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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza pero ya está aquí el siguiente cap. espero y lo disfruten :D

¿Qué pretendía con todo eso? Ni siquiera él mismo lo sabía, simplemente se dejó llevar por sus impulsos al escuchar la frase “Romper el compromiso”, aún no tenía claro el porqué de sus miedos pero si de algo estaba seguro, era de que no permitiría que tal cosa pasara, con la mirada hacia el frente y agarrando fuertemente la muñeca del rubio, el maou continuo caminando firmemente sin escuchar los gritos y quejas del otro chico, pese a las miradas que los habitantes del castillo les dedicaban al cruzarse con ellos, el moreno continuo su trayecto hasta estar frente aquella puerta de madera que tan bien conocía.

Con la mano que aún tenía libre, tomo el pomo de la puerta, la abrió e introdujo de un empujón a su prometido dentro de la habitación real, estaba enojado, pero sobre todo desesperado, ya habían pasado demasiados días y el oji-verde seguía ignorándolo y para colmo, su propia hermana le sugería al chico, buscara a otro hombre con el cual pudiera comprometerse.-

-¡YUURI! ¡Maldito enclenque! ¿Cómo te atreves a tratarme de esa manera?- exclamó Wolfram con el ceño totalmente fruncido y la cara roja del enojo.

-¿Por qué te comportas de esa manera?- preguntó el moreno mientras se acercaba frente a su prometido.

-¡Eso debería preguntártelo yo a ti, debilucho!

-¡Ya basta Wolfram! Desde hace unos días te has estado comportando muy extraño, ya no me hablas, ni me sigues, ni siquiera pasas tiempo de calidad conmigo y con Greta ¿Es que acaso hice algo malo? Además ¿Qué es eso de romper el compromiso?

-Ya te dije que no has hecho nada y si no he pasado tiempo contigo y Greta es porque he estado bastante ocupado, además tú mismo me has dicho que soy una molestia cada vez que trato de estar cerca de ti, así que te estoy dando lo que quieres, tu libertad, esta es tu oportunidad, Yuuri, si no me quieres a tu lado por lo menos déjame buscar a alguien que en verdad me valore.

Al terminar de decir todo eso, el lugar quedo en completo silencio, tenía miedo, claro que lo tenía, nunca creyó que el pelinegro actuara de esa manera y aunque le dolió decir todo aquello, estaba dispuesto a cumplirlo, aún y a pesar de todo lo que Naomi había dicho o planeado, ya no podía seguir viviendo de esa forma, aunque debía admitir que muy en el fondo, guardaba la mínima esperanza de que todo cambiara, de que el joven maou le dijera que en verdad lo quería a su lado, pero todo eso no eran más que sueños absurdos, levanto la mirada, dispuesto a observar el rostro de quien estaba frente a él, pero con lo único que se encontró, fue con la mirada perdida del moreno, el cual observaba un punto fijo en el suelo, el rubio suspiro, pues en aquel silencio, morían todas sus esperanzas de algún día llegar a ser feliz con la persona que amaba.

Mientras tanto, Yuuri aún trataba de procesar todas aquellas palabras que el oji-verde le había dicho, ¿su libertad? Acaso ¿se estaba refiriendo a terminar con todo? Eso no podía ser cierto, Wólfram era parte de su familia, aun a pesar de lo que él mismo decía, nunca se puso a pensar el cómo sería su vida sin aquel chico cerca, aún sumergido en sus pensamientos el pelinegro logró escuchar el sonido de los pasos de su acompañante dirigiéndose hacia la puerta, ¿Eso era todo? ¿Ese sería el fin de su relación con el oji-esmeralda? ¿En verdad lo dejaría ir? Tenía muy presente el hecho de que lo que sentía por el rubio era algo más que amistad pero aún no se sentía lo suficientemente seguro para decir que estaba enamorado, entonces ciertas palabras pasaron como un rayo en su mente “un verdadero hombre es aquel que defiende sus ideales, que trata a los demás como un igual, para el cual no existen los imposibles cuando se trata de defender lo que él cree como correcto pero sobre todo, es el dar el todo por las personas que ama, ser capaz de desafiar a la muerte misma con tal de estar con la persona dueña de su corazón” .

Tras recordar aquella parte de la conversación que había tenido con su padrino, no pudo más que sentirse como un tonto, la respuesta estaba frente a él, aunque no muy clara pero sabía que en cualquier momento sabría qué camino sería el indicado, pero por el momento, no dejaría que la persona más importante de su vida se fuera de ella, ya con la decisión firme giro sobre sus talones, tomo la mano de su prometido y lo tiro sobre mullido colchón posándose de rodillas sobre él.

-¿Pero qué demonios te sucede Yuuri?- trató de decir el rubio mientras intentaba ponerse de pie, pero al dirigir su mirada hacia riba se encontró con dos abismos tan obscuros y profundos que lo observaban de una manera que no pudo descifrar.

