño cachorro, tocó tres veces, pero tan solo podía escuchar leves gemidos lleno de dolor, tanto que pensó, que si él fuese su imprimación, sería mejor morir que hacerlo sufrir.
Abrió lentamente la puerta, observando como la oscuridad había invadido aquella pequeña habitación, Jasper se encontraba al costado del menor, acariciando suavemente su cabeza, intentando que su corazón se calmase poco a poco.
Se sentó sobre la cama, mientras que el cuerpo del menor seguía temblando bajo las caricias de su hermano, guio su mano hasta posarla suavemente sobre la cabeza del menor.
-Jake. –Su voz sonó tan suave, pero el menor sacudió levemente su cabeza para esconder su rostro entre la almohada.
Pero el menor no dio indicios de querer decir algo, el mayor cerró lentamente sus ojos y se acostó a lado del menor, pasando sus brazos alrededor del cuerpo del cachorro. Mostró una pequeña y triste sonrisa al sentir como el menor dejaba las caricias de Jasper, para terminar acurrucándose entre sus fuertes brazos.
-Él... No me quiere. –La voz del menor sonó tan entrecortada y triste. Tanto que Emmet hizo más fuerte el agarre y se prometió que nadie más le haría sufrir.
-¿Por qué me dices eso, mi niño?
Jake movió ligeramente su rostro en el pecho del mayor. –Yo lo vi. –Un suave sollozo se dejó escuchar. –Él se estaba besando con una mujer.
Emmet besó los azabaches cabellos del menor, dejándolo llorar. Le dio una mirada a su hermana y a Jasper, pero la joven tan solo negó suavemente.
Mientras tanto Carlise observaba entristecido como el joven, quien él había criado como su hijo, se encontraba siendo rasgado por su pareja. Apretó con un poco más de fuerza el hombro de Seth y sintió como el flujo de sus emociones recorrían hasta parte de su cuerpo.
Edward alzó sus brazos y con las fuerzas que tenía, alejó el gran cuerpo del lobo. Billy sintió como era tumbado, pero con gran agilidad cayó sobre sus cuatro patas, dejó que sus colmillos se mostraran, para gruñirle al vampiro.
Unos suaves pasos se acercaron lentamente, obligando que Carlise se acercara a aquella pelea, alejó a su pareja de su hijo y frunció su ceño al ver como el delgado cuerpo de una mujer se dejaba mostrar.
Edward se puso de pie, sintiendo como su cuerpo se había entumecido, ligeramente alzó su mirada hacia la ventana de la habitación de Jacob y su cuerpo se estremeció al sentir como el aroma de Emmet cubría el del moreno.
La mano de la joven alrededor de su mano le hizo bajar rápidamente la cabeza y una pequeña sonrisa se mostró en su rostro al ver como los labios de la mujer se acercaban a él, no quiso sentir nada más que amor, pero un sentimiento de vacío empezó a crecer, cuando aquel ser le sonrió coquetamente.
-Es un gusto volver a verte, Carlise. –El vampiro frunció con fuerza su ceño, mientras que sentía como Billy se detenía a su lado, gruñéndole a aquella aparición.
-Lara. –La mujer mostró una delgada sonrisa, llena de arrogancia.
Billy gruñó por lo bajo al ver como aquella mujer apoyaba su delgada mano sobre el brazo del joven vampiro, sintió como la bilis subía por su garganta al ver como Edward le sonreía con cariño, añoranza y amor.
Un amor que tan solo debía ser entregado a su pequeño hijo.
-¿Quién eres? –Carlise frunció su ceño al ver la sonrisa de la mujer y cómo empezó a acercarse lentamente.
Lara alzó suavemente su mano y acaricio con sus largos y delgados dedos la mejilla del mayor y río divertida al escuchar el fuerte gruñido del gran lobo.
Carlise alejó su rostro de aquella mano, sintiéndola fría y áspera.
-Tienes muy bien domado a tu perro. –La mano de Carlise se cerró con fuerza, alrededor de la garganta de la mujer y dejó que sus ojos se llenarán de un rojo vivo, mostró sus colmillos y dejó que su energía saliera a flote. –Eres más fuerte que antes, querido.
-¡Carlise, suéltala! –La voz de Edward se vio opacado por los fuertes gruñidos de la manada, quienes se habían acercado ante el aroma de aquel nuevo vampiro.
El vampiro soltó con demasiada brusquedad el cuerpo contrario y la risa de la mujer no se hizo de esperar.
-Me recuerdas. –Edward camino con pasos rápidos hacia la mujer y la tomó con fuerza del brazo, intentando alejarla de todos los lobos. –Te haré sufrir tanto que desearas poder morir.
-Tenemos que irnos. –Lara le sonrió suavemente y le dio una pequeña y fría mirada a Billy.
-Salúdame a tu cachorro.