Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Detrás del origen por Leila Bielefeld

[Reviews - 59]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento la demora, pero aquí esta el nuevo capítulo, espero les guste :D

No sabía en qué lugar se encontraba mucho menos como había llegado hasta ahí, solo recordaba que al abrir los ojos estaba en aquel gélido y siniestro sitio, continuo caminando sobre el rocoso piso guiada por sus instintos, tenía miedo, estaba sola y su entorno estaba cubierto en tinieblas hasta que a lo lejos logro reconocer el tuene brillo de la luz, por un momento creyó que era la salida o algo parecido; con el corazón acelerado corrió todo lo que sus piernas le permitían a la vez que sentía como algunas filosas y húmedas piedras se enterraban en sus descalzos pies.

Ya frente a lo que parecía ser la entrada a una cueva detuvo su andar, no estaba segura que el entrar fuera una gran idea sin embargo, el fulgor de aquel rayo de luz se hacía cada vez más potente con forme se acercaba a aquel sitio, decidida a saber qué era lo que estaba sucediendo aceleró su andar, al cruzar aquella entrada grande fue su sorpresa al ver cómo era el lugar.

No cabía duda que era una cueva, eso era claro debido a la estructura pero lo que realmente la había aterrado, era la forma de cada roca ya que estaban unidas de tal manera que pareciese que habían sido puestas de ese modo a propósito, formando unas con otras distintas figuras y lo que ella pudo reconocer como alguna especie de runas, continuo inspeccionando su entorno, con forme avanzaba su cuerpo no dejaba de ser recorrido por un intenso escalofrío que le tensaba los músculos y que cada vez más le impedía moverse libremente.

Siguió su caminata con la esperanza de encontrar algo o alguien que la ayudase pero simplemente no hallaba nada, entre más se introducía en aquel sitio menos ilusiones tenía de poder salir de aquella zona o eso pensaba hasta que llego al lugar del cual se desprendía aquella luz; frente a ella se encontraba una inmensa puerta de hierro con algunos espirales adornando las orillas y a cada uno de los costados, una antorcha que en lugar de carbón o cualquier otra cosa que pudiera encender el fuego en ellas, era remplazado por montones de cristales similares a cuarzos, de un color parecido al amarillo de los amaneceres pero que, por alguna extraña razón, estos no le transmitía esa paz y tranquilidad .

Observó por algunos instantes aquellos extraños cristales, como tratando de entender el porqué de aquella bella pero a la vez tenebrosa luminosidad, sentía angustia, estaba totalmente desorientada, sola y sin nada con que defenderse, quería correr, gritar, tratar de huir de toda ese escena; juntando todo el valor que le era posible se acercó hasta aquella inmensa puerta, aun no estaba segura de abrirse paso a lo que fuera que hubiese tras ella sin embargo, cabía la posibilidad que  del otro lado hallara la manera de escapar de todo aquello así que con sumo cuidado acerco sus manos hasta tocar el frío metal del que estaba hecha la puerta, a pesar del tamaño y grosor de esta fue capaza de abrirla con algo de esfuerzo, ya que había tenido que recargar todo su cuerpo para tan solo poder abrir una rendija lo suficientemente grande para que pasara por ella.

Cuidando de no hacer mucho ruido se adentró en aquel sitio cerrándose tras de sí aquella puerta, al estar completamente dentro de la estancia pudo darse cuenta de que se trataba de una especie de alcoba ya que en el centro del lugar, se encontraba una inmensa cama de forma circular cubierta por sabanas de seda color rojo, las cuales resaltaban debido a las luces de las velas que estaban repartidas  por todo el sitio y las cuales eran las únicas que daban esa tenue iluminación en el cuarto.

Recorrió por unos instantes más la habitación tratando de reconocer algo que la ayudara a saber qué era lo que estaba sucediendo pero, con forme avanzaba, se sorprendía cada vez más por las cosas que hallaba, espadas que colgaban de las paredes, recuadros abstractos que al mirarlos transmitían una clase de sentimiento desgarrador que te helaba la sangre, así continuo inspeccionando aquel sitio hasta que noto algo que estaba sobre el colchón, pues sobre aquellas suaves y tersas telas se hallaba la bandera de Shin Makoku acompañada de lo que pudo reconocer como el emblema que en más de una ocasión pudo ver en los broches que usaba el rey original.

-Con que eres tú, creí que me encontraría con algo más interesante- se escuchó una voz retumbar por todos lados.