Si no fuera porque podía ver el rostro del joven rey, el ex príncipe juraría que a quien tenía sobre él era alguien más, pues aquella expresión en el moreno rostro del chico jamás la había visto, era una combinación de enojo, determinación y ternura que de alguna forma lo hacía sentir un poco intimidado, siguió mirando el rostro frente a él hasta que notó como poco a poco se acercaba más a él hasta tenerlo completamente recostado sobre la cama.

Aquel moreno rostro quedo  tan cerca del otro que se sentía la respiración de ambos, Wolfram se sentía realmente inquieto ya que no sabía cómo actuar ante aquella situación hasta que noto como el semblante de Yuuri cambiaba radicalmente a uno que lo desconcertó de cierta forma, ya que después de hacerlo comenzó a recorrer lentamente su cuello con la nariz, como tratando  de grabarse el aroma que él desprendía, hasta  que de un solo movimiento, las pálidas manos del soldado se encontraban sobre su cabeza siendo aprisionadas por las palmas del maou.

-Yu-yuuri- dijo de manera entrecortada el rubio, mientras trataba de reprimir un gemido provocado por las sensaciones que el otro le estaba dando.

Ante el llamado, el mencionado aparto su cara del blanquecino cuello del chico posando su obscura mirada frente aquellas esmeraldas que tanto le gustaban, no sabía que estaba haciendo exactamente, se suponía que el plan inicial era solo detener al chico, no hacer todas esas cosas, pero al verlo tirado sobre el lecho, no pudo resistir más aquellos impulsos que desde hace tiempo estaba reprimiendo, pero entonces lo recordó, recordó la conversación que habían tenido hace apenas unos instantes, especialmente, vinieron a su mente las palabras “romper el compromiso” que su hermana había dicho y el hecho de que buscara a otro hombre para hacer feliz a Wolfram.

-Escúchame bien, Wolfram, por que no pienso volver a decirlo- al decir aquellas palabras, el moreno poco a poco aplicó más fuerza a su agarre mientras desaparecía la poca distancia que había entre sus rostros- No me interesa lo que los demás piensen, mucho menos lo que los nobles digan, pero debes saber una cosa, pase lo que pase, digan lo que digan, tu no dejaras de ser mi prometido, no me importa si quien se entromete es mi propia hermana, recuerda muy bien mis palabras, tu eres mío y estarás siempre a mi lado, sin importar lo que suceda, yo te protegeré…

Al escuchar aquellas palabras, el rubio quedó en un shock total, no sabía cómo reaccionar ante lo anteriormente dicho, solo logro sentir los labios de Yuuri rosar suavemente contra los suyos pero sin besarlo, poco después, el joven se apartó de su cuerpo y salió lentamente de la habitación, dejando al oji-esmeralda totalmente sorprendido.

Fuera de aquel cuarto, el rey se encontraba realmente avergonzado de las acciones que había hecho, no es como si realmente se arrepintiera de todo lo que había acontecido, porque honestamente había cumplido, de alguna manera, algunos de sus deseos más ocultos, pero simplemente no podía dejar de pensar en el chico que había dejado dentro de aquella alcoba, pues aun y después de todo, sus sentimientos no dejaban de confundirlo ya que seguía sin entender que era lo que realmente sentía por su prometido, con la mirada perdida y un leve sonrojo cubriendo sus morenas mejillas, se dirigió hacia su oficina con la esperanza de poder despejar un poco su mente, aunque teniendo en cuenta el hecho de que el mayor de los hijos de la ex maou estaría esperándolo con una enorme pila de papeles, tal vez no podría tranquilizarse del todo.

Mientras tanto, dentro de la habitación real, Wolfram se encontraba sentado en uno de los bordes de la enorme cama, mientras abrazaba fuertemente una de las almohadas que se encontraban en el lugar, seguía sin poder digerir lo que minutos atrás había pasado, pues de todas las posibilidades  que había pensado, jamás creyó que Yuuri, su Yuuri fuera capaz de hacer semejantes cosas, sobre todo, decirle todo aquello de quererlo a su lado.

Aun y a pesar de no comprender lo que estaba sucediendo, se quedó ahí, en el lugar donde todo había pasado, soltó un suspiro y dirigió su mirada al enorme ventanal que estaba frente a él, se notaba como poco a poco  aquellos colores naranjas y rojizos, se iban perdiendo en una inmensa oscuridad, iluminada por algunas luces blancas que abarcaban el inmenso cielo, tal parecía que había pasado más tiempo del que había pensado y tal vez el moreno no tardaría en llegar a aquel sitio a descansar antes de la cena como era su costumbre, pero entonces una pequeña ilusión se apodero de él ¿Y si esa noche, volvía a compartir lecho con él? No es como si pretendiera pedírselo, pero ya hacia bastantes noches que dormía solo y aunque lo negara, le era difícil conciliar el sueño.

Dejó de lado aquella almohada que desde hace bastante tiempo tenía entre sus brazos y se encamino hasta el inmenso mueble donde anteriormente guardaba su rompa junto con la de su prometido, pues si mal no recordaba, solo se había llevado parte de su ropa, así que la demás debería de estar, tal vez, arrumbada en lo más profundo del armario, pero grande fue su sorpresa al notar como algunos de sus uniformes estaban perfectamente guardados, especialmente, aquella pijama rosa que Miko-san le había dado de regalo, la cual se encontraba guardada en el mismo sitio que la del maou.

