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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Bien, aquí un nuevo capítulo, espero les guste :D

Finalmente habían llegado hasta su destino, se sentía más tranquilo aún y a pesar de que las mismas cosas que lo estuvieron atormentando todo el viaje seguían en su mente, hacia todo el esfuerzo posible por no prestarles demasiada atención dado que, de seguir así, de poca ayuda sería su presencia en el lugar.

-¡Todos a sus posiciones, pronto llegaremos a tierra!-logró escuchar decir a uno de los soldados.

A pesar de aún encontrarse a una distancia bastante considerable, ya lograba visualizar las casas del pueblo, los habitantes yendo de un lado a otro, algunos barcos preparándose para zarpar y otros más desembarcando en el puerto, sin duda, no parecía que sucediese algo fuera de lo común hasta que pudo ver la gran cantidad de guardias que se encontraban repartidos por todo el sitio, vigilando cuidadosamente cada rincón como tratando de que todo lo que sucediera estuviera bajo control.

-Vamos Yuuri, necesitas prepararte, pronto desembarcaremos-escuchó la voz de su prometido mientras este se acercaba hasta él.

Posando su mirada en el rubio, sonrió y caminó hasta su camarote, aún recordaba la plática que había tenido con él algunos días atrás, sin duda alguna le había servido de mucho puesto que, a pesar de no tener las respuestas que necesitaba, sin duda era capaz de mantenerse más firme, ya no rehuía tanto de Conrad aunque no podía decir que su relación seguía siendo la de antes ya que estaría mintiendo y en cuanto a su hermana, tenía claro que las cosas con ella no mejorarían tan fácilmente; las palabras de la chica lo habían terminado afectando de una manera que no era capaz de identificar, no creía que todo lo que haya dicho fuera verdad sin embargo, tampoco podía negar que parte de las palabras que le había expresado estaban llenas de razón.

Los minutos pasaron más rápido de lo que pudo notar y sin darse cuenta ya se encontraba caminando rumbo al estrecho puente que lo llevaría hasta tierra firme mientras observaba como una mujer lo esperaba impaciente, la reconoció al instante aunque también pudo notar que no fue el único en hacerlo ya que, tras de él podía notar la presencia de cierto oji-esmeralda el cual no parecía del todo contento.

Tratando de ignorar la inexplicable molestia de su prometido continuó con su camino, estaba ansioso pero más que nada, se sentía bastante inquieto, más de lo que deseaba y sin esperarlo, las mismas inseguridades con las cuales había estado luchando durante todo el viaje habían vuelto, como olas enormes que arrasaban con la poca tranquilidad que por fin tenía. Tan perdido se encontraba en esas sensaciones que solo pudo sentir el ligero empujón que lo desequilibró y que logró traerlo nuevamente a la realidad percatándose así del como su hermana pasaba de largo observando detalladamente el sitio en el cual se encontraban a la vez que un alterado consejero trataba de mantenerla quieta.

-Majestad ¿Se encuentra bien?-escuchó decir al castaño mientras sentía como este dejaba reposar una de sus manos en su hombro en busca de captar su atención, tal parecía que se había quedado totalmente quieto en cuanto sintió el suelo firme bajo sus pies.

-Sí, estoy bien solo algo cansado-termino de decir, lo último que quería era preocupar de manera innecesaria a los demás, después de todo solo se trataba de pensamientos absurdos y presentimientos que no tenían fundamento alguno, lo mejor que podía hacer era tratar de ayudar al pueblo en el cual se encontraba.

En eso estaba hasta que logro escuchar una fina voz llamándolo a lo lejos, reconociendo inmediatamente a la persona que lo estaba llamando giró hacia uno de los costados logrando ver a una mujer de cabellos claros y que se acerba a toda velocidad hasta él; ya con aquella dama casi frente suyo, pudo notar como esta se lanzaba hasta sus brazos mientras escondía su rostro en su pecho.