Antes lo dicho, la joven comenzó a recorrer con su mirada cada una de las esquinas del cuarto tratando de hallar al dueño de aquella voz pues, a pesar de haber sido palabras tan simples, aquel tono tan profundo y sin sentimiento la había alarmado.

Aún con la angustia reflejada en cada una de sus facciones, la chica continúo inspeccionando el lugar sin poder encontrar rastro alguno del ser que había pronunciado cada una de esas palabras, tratando de calmar el intenso palpitar de su corazón se acercó lentamente hasta el colchón que se encontraba en medio de la estancia, era extraño, pero por alguna razón que desconocía el solo hecho de estar en ese lugar la hacía temblar de pies a cabeza, como si la muerte misma fuera quien residiese en ese lugar; ya a uno de los costados de la cama pudo contemplar de mejor manera cada uno de los objetos que estaban sobre ella, no había duda alguna de que eran lo que al principio había creído, sin embargo eso no fue la que hizo que se alarmara, sino, las manchas color carmesí que cubrían algunas partes de cada objeto, así como las claras desgarraduras que mostraba la bandera de la nación de los demonios.

Sumergida en su propia angustia, miedo y  desorientación, la joven fue interrumpida por el sonido de cientos de voces provenientes de un lugar no muy lejano del cual se encontraba, cada uno de los sonidos que ella lograba reconocer eran cada vez más dolorosos, llenos de miseria y desesperación, gritos que se perdían en la nada, hundidos en la locura y la desesperanza.

Siguiendo la dirección de donde provenían cada uno de esos lamentos, la pelinegra volvió a caminar en dirección contraria de la cual se encontraba percatándose por primera vez del ventanal que se hallaba en aquella alcoba, le resultaba demasiado extraño que existiera algo como eso en un lugar que seguramente, se encontraba bajo tierra, tratando de apartar aquella duda de su mente poco a poco se fue acercando hasta el sitio del cual provenían todos esos sonidos.

Con cada una de sus manos tocando el frío cristal, la chica comenzó a temblar, el miedo estaba inundando cada parte de su ser haciendo que sus piernas comenzaran a fallarle, pues frente a ella, un escenario sacado de lo más recóndito de su mente, se mostraba delante de sus ojos.

Cientos de soldados con las armaduras y estandartes de Shin Makoku, eran masacrados por aquellas creaturas que habían atacado con anterioridad Pacto de Sangre; luchaban sin tregua alguna sobre un paisaje gris y desolado, siendo cadáveres y lagunas de sangre la decoración más sobresaliente del lugar. Al dirigir su mirada hacia aquel cielo obscuro pudo reconocer a otro par de criaturas, que al igual que águilas, visualizaban a su objetivo para después bajar a toda velocidad y de un solo bocado, devorarlo.

-Eso era lo que querían, ¿no es así?- se volvió a escuchar aquella profunda y vacía voz- No puedes ir en contra de la naturaleza, ella es definitiva e inamovible.

Juntando las pocas fuerzas que aún le quedaban, giró rápidamente sobre sus talones tratando de encarar a quien quiera que fuese el responsable de aquella palabras, nuevamente recorrió el lugar con la mirada percatándose de como algunas velas comenzaban a perder su brillo poco a poco hasta perderse completamente en la oscuridad, en eso estaba hasta que sus ojos se posaron en lo que en algún momento estuvo la puerta, pues ya no se encontraba en aquel sitio, en su lugar, un par de gélidos y penetrantes ojos color plata eran los que la observaban.

-¿Quién eres?- preguntó tratando de sonar lo más firme posible.

-El destino está escrito, no existe nada que puedas hacer por ti… ni por nadie…

-¡Muéstrate! ¡Quiero verte!- gritó la pelinegra al borde de la desesperación, estaba aterrada pero aun así, no le daría el gusto a nadie de verla tan vulnerable.

-Sólo mira ese gran escenario que hay frente a nosotros y dime, ¿aun crees que hay esperanza?

Desesperada ante el sonido de aquella voz resonando por cada una de las paredes y atacándola como cientos de agujas atravesando su cuerpo, la chica observó nuevamente a través del ventanal, quería huir, no sabía cuánto tiempo más podría soportar en aquel sitio el cual, con el paso de cada minuto se tornaba cada vez más frío y húmedo, sin mencionar la obscuridad que cada vez más rápido, iba consumiendo a su paso el tranquilo calor de las velas.

