Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Estafa por Fullbuster

[Reviews - 175]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Deidara Namikaze

 

 

 

Hidan volvió a dormirse y yo bajé a la cocina a prepararme un vaso de leche caliente, necesitaba tomarme algo después de haber vuelto a soñar con Itachi. Aún no podía explicarme por qué ahora… ¿Por qué había vuelto a mi vida? Seguía amándole, creo que nunca dejé de hacerlo pero no quería estar con él, sabía lo que eso significaba… dolor y sufrimiento. Él no era un chico que estuviera con una única persona, siempre estaría jugando con la gente tal y como jugó conmigo cuando sólo era un adolescente, ahora ya ni se acordaba de mí.

 

Hidan era todo lo que necesitaba en mi vida, había criado a mi hija aunque sus padres no supieran que era de Itachi, ellos seguían pensando que era su nieta, quizá si supieran la verdad no les haría gracia. Pensaba en todas y cada una de las mentiras de mi vida… ¿Cómo podía haber funcionado trece años mi relación con Hidan basándose todo en una mentira? Hidan sabía perfectamente que Ino no era su hija, pero el resto… que era adoptado, que su jardinero era el padre de la niña que estaba criando… que había vuelto y me molestaba, que yo no era nadie hasta que Minato me acogió, que estuve por dar en adopción a mi hija… él no sabía nada y yo lo había ocultado todo. Al final tan sólo era esto… un mentiroso que había conseguido sobrevivir a base de engañar, era como Itachi.

 

Me tomé el vaso de leche y acabé tumbándome en una de las hamacas del jardín. No sé cuándo me quedé dormido. Me desperté al sentir que alguien me besaba y sonreí intentando abrir los ojos para ver a Hidan, pero no fue a Hidan a quien vi, sino al jardinero… a Itachi.

 

- Pero… ¿Qué haces? – le pregunté alterado moviéndome bajándome de la hamaca separándome de él y mirando hacia la casa por si Hidan estaba por allí.

 

- Besarte – me dijo como si nada.

 

- Eres idiota ¿Quieres destrozar mi matrimonio antes de que comience o qué?

 

- Creí que te había dejado claro anoche que esa era precisamente mi intención. No puedes casarte con él.

 

- Voy a casarme con él.

 

- Tú y yo estamos hechos el uno para el otro.

 

- Deja de decir tonterías, sólo eres un mujeriego que juega con todo el mundo.

 

- Uhhh eso duele – me dijo sonriendo divertido – sabes que te quiero.

 

- Eso es una gran mentira, tú no quieres a nadie.

 

-  No me conoces – me dijo ofendido.

 

- Sí te conozco…conozco a los tipos como tú. Sois todos iguales – le dije marchándome pero él retuvo mi muñeca.

 

- ¿De qué me conoces? Yo te he visto en algún lado ¿Verdad? – preguntó ahora preocupado.

 

- Suéltame – le dije – no quiero que Hidan me vea contigo.

 

- Pues cálmate porque se fue a trabajar hace unas horas. ¿De qué me conoces?

 

- Acuérdate tú si es que aún te importé algo – le dije soltándome.

 

Me marché de allí cabreado y es que estaba cabreado con Itachi. Me había utilizado en el pasado y no volvería a hacerlo, ya destrozó mi vida una vez dejándome embarazado con dieciséis años, teniendo que cuidar a una niña yo solo, sin tener en cuenta que no podía siendo huérfano, sino hubiera sido por Minato habría tenido que darla en adopción y no sé si eso me lo habría podido perdonar algún día… y ahora volvía aquí como si nada, venía a intentar ligar conmigo sin siquiera acordarse de quién era yo, de cómo me destrozó, venía a destrozarme de nuevo la vida tratando de arruinar mi matrimonio con Hidan.

 

Me metí dentro de la cocina y preparé los desayunos, mi hija sí debía estar por casa porque hoy no había clase. Era toda una dormilona y bajó a los quince minutos desperezándose. Se sentó en la mesa conmigo y desayunamos juntos, aunque al mirar por la puerta de la cocina hacia el jardín se encontró con Itachi podando uno de los setos.