Sonrió por alguna extraña razón al ver todo eso, tomo aquella prenda rosada y se dirigió al baño a ducharse, se introdujo en las tibias aguas y continuo meditando, pues a pesar de todo, aquella situación no dejaba de rondar en su cabeza, sobre todo al recordar, como ya daba todo por perdido, tal vez Naomi tenía razón y lo único que necesitaba su prometido, era que le dieran un pequeño susto, aunque realmente aun no podía decir nada, ya que pese a todo, el moreno no le dijo nada claro simplemente se negó a romper su relación.

Ya más relajado y con los ánimos no tan por los suelos, el rubio se dirigió hasta la mullida cama y se introdujo  en las sábanas, no pretendía pedirle permiso al pelinegro para dormir con él, pero tampoco se permitiría dormir solo una noche más, así que el moreno tendría que atenerse a las consecuencias de querer arreglar las cosas con él, en eso estaba hasta que escuchó el sonido de la puerta abriéndose, rápidamente, cubrió su cuerpo completamente dejando solo al descubierto su rostro, cerró los ojos y fingió dormir.

Logró escuchar con unas pisadas poco a poco se acercaban hasta donde estaba él, después de eso el silencio se apoderó del lugar, por un momento creyó que tal vez se equivocó y no se trataba de Yuuri, pero se tranquilizó al escucharlo hablar con uno de los soldados que pasaban por el corredor.

-Podrías avisar que Wolfram y yo no bajaremos a cenar- dijo el chico mientras observaba de reojo a la persona recostada en la cama.

.Sí, majestad con su permiso- termino de decir el soldado mientras se retiraba y se escuchaba nuevamente la puerta al cerrarse.

El ex príncipe se mantuvo quieto mientras esperaba la forma de actuar de su acompañante, al escuchar solo el ruido de los pasos alrededor de la habitación, decidió entreabrir sus ojos para observar que era lo que su prometido estaba haciendo, al hacerlo, observo como sacaba del ropero su típica pijama azul y comenzaba a desvestirse, ante ese acto, el rubio optó por volver a cerrar los ojos, ya que por alguna extraña razón se sintió avergonzado, tal vez  porque de alguna forma se podría decir que lo estaba espiando .

Después de algunos minutos, logró sentir como el mullido colchón se hundía ante el peso del otro chico el cual se introdujo entre las suaves y blanquecinas sábanas, paso sus delgados dedos entre aquella cabellera rubia y depositaba un tierno beso en la cabeza del oji-verde.

-No importa lo que suceda, no permitiré que te apartes de mí lado- terminó de decir, mientras  acercaba delicadamente el cuerpo frente a él y descansaba su cabeza en la abertura de la cabeza y el hombro de wólfram.

El rubio solo pudo estremecerse ante el contacto de su acompañante, se sentí realmente feliz, pues un agradable calor inundaba completamente su pecho, haciéndolo sentir en paz, como si nada más importara, como si por fin su mundo estuviese completo, pues esa noche en la cual solo las estrellas los acompañaban, por fin, ambos lograrían dormir plácidamente.

 

Mientras tanto, no lejos del castillo Pacto de Sangre, cierto espíritu travieso terminaba su meditación, pues aunque ya llevaba un tiempo haciéndolo no lograba conseguir lo que quería, hasta hace algunos momentos en los cuales miles de recuerdos e imágenes golpearon su mente, al recibir toda aquella información, Shinou abrió estrepitosamente sus ojos, encontrándose con  la tenue iluminación de aquella habitación en la cual estaban tres de las cuatro cajas malditas.

Observo por algunos instantes el lugar en el cual se encontraba, hasta que dirigió su mirada al techo, el cual mostraba la oscuridad de la noche y solo la luz que las pequeñas estrellas emanaban, tras algunos minutos, se puso de pie y se dirigió hasta la esfera de cristal que se encontraba en medio de aquella habitación.

-Este ambiente no me agrada del todo, hoy ni siquiera la luz de la luna nos ilumina, es como si todo fuera un abismo sin fondo- susurró mientras revisaba que todo se encontrara en orden.

No podía creer todo lo que había logrado recordar tras aquel tiempo de concentración, pues de todo lo que se imaginaba, jamás creyó que una pesadilla pudiera hacerse realidad, sobretodo, se sentía totalmente incompetente por haber olvidado algo tan importante, algo que podría no solo costar la vida de la gente de Shin Makoku si no del mundo entero, pues el ser al cual se tendrían que enfrentar, era alguien que ni él mismo conocía del todo, además no estaba seguro si ya había despertado y especialmente, si sus siervos se habían comenzado a movilizar, en eso estaba hasta que algo lo trajo de regreso a la realidad.

-Así que por fin te muestras- dijo con voz neutra el rubio, mientras miraba de reojo a la persona que se encontraba frente a la inmensa puerta de madera.