Olvidando completamente aquella armadura que ella misma siempre mostraba ante los demás, se dejó caer de rodillas sobre el empedrado suelo de la estancia mientras dejaba que las lágrimas cayeran por sobre sus mejillas, quería correr, irse, escapar de todo aquello, pues simplemente se negaba a creer en aquel escenario que se mostraba frente a ella, simplemente debía ser mentira, se negaba a creer en todo eso, era como si se encontrara en el borde del infierno y que en cualquier momento no solo aquel abismo la devorara, sino también la locura.

-Ahora dime… ¿Dónde está su dios? ¿Es que acaso los abandonó?- escucho decir a aquel hombre, podía jurar que aunque no pudiera verlo, estaba disfrutando todo aquello.

-Detente… por favor detente…- fue lo único que alcanzó decir a la vez que trataba de parar todo aquel dolor que salía en forma de cristales por sus párpados.

Siguió contemplando la escena, como esperando que en cualquier momento todo se esfumara y quedase como un mal recuerdo, tras el ventanal, el mismo campo se encontraba, la misma guerra, los mismos monstruos, pero en esta ocasión los protagonistas eran otros; bajo un viejo roble seco, es encontraba Conrad siendo atravesado por una lanza mientras Gwendal, en un intento desesperado por ayudarlo, era devorado por una de aquellas criaturas que surcaba por el deprimente cielo.

A lo lejos la situación no era mejor, pues logró ver a Greta siendo acorralada por tres de esas bestias de negro pelaje, con el hocico escurriendo de fluidos rojos, soldados, gente que quería, todo se desmoronaba de a poco ante sus ojos.

-Pretendían luchar con algo que estaba fuera de su alcance, desafiaron al verdadero rey de este mundo, ustedes, que no son más que el alimento de cada una de mis mascotas, seres inmundos, sucios y nauseabundos-Terminó de decir aquel ser mostrando en cada una de sus palabras el desprecio que sentía.

Con la respiración entrecortada y los ojos ardiendo, la joven trató de recomponerse, ponerse de pie y enfrentarse a lo que fuera que tuviera que hacerle frente, al darse vuelta sobre si misma grade fue su sorpresa al poder ver, finalmente, al causante de todo aquello.

Alzando firmemente su rostro, el hombre dejo ver su forma frente a su invitada, un ser con la apariencia de humano era lo que la mujer observaba, alto, aproximadamente alcanzaba los dos metros, vestido con una armadura totalmente obscura y una capa del mismo color de los espirales que marcaban su rojiza piel, curvas de color negro que se perdían por todo su cuerpo, todo aquello acompañado de un musculoso cuerpo, facciones elegantes, pero sin dejar de ser varoniles y al mismo tiempo tenebrosas.

Aquel ser la observaba de arriba hacia abajo, analizando cada parte de su ser, como tratando de grabarse de manera minuciosa toda la anatomía de la chica, la cual solo se sostenía de la pared tratando de mostrar ninguna señal de duda o temor, hasta que nuevamente se encontró con aquellos ojos que la hacían sentir que su alma era ultrajada de la manera más atroz, una mirada que ya no solo la analizaba, sino que mostraba lujuria, deseo y burla.

Tratando de evadir esos ojos, regreso su mirada hasta aquel cristal, gran error, pues logró ver la peor escena de todas, una que aún después de salir de todo eso, podría atormentarla cada noche, Yuuri, su hermano, se encontraba a mitad del campo de batalla siendo custodiado por dos de aquellos extraños soldados mientras observaba como su prometido era ultrajado frente a sus ojos; el rubio, quien se encontraba recostado en el suelo gritaba pidiendo ayuda mientras trataba de cubrirse con sus propios brazos, aquel blanquecino cuerpo lleno de moretones y cortaduras, pero su voz se perdía en los gritos de agonía del resto de los soldados del reino y los propios lamentos del pelinegro.

Cerca de ellos, restos de lo que un día fueron mazokus cubrían el piso, entre los restos logro reconocer un anillo, jamás lo olvidaría pues ella misma se había pasado meses buscándolo, esa mano, sin duda alguna, era lo último que quedaba de lo que un día fue su hermana al igual que el cadáver que la cubría, aquel chico que había desafiado a su hermano, el nuevo heredero de la familia Granz.

-Creo que la plática ha terminado- escuchó decir a aquel hombre mientras sentía como se posaba tras ella cada vez más cerca.

-¡Púdrete en el infierno!- fue lo único que la chica pudo decir en medio de las lágrimas.

 -Pero que dices querida… si este es el infierno- dijo soltando una pequeña carcajada- además, creo que terminare con lo que tu padre no pudo finalizar.

Con el cuerpo paralizado y los ojos totalmente abiertos, la pelinegra comenzó a sentir como una mano empezaba a recorrer uno de sus muslos a la vez que una lengua trazaba un camino por su cuello, sin duda aquel hombre tenía razón, aquel lugar no podía ser otro que el infierno.

-Déjame… no me hagas daño…por favor

***

-¿Estás seguro de lo que estás diciendo?- preguntó el castaño al soldado que se encontraba frente a él y su hermano.

-Sí capitán, nos acaba de llegar una masiva informando la situación- contestó el soldado mientras entregaba el sobre al general.

-¿Dónde se le vio por última vez?- preguntó esta vez el peli-gris a la vez que comenzaba a abrir el mensaje.

Estaba enfadado pues él en más de una ocasión había tratado de convencer a su madre de que permaneciera en el reino hasta que las cosas se calmaran a lo cual, su progenitora solo había atinado a pasar por alto cada una de sus palabras, de alguna manera entendía a su madre, ya que ella no era una mujer que pudiese permanecer mucho tiempo en un mismo lugar. Pese a todo su enojo, la preocupación no dejaba de acongojarlo, se culparía el resto du su vida si algo llegase a pasarle a la mujer que le dio la vida.

Por su parte el mediano de los hijos de la ex maou, no apartaba la vista del mayor de sus hermanos, pues había hablado con él y Gunter, los cuales le habían explicado los argumentos que la rubia había dado para no permanecer en Shin Makou, además conociendo a su madre como la conocía, tenía presente que el general no hubiera podido detenerla, pues cada vez que a esa mujer se le metía algo en la cabeza, nada ni nadie podía hacer algo al respecto.

Antes de que el soldado pudiese contestar a la pregunta, guardias y doncellas que servían al castillo comenzaron a correr de un lugar a otro como si la vida se les fuese en ello; temiendo lo peor, Gwendal tomó del brazo a una de las sirvientas que caminaba rápidamente por los pasillo, esperanzado de que no se tratase de otro ataque.

-¿Qué está sucediendo Doria?

-Su excelencia, por Shinou, que bueno que lo encuentro necesitamos su ayuda- dijo la chica mientras hacía ademanes en dirección al lugar que se dirigía.

-¿Acaso algo anda mal?- dijo Conrad mientras dirigía la mirada hacia donde la mujer había señalado, notando que era el camino que llevaba hacia las habitaciones principales del castillo.

-¡Corran! ¡Corran! ¡Corran!

Se escuchó gritar a un grupo de soldado mientras pasaban de largo, sin esperar respuesta alguna por parte de Doria, el castaño corrió en la misma dirección que el resto notando enseguida que era seguido por su hermano, el cual al igual que él, entendía que las explicaciones tendrían que ser para después.

***

No sabía que era lo que sucedía, ni si el mundo seguía girando o si aún estaban esos problemas que atormentaban a su reino, lo único que ocupaba su mente en esos instantes, era la suave sensación de la piel de su prometido sobre la suya, quería permanecer de esa manera, que el tiempo se congelara y nada afectara ese pequeño universo del cual solo ellos dos eran partícipes.

Con la cabeza del rubio recargada sobre su pecho, comenzó a acariciar aquellas hebras doradas de las cual nunca se cansaría, no iba a negarlo, aún se sentía extrañado de todo aquello pues hasta ese momento jamás se imaginó estar de una manera tan íntima con su prometido, bueno, quizá en alguno de sus más vergonzosos sueños sí, pero la realidad era muy diferente a la fantasía.

Tenía miedo, de no haber sido lo suficientemente bueno, de haber sido demasiado rudo con el chico y haberlo dañado, eran tantas sus dudas que simplemente lo hacían perder los estribos; con la mirada clavada en el doncel de la cama, el moreno comenzó a rememorar cada momento que había vivido hasta ahora en aquel lugar.

Recordar como aquel mundo le resultaba tan distinto, tan extraño, tan complicado, que por su mente nunca pasó la idea de que en ese universo tan distinto al suyo se encontraría la persona dueña de su corazón. Con delicadeza, comenzó a bajar su mano por el delicado cuello de Wolfram hasta detenerla en los descubiertos y apetecibles hombros del otro, el cual ante las caricias, fue acercando más y más su cálido y desnudo cuerpo al contrario, mientras aquellas brillantes esmeraldas empezaban a hacer acto de presencia.

-¿Me volví a quedar dormido?- preguntó el rubio mientras rodeaba con ambos brazos el cuello del moreno.

-Si- contesto mientras le mostraba una sonrisa a su acompañante- ¿descansaste bien?

-Mejor que nunca, ya es un poco tarde ¿no lo crees? Es raro que nadie haya venido.

Ante aquellas palabras, Yuuri se quedó pensando por algunos instantes, su prometido tenía razón normalmente a esa hora tanto Gwendal o Gunter ya lo hubiese ido a buscar, incluso esperó que Greta fuera a despertarlos, sin embargo nadie se había molestado en ir hasta la alcoba real.

Esperando una respuesta por parte del moreno, el rubio continuó recargando su mejilla sobre el dorado cuerpo del rey, estaba feliz, quizá esa palabra se quedaba corta comparado con lo que en esos momentos estaba sintiendo, recorriendo el pecho de su prometido con una de sus manos logró ver el obsequio que minutos a tras el otro le había dado, sonrió instantáneamente al notar aquel objeto.

-Deberíamos levantarnos antes de que se haga más tarde- comentó fugazmente el oji-verde, pues si bien no quería apartarse de su prometido pero no podía negar que aún tenía sus obligaciones como rey, sin mencionar a los nobles que se encontraban encima de él.

Con una mueca de fastidio en su rostro, Yuuri recordó las horas y las reprimendas que había pasado, sin duda alguna la furia de la mesa redonda no era nada que se pudiera tomar a la ligera, con pesadez soltó un profundo suspiro pues Wolfram tenía razón, aunque no le gustase aún quedaban muchas cosas por hacer y entre ellas se encontraba el ir al pueblo, quería presentase frente a su gente, hacerles saber que no estaban solo, que aún tenía un rey que velaría por ellos sin importar lo que sucediera.

Levantándose de a poco del colchón, el moreno quedó sentado sobre el observando como los rayos del sol iluminaban la estancia -Supongo que tienes razón, además quiero buscar a Greta, pasare una horas con ella antes de comenzar con mis deberes y…- antes de poder terminar la frase, el moreno se quedó inmóvil sin poder pronunciar palabra alguna.

-¿Yuuri?-le llamo el rubio extrañado por el comportamiento del pelinegro- Yuuri ¿estás bien?

A pesar del llamado de su prometido, el moreno no podía mover ninguna de sus extremidades, como si su cuerpo permaneciera en un estado shock total, sentía como siento de hojas afiladas atravesaban su cuerpo y un escalofrío recorría su espina dorsal; terror, era la única palabra que entraba para describir lo que sentía en esos instantes pues, pese a todo las manos y pies comenzaron a temblarle mientras, sin razón alguna, lagrimas comenzaban a brotar sin detenerse por sus mejillas.

-¡Yuuri!- dijo en un grito de preocupación el rubio.

-Wolf…unos ojos… esos ojos…- alcanzó a decir en medio de tartamudeos  el chico a la vez que se rodeaba con sus propios brazos.

-¿Qué ojos? ¿De que estas hablado Yuuri?- preguntó totalmente confundido el ex príncipe.

-Me están viendo… no dejan de verme Wolf… también te están mirando a ti…

Confundido el rubio dirigió su mirada al lugar que observaba el otro sin poder ver algo fuera de lo común, sin embargo, fuese lo que fuese aquello que su prometido estaba viendo, sin duda alguna debía atérralo pue incluso aquel color moreno de su piel lo estaba abandonando cada vez más, convirtiéndolo en una clase de cadáver, tieso y frío; con la esperanza de tranquilizarlo, lo acerco hasta él acunando suavemente su cabeza y repitiéndole que todo estaba bien, que estaba con él, lo cual pareció funcionar pues de a poco su cuerpo comenzó a relajarse.

-¡Papá! ¡Papi!-se escuchó una infantil voz a lo lejos llamándolos  acompañada de un desgarrador y estruendoso lamento… 

Notas finales:

Se que en esta ocasión he tardado más de lo normal y pido disculpas por ello, pero la verdad era que estaba atascada con tareas, trabajo y demás, aun así pronto tendre vacaciones así que habrá más actualizaciones.

Por favor dejen sus comentarios para saber si les esta gustando la historia, pues cada una de las personas que se toma el tiempo de leerla son el motivo de que continue con ella.

Sin más nos vemos pronto y cuidense mucho...

Bye Bye :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).