 

- Vaya, el jardinero no está mal – me dijo.

 

- Ni lo sueñes – le dije – eres muy joven para pensar en esas cosas.

 

- No lo decía por mí. Aunque claro… papá también está muy bien – me sonrió.

 

- Acaba el desayuno y ve a hacer los deberes.

 

- Que rollo – me dijo haciendo un puchero.

 

-  Si los haces, te prometo que esta tarde te llevo donde quieras.

 

- De acuerdo – me dijo sonriendo terminando de tomarse el desayuno.

 

Ino se marchó hacia su habitación para continuar con los deberes y el que me sorprendió fue Itachi entrando por la cocina.

 

- Así que tienes una hija – preguntó – bueno… tampoco me importa, sigo interesado en ti.

 

- Piérdete. Además… ¿Qué haces aquí dentro? Lárgate, tu sitio está en el jardín.

 

- Venía a lavarme las manos – comentó enseñándome sus manos llenas de tierra.

 

- Lávatelas con la manguera – le dije.

 

-  Pero que bien tratas a los empleados.

 

- Y tú a la gente a la que dices querer y no por eso voy lloriqueando por cocinas ajenas.

 

- Así que estás enfadado conmigo… ¿Es por algo que hice en ese tiempo en el que no recuerdo?

 

- Puede ser.

 

- Fui un capullo… vale es posible, pero no podía ser tan malo ¿Qué pude hacerte? ¿Estafarte algo? ¿Nos conocemos de algún comedor benéfico?

 

- Tú no haces obras benéficas – le dije muy seguro.

 

- Cierto. Ya sé… ¡Te robé el bocadillo en el colegio! Pero seguro que fue una estafa limpia – sonrió.

 

- Eres imbécil, eso es lo que eres, ahora sal de mi cocina.

 

- De la de tu novio querrás decir.

 

- Mi prometido para ser exactos.

 

- Un prometido que no te excita como yo – comentó acercándose a mí y besándome con pasión.

 

Intenté alejarle de mí, al menos al principio porque luego acabé correspondiéndole. ¿Cómo era posible querer después de todo lo que había sufrido por su culpa? No lo entendía ¿Por qué no podía olvidarle? Yo sólo quería odiarle y no podía, mi corazón se negaba a odiarle pese a que mi cerebro le pedía a gritos que lo hiciera.

 

- Del instituto – me dijo de golpe al separarse de mí – en el instituto conocí a un chico con tu nombre, un chico huérfano con el que todos se metían pero… no puede ser… - comentó susurrando intentando entenderlo – tú tienes dinero, un apellido, una familia. ¿Eres él verdad? – dijo casi resignado – pues te recuerdo que estuviste las últimas dos semanas sin hablarme.

 

- Te recuerdo yo a ti que te estabas acostando con medio instituto. Creí que signifiqué algo para ti pero ya veo que no. Sólo querías que me acostase contigo la primera vez y ya está.

 

- Eras especial Deidara.

 

- No lo suficiente por lo que vi.

 

- No me acostaba con medio instituto.

 

- Eso decían los rumores, además te vi besando a aquella chica.

 

- Vale – me dijo – puede que me acostase con alguna pero no era por lo que tu te piensas, no me importaba esa chica.

 

- Entonces explícame el motivo…

 

- No puedo – me dijo afectado – tienes que creerme, no me acosté contigo por ningún motivo oculto ni perverso. Te quería Dei.

 

- No te creo. Lo siento – le dije a punto de llorar – ahora sal de mi cocina.

 

Era lo que me faltaba… que tuviera un buen motivo para hacer lo que hizo y encima… no pudiera contármelo. ¿En qué andaba metido? En nada bueno, eso era obvio, si lo fuera me lo habría contado sin problemas. Itachi iba a salir de allí cuando aún más decidido que antes me cogió de la muñeca arrastrándome fuera con él. Me quejé y traté de soltarme de su agarre pero él enfadado me cogió como si fuera un saco de patatas y me llevó hasta la parte trasera del jardín donde nadie pudiera vernos.