Confundido era poco comparado con lo que sentía en aquellos momentos pues si bien, Flurin-san era alguien a quien consideraba una buena amiga, jamás tuvo esa clase de acercamientos con ella, normalmente su relación se basaba en pláticas acerca de los planes que tenía para cambiar ese mundo y el cómo su nación quería apoyar y formar parte de ese futuro, sin embargo no dijo nada puesto que, podía sentir aquel cuerpo más pequeño que el suyo temblando y como su saco obscuro comenzaba a humedecerse, sin duda alguna debió pasar algo lo suficientemente grave como para que la gobernadora de aquel lugar se encontrara de esa forma, sin pensar mucho en lo que hacía se dejó llevar por aquel sentimiento de pena que se había apoderado de él al ver la condición de la mujer y la envolvió entre sus brazos.

-Yuuri, ayúdame por favor-logró escuchar decir a Flurin-san tras sentir como le correspondía a su acción.

-No te preocupes, ya no estás sola-dijo sin apartarse de ella.

-Así es, el maou se encargara de mantenerla a salvo, a usted y al resto de Caloria.

Tras escuchar aquello no pudo evitar sentir como una sensación electrizante recorría su cuerpo ya que, por un momento se había olvidado en donde y con quienes se encontraba, sin duda alguna el espectáculo que estaba dando no era para nada agradable especialmente para cierto joven al cual trataba de encontrar con la mirada; recorriendo detalladamente cada espacio que lo rodeaba puno notar como el ex príncipe caminaba lentamente alejándose de él y tomando lugar a uno de los costados de su hermana.

-Wolfram tiene razón, después de todo por eso nos encontramos aquí-fue lo que dijo Naomi mientras se recargaba en un par de cajas de madera.

Se sentía mal, tonto, de mil maneras distintas pero ninguna era agradable, le había bastado con cruzar su mirada algunos instantes con aquellas esmeraldas para lograr sentir un pesar más grande que cargar con todos los males del mundo, pues con un simple encuentro de sus ojos había notado como algo dentro de su prometido se derrumbaba poco a poco. Sabía que lo que estaba haciendo de alguna forma u otra estaba mal, pues en ese lugar estaba comprometido ya no solo porque un par de costumbre así lo quisieran, sino porque así se lo había pedido al joven que ahora no era capaz de mirar firmemente.

-Lo siento majestad Yuuri, me deje llevar pero solo con verlo, no negare que me hizo sentir más tranquila-dijo la mujer finalmente apartándose del pelinegro, el cual solo atinó a sonreír de manera nerviosa mientras se apartaba algunos pasos.

-No te preocupes Flurin-san, solo espero que ya te encuentres mejor-dicho eso, volvió a buscar la mirada del ex príncipe, tenía que arreglar de alguna manera lo que había hecho ya que un miedo intenso había comenzado a esparcirse por su cuerpo, un terror inmenso de que su prometido pensara que todo lo que le había dicho no habían sido más que palabras vacías, que lo que habían hecho no significaba nada para él, cuando había representado su todo, su inicio y su fin.

-Lamento importunar de esta manera y sé que tal vez sea difícil para usted mi señora, pero necesitamos que nos hable acerca de los acontecimientos que han estado ocurriendo las últimas semanas-dijo el general Voltaire mientras se acercaba hasta la gobernante.

-Entiendo-mencionó mientras se limpiaba el rastro de sus lágrimas y se acercaba nuevamente hasta el moreno y tomaba uno de sus brazos-en verdad me hace sentir bien que estés aquí Yuuri, ya he mandado llamar algunos carruajes para que nos lleven hasta mi casa y descansen un poco, ahí podremos hablar sin ningún problema.

Mientras tanto, no muy lejos de aquella escena, la hermana del rey observaba detenidamente cada acción de todos los presentes sin dejar de inspeccionar aquel sitio dado que, por muy urgente que pareciese ser el asunto, le era bastante extraño el comportamiento de aquella mujer que se hacía pasar como la gobernadora del lugar, entendía que no tendría por qué juzgarla antes de tiempo, sin embargo, le era demasiado difícil creer que en verdad algo estuviese sucediendo ya que si no fuera solo por la cantidad un poco exagerada de guardias, podría jurar que aquella carta no se trataba más que de una broma.

-Tener esa cara no te va a ayudar en nada-dijo la chica mirando de reojo al joven que estaba a uno de sus costados.

A pesar de la reciente discusión que había tenido con el despistado del rey, tenía claro que de alguna manera la relación entre ambos chicos había avanzado de alguna forma pues ya eran varias ocasiones en que los notaba más unidos, con gestos que desde su estadía en ese mundo no había visto presente en ambos.

-Oh claro, olvide la parte de sonríe y se amable mientras veo como mi prometido esta en brazos de otra persona.

-Vaya ¿A caso eso es sarcasmo?-menciono Naomi dejando salir una risilla al notar el color carmesí que comenzaba a inundar el rostro del rubio-Como sea, incluso yo ya me canse de esto.

Con la intención de no solo ayudar al celoso prometido de su hermano, la pelinegra comenzó a acercarse hasta el sitio donde se encontraba el resto de sus acompañantes esperando por fin tener una plática que realmente valiera la pena, ya que había viajado todo ese tiempo para lograr resolver aquel misterio que los estaba asechando, no para ver a un intento de gobernante que ni siquiera era capaz de mantenerse firme, no solo por su bien, sino por el de la gente que estaba bajo su responsabilidad.

-Veo que están teniendo un encuentro de lo más agradable, pero no creo que sea el momento más adecuado para esas cosas.

-Alteza, permítame presentarla-dijo Gunter mientras colocaba a la hermana del rey frente a la regente del lugar, la cual aún permanecía firmemente abrazada al moreno-Señora Flurin, permítame presentarle a Naomi Dankworth, hermana de su majestad Yuuri.

Tras aquellas palabras, la joven pudo notar la sorpresa en el rostro de su anfitriona, como no dando crédito a lo que escuchaba, ya que había dirigido su mirada al joven rey, el cual solo había asentido con una sonrisa.

-Gusto en conocerla.

-Me gustaría decir lo mismo, pero no pensé llevarme semejante decepción-dicho eso, la chica miro a su hermano, esperaba que permaneciera callado, a no ser que pretendiera empeorar las cosas con el ex príncipe, el cual aún permanecía alejado del resto; comprendía que había sido grosera con la dama que amablemente los estaba recibiendo y no dudaba que en cualquier momento le dieran algún ultimátum, sin embargo no había rastro de mentira en sus palabras dado que, al saber que una mujer era la que gobernaba a toda una nación, sobretodo, que había sido de gran ayuda a Shin Makoku en tiempos difíciles, imaginó a una gobernadora independiente y madura, fuerte y capaz de seguir sus ideales, más al escuchar historias de ella, pero grande había sido su sorpresa al verla tan destrozada al primer golpe, buscando el refugio que pudo sospechar, solo encontraría en un hombre y no en cualquiera, sino que en su hermano.

-Naomi, el carruaje ha llegado y está atardeciendo, lo mejor será que emprendamos camino-dijo Wolfram acercándose a la mencionada y notando como los otros comenzaban a tranquilizarse, de alguna forma quería evitarle cualquier clase de reprimenda, pues sabía que la chica había hecho eso no solo porque así fuese su personalidad, sino para que, de alguna manera, su prometido comprendiera la situación en la cual se encontraban, sin mencionar el estado tan tenso que había entre ellos.

Con una sonrisa de lado, la pelinegra noto como su hermano comenzaba a zafarse del agarre de la mujer tratando de llegar al lado del rubio, entendía que aún estaba ese actitud cortante y de alguna forma desafiante entre ellos, sin embargo no podía dejar de ayudar a la relación del maou con el oji-esmeralda, probablemente porque tiempo atrás le había hecho una promesa al mazoku de fuego o quizá, solo quizá era porque realmente tenía esa necesidad de ayudar a su hermano, aun y a pesar de todo lo que ella le había dicho, incluso aquellas palabras en las cuales negaba que ellos fueran algo; ya lista para marcharse al carruaje, logró sentir como una delgada mano la tomaba de uno de sus hombros regresándola bruscamente al lugar en el cual había estado.

-Perdóneme alteza, pero no creo que esa haya sido la mejor forma de hablarme-dijo Flurin-san sin apartar la mirada de la chica y sin ningún rastro de aquel llanto que minutos atrás había estado profesando.

Percatándose de la lejanía del resto de sus acompañantes, la joven retiro de un golpe aquella mano que la sujetaba, le parecía gracioso como aquella mujer le pedía respeto cuando ella misma no era capaz de dárselo- ¿ acaso me está pidiendo respeto?

-No se lo estoy pidiendo, se lo exijo.

-Claro, tiene razón, le daré mis respetos cuando usted sea capaz de respetar a un hombre comprometido, hasta entonces-termino de decir regresando su andar  junto con el resto.

Escuchando como la persona tras de ella comenzaba a llamarla en busca de seguir conversando, decidió mirar, lo mejor era mantener esa charla en secreto a menos de que quisiera que Conrad o Gwendal terminaran por llamarle la atención, girando levemente sobre sus talones y lista para afrontar a la persona que tan desesperadamente la llamaba, regresó su vista a donde la había tenido segundos atrás; no pretendía armar un alboroto, mucho menos causar más problemas de los que ya tenían, pese a eso, tampoco dejaría de lado la actitud de esa gobernadora, mucho menos al percatarse de la forma en que trataba al peli-negro a sabiendas de su relación con el menor de los hijos de la ex maou.

Con las palabras ya listas para terminar lo antes posible con esa plática posó por algunos instantes su vista en el horizonte que se escondía a espaldas de la mujer, ese mar inmenso que la había acogido durante el recorrido de Shin Makoku a Caloría pudiendo notar así, aquellos objetos que debido a la lejanía no lograba distinguir, tan parecidos a manchas esparcidas por las aguas que con forme avanzaban, eran más fáciles de diferenciar, grande fue su sorpresa al darse cuenta que se trataba de cientos de navíos que se acercaban cada vez más hasta el lugar, la cantidad era inmensa que por un instante se preguntó si en algún momento volvería a ver aquellas claras aguas que ahora eran invadidas por aquellos objetos.

Tratando de mantener la calma e ignorando totalmente a la persona que no dejaba de intentar captar su atención, corrió lo más rápido que sus piernas le permitían mientras llamaba al resto de las personas que la acompañaban, algo estaba mal, demasiado mal que una idea o más bien presentimiento la invadió por completo, una sensación de impotencia y tristeza, como si supiera que algo no saldría bien; aún con todo eso revoloteando en su cabeza continuó su camino, encontrándose con la mirada interrogante de su hermano y fue entonces que por una décima de segundo, sintió una conexión que nunca había percibido, como si hubiese logrado verse reflejada en aquel chico, viendo por el mismo cristal que él visualizaba la vida, tan cerca estaba de llegar a su lado cuando logró escuchar el retumbar de algo, al parecer, esa era la señal de inicio.

***

-Su santidad, al parecer llegaremos antes del anochecer-dijo un hombre vestido con la armadura del ejército mazoku.

-Que hagan todo lo posible por que lleguemos mucho antes del anochecer, puede que para entonces sea demasiado tarde-contestó el gran sabio mientras el soldado hacia una reverencia y se marchaba del lugar.

 Sabía que de alguna manera estaba pidiendo algo imposible, por mucho que trataran de acelerar el ritmo de los barcos, el clima no les estaba jugando mucho a su favor pues al parecer, grandes ráfagas de viento se habían comenzado a desatar arrasando con todo a su paso; esperaba que todo lo que estaba haciendo realmente fuera de ayuda dado que, no podía sacarse todas las dudas que lo inundaban ¿cómo fue que no se dio cuenta? Todo era tan claro, era como un camino a la vista pero que simplemente se negaba a reconocer.

-Su santidad, las tropas están listas para cualquier irregularidad que se presente, sin embargo-dudó en terminar la frase, comprendía que las cosas no estaban totalmente bien pero de eso a reclutar a casi todo el ejercito del reino para ir a una lucha la cual, no era del todo segura era demasiado, incluso si se trataba del gran sabio- creo que no llegaremos a la hora prevista, al parecer se acerca una tormenta.

-Ya lo veo, joven Grantz-dijo mientras observaba por una de las ventanas de la pequeña habitación, esperando quizá inútilmente que realmente estuviera equivocado ya que, después de aquella platica con el chico, no dudo en ningún momento en partir de inmediato a Caloría pues por fin había dado con ese punto, con esa razón que lo mantenía tan inquieto después de todo ¿por qué tanta urgencia en que fuera el maou precisamente? ¿Cómo era posible que Cheri-sama desapareciera cerca de aquella nación la cual, tiempo después parece estar en caos?  Sin mencionar el atentado con la hermana del rey.

-Shinou ¿dónde demonios estas?- fue lo último que susurro antes de volver al resto de papeles y libros que había estado revisando desde su partida.

***

-¡A bajo!-gritó Conrad mientras cubría con su cuerpo al rey y observaba como la hermana de este se escondía entre cajas y carretas que se encontraban cerca del lugar.

Le parecía extraño todo lo que estaba ocurriendo ¿cómo era posible que cientos de barcos vinieran de la misma dirección que ellos y no los hubiese notado?

-Wolfram, lleva a su majestad a un lugar seguro-dijo el castaño mientras comenzaba a acercarse al territorio del cual provenía el sonido.

Con forme iba avanzando pudo escuchar las voces de cientos de personas gritando, pidiendo ayuda y a una multitud descontrolada de gente corriendo por todas partes, al parecer el ruido que habían logrado percibir minutos atrás se trataba de una bala de cañón que había golpeado y destruido parte de una de las casas que se encontraban cerca del puerto puesto que, a unos metros del sitio en el cual se encontraba resguardado, pudo visualizar a algunos hombre acercándose a lo que quedaba del edificio ayudando a las personas que se encontraban dentro del mismo a salir.

Explorando detenidamente su panorama, fue capaz de notar la presencia de los mismos guardias que habían llamado su atención, algunos tratando de ayudar al resto de los pobladores, ya fuese resguardando sus espaldas mientras estos subían a algunas carretas en busca de alejarse lo antes posible de aquel territorio, mientras que otros desenfundaban sus espadas y se lanzaban contra los recién llegados, los cuales al parecer, ya habían estado con anterioridad en la tierra de los mazoku.

Notando como su hermano se perdía entre la multitud y el polvo que comenzaba a levantarse, el rubio tomó de uno de los brazos a su prometido, tenía que llevarlo a la casa de Flurin-san lo antes posible si es que quería regresar a ayudar al castaño, entendía de sobra que su deber era proteger al rey sin embargo, le era bastante difícil pasar de largo y hacer como si nada estuviera pasando cuando el mayor estaba enfrentándose a quien fuese que hubiese llegado.

-¡Gunter! Ayuda a dirigir al primer batallón hacia el resto de los pobladores, que los lleven lo más lejos posible, de ser necesario intérnenlos en las montañas y busquen algún lugar seguro, mientras tanto Wolfram, lleva a su majestad, a su alteza y a la señora Flurin-san a la mansión-dijo el general Voltaire, mientras comenzaba a dirigir a los soldados que al escuchar el primer ataque, habían comenzado a reunirse.

-¿Qué harás tu hermano?-preguntó de manera apresurada el menor, mientras ponía detrás de él al moreno.

-Nos superan en cantidad, así que no hay mucho que podamos hacer, nuestra prioridad en estos momentos es salvar a la mayor cantidad de gente que nos sea posible y mantener a salvo a su majestad y su hermana así como a la gobernadora de Caloria, así que yo y otra tropa trataremos de resistir en frente y no permitiremos que avancen mientras otro escuadrón se encarga de preparar algunos navíos, el maou no puede permanecer aquí mucho tiempo.

-Son ellos-dijo el joven rey captando la atención del resto.

Había estado escuchando con curiosidad las órdenes del general, quería negarse, hacer algo por ayudar pero algo dentro de él se lo impedía, no sabía si era miedo o el hecho de que cada palabra dicha por su hermana resonaba en su cabeza, clavándose como estacas en su cuerpo, recordando que cada vez que el intentaba hacer algo terminaba por poner en peligro al resto; así había permanecido largo rato hasta que un sonido extremadamente familiar captó su atención.

No muy lejos de donde se encontraban, pudo ver la misma bestia con la cual se habían enfrentado el día del ataque en pacto de sangre, con aquellos seres encima de sus lomos; sintiendo como su piel se erizaba de tan solo ver los oscuros ojos de esas criaturas, su boca desgarrada con pedazos de carne resaltando y aquellas armaduras extrañas, lo único que fue capaz de decir, fueron aquellas débiles palabras que al parecer, fueron suficientes para alertar al resto o al menos eso había creído antes de que un nuevo impacto fuera hacia ellos.

Percatándose de la trayectoria de una enorme roca dirijiendose hacia ellos lo único que atinó a hacer fue tomar a su prometido y llevarlo lo más lejos que le fuera posible, sin embargo, el choque había sido tal que por algunos instantes la tierra había comenzado a temblar, haciéndoles saber que no estaban lo suficientemente lejos como ellos habrían esperado.

-¡Wolfram, haz lo que te dije!-fue lo último que dijo Gwendal antes de perderse en las lejanías siendo seguido por el resto de soldados al igual que el peli-lila, el cual había comenzado a ayudar a todos los pobladores con los cuales se encontraba.

-No son los mismos-alcanzó escuchar una voz no muy lejos de donde se encontraban.

A tan solo un par de metros, se encontraba Naomi empuñando una espada, con arco y flechas descansando en su espalda mientras se mantenía oculta entre algunos barriles cerca de una casa, pues al parecer, la joven no había perdido el tiempo en hacerse de armas que algunos soldados le habían proporcionado.

-¿A qué te refieres?-preguntó el rubio tratando de observar por una de las esquinas de la pared que los cubría, el nuevo panorama que estaba frente a ellos.

-Solo obsérvalos-comento la chica asomando velozmente su cabeza para después cubrirse tras notar como una nueva roca caí cerca de donde se encontraban-están los mismos animales y esas cosas que parecen controlarlos, pero observa arriba, hay algo que permanece dando vueltas sobre todo el pueblo, solo es uno pero tal parece es lo suficientemente grande pero sobretodo veloz como para distinguirlo.

Haciendo caso a lo dicho por la joven, sigilosamente el oji-esmeralda observo el cielo no dando crédito a lo que veía, pues de entre las nueves, una enorme bestia de alas cubiertas por plumas y filosos colmillos, al igual que una cola lo suficientemente larga como para darse cuenta que era una especie de arma, ya que el animal lo agitaba como un látigo, surcaba por las alturas.

-Parece ser quien los dirige-comentó el mazoku de fuego, pues parecía que aún y a pesar de la altura a la cual se encontraba esa cosa, era capaz de manejar la situación que precedía en tierra.

 -Wolf ¿Dónde está Flurin-san?-preguntó de manera alterada el maou, pues había permanecido al margen durante todo ese tiempo hasta que notó la ausencia de la joven.

Tratando de mantener la calma y alejar cualquier sentimiento de él, miró al moreno ¿realmente aún en esa situación se preocupaba por esa mujer? Bueno, ¿qué podía esperar de un debilucho? Aunque realmente tenía razón, había perdido de vista a la gobernadora tras el primer ataque; comprendía la gravedad de la situación y el hecho de que debía encontrarla aun y pese a eso, tampoco podía dejar a su suerte al enclenque de su prometido sin mencionar a la hermana del peli-negro, pues por como la veía, era más que claro que la chica no pretendía salir huyendo hacia la mansión de Flurin-san tal y como lo había ordenado su hermano.

Aun preguntándose cómo mantener a salvo a ambos hermanos, el rubio comenzó a analizar las posibilidades que tenía dado que, aun si era clara la invasión de aquella nación y la inminente derrota de la misma, no pretendía darse por vencido tan fácilmente pues si algo le habían enseñado en sus largos años de entrenamiento, fue a no detenerse, seguir marchando al son de la guerra y si hubo un momento en su vida en la cual tuvo que mantenerse lejos del campo de batalla, solo esperando noticias de los muertos que conformaban las largas lista, no se permitiría que las cosas se repitieran.

Recordando las últimas palabras del peli-gris, decidió que lo más sensato sería llevar hasta los barcos a ese par y asegurarse de que se marcharan, ya tendría tiempo para hallar la forma de ir a ayudar a sus hermanos pues abandonarlos no estaba en sus planes; ahora lo único que le preocupaba era el cómo llegar hasta el puerto sin ser atacados pues al parecer la mayoría de las calles estaban hechas trizas y repletas de esas bestias, no podría cuidar del rey y su hermana, al parecer tendría que confiar en las habilidades de la chica si querían llegar hasta el lugar, en eso estaba hasta que una voz femenina comenzó a escucharse pues a tan solo a un par de casas se encontraba la mujer de claros cabellos junto a un cuerpo sin vida y llamando al moreno sin tomar en cuenta que algunos de esos seres se dirigían hasta ella.

-¡Flurin-san!-gritó el maou mientras corría hasta donde se hallaba la mencionada.

-¡Yuuri!-alcanzó a decir el rubio mientras trataba de alcanzar al rey, hasta que sintió como alguien lo tomaba de la parte trasera de su saco y lo regresaba al mismo lugar en el que había estado-¿pero qué crees que estás haciendo?

-Salvándote la vida idiota-comentó enojada la joven pues entendía la torpeza del rey pero no la del soldado, era claro que sin darse cuenta su hermano había ido directamente al campo de batalla por una mujer que sin duda lo llevaría hasta su tumba-Por cómo te vi planeabas llevarnos hasta la playa ¿no?

-Sí, pero con el debilucho de tu hermano haciendo estas cosas solo será más difícil, si tan solo se hubiera mantenido escondida y callada hubiera podido regresar por ella.

 -Pero no lo hizo, sé que será difícil pero necesito que te vayas y busques ayuda, aunque me cueste admitirlo Gwendal tenía razón, son demasiados y ni tú utilizando todo tu maryoku serás capaz de llevarnos hasta allá-terminó de decir Naomi mientras apretaba fuertemente el mango de su espada, se sentía patética por no ser capaz de ayudar más, sin embargo haría todo lo que estuviera a su alcance para que salieran con vida de esa situación-Si mi vista no me falla, Conrad está a algunas calles más adelante ve y ayúdalo, yo me encargare de mantener escondidos a ese par, por lo menos antes de que los gritos de esa señora terminen por matarnos.

Reconsiderando lo que la joven le acababa de decir, supuso que era la mejor opción, no sólo para sacarlos de ese sitio sino para asegurarse de que uno de sus hermanos se mantenía a salvo y si tenía suerte, quizá el castaño podría decirle a cerca del paradero del general; respondiendo de manera afirmativa, el mazoku de fuego comenzó a moverse de manera sigilosa entre los escombros tratando de no llamar la atención, no estaba del todo seguro de dejar que la hermana del rey se encargara de proteger al moreno puesto que, eso solo significaría llevarla a la batalla, sin embargo dado a su actual situación tendría que correr aquel riesgo.

Mientras tanto, aun con el sonido de su nombre retumbando por todas partes continuó corriendo, no podía permitir que aquella mujer permaneciera sola y desprotegida en aquel sitio o al menos eso fue lo que pensó al verla, comprendía que estaba poniéndose en riesgo no solo a él, sino también a su prometido y hermana, pese a eso, su sentido de justicia se negaba a abandonar a aquella persona que con tanta desesperación lo llamaba, ya frente a ella trató de calmarla, pues tal parecía que el cuerpo inerte que estaba aún frente a ellos, era de alguien que su acompañante conocía.

-Flurin-san, tienes que calmarte, tenemos que irnos lo antes posible-dijo tratando de levantar a la mencionada y buscando con la mirada a alguno de los otros dos chicos con los que había estado tan solo algunos instantes atrás.

No pretendía luchar, no se sentía seguro de poder hacerlo, sin mencionar que carecía de un arma, incluso Morgif, aquella espada con la cual normalmente cargaba, se encontraba lejos de su alcance, probablemente resguardada en alguno de los barcos en los cuales había llegado;  se sentía torpe e inútil dado que, aun viendo el claro estado de desastre en el que el lugar se estaba transformando, no se sentía capaz de poder hacer algo al respecto, incluso aun con cientos de cuerpos esparcidos por todas partes, niños, mujeres, ancianos y jóvenes, no podía dejar de sentir una sensación de parálisis en su cuerpo, igual o incluso más que la que su compañera estaba experimentando puesto que, ambos se encontraban totalmente inmóviles, como si algo los mantuviera pegados al suelo bajo sus pies.

Notando como una de aquellas bestias de oscuro pelaje se acercaba hasta ellos comenzó a retroceder, tenía que pensar en algo lo antes posible y sin darse cuenta, ahora se encontraba acorralado entre la pared de lo que un día fue una enorme casa y aquel atroz animal escuchando a la ves  los leves sollozos de la mujer que se escondía a sus espaldas, tendría que pelear al menos que quisiera que esa cosa terminara por matarlos, así que dejándose llevar por su enojo permitió que su alter ego comenzara a hacer acto de presencia con la esperanza de poder ayudar a mejorar la situación no solo de ambos, sino del resto del pueblo “yo no espero a que mi “modo maou” salga para poder proteger a los demás” fueron las palabras que sin esperarlo, aparecieron en su mente como un pequeño flash.

-¡Muévete!-fue lo que logró escuchar antes de ver como su hermana se lanzaba de lleno ante aquel ser tratando de derribarlo con ayuda de su peso y el aparente impulso que obtuvo con la carrera que había emprendido desde su escondite hasta ellos, consiguiendo ver como una apertura se hacía, tomo la mano de la peli-celeste y comenzó a correr hasta encontrarse a algunos metros de distancia.

Con la respiración fallándole regresó su mirada hasta el escenario en el cual había estado llevándose la peor de las sorpresas dado que, acostada en el piso con la espada sirviendo de escudo entre la bestia y ella, se encontraba Naomi, tratando de librarse del animal y ponerse nuevamente de pie.

-Yuuri, tienes que hacer algo.

-Yo…-susurro en estado de shock, no sabía qué hacer, por una parte quería correr y hacer algo por salvar a la chica, pero algo dentro de él lo detenía, una especie de miedo que le impedía actuar. “sé que no eres capaz de proteger a nadie”  volvió a escuchar los fragmento de la conversación que había tenido con la peli-negra y fue entonces que se dio cuenta de que no era miedo lo que sentía, sino terror, terror de ver ciertas las palabras de su hermana, como si docenas de cadenas se hallaran alrededor de su cuerpo y que con el más mínimo movimiento no solo lo lastimaran a él, sino a los demás.

Sintiendo el temblor en su cuerpo se dejó caer al suelo ¿qué más podía hacer? Seguramente todos morirían mientras él se encontraba atormentándose por sus propias inseguridades, sin embargo no le importó, tal vez era lo mejor, dejar que todo acabara y ya no luchar más, después de todo por culpa suya así sería, por no ser capaz de hacer algo, por depender de los demás y de su modo maou, porque mientras él se encontraba hecho un ovillo oculto entre los destrozos de una nación, sus amigos, su hermana y la persona que amaba se hallaban peleando aún a costa de sus vidas, solo por mantener a salvo a un rey cobarde que no era capaz de ir al frente de batalla.

Lo escuchaba, escuchaba aquel zumbido y la voz de ambas mujeres llamándolo sin embargo no se movió, no solo porque su cuerpo estaba congelado, sino porque a pesar de todo, no era capaz de entender lo que le decían; solo el tacto de una persona halando de él para después escuchar como la misma comenzaba a alejar fue lo único que logro captar ¿qué estaba pasando? ¿Acaso por fin todo había acabado? Alzó su rostro, el cual había mantenido oculto entre sus manos, presenciando la imagen de Naomi siendo herida por las garras de aquel ser mientras continuaba con sus intentos de apartarlo, a Flurin-san corriendo a la vez que nuevamente una inmensa roca volaba por los cielos alcanzándola y haciendo que la gobernadora se perdiera bajo la enorme piedra.

“creyendo tontamente que aún en esta situación eres capaz de salvarlos y mantener a todos con vida” “no eres capaz de proteger a nadie y nunca podrás hacerlo” Cuan equivocado estuvo, después de todo al parecer era verdad, no fue capaz de proteger a nadie.

Notas finales:

Ojalá le haya gustado y espero sus lindos comentarios.

Nos leemos pronto y cuidense mucho.

Bye Bye


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