-Es un gusto poder conocer al rey original- contestó aquella personas con un tono de burla en su voz.

-Con que tú eres quien emana es asquerosa energía por todo mi reino.

-Vaya, eso no fue para nada amable de su parte, su majestad.

Tras aquellas palabras, el oji-azul giró hasta estar cara a cara ante aquel ser que se mostraba ante él, pues ya no había ninguna de duda acerca de quién era, al estar frente a frente se encontró con una peculiar mirada color marrón, la cual no mostraba ninguna clase de sentimientos.

-Parece que uno de sus queridos siervos me ha encontrado.

-Así es y tal como ordeno el amo, no debe quedar nada de ti, si es que me quiero deshacer de este asqueroso reino para cuando mi señor despierte.

-Y dime ¿qué pretendes hacerle a un espíritu? Kilian Bythesea o mejor dicho buscador MacQuoid.

Con una sonrisa enmarcada en su rostro, mostrando un par de afilados colmillos, el pelirrojo se abalanzó hacia Shinou, el cual esperó tranquilamente el ataque del otro, pues al no tener un cuerpo físico, las posibilidades de hacerle alguna clase de daño eran mínimas o al menos eso pensaba, hasta que notó las extrañas marcas que sobresalían en su piel.

No tuvo tiempo suficiente de reaccionar, cuando logró sentir como un afilado y frío metal le atravesaba completamente el estómago, no había sangre ni nada, pero el dolor era inmenso, agachó su mirada encontrándose con los ojos llenos de locura de su atacante, el cual tenía aun sujeta la daga con la cual lo había dañado.

Con las pocas fuerzas que aún le quedaban, aventó al chico hasta el otro extremo de la habitación y observó como aquella arma caía al suelo junto con él, ya en el gélido piso, miró detalladamente aquel objeto, logrando reconocer algunos grabados, mismos que estaban en la piel de MacQuoid.

-No sabía… que habían aprendido… la utilización de las runas- trató de decir entrecortadamente el rey, mientras sentía como perdía poco a poco el conocimiento y su cuerpo desaparecía en una espesa niebla blanca.

-Pero que lamentable situación, esperaba un poco más del gran rey original, pero que se le va a hacer, con su permiso M-A-J-E-S-T-A-D-dijo mientras se marchaba del lugar, dejando al rubio desvanecerse poco a poco.

-Esta vez, todo depende de ti… mi maou elegido… protege este reino… que se ha convertido en tu hogar…

 

La mañana había llegado al castillo y los primeros rayos del sol entraban entre las cortinas de la alcoba real, mientras un silueta se removía entre las sábanas, se trataba del joven rey, el cual despertaba después de plácido sueño, pues por fin  tras muchas noches de insomnio, logró descansar merecidamente, el chico frotó levemente sus ojos mientras trataba de levantarse del colchón.

Al estar ya sentado en una de las orillas de la cama, volteo hacia el otro lado del lecho, encontrándose con el lugar vacío, pues tal parecía que el rubio se había levantado más temprano de lo usual, cosa que no era muy común en él, con los ánimos un poco decaídos, Yuuri comenzó a prepararse para un nuevo día, en el cual esperaba que las cosas volvieran a la “normalidad” con su prometido, aunque no estuviera muy seguro de eso.

Por otro lado, se encontraba cierto rubio caminando por los enormes jardines del palacio, aun se sentía un poco adormilado y la verdad era, que hubiera preferido seguir durmiendo, pero no quería cruzar palabra con el moreno, ya que aún se sentía bastante avergonzado por lo que el día anterior había pasado, mientras pensaba en todo aquello, camino sin rumbo alguno, dejándose llevar hacia donde sus pies quisieran, aún faltaban algunos minutos para el desayuno, lugar donde tendría que encontrarse forzosamente con su prometido, pero mientras eso sucedía, trataría de aclarar sus ideas, pero sobretodo, trataría de calmar aquel mal presentimiento que desde aquella mañana no dejaba de angustiarlo.

Pasados algunos minutos, los habitantes del reino comenzaron a preparase para el desayuno, especialmente, cierta pelinegra la cual se encontraba terminando de ducharse después de su entrenamiento, ya frente al espejo se observó nuevamente, ese día sería realmente difícil, pues debido a lo acontecido de con su hermano, dudaba que se formara un buen ambiente en el comedor.

Giró su rostro hacia el balcón que se encontraba en su habitación a la vez que pensaba en Wolfram, no sabía nada de él desde lo ocurrido con el moreno y tenía miedo de que todo se estropeara pero a pesar de eso, había algo más que la inquietaba y era esa sensación que la invadía desde que salió a practicar con Conrad, era una especia de presentimiento que no la dejaba tranquila, como si tratara de advertirle acerca de algo.

Soltó un suspiro tratando de alejar aquellas ideas absurdas y se encamino hacía el comedor, ya frente a la puerta, se adentró en aquella habitación encontrándose con todos reunidos, pero lo que más había llamado su atención, fue la extraña atmósfera que había entre ambos prometidos, no era de enojo o desprecio, sino más bien de vergüenza, tratando de ignorar aquel detalle, la chica saludo alegremente a todas las personas que se encontraban en la estancia, tomó lugar y las doncellas comenzaron a servir el desayuno.

Los primeros minutos fueron sumergidos en un mar de silencio, pues tal parecía que cada una de las personas que se encontraban presentes, estaban en su propio mundo, nadie hablaba, solo comían, al principio, cierto rubio creyó que eso era lo mejor, pues así nadie preguntaría el porqué de su comportamiento y el de su prometido o al menos eso pensaba hasta que cierto sabio comenzó a hablar.

-Vamos Shibuya, no tienes por qué ponerte de esa manera- comentó fugazmente Murata con una sonrisa juguetona en su rostro.

-¿De qué hablas Muarta?- preguntó intrigado el maou.

-De que no tienes que molestarte tanto solo porque el joven Bielefeld no te dirige la palabra.

Absolutamente nadie comprendía lo que el joven trataba de decir, ni siquiera el propio Yuuri, el cual solo miraba a su amigo con una ceja enarcada en su rostro, el chico, ante las miradas de duda que los presentes le mostraban trato de ser un poco más claro en lo que trataba de decir.

-Me refiero a que no cambies el clima solo porque no estas de ánimo- dijo mientras señalaba ciertas nubes grisáceas que comenzaban a invadir el cielo.

-Yo no estoy haciendo nada.

Antes de que alguien más pudiera decir otra cosa, un soldado entro estrepitosamente al comedor buscando al gran sabio, el cual se levantó tranquilamente de su lugar y se dirigió hasta el recién llegado.

-Entrar de esa manera al comedor principal es una falta de respeto para su majestad el maou- dijo con voz seria el general Voltaire, mientras miraba de reojo a la persona que se encontraba con el chico de lentes.

-L-lamento la intromisión su excelencia, pero la sacerdotisa a mandado un mensaje de suma importancia para su santidad- al terminar de decir todo aquello, el soldado extendió sus manos, dándole a Murata un trozo de papel doblado.

El estratega observo por algunos instantes el papel antes de atreverse a tomarlo, pues no entendía del todo el comportamiento del soldado y mucho menos, el que Ulrike mandara alguna noticia de esa forma, al ver el contenido de aquella nota, un sudor frio recorrió el cuerpo del pelinegro, pues no comprendía que quería decir la pequeña sacerdotisa con aquellas palabras.

“Su majestad Shinou ha desaparecido, en la habitación donde normalmente reside solo fue encontrada un arma con escrituras extrañas y hay algo que no me permite utilizar mi energía para contactarlo, algo está bloqueando todo el poder del templo, además de que una energía extraña se dirige al castillo, le suplico su santidad, que regrese lo antes posible. “

Esas eran las palabras exactas que contenía el mensaje, al terminar de leerlo, el gran sabio dio la señal para que el joven soldado se retirara a preparar lo necesario para que partiera hasta el recinto del rey original, pues tal parecía que algo no estaba marchando del todo bien, dirigió su mirada nuevamente hacia el ventanal del comedor para observar aquellas nubes que poco a poco se tornaban más obscuras, ¿acaso tendrían algo que ver con aquella energía que la sacerdotisa mencionaba?

-¿Sucede algo Murata?- preguntó el rey.

-¿Eh?, no nada Shibuya

-¿Todo está en orden en el templo su santidad? Su rostro cambio al leer el mensaje

-No se preocupe Sir Weller, todo está e-

Antes de que pudiera terminar la frase, un potente estruendo se escuchó por todo Pacto de Sangre alertando a todas las personas que se encontraban dentro y fuera del lugar, tras el primer impacto, otro de mayor magnitud invadió el sitio antes de que solo quedara el silencio absoluto.

-¿Qué fue eso?- preguntó desconcertado Yuuri.

-No me digan que Anissina está usan otro de sus experimentos- comentó el rubio mientras protegía a la pequeña Greta.

-Esa no fue Anissina- Dijo Gwendal quien rápidamente se encamino a la puerta del comedor dispuesto a averiguar que sucedía, pero nuevamente el sonido se hizo presente deteniendo su caminar.

Esta vez el impacto había sido de tal magnitud, que parte de los cuadros y jarrones que adornaban el lugar comenzaron a caer al suelo.

-¿Qué demonios está sucediendo?- preguntó la chica.

-El sonido viene del ala norte del castillo- tras decir eso, Conrad salió del lugar seguido por el mayor de sus hermanos y el consejero real.

-Madre, cuida de Greta por favor, también busquen a Anissina y vayan a algún lugar seguro.

-Tengan cuidado Wolfy

-Vamos Wolf, es por aquí- dijo el maou mientras corría en la dirección en la que habían salido los demás acompañado por su santidad y Naomi.

-¿Usted sabe que es lo que está sucediendo su santidad?- preguntó el rubio mientras alcanzaba a su prometido y se acomodaba a uno de sus costados.

-Me temo que no joven Bielefeld.

-Sea como sea esto no parece ser nada bueno, además de que los ataques o lo que sea que provoque esos sonidos, son cada vez más constantes- al decir eso, la pelinegra logro ver como el consejero real se introducía junto con el resto en una de las habitaciones del lugar, la cual daba a un inmenso balcón con vista a la entrada del palacio.

Al estar ya en aquella habitación, el castaño trato de abrir la puerta de cristal que daba hacia fuera y al hacerlo, una inmensa ráfaga de humo les golpeo el rostro, la cual poco a poco se fue dispersando.

Ya con la vista un poco más clara, cada una de las personas que se encontraba en aquel sitio trato de visualizar que era lo que estaba sucediendo, pero la imagen que esta frente a ellos no era para nada alentador, pues en el gran patio que daba a la entrada de Pacto de Sangre, miles de soldados se encontraban tirados sobre charcos color carmesí, mientras otros tantos se encontraba a los alrededores empuñando sus armas a las sombras que aún se encontraban ocultas tras nubes de humo y polvo.

-¿Pero qué significa todo esto?- al decir eso, el rostro del mayor de los hijos de la ex maou, se convirtió en un misterio, pues no lograba comprender que había sucedido en tan solo unos segundos.

-¡Capitán! ¡Capitán! ¡Capitán!-se escuchaba una voz decir, mientras poco a poco se acercaba hasta el lugar en el que se encontraban.

-¡Dacascos! ¿Qué es lo que sucedió?- preguntó el castaño, al ver al soldado que lo llamaba de un lugar a otro.

-Malas noticias, nos atacan mi capitán.

-Sé más claro Dacascos.- dijo el peli-lila mientras trataba de calmar al hombre frente a él.

-No sabemos quién es el enemigo, fuimos atacados de repente, primero atacaron una de las torre de vigilancia y antes de que pudiéramos reaccionar, atacaron el flanco derecho del castillo, todos los hombre comenzamos a movilizarnos, pero debido a las explosiones, el humo y el polvo nos dificulto la vista, pero eso no es lo más grave..

-¿Qué quieres decir Dacascos?- preguntó el gran sabio, pues todos estaba a la expectativa de la situación, nadie lograba comprender quien podía atacarlos pero sobre todo, el que gran parte de la guardia del castillo haya caído en tan solo un par de minutos.

-Quienes nos atacan, no son humanos ni mazokus o al menos, algo que yo haya visto.

-¿Cómo que no son ni humanos ni mazokus?

-Lo que quiero decir su alteza, es que son seres a los que en verdad se les puede llamar monstruos.

-Monstruos o no, no permitiré que sigan  poniendo en riesgo la seguridad del reino, Dacascos comienza a movilizar a todos los hombres, Conrad, reúne a las tropas, que defiendan la entrada al castillo y otros más que revisen la situación del pueblo.

-Sí su excelencia- dijo el hombre mientras se marchaba del lugar.

-Wolfram, tu lleva a su majestad, a su alteza y su santidad a un lugar seguro.

-¿Pero yo también quiero pelear?

-Tu deber es proteger a tu prometido, ahora vete.

Con la mirada seria y decidida, el rubio salió del lugar acompañado de quienes debía proteger, odiaba ser tratado como un niño por su hermano mayor, porque aunque no se lo dijera, usaba de escusa a Yuuri para no ponerlo en peligro, aunque también tenía razón al decir que su deber era proteger al maou.

-¿Adónde iremos ahora Wolf?

-A la parte trasera del castillo, ahí hay una habitación en la cual podrán estar seguros.

-¿Y tú que piensas hacer?

-Lo siento Naomi, pero no puedo quedarme sentado sin hacer nada.

-Miren, ahí va Conrad- mencionó el maou mientras observaba a lo lejos a unos cuantos soldados siendo dirigidos por su padrino.

-Este no es el momento para-

Nuevamente, un estruendo se escuchó por el lugar, pero esta vez siendo acompañado por docenas de gritos tanto de hombres como de mujeres, ante los alaridos de miedo, el joven rey salió corriendo en la dirección de la cual provenían, siendo perseguido por un oji-esmeralda, el cual no paraba de repetirle que se detuviera.

Ya frente a una de las entradas del palacio, Yuuri comenzó a buscar al castaño, al cual había visto unos instantes atrás, pero nuevamente, una cortina de humo no le permitía ver claramente el sitio en el que se encontraba, hasta que sintió una mano posarse en su hombro, dio un respingo, hasta que logró ver el rostro de la persona que se encontraba tras él.

 -¿Acaso eres un idiota? ¿Cómo se te ocurre salir corriendo de esa manera enclenque? entiende que esto no es ningún juego, estamos en medio de un ataque- dijo Wolfram mientras desenfundaba su espada, pues tenía presente que debido al lugar en el cual se encontraban, corrían peligro, aunque agradecía que su santidad y la hermana del pelinegro no los hayan seguido.

Del cielo, pesadas y grandes gotas comenzaban a caer de aquellas extrañas nubes que cada vez se volvían aún más obscuras, poco a poco, la lluvia se intensificaba haciendo que el humo desapareciera y dejando a la vista lagunas de sangre acompañadas de armas y soldados.

-Esto no está bien, debemos irnos de aquí Yuuri, lo mejor será que también vayamos por Morgif y nos reunamos nuevamente con el gran sabio y Naoimi.

-Cre-creo que tienes razón, Wolf, esto no pinta nada bien.

-Pero miren a quién tenemos aquí, pero si es el mismísimo rey de los demonios- se escuchó decir a una profunda y burlona voz.

Frente a ellos, un hombre se mostró, vestido con la armadura de los soldados de la guardia real, acompañado por cientos de siluetas que aún eran irreconocibles debido a que el humo no terminaba de dispersarse.

-Esa voz- susurro el rubio mientras se posaba frente al moreno blandiendo su espada.

-Vaya, vaya pero si también está el príncipe mimado de mami- la voz poco a poco se acercó cada vez más a ellos hasta que el rostro de aquella persona fue visible, dejando ver a un joven alto, de cabellos rojizos y ojos marrones.

-Kilian- dijo el rubio entre dientes, tratando de contener su rabia- así que tú eres quien planeo todo esto.

-¿Quién es el Wolfram?

-Un hombre que se enlisto en el ejército de Shin Makoku, diciendo que quería encontrara a su padre, ya que había sido una de las victimas desaparecidas.

-Cierto, aquellas desapariciones que siguen sin poder resolver, dime ¿quieres saber quiénes son los responsables de todo eso?

-¿De qué demonios estás hablando?

-Quiero decir, que yo sé quiénes son los causantes de todas esas muertes y desapariciones.

-Eso es imposible, no hay rastro de quienes pudieron haberlo hecho.

-Sin embargo yo lo sé, de hecho voy a presentarte a mis amiguitos, ellos fueron los que se encargaron de todo eso- al terminar de decir todo eso, aquellas sombras que lo acompañaban, comenzaron a acercarse cada vez más, hasta dejar visible de quien se trataba.

Frente a ellos, seres totalmente irreales los observaban, se trataban de “hombres” totalmente horribles, montados sobre bestias jamás antes vistas, animales de alrededor  de tres metros, parecido a los dientes de sable, pero con un pelaje totalmente obscuro y los colmillos hechos un espiral, garras puntiagudas y ojos color rojo.

Sus jinetes no eran mejores, aun y a pesar de estar montados sobre aquellas bestias, se notaban realmente grandes, alrededor de los dos metros, piel  totalmente pálida y sucia, vestidos con armaduras grandes y pesadas, a la vez que sostenía grandes espadas y lanzas, el poco cabello que tenían era de un color negro opaco y totalmente alborotado, sus ojos eran totalmente negros, sin ninguna parte blanca, acompañados de unas pronunciadas ojeras, pero lo que más les congeló la sangre, fue la sonrisa que mostraba, pues parecía como si al abrir su boca se arrancaran la piel de su rostro, y al sonreír, se les hacía una abertura de oreja a oreja, con trozos de carne y piel, dejando al descubierto sus afilados y amarillentos dientes.

-¿Qué les parecen mi amigos? Ellos son los que se encargaron de desaparecer a todas esas personas, bueno, después de todo son su platillo favorito- terminó de decir con una sonrisa de lado.

-Ustedes, desgraciados- al decir eso, el pelinegro comenzó a reunir todo su maryoku, como cada vez que se molestaba, de a poco, aquella aura azul que tanto caracterizaba al modo maou iba cubriendo su cuerpo hasta que de un momento a otro, las fuerzas abandonaron el cuerpo de Yuuri haciéndolo caer de rodillas al suelo.

-¡Yuuri! ¿Estás bien?- dijo el rubio mientras se acercaba hasta su prometido.

-No sé qué sucede, pero no puedo utilizar el modo maou.

-Pues dado que no puedes pelear, acabemos con todo esto lo más rápido posible- dicho eso, desenvaino su espada y se dejó ir hacia ambos chicos tomándolos por sorpresa, los cuales solo cerraron los ojos esperando el golpe de aquel gélido y filoso metal.

-Pero si serás idiota hermanito, mira que poner en peligro a tu prometido, me pregunto si realmente lo quieres.

Al escuchar aquella voz, ambos prometidos abrieron sus ojos, encontrándose con cierta pelinegra, la cual detenía el ataque del oji-marrón.

-¡Ahora!- se escuchó a lo lejos, a la vez que cientos de flechas caían del cielo y el enemigo comenzaba a retroceder.

-¡Majestad! ¡Shibuya!- dijeron Conrad y Murata mientras se acercaban junto a al rey y su prometido.

-Sólo está débil, no pudo usar el modo maou.

-No es el único.

-¿Qué quieres decir Naomi?

-Nadie del palacio, puede usar su maryoku, algo lo está bloqueando.

El rubio al escuchar lo que la chica acababa de decir no supo que hacer, pues sin la utilización del maryoku, estaba en gran desventaja, pero antes de que alguien más pudiera decir algo, dos de aquellas bestias acompañadas de su jinetes, se acercaba a ellos.

-Alteza, por favor retroceda, yo me are cargo de esto, usted trate de salir de aquí junto con su majestad- dijo el castaño mientras se preparaba para pelear.

La chica, ante las palabras del castaño, empuñó la espada que traía hace unos momentos y cortó hasta las rodillas, el largo vestido que traía puesto, dejando al descubierto las botas altas que Cheri-sama le había regalado.

-Si te pedí que me entrenaras fue por algo, no para que escapara como una niña asustada- al decir eso, la pelinegra se lanzó hacia una de las bestias que se encontraba frente a ella, encestándole un golpe a uno de los costados, y produciendo que aquel animal soltara un horrible alarido.

El castaño acompaño a la chica, derribando al ser que se encontraba montando a aquel animal, el cual al levantarse del suelo, se lanzó de lleno a él. Por su parte, tanto el gran sabio como Wolfram trataban de mantener en pie al joven rey, el cual en cualquier momento perdería el conocimiento debido a la falta de energía, por que tratarían de llevarlo a algún lugar seguro o al menos eso planeaban, hasta que una de las bestias se posó frente a ellos.

-Sujete a Yuuri su santidad- Dijo el rubio mientras se preparaba para pelear.

-Deténgase Von Bielefeld, no será capaz de derrotar a esa cosa.

-Tal vez no, pero al menos le daré el tiempo suficiente para que salga de aquí junto con mi prometido.

-¡Espere, Von Bielefeld!- dijo en un grito el gran sabio, pero fue totalmente inútil, pues el joven comenzó a pelear contra aquel ser.

Ante el grito, el joven rey comenzó a abrir de a poco sus ojos, se encontraba realmente cansado, pese a que no logro utilizar sus poderes, no sabía dónde se encontraba, pero al escuchar la voz de Murata diciéndole a Wolfram que se detuviera, fue suficiente motivo para que tratara de saber que estaba sucediendo, al posar su mirada en su prometido se encontró con la peor escena de su vida, frente a él, Wolfram se encontraba siendo sujetado del cuello, siendo apuntado por una lanza, de aquel ser de pálida piel, el rostro del rubio se encontraba lleno de heridas y su traje manchado de sangre.

Trato de  moverse, no podía permitir que algo le sucediese, se lo había prometido, pero simplemente su cuerpo no respondía, incluso las gotas que caían por su cuerpo le congelaban demasiado la piel, tenía miedo, no quería perder a la persona más importante de su vida de esa manera, no lo permitiría, porque él necesitaba de Wolfram requería de él, lo quería, lo estimaba, lo… amaba.

Claro, pero que estúpido fue todo ese tiempo, la respuesta estuvo frente a él, jamás se sintió solo en aquel mundo por que el rubio siempre estuvo con él, ayudándolo, aguantándolo, amándolo, amándolo tanto como ahora el comprendía que lo amaba a él.

-¡Wolfram!- soltó en un grito Naomi, mientras lograba hacer que aquel ser soltara al oji-esmeralda, el cual era sujetado por su hermano-

-Wolfram, ¿Estás bien?

-S-si- dijo el ex príncipe mientras se sobaba su cuello y trataba de reincorporarse.

-Debemos ir a un lugar seguro, yo ayudare a llevarlo- comentó la pelinegra mientras ayudaba a poner de pie al rubio y el castaño se aseguraba que el camino estuviese libre.

Mientras tanto, parecía como si Yuuri volviese a respirar, pues temió demasiado por la seguridad de su prometido, a pesar de su inmenso cansancio, logró esbozar una débil sonrisa, la cual se esfumó al ver como aquella bestia de obscuro pelaje se dirigía hacia ellos, quería avisarle a los demás, pero su voz simplemente no salía de su boca, hasta que observo el suelo, debajo de ellos, un inmenso charco se había formado, así que reunió las pocas o más bien inexistentes fuerzas que aún tenía y se abalanzó contra Wolfram, abrazándolo fuertemente.

-Juro que te protegeré- susurro mientras una blanca luz los rodeaba y al abrir los ojos, con lo que se encontró fue con el baño de la casa de sus padres, suspiró al ver que el plan había funcionado y que no solo él y el rubio estaban bien, sino que los demás también, hasta que notó como poco a poco el agua de la tina, se tornaba en un intenso color carmesí…

Notas finales:

En verdada lamento muchisimo la tardanza pero eso de la escuelo no me deja mucho tiempo.

Pero con un poco de ayuda ya me organice mucho mejor y tendremos cap, por lo menos uno a la semana.

Trate de hacer esta parte un poco más larga en compenzación al tiempo que estuve ausente.

Muchisimás gracias a todas las personitas que se toman el tiempo de dejarme un comentario de verdad que me pone muy feliz y me alienta a continuar.

Espero sus reviews y hasta la próxima que espero que noa dentro de mucho jejeje.

Bye Bye


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