 

- No pienso renunciar a ti Dei – dijo ruborizándome – no sé cómo has llegado hasta aquí siendo un chico de orfanato, ni el motivo para casarte con ese tipo pero yo no quiero que lo hagas, me destrozarás si te casas con él.

 

- Tú me destrozaste hace mucho.

 

- ¿Qué puedo hacer para compensarte?

 

- Contarme lo que ocurrió

 

- No puedo Dei.

 

- Entonces no tenemos nada de qué hablar.

 

- Sí tenemos mucho de qué hablar – dijo cogiéndome de la muñeca antes de marcharme de nuevo – Adivino que Hidan no sabe nada de tu pasado ¿Qué ocurriría si se enterase?

 

- Ni se te ocurra contárselo – le amenacé.

 

- ¿O qué? ¿Destrozaría tu futuro matrimonio?

 

- Sí – le dije enfadado y él se sorprendió.

 

- ¿Cómo puedes casarte con alguien que no respeta que seas adoptado?

 

- No es él, es su familia.

 

- Me da igual, ¿Sería capaz de dejarte sólo por eso?

 

- Sí, tú no sabes lo que es estar en esta esfera social, no sabes lo que la gente espera de ti.

 

- ¿Y tienes que ser perfecto? ¿Por qué? – preguntó enfadado.

 

- Porque se lo debo a Minato – le grité enfadado y luego caí en que había hablado más de la cuenta.

 

- ¿Se lo debes? ¿Por sacarte del orfanato?

 

- Tú no sabes nada de lo que esa familia hizo por mí. Voy a ser el hijo perfecto, me casaré con Hidan…

 

- Pese a no amarle – me recriminó.

 

- Voy a casarme con él, Itachi… y vamos a ser la pareja perfecta.

 

- Pero no una pareja feliz.

 

- No importa – le dije – no me importa nada excepto ser alguien del que la familia Namikaze no tenga que arrepentirse.

 

- ¿Por qué siempre tienes que ser así? el sacrificado en todo.

 

- Ya te lo he dicho… se lo debo. Le debo mucho a esa familia.

 

- Entonces déjame ser tu amante – me dijo y abrí los ojos desmesuradamente.

 

- ¿Estás loco?

 

- ¿Por qué? Yo te amo y tú no puedes ser feliz con nadie más que conmigo. Si vas a casarte con él dame a mí la oportunidad de estar a tu lado, no lo contaré a nadie.

 

- No.

 

- Entonces no me dejas más remedio, pero si te niegas… iré a decírselo a Hidan.

 

- No te atrevas a amenazarme.

 

- Déjame conquistarte entonces.

 

- Ya perdiste tu oportunidad. No puedes pretender volver años después y que se me caiga la ropa interior al verte.

 

- Pero se te cae – me insinuó sonriendo con prepotencia – sigo excitándote y más que tu prometido. Ya puedes aceptar.

 

- No – le dije.

 

- Entonces no hay más que hablar.

 

Le vi marcharse y le seguí con los ojos sin preocuparme demasiado, al menos hasta que vi como Hidan aparcaba el coche en el garaje. ¿Sería capaz ese desgraciado de ir a contarle que era adoptado? ¿De ir a decirle que llevaba dinero y alimentos de mi restaurante a escondidas para los orfanatos de la ciudad? Me iba a hundir frente a la familia de Hidan y ellos le convencerían para que anulase su matrimonio conmigo. Salí corriendo tras él justo cuando le escuchaba gritar a Hidan su nombre y éste bajaba del vehículo caminando hacia Itachi. Llegué colocándome en medio de ambos.

 

- Vale, acepto – le dije a Itachi y él sonrió.

 

- ¿Qué aceptas? – me preguntó Hidan.

 

- Es que él quería poner rosales en aquella parte y yo le he dicho que los geranios son mejor. Venía a preguntarte que te parecía, pero veo que ya hemos llegado a un acuerdo ¿No es así, Deidara?

 

- Sí – le dije casi de mal humor, siempre se salía con la suya el desgraciado